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 LA CARNE Y EL CORÁN
  Carnicerías de los países islámicos 
La carne y el Corán

  
   Uno de los aspectos que más suelen sorprender del Islam es el relacionado con las normas de alimentación observadas por sus fieles, como el ayuno de Ramadán o la prohibición de la carne de cerdo. Esta exposición fotográfica trata sobre el comercio de la carne en el mundo musulmán, con imágenes obtenidas en carnicerías, mataderos y pollerías de mercados urbanos y rurales de Egipto, Yemen, Turquía y Marruecos.
   Con el fin de arrojar alguna luz sobre los orígenes de estas costumbres, hemos acudido a las fuentes, examinando qué es lo que dice el Corán sobre la carne. No podemos olvidar que el Corán, pese a su antigüedad, sigue siendo hoy un libro vivo, que es obedecido por millones de seres humanos.

Indices de fotos
Indice 1  Egipto
Indice 2  Egipto
Indice 3  Yemen
Indice 4  Marruecos. Turquía
Indice de textos
La carne y el Corán (introducción)
El arduo camino de aproximación al Corán
Preceptos del Corán, pilares del Islam
El Corán corrobora la Biblia
Normas coránicas sobre la carne
El mercado y la gastronomía de la carne
Epílogo por la paz
  


  
  
   Vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño.
   Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto...

                                                                             (Jorge Luis Borges, extractos de El Aleph)




   Vi vaqueros y pastores beduinos que guiaban sus ganados hasta los oasis y pueblos del desierto, para vender sus reses en los zocos.
   Vi los mataderos donde sacrificaban esas reses, que, con las testas orientadas hacia la Meca, eran desangradas hasta no dejar una gota en sus venas.
   Vi familias degollando el cordero en conmemoración del sacrificio de Abrahán. Las vi ayunando en Ramadán durante el día y celebrando alegres festejos por la noche.
   Y siempre invocaban el nombre de Alá antes de empezar a comer, y al terminar de comer nunca se olvidaban de dar gracias a Alá.
   Vi las carnicerías donde se expende la carne que es lícita para los musulmanes por haber sido tratada siguiendo los preceptos del Corán.
  
  


  
La carne y el Corán
 
   Bism'illah arrahman arrahim. 
   En el nombre de Dios, clemente y misericordioso. 

   Con esta invocación ritual empieza el Corán, libro sagrado de los musulmanes y texto fundacional del Islam, y de la misma manera comienza cada uno de los 114 suras o azoras (capítulos; del árabe, surah) del Libro, a excepción del sura IX, de Attauba o del Arrepentimiento, debido a que este apartado sólo contiene conminaciones para los idólatras mientras que la sentencia encabezadora mencionada constituye un anuncio de paz. 
   La frase forma parte de la llamada fatiha, la plegaria inicial recogida en el sura I (de Alfatiha o de la Apertura), de siete versículos, que es la más recurrente en las oraciones de los fieles, en cierto modo equivalente al padrenuestro cristiano, y que, al completo, dice así: 

   En el nombre de Dios, clemente y misericordioso. 
   Loado sea Dios, creador del universo, 
   Clemente y misericordioso; 
   Soberano en el día del juicio; 
   Sólo a Ti adoramos y de Ti imploramos ayuda; 
   Indícanos el recto camino; 
   El camino de quienes agraciaste, y no el de los execrados y extraviados. 
   (Sura I, 1-7) 

   La fatiha se resume a menudo en una fórmula abreviada: la que se enuncia en el primer versículo (Bism'illah arrahman arrahim), que es conocida como el basmalah o bism'illah ("En el nombre de Dios"). 
   Cada vez que los musulmanes se disponen a comer, pronuncian previamente la palabra Bism'illah como un breve rezo de invocación a Allah (Dios), y tampoco olvidan dar gracias a Dios al terminar la comida (Al-hamdul'illah). El bism'illah también encabeza los documentos legales y de transacciones comerciales, y es citado como protocolo previo en todo acto oficial. Aparece también en amuletos contra el mal de ojo, y los magos aseguran que está inscrito en el costado de Adán, en un ala del arcángel Gabriel, en el sello de Salomón y en la lengua de Jesucristo. 
   Indice de textos 
  
   El mismo Corán exhorta a agradecer a Dios por los alimentos y bienes de que disfrutan los humanos en la Tierra, pues todos provienen de Él como creador del universo, y son proporcionados al hombre merced a su misericordia. Y prohibe comer ningún animal que haya sido sacrificado invocando otro nombre que no sea el de Dios:
La carne y el Coran  
   (Dios) creó para vosotros los ganados, de los que obtenéis abrigo, alimento y otros beneficios; 
   Y os proporcionan encanto cuando los lleváis al corral, y cuando por la mañana los conducís a pastar. 
   (...) Y también creó para vosotros el caballo, el mulo y el asno, para cabalgarlos y para lucimiento, y creará también para vosotros cosas que desconocéis. 
   (...) Él os envía el agua del cielo que bebéis, y gracias a la cual surge la hierba con que apacentáis vuestros ganados. 
   Y con la que brotan las plantas, los olivos, las palmeras, las vides y todo tipo de frutos. Ciertamente que aquí hay una señal para quienes piensen. 
   (Sura XVI, de Annahi o de las Abejas, 5-11) 

   ¡Creyentes! Disfrutad de todo lo bueno que os ha sido concedido y agradecédselo a Dios, el único, a quien adoráis. 
   Él sólo os prohibió (...) todo lo sacrificado al conjuro de otro nombre que no sea el de Dios.      
   (Sura II, de Albaqara o de la Vaca, 172, 173).  
   Este último versículo o aleya (del árabe ayah, en plural ayat; literalmente: 'signos') se repite con variantes en el sura V, de Almaida o de la Mesa Servida, 1-5; y en el XVI, de Annahi o de las Abejas, 115. 

   Comed de aquello sobre lo que haya sido invocado el nombre de Dios, si creéis en sus aleyas. 
   (Sura VI, de Al-Anaam o del Ganado, 118) 

   No comáis de aquello sobre lo que no haya sido invocado el nombre de Dios, porque es una profanación, y porque los demonios incitan a quienes lo hacen para condenarlos. Mas si les obedecéis, os contaréis entre los idólatras. 
   (Sura VI, de Al-Anaam o del Ganado, 121) 

   Indice de textos
 
   No cabe duda de que el Islam incide directa o indirectamente en casi todos los aspectos de la vida de los fieles, incluídos la dieta y los hábitos alimenticios, siendo el Corán, como Libro infalible inspirado por Dios, la última palabra, el referente definitivo a partir del cual dirimir toda controversia, hasta en lo que concierne a cuestiones legales o jurídicas. De él emana la shari'a o ley islámica, que con mayor o menor grado de rigor en su aplicación regula el cotidiano transcurrir de las sociedades musulmanas, en países que van desde Marruecos hasta Indonesia. 
   Pero ¿qué dice el Corán en concreto sobre la alimentación? ¿Qué es lo que recomienda y qué lo que prohibe a los creyentes? Y, sobre todo, y puesto que la presente exposición fotográfica La carne y el Corán se centra en el tema de la carne en los países islámicos, ¿qué prescribe exactamente el Corán sobre la carne? 
   Demos, pues, un repaso al Libro, y quizá así podamos entender mejor lo que percibiremos al contemplar las fotos, o entrever algo más de lo que a primera vista captemos. Pues el tema de nuestra exposición va de carnicerías, mercados de carne, pollerías, mataderos... que siguen escrupulosamente los preceptos del Corán. 
   Antes de adentrarnos en la materia, no queda otro remedio que tener en cuenta una serie de consideraciones previas, a fin de poder apreciar, si no en su verdadera dimensión, al menos de la forma más aproximada posible, el sentido de los extractos del Libro que vamos a citar. Conviene recordar, en concreto, qué es el Corán, cuál es su origen, cuáles sus principales contenidos, por qué su importancia. Y recalcar, dadas las dificultades intrínsecas que conllevan su traducción y su interpretación, el hecho de que la doctrina coránica no es tan ajena al pensamiento occidental como pudiera parecer de entrada, pues lejos de refutar las creencias y tradiciones judeocristianas, las aprueba y corrobora, como tendremos ocasión de ver. 
 
   Indice de textos

 
 

  
1.  El arduo camino de aproximación al Corán
 
   Alif, Lam, Ra. He aquí las aleyas del Libro lúcido. 
   Que ha sido revelado en lengua arábiga para que lo comprendáis. 
   (Sura XII, de Yusuf o de José, 1, 2) 

   La palabra Qur'an (castellanizada como Corán) significa 'recitación', y sugiere que su contenido era recitado o leído ante determinadas audiencias. No se refiere a un libro en su conjunto, sino a una revelación, por partes o en su totalidad, y también a la revelación divina en general. El Corán sería así una recopilación por escrito de una serie de revelaciones parciales, ocurridas en el transcurso de unos veinte años de la vida de Mahoma (Muhammad), en escenarios como la Meca o Medina, ciudades santas enclavadas en la actual Arabia Saudí. 
   Mahoma arremetió contra el politeísmo y la idolatría de las tribus árabes de su época, proponiendo como alternativa una religión estrictamente monoteísta. No se trataba de una nueva ideología para su tiempo, sino que suponía una ratificación y continuidad del monoteísmo hebreo/cristiano (a cuyos miembros se refería como a 'los adeptos del Libro'), a los que únicamente reprochaba haberse desviado en parte de su esencia original, y les preconizaba la necesidad de un regreso a su pureza primigenia. 

   Los adeptos del Libro (la Biblia) no se dividieron hasta después de haberles llegado la Evidencia. 
   Siendo así que lo único que se les prescribía era que adorasen a Dios sinceramente, fuesen monoteístas, observaran la oración y pagaran el azaque (tributo); ésa es la verdadera religión. 
   (Sura XCVIII, de Albaina o de la Evidencia, 4, 5) 

   Mahoma se consideraba a sí mismo como un simple Mensajero o vehículo transmisor de la palabra de Dios, un predicador que se limitaba a recordar a sus gentes los preceptos divinos, los mensajes (tanto albriciadores como amonestadores) que el Señor enviaba a la Humanidad para guiar a los seres humanos por el recto camino, que contienen promesas de recompensa paradisíaca para los fieles y de castigo infernal para los incrédulos. Sus principales ataques no iban dirigidos, pues, a los creyentes en el judaísmo o el cristianismo, sino a los no-creyentes, los idólatras o los ateos. 
   Indice de textos
    
   El Profeta experimentaba en distintas ocasiones trances o éxtasis místicos, en los que escuchaba los mensajes divinos por boca del arcángel Gabriel, y más tarde los repetía ante sus gentes de forma oral, y no escrita, pues era iletrado. 

   Y reveló al siervo de Dios lo que Él reveló a Gabriel. 
   (Sura LIII, de Annayim o de la Estrella, 10) 

   (...) 'Con mi castigo azoto a quien quiero; mi clemencia lo abarca todo, y la otorgaré a los temerosos (...) que sigan al Apóstol, el Profeta iletrado que es mencionado en su propia Biblia y en el Evangelio, que les llamará a hacer el bien y les vedará lo ilícito, les prescribirá lo bueno y les prohibirá lo inmundo, les aliviará de su carga y romperá las cadenas que les atenazan.' (...) 
   '¡Humanos! (...) No hay más dios que Él! ¡Él es quien da la vida y la muerte! ¡Creed en Dios y en el Profeta iletrado, que cree en Dios y en sus palabras, y seguidle para que os encaminéis!' 
   (Sura VII, de Al-Aaraf o de las Azoteas, 157, 158) 

   Ten claro que este Corán es revelación del Creador del universo; 
   El arcángel Gabriel, fiel Espíritu, lo trajo del Cielo. 
   Y lo transmitió a tu mente, para que seas uno de los exhortadores 
   En lengua arábiga castiza. 
   Y en verdad que aparece mencionado en los Libros sagrados de los antepasados. 
   (Sura XXVI, de Axxuaara o de los Poetas, 192-196) 

   Es inconcebible que Dios hable directamente al hombre, si no es por revelación, o de forma velada o mediante el envío de un Mensajero, gracias al cual transmita, con su consentimiento, lo que Él quiere; porque es altísimo y prudente. 
   (Sura XLII, de Axxura o del Concilio, 51) 

   (...) el Corán no es sino un mensaje para la Humanidad. 
   ¡Y cuántas maravillas hay en el Cielo y en la Tierra que son miradas desdeñosamente! 
   (Sura XII, de Yusuf o de José, 104, 105) 

   Indice de textos 
 
   Las recitaciones del Profeta producían gran impacto y controversia entre las gentes que las escuchaban, por su elocuencia argumental y la belleza poética de su estilo, y la tradición musulmana afirma que sus versos eran aprendidos de memoria y posteriormente transcritos por diversas personas y en distintas ocasiones, utilizando para ello toda clase de soportes que hallaban a mano: trozos de papel o de piel, piedras, hojas de palmera, y hasta costillas y omóplatos de dromedario.  Tras la muerte de Mahoma en el 632 d C, sus seguidores se encontraron con un corpus doctrinal sumamente fragmentario y disperso, y dado que muchos de los que lo habían memorizado iban falleciendo también, se temió que la revelación terminara por desaparecer, por lo que se planteó la necesidad de hacer una recopilación de todos los fragmentos procedentes de las distintas fuentes escritas, y de los conservados en 'el corazón' (la memoria) de las gentes, hasta reunirlos en un solo libro, que es el Corán tal como lo conocemos hoy. Estos textos fueron presentados oficialmente al califa Omar, y, más tarde, el califa Othman (644-656 d C) los mandó ordenar, unificar y contrastar, hasta establecer una recopilación definitiva que sería el texto-autoridad. 
   Dada la dispersión de las fuentes escritas, los compiladores habían tenido problemas para ordenar el material. Se optó al fin por un criterio basado, no en el orden cronológico de las revelaciones, sino en la mayor o menor longitud de los distintos textos, que fueron ordenados grosso modo de forma decreciente, y por ello los suras más largos aparecen al comienzo del libro (el II, de la Vaca, es el más extenso, con 286 aleyas), y los suras más cortos hacia el final. Sucede que los suras más breves son precisamente los más antiguos, es decir, los que recogen las primeras revelaciones del Profeta, mientras que los más extensos provienen de la etapa última y preeminente de la vida de Mahoma, y son mucho más elaborados de forma y contenido. Los estudiosos aprecian un cambio progresivo de estilo. Los suras antiguos, de métrica basada en versos muy breves y ritmados, tienen una cadencia más rápida de lectura, son más alegóricos, y están nutridos de imágenes y metáforas fulgurantes; los suras recientes, algunos de cuyos versos son tan largos que cuesta captar sus rimas, tienen un ritmo más parsimonioso, sus contenidos son más explícitos y tratan de temas más cotidianos. 
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   No ha de deducirse de estos datos que el Corán es un libro de poesía o el texto de un poeta. El mismo Libro lo advierte: 

   Que este Corán es la palabra del honorable Apóstol; 
   Y no la palabra de un poeta. (...) 
   (Sura LXIX, de Alhaqqa o de la Infalible, 40, 41) 

   Y, sin embargo, todos los conocedores de la lengua árabe clásica coinciden en que se trata de un texto de una belleza insuperable. Es corriente oír a los musulmanes afirmar que a quien lo escucha con verdadera devoción y entendimiento, se le pone la carne de gallina o se le saltan las lágrimas, o que siente emociones semejantes a las que puede suscitar la más alta poesía. 

   Dios reveló el más bello Mensaje: un Libro homogéneo, en estilo y elocuencia, cuyas aleyas son reiterativas. Al escucharlo, se les eriza el vello a quienes temen al Señor; (...) 
   (Sura XXXIX, de Azzumar o de los Tropeles, 23) 

   Y que cuando escuchan lo que fue revelado al Apóstol (Mahoma), comprobarás que las lágrimas brotan de sus ojos; porque reconocen la verdad (...) 
   (Sura V, de Almaida o de la Mesa Servida, 83) 

   (...) y cuando se les recita las aleyas del Graciabilísimo, se postran llorando. 
   (Sura XIX, de Mariam o de María, 49-58) 

   Y cuando se les recita (el Corán), exclaman: 'Creemos en él, porque es la verdad de nuestro Señor. En verdad que ya éramos musulmanes antes de su revelación.' 
   (Sura XXVII, de Annaml o de las Hormigas, 53) 

   (...) pero la mayoría de los humanos lo desdeña sin escucharlo. 
   (Sura XLI, de Fuççilat o de las Detalladas, 4) 

   Es de lamentar que la mayoría de los humanos no conozcamos el idioma árabe clásico, que es la clave para aprehender la verdadera sustancia del Corán, ya que ésta se resiente inexorablemente al pasar a cualquier traducción, al igual que merma la belleza de un poema al ser trasladado a otra lengua, perdiéndose por el camino su rima, su ritmo y su multiplicidad de sentidos y matices. Si toda traducción es traición, tanto más lo será todo intento de volcar a otro lenguaje una escritura que en sí misma es considerada perfecta, inalterable e infalible, por ser la palabra de Dios. 
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   En verdad que quienes desprecian el Mensaje cuando les llega, serán castigados. ¡A pesar de ser el Libro por excelencia! 
   Inalterable e irrefutable; por ser la revelación del prudente y digno de alabanza. 
   (Sura XLI, de Fuççilat o de las Detalladas, 41, 42) 

   (...) 'Dado que el Corán procede de Dios, y lo rechazáis, ¿habrá alguien más desencaminado que quien cae en ese error profundo?' 
   (Sura XLI, de Fuççilat o de las Detalladas, 52) 

   No sólo inalterable: también inalterado. Así lo ha sido a lo largo de la historia, en que el Corán ha sido copiado y editado innumerables veces sin variar un ápice del texto árabe original, según se asegura, por contraste con lo que ocurre con otros textos sagrados, como pueden ser los del Nuevo Testamento cristiano, que históricamente han sufrido cambios, mutilaciones y cribas, y que resultan por ello menos fiables como registros epigráficos (ahí tenemos, por ejemplo, la existencia de evangelios canónicos y apócrifos). 
   Siendo intraducible per se, cualquier intento de traducción será considerado por los mahometanos como una versión desfigurada, una paráfrasis, una mera aproximación. Siendo por definición una obra perfecta, al ser su origen divino, un texto en el que cada párrafo, cada palabra y cada letra ocupan su sitio exacto y tienen su precisa función, no cabe separar en él el fondo de la forma; cualquier alteración de la forma afectará también al fondo, y ello condicionará su interpretación. Ni siquiera su escritura puede ser remedada por otros textos árabes, pues sobrepasa a todo lo que pueda ser escrito en ese idioma: el Corán es un milagro, y como tal constituye el más alto ideal de escritura, un ideal inalcanzable, imposible de ser imitado por el hombre. El mismo intento de imitación podría suponer un sacrilegio. Las aleyas traducidas tampoco sirven para la oración, ni tienen validez a efectos rituales. En países musulmanes con idiomas diferentes al árabe (como Turquía, Irán, Pakistán, Bangladesh, etc.) el Corán es también recitado en el árabe original. 
   Indice de textos
    
   Los versículos del Corán fueron declamados por Mahoma a sus contemporáneos en lengua árabe para su plena comprensión por parte de los beduinos y los miembros de las tribus establecidas en torno a la Meca y Medina en el siglo VII d C, porque "a cada época corresponde su código".  

   Por cierto que lo revelamos en tu habla, para que reflexionen. 
   (Sura XLIV, de Addujan o de la Humareda, 58) 

   (...) te lo hemos revelado en lengua arábiga para que sea un código.  
   (...) A cada época corresponde su código. 
   Dios anula y permite lo que le place; porque el Libro matriz está en su poder. 
   (Sura XIII, de Arra'ad o del Trueno, 37-39) 

   Y si hubiéramos revelado un Corán en lengua extranjera, habrían dicho: '¿Por qué no fueron detalladas sus aleyas? ¿Cómo puede ser un libro extranjero y un Mensajero árabe?' Respóndeles: 'Es guía y bálsamo para los creyentes; pero quienes no creen están sordos y les resulta incomprensible, como si les llamaran desde un lugar lejano.' 
   (Sura XLI, de Fuççilat o de las Detalladas, 44) 

   Y así te revelamos un Corán arábigo para que exhortes a la ciudad y sus alrededores, y les recuerdes el día inexorable de la comparecencia, en que una parte de la humanidad irá al Paraíso, y la otra al averno. 
   (Sura XLII, de Axxura o del Concilio, 7)
La carne y el Coran  
   La escritura coránica se convirtió en el canon de la lengua árabe clásica. Reconocida su procedencia divina, admirada por su pureza y belleza estilística, y su riqueza de inflexiones, se tomó como referente para fijar la gramática y la lexicografía del idioma. Numerosos sabios y estudiosos de los primeros siglos del Islam analizaron a fondo sus peculiaridades gramaticales para establecer una normativa que sirviera de guía en el uso del idioma. En ciudades como Basora y Kufa (en el actual Iraq; en aquel entonces bajo la dinastía abbasí) se fundaron escuelas de lengua árabe y se potenciaron los estudios coránicos, que contribuyeron a unificar la morfología y la sintaxis, instaurando así los cánones que aún hoy rigen para el árabe clásico. Cuando existían dudas en la pronunciación de alguna palabra (lo que ocurre con frecuencia en la lengua árabe debido a que las vocales cortas no se escriben), se acudía como fuente de referencia al dialecto de los Quraysh, la tribu del mismo Profeta. 
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   En base a la plasmación de los textos coránicos, se comenzó paralelamente a desarrollar la caligrafía, una de las artes mayores del Islam. De la ciudad de Kufa surgió la caligrafía 'cúfica', de rasgos rectilíneos y angulares, que fue utilizada con mano maestra en la decoración de monumentos, como podemos ver en un sinfín de ejemplos en las fachadas y muros de mezquitas, madrasas y mausoleos, siendo la caligrafía desde entonces un elemento decorativo preferente en la arquitectura monumental islámica. A la infalibilidad de sus contenidos y a la armonía de su estilo, había que añadir la belleza visual de las mismas letras, palabras y frases del Corán, cinceladas en finos bajorrelieves, que juegan con los propios rasgos tipográficos del alfabeto árabe (que se escribe, como el hebreo, de derecha a izquierda) entrelazándolos en mil filigranas, y se conjugan e interactúan con otros diseños florales y geométricos hasta alcanzar un nivel de complejidad asombroso. Son las mismas letras las que diseñan, decoran y embellecen los espacios arquitectónicos. Los edificios se convierten así en soportes del Mensaje. 
   El Islam da gran importancia a la palabra escrita, como signo transmisor de la revelación. La escritura es simbolizada metonímicamente por el cálamo (qalam), especie de junquillo que empapado en tinta servía para escribir, término que hoy en día designa al lápiz, la pluma o el bolígrafo. 

   ¡Lee! En el nombre del Señor que todo lo creó. (...) Que os enseñó el uso del cálamo. 
   (Sura XCVI, de Al-Alaq o del Crúor, 1-4) 

   Aunque todos los árboles de la Tierra se transformaran en cálamos, y el océano en tinta, y se le añadiesen otros siete océanos, no sería todo ello suficiente para escribir las palabras inagotables de Dios; porque Dios es poderoso y prudente. 
   (Sura XXXI, de Luqman, el prudente, 27) 

   En verdad que el Corán es un mensaje instructivo. 
   Quien quiera, pues, que lo recuerde. 
   Está registrado en Libros honorables, 
   Sublimes, inmaculados, 
   Por manos de escribas 
   Honrados y piadosos. 
   (Sura LXXX, de Abasa o de 'Frunció el ceño', 11-16) 

   ¡Que no lo toquen sino los impolutos! 
   (Sura LVI, de Aluaqi’a o del Inevitable Evento, 79) 

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   El Corán es un libro que habla de sí mismo y se defiende a sí mismo de las críticas de los ignorantes y los incrédulos. Recoge las objeciones que hacían los oyentes, al sentir que el mensaje coránico cuestionaba sus creencias tradicionales y las enseñanzas de sus antepasados, y las refuta. 

   Es inconcebible que el Corán sea un libro inventado, ya que es la corroboración de los libros anteriores a él, la dilucidación de todas las cosas, y guía y consuelo para los creyentes. 
   (Sura XII, de Yusuf o de José, 111) 

   Y cuando se les recita nuestras lúcidas aleyas, dicen: 'Este no es más que un hombre que quiere apartarnos de lo que adoraban nuestros padres'. Y también dicen: 'Este Corán no es más que una mentira inventada'. Y cuando se les anuncia la verdad, los incrédulos dicen: 'Esto no es más que pura magia.' 
   (Sura XXXIV, de Saba o de la ciudad de Saba, 43) 

   En breve serán evidentes nuestros milagros en todas las regiones de la Tierra, y en sus propias personas, hasta que les quede claro que el Corán es la verdad. (...) 
   (Sura XLI, de Fuççilat o de las Detalladas, 52, 53) 

   (...) Diles: '¡Creo en todos los Libros que Dios reveló!' (...) 
   (Sura XLII, de Axxura o del Concilio, 15) 
 
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2.  Preceptos del Corán, pilares del Islam
 
   En cuanto a los contenidos del Corán –fuera de nuestra pretensión exponerlos al completo en este estudio–, vamos a extractar unos cuantos conceptos básicos que ayudarán a hacernos una idea aproximada de sus principales mensajes. Intercaladas en distintos capítulos del Corán, se van prescribiendo al creyente una serie de obligaciones, resumidas en los llamados cinco pilares del Islam (arkan al-Islam): 

   - la declaración de fe
   - practicar la oración
   - pagar el azaque
   - ayunar durante el Ramadán
   - peregrinar a la Meca

   Estos cinco decretos básicos están más claramente sistematizados en los hadith o jadices, antologías de dichos y hechos de la vida de Mahoma, realizadas en los primeros siglos del Islam por compañeros y sucesores del Profeta, y de autenticidad refrendada por distintas series de autoridades. Los hadith son considerados, junto al Corán, una de las fuentes básicas de las leyes islámicas y una guía de moral. Complementarios del Corán, su lectura es tenida por imprescindible para una interpretación más profunda y completa de los contenidos del Libro. 

   El Islam ha sido construído sobre cinco pilares: declarar que no hay más dios que Dios y que Mahoma es el Mensajero de Dios, practicar la oración, pagar el azaque, hacer la peregrinación a la Casa, y ayunar en Ramadán. 
   (Hadith 3, relatado por al-Bukhari y Muslim, recopilado por An-Nawawi, en 'Cuarenta Hadith'). 
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2.1.  La declaración de fe
  
   Consiste en la pronunciación por parte del devoto del tahlila, es decir, el lema "La ilaha illa'llah, ua Muhammad rassulu Allah" ("No hay más dios que Dios y Mahoma es su mensajero"); este lema es crucial como testimonio de la sincera fe monoteísta del creyente, y requisito previo e inexcusable para aceptar su adscripción al credo musulmán. Podremos ver el tahlila en los muros de los monumentos, en las monedas, en banderas de países como Arabia Saudí y en toda clase de rótulos y trabajos caligráficos con fines religiosos, pues compendia por sí solo la esencia del Islam. 

   ¡Humanos! (...) No hay más dios que Él! ¡Él es quien da la vida y la muerte! ¡Creed en Dios y en el Profeta (...) 
   (Sura VII, de Al-Aaraf o de las Azoteas, 158) 

   En verdad que soy Dios. No hay más dios que Yo. Adórame por tanto, y practica la oración en memoria mía. 
   (Sura XX, de Ta-Ha, 14) 

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2.2.  Practicar la oración
  
   Todos los musulmanes tienen como obligación rezar a Dios al menos cinco veces al día, en determinadas horas y cumpliendo ciertas condiciones: deben purificarse previamente (lavándose con agua, o si no la hay, con arena, en particular la cabeza, los brazos y los pies), descalzarse, orientarse hacia la alqibla (en dirección a la Meca) y ejecutar una serie de posturas rituales codificadas, incluyendo la genuflexión y la postración hasta tocar el suelo con la frente, en señal de total sumisión a Dios, mientras pronuncian las plegarias. Deben también acudir los viernes a la mezquita. 

   En cualquier lugar al que vayas, orienta tu rostro hacia la santa mezquita (la Caaba), porque ésta es la verdad del Señor; y Dios no es indiferente a lo que hacéis. 
   (Sura II, de Albaqara o de la Vaca, 149) 

   Tolera, pues, ¡oh Apóstol!, lo que dicen los incrédulos, y profesa alabanzas a tu Señor antes de la salida del sol, antes del ocaso, y a ciertas horas de la noche (...). 
   (Sura XX, de Ta-Ha, 130) 

   Creyentes: cuando se os convoca a la plegaria del viernes, concurrid al recuerdo de Dios, (...) 
   (Sura LXII, de Alyumu’a o de la Asamblea del Viernes, 9) 

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2.3.  Pagar el azaque
  
   El zakat o azaque es una limosna destinada a los pobres y necesitados, que toma la forma de tributo obligatorio anual. El azaque es recaudado en base a cinco tipos de propiedad: grano, fruta, ganado (incluyendo el camélido, ovino y caprino), oro-plata, y bienes muebles, a los que se aplican diferentes porcentajes. En este concepto se basa el sistema tributario de algunos estados islámicos (Arabia Saudí, Yemen), como un modo de redistribución de las riquezas, aunque la tendencia actual, en la mayoría de países que han desarrollado paralelamente un sistema fiscal laico, es dejarlo al criterio individual de los ciudadanos. 

   Él es quien creó para vosotros jardines con plantas emparradas y rastreras, y también las palmeras, las sementeras con frutos de todos los sabores, los olivos y los granados, similares y diversos. Comed de sus frutos cuando estén en sazón, y el día de su recolección pagad el azaque; pero no os excedáis, porque Dios no aprecia a los pródigos. 
   (Sura VI, de Al-Anaam o del Ganado, 141) 

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2.4.  El ayuno de Ramadán
  
   El Ramadán es el noveno mes del año musulmán, y se considera sagrado. El calendario religioso musulmán es lunar y no solar, por lo que cada uno de sus doce meses dura de novilunio a novilunio: 28 días aproximadamente. Lo cual provoca que el calendario islámico no se sincronice con el gregoriano, de uso universal, y que el Ramadán se desplace cada año unos días con respecto a este último, y vayan rotando las fechas en que cae. La vigesimoséptima noche del Ramadán, llamada lailat al-qadr, la 'Noche del Decreto', pasa por ser la noche sagrada en que el mensaje fue enviado al Profeta ("Por el Libro lúcido; / Que revelamos en una noche bendita", XLIV, 2, 3).  
La carne y el Coran   Las normas del Islam obligan a los fieles a ayunar todos los días del mes, durante el lapso que va del amanecer al anochecer; más en concreto, a abstenerse de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales durante las horas diurnas. Tampoco se pueden ingerir bebidas alcohólicas en todo el mes, ni de día ni de noche (en los países en que están permitidas, las tabernas suelen dar vacaciones a sus empleados y cerrar por esas fechas). El ayuno condiciona en gran medida las rutinas cotidianas de los países mayoritariamente musulmanes y las actividades laborales diurnas se reducen a niveles mínimos. 
   El Ramadán no es visto, sin embargo, como una carga. Al contrario, es un mes de espíritu festivo, acogido con alborozo por los musulmanes, que tienen ocasión de compensar las privaciones del ayuno del día con la celebración de festejos durante las horas nocturnas. Las noches son alegres y animadas, y mucha gente permanece despierta hasta el amanecer, reservando las horas de la tarde para dormir. 
   Se cree que la normativa del Ramadán puede derivar de costumbres anteriores, como la celebración del Yom-Kippur (o Día de la Expiación) por los judíos, que implica un periodo de reparación, o del modelo de la Cuaresma cristiana, con sus 40 días prescritos de ayuno y abstinencia. El Corán no especifica, sin embargo, fechas ni plazos, y se muestra flexible con quienes tengan dificultades para practicar el ayuno: los enfermos y los viajeros, a los que hay que añadir las mujeres embarazadas, los niños, los ancianos, los discapacitados, etc. 

   ¡Creyentes! Os ha sido ordenado el ayuno, al igual que a vuestros antepasados, para que sintáis temor por Él. 
   Ayunaréis determinados días; mas quienes entre vosotros no podáis cumplir este precepto por estar enfermos, o de viaje, ayunaréis más tarde el mismo número de días. No obstante, quienes, pudiendo cumplir este precepto, lo quebranten, se redimirán dando de comer a un mendigo (...) 
   El mes de Ramadán, en que fue revelado el Corán, guía de la humanidad y certeza para el camino y el discernimiento. Por ello, quienes de vosotros presencien la luna nueva de dicho mes, deberán ayunar. Sin embargo, quienes se hallen enfermos o de viaje, ayunarán más tarde el mismo número de días. Dios os desea la comodidad y no la dificultad, para que podáis alcanzar la meta y glorificar a Dios, por haberos iluminado, a fin de que Le déis gracias. 
   (Sura II, de Albaqara o de la Vaca, 183-185) 

   Acabado el Ramadán, los musulmanes celebran la fiesta de Id al-Fitr, o de 'Ruptura del ayuno' (Küçük Bayram, o 'Fiesta Menor', en Turquía), que cae en los tres primeros días del décimo mes del calendario islámico, Shawwal. Se acostumbra en estos días festivos a visitar a las familias y las tumbas de los difuntos, intercambiar regalos y renovar el vestuario. Ésta es una de los dos festividades mayores (Id = Fiesta) del Islam, siendo la otra el Id al-Adha, o 'Fiesta del Sacrificio' (Kurban Bayram, o 'Fiesta Mayor', en Turquía) que cae hacia la mitad del último mes, Dhu al-Hidja. El principal acto de esta fiesta consiste en que cada familia, entre las que pueden permitírselo, sacrifica un cordero (o cualquier otro animal lícito, cabeza de ganado o camello), para repartir sus piezas entre los suyos, sus amigos y sus vecinos, y también entre los pobres, en conmemoración del sacrificio de Abrahán. 
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2.5.  La peregrinación a la Meca
  
   Todo musulmán adulto debe peregrinar al menos una vez en su vida a la Meca, ciudad santa en la actual Arabia Saudí y emplazamiento de la Caaba, siempre que su salud y sus recursos se lo permitan. La peregrinación a la Meca, o hadj, se realiza durante las dos primeras semanas del último mes del año islámico (Dhu al-Hidja), e incumbe a todos los mahometanos que estén en condiciones físicas y económicas para llevarla a cabo, siempre que su ausencia no cause perjuicio a sus familias. 
   Al llegar a la Meca, el peregrino debe ataviarse con una túnica blanca ceremonial para ser un muhrim y alcanzar un estadio de pureza y santidad, estando así preparado para visitar la Caaba y rodearla por siete veces, además de practicar otra serie de ceremonias rituales en distintos sitios sagrados de la ciudad y de las afueras. Las ceremonias incluyen la inmolación de un animal en conmemoración del sacrificio de Abrahán. Sumado a todo ello, los peregrinos se rapan la cabeza, y tras arrojar durante tres días sucesivos siete piedras a cada uno de los tres pilares de Mina, que representan a Satán, regresan a la Meca para efectuar el tawaf (o circunvalación) de despedida a la Caaba, antes de abandonar la urbe. De vuelta a su hogar, el peregrino puede añadir el prestigioso título de hadji a su nombre. 

   Acuérdate de cuando informamos a Abrahán del emplazamiento de la Caaba (...) 
   Y convoca a la peregrinación a las gentes, que acudirán hacia ti desde los más lejanos países, a pie o a lomos de camello; 
   Para ser testigos de sus beneficios y exaltar el nombre de Dios en los días consagrados, en agradecimiento por las reses de ganado que les concedió. Alimentaos, por tanto, de ellas, y dad de comer a los pobres. (...) 
   (Sura XXII, de Alhayyi o de la Peregrinación, 26-28) 

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2.6.  Otros preceptos
  
   Además de las obligaciones principales sintetizadas en los cinco pilares del Islam, el Corán insta a sus seguidores a obedecer un buen número de normas y directrices de comportamiento, que abarcan toda clase de ámbitos, y regulan desde la moral a los usos sociales, en materias como el matrimonio, el divorcio, las herencias, el atuendo, los modales, la dieta alimenticia, el trato con los infieles, la no-violencia, la yihad o 'guerra santa', etc. Ofrecemos a modo de ejemplos un ramillete de extractos, que darán una idea de la multiplicidad de materias en las que el Libro tiene algo que decir: 

   Y cuando dos bandos de creyentes combatan entre sí, reconciliadles. Y si uno provocase al otro, combatid al provocador, (...) 
   (Sura XLIX, de Alhuruyat o de los Aposentos, 9) 

   Creyentes: que ningún pueblo se burle de otro; (...) 
   (Sura XLIX, de Alhuruyat o de los Aposentos, 11) 

   Y no pongas mala cara a la gente ni andes con insolencia por la Tierra, porque Dios no aprecia a los arrogantes y jactanciosos. 
   Y modera tus andares y baja tu voz, porque no hay voz más desagradable que el rebuzno de los asnos. 
   (Sura XXXI, de Luqman, el prudente, 18, 19) 

   Creyentes: evitad la sospecha siempre que os sea posible; porque algunas sospechas conllevan el pecado. No os espiéis ni os descalifiquéis los unos a los otros. ¿Quién de vosotros sería capaz de comer el cadáver de su hermano? ¡Sentiríais repugnancia! Temed a Dios, porque Dios es indulgente y misericordioso. 
   Humanos: En verdad que os creamos de un hombre y una mujer, y os dividimos en naciones y tribus para que os reconozcáis. (...) 
   (Sura XLIX, de Alhuruyat o de los Aposentos, 12, 13) 

   Castigad con cien azotes a la adúltera y al adúltero. Que no os frene la compasión a la hora de aplicar la ley de Dios, si creéis en Él y en el día del Juicio final. 
   (Sura XXIV, de Annur o de la Luz, 2) 

   No digas nunca: 'Mañana haré tal cosa'. 
   A menos que añadas: 'Si Dios quiere'(...). (Insh-Allah) 
   (Sura XVIII, de Alkahf o de la Caverna, 23, 24) 

   Y no disputéis con los seguidores del Libro (la Biblia), sino del modo más pacífico. 
   (Sura XXIX, de Al-Aankabut o de la Araña, 46) 

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3.  El Corán corrobora la Biblia
 
   La doctrina monoteísta de Mahoma no era algo que surgía de la nada del desierto, sino que aspiraba a ser una prolongación y una reforma de las doctrinas contenidas en otros libros sagrados anteriores al Corán, como el Antiguo y el Nuevo Testamento, cuyos textos eran ya familiares a los oídos de los habitantes de la zona. Así lo aseveran varias de sus aleyas: 

La carne y el Coran   Decidles: 'Creemos en Dios, en cuanto nos ha sido revelado (el Corán), y en lo que fue revelado a Abrahán, a Ismael, a Isaac, a Jacob y a las doce tribus de Israel; y en lo que fue concedido a Moisés y a Jesús, y en lo que fue otorgado por su Señor a los profetas; no hacemos distinciones entre ninguno de ellos y seguiremos consagrados a Él.' 
   (Sura II, de Albaqara o de la Vaca, 136. Este versículo reaparece con pequeñas variantes en el Sura III, de Ali Imran o de la familia de Imran, 84, sustituyendo las últimas palabras por: "...entre ninguno de ellos, porque somos para Él musulmanes.") 

   En verdad que te lo revelamos (el mensaje del Corán) al igual que se lo habíamos revelado a Noé y a los profetas que le sucedieron; así como se lo revelamos a Abrahán, a Ismael, a Isaac, a Jacob, a las doce tribus, a Jesús, a Job, a Jonás, a Aarón, a Salomón, y otorgamos los Salmos a David. 
   (...) y Dios habló a Moisés directamente. 
   (Sura IV, de Annisá o de las Mujeres, 163, 164) 

   Pero antes que él ya existía el Libro de Moisés, que sirve de guía y consuelo: y este Corán es un Libro que lo confirma, en lengua arábiga; (...) 
   (Sura XLVI, de Al-Ahqaf o de las Dunas, 12) 

   Después de los demás profetas os enviamos a Jesús, hijo de María, corroborando la Biblia que le precedió, y le otorgamos el Evangelio, que es camino y luz, y que confirma la Biblia que le precedió, que es guía y consejo para los temerosos de Dios. 
   (Sura V, de Almaida o de la Mesa Servida, 46) 

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   (Acuérdate) de cuando Jesús, hijo de María, dijo: 'Israelitas, en verdad que soy el apóstol de Dios enviado a vosotros, para corroborar la Biblia que me precedió y anticipar la llegada de un apóstol posterior a mí, cuyo nombre será Ahmad' (Muhammad). 
   (Sura LXI, de Aççaf o de los Afiliados, 6) 

   Di: '¡Adeptos del Libro! No tendréis base sólida mientras no observéis la Biblia, el Evangelio y lo que el Señor os reveló' (...) 
   (Sura V, de Almaida o de la Mesa Servida, 68) 

   Recuerda cuando Dios diga: 'Jesús, hijo de María: acuérdate de mis mercedes para contigo y para con tu madre; cuando te conforté con el espíritu de la santidad; cuando hablabas con la gente, en la infancia y en la madurez; cuando te enseñé la escritura y la sabiduría, la Biblia y el Evangelio, y de cuando, con mi aprobación, modelaste en barro algo semejante a un pájaro, y con tu aliento y mi aprobación se convirtió en un pájaro vivo; cuando, con mi aprobación, curaste al ciego de nacimiento y al leproso; cuando, con mi aprobación, resucitaste a los muertos (...)' 
   Y de cuando los apóstoles dijeron: 'Jesús, hijo de María, ¿podría tu Señor hacer bajar del cielo una mesa servida?' (...) 
   Jesús, hijo de María, dijo: 'Oh Dios, Señor nuestro, envíanos del cielo una mesa servida que constituya un banquete para nosotros, del primero al último, y agrácianos con un prodigio, porque eres el proveedor por excelencia.' 
   (Sura V, de Almaida o de la Mesa Servida, 110-114) 

   Habíamos concedido a los israelitas el Libro, la cordura y la profecía, y les agraciamos con todo lo bueno, y les preferimos a sus contemporáneos. 
   (Sura XLV, de Alyaziar o de la Prosternada, 16) 

   Dijeron: '¡Oh, pueblo nuestro! En verdad que hemos escuchado la lectura de un Libro, que fue revelado después de Moisés, y que confirma los anteriores; y guía a los humanos por la verdad y el buen camino.' 
   (Sura XLVI, de Al-Ahqaf o de las Dunas, 30) 

   El ejemplo de quienes son seguidores de la Biblia y no observan sus preceptos se parece al del asno que acarrea libros. 
   (Sura LXII, de Alyumu'a o de la Asamblea del Viernes, 5) 

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3.1.  Dios creador y omnipotente
  
   El mensaje más insistente, uno de los que más veces aparecen en el Corán, es el de la unicidad y omnipotencia de Dios. Es un monoteísmo sumamente estricto, que no admite la atribución de copartícipes a Dios, así como tampoco progenitores, consortes o prole. Como el Yahvé de la Biblia, Dios es único, todopoderoso y omnisciente, creador del Cielo, de la Tierra y de todos los seres que en ella viven. 
   Dios está atento a todo lo que hace el hombre, es con él a la vez severo e indulgente, y le premia o castiga con arreglo a su fe y a sus actos, que por otra parte están predeterminados, prefijados por Su voluntad, "porque el Libro matriz está en su poder" (XIII, 39). Los males que mortifican al hombre no le vienen sino como secuelas de sus acciones insensatas ("Y toda desdicha que sufrís es consecuencia de lo que cometísteis con vuestras manos; aunque os perdona muchas culpas", XLII, 30). 
La carne y el Coran   La recompensa a los justos, tras la muerte, será el renacimiento en el Paraíso, donde vivirán eternamente rodeados de toda suerte de placeres. Por el contrario, el castigo para los malvados, los incrédulos y los apóstatas será el fuego del infierno, también por toda la eternidad. Mientras tanto, la vida terrena y los goces mundanos no son sino un juego, un placer transitorio y efímero. Porque llegará, antes de lo que se piensa, la Hora: el Día del Juicio Final. Al igual que la Biblia, el Corán postula la existencia de ángeles, del diablo (iblis, o Satán, siempre asechando al hombre), del alma, del cielo y del infierno

   A Dios pertenece el misterio de los Cielos y de la Tierra. Y la llegada de la Hora del juicio tardará lo que un parpadeo, o menos tiempo aún; porque Dios es omnipotente. 
   (Sura XVI, de Annahi o de las Abejas, 77) 

   Suyo es cuanto hay en los Cielos, cuanto existe en la Tierra, y entre ambos, y cuanto existe bajo la Tierra. 
   (Sura XX, de Ta-Ha, 6) 

   (Dios) creó los Cielos, sin columnas visibles; instaló sólidas montañas en la Tierra, para que no oscilara con vosotros; y diseminó por ella animales de toda especie. Y envió agua del Cielo para hacer brotar toda noble planta. 
   ¡Contemplad la creación de Dios! ¡Mostradme a cambio qué crearon aquéllos (los descreídos) en vez de Él! Pues los inicuos están en un error patente. 
   (Sura XXXI, de Luqman, el prudente, 10, 11) 

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   Y Él es Quien hace caer agua del cielo. Con ella germinan todo tipo de plantas, de las que surgen verdes tallos y granos espigados, y las palmeras de cuyas ramas cuelgan racimos al alcance de la mano; los viñedos, los olivares y los granados, de los que hay similares y diversos. Observad sus frutos en el momento que fructifican y cuando maduran. Verdaderamente, en ello hay maravillas para los creyentes. 
   (Sura VI, de Al-Anaam o del Ganado, 99) 

   Y Dios creó a partir del agua a todos los animales, y hay entre ellos reptiles, bípedos y cuadrúpedos. Y es que Dios crea lo que le place, porque es omnipotente. 
   (Sura XXIV, de Annur o de la Luz, 45) 

   No existe ser alguno que camine sobre la tierra, ni ave que vuele con sus alas, que no creen familias semejantes a las vuestras. Nada hemos omitido en el Libro original; al final comparecerán ante su Señor. 
   (Sura VI, de Al-Anaam o del Ganado, 38) 

   Dios es quien os crea de débil esperma, y tras la debilidad os fortalece; tras el vigor os reduce a la debilidad y la canicie. Él crea lo que desea, porque es sapientísimo y poderoso. 
   (Sura XXX, de Arrum o de los Griegos, 54) 

   Os creó a partir de una sola persona, luego modeló una esposa de su misma naturaleza; y os creó ocho especies de reses. Poco a poco os da forma en las entrañas de vuestras madres entre tres tinieblas (...) 
   (Sura XXXIX, de Azzumar o de los Tropeles, 6) 

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   Es el originador de los Cielos y de la Tierra, el que creó para vosotros esposas de vuestra especie, así como parejas de todas las especies animales. Con ello os multiplica. (...) 
   (Sura XLII, de Axxura o del Concilio, 11) 

   Dios os proporcionó viviendas y os otorgó las pieles de los animales, y tiendas, que manejáis diestramente tanto cuando estáis de viaje como cuando acampáis; y de su lana, pelo y crines fabricáis todo tipo de enseres y objetos efímeros. 
   (Sura XVI, de Annahi o de las Abejas, 80) 

   Y es Quien creó todas las especies, y os proporcionó naves y animales para vuestro transporte. 
   Para que os acomodéis sobre sus lomos; (...) 
   (Sura XLIII, de Azzujruf o de los Adornos de Oro, 11-13) 

   Él es Quien os hizo dominar el mar, para que de él comiérais carne freca y extrajérais objetos para adornaros. Veréis en el mar naves surcando sus aguas, para que supliquéis su bondad; y tal vez se lo agradeceréis. 
   (Sura XVI, de Annahi o de las Abejas, 14) 

   ¿Acaso no es evidente que todo lo que hay en los Cielos y en la Tierra se inclina ante Dios: el sol, la luna, las estrellas, las montañas, los árboles, los animales y gran parte de los humanos? Pero otros muchos merecen el castigo, pues quien ofenda a Dios no recibirá honra, pues Dios hace lo que le place. 
   (Sura XXII, de Alhayyi o de la Peregrinación, 18) 

   Dios es la luz de los Cielos y de la Tierra. (...) ¡Es luz sobre luz! (...) 
   (Sura XXIV, de Annur o de la Luz, 35) 

   Esta última aleya nos evoca el "Ego sum lux mundi" de los textos cristianos, aunque a decir verdad son numerosos los versículos que nos traen reminiscencias de diversos pasajes bíblicos. ¿A quién no le suena haber oído o leído párrafos muy semejantes, procedentes del relato de la Creación con que arranca el Génesis? Pero esto no ha de extrañar, pues como ya se ha comentado, el Corán acepta los textos previos de judíos y cristianos, y los confirma, adecuándolos a la nueva fe. 
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   De hecho, Mahoma utilizaba los diversos episodios de la Biblia y el Evangelio (o injil) para ofrecer ejemplos y aleccionar con ellos a sus auditorios, que ya eran conocedores de los pasajes citados (con frecuencia hay aleyas que empiezan de este modo: 'Acuérdate de cuando José...' o 'Acuérdate de Moisés cuando...'). Y los episodios son relatados de forma sintetizada y poniendo el énfasis en la moraleja. Pero la redacción es distinta. Tiene expresiones, giros ("ni entrarán en el Paraíso hasta que un cable pase por el ojo de una aguja", VII, 40) y contenidos que varían con respecto a los originales. Por ejemplo, la historia de José está adornada con anécdotas sacadas de las leyendas judías. La mayoría de profetas mencionados figuran en las Escrituras, pero otros, como Hud o Salih, provienen de las tradiciones árabes. Los estudiosos creen que muchos de estos conceptos, más que derivar directamente de la Biblia, están extraídos de fuentes cristianas primitivas y judías, que Mahoma conocía mejor. El tema recurrente del Juicio y el Paraíso era habitual en la predicación misionera de aquella época  por parte de los padres de la Iglesia siriaca. Hay que tener en cuenta también la influencia de la tradición oral en la cultura de aquellas tierras, que tenía más peso que la tradición escrita. 
   Aun a riesgo de extendernos más de la cuenta, creemos que merece la pena dar un repaso a algunos de los versículos que hacen mención a los principales personajes de la Biblia, a fin de ilustrar lo afirmado. Al lector 'occidental' le sonarán a la vez a cosa conocida y cosa nueva, pues son los mismos episodios pero están redactados con otro enfoque, con un estilo vívido y lleno de detalles insólitos y curiosos. Dejemos, pues, que hable el Corán, y veamos, sin más comentarios adicionales, una antología de extractos de los pasajes que hacen referencia a Adán y Eva, Noé, Abraham, Lot, José, Moisés, David, Salomón, Job, Jonás, Jesús y María. Para rematar consignaremos ejemplos de algunas de las principales discrepancias del Corán con respecto a las creencias cristianas. 
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3.2.  Adán y Eva
  
   'Y tú, Adán, habita con tu esposa en el Paraíso, y disfrutad de todo lo que os plazca; pero no os acerquéis a aquel árbol, porque seréis condenados'.
 
   Pero Satán, murmurando, les reveló lo que hasta entonces les había sido ocultado de sus vergüenzas, diciéndoles: 'Vuestro Señor os prohibió este árbol sólo para que no os transformárais en ángeles y fuéseis inmortales'. 
   Y les juró: 'No dudéis de que soy fiel consejero vuestro'. 
   Y les sedujo con engaños. Pero cuando hubieron probado del fruto del árbol, se les evidenciaron sus vergüenzas y corrieron a cubrirse con hojas del Paraíso. Entonces el Señor les llamó: '¿No os había prohibido este árbol y no os había advertido que Satán es vuestro enemigo declarado?' (...) 
   'Seréis enemigos unos de otros y tendréis una residencia en la Tierra y un goce transitorio.' 
   (Sura VII, de Al-Aaraf o de las Azoteas, 19-24) 

   ¡Hijos de Adán! Vestíos con vuestras mejores indumentarias cada vez que practiquéis la oración; y comed y bebed, pero no os excedáis, porque Él no aprecia a los que abusan. 
   (Sura VII, de Al-Aaraf o de las Azoteas, 31) 
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3.3.  Noé
  
   Hasta que, cumpliendo nuestro designio, se desbordaron las cataratas, y dijimos a Noé: 'Embarca en el arca una cabaña de cada especie, así como a tu familia –salvo sobre quien pese la sentencia–, y embarca también a los creyentes'. Pero sólo unos pocos creyeron en él.
 
   (Sura XI, de Hud, 40) 

   Entonces abrimos las puertas del Cielo con agua torrencial. 
   E hicimos desbordarse las fuentes de la Tierra, y ambas aguas se encontraron al nivel prefijado. 
   Y le transportamos en una arca de maderas claveteadas. 
   Que navegaba a nuestro amparo, para castigo de los desagradecidos. 
   (Sura LIV, de Alqamar o de la Luna, 11-14) 

   (...) Y el arca se detuvo sobre el monte Alyudi. (...) 
   (Sura XI, de Hud, 44) 
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La carne y el Coran 
3.4.  Abrahán
   
   Y he aquí que nuestros mensajeros angelicales trajeron albricias a Abrahán, a quien dijeron: 'Que la paz sea contigo'. Y él les contestó: 'Y que con vosotros sea la paz'. Y no tardó en ofrecerles un ternero asado; 
 
   Pero cuando se percató de que sus manos no llegaban a tocar el ternero, desconfió y sintió temor de ellos. Le dijeron: 'No temáis, pues hemos sido enviados al pueblo de Lot.'  
   Su mujer, que estaba presente, se echó a reír; pues le auguramos descendencia con Isaac y, tras él, con Jacob.  
   Dijo: '¡Ay de mí! ¿Yo concebir, que soy una anciana, y mi marido un anciano? ¡En verdad que sería asombroso!'  
   Le dijeron: '¿Acaso te asombras de los designios de Dios?' (...)  
   (Sura XI, de Hud, 69-73)  

   Cuando se presentaron ante él, dijeron: 'Paz', y les contestó: 'Paz. Pero me sois desconocidos'.  
   Y se dirigió discretamente hacia los suyos, y trajo un grueso becerro.  
   Y lo ofreció, diciendo: '¿No coméis?'  
   Entonces sintió miedo de ellos. Le dijeron: 'No temas', y le auguraron el nacimiento de un niño que sería sabio.  
   Y su mujer intervino gritando y dándose azotes: '¡Soy una anciana estéril!'  
   Le respondieron: 'Es la voluntad del Señor, porque es prudente y sapientísimo.'  
   (Sura LI, de Azzariat o de los Vientos, 25-30)  

   Y dijo Abrahán: (...)  
   '¡Señor! Concédeme un hijo virtuoso!'  
   Y le agraciamos con un gentil muchacho.  
   Y cuando se hizo adolescente, su padre le dijo: 'Hijo mío: he soñado que te ofrecía en sacrificio. ¿Qué opinas?' Le contestó: 'Padre, haz lo que te haya sido encomendado. Me hallarás, si Dios quiere, entre los perseverantes'.  
   Y cuando ambos obedecieron, y Abrahán puso a Isaac boca abajo para sacrificarlo,  
   Le llamamos: '¡Oh, Abrahán!  
   Ya has cumplido la visión'. En verdad que así premiamos a los bienhechores.  
   (Sura XXXVII, de Aççaffat o de los Alineados, 99-105) 
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3.5.  Lot y Sodoma
  
   Y su pueblo, que había cometido obscenidades, se precipitó hacia Lot, que les dijo: '¡Oh, pueblo mío! ¡He aquí a mis hijas, que os son más lícitas! Temed a Dios y no me avergoncéis ante mis huéspedes. ¿Es que no hay entre vosotros un hombre sensato?' 
 
   Respondieron: 'Sabes muy bien que no necesitamos a tus hijas, y lo que realmente queremos.'  
   (Sura XI, de Hud, 78, 79)  

   También enviamos a Lot, que dijo a su pueblo: '¡Cometéis obscenidades como nadie en el mundo las cometió antes que vosotros!'  
   '¡Os acercáis lujuriosamente a los hombres en vez de a las mujeres! ¡Ciertamente sois un pueblo depravado!' (...)  
   Y desencadenamos sobre ellos un torbellino de piedras. (...)  
   (Sura VII, de Al-Aaraf o de las Azoteas, 80, 81, 84)  
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3.6.  José
  
   Le adquirió un egipcio, que dijo a su mujer: 'Dale hospitalidad; algún día puede que nos sea útil o que lo adoptemos.'  Así radicamos a José en tierra de Egipto, para enseñarle la oniromancia; porque Dios es invencible, pero la mayor parte de los hombres lo ignora. 
 
   Y cuando llegó a la nubilidad, le dotamos de prudencia y de ciencia (...)  
   La mujer en cuyo hogar se hospedaba le forzó a pecar; tras cerrar las puertas, le dijo: 'Ven aquí.' Pero él contestó: '¡Invoco a Dios! (...)'  
   Ella decidió que la tomase, y él hubiera consentido de no haberse percatado de que el Señor le ponía a prueba. (...)  
   Entonces corrieron los dos hacia la puerta, y ella le rasgó la túnica por detrás. Ambos se toparon junto a la puerta con el señor de la casa. Ella le dijo: '¿Qué otra pena puede merecer quien ha tratado de deshonrar a tu familia, sino la cárcel o un severo castigo?'  
   José dijo: 'Ella fue quien me incitó a pecar.' Entonces intervino un pariente de la mujer, que dijo: 'Si su túnica estuviera rasgada por delante, sería ella quien dice la verdad y él sería un embustero.'  
   'Por el contrario, si la túnica está rasgada por detrás, sería ella quien miente y él se contaría entre los veraces.'  
   Y cuando el marido comprobó que la túnica estaba rasgada por detrás, dijo: 'En verdad que esta es una de vuestras artimañas, oh mujeres, porque vuestras artimañas son grandes.'  
   (Sura XII, de Yusuf o de José, 21-27)  

   El rey dijo a sus nobles: 'He soñado con siete vacas gordas que eran devoradas por siete vacas flacas; y con siete espigas verdes y otras siete secas. ¡Nobles! Interpretad mis sueños si sois oniromantes.'  
   (...) y se acordó de José (...)  
   '¡Oh, José, veracísimo! Explícanos qué significan siete vacas gordas que son devoradas por siete vacas flacas, y siete espigas verdes y otras tantas secas (...)'  
      (Sura XII, de Yusuf o de José, 43-46)  
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3.7.  Moisés
  
   Cuando hubo llegado al fuego, fue interpelado: 'Moisés: en verdad que soy tu Señor; descálzate, porque estás en el valle sagrado de Túa. 
 
   Tú eres mi elegido. Escucha, por tanto, lo que he de revelarte.  
   En verdad que soy Dios. No hay más dios que Yo. Adórame por tanto, y practica la oración en memoria mía. (...)  
   ¿Qué portas en tu mano derecha, Moisés?'  
   Dijo: 'Es mi cayado, que uso para apoyarme, para despejar el follaje para mi rebaño, y para otros menesteres'.  
   Él dijo: '¡Tíralo al suelo, Moisés!'  
   Y lo arrojó al suelo, y he aquí que se transformó en una serpiente que empezó a reptar.  
   Le dijo: 'Agárrala sin temor, porque la devolveré a su estado previo.  
   Recoge tu mano en tu costado y la tendrás sana e impoluta, como por milagro.  
   Para evidenciarte algunos de nuestros mayores milagros.  
   Ve hacia Faraón, porque se ha extralimitado.'  
   (Sura XX, de Ta-Ha, 11-24)

   Y Faraón arengó a su pueblo, diciendo: '(...) ¿Acaso no soy preferible a este desgraciado que apenas sabe expresarse?'  
   (Sura XLIII, de Azzujruf o de los Adornos de Oro, 51, 52)
 
   Entonces Moisés arrojó al suelo su cayado; y he aquí que se transformó en un auténtico serpentón. (...) 
 
   (Los hechiceros) cuando hubieron arrojado sus báculos, fascinaron los ojos de la gente, espantándoles y dando prueba de una magia extraordinaria.  
   Entonces inspiramos a Moisés, diciéndole: '¡Arroja tu cayado!', y transformándose en un serpentón, he aquí que devoró cuanto los hechiceros habían simulado. (...)  
   Dijéronle: 'Sea cual fuere el prodigio que nos presentes para fascinarnos, jamás te creeremos'.  
   Entonces les enviamos la peste, la langosta, las ladillas, las ranas y la hemorragia nasal, como prodigios evidentes; pero se ensoberbecieron, porque eran pecadores.  
La carne y el Coran   Mas cuando les azotó el castigo, dijeron: '¡Oh, Moisés! Suplica por nosotros a tu Señor lo que te prometió, y si nos libras del castigo, creeremos sin dudar en ti y dejaremos partir contigo a los israelitas'.  
   Pero cuando les libramos del castigo, en el término prefijado, he aquí que cayeron en perjurio.  
   Entonces nos vengamos de ellos y les ahogamos en el mar, por haber desmentido y desobedecido nuestras leyes.  
   (Sura VII, de Al-Aaraf o de las Azoteas, 107, 116, 117, 132-136)  

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   Y ordenamos a Moisés: '¡Golpea el mar con tu cayado!', y el mar se dividió en doce partes, y cada parte era como una alta y poderosa montaña.  
   (Sura XXVI, de Axxuaara o de los Poetas, 63)  

   Hicimos a los israelitas atravesar el mar. Pero Faraón y sus huestes les persiguieron de forma malvada y hostil, hasta que estando a punto de ahogarse, dijo: '¡Ahora sí, creo que no hay más dios que el Dios en que creen los israelitas. Y soy de los musulmanes!'  
   (Sura X, de Iunus o de Jonás, 90)  

   El pueblo de Moisés, en su ausencia, fabricó con las joyas un ídolo en forma de becerro que berreaba. (...)  
   (Sura VII, de Al-Aaraf o de las Azoteas, 148)  

   En verdad que quienes adoraren al becerro, serán objeto de la cólera del Señor y del oprobio en la vida mundana. Así castigaremos a los falaces.  
   En cambio, quien tras haber cometido torpezas se arrepienta más tarde, y crea, sepa que, pese a todo, el Señor es indulgente y misericordioso.  
   (Sura VII, de Al-Aaraf o de las Azoteas, 152, 153)  

   Israelitas: Os hemos salvado de vuestro enemigo y os hemos reunido en la falda derecha del monte Sinaí; y os hemos enviado el maná y las codornices.  
   (Sura XX, de Ta-Ha, 80)  

   Después de haber aniquilado las primeras generaciones, otorgamos a Moisés el Libro, como orientación, guía y compasión para los humanos, a fin de que mediten.  
   (Sura XXVII, de Annaml o de las Hormigas, 43)  

   Concedimos el Libro a Moisés, con el fin de orientar a los israelitas.  
   E hicimos un milagro con el hijo de María y su madre, y les albergamos en una agradable colina repleta de fuentes.  
   (Sura XXIII, de Almu'minum o de los Creyentes, 49, 50) 
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3.8.  David
  
   Concedimos a David nuestra gracia, y dijimos: '¡Oh, montañas y pájaros. Pregonad junto a él las alabanzas al Señor!' E hicimos que el hierro le fuera maleable. 
 
   (Sura XXXIV, de Saba o de la ciudad de Saba, 10) 

 

3.9.  Salomón
  
   Y Salomón sucedió a David, y dijo: 'Humanos: se me ha enseñado el lenguaje de los pájaros, y he sido colmado de todo. En verdad que es gracia evidente concedida por Dios'. 
 
   (Sura XXVII, de Annaml o de las Hormigas, 16)  

   Y sometimos los vientos a Salomón, que viajan por la mañana durante un mes y por la tarde durante un mes. E hicimos surgir para él un manantial de cobre fundido. Había genios (yinn) que trabajaban a sus órdenes, con el consentimiento del Señor; (...)  
   Fabricaban para él todo lo que deseaba: palacios, estatuas, cisternas tan grandes como estanques, y sólidos calderos de cobre (...)  
   (Sura XXXIV, de Saba o de la ciudad de Saba, 12, 13)  

   Le dijeron: 'Entra en palacio'. Y cuando (la reina de Saba) lo vio, creyó que era un estanque de agua, y recogiéndose las faldas, enseñó sus piernas; pero Salomón le dijo: 'Es un palacio revestido de cristal.'  
   (Sura XXVII, de Annaml o de las Hormigas, 44)  
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3.10.  Job
  
   Acuérdate de cuando Job imploró a su Señor: 'En verdad que me han azotado las calamidades; pero tú eres el más clemente de los misericordiosos.' 
 
   (Sura XXI, de Al-Anbia o de los Profetas, 83)  

   Y acuérdate de nuestro siervo Job, cuando imploró al Señor, diciendo: '¡En verdad que Satán me inflige penas y tormentos!'  
   Le ordenamos: 'Golpea en tierra con el pie, y obtendrás un manantial de agua fresca para bañarte y para beber'.  
   Y le devolvimos su familia, incrementándosela en otro tanto, como prueba de nuestra misericordia y ejemplo para los sensatos.  
   (Sura XXXVIII, de la letra Çad, 41-43) 
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3.11.  Jonás
  
   Y Jonás fue también uno de los enviados. 
 
   Cuando huyó en una cargada nave,  
   Y fue echado a suertes, y no tuvo fortuna.  
   Y una ballena se lo engulló; porque era pecador.  
   Y si no fuera porque se contaba entre quienes ofrecen a Dios sus alabanzas,  
   Habría permanecido en su vientre hasta el día de la resurrección.  
   (Sura XXXVII, de Aççaffat o de los Alineados, 139-144) 
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3.12.  Jesús y María
  
   Y menciona a María, Apóstol, en el Libro, cuando se retiró de su familia a un rincón al Este de su casa. 
 
   E instaló una cortina para ocultarse; y le enviamos nuestro Espíritu, que se le apareció con la figura de un hombre perfecto.  
   Ella le dijo: 'En verdad que me guardo de ti en el Graciabilísimo, si eres temeroso'.  
   Él dijo: 'Sólo soy mensajero del Señor, encargado de agraciarte con un hijo inmaculado'.  
   Ella dijo: '¿Cómo podría tener un hijo si ningún hombre me ha tocado y jamás he sido adúltera?'  
   Él dijo: 'Así será'. El Señor dijo: 'Eso me es fácil, y haremos de él un milagro para los humanos, como testimonio de nuestra misericordia'. Y fue una orden irrevocable.  
   Cuando le concibió, se retiró con él a un lugar apartado.  
   Los dolores de parto la obligaron a guarecerse bajo una palmera. Dijo: 'Preferiría haber muerto y haber sido olvidada antes que esto'.  
   Pero el niño Jesús la llamó desde debajo, diciéndole: 'No te aflijas, porque el Señor ha hecho brotar un arroyo bajo tus pies.  
   Y tira del tronco de la palmera, y tendrás a tu alcance dátiles frescos y maduros.  
   Come y bebe, pues, y consuélate (...)'.  
   Retornó a su pueblo, portándole en brazos. Y le dijeron: '¡Oh, María! ¡En verdad que has hecho algo extraordinario!  
   ¡Oh, hermana de Aarón! ¡Ni tu padre ni tu madre fueron jamás adúlteros'.  
   Entonces les pidió que preguntaran al niño; le dijeron: '¿Qué sentido tiene hablar a un niño que aún está en la cuna?'  
   (El niño) les dijo: 'En verdad que soy el siervo de Dios, que me concederá el Libro y me designará profeta'. (...)  
   Este es Jesús, hijo de María. Es la pura verdad, de la cual dudan.  
   Es inadmisible que Dios tenga un hijo. ¡Loado sea! (...)  
   (Sura XIX, de Mariam o de María, 16-30, 34, 35) 
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3.13.  Diferencias con la Biblia
  
   Este último versículo contradice uno de los principales dogmas del Evangelio cristiano: el de Jesucristo como hijo de Dios. En su rigor monoteísta, esta creencia chirría en el oído de un musulmán, pues Dios es un ente único y es inadmisible atribuirle hijos. Del mismo modo chocarán con su visión otros dogmas cristianos, como el de la Trinidad. Jesús no es para los musulmanes ni Dios, ni hijo de Dios, sino que es un profeta, continuador de una larga cadena de profetas, y que precede y anuncia a Mahoma, el último y definitivo de los profetas. El Islam sería así la última y definitiva religión. 

   Profieren blasfemia quienes afirman: 'En verdad que Dios es el Mesías, hijo de María'. Contéstales: '¿Quién tendría poder para impedir que Dios, si lo quisiera, fulminase al Mesías, hijo de María, o a su madre, o a todos los habitantes de la Tierra? El reino de los Cielos y de la Tierra, y lo que entrambos existe, sólo pertenecen a Dios. Él crea lo que quiere, porque es omnipotente'.  
   Judíos y cristianos afirman: 'Somos hijos de Dios, y somos sus predilectos'. Respóndeles: '¿Por qué os castiga entonces por vuestros pecados? No: sólo sois seres humanos, parte de su creación (...).'  
   (Sura V, de Almaida o de la Mesa Servida, 17, 18)  

   Profieren blasfemia quienes afirman: 'En verdad que Dios es el Mesías, hijo de María'. Ello a pesar de que el mismo Mesías había dicho: '¡Israelitas: adorad a Dios, que es Señor mío y vuestro!'; a aquél que atribuya copartícipes a Dios le será vedado el Paraíso, y su morada será el fuego del infierno, pues jamás los inicuos tendrán quien les auxilie.  
   Son también blasfemos quienes afirman: 'Por cierto que Dios es uno y trino', cuando no existe más dios que el único Dios. Si persisten en lo que dicen, un severo castigo caerá sobre los blasfemos.  
   ¿Por qué no se convierten y suplican el perdón de Dios, dado que Dios es indulgente y misericordioso?  
   El Mesías, hijo de María, no es más que un apóstol, al igual que los apóstoles que le precedieron, y su madre era virtuosa; ambos se alimentaban de manjares como todos (...)  
   (Sura V, de Almaida o de la Mesa Servida, 72-75)  

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   De hecho Muhammad (el profeta Mahoma) no es padre de ninguno de vosotros, sino el mensajero de Dios y el último de los profetas; porque Dios es ominisciente.  
   (Sura XXXI, de Al-Ahzab o de los Conjurados, 40)  

   Si los adeptos del Libro hubiesen creído en Dios y le temieran, les habría absuelto de sus pecados y llevado a los jardines del placer.  
   Y si hubieran observado la Biblia, el Evangelio, y las revelaciones del Señor, habrían recibido las bendiciones del Cielo y de la Tierra (...).  
   (Sura V, de Almaida o de la Mesa Servida, 65, 66)  

   (...) los peores enemigos de los creyentes son los judíos y los idólatras; en cambio, verás que los más cercanos a los creyentes son los que dicen: 'Somos cristianos', ya que tienen sacerdotes y monjes que no se enorgullecen.  
   (Sura V, de Almaida o de la Mesa Servida, 82)  

   Los judíos afirman: 'Uzáir (Ezra) es hijo de Dios'; y los cristianos afirman: 'El Mesías es hijo de Dios'. Tales son las palabras que pronuncian sus bocas: imitan con ello las palabras de sus antepasados incrédulos. ¡Que Dios les confunda! ¡Cómo se desvían!  
   (Sura IX, de Attauba o del Arrepentimiento, 30)  

   Y di: '¡Loado sea Dios, que jamás tuvo hijo alguno!'   
   (Sura XVII, de Al-Isra o del Viaje Nocturno, 111)  

   Dicen: 'El Graciabilísimo tiene un hijo'.  
   Sin duda que profieren una barbaridad.  
   Poco faltó para que los cielos se hundieran por ello, se abriese la tierra y las montañas se desmoronasen resquebrajadas.  
   Por haber atribuido un hijo al Graciabilísimo.  
   Cuando es inadmisible que el Graciabilísimo tenga un hijo.  
   (Sura XIX, de Mariam o de María, 88-93)  

   Alabada sea la majestad del Señor, que jamás tuvo cónyuge ni hijos.  
   (Sura LXXII, de Alyinn o de los Genios, 3)  

   Si de algo te asombras, Apóstol, más asombroso es cuando dicen: '¿Cuando seamos devueltos al polvo, nos reencarnaremos tal vez en una nueva criatura?' Son quienes niegan al Señor, y ellos portarán argollas en sus cuellos y serán condenados al fuego del infierno, donde permanecerán eternamente.  
   (Sura XIII, de Arra'ad o del Trueno, 5)  
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3.14.  El alma
  
   El versículo precedente parece hacer mención al dogma de la reencarnación o transmigración de las almas, que es refutado sin contemplaciones. Si bien la creencia en la reencarnación es la doctrina básica de remotas religiones como el hinduismo y el budismo, también podría darse en algunas sectas gnósticas dentro del cristianismo primitivo, que eran combatidas como heréticas, y quizá era este tipo de desviaciones ante las que el Corán se pronunciaba. ¿Qué más dice el Corán sobre el alma humana? 

   Te consultarán acerca del alma. Respóndeles: 'El alma sólo pertenece a mi Señor; y sólo se os ha concedido una mínima parte del saber.'  
   (Sura XVII, de Al-Isra o del Viaje Nocturno, 85)  

   Hemos creado al hombre y sabemos lo que su alma le susurra; porque estamos más cerca de él que su arteria yugular.  
   (Sura L, del signo Qaf, 16)  

   (Y a cada alma) se le dirá: 'Estabas confundido respecto a esto; pero hoy te descorreremos el velo y tu visión será penetrante.'  
   (Sura L, del signo Qaf, 22)  
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3.15.  El día del Juicio
  
   El Islam cree en un renacer de los muertos después de esta vida primera, cuyas almas serán juzgadas a su Hora, el día del Juicio Final. Este día llegará cuando menos se espera ("la llegada de la Hora del juicio tardará lo que un parpadeo, o menos tiempo aún", XVI, 77), y entonces Dios sopesará el balance de los actos, benéficos o malvados, que cada uno de los miembros de la raza humana haya llevado a cabo en el transcurso de su fugaz vida terrena. 

   (...) ¿qué es la vida mundana comparada con la otra, sino un placer transitorio?  
   (Sura XIII, de Arra'ad o del Trueno, 26)  

   Y qué es la vida mundana sino diversión y juego? Y es que la morada en el otro mundo es la verdadera vida. ¡Ojalá lo supieran!  
   (Sura XXIX, de Al-Aankabut o de la Araña, 64)  

   Sabed que la vida mundana es tan solo juego y distracción, ilusión y mutua vanagloria, (...)  
   (Sura LVII, de Alhadid o del Hierro, 20)  

   Humanos: temed a vuestro Señor, porque la conmoción de la Hora del juicio será terrible.  
   El día que la presenciéis, las nodrizas olvidarán a los hijos que amamanten, las embarazadas abortarán, y te parecerá que los hombres andarán como ebrios, porque el castigo de Dios será severísimo.  
   (Sura XXII, de Alhayyi o de la Peregrinación, 1, 2)  

   (...) El día que vean aquello que se les había advertido, pensarán que no han permanecido en el mundo más que una hora de un solo día. ¡Este es el Mensaje! (...)  
   (Sura XLVI, de Al-Ahqaf o de las Dunas, 35)  

   (...) aquél cuyas buenas acciones tengan peso en la balanza,  
   Disfrutará de una vida placentera.  
   Por el contrario, aquél cuyas acciones sean livianas en la balanza,  
   Tendrá por morada el abismo.  
   (Sura CI, de Alqari'a o del Día Espantoso, 6-9)  
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3.16.  El Paraíso
  
   El destino de los justos y de los creyentes sinceros será el acceso al Paraíso, donde morarán eternamente disfrutando de todo tipo de placeres. El Corán retoma con insistencia este tema. Casi todos sus capítulos hablan en un momento dado del premio y del castigo, de la recompensa que espera a los fieles, los devotos y los contritos, y paralelamente de la punición que sufrirán los inicuos. Cielo e infierno: dos destinos, dos caminos. Un camino de perfección y un camino de perdición. Este es el dilema que se nos plantea a los humanos, bajo la vigilancia de un Dios que, si es benefactor y justo, e indulgente con los que se arrepienten, es a la vez severo e implacable con quienes le desobedecen, descreen o se empecinan en hacer el mal. 
   Para ilustrar al devoto sobre el tipo de recompensas de que podrá gozar en la otra vida, el Libro aporta reiteradas descripciones de cómo será el Paraíso celeste, la morada última de los bienaventurados. Habría que ponerse en la piel de los beduinos que en tiempos de Mahoma habitaban los inclementes desiertos arábigos para calibrar el impacto emocional que les produciría oír hablar de vergeles verdes y umbríos, henchidos de frutas, bajo cuyas praderas corren manantiales de agua pura: el esplendoroso jardín de Alá. Examinemos unos cuantos extractos al respecto, que no son exhaustivos: 

   He aquí la descripción del Paraíso prometido a quienes temen a Dios; es un jardín bajo el cual corren los ríos; sus frutos son inagotables, así como sus sombras. Tal será el destino de los temerosos; en cambio, el destino de los incrédulos será el fuego del infierno.  
  (Sura XIII, de Arra'ad o del Trueno, 35)  
La carne y el Coran  
   En cambio los creyentes que hayan obrado bien, serán llevados a jardines bajo los cuales corren ríos, donde vivirán eternamente en la gracia del Señor. Allí su saludo será: 'Paz'.  
   ¿Eres consciente de cómo Dios da ejemplos? Una buena palabra es como un árbol sano cuya raíz es firme y profunda, y cuyas ramas alcanzan el cielo y fructifica en toda estación (...).  
   En cambio, una palabra vil es comparable a un mal árbol, arrancado de la tierra y sin arraigo.  
   (Sura XIV, de Ibrahim o de Abrahán, 24, 26)  

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   (Los creyentes) lograrán los jardines del Edén, bajo los cuales corren los ríos; donde lucirán brazaletes de oro; vestirán ropajes verdes de tafetán y brocado; donde reposarán sobre divanes. ¡Qué magnífica recompensa y qué feliz morada!  
   (Sura XVIII, de Alkahf o de la Caverna, 31)  

   (...) quienes se someten a Dios,  
   Obtendrán el prometido sustento:  
   Frutos, y serán agasajados  
   En los jardines de la felicidad,  
   Recostados en mullidos lechos, contemplándose cara a cara;  
   En un cáliz se les servirá un néctar,  
   Puro y exquisito para quienes lo saboreen,  
   Que no les ofuscará ni les embriagará.  
   Y habrá junto a ellos doncellas de grandes ojos negros, de casta mirada,  
   Como beldades celosamente custodiadas.  
   (Sura XXXVII, de Aççaffat o de los Alineados, 40-49)  

   ¡Entrad dichosos en el Paraíso, junto a vuestras mujeres!  
   Seréis servidos con bandejas y copas de oro; allí las almas obtendrán cuanto deseen, deleitarán sus ojos y residirán eternamente.  
   Este es el Paraíso que heredásteis gracias a vuestras acciones.  
   Donde tendréis frutos en abundancia, de los que os alimentaréis.  
   (Sura XLIII, de Azzujruf o de los Adornos de Oro, 70-73)  

   En verdad que los que temen a Dios estarán en un lugar seguro,  
   Entre vergeles y manantiales;  
   Serán ataviados con tafetán y brocados, sentados cara a cara;  
   Así será, y los desposaremos con huríes de grandes ojos.  
   Allí, seguros, podrán disponer de toda fruta;  
   Y no alcanzarán la muerte, salvo la primera; y Él les preservará del tormento del fuego.  
   (Sura XLIV, de Addujan o de la Humareda, 51-56)  

   He aquí la descripción del Paraíso prometido a quienes temen a Dios, donde corren ríos de aguas puras, ríos de leche de sabor inalterable, ríos de vino, deliciosos para los bebedores, y ríos de miel purificada, donde tendrán a su alcance todo tipo de frutos, y la clemencia del Señor; ¿podrá ello compararse con el castigo de quienes arderán eternamente en el fuego y a quienes se les dará de beber agua hirviente que desgarrará sus entrañas?  
   (Sura XLVII, del Apóstol Muhammad o de Mahoma, 15)  

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   (En cuanto a los creyentes) les colmaremos de frutas y de toda la carne que apetezcan.  
   (Sura LII, de Attur o del Monte, 22)  

   Estarán recostados sobre tapices de ricos brocados; y tendrán a su disposición los frutos de ambos jardines. (...)  
   También habrá allí huríes de casta mirada, que no fueron antes de ellos tocadas por hombres ni genios.  
   (Sura LV, de Arrahman o del Clemente, 54-56)  

   Habrá (en los jardines) beldades candorosas; (...)  
   Huríes custodiadas en sus pabellones; (...)  
   Que nunca fueron tocadas antes de ellos por hombres ni genios; (...)  
   Recostadas en cojines verdes y hermosas alfombras.  
   (Sura LV, de Arrahman o del Clemente, 70-76)  

   Estarán sobre lechos de oro y pedrerías.  
   Recostados y cara a cara.  
   Donde les servirán efebos siempre jóvenes,  
   Con vasos, aguamaniles y copas rebosantes de néctares de manantiales,  
   Que no les provocarán jaqueca ni les embriagarán,  
   Y también les servirán sus frutas preferidas;  
   Y la carne de las aves que les apetezcan;  
   Acompañados de huríes de grandes ojos,  
   Como perlas ocultas en conchas,  
   En recompensa de cuanto hayan hecho.  
   (Sura LVI, de Aluaqi'a o del Inevitable Evento, 15-24)  

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   Agua que mana,  
   Y frutas abundantes,  
   E inagotables, que nunca les serán vedadas,  
   Y hermosas doncellas  
   Que hemos creado deliberadamente,  
   Y las hicimos vírgenes,  
   Amorosas y de su misma edad,  
   Para los bienaventurados.  
   (Sura LVI, de Aluaqi'a o del Inevitable Evento, 31-38)  

   Y les recompensará por su perseverancia con un jardín y vestidos de seda,  
   Donde permanecerán recostados sobre divanes, y no les afectará ni el calor del sol ni el frío de la luna.  
   Y les arroparán las sombras del jardín, y tendrán a su disposición sus frutos.  
   Y serán servidos con vasos y copas de plata cristalina.  
   En copas de cristal plateado, que llenarán a voluntad.  
   Y allí se les servirá una copa de néctar, cuya composición será de Zanyabil,  
   Una fuente del Paraíso que se llama Salsabil.  
   Y les servirán efebos siempre jóvenes: cuando les veas, te parecerán perlas dispersas.  
   Y cuando mires allá, verás una delicia y un magnífico reino.  
   Vestirán de tafetán verde y brocados, y se adornarán con brazaletes de plata; y el Señor les servirá una bebida pura.  
   (Sura LXXVI, de Al-Inhan o del Hombre, 12-21)  

   Por el contrario, los que teman a Dios serán bienaventurados:  
   Vergeles y viñedos;  
   Doncellas de turgentes senos de su misma edad;  
   Y copas rebosantes.  
   Y no escucharán vanidades ni mentiras.  
   (Sura LXXVIII, de Annaba o de la Noticia, 31-35)  
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3.17.  El infierno
  
   Cada vez que en el Corán se mencionan las recompensas del Paraíso, se advierte a continuación, y como contrapartida, de los castigos del infierno, predestinados a los incrédulos y los malvados. 

   Hay dos antagonistas que disputan sobre el Señor (creyentes y no creyentes). En cuanto a los incrédulos, serán recubiertos con vestidos de fuego, y será vertida agua hirviendo sobre sus cabezas.  
   Para derretir cuanto hay en sus entrañas y su piel.  
   Y serán azotados con mazas de hierro.  
   Cada vez que angustiados quieran escapar del fuego, serán devueltos a él. Y se les dirá: '¡Sufrid el castigo del fuego del infierno!'  
   (Sura XXII, de Alhayyi o de la Peregrinación, 19-22)  
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3.18.  Satán
  
   La figura de Satán o del Diablo no difiere gran cosa de la de las creencias judeocristianas. Es un ángel que desafía a Dios, caído por su soberbia, rival despechado del género humano, y al que Dios tolera sus asechanzas al hombre, con el fin de poner a éste a prueba. 

   (...) Mas quien tenga a Satán por colega: ¡qué pésimo colega!  
   (Sura IV, de Annisá o de las Mujeres, 38)  

   (...) cuando llamáis a la oración, la toman como objeto de escarnio e irrisión, porque son insensatos.  
   Diles: '¡Adeptos del Libro! ¿Intentáis ensañaros con nosotros sólo porque creemos en Dios, en lo que es y había sido revelado, y porque sois mayoritariamente depravados?'  
   Diles: '¿Puede haber, a los ojos de Dios, peor escarmiento que éste?' Dios les maldijo, condenó y transformó en simios, cerdos y adoradores del Seductor; estos son los que se hallan en peor situación y más apartados del camino verdadero.  
   (Sura V, de Almaida o de la Mesa Servida, 58-60)  

   Creyentes: no sigáis los pasos de Satán; porque quienes siguen los pasos de Satán, han de saber que él instiga a la obscenidad y a las cosas prohibidas (...)  
   (Sura XXIV, de Annur o de la Luz, 21)  

   Recuerda cuando el Señor dijo a los ángeles: 'Crearé un hombre a partir del barro;  
   Cuando lo haya modelado y le haya insuflado mi Espíritu, inclinaos ante él'.  
   Y todos los ángeles se inclinaron al mismo tiempo,  
   Excepto Lucifer, que se llenó de soberbia y se unió a los incrédulos.  
   Dios le dijo: 'Lucifer: ¿por qué motivo no te inclinas ante lo que he creado con mis manos? ¿Estás acaso ensoberbecido o eres de los altivos?'  
   Contestó: 'Soy superior a él, pues a mí me creaste de fuego y a él de barro'.  
   Dios le dijo: '¡Vete de aquí, porque estás maldito.  
   Y ten seguro que mi maldición pesará sobre ti hasta el día del Juicio!'  
   (Sura XXXVIII, de la letra Çad, 71-78) 

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4.  Normas coránicas sobre la carne
 
  
4.1
Las pautas de alimentación de las sociedades musulmanas

   (...) Oh, siervos míos, todos tenéis hambre excepto los que Yo he alimentado, así que buscad el alimento en Mí y Yo os alimentaré. (...) 
   (Hadith 24 citado por Muslim, recopilado por An-Nawawi, en 'Cuarenta Hadith'). 

   Entre todos los alimentos, el Corán hace a menudo explícita referencia a los que aportan a la humanidad los animales de crianza y caza: la carne y la leche, sobre todo, sin dejar de lado otras prestaciones como las pieles, la fuerza de trabajo y de transporte. El ser humano puede disfrutar en esta vida de los beneficios de la creación (y debe en justa correspondencia mostrar gratitud al Creador): el agua que mana de los cielos, las plantas y frutos que brotan de la tierra, los productos de la mar, la miel de las abejas... Y le está permitido practicar la caza, la cetrería y la pesca.
La carne y el Coran  
   Fue Dios quien os creó los ganados, unos para cabalgar y otros para alimento vuestro. 
   (Sura XL, de Gafir o del Remisorio, 79) 

   ¡Comed y apacentad vuestros ganados! En verdad que aquí hay maravilla para los sensatos. 
   (Sura XX, de Ta-Ha, 54) 

   En los animales tenéis un ejemplo significativo: os damos de beber lo que contienen sus entrañas, obtenéis múltiples ventajas de ellos, y de ellos os alimentáis.  
   Y sobre ellos os trasladáis, al igual que sobre las naves. 
   (Sura XXIII, de Almu'minun o de los Creyentes, 21, 22) 

   Dios envía agua del cielo para hacer revivir la tierra tras épocas de aridez. En verdad que hay aquí maravilla para los que estén atentos. 
   Y también hay un ejemplo en los animales: os da a beber lo que hay en sus entrañas y surge de entre heces y sangre: leche pura, deliciosa para quienes la beben. 
   Y en el fruto de la palmera y de la vid, de las que extraéis bebida y nutritivos alimentos. En verdad que aquí hay maravilla para los reflexivos. 
   El Señor inspira a las abejas: 'Construid vuestra vivienda en los montes, en los árboles y en las que los hombres os preparen; 
   Alimentaos luego de todo tipo de frutas, y errad por las sendas que os ha trazado el Señor.' 
   De sus abdómenes surgen almíbares de colores que son medicina para el hombre. En verdad que aquí hay maravilla para quienes piensen. 
   (Sura XVI, de Annahi o de las Abejas, 65-69) 

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   (...) enviamos agua en abundancia, 
   Y luego abrimos grietas en la tierra, 
   En las que hacemos germinar el grano, 
   La vid y la hierba, 
   Olivos y palmeras datileras; 
   Jardines frondosos, 
   Frutas y forraje, 
   Para alimento vuestro y el de vuestros ganados. 
   (Sura LXXX, de Abasa o de 'Frunció el ceño', 25-32) 

   Jamás se equipararán los dos mares. Uno es de agua dulce y de agradable bebida; el otro es sumamente salobre. Pero tanto del uno como de otro coméis carne fresca; y del salado, extraéis abalorios con los que os adornáis. Y puedes ver las naves cortando las olas a la búsqueda de Su bondad; para que mostréis vuestro agradecimiento. 
   (Sura XXXV, de Fatir o del Originador, 12) 

   ¿Acaso no son conscientes de que, entre lo que nuestras manos hicieron, les creamos los ganados que poseen, 
   Y los sometimos a su voluntad? Los hay que sirven de cabalgadura y los hay de alimento. 
   Y además extraen de ellos leche y otros productos. ¿No serán capaces de agradecérselo? 
   (Sura XXXVI, de Ia-Sin, 71-73) 

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La carne y el Coran  
   Sin embargo, esta prodigalidad general en el disfrute de los dones de la creación no está exenta de restricciones. El Corán hace reiteradas advertencias sobre los animales que no pueden ser consumidos por los fieles, debido a que son impuros. Estos tabúes alimentarios incluyen principalmente lo mortecino (la carne hallada muerta o en dudoso estado), la sangre, la carne de cerdo, y lo que ha sido sacrificado al conjuro de otro nombre distinto al de Dios. La caza está vedada durante la peregrinación. 

   ¡Creyentes! En verdad que Dios os pondrá a prueba con la prohibición de ciertas especies de caza que cobráis con manos y lanzas, a fin de comprobar quién le teme verdaderamente. Quien tras ello desobedezca, será objeto de un severo castigo. 
   ¡Creyentes! No cacéis animales cuando estéis de peregrinación (...) 
   Os está permitida la pesca, y su producto son provisiones para vosotros y para la caravana, pero os está vedada la caza mientras estéis de peregrinación (...) 
   (Sura V, de Almaida o de la Mesa Servida, 94, 95) 

   ¡Creyentes! Disfrutad de todo lo bueno que os ha sido concedido y agradecédselo a Dios, el único, a quien adoráis. 
   Él sólo os prohibió lo mortecino, la sangre, la carne de cerdo y todo lo sacrificado al conjuro de otro nombre que no sea el de Dios. No obstante, quienes sin intención ni abuso se vean obligados a ello, no serán recriminados, porque Dios es indulgente y misericordioso. 
   (Sura II, de Albaqara o de la Vaca, 172, 173. Se repite con apenas variantes en el Sura XVI, de Annahi o de las Abejas, 115) 

   ¡Creyentes! Cumplid con vuestras obligaciones. Se os ha permitido alimentaros de las reses de ganado, con excepción de las que se os especifica; también os está prohibida la caza cuando estéis consagrados a la peregrinación; porque Dios ordena lo que le place. 
   (...) Pero cuando hayáis concluido las ceremonias, entonces cazad. (...) 
   Os están prohibidos: lo mortecino, la sangre, la carne de cerdo y todo lo que haya sido sacrificado invocando un nombre distinto al de Dios; los animales estrangulados, los rematados a golpes, los que hayan muerto a causa de una caída o una cornada, los atrapados por una fiera --a no ser que los sacrifiquéis ritualmente--; lo que haya sido sacrificado a los ídolos; y también os están vedados los animales cobrados por disparo de flechas, porque es una profanación. 
   (...) Mas quien acuciado por el hambre, y sin intención de pecar, se vea obligado a alimentarse de lo prohibido, sepa que Dios es indulgente y misericordioso. 
   Te preguntarán: '¿Qué nos está permitido?' Respóndeles: 'Os es lícito todo lo bueno y también cuanto cobréis de los animales cazadores y de las aves de presa que hayáis adiestrado, tal como Dios os enseñó. Comed de lo que hayan apresado, pero, ante todo, invocad el nombre de Dios y temed a Dios; porque Dios es diestro en el cómputo.' 
   Os está permitido todo lo bueno, y asimismo os son lícitos los alimentos de quienes recibieron el Libro (la Biblia) antes que vosotros, al igual que vuestros alimentos son lícitos para ellos (...). 
   (Sura V, de Almaida o de la Mesa Servida, 1-5) 

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   Y creó para vosotros animales, unos para carga, otros para el sacrificio. ¡Disfrutad por ello de cuanto os ha concedido Dios, y no sigáis los pasos de Satán, que es vuestro enemigo declarado! 
   Él os proporcionó ocho especies de reses: una cabaña de ovinos y otra de caprinos. (...) Una cabaña de camélidos y otra de bovinos. (...) 
   Diles: 'En lo que me ha sido revelado, no hallo nada prohibido para quien necesite alimentarse, a excepción de lo mortecino, la sangre derramada o la carne de cerdo, porque son inmundos; y también es una profanación comer animales que hayan sido sacrificados invocando otro nombre que no sea el de Dios. Pero quien sin intención ni abuso se vea obligado a ello, no será recriminado; porque tu Señor es indulgente y misericordioso.' 
   (Sura VI, de Al-Anaam o del Ganado, 142-145. Esta última aleya se repite con apenas variantes en II, 172, 173, y XVI, 115)
La carne y el Coran  
   Es de destacar que estas restricciones en el consumo de la carne no impiden cierto grado de flexibilidad en su aplicación. Si las circunstancias fuerzan al creyente a consumir de lo prohibido (ej: por hambre o por vivir en otro país), y lo hace sin conocimiento, sin intención de pecar, sin abusar, "no será recriminado", porque Dios es indulgente y perdona. 

   Los creyentes que ejercen el bien no serán recriminados porque antes hayan disfrutado de las cosas ilícitas; siempre que se abstengan de ello, crean y practiquen el bien; perseveren y crean, se abstengan y hagan caridad; porque Dios estima a los caritativos. 
   (Sura V, de Almaida o de la Mesa Servida, 93) 

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   Las leyes de alimentación musulmanas basadas en el Corán también parecen estar relacionadas, a juicio de algunos etnólogos, con el establecimiento de un sentido de identidad social entre los miembros del propio grupo, y al mismo tiempo de separación y diferenciación con respecto a otros grupos sociales ajenos. Cuando alguien pertenece a un grupo, tribu o pueblo, invoca los signos comunes de identidad grupal, para reafirmar su pertenencia a la comunidad. 
   Esos signos pueden ser de muchos tipos, y los relacionados con la dieta tienen su preponderancia. Algunos ejemplos serían el tótem, el emblema de una familia o un clan, que no se puede comer, los alimentos vistos como sucios o impuros, las bebidas que deben ser evitadas, los alimentos sagrados de las ceremonias en que participa el clan, de los sacrificos y rituales propios de un grupo exclusivo. Se acentúa así la separación con respecto a otros grupos, que suelen ser minusvalorados y mencionados en términos peyorativos. 

   (Los idólatras) dicen con presunción: 'Tal ganado o tal cultivo está prohibido, y nadie, excepto quienes nosotros digamos, puede comerlos'. Y hay animales que está prohibido cabalgar, y ganados sobre los cuales no invocan el nombre de Dios al ser sacrificados; (...) 
   Y dicen también: 'Lo que en las entrañas de estos animales hay es lícito exclusivamente para nuestros varones y está prohibido a nuestras mujeres'. Pero si la cría nace muerta, todos participan de ella. Él les castigará por sus discriminaciones, porque es prudente y sapientísimo. 
   (Sura VI, de Al-Anaam o del Ganado, 138, 139) 

   En cuanto a los judíos, les prohibimos los animales de pezuñas partidas; y de los bovinos y los ovinos, les prohibimos las grasas, salvo las que tienen en el lomo, en las entrañas o las adheridas a los huesos. Ello, en castigo de su iniquidad; porque somos justicieros. 
   (Sura VI, de Al-Anaam o del Ganado, 146) 

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4.2
Comparación con las normas alimentarias en el Antiguo Testamento

  
   Ya hemos ido viendo cómo numerosos párrafos del Corán coinciden con contenidos de la Biblia, que además es reivindicada por aquél, y cómo muchos de los dogmas del Islam derivan del judaísmo y del cristianismo primitivo. Mahoma sabía mucho más de judaísmo que de cristianismo, y algunas de las restricciones del Corán marcan diferencias entre árabes y judíos. Varias de las regulaciones dietéticas mahometanas (lo mortecino, la sangre, el cerdo...) se basan, sin embargo, en la Ley de Moisés, recopilada en el Pentateuco, que es mucho más prolija y restrictiva. 

   A los israelitas les era permitido todo alimento, excepto los que Israel había prohibido para sí antes de que la Biblia les fuese revelada. Diles: '¡Tomad la Biblia y leedla, si sois sinceros!' 
   (Sura III, de Ali Imran o de la familia de Imran, 93) 

   Leamos pues la Biblia, ya que el Corán nos invita a ello. En el Levítico (7:22), que trata de los ritos de sacrificio de los israelitas, nos encontramos con la prohibición de comer sebo y sangre. En Levítico (11), sobre las leyes de purificación, se hace la distinción entre animales puros e impuros y se habla del contacto con sus cadáveres. 

   Habló Yahvé a Moisés, diciendo: 'Habla a los hijos de Israel y diles: No comeréis sebo de buey, ni de oveja, ni de cabra. El sebo de animal muerto o destrozado (por fieras) podrá servir para cualquier uso, pero en modo alguno lo comeréis. (...) Tampoco comeréis sangre, ni de ave, ni de cuadrúpedo, en ninguno de los lugares en que habitaréis. Todo el que comiere cualquier clase de sangre, será extirpado de entre su pueblo.' 
   (Levítico, 7:22-27) 

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   Habló Yahvé a Moisés y a Aarón y les dijo: 'Hablad a los hijos de Israel y decidles: Éstos son los animales que podréis comer, de entre todos los animales que hay en la tierra. Todo animal biungulado de pezuña hendida que rumia, ése podréis comer. Pero no comeréis, a pesar de que rumian y tienen pezuña hendida: el camello, pues aunque rumia, no tiene partida la pezuña; será impuro para vosotros; ni el conejo, porque rumia, pero no tiene la pezuña partida; será impuro para vosotros; ni la liebre, porque rumia, pero no tiene la pezuña partida; será impura para vosotros; ni el cerdo, pues aunque tiene la pezuña hendida y biungulada, no rumia; será inmundo para vosotros. De la carne de éstos no comeréis, ni tocaréis sus cadáveres; serán impuros para vosotros. 
La carne y el Coran   De entre todos los animales que viven en las aguas, podréis comer a cuantos teniendo aletas y escamas se encuentran en los mares y en los ríos; a éstos podréis comer. Pero serán cosa abominable para vosotros todos los que carecen de aletas y escamas, de entre todos los que pululan en las aguas (...). (Esto excluye las almejas, ostras, gambas, cangrejos, pulpos, sepias...). 
   De entre las aves os sean abominables las siguientes, que no se comerán y os serán detestables: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el buitre, el halcón en todas sus especies, toda clase de cuervos, el avestruz, la lechuza, la gaviota, el gavilán en todas sus especies, el búho, el somormujo, el ibis, el cisne, el pelícano, el calamón, la cigüeña, la garza en sus especies todas, la abubilla y el murciélago. 
   Todo insecto alado que anda sobre cuatro patas os será abominable. Pero de todos los insectos alados que andan sobre cuatro pies, podréis comer aquellos que por encima de sus pies tienen dos patas para brincar con ellas sobre la tierra. De ellos, podréis comer éstos: la langosta en sus diversas especies y toda clase de solam, de hargol y de hagab. Todo otro insecto alado de cuatro patas os será abominable. 
   Estos animales os hacen inmundos. Quien tocare su cadáver quedará impuro hasta la tarde. Quien alzare alguno de sus cadáveres, lavará sus vestidos y quedará impuro hasta la tarde.  
   Asimismo todos los animales que tienen pezuña, pero no partida en dos uñas, y que rumian, serán inmundos para vosotros. Todo aquel que los tocare, quedará impuro. (...) 
   De entre los animales pequeños que andan arrastrándose sobre la tierra, os serán inmundos: la comadreja, el ratón, el lagarto en sus diversas especies, el erizo, el cocodrilo, el camaleón, la salamandra y el topo. De entre todos los reptiles, éstos serán inmundos para vosotros. Cualquiera que tocare su cadáver, quedará impuro hasta la tarde. Y todo objeto sobre el cual cayere uno de estos cadáveres, quedará inmundo, ya sea un instrumento de madera, o un vestido, una piel, un saco, en fin, cualquier objeto que se usa para algo. Será metido en agua y quedará inmundo hasta la tarde; después será puro. (...) 
   Todo reptil que anda arrastrándose sobre la tierra, es cosa abominable; no servirá de comida. De entre todos los reptiles que se arrastran sobre la tierra, no comeréis ninguno de los que andan sobre su vientre o sobre cuatro patas o sobre muchos pies, porque son detestables. (...) no os contaminéis por medio de ellos. Porque yo soy Yahvé, vuestro Dios (...)' 
   Esta es la ley acerca de las bestias (...); para que hagáis distinción entre lo puro y lo impuro, entre el animal que puede comerse y el que no puede ser comido. 
   (Levítico, 11:1-47) 

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   El Deuteronomio (14) aclara un poco la complicada clasificación taxonómica anterior, al enumerar los cuadrúpedos cuya carne se puede comer. Amplía también, por otro lado, el número de las especies volátiles vedadas para el consumo: 

   No comeréis cosa abominable alguna. Éstos son los animales que podréis comer: el buey, la oveja, la cabra, el ciervo, la gacela, el corzo, la cabra montés, el antílope, el búfalo, la gamuza. Todo animal biungulado de pezuña hendida y que rumia, eso podréis comer. Pero no comeréis a pesar de que rumian y tienen la pezuña hendida: el camello, la liebre y el tejón; (...) tampoco el cerdo, pues aunque tiene la pezuña hendida, no rumia; sea inmundo para vosotros; no comeréis su carne ni tocaréis su cadáver. (...) 
   Podréis comer toda clase de aves puras, mas he aquí las que no comeréis: el águila, el quebrantahuesos, el águila marina, el azor, el halcón, el milano en sus distintas especies; toda especie de cuervo; el avestruz, la lechuza, la gaviota, el gavilán con sus especies, el búho, el ibis, el cisne, el pelícano, el buitre, el somormujo, la cigüeña, la garza con sus especies, la abubilla, el murciélago. Todo insecto alado sea inmundo para vosotros; no lo comeréis; pero podréis comer todo volátil puro. 
   No comeréis carne mortecina; podrás darla al extranjero que habita dentro de tus puertas y él podrá comerla, o venderla a un extraño; porque tú eres un pueblo consagrado a Yahvé, tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre. 
   (Deuteronomio, 14: 3-21)

La carne y el Coran   Las medidas extraídas del Levítico, instando a la purificación de personas u objetos que hayan entrado en contacto con carne muerta, parecen perseguir un claro fin profiláctico. Son medidas de sanidad o higiene que tendrían incluso validez hoy en día con la misión preventiva de evitar plagas, epidemias o contaminaciones.
   Lo mismo podría decirse de la carne de puerco. El Corán la considera impura y prohíbe comer de ella, pero en esto sólo sigue al pie de la letra una normativa mucho más antigua: la de las leyes mosaicas, que también tenía por abominable la carne de cerdo, sin dar más explicaciones.
   ¿Por qué abominable? ¿Por qué impura? ¿No sería porque era peligrosa? Sabido es que las especies porcinas se crían mal en países calurosos o desérticos, y son propensas a contraer y a transmitir enfermedades como la triquinosis. Es probable que las prohibiciones del Levítico y Deuteronomio no hagan sino registrar por escrito un tabú alimentario ya asentado entre los habitantes de estas áridas zonas desde tiempos remotos, incluso que sean de origen prehistórico. 
   Otras fuentes clásicas no hacen sino confirmar el ancestral tabú. Así Herodoto, tras su viaje a Egipto, escribió lo siguiente, mil años antes de la fundación del Islam: "Los egipcios miran al puerco como animal impuro; por eso, si al pasar alguien roza un puerco, va a bañarse al río con sus vestidos, y por eso los porquerizos, aunque sean naturales del país, son los únicos entre todos en no entrar en ningún templo, y nadie quiere darles en matrimonio sus hijas ni tomar las de ellos, viéndose obligados a casarse entre sí." (Herodoto, Historia, II, 47).
   Parecidas costumbres anotó de los libios ("No crían cerdos", íbid, IV, 186) y de los escitas: "No usan cerdos para nada, y ni aun quieren de ningún modo criarlos en su tierra" (Ibid, IV, 63).
   A raíz del exilio de los judíos de Palestina, tras la conquista romana, se exacerbaron los rasgos distintivos del pueblo judío respecto a otras comunidades. Y así, todo alimento permitido que no hubiera sido sacrificado ritualmente era considerado tan sucio como el cerdo, o en la fiesta de Pascua se evitaba ingerir cualquier alimento con levadura. No son sino costumbres post-bíblicas que tomaron fuerza de ley: la Biblia sólo prescribe comer pan ácimo (sin levadura) en la Pascua. 
   Indice de textos 
 
   

4.3
La bebida, la circuncisión, el velo

 
   Pero volvamos al Islam. La norma alimentaria más drástica que el Profeta tomó prestada de las leyes de Moisés está relacionada con las bebidas intoxicantes. Aunque los judíos desaprobaban las bebidas alcohólicas, a causa de los efectos degradantes o pecaminosos de su abuso (véanse la embriaguez de Noé, en Génesis 9:21, o la historia de las hijas de Lot, en 19:30), no las prohibían, y el vino era (y es) un elemento importante en muchos rituales y fiestas. Afirman los historiadores que Mahoma, sin embargo, prohibió absolutamente ese tipo de bebidas entre los suyos. El Corán no parece condenarlo de forma tan tajante; más bien asocia el alcohol, junto con el juego, a tentaciones del diablo, y avisa a los humanos de su peligro. 

   ¡Creyentes! Sabed que la bebida, el juego, los ídolos y la superstición son abonimables maniobras de Satanás. Abstenéos de ellas para que prosperéis. 
   Ya que Satanás sólo desea inculcaros enemistad y rencor, mediante la bebida y el juego, y así distraeros de la oración y la meditación en Dios (...) 
   (Sura V, de Almaida o de la Mesa Servida, 90, 91) 

   ¡Creyentes! No observéis la oración cuando os encontréis ebrios, para que sepáis lo que estáis diciendo, ni cuando os halléis sucios –salvo que estéis de viaje–, hasta que os hayáis aseado (...) 
   (Sura IV, de Annisá o de las Mujeres, 43) 

   Te preguntarán acerca de la bebida y el juego; respóndeles: 'en ambos radica un grave pecado, aunque también algún provecho para el hombre; pero su perjuicio es mayor que su provecho.' 
   (Sura II, de Albaqara o de la Vaca, 219) 

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   Como vemos, parece que la prohibición coránica del alcohol tiene sus matices, y aunque arma de doble filo, se le reconoce algún beneficio. Llaman también la atención, por otro lado, las menciones a las vides y al vino, como parte de los bienes destinados al placer de los bienaventurados en el Paraíso, "donde corren ríos de aguas puras, ríos de leche de sabor inalterable, ríos de vino, deliciosos para los bebedores, y ríos de miel purificada" (XLVII, 15). 
La carne y el Coran   Aunque la preceptiva en torno a la carne es cumplida más o menos a rajatabla en todo el mundo islámico, no puede decirse lo mismo de la prohibición del alcohol, que hoy depende ampliamente de las leyes civiles de los distintos países, y de su mayor o menor grado de permisividad. Y si hay países musulmanes donde el consumo de bebidas alcohólicas está totalmente proscrito, como pueden ser Arabia Saudí, la Unión de Emiratos Árabes, el Yemen, Irán o Pakistán, hay otros muchos –en particular los de la cuenca del Mediterráneo, incluidos Turquía, Siria y Jordania– donde es tolerado, y en los que incluso se fabrican vino, cerveza y otros licores. 
   La prohibición del alcohol no es privativa de los países islámicos rigoristas (por ejemplo en la India, en el estado de Gujarat, de mayoría hindú, tampoco está permitido su consumo). Y no ha sido igual a lo largo de la historia, ni en los distintos países musulmanes. 
   Sirva una paradoja como ejemplo: Irán, antaño Persia, hoy bajo un régimen de ayatolas basado en la rama chií del Islam, fue en el siglo XI cuna del célebre astrónomo, matemático y poeta Omar Jayyam, que en sus Robaiyyat canta los placeres de la vida, el amor a las mujeres, y los goces del vino y de la ebriedad; sorprende comprobar como en una nación donde hoy rige la ley seca, pero cuyos habitantes veneran la poesía y visitan en familia las tumbas de sus poetas clásicos, uno de sus más insignes bardos pudo escribir cuartetos como éste: "Beberé tanto vino que este olor mío a vino / brotará de la tierra cuando esté bajo tierra; / si se acerca a mi tumba alguien medio borracho, / al olor de mi vino se emborrachará a fondo" (Omar Jayyam, Robaiyyat, 80, atribuido, edición de Sadeq Hedayat). Cuartetos similares de loor al vino podemos leer de otro sabio: el fundador del movimiento de los derviches giróvagos de Konya (actual Turquía) Yalal ud-Din Rumi, escritos en el siglo XIII, y de clara inspiración mística o sufí. Añadamos como anécdota que en el  Egipto actual (y también en Siria) se comercializa un vino tinto con la marca 'Omar Jayyam', todo un homenaje póstumo al poeta persa, que seguro que éste no desaprobaría. 
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   En resumidas cuentas, que los tabúes dietéticos de los musulmanes relacionados con la carne y las bebidas alcohólicas, que tanto chocan a muchos occidentales, no tienen por lo general un origen islámico, sino pre-islámico. El mahometanismo, fundado en el 622 d C, año de la hégira o retirada de Mahoma y sus seguidores de la Meca a Medina, es una religión relativamente reciente. Las restricciones alimenticias que impone a sus súbditos son las que ya estaban arraigadas por la costumbre o por anteriores credos todavía vivos en la zona donde el Profeta predicó. 
   Recientes excavaciones efectuadas en enterramientos colectivos prehistóricos de hasta 8.000 años de antigüedad ubicados en los Emiratos Árabes Unidos (oasis de El Ain), han permitido comprobar que la carne de cuadrúpedos formaba parte de la dieta de los habitantes del neolítico en la Península Arábiga. Siendo los dátiles la base, en segundo lugar se comía carne de cabras domésticas, camello y pescado, así como gacelas salvajes cobradas en cacería. Alimentos propios de un país desértico; nada que no permita el Corán a sus fieles milenios después. 
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   Cambiando de ámbito, señalaremos otra costumbre musulmana que asimismo resulta extraña a la cultura occidental: la de la circuncisión. Al igual que la interdicción del cerdo, también esta norma es compartida con los pueblos de religión hebrea, y de hecho la Biblia especifica con detalle su instauración y procedimientos, en la historia de Abrahán, patriarca común de judíos, árabes y cristianos: 

   Dijo Dios a Abrahán: '(...) Éste es mi pacto que habréis de guardar entre Mí y vosotros y tu posteridad después de ti: Todo varón entre vosotros ha de ser circuncidado. Os circuncidaréis la carne de vuestro prepucio; y esto será en señal del pacto entre Mí y vosotros. A los ocho días será circuncidado entre vosotros todo varón en el transcurso de vuestras generaciones, (...) El varón incircunciso, que no se circuncidare la carne de su prepucio, será exterminado de entre su pueblo por haber quebrantado mi pacto.' (...) 
   Tenía Abrahán noventa y nueve años cuando circuncidó la carne de su prepucio. Ismael, su hijo, era de trece años cuando fue circuncidado en la carne de su prepucio. En el mismo día fueron circuncidados Abrahán e Ismael. Y todos los varones de su casa (...) 
   (Génesis 17:9-27) 

   He aquí otra tradición musulmana, de profundo significado religioso, que no es de origen coránico sino anterior. Como mínimo sus antecedentes parecen bíblicos, si bien se sabe que esta práctica tenía una implantación aún mucho más remota, y la ejercían ritualmente como medida de higiene muchos pueblos de la antigüedad. Entre ellos, los egipcios de época faraónica, que retrasaban su ejecución hasta la adolescencia: en las ruinas de Saqqara, y en concreto en la mastaba de Anjmahor, o Sesi, apodada 'tumba de los médicos', de tiempos de la VI Dinastía (siglos XXIV - XXIII a C), existe un bien conservado bajorrelieve mostrando una escena de circuncisión practicada a un muchacho. No hemos hallado, no obstante, ninguna referencia a este precepto en el Corán, ni mucho menos nada relativo a la ablación de clítoris, atávica costumbre que en los países que todavía se practica en la clandestinidad, aunque sean mayoritariamente musulmanes, proviene de épocas más arcaicas y es de origen tan remoto como desconocido. 
   Indice de textos 
 
   La tendencia a atribuir al Corán preceptos heredados de épocas preislámicas tiene otro ejemplo en el tan controvertido velo (hijab, chador, burka y otras modalidades) que supuestamente han de llevar las mujeres por la calle para cubrir su rostro. Vaya por delante la constatación de que esta costumbre indumentaria en absoluto es de obligado cumplimiento (algunos pocos países son excepción), y veamos qué dice el Corán al respecto: 

   Di a los creyentes que sean recatados con sus miradas y preserven su pudor; (...) 
   Di también a las creyentes que sean recatadas con sus miradas y preserven su pudor, y que no revelen sus encantos naturales más allá de cierto límite; que se cubran el seno con sus velos y no enseñen sus encantos sino a sus esposos, sus padres, sus suegros, sus hijos, hijastros, hermanos, sobrinos, a las mujeres creyentes, a sus esclavas, a sus criados honestos, a los niños que todavía no distinguen las vergüenzas de las mujeres; y que no agiten sus piernas para no destapar lo que sus encantos esconden. (...) 
   (Sura XXIV, de Annur o de la Luz, 31) 

   Y las solteronas en edad crítica, que ya no esperan el matrimonio, no serán amonestadas por despojarse de sus vestimentas externas sin mostrar sus encantos. Aunque mejor será para ellas si evitan hacerlo; porque Dios todo lo ve y todo lo sabe. 
   (Sura XXIV, de Annur o de la Luz, 60) 

   Profeta: di a tus esposas, a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que, cuando salgan de casa, se cubran con sus túnicas; les conviene, para que se las distinga de las demás y no sean molestadas; porque Dios es indulgente y misericordioso. 
   (Sura XXXI, de Al-Ahzab o de los Conjurados, 55) 

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   Eso es todo. Los pocos textos coránicos que hablan de la vestimenta, en realidad apelan al pudor, y hacen recomendaciones tanto a las mujeres como a los varones para preservar esa virtud. Cuando el Corán fue dictado, ya existía en Oriente Próximo la costumbre de velarse la cabeza y el rostro por parte de las mujeres. Un testimonio de ello puede verse en unos relieves del templo de Bel en el oasis de Palmyra (Siria), que datan de comienzos del Imperio Romano, y que muestran a tres mujeres que cubren totalmente sus cabezas con sendas piezas de tela de sinuosos pliegues, no dejando adivinar sus rostros (ver imagen en la colección de fotoAleph Las ruinas de Palmyra). Aseguran los arqueólogos que este tipo de atuendo era signo de distinción, llevado por las damas de alta alcurnia (quizá para proteger su tez de los rigores climáticos en aquellos soleados parajes), mientras que las esclavas, sirvientas y mujeres de las capas plebeyas de la población andaban por la calle a cara descubierta. 
La carne y el Coran   Parece que nos encontrarnos ante otro hábito islámico cuya procedencia es pre-islámica. Como en el caso de la prohibición del alcohol, las normas al respecto y al día de hoy varían enormemente de un país a otro, dependiendo de su régimen político. Sin embargo, en general las mujeres musulmanas suelen considerar este asunto como perteneciente al ámbito de su exclusiva esfera privada y familiar, y rechazan que el Estado se inmiscuya en un tema que atañe a la libertad individual de cada mujer. Y así ocurre que en países de regímenes oficialmente laicos, como Turquía (desde las reformas de Atatürk) o Siria, que han intentado desde sus gobiernos desterrar la costumbre del velo femenino, se detecta una tendencia a la contra por parte de algunos sectores femeninos, en el sentido de volver a adoptar el uso de la prenda. Y exactamente lo contrario sucede en un país como Irán tras la revolución de Jomeini, regido por líderes espirituales que hacen una interpretación muy estricta de la sharia, y donde el uso del hijab (en forma de pañuelo de cabeza) es absolutamente obligatorio, hasta para las mujeres extranjeras. La mayoría de la población femenina iraní critica en privado las machaconas campañas gubernamentales orientadas a tal fin, y se rebela, dentro de los estrechos márgenes que le son permitidos, contra el velo como imposición.
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   Leamos lo que escribe a este respecto la periodista iraní Nazanin Amirian, cuya opinión, como mujer y como musulmana, es muy pertinente y desde luego más cualificada que la de la mayoría de los occidentales que, desde su ignorancia de las costumbres islámicas, se oponen al velo como síntoma de una supuesta discriminación del Islam hacia la mujer: "Burka, chador, niqab y otras formas de cubrirse la cabeza de algunas mujeres en el mundo musulmán no son el llamado velo islámico. De hecho tal concepto, sinmplemente, no existe en el Corán. En ninguna parte del libro sagrado de los musulmanes se les exige, ni siquiera se les recomienda, cubrirse la cabeza, ni mucho menos llevar un velo integral que les cubra todo el cuerpo incluso el rostro. De las ocho veces que aparece el término hijab –velo– en el Corán, ninguna hace referencia a la prenda que cubre el pelo. En dichos versículos el sentido de hijab es cortina, que separa espacios físicos, el privado del público."
   Conviene apuntar estas cuestiones cuando en algunos colegios de países europeos empiezan a darse conflictos con las niñas inmigrantes escolarizadas por el simple hecho de portar un pañuelo cubriéndoles el cabello, y sus gobiernos intervienen dictando leyes 'contra el uso de símbolos religiosos en la escuela'. El uso del velo es un asunto privado, de opción individual, y su raíz no es religiosa sino secular, de origen más antiguo que el Islam. 
   Se trata de uno de tantos malentendidos basados en el desconocimiento, o en tópicos que se atribuyen sin ningún fundamento a las enseñanzas coránicas, o en simples interpretaciones desvirtuadas del Corán. Es algo parecido a lo que ocurre con la creencia generalizada de que el arte musulmán no es figurativo, no muestra imágenes de hombres o animales, porque supuestamente el Libro lo prohibe aduciendo que sólo Alá puede crear. No hemos hallado en el Corán ningún texto que sustente tal aseveración, y de hecho las propias obras de arte islámico la desmienten. La prohibición del arte figurativo es, una vez más, un precepto preislámico. Proviene del judaísmo y lo dicta la Biblia: "No te harás escultura ni imagen alguna de lo que hay arriba en los cielos, abajo en la tierra o en las aguas debajo de la tierra" (Éxodo, 20: 4).
   Si es cierto que esa regla, trasladada al Islam, se aplica estrictamente en la arquitectura religiosa (mezquitas, mausoleos...), no es menos cierto que no se cumple en el arte civil, como se verifica en los palacios omeyas del desierto sirio, o en la Alhambra de Granada (ver foto), o en las madrasas de Samarcanda (ver foto), o en el hammam omeya de Qusayr Amra, en Jordania, donde pueden admirarse pinturas murales que representan sensuales ninfas de pechos desnudos saliendo de las aguas. 

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5.  El mercado y la gastronomía de la carne
 
   Por lo general, la carne en los países musulmanes es un artículo de lujo, que está fuera del alcance de la mayoría de las familias, por razones de índole meramente económica. 
   Si bien la economía y finanzas de estos estados se basan hoy en modelos de tipo capitalista, no hay que olvidar que el telón de fondo sobre el que se aplican es un sistema de producción asentado en los recursos primarios de sus respectivos territorios: agricultura, ganadería, pastoreo, pesca, La carne y el Coranminería (incluyendo el petróleo), y cuya explotación, sobre todo a pequeña escala, responde a estructuras más bien de tipo feudal o procedentes de la antigüedad. El mercado y las actividades comerciales están muy desarrolladas, como lo estaban antaño, pero la industrialización sigue siendo escasa. Y el reparto de los recursos naturales es tremendamente desigual, concentrándose su propiedad y derechos de usufructo en muy pocas manos, y bajo un fuerte control de los gobiernos. 
   El fenómeno de la emigración a los países industrializados contribuye a paliar en parte estos déficits, mediante el envío de divisas a las familias que esperan en los países de origen, creándose desequilibrios por la dependencia de recursos ajenos en detrimento de la productividad real in situ. 
   Aunque este estado de cosas tiende a cambiar, y pese a que es imposible generalizar (el arco de países comprendidos por el heteróclito mundo musulmán abarca desde Mauritania a Indonesia) lo cierto es que apenas crecen las clases medias y persiste una fuerte polarización entre pudientes y desheredados, aumentando año tras año el número de miembros de los estratos desfavorecidos de los distintos países, paralelo al galopante incremento demográfico de sus poblaciones. Aparecen grandes bolsas de desempleo, sobre todo entre los jóvenes, que pasan directa y masivamente de los estudios (aunque sean universitarios) al paro. Y la media de edad de cada país es muy joven: la inmensa mayoría de sus habitantes tiene menos de treinta años, mientras que la tasa de crecimiento poblacional no tiene visos de frenarse. 
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   Las desigualdades sociales que la comunidad islámica ha tenido a lo largo de su historia, ya en tiempos de Mahoma, pero también en sus periodos de expansión y esplendor, y luego bajo las colonizaciones europeas, se van acentuando en el siglo XXI en un mundo cada vez más globalizado y neocolonizado; por no hablar de los países árabes a los que les ha tocado la (¿buena o mala?) suerte de poseer yacimientos de petróleo, pues es de dominio público que lo tienen cada día más negro y más crudo. 
   Pero dejemos de divagar por terrenos pantanosos, que nos llevarían muy fuera de los límites de nuestro asunto, y volvamos a las creencias básicas que subyacen en la cultura y en la historia de las sociedades mahometanas, y que condicionan sus normas de alimentación. Cambian las dinastías, cambian los gobiernos, cambian los sistemas políticos, pero ese sustrato ideológico no cambia: se transforma y adapta a cada época y sociedad. Y pervive como grabado muy dentro del corazón de sus gentes, y es obedecido con una fe inconmovible. 
    El Corán, como la Biblia, dan por sentadas las desigualdades sociales de la época en que fueron escritos (hablan por ejemplo de esclavos y sirvientes), y no pretenden revolucionarlas. Su mensaje es más bien de tipo ideológico, filosófico y sobre todo religioso. Así el Evangelio –de todos es sabido– exalta la pobreza y desdeña los bienes materiales. El Corán había propuesto, sin embargo, una renovación significativa con respecto a las religiones mayores anteriores: el principio de la hermandad de todos los fieles; lo que es contaminador y prohibido, o lo que es obligatorio para una persona de la Ummah, la comunidad musulmana, afecta por igual a todas las personas, de todas las razas y capas sociales ("En verdad que los creyentes son hermanos", XLIX, 10). Tan obligatorio es para el humilde como para el poderoso ayunar por Ramadán, y esto propicia cierta pizca de concienciación social, pues los ricos experimentarán por unos días en sus propias carnes el hambre que los pobres sienten todo el año. Unos con otros rezarán en la misma fila y hombro con hombro en la mezquita, como hermanos. Y el pudiente tendrá como deber pagar el azaque para socorro de los menesterosos. Aunque muera rico, ello no le eximirá de ser juzgado junto a los demás seres humanos en la Hora del Juicio, y será premiado o castigado por sus actos en esta efímera e ilusoria vida terrena. 
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   Pero a lo que íbamos: que la superpoblación acelerada y la miseria suelen ir unidas, y que a consecuencia de ello gruesos segmentos de población de muchos países musulmanes actuales subsisten por debajo del umbral mínimo de pobreza. Para millones de personas, la supervivencia es una lucha diaria, y el poder consumir carne, algo que está muy lejos de sus posibilidades, a no ser en ocasiones excepcionales. Para celebrar la fiesta anual del Sacrificio, muchas familias tiran la casa por la ventana para comprar un cordero, y poder darse un festín a base de carne constituirá un acontecimiento. El resto del año lo pasarán con legumbres y verduras, que será todo lo que su maltrecha economía se lo pueda permitir. 
   En Egipto, el menú básico diario será un cuenco de ful (potaje de habas); en Tunicia, Argelia y Marruecos será un cuscús; en los países orientales, un plato de arroz con verduras, etc. El precio de la carne les será prohibitivo a la mayoría de sus habitantes, y sólo asumible por las clases más acomodadas. Ello no impide que la demanda sea elevada. Y la elaboración y comercialización de productos cárnicos, un mercado boyante. 
   Los pequeños pueblos agrarios tienden al autoabastecimiento en este sentido. Las familias campesinas crían y sacrifican sus propias cabezas de ganado para consumo propio (foto29), destinando los escasos excedentes al comercio en pequeños zocos rurales (fotos 15, 33 y 37). En los pueblos grandes y en las ciudades, por el contrario, el proceso está más desarrollado, y encomendado en sus distintos sectores a mano de obra especializada. Se establece el ciclo de compra de ganado al por mayor - matadero - distribución - venta al por menor, ésta última en carnicerías y pollerías de cara al público, por lo general concentradas por gremios en zonas concretas de los mercados urbanos (fotos 12, 25 y 36). 
   A los mercados rurales, que a menudo reciben el nombre del día de la semana en que se celebran (ej: Suq el-Tleta  = 'Zoco del Martes', Suq el-Jemis = 'Zoco del Jueves', etc.), acuden esos días pastores y ganaderos de toda la comarca para exhibir y vender sus rebaños. La compra-venta de reses vivas, de ganado bovino, ovino o caballar, se efectúa en recintos separados, especialmente destinados a ese fin en los zocos (fotos 38, 39 y 40). Las transacciones se hacen muchas veces por el sistema de subasta. Con frecuencia hay adyacente al mercado otro reducto que sirve de matadero, consistente en un simple edificio cuadrangular con patio porticado, donde se instalan unos ganchos para colgar las reses (foto30). 
   En el matadero, las reses vacunas, ovinas y caprinas son sacrificadas conforme a los preceptos del Corán, garantizando que su carne será halal; o sea, lícita para el consumo de los fieles. 

   Os está permitida la carne de las reses, con excepción de la que os ha sido indicada (...). 
   Le hemos establecido a cada puebo ritos de sacrificio para exaltar el nombre de Dios, en agradecimiento por las reses de ganado que les concedió (...). 
   Pronuncia, por tanto, el nombre de Dios sobre ellas, cuando aún se sostienen en pie, y cuando hayan sido abatidas; alimentaos de ellas, y dad de comer al satisfecho y al mendigo (...). 
   Ni su carne ni su sangre satisfacen a Dios, sino, más bien, vuestra piedad (...). 
   (Sura XXII, de Alhayyi o de la Peregrinación, 30-37) 

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La carne y el Coran  
   Las reses son colocadas con la testa orientada en dirección a la Meca, y una vez abatidas, son completamente desangradas, si es necesario aplastándolas contra el pavimento con los pies (foto31), hasta que toda la sangre derramada tiñe el suelo del pavimento y no queda una gota en los tejidos del cuerpo. Recordemos la prohibición estricta de ingerir sangre, que el Corán reitera en varios suras. Hay, por otra parte, registrado un hadith que recomienda ahorrar dolor y agonía al animal en el momento de su sacrificio: 

   En verdad que Dios ha ordenado destreza en todas las cosas. Así, si matáis, matad bien; si sacrificáis, sacrificad bien. Que cada uno de vosotros afile su cuchillo y evite sufrimiento al animal que sacrifica. 
   (Hadith 17 relatado por Muslim, recopilado por An-Nawawi, en 'Cuarenta Hadith'). 
 
   Posteriormente, las reses son desolladas y descuartizadas con potentes cuchillos, marcadas con tintas especiales para su identificación y transportadas por lotes a las carnicerías de las poblaciones. Siendo las tiendas y puntos de venta en general de muy pequeñas dimensiones, y carentes de adelantos como las cámaras frigoríficas, las partidas de carne no son suministradas en grandes cantidades. Bastarán uno o dos cuartos traseros de vaca para abastecer el stock diario de un pequeño comercio (fotos 17, 27 y 32). Esta carne por lo general se vende en el mismo día, lo que genera una rápida rotación de las existencias, que garantiza que la carne sea casi siempre fresca y de buena calidad. 
   Si el cliente desea la carne picada para cocinar un plato de kofta (o albóndigas a la brasa), el carnicero le tritura el trozo de carne elegido allí mismo y al momento, utilizando una máquina picadora destinada al efecto. En el proceso le añade perejil, comino u otros condimentos. La charcutería está también desarrollada, y se prepara con diversos derivados de la carne de los animales lícitos (nunca de cerdo), embutiéndolos en sus propios pellejos, para obtener productos como el merguez, especie de salchichas de carne de cordero (foto43). 
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   Los pollos, gallinas y aves de corral llegan a la tienda vivos y son custodiados en jaulas hasta su venta (foto35). El cliente escogerá un pollo vivo, y vivo será pesado en la balanza (foto22) para determinar su precio. Una vez adquirido, podrá optar por llevárselo tal cual a su casa, acompañado de un incesante cacareo por el camino, o bien por que se lo maten y limpien en la misma tienda, para lo cual el tendero degollará el ave de una certera cuchillada, la desangrará, recogiendo su sangre en un bidón (foto23), y la desplumará a mano (foto24), o a veces utilizando una especie de máquina centrifugadora. Este proceso lo llevará a cabo a la vista del comprador. En las pollerías se venden también huevos frescos, recién puestos (foto20). 
   Aunque escasas, se pueden ver algunas carnicerías especializadas en expender carne de camello (o más exactamente, de dromedario; fotos 18 y 44). 
   Vacas, terneras, corderos, cabras y pollos habrán sido criados en pequeñas granjas y en terrenos de exiguos pastos, dadas las duras condiciones geográficas y climáticas de sus respectivos países. Pero no habrán sido engordados con piensos compuestos ni productos artificiales. Y su carne conservará las proteínas y el sabor propio de la carne auténtica, la de los animales alimentados y crecidos en un entorno natural. 
   Como se ve, poco que se parezca a la industria masificada de la carne tal como se entiende hoy en Occidente, a base de grandes plantas de cría y engorde de animales, de elaboración, envasado y suministro a gran escala a supermercados y macro-superficies de toda clase de productos cárnicos y derivados. Atenta también contra los esquemas occidentales sobre la competencia comercial el hecho de que las carnicerías y pollerías se agrupen preferentemente en unas mismas calles del zoco de cada ciudad, pared contra pared, al igual que hacen los demás gremios y oficios. El comprador sabrá siempre a qué zona de la medina dirigirse para adquirir sus filetes de vaca o sus costillas de cordero, como sabe dónde caen los zocos de las especias, de las joyas o de los carpinteros. Podrá comparar calidades y precios entre unos y otros establecimientos, y regatear si es necesario, aunque la tónica será la aplicación de precios fijos por el kilo de carne de cada especie. La honestidad en el comercio es algo a lo que exhorta el Corán, y por lo general el carnicero no engaña. Pesará la carne en su justa medida y cobrará por ella el precio justo. 

   Colmad la medida y no os contéis entre los defraudadores. 
   Y pesad con balanza exacta. 
   (Sura XXVI, de Axxuaara o de los Poetas, 181, 182) 

   Y elevó el firmamento, e instauró la balanza de la justicia. 
   Para que no defraudéis en el peso. 
   ¡Pesad, por la tanto, escrupulosamente, y no merméis en la balanza! 
   (Sura LV, de Arrahman o del Clemente, 7-9) 

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La carne y el Coran  
   En muchos países, sobre todo en los del Magreb, es corriente que en las cercanías o en la misma entrada de algunos restaurantes haya instaladas dos o tres carnicerías con sus mostradores cara al público. Los comensales, antes de sentarse a la mesa, eligen y compran a peso la carne que van a consumir en el interior del local. Una vez abonada la compra al carnicero, los kilos de viandas adquiridos son entregados al encargado del comedor, que asará la carne a gusto del cliente, y sólo le cobrará una cantidad por este menester, y por las ensaladas y platos de acompañamiento. El comensal sabe así exactamente qué pide y cuánta cantidad pide cuando encarga un plato de carne. 
   La gastronomía en las sociedades musulmanas es de una variedad apabullante, tan variopinta como lo son sus distintos países, y la carne es una de sus materias primas principales y más apreciadas, que es cocinada (sobre todo en el seno de las familias) con imaginación y refinamiento, creando un sinnúmero de platos excelentes. Mencionaremos unos cuantos ejemplos, sin el menor ánimo de ser exhaustivos: 
   En Marruecos no todo son brochetas o 'pinchos morunos' (de carne entera, picada o de hígados), sino que destacan con sabor propio los distintos tipos de tayín (guiso de carne, pollo o pescado con abundantes verduras, cocinado en una característica cazuela de barro con tapa cónica). Cada vez se ve menos la pastila, especie de empanada rellena de verdura y carne de paloma. El kofta o albóndigas de carne picada asadas a la brasa, común a muchos otros países, es preparado con maestría por las amas de casa magrebíes. Y es que la verdadera gastronomía arábiga no está en los restaurantes, sino en el interior de los hogares particulares: cualquier oriundo de estos países afirmará con orgullo que en ningún establecimiento hostelero se pueden comer platos tan exquisitos como los que cocina su madre en casa. 
   En Egipto son muy aficionados al pichón asado relleno de arroz, además de los consabidos asados a la parrilla de carne de cordero y pollo, que suelen ser acompañados de hummus, tahina o baba ganuj, distintos tipos de cremas a base de garbanzos, sésamo y berenjenas. 
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   En Turquía, cuya gastronomía nacional tiene justa fama, aparte del omnipresente doner kebab (bloque de filetes superpuestos de cordero que se asan girando ensartados en un espetón vertical –foto48–, también muy popular en Oriente Próximo bajo el nombre de shawarma), se pueden degustar otros muchos manjares a base de carne, bien sea asada a la brasa (kebab), o guisada junto con otros ingredientes. El shish kebab (brochetas) es también muy apreciado, así como el kofta, sobre todo los preparados a la manera de las regiones orientales de Adana y Urfa (Adana kebab, Urfa kebab). Otro plato de merecido prestigio es el iskender kebab, a base de lonchas de cordero asado bañadas en yogur, que hace honor a su nombre: el del recordado rey macedonio que conquistó Asia Menor (Iskender = Alejandro). 
   En Siria, además del archipopular pollo asado (faruj), las brochetas de kebab se preparan ensartando en el pincho los trozos de carne alternados con berenjenas o tomates, y asado el conjunto a fuego de leña. En Jordania hay una especialidad de los beduinos llamada mensaf: se sirve sólo en ocasiones especiales y se compone de un asado de cordero (incluyendo la cabeza), acompañado de arroz con piñones. 
   En Yemen, además de la carne asada o kebab, cabe resaltar el salta, guisado de cordero o pollo con lentejas, guisantes, alubias, coriandro y otras especias, servido sobre una cama de arroz. Se consume también shorba wasabi, un caldo de cordero, que se acompaña con pan. 
   En Irán es ubicuo el chelo kebab, pincho de cordero a la brasa sobre una base de arroz, y la endémica crisis económica que aflige al país apenas da lugar a sus habitantes para permitirse más lujos culinarios. Más raro será por ello poder probar el jujeh kebab (pincho de trozos de pollo marinado) o el fesunjun (pollo o pato en zumo de granadas con nueces molidas). 
   En Pakistán, la comida en general acusa una fuerte influencia de la cocina india, sobre todo la que proviene de la época de los mogoles, con el sobrenombre de tanduri (pollo o carne cocidos en hornos tandur), que aquí son especialidad. En Peshawar y toda la zona occidental, en cambio, la comida recuerda más a la de Afganistán o Iraq (a base de kebab y demás platos típicos de Oriente Medio). 
   Podríamos proseguir así indefinidamente, pero basten estos ejemplos para ilustrar la variedad de tratamientos culinarios que recibe un alimento tan valorado como la carne en la cultura gastronómica de los distintos pueblos del universo musulmán. Cada día se editan más libros de recetas de cocina árabe y oriental, que va siendo progresivamente descubierta y apreciada por el resto del mundo, y a ellos nos remitimos. 

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6.  Epílogo por la paz
 
   No podemos terminar este texto sin exponer una serie de consideraciones generales, referentes a la necesidad perentoria de un mayor acercamiento a las culturas islámicas por parte de las culturas encuadradas en ese difuso bloque que llamamos 'occidental'. A lo largo de este escrito hemos podido ver cómo muchas de las normas que rigen el islamismo no son muy diferentes de las creencias y usos sociales de la civilización judeocristiana, y que incluso tienen en ella su origen. ¿Qué creyente cristiano no aceptaría como válidas, concordantes con sus propios dogmas de fe, las siguientes aleyas?: 

   (Los idólatras) son mis enemigos; y no el Creador del universo; 
   Que me creó y me ilumina; 
   Que me da de comer y de beber; 
   Que me sanará cuando caiga enfermo; 
   Que me dará la muerte y luego me resucitará; 
   Y del que tengo la esperanza que perdonará mis faltas el día del Juicio final. 
   (Sura XXVI, de Axxuaara o de los Poetas, 77-82) 

   Sería necesario para empezar sacudirnos de la cabeza un buen número de tópicos y prejuicios que de habitual manejamos sobre los pueblos de fe islámica, y que se originan en el mutuo desconocimiento. Ojalá este estudio, centrado en un tema tan específico como La carne y el Corán, o los preceptos coránicos sobre la alimentación, haya contribuido a desmontar algunos de esos malentendidos, aunque nuestros tiros hayan ido, más que a ofrecer certezas donde antes había dudas, a plantear dudas donde antes había certezas infundadas. 
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   Cuando tanto se habla de 'choque de civilizaciones' (Huntington) o de 'choque de culturas', ya para empezar nos parece estar tropezando con contradicciones en los términos. Lo que es civilizado no choca; las culturas, si son genuinas, no pueden colisionar entre sí. Lo que verdaderamente se está produciendo en nuestro planeta se podría calificar más bien como 'choques de inculturas'. La ignorancia es una de las madres del racismo, porque el racismo en el fondo no es más que miedo. Miedo a lo desconocido. 
   Es totalmente incierto que el islamismo quiera atentar contra la democracia y los principios de la civilización occidental, como tantas veces y tan alegremente se afirma en los medios de comunicación, atizando el fuego de la paranoia colectiva. El Islam simplemente cuestiona muchos de los falsos principios en que se cimenta nuestra muy materialista sociedad, cada vez más carente de valores trascendentes, y que considera al individuo como mero peón en una cadena sin fin de explotación y consumo. Y no sólo el Corán, es que también el Evangelio nos lo recuerda: "¿De qué sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?"  (Mateo, 16:26). 
   La yihad o guerra santa, predicada por el Corán y los hadith, hace referencia en primer lugar a la lucha interna de la persona contra sus propios instintos, y también a la acción defensiva para proteger a la comunidad de fieles de los ataques desde el exterior, tómese como ejemplo las Cruzadas, que parecen querer reeditarse en el siglo XXI. 

   Y cuando son agredidos, saben defenderse. 
   Y el delito será castigado por la ley del talión; mas quien perdone y se reconcilie, será recompensado por Dios, porque no aprecia a los agresores. 
   No obstante, quienes se venguen cuando hayan sido ultrajados, no serán considerados culpables. 
   Sólo son culpables quienes injustamente ultrajan y oprimen a los hombres en la Tierra; éstos tendrán un severo castigo. 
   Por el contrario, quienes toleren y perdonen, han de saber que tendrán un destino en la eternidad. 
   (Sura XLII, de Axxura o del Concilio, 39-43) 

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   Cuando nos rasgamos las vestiduras por los atentados terroristas denominados 'islámicos' que padecemos en Europa o América (incurriendo en otra contradictio in terminis, pues la palabra Islam deriva de 'salam', paz), atentados que son igualmente condenados por los verdaderos musulmanes, que los consideran contrarios al auténtico pensamiento y práctica del Islam, habríamos de recordar que estos actos son la respuesta (todo lo equivocada que se quiera, pero respuesta) a agresiones anteriores (guerras ilícitas, ocupaciones, colonización) que han sufrido previamente países como Palestina, Chechenia, Afganistán o Iraq, causadas principalmente por conflictos de intereses, geoestratégicos y económicos (como el control de los pozos de petróleo), por mucho que intenten disfrazarse intencionadamente de cara a la opinión pública como enfrentamientos de principios. Y que por cada víctima mortal que provocan estos atentados, ha habido previamente decenas o centenares de muertos inocentes en aquellos países a causa de dichas guerras neocoloniales: la diferencia estriba en que tales víctimas no son publicitadas en los medios de comunicación. ¿Desde cuándo se puede imponer la democracia a un país con una guerra? ¿Desde cuándo los bombardeos son 'humanitarios'? 
    Es hora de que empecemos a conocer la cultura islámica más allá de folklores y orientalismos, si no queremos que el mundo, arrastrado por extremismos políticos, se enzarce en una estúpida y extemporánea secuela de las cruzadas medievales. Y para esto, una educación pluricultural es el primer y principal camino. Adentrémonos sin prejuicios en este mundo dentro del mundo, y comprobaremos que son más los puntos que nos unen que los que nos separan. Que los musulmanes tienen familias y adoran a sus hijos, como nosotros. Que comen, beben, trabajan, se divierten, viven y mueren como nosotros. Acerquémonos. No muerden. Para el Islam todos los hombres (musulmanes o no) somos hermanos, e iguales a los ojos de Dios. Y que no quepa duda de que seremos tratados como hermanos cada vez que entablemos amistad o que solicitemos la hospitalidad de un musulmán. Saludémosle de entrada con un 'Salam alaekum'. Nos responderá siempre con un 'Alaekum salam'. Le habremos deseado 'que la paz sea contigo'. Y nos habrá contestado 'que con vosotros sea la paz'. 

   Añadiremos, como conclusión, un último hadith: 

   Por cierto que en el cuerpo hay un pedazo de carne que, si está sano, todo el cuerpo está sano y que, si está enfermo, todo él está enfermo. Por cierto que es el corazón. 
   (Hadith 6, relatado por al-Bukhari y Muslim, recopilado por An-Nawawi, en 'Cuarenta Hadith').
  
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LA CARNE Y EL CORÁN
Carnicerías de los países islámicos
  

Indice de textos
La carne y el Corán (introducción)
El arduo camino de aproximación al Corán
Preceptos del Corán, pilares del Islam
El Corán corrobora la Biblia
Normas coránicas sobre la carne
El mercado y la gastronomía de la carne
Epílogo por la paz
Indices de fotos
Indice 1  Egipto
Indice 2  Egipto
Indice 3  Yemen
Indice 4  Marruecos. Turquía
  
  
Otras exposiciones de fotos de Egipto, Yemen, Marruecos y Turquía en fotoAleph
EL CAIRO. Entre la gloria y el caos
ALEJANDRIA. El faro que perdió su luz
EL TIEMPO TEME A LAS PIRAMIDES
ABU SIMBEL y otros templos salvados de las aguas
EL ZOO DEL FARAON. Fauna del antiguo Egipto
EL OTRO EGIPTO. Murales populares en el Valle de los Nobles
EL OASIS DE SIWA
EL OASIS DE KHARGA
  
YEMEN DE NORTE A SUR
GENTES DEL YEMEN. Retratos de la 'Arabia Feliz'
SALAM ALAEKUM. Gentes de Marruecos
FEZ. Un viaje al medievo musulmán
MARRAKESH. La puerta al corazón del Magreb
AMOR A MOGADOR. (Nos lo inspira Esauira)
MAS ALLA DEL ATLAS. Arquitectura de adobe en Marruecos
POR EL ATLAS MAGREBI de la mano de un bereber
  
TURQUIA RUPESTRE. El arte de los acantilados
TURQUIA CLASICA. Arte grecorromano en Oriente
CAPADOCIA. La tierra de los prodigios
  
  
  



  
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LA CARNE Y EL CORÁN
Carnicerías de los países islámicos

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Fotografías: Eneko Pastor
Realizadas en Egipto, Yemen, Turquía y Marruecos (1998-2003)

 


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