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  EL HOLOCAUSTO CAMBOYANO (3)
  
El holocauso camboyano    Entre el 17 de abril de 1975 y el 7 de enero de 1979, los habitantes de Camboya sufrieron la más despiadada dictadura que haya nunca registrado la historia.
   Un pequeño grupo de revolucionarios trató de imponer a toda una sociedad su visión utópica del paraíso en la Tierra. Con un resultado: convirtieron el país en un infierno.
   Más de dos millones de camboyanos murieron de hambre, enfermedades, torturados o ejecutados en las interminables purgas que perpetró sobre su propio pueblo el régimen de terror de los jemeres rojos, bajo el mando de Pol Pot.
   Hoy los camboyanos han despertado de la pesadilla, pero insisten en recordar al mundo el genocidio que padecieron sus padres, madres, hermanos y hermanas en aquellos aciagos días, con la esperanza de que no pueda repetirse tamaño error y tanto horror, ni en su país ni en ningún otro país.
   fotoAleph quiere contribuir con esta exposición de fotografías al conocimiento y difusión de ese terrible episodio de la historia de Camboya, aún insuficientemente conocido en el resto del mundo. Se advierte que estas imágenes, por la crudeza de sus contenidos, pueden herir la sensibilidad de algunas personas.
   La muestra se complementa con una exposición de retratos de los habitantes de Camboya en la actualidad, titulada El pueblo camboyano.
Indice de textos
Un viaje al corazón de las tinieblas
Algunos hitos en la historia de Camboya
La intervención de Estados Unidos
La evacuación de las ciudades
La conexión con China
El conflicto con Vietnam
¿Quién era Pol Pot?
El socialismo según los jemeres rojos
La Constitución de Kampuchea Democrática
El himno nacional
  
La propaganda como arma
Prisión secreta S-21 (Tuol Sleng)
The Killing Fields
La sima de la muerte
Las minas antipersona
La precaria economía de Camboya
La autosuficiencia y el ahorro
El sistema sanitario
La educación y la reeducación
La utilización de jóvenes y niños
  
La destrucción de la familia
La abolición de la propiedad y del dinero
La anulación de la individualidad
La depuración de los enemigos
El opio del pueblo
El rey Sihanuk
La dictadura después de la dictadura
1984 llegó en 1975
Diccionario de neolengua de los jemeres rojos
Bibliografía


Indices de fotos
EL HOLOCAUSTO CAMBOYANO

Indice general
Indice 01     Prisión secreta S-21
Indice 02     Prisión secreta S-21
Indice 03     Prisión secreta S-21. Un testimonio pictórico
Indice 04     Un testimonio pictórico. Los campos de exterminio
Indice 05     Los campos de exterminio
Indice 06     Las minas antipersona
  
EL PUEBLO CAMBOYANO
Una extensa galería de retratos de los habitantes de Camboya en la actualidad.
  
La abolición de la propiedad y del dinero
    
   Absolutamente todo pertenece al Angkar.
   (Slogan del Angkar)
  
   Muy a menudo, especialmente durante los primeros meses del nuevo gobierno, se conminó a la 'gente nueva' (los ex-habitantes de las ciudades) a desprenderse de todas sus posesiones valiosas, como los relojes Orient o los perfumes, cadenas de oro y joyas, que eran muy codiciados por los jemeres rojos. Paradójicamente, los soldados jemeres rojos tenían gran afición a los pequeños objetos americanos que quitaban a los soldados republicanos que mataban, como encendedores, linternas, cascos de aluminio o navajas 'made in the U.S.'
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
 
   "Sé tan amable de entregar todas tus pertenencias, los relojes Orient, joyas, cosméticos y aceites".
   (Orden de los jemeres rojos a la población camboyana)
  
   Esta expresión era simplemente una excusa para el robo, y fue usada por los dirigentes jemeres rojos durante las terribles purgas de 1977-78. (...) El botín podía proporcionar así una pequeña fortuna para empezar una nueva vida en otro país, tras la caída del régimen. Estos relojes y joyas, confiscados en los inicios del régimen o en las puertas de las prisiones, podían también ser canjeados por piezas de repuesto en la frontera con Tailandia. En este comercio, los jemeres rojos eran estafados a su vez por sus más astutos vecinos.
   Destaquemos que el verbo usado por los jemeres rojos (snae) significa 'sé tan amable como para dar de buen grado', mientras la gente, encañonada por rifles, no tenía otra opción que ser despojada de sus posesiones mundanas.
  
   En cuanto a la abolición, de una vez por todas, de la corrupción, puede uno estar muy tentado de creer que los líderes jemeres rojos llevaban una vida espartana, si tomamos los ejemplos de los 'tres fantasmas', los así llamados modelos de altruismo: Khieu Samphan, Hou Youn y Hu Nim. Sin embargo, si nos atenemos a los hechos, vemos que, desde las mismas primeras horas del régimen, los soldados saquearon a la ciudadanía, llevándose consigo pertenencias privadas de todo tipo que codiciaban, como relojes y aparatos de radio. Durante los años que el régimen detentó el poder, todas las propiedades de aquellos que eran continuamente relocalizados fueron gradualmente confiscadas, bien para beneficio de los mismos mandos, o con el fin de trocarlas por otros productos en las fronteras con Tailandia, o para ser almacenadas. Tras la caída del régimen, lo que no se pudieron llevar los jemeres rojos para su uso personal en su huida constituyó un enorme botín para el ejército victorioso vietnamita.
   Debemos ser también conscientes que la mayoría de los cuadros altos comían muy bien, generalmente a escondidas, mientras que sus compatriotas camboyanos se morían de hambre. Por ejemplo, entre los cuadros jemeres rojos que eran responsables de la seguridad de Sihanuk, uno me admitió que había engordado veinte kilos durante sus dos años de oficio entre 1976 y 1978. ¿Cuántos cientos de miles de camboyanos murieron de hambre durante los mismos años?
  
   Los jemeres rojos suprimieron todos los festivales y rituales tradicionales. Igualmente, prohibieron todas las fiestas y rituales de las minorías étnicas no-indianizadas en la periferia. Llenaron el vacío con un nuevo calendario revolucionario de acontecimientos en el transcurso del año. Por otro lado, los cuadros locales solían hacer celebraciones siempre que lo deseaban (al menos, así le parecía a la gente corriente), y por lo menos una vez al mes, fuera de la mirada pública, comían copiosos manjares lejos de los curiosos.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)

  
La abolición del dinero
  
   De un documento secreto del Centro, titulado 'Examinar el control' (19 septiembre 1975):
   "De acuerdo con el sistema marxista-leninista, el cuerpo del Estado ha de ser gradualmente abolido, para que no pueda fortalecerse nunca más. (...) El dinero conduce a la propiedad privada... Así que si usamos dinero caerá en manos de individuos... Si el dinero cae en manos de malas personas o enemigos, lo usarán para destruir nuestros cuadros sobornándolos con esto o aquello. Tendrán dinero para sobornar y poner una trampa a los sentimientos del pueblo. Entonces en un año, diez años, veinte años, nuestra limpia sociedad de Kampuchea se convertirá en Vietnam. (...) Cuando tienen dinero pueden usarlo como un medio para destruir nuestro poder estatal. (...) ¿Decidiremos usarlo o no? Nuestro punto de vista es no usarlo... Es peligroso usarlo. Porque crea propiedad individual y privada."
  
   Extractos de un artículo (24 septiembre 1975) en el Bangkok Post de Errol de Silva, el primer periodista occidental que entró en Camboya después de terminada la guerra:
   "Me habían dicho que los jemeres rojos tenían una abundante provisión de dólares americanos incautados cuando cayó Phnom Penh. (Sin embargo) no se permite a la gente tener dinero (...) Cualquiera que sea encontrado con cualquier tipo de dinero, es muerto a tiros. Los viejos billetes de riel no son ya de curso legal (...) En el campo base administrativo provincial de Battambang, vi cómo estos billetes eran quemados para calentar comida."
 
   Indice de textos
  
  
 
 
La anulación de la individualidad
 
   Los jemeres rojos, llevando la colectivización a casi todos los rincones y rendijas de la vida social y personal, politizaron cada acción y cada pensamiento de cada individuo. Los slogans y adagios del Angkar abarcaban todos los aspectos de la vida privada, social, económica y política: era una ideología que todo lo penetraba, no dejando vacío ningún espacio de la vida humana. La esfera pública había crecido como un tumor canceroso que devoraba a todo ser humano. Esto era mortal por esencia; cualquier transgresión de las reglas del Angkar, cualquier conato de oposición, y cualquier falta de entusiasmo por la línea revolucionaria, tal como estaba definida por el Comité Ejecutivo de Phnom Penh, era considerado un error político y castigado severamente.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
Obediencia ciega
  
   "¡Mantén la disciplina del Angkar!"
   "Cuando el Angkar da órdenes, ¡cúmplelas al pie de la letra!"
   (Consignas de los jemeres rojos)
  
   Las órdenes perentorias del Angkar habían de ser ejecutadas incluso cuando eran totalmente irracionales, o incluso cuando el que las ejecutaba estaba muy débil, por enfermedad o hambre.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book) 
 
   Indice de textos
  
  

  
La depuración de los enemigos
 
   El que protesta, es un enemigo. El que se opone, es un cadáver.
   (Slogan de los jemeres rojos)
  
   Esta fue una contribución específicamente polpotiana a las reglas comunistas del bloque del Este: el poder sin rostro del Angkar podía también ser conferido a un grupo de dirigentes locales que siguieran celosamente las órdenes del Partido. Ellos podían arrestar, torturar y 'destruir' a todos los oponentes –reales, potenciales o imaginarios–. De hecho, eran forzados a hacerlo. Si no lo hacían, podían ser sospechosos, y podían, igualmente, ser arrestados y ejecutados. Hubo también casos aislados de mandos que decían hablar y actuar en nombre del Angkar cuando querían matar a un 'enemigo' o simplemente obligar a cualquier pobre campesino a tiro de escopeta a realizar alguna faena.
  
   En la caza de los enemigos del Angkar, reales o supuestos, los jemeres rojos no sólo arrestaban a 'los culpables', sino también a sus mujeres e hijos. Los hijos eran a menudo encarcelados y/o masacrados junto a sus padres. Sus mentes habían sido irreparablemente corrompidas por ellos, pensaban los revolucionarios; los torturadores temían además que algún día estos niños pudieran vengar a sus padres.
  
   Toda acción dudosa y gesto equívoco y palabra sospechosa tenía que ser denunciada a las autoridades, siguiendo el orden jerárquico estrictamente prescrito. Todos espiaban a todos (...). Los jemeres rojos, en esencia, utilizaban a niños, así como a soldados adolescentes, llamados chhlops o 'milicia', para espiar. Los últimos (...) eran los ojos del Angkar en las comunas populares.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
   ¡Observa discretamente hasta los más mínimos actos y gestos de todos a tu alrededor!
   (Consigna de los jemeres rojos)
  
   Esto permitía a los cuadros locales no tener que vigilar a la gente todo el rato durante las horas de trabajo, ya que se alentaba sistemáticamente la denuncia de unos a otros, con su estela de venganzas y odios personales. Durante estos mítines nocturnos se esperaba de todos que informaran de los fallos en la disciplina del Angkar de que hubieran sido testigos ese día.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
   ¡Informa de todo al Angkar!
   (Consigna de los jemeres rojos)
  
   Paradójicamente, los ciudadanos corrientes –y particularmente los del '17 de abril'– tenían que saber también cuándo permanecer callados cuando eran testigos, o víctimas, de equivocaciones o abusos de los dirigentes, tales como tráfico ilícito, robos, relaciones sexuales prohibidas, o incluso violaciones.
  
   Los ciudadanos corrientes debían hacerse ciegos y sordos ante las numerosas formas de mala conducta respecto a las normas revolucionarias por parte de los cuadros –como comer a escondidas comida 'socialista', almacenar para uso personal cachivaches 'imperialistas' (como aparatos de radio, relojes, perfumes y joyas), o peor, cometer violaciones. Esos comportamientos desviados debían ser ignorados.
  
   Si eras testigo involuntario de un arresto o un acto de violencia, mejor hacer creer que no habías visto nada en absoluto.
  
   Especialmente para los '17 de abril' esto era esencial, si no querían atraer la atención de las autoridades hacia ellos mismos. Además, tenían que saber cómo ocultar su pasado, especialmente si no habían sido ni granjeros ni simples obreros. Algunos, de hecho, deben su misma supervivencia al hecho de que fingieron ser mudos.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
   ¡Sé sincero con el Angkar!
   (Exhortación interminablemente repetida por los torturadores jemeres rojos a sus víctimas)
  
   Tenías que decir todo sobre tu pasado y presente al Angkar, con la máxima sinceridad. Aquellos que no tenían el correcto 'pedigrí' social o profesional se enfrentaban a un dilema sobre cómo salvar sus vidas cuando eran interrogados y torturados: ¿era mejor decir la verdad o mentir?
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book) 

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El opio del pueblo
 
   En su deseo de obtener un dominio absoluto sobre la naturaleza y la población, los revolucionarios no soportaban ninguna autoridad rival. En el plano social, las pagodas (o templos budistas) desempeñaban un papel fundamental en la unidad y el funcionamiento interno de los pueblos: la construcción de una pagoda representaba la constitución de una verdadera comunidad económica y mística entre los campesinos de un mismo pueblo. Invertían los excedentes de las cosechas en la construcción de una pagoda, y después en el mantenimiento de los monjes a fin de conciliarse con las potencias celestes, y asegurar así la prosperidad del pueblo (...) La pagoda puntuaba el ritmo de vida de los aldeanos por su ciclo de fiestas, servía de centro social, movilizaba las El holocausto camboyanoenergías locales. Casi todos los jóvenes del pueblo pasaban una temporada más o menos larga en la pagoda como monjes, donde adquirían una filosofía común de la existencia y del mundo gracias a la enseñanza del budismo, el recitado de plegarias, los consejos y sermones de los monjes más ancianos (...) Las pagodas constituían un verdadero contrapoder. Las pagodas representaban una oposición potencial, otra jerarquía de valores, otro lenguaje, otras autoridades y otros lugares de encuentro que se escapaban de la autoridad del Angkar. En el pasado, las pagodas efectivamente sirvieron a menudo de punto de partida de rebeliones campesinas contra el poder establecido. (...)
   Era por tanto lógico para los revolucionarios jemeres suprimir las pagodas y su clero: esta supresión atomizaba la sociedad campesina, no conservando ya los aldeanos lazos orgánicos y espirituales entre ellos. El budismo en cuanto tal estaba apenas armado para resistir al poder totalitario de los jemeres rojos (...) La tolerancia y rechazo de la violencia dejaba a los budistas desarmados ante los jóvenes revolucionarios armados, formados para matar, poco preocupados por la opinión nacional o internacional, originarios en su mayoría de muchas zonas periféricas donde el budismo había penetrado poco.
   En la lógica de una refundación de la sociedad y de sus valores, se debía reservar a los bonzos un tratamiento particularmente riguroso, el de la 'clase especial', donde eran puestos en el mismo rango que las prostitutas.
   Más allá de las razones particulares de la sociedad jemer, a los revolucionarios no les faltaban argumentos clásicos inspirados en el pensamiento de Marx sobre la alienación religiosa. Más que ninguna otra religión, el budismo se prestaba a ser tratado como el 'opio del pueblo'.
   (François Ponchaud, Cambodge, année zéro, II parte)
  
   Palabras de Duch (Kaing Eav Kiev), jefe de la prisión S-21, dirigidas a François Bizot, miembro de la Escuela francesa de Extremo Oriente, autor de Le Portail, que fue hecho prisionero por los jemeres rojos ya durante la guerra civil (1971), y posteriormente, tras la caída de Phnom Penh, designado como intérprete del Comité de seguridad militar de la capital:
   "El budismo embrutece a los campesinos, mientras que el Angkar quiere glorificarlos y construir sobre ellos la prosperidad de nuestro amado país (...) El budismo es el opio del pueblo. ¡Y no veo por qué íbamos a tomar nuestra inspiración de un pasado capitalista que, por el contrario, queremos abolir! Cuando hayamos desembarazado a nuestro país de la plaga que infecta los espíritus –prosiguió–, cuando lo hayamos liberado de este ejército de cobardes que envilece el pueblo, entonces reconstruiremos una Camboya solidaria, unida por verdaderos lazos de fraternidad y de igualdad. Ante todo necesitamos construir nuestra democracia sobre bases sanas que no tienen nada que ver con el budismo. La podredumbre se ha inflitrado por todas partes, incluso en las familias".
   (François Bizot, Le Portail) 
  
   La noción de que la religión es el opio del pueblo, y de que el clero explota la credulidad del pueblo, para vivir de él, no debería sorprendernos. Lo que era nuevo era la distorsión radical otorgada a la aplicación literal de este concepto marxista.
   Una represión aplastante cayó sobre el budismo. Primero, los monjes más reverenciados fueron aniquilados, excepto unos pocos individuos que fueron capaces de refugiarse en la jungla. Los monjes fueron despojados de sus hábitos y puestos a trabajar como todos los demás. Las pagodas fueron cerradas al culto. Los monjes que rehusaban aceptar el nuevo orden cívico fueron llevados a prisión, donde muchos fueron liquidados. El número de clérigos que sobrevivió a los casi cuatro años del régimen de los jemeres rojos fue, desde luego, muy pequeño.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
   De un documento de evaluación distribuido por el Centro el 22 de septiembre de 1975:
   Los monjes budistas "han desaparecido de un 90 a un 95 por ciento", respecto a los restantes "no hay nada de qué preocuparse".
  
   Ante todo, se debe recordar que durante el gobierno republicano y la guerra civil, 1970-75, muchas pagodas ya habían sufrido varios grados de destrozo, debido a los bombardeos de los americanos y los 'lon-nolianos', porque los luchadores de la guerrilla a menudo se refugiaban allí. Tras el 17 de abril, prácticamente todos los objetos religiosos y las estatuas de Buda fueron destruidos. Muy raramente la gente fue capaz de salvarlos y enterrarlos. Sin embargo, la mayor parte de los edificios religiosos (pagodas, escuelas, dormitorios, refectorios y salas de reunión) fueron aprovechados para otros usos. Como lugares estratégicamente situados, las pagodas sirvieron a menudo de oficinas para la nueva administración o de cuarteles para el ejército, o los servicios de seguridad. Los edificios fueron utilizados como graneros o pocilgas. Sin embargo, muchos fueron convertidos en prisiones, o munty santebal, es decir, 'oficinas de seguridad interna'.
   Esto ofrecía una doble ventaja. La primera era práctica: si bien las pagodas tenían muchas puertas, a menudo tenían pocas ventanas. Una vez cerradas las puertas de madera, nadie podía observar qué es lo que realmente estaba ocurriendo en el interior. Los herreros de los pueblos instalaban redes de barras y anillos (khnohs) para encadenar a los prisioneros. Los prisioneros rotaban a ritmo rápido: día y noche, eran llevados a cámaras de interrogatorios y torturas, ejecutados y enterrados. Hoy, un buen número de pagodas están rodeadas de osarios, y no está claro todavía cuántos desgraciados están enterrados en estas fosas comunes. La segunda ventaja era simbólica: los jemeres rojos, en su frenesí profanador, estaban sin duda contentos de transformar estos lugares de serenidad, tradición y cultura en templos de odio, horror y muerte.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
   Para Henri Locard, los Chams, minoría musulmana de origen malayo residente en Camboya, no fueron objetivo específico de los castigos por el hecho de pertenecer a una comunidad que compartía ciertas características esencialmente religiosas en su naturaleza.
   Si, desde luego, sufrieron más a manos de los jemeres rojos que el resto de la población, fue porque ofrecieron más resistencia al nuevo régimen. Ellos, en particular, a duras penas aceptaron que en adelante ya no tenían el derecho al culto diario –un derecho también negado a la minoría católica, por ejemplo–. No siempre fueron, sin embargo, forzados a comer cerdo; además, generalmente, había poca o ninguna comida en los almuerzos colectivos. Y se servía cerdo sólo en las fiestas del Partido: allí, los Chams, como el resto de la población, podían lanzarse sobre esta carne prohibida como perros hambrientos –prueba de cómo el hambre se había convertido en la mayor obsesión de la gente.
  
   Es interesante recalcar que el polpotismo, una creencia virulentamente atea, funcionaba como una especie de forma pervertida de la religión. ¿No es ésa la verdadera definición de ideología?

   El Angkar se hacía pasar por un sustituto del dios omnisciente de las grandes religiones, y era el centro de todo poder. Entendemos así mejor por qué el régimen no podía tolerar el menor vestigio de creencia o religión. Era una cuestión de eliminar al competidor.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
   Recordamos haber leído en algún lugar las palabras que dirigió un monje budista tibetano a los soldados chinos del ejército maoísta que estaban ocupando por la fuerza el Tibet en 1959:
   "No penséis ni por un momento que cien años de marxismo van a acabar con dos mil quinientos años de budismo".
   Hoy, treinta años después de la caída del régimen de los jemeres rojos, Camboya ha recuperado la libertad de culto, y el budismo ha vuelto con fuerza a influir en diversos aspectos de la vida y la cultura de la sociedad camboyana (ver fotos en El pueblo camboyano).

   Indice de textos
  
  


 
El rey Sihanuk
 
   Los líderes del movimiento (revolucionario), y sus razones, permanecieron encubiertos. Para el mundo exterior, Camboya todavía estaba ostensiblemente regida por el gobierno del Frente Unido, fundado en Pekín en 1970 cuando el príncipe Norodom Sihanuk, jefe de Estado de Camboya, fue derrocado por un golpe de estado incruento mientras estaba en el extranjero, reemplazado por un gobierno que planteaba una alianza con los Estados Unidos. El príncipe había sido la cabeza visible de la resistencia en Pekín. Hacia 1972 los jemeres rojos controlaban la resistencia, pero en aras al respeto internacional continuaron operando tras la fachada de la coalición de Sihanuk.
   La pantomima continuó el resto de 1975.
   (David Chandler, Brother Number One. A political biography of Pol Pot)
  
   Palabras de Duch (Kang Kek Ieu), jefe de la prisión S-21, dirigidas a François Bizot, miembro de la Escuela francesa de Extremo Oriente, hecho prisionero por los jemeres rojos durante la guerra civil (1971):
   "Sihanuk no es para nosotros más que un símbolo. Por eso lo utilizamos. Nosotros los jemeres sabemos dar pruebas de astucia para defender nuestra dignidad".
   (François Bizot, Le Portail)
  
   Incluso antes de que los jemeres rojos alcanzaran el poder, ya usaban slogans en su propaganda para ganarse el corazón y la mente del pueblo camboyano –sobre todo, a las gentes del interior, para quienes era obligado decir: el príncipe Norodom Sihanuk es la encarnación del rey-dios. Izar alto la bandera del anterior soberano contribuyó significativamente a la victoria de los revolucionarios. La alianza era puramente táctica (...) De hecho, casi ningún camboyano, especialmente los del campo, tenía la más ligera idea del significado de la jerga marxista de los revolucionarios.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
   De una entrevista a Chhit Do, un ex-mando de los jemeres rojos, para un documental televisivo emitido en la región de Angkor, donde destapa que engañar a Sihanuk era una política deliberada del Partido:
   "Los líderes jemeres rojos nos dijeron que los cuadros importantes como nosotros éramos comunistas, pero que el pueblo creía en Sihanuk. Dijeron que los que nos habíamos unido al partido no debíamos creer en él. (...) Ninguno debíamos tener fe en Sihanuk, pero debíamos todavía dejar al pueblo creer en él. Ya lo ve, había educación pública y educación encubierta. Si todavía creíamos en Sihanuk, explicaron, no tenía ningún sentido hacer la revolución. Sihanuk y la revolución, nos dijeron en secreto, eran enemigos mutuos.
   Si en cierto momento los jemeres rojos no se hubieran aliado con Sihanuk, hubieran sido incapaces de continuar con la lucha, no hubieran sido capaces de desafiar a Lon Nol. Por eso se aliaron con Sihanuk y le pusieron de fachada. Le pusieron como fachada porque sus súbditos lo habían admirado y respetado durante mucho tiempo".
  
   De un documento de evaluación distribuido por el Centro el 22 de septiembre de 1975:
   "También controlamos a Sihanuk, y él no tiene nada en absoluto" (...) "Ha de estar totalmente bajo nosotros, material y políticamente" (...) "Lo tenemos todo, todo depende de nosotros, incluso el palacio. Es nuestro palacio".    
  
   Declaración oficial del príncipe Norodom Sihanuk (2 abril 1976), en la que proclamó su renuncia al trono de Camboya en favor del nuevo régimen de los jemeres rojos:
   El 20 marzo 1976, el pueblo de Kampuchea ha tenido la gran dicha y el gran orgullo de celebrar elecciones generales, procediendo democráticamente a la elección de los representantes que deben  presidir el seno de la Asamblea Popular de Kampuchea.
   Esta Asamblea soberana, cuyos miembros han sido elegidos por el pueblo en razón de su patriotismo y de su importante contribución al éxito total de la lucha de liberación nacional y de la revolución de Kampuchea, procederá a su vez a la elección de los patriotas que deberán componer el gobierno de Kampuchea Democrática, por una parte, y de la presidencia del Estado de Kampuchea Democrática, por otra.
   Así tendrá lugar la completa implantación de los organismos e instituciones políticas del Estado, conforme a las disposiciones de la Constitución de Kampuchea Democrática, obra magistral de los heroicos luchadores y luchadoras del ejército revolucionario de Kampuchea, de los campesinos y campesinas, de los obreros y obreras y demás trabajadores patriotas, a los cuales Kampuchea debe su liberación total de las garras del imperialismo U.S. y del régimen de los traidores, su revolución y su auténtica democracia.
   En lo que a mí concierne, estoy extremadamente orgulloso y feliz de haber podido, desde marzo 1970, acompañar al pueblo de la amada Kampuchea en este prestigioso e histórico 'viaje' que culmina hoy con la entrada de Kampuchea en una nueva era donde el pueblo será en lo sucesivo el verdadero y único dueño de sus destinos y de los destinos de la nación y de la patria; una nueva era que será, sin ninguna duda, la más radiante y más gloriosa de nuestra historia nacional bimilenaria.
   (...)
   Así pues, todos mis deseos más queridos han sido realizados. Mejor todavía, nuestra Kampuchea, gracias a sus héroes y heroínas revolucionarios, ha realizado hazañas que se inscriben entre las más grandes de la historia de la humanidad, por ejemplo: ser la primera en vencer totalmente y por primera vez en la historia al orgulloso y sedicente 'invencible' imperialismo U.S., el más poderoso, el más cruel, el más obstinado imperialismo del mundo y de todos los tiempos.
   En lo que me concierne personalmente, inmediatamente después de la liberación, nuestro pueblo, nuestro Angkar revolucionario, nuestro ejército revolucionario, me han rendido solemne homenaje como patriota resistente y me han renovado espontáneamente el mandato de Jefe del Estado de Kampuchea; a continuación, me han invitado a volver oficialmente a Kampuchea y me han reservado, como ya habían hecho en plena guerra, en marzo 1973, una acogida solemne, extremadamente cordial y calurosa, y ofrecido una hospitalidad llena de afecto, de respeto y de atenciones, mostrándome, con orgullo, ¡oh, qué justificado!, sus maravillosas, innumerables y muy importantes realizaciones, de las que las más admirables son los nuevos sistemas de irrigación que van a hacer, con toda seguridad, que nuestro país sea uno de los más avanzados y desarrollados en materia de agricultura.
   Habiendo estado a la cabeza del Estado camboyano desde el año 1941, reúno hoy treinta y cinco años de servicio.
   (...)
   Desde estos sentimientos, y convencido de la comprensión fraterna, para conmigo, de nuestro pueblo y de nuestro Angkar revolucionario, les pido tengan la bondad de permitirme, a partir de hoy, retirarme, dando por seguro que permaneceré siempre, en todos los lugares y todas las circunstancias, como un ferviente 'partidario' del pueblo de Kampuchea, de la revolución, de la Asamblea Popular, del gobierno, de la presidencia del Estado, del Angkar revolucionario y del ejército revolucionario Moha Aschar de Kampuchea Democrática.
  
   Declaración oficial del gobierno de Kampuchea Democrática, dos días después, en respuesta a la declaración de Norodom Sihanuk pidiendo su retirada:
   Tras haber tenido conocimiento de la declaración del Jefe de Estado Samdech Norodom Sihanuk, de fecha de 2 abril 1976, pidiendo su retirada, el Consejo de ministros se ha reunido el 4 abril 1976, bajo la presidencia de Samdech Norodom Sihanuk, Primer Ministro, para proceder a un examen minucioso de la cuestión.
   El Consejo de ministros estima que Samdech Norodom Sihanuk es un príncipe eminentemente patriota, que ha tomado parte activa en la lucha de liberación nacional contra la guerra de agresión extremadamente bárbara de los imperialistas americanos y de sus lacayos. (...) Sin embargo, Samdech ha expresado el deseo de retirarse para consagrarse a su vida familiar tras treinta y cinco años de actividades políticas.
   El Consejo de ministros ha expresado su pesar ante esta petición de retirada de Samdech Norodom Sihanuk. Pero respetando su alto deseo, el Consejo de ministros ha decidido aceptar esta petición y, al mismo tiempo, el Consejo de ministros ha decidido proponer a la Asamblea de los representantes del pueblo lo siguiente:
   1º) (...) conceder a Samdech Norodom Sihanuk el título de 'gran personalidad patriota'. Al mismo tiempo, el Consejo de ministros propone la erección de un monumento en homenaje a los servicios prestados por Samdech Norodom Sihanuk;
   2º) el gobierno de Kampuchea Democrática asegurará enteramente los medios de existencia de Samdech y de su familia, dignos de su título de antiguo Jefe de Estado y antiguo presidente del Frente Unido Nacional de Kampuchea. Al mismo tiempo, el gobierno de Kampuchea Democrática propone asignar a Samdech una pensión de retiro trimestral de 2.000 dólares, o sea, 8.000 dólares al año.
   El gobierno someterá las antedichas propuestas al examen y acuerdo de la Asamblea de representantes del Pueblo de Kampuchea.
   Phnom Penh, el 4 abril 1976.
   El Gobierno de Kampuchea Democrática.
   (Textos recogidos por François Ponchaud en Cambodge, année zéro)
  
   Indice de textos
  
  

 
La dictadura después de la dictadura
 
   Tras el derrocamiento de los jemeres rojos a comienzos de 1979, los vietnamitas reclamaron como botín de guerra gran parte del material utilizable (de los productos confiscados a los camboyanos), llevándoselo en barcos y camiones, mientras los camboyanos miraban silenciosa y sombríamente, ya que se les prohibió entrar en la capital hasta muchos meses después de la toma de poder de sus nuevos amos. Un vietnamita, por ejemplo, hizo una fortuna reparando y vendiendo todos los pianos robados en Camboya.
  
   Anotemos finalmente que, durante el régimen que reemplazó a los jemeres rojos, de 1979 a 1989, los años de la República Popular de Kampuchea, la propaganda del gobierno de Heng Samrin se basaba igualmente en slogans, que tenían un papel en la educación de las 'masas': una forma de aprendizaje tradicionalmente jemer. Este régimen, pese a ser apodado como 'jemeres rojos II', fue de naturaleza muy diferente, ya que se reestablecieron algunos derechos y el régimen respaldado por Vietnam encauzó al país por la larga ruta de la reconstrucción. (...) El nuevo régimen permitió a los granjeros regresar a sus pueblos, cuando no habían decidido refugiarse en el extranjero. No obstante, no había libertad de movimiento sin autorización oficial y el Partido ejercía un control completo sobre la población, incluso en las zonas rurales. (...)
   A lo largo de la década en que los vietnamitas estuvieron en Camboya, las autoridades nunca perdieron la ocasión de repetir a todos sin excepción los horrores del régimen polpotista, describiéndoles como 'auto-genocidas', de modo que la bienintencionada ocupación del 'hermano mayor' vietnamita pareciera, por comparación, menos onerosa.
  
   Bajo el gobierno de Heng Samrin, los colaboradores vietnamitas camboyanos simplemente sustituyeron el Angkar por pak, que significa 'el Partido'.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book) 

   Indice de textos
  
  

 
  
1984 llegó en 1975
  
   La realidad imita a la literatura. Son sorprendentes los muchos paralelismos entre la realidad que vivió Camboya bajo el régimen de Pol Pot y la ficción ideada tres décadas antes (en 1948) por George Orwell en su novela '1984', una de las obras imprescindibles de la literatura del siglo XX.
   Estas semejanzas han sido señaladas por muchos observadores de la sociedad camboyana bajo los jemeres rojos, pero no está de más refrescar la memoria releyendo la obra de Orwell, para comprobar hasta qué punto el autor 'pronosticó' lo que iba a suceder en países cuyos gobernantes trataron de implantar entre sus súbditos y a toda costa la utopía comunista, e incluso lo que está sucediendo en el presente. En el siglo XXI, '1984' sigue siendo una novela rabiosamente actual.
   Para una mayor facilidad de lectura de este capítulo, los textos de George Orwell aparecen en color verde.
  
   Orwell describió un gran número de medios de control de la población treinta años antes de que la sociedad polpotiana apareciera –lo cual no es sorprendente, ya que la forma con que los jemeres rojos controlaban la sociedad revolucionaria estaba ampliamente inspirada en el estalinismo.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
   Son los temas tópicos de la deformación de la historia, el uso de la propaganda política y el rechazo de los sistemas totalitarios, que aquí (en 1984) alcanzan un tratamiento muy pormenorizado, pero que no son en absoluto nuevos en Orwell, ya que tienen su raíz en la experiencia vivida por él en la guerra civil española.
   (Fernando Galván, introducción a '1984', Editorial Austral, Barcelona, 2008)
  
   1984 es un documento de oscura desilusión no sólo con el estalinismo, sino con cualquier forma y tipo de socialismo. Es un grito desde el abismo de la desesperación. ¿Qué fue lo que sumió a Orwell en ese abismo? Pues sin duda el espectáculo de las grandes purgas estalinistas de 1936-1938, cuyas repercusiones experimentó en Cataluña.
   (Isaac Deutscher, '1984. The Mysticism of Cruelty', New Jersey, 1974)
  

La perversión del lenguaje
  
   Desde donde Winston se hallaba, podían leerse, adheridas sobre su blanca fachada, en letras de elegante forma, las tres consignas del Partido:
  
   LA GUERRA ES LA PAZ
   LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD
   LA IGNORANCIA ES LA FUERZA
   (George Orwell, 1984, Parte I, cap. I)
  
   Como recalcó Michel Heller, el slogan es el fundamento del lenguaje totalitario. Tiene un "carácter monosemántico, que excluye cualquier lectura diferente", y "deja poco espacio para la duda". En la Unión Soviética, el lenguaje era el pilar de la lucha por el poder. "El poder prestaba los significados a las palabras". Esta 'neolengua' (newspeak) expresa falacias y presenta lo falso como realidad. Los slogans nos inician en un universo de "pensamiento paradójico, en una logocracia, donde el poder está en la punta de la lengua". Estamos exactamente en el centro de un universo orwelliano "donde las palabras son enteramente autónimas", es decir, su propio referente son ellas mismas.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
   No podemos dejar aquí de citar el mil veces citado diálogo entre Humpty Dumpty y Alicia:
   –Cuando yo empleo una palabra –dijo Humpty Dumpty en tono despectivo–, significa exactamente lo que yo quiero que signifique: ni más ni menos.
   –La cuestión es –dijo Alicia–, si puede usted hacer que las palabras signifiquen tantas cosas distintas.
   –La cuestión es quién manda –dijo Humpty Dumpty–; nada más.
   (Lewis Carroll, Alicia a través del espejo)
  
   Orwell nos explicó en 1984 cómo, en una sociedad totalitaria, las palabras tienen que ser vaciadas de sus significados aceptados con el fin de hacer impensable el pensamiento libre individual. Pone el ejemplo del adjetivo 'libre', que no tiene ya ningún sentido figurado, sino sólo un significado práctico como en 'un jardín libre de malas hierbas'. Su significado más amplio y, por supuesto, político se habría evaporado.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
   –¿No ves que la finalidad de la neolengua es limitar el alcance del pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabaremos haciendo imposible todo crimen del pensamiento. (...) Cada año habrá menos palabras y el radio de acción de la conciencia será cada vez más pequeño. (...)
   Hacia el 2050, quizá antes, habrá desaparecido todo conocimiento efectivo del viejo idioma. Toda la literatura del pasado habrá sido destruida. Chaucer, Shakespeare, Milton, Byron... sólo existirán en versiones neolingüísticas, no sólo transformados en algo muy diferente, sino convertidos en lo contrario de lo que eran. Incluso la literatura del Partido cambiará; hasta los eslóganes serán otros. ¿Cómo vas a tener un eslogan como el de "la libertad es la esclavitud" cuando el concepto de libertad no exista?
   (George Orwell, 1984, Parte I, cap. V)
  
  
El doblepensar
  
   Sin embargo, un buen número de estos dichos característicos de la jerga revolucionaria, con metáforas tomadas del entorno jemer, son, en teoría, máximas admirables. En la práctica, eran completamente deformados con maquiavélica astucia. Son buenos ejemplos de 'doblepensar' (doublethink) orwelliano. Dicen cosas admirables, pero su verdadero significado es una realidad terrorífica (...) Estos slogans ambivalentes nos muestran ciertamente cómo el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
   Su mente se deslizó por el laberíntico mundo del doblepensar. Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones, sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas; emplear la lógica contra la lógica, repudiar la moralidad mientras se recurre a ella, creer que la democracia es imposible y que el Partido es el guardián de la democracia; olvidar cuanto fuera necesario olvidar y, no obstante, recurrir a ello, volverlo a traer a la memoria en cuanto se necesitara y luego olvidarlo de nuevo; y, sobre todo, aplicar el mismo proceso al procedimiento mismo. Ésta era la más refinada sutileza del sistema: inducir conscientemente a la inconsciencia, y luego hacerse inconsciente para no reconocer que se había realizado un acto de autosugestión. Incluso comprender la palabra implicaba el uso de doblepensar.
   (George Orwell, 1984, Parte I, cap. III)
  

El Gran Hermano te vigila
  
   El Angkar tiene tantos ojos como una piña.
   (Uno de los slogans más repetidos en el régimen de los jemeres rojos, que servía como advertencia)
  
   Este slogan lo dice todo. Es la naturaleza del polpotismo, y lo que Robert Jay Lifton, hablando de la Revolución Cultural, llama, con razón, 'totalismo'. Totalismo es una ideología revolucionaria 'totalística' que intenta controlar todas las cosas, y a todos los seres humanos en su totalidad. El Angkar era un ser omnipresente, fuente de todo poder y toda autoridad, con los atributos de un dios. (...)
   En la esfera política, tenemos también aquí una versión jemer roja del famoso aforismo de Orwell: "El Gran Hermano te vigila" ("Big Brother is watching you"). Pero los líderes jemeres rojos eran más taimados, ya que el Angkar no tenía rostro y no había carteles de Pol Pot en los muros de ciudades o pueblos, como hay en 1984. Aún y todo, Pol Pot (...) se dejaba llamar 'Hermano Número Uno' o, más pertinentemente, 'Gran Hermano', al menos entre los jemeres rojos, no hace falta decirlo, ¡ya que la gente corriente no le conocía!
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
  
La utilización de los niños
  
   "Jóvenes, vosotros sois los hijos e hijas del Angkar. Dadnos toda la información sobre quiénes son vuestros padres".
   (Consigna con la que los jemeres rojos manipulaba a los niños para denunciar y espiar a los adultos)
El holocausto camboyano 
   Los jemeres rojos, en esencia, utilizaban a niños, así como a soldados adolescentes, llamados chhlops o 'milicia', para espiar. Los últimos (...) eran los ojos del Angkar en las comunas populares.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
   Con aquellos niños, pensó Winston, la desgraciada mujer debía de llevar una vida terrorífica. Dentro de uno o dos años sus propios hijos podían descubrir en ella algún indicio de herejía. Casi todos los niños de entonces eran horribles. Lo peor de todo era que esas organizaciones, como la de los Espías, los convertían sistemáticamente en pequeños salvajes ingobernables, y, sin embargo, este salvajismo no les impulsaba a rebelarse contra la disciplina del Partido. Por el contrario, adoraban al Partido y a todo lo que se relacionaba con él. Las canciones, los desfiles, las pancartas, las excursiones colectivas, la instrucción militar infantil con fusiles de juguete, los eslóganes gritados por doquier, la adoración del Gran Hermano..., todo ello era para los niños un estupendo juego. Toda su ferocidad revertía hacia fuera, contra los enemigos del Estado, contra los extranjeros, los traidores, saboteadores y criminales del pensamiento. Era casi normal que personas de más de treinta años les tuvieran un miedo cerval a sus hijos. Y con razón, pues apenas pasaba una semana sin que el Times publicara unas líneas describiendo cómo alguna viborilla –la denominación oficial era 'heroico niño'– había denunciado a sus padres a la Policía del Pensamiento contándole a ésta lo que había oído en casa.
   (George Orwell, 1984, Parte I, cap. II)
  
  
La reescritura de la historia
  
   Pol Pot decidió que su Partido Comunista de Kampuchea había sido fundado el 30 septiembre 1960, prácticamente en el mismo aniversario de la entrada triunfal de Mao en Pekín en 1949. Jugando con el pasado, Pol Pot hizo un limpio barrido de la historia del Partido anterior a esa fecha, y particularmente de sus lazos con Vietnam. Por supuesto, el mes de octubre también evoca la imagen de la Revolución de Octubre de Rusia, y lo que es más, Mao tuvo la gracia de morir en esa misma época del año.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
   El famoso discurso del 27 septiembre 1977, en que Pol Pot reveló al mundo que el Angkar era en realidad el CPK, el Partido Comunista de Kampuchea, no fue radiado hasta dos días más tarde, con motivo del solemne comienzo de las tres jornadas de celebración para el ensalzamiento del Partido, el 29 y 30 de septiembre, seguidas del simbólico tercer día del 1 de octubre.
  
   Por entonces Pol Pot y su séquito ya habían volado a Pekín, la Meca de la revolución total, para celebrar con Hua Guonfeng, en comunión con el alma del Gran Timonel, que había muerto un año antes, el vigésimoctavo aniversario de la toma de poder de Mao en 1949. Por arte de magia, esta fecha se convirtió milagrosamente, también, en el decimoséptimo aniversario del triunfo de Pol Pot. Así, esta reescritura de la historia del Partido Comunista de Camboya situó la fundación del Partido a finales de septiembre 1960, en vez de en 1951, en una importante reunión secreta de los revolucionarios que iban a formar más tarde el núcleo del Angkar, en un cuarto trasero de la Estación de Ferrocarriles de Phnom Penh.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
   Si el Partido podía alargar la mano hacia el pasado y decir que este o aquel acontecimiento nunca había ocurrido, esto resultaba mucho más horrible que la tortura o la muerte.
   (...)
   Y si todos los demás aceptaban la mentira que impuso el Partido, si todos los testimonios decían lo mismo, entonces la mentira pasaba a la Historia y se convertía en verdad. "El que controla el pasado –decía el eslogan del Partido– controla también el futuro. El que controla el presente, controla el pasado". Y, sin embargo, el pasado, alterable por su misma naturaleza, nunca había sido alterado. Todo lo que ahora era verdad había sido verdad eternamente y lo seguiría siendo. Era muy sencillo. Lo único que se necesitaba era una interminable serie de victorias que cada persona debía lograr sobre su propia memoria. A esto le llamaban 'control de la realidad'. Pero en neolengua había una palabra especial para ello: doblepensar.
   (George Orwell, 1984, Parte I, cap. III)
  
  
Amar al Partido
  
   "Ama al Angkar, sincera y lealmente".
   "Tu amor por el Angkar tiene que ser ilimitado".
   (Slogans de los jemeres rojos)
  
   Los revolucionarios jemeres-maoístas se esforzaron en despertar un cariño profundo por el Angkar, como había hecho Mao. Mao-Angkar era un dios, y una fuente de amor y de radiante y eterna felicidad.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
   Volvió a mirar el retrato del Gran Hermano. ¡Aquél era el coloso que dominaba el mundo! (...)
   Contempló el enorme rostro. Le había costado cuarenta años saber qué clase de sonrisa era aquella oculta bajo el bigote negro. ¡Qué cruel e inútil incomprensión! ¡Qué tozudez la suya exilándose a sí mismo de aquel corazón amante! Dos lágrimas, perfumadas de ginebra, le resbalaron por las mejillas. Pero ya todo estaba arreglado, todo alcanzaba la perfección, la lucha había terminado. Se había vencido a sí mismo definitivamente. Amaba al Gran Hermano.
   (George Orwell, 1984, párrafo final)
 
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Diccionario de neolengua de los jemeres rojos
  
Angkar
   Angkar significa literalmente 'organización', en lengua jemer.
   El Angkar de los jemeres rojos era una organización invisible y omnisciente, de la que emanaban todos los dictados de obligado cumplimiento, la que puso en marcha la maquinaria imparable de purgas, castigos, torturas y ejecuciones sumarias que sufrieron varios millones de camboyanos entre 1975 y 1979. Una organización de la que nadie sabía nada y que controlaba a todos. El Angkar era el Partido Comunista de Kampuchea (CPK), era su Comité Ejecutivo, y era también el aparato de seguridad del Estado, incrustado en cada célula de la sociedad. El Angkar era sobre todo Pol Pot.
   Todo el mundo estaba bajo la vigilancia del Angkar, incluso los que tenían altas posiciones en el Partido. Pero la población en general no tenía ni la más remota idea de las identidades de los dirigentes de esa organización que gobernaba el país.
   Angkar loeu, 'la alta organización', era el núcleo de más alto rango del Angkar, formado por Pol Pot y su camarilla más inmediata.
  
Cooperativa
   El sahakor polpotista, como el kolkhoz soviético, no era una granja cooperativa, sino, de hecho, de acuerdo con Alain Besançon, "una plantación de esclavos, bajo el control de una burocracia y el ojo vigilante de un sistema represivo". Tal descripción define claramente el universo de las colectivizaciones bajo la Kampuchea Democrática.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book)
  
CPK
   Acrónimo de 'Partido Comunista de Kampuchea', la secta política omnipresente y todopoderosa dirigida por Pol Pot que, tras llegar al poder, rigió los destinos de Camboya durante la dictadura de los jemeres rojos. Equivale a Angkar ('Organización').
  
Dispersar
   "Ellos no decían 'matar', decían 'dispersar a la gente del viejo gobierno'. Dispersarles (komchat), no dejarles permanecer en el entramado. No significa 'destruir' (komtec)... Destruir quiere decir 'matar', pero ellos usaban una palabra genérica, 'dispersar'". (Testimonio de Heng Samrin, dictador de Camboya, jefe del gobierno títere de Vietnam que sustituyó a la dictadura de Pol Pot).
   El saber manejar diversos eufemismos era una cualidad muy valorada entre los jemeres rojos.

Gran Hermano
   Bong thom, en lengua jemer. O también 'Hermano Número Uno' (bong ti muey). Forma coloquial entre los jemeres rojos de referirse en las reuniones internas del Partido a su jefe supremo Pol Pot.
   Al igual que el 'Gran Hermano' de '1984' de Orwell, Pol Pot encarnaba el ojo que todo lo ve, la oreja que todo lo oye en la sociedad camboyana, cuyos miembros padecieron la desdicha de vivir vigilados día y noche por los guardianes de la revolución, que actuaban también como Policía del Pensamiento, detectando hasta la más mínima desviación en la conducta de los camboyanos con respecto a sus rígidas reglamentaciones, y denunciándolas como 'contrarrevolucionarias'.
   Es triste comprobar cómo el concepto de 'Gran Hermano', que creó George Orwell para describir la personalización de un poder omnímodo que vigila hasta los detalles más íntimos de la vida privada de sus súbditos, ha sido banalizado hasta el punto de que hoy la mayoría de la gente cree que se trata del título de un programa de TV: ese subproducto de ocio televisivo con pretensiones sociológicas, popularizado los últimos años en muchos países, quizá con la subrepticia intención de que nos vayamos acostumbrando a estar rodeados de cámaras de vigilancia.
  
   EL GRAN HERMANO TE VIGILA
   (Texto del cartel omnipresente en '1984' de George Orwell)
  
Igualdad
   Todos los animales son iguales.
   Pero algunos animales son más iguales que otros.
   (George Orwell, Rebelión en la granja)
  
Jemer
   No confundir jemer con jemer rojo. Jemer (khmer, en la transcripción anglosajona) es el nombre de la etnia mayoritaria de Camboya, y como adjetivo hace referencia a su civilización y su cultura: existe una lengua jemer, una arquitectura jemer, una gastronomía jemer, etc.
   Jemer rojo (Khmer rouge) hace referencia al grupo de guerrilleros revolucionarios que detentaron el poder en Camboya de 1975 a 1979 e implantaron el régimen dictatorial de Kampuchea Democrática, cuya cabeza (in)visible era Pol Pot.
  
Kampuchea Democrática
   El nombre oficial de Camboya bajo la dictadura de los jemeres rojos de Pol Pot. El hecho de llamar 'Democrático' a un sistema de tiranía donde no sólo no existen elecciones libres, sino donde toda iniciativa individual está proscrita, es algo más que un sarcasmo. Es un arma lingüística conscientemente utilizada para propagar una idea falsa, en los antípodas de la realidad, cuya aceptación acrítica reporta réditos políticos a la facción que detenta el poder. Otras dictaduras semejantes utilizan como sustitutivo o como complemento la palabra 'Popular'.
   Algunos ejemplos:
República Democrática de Alemania (ex-Alemania del Este)
República Democrática Popular de Corea (Corea del Norte)
República Popular China
República Popular Democrática de Yemen (ex-Yemen del Sur)
República Popular de Kampuchea (dictadura vietnamita en Camboya, 1979-89)
'Democracia Orgánica' (dictadura de Franco en España, 1939-1977)

Revolución Cultural
   ¡Qué bien suenan estas palabras! Parecen abogar por un cambio radical en la conciencia del individuo, instándole a abandonar los viejos clichés culturales y a adoptar nuevos conceptos en pro de una nueva cultura que contribuya a una sociedad más justa y solidaria.
   Lástima que cuando nos enteramos de lo que significaba realmente 'Revolución Cultural' en labios de Mao Zedong o de Pol Pot, el globo se pincha con la más sonora de las explosiones.
  
   En pocas palabras, la revolución maoísta, y sobre todo la 'Revolución Cultural', era la revancha de los ignorantes sobre los educados, el triunfo del oscurantismo, voltear cabeza abajo la meritocracia de nuestro viejo mundo: cuantos menos diplomas tuvieras, mayor poder alcanzarías.
   (Henri Locard, Pol Pot's Little Red Book) 
 
   Indice de textos
  
  
   
   

  

  
EL HOLOCAUSTO CAMBOYANO
  
Bibliografía consultada
  
- Bizot, François.  Le Portail (prefacio de John Le Carré, Editions de La Table Ronde, París, 2000)
- Chandler, David P.  Brother Number One. A political biography of Pol Pot (Silkworm Books, 1999)
- Chandler, David P.  Voices from S-21. Terror and history in Pol Pot's secret prison (Silkworm Books, Tailandia, 2000)
- Gilboa, Amit.  Off the rails in Phnom Penh (Asia Books, Bangkok, 1998)
- Kiernan, Ben.  The Pol Pot regime. Race, power and genocide in Cambodia under the Khmer Rouge, 1975-79 (Silkworm Books, Yale University, 1996)
- Kiernan, Ben.  How Pol Pot came to power. Colonialism, nationalism, and communism in Cambodia (Yale University Press, New Haven y Londres, 2004)
- Locard, Henri.  Pol Pot's Little Red Book. The sayings of Angkar (prólogo de David Chandler, Silkworm Books, 2004)
- Nath, Vann.  A Cambodian Prison Portrait. One Year in the Khmer Rouge's S-21 (White Lotus Press, Bangkok, 1998)
- Orwell, George.  1984 (introducción de Fernando Galván, Editorial Austral, Barcelona, Madrid, 2008)
- Orwell, George.  Rebelión en la granja (título original: Animal Farm. Editorial Guillermo Kraft, Barcelona, 1969)
- Ponchaud, François.  Cambodge, année zéro (Editions Kailash, 2001)
- Ung, Loung.  D'abord, ils ont tué mon père (título original: First they killed my father. Plon, 2002)
- Yathay, Pin.  Tu vivras, mon fils (título original: Stay alive, my son. Prefacio de David Chandler, L'Archipel, París, 2005)

  
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EL HOLOCAUSTO CAMBOYANO

Indice de textos
Un viaje al corazón de las tinieblas
Algunos hitos en la historia de Camboya
La intervención de Estados Unidos
La evacuación de las ciudades
La conexión con China
El conflicto con Vietnam
¿Quién era Pol Pot?
El socialismo según los jemeres rojos
La Constitución de Kampuchea Democrática
El himno nacional
  
La propaganda como arma
Prisión secreta S-21 (Tuol Sleng)
The Killing Fields
La sima de la muerte
Las minas antipersona
La precaria economía de Camboya
La autosuficiencia y el ahorro
El sistema sanitario
La educación y la reeducación
La utilización de jóvenes y niños
  
La destrucción de la familia
La abolición de la propiedad y del dinero
La anulación de la individualidad
La depuración de los enemigos
El opio del pueblo
El rey Sihanuk
La dictadura después de la dictadura
1984 llegó en 1975
Diccionario de neolengua de los jemeres rojos
Bibliografía
     
Indices de fotos
EL HOLOCAUSTO CAMBOYANO

Indice general
Indice 01     Prisión secreta S-21
Indice 02     Prisión secreta S-21
Indice 03     Prisión secreta S-21. Un testimonio pictórico
Indice 04     Un testimonio pictórico. Los campos de exterminio
Indice 05     Los campos de exterminio
Indice 06     Las minas antipersona
  
EL PUEBLO CAMBOYANO
Una extensa galería de retratos de los habitantes de Camboya en la actualidad.
  
Otras exposiciones de fotos de Camboya en fotoAleph




EL PUEBLO CAMBOYANO
  
El pueblo camboyano
ANGKOR
Una civilización devorada por la jungla
  
Angkor
ANGKOR
El corazón de Camboya
  
Angkor





Otras exposiciones de fotos de Indochina en fotoAleph




BIRMANIA SE MUEVE
  
Birmania se mueve
MYANMAR
Bienvenidos al país dorado
  
Myanmar
TAILANDIA
La llamada de Oriente
  
Tailandia
ACERCAMIENTO A TAILANDIA
  
Tailandia




MIRADAS SOBRE LAOS
  
Miradas sobre Laos
RECUERDOS DEL PASADO
La herencia colonial en Asia
  
Recuerdos del pasado


  
  
   

  

  
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EL HOLOCAUSTO CAMBOYANO

  
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Fotografías: Eneko Pastor
Realizadas en Camboya
Nota.  Las fotografías (refs. 40650001 a 40650102) mostradas en nuestro sitio-web bajo el título de 'El holocausto camboyano' no están sujetas a comercialización por parte de fotoAleph.
  
  
  

  
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