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 LALIBELA
 Etiopía rupestre
Lalibela

   Lalibela es un pueblo en el corazón de Etiopía que constituye uno de los más importantes centros religiosos de la cristiandad etíope y es desde hace siglos una concurrida meta de peregrinaciones.
   Lalibela esconde en sus entrañas un tesoro arquitectónico que ha sido calificado por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad: un excepcional conjunto de iglesias y edificios rupestres monolíticos, esculpidos –que no construidos– en su subsuelo rocoso durante la Edad Media, con el propósito de crear en África una nueva Jerusalén.
   Estas iglesias no son fósiles arqueológicos sino instituciones vivas, que mantienen vivo el culto hasta el día de hoy. Quienes las visiten pueden asistir a ceremonias religiosas en un ambiente propio de otros tiempos, y conocer algunas de las curiosas peculiaridades del cristianismo ortodoxo etíope, la mayor en número de fieles de las iglesias independientes orientales.
   180 fotografías on line de Agustín Gil y Eneko Pastor
Indice de textos
La Jerusalén de Africa
Un heterodoxo cristianismo ortodoxo
Las iglesias monolíticas de Lalibela
Otros parajes rupestres de Etiopía
Bibliografía
Indices de fotos
Indice general
Bajo el signo de la cruz
Misa de sábado
Monjes y sacerdotes
Arquitectura rupestre
Ventanas
Otros parajes rupestres
  


  
  
  
   "Me trasladó en espíritu a un monte grande y alto y me mostró la ciudad santa de Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, y tenía la gloria de Dios. Su resplandor era como el de una piedra muy preciosa, como jaspe cristalino."
   (Apocalipsis)
   
  

   
La Jerusalén de África
 
   Lalibela es un pequeño pueblo rural asentado a 2.600 m de altitud en las onduladas estribaciones del monte Abuna Joseph, región de Lasta (estado de Amhara), en el centro-norte de Etiopía. Según la Agencia Central de Estadística de Etiopía, su población en 2005 era de 14.668 habitantes, de los que la mayoría profesaba el credo cristiano ortodoxo etíope.
   Centro religioso con una nutrida comunidad monástica, Lalibela es la segunda ciudad santa del país después de Axum. Es asimismo una importante meta de peregrinaje y un lugar muy venerado por los fieles nativos.
   Su nombre primitivo era Roha. Fue rebautizado como Lalibela en honor a su monarca Gebre Meskal Lalibela, el más ilustre rey de la dinastía zagüe (o zagwe), de la que la ciudad de Roha fue capital durante 300 años. Según la tradición, este emperador (rey de reyes) impulsó la creación de las once iglesias monolíticas que han hecho famoso al lugar. El soberano las mandó fundar con la intención de reemplazar a Axum como capital imperial de Etiopía.
Lalibela   Gebre Maskal Lalibela (1172-1212), personaje canonizado por la Iglesia Etíope, había nacido en Roha, siendo el benjamín de la familia reinante. Al poco tiempo de nacer, un enjambre de abejas se posó en su cuna, lo que suponía un claro augurio sobre el futuro glorioso a que estaba destinado. Nunca tan pocas sílabas tuvieron tanto sentido: Lalibela quiere decir en la lengua de los zagües 'las abejas reconocen su soberanía'.
   La historia, como es habitual en Etiopía, se entreteje con la leyenda cuando relata que Dios ordenó al rey construir diez iglesias monolíticas, proporcionándole instrucciones detalladas sobre su estructura arquitectónica e incluso sus colores.
   Cuentan también que Lalibela, cuando era muchacho, fue envenenado por su hermanastro, que era a la sazón el rey y temía que le disputara el trono. Lalibela cayó en un coma de tres días durante los cuales fue llevado al cielo, donde tuvo una visión de una ciudad enteramente esculpida en roca que le inspiró el proyecto. Otros relatos aseguran que Lalibela marchó en peregrinación a Jerusalén, la ciudad santa de los judíos, los cristianos y los musulmanes, y allí hizo el voto de crear una Nueva Jerusalén cuando regresara a su tierra.
   Leyendas no faltan en torno a estas iglesias: hay incluso quienes afirman que fueron realizadas por los templarios europeos. Se habla asimismo de la existencia de un largo túnel subterráneo que conduce de Lalibela a Jerusalén.
   La undécima iglesia de Lalibela fue supuestamente realizada por Meskal Kebra, la esposa del rey Lalibela, también venerada como santa por la Iglesia Etíope.
  
   Indice de textos
  
   Las iglesias de Lalibela están divididas en dos grupos de cinco (a excepción de Bet Giorgis, que fue esculpida aislada), las de cada grupo conectadas entre sí por un laberinto de túneles y desfiladeros, y provistas de un sistema de canales de evacuación de aguas, murallas, fosos y trincheras, todos ellos rupestres, así como de pasadizos destinados a procesiones rituales.
   Los dos grupos de iglesias están esculpidos en dos promontorios rocosos diferentes, separados por un profundo barranco horadado por un torrente semiseco al que llaman río Jordán. En su cauce se levanta una cruz monolítica labrada en una roca de la orilla (foto002), que marca el punto de partida del recorrido ritual por las iglesias de Lalibela.
   El grupo a un lado del Jordán representa la Jerusalén terrenal, mientras que el del otro lado simboliza la Jerusalén celestial, la ciudad de oro y joyas que resplandece en el cielo 'como jaspe cristalino' de la que habla el Apocalipsis (21: 11).
   Las once iglesias de Lalibela constituyen metafóricamente las estaciones de una peregrinación a Jerusalén, una especie de via-crucis que conduce al devoto de la casa de Belén al pretorio de Pilatos, y de aquí al Gólgota. No falta tampoco la tumba de Adán, el huerto de Getsemaní, la colina del Calvario y, en las cercanías, el monte Tabor.
   El mismo territorio de Lalibela es denominado por los nativos 'Tierra Santa'. En una de sus colinas se replantaron siete olivos traídos del Monte de los Olivos de Jerusalén.
   También los nombres de las iglesias contienen reminiscencias judías: Beth significa 'casa' en hebreo. Así, la iglesia llamada Bet Lehem (= Belén) se podría traducir como 'Casa del Pan Bendito'.
   Lalibela atrae a miles de peregrinos en las fechas de sus más importantes celebraciones religiosas (Año Nuevo, Meskal, Navidad, Epifanía). El complejo está atendido por más de mil sacerdotes de la iglesia ortodoxa tewahedo.
   Inmersa en un hermoso entorno natural, que ya quisiera para sí la Jerusalén de la reseca Palestina, la arquitectura popular de Lalibela se caracteriza por el tukul, vivienda de planta circular muy común en África, que en esta región se compone de dos pisos con una escalera externa, rematada por un tejado cónico de paja (foto048). Desgraciadamente, este tipo de vivienda está en proceso de desaparición.
   El pueblo de Lalibela es también un centro de mercado para los campesinos amáricos de la región.
  
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Un heterodoxo cristianismo ortodoxo
  
   Las iglesias independientes del cristianismo oriental, que no reconocen la autoridad del Papa de Roma ni la del Patriarca ecuménico de Constantinopla, la mayoría de ellas de origen muy antiguo, son las siguientes:
   - La Iglesia Siríaca Occidental (Iglesia Ortodoxa Siríaca de Antioquía)
   - La Iglesia Siríaca Oriental
   - La Iglesia Armenia
   - La Iglesia Copta de Egipto
   - La Iglesia Ortodoxa Tewahedo de Etiopía
   - La Iglesia Malabar de India
   Su denominador común, el dogma que las separa de las iglesias romana y constantinopolitana, es la aceptación de la doctrina del monofisismo.
   De todas ellas, la que cuenta con un mayor número de fieles es la Iglesia Etíope.
   Se desconocen las primeras etapas de la cristianización de Etiopía. A fines del siglo IV d C existía ya una Iglesia Ortodoxa etíope, que tomaba como base los dogmas de la Iglesia Siríaca y funcionaba bajo la influencia del Patriarcado de Alejandría.
    Una figura histórica comprobada en estas primeras fases de evangelización es la de San Frumencio, obispo de Axum (murió hacia 380 d C), cuyos restos yacen enterrados en un nicho cavado en una roca de esta localidad.
Lalibela   Axum (o Aksum) era la capital de lo que fue un gran imperio, heredero del mítico reino de Saba, cuyos dominios comprendían como mínimo los actuales países de Etiopía, Eritrea y Yemen, a ambos lados del Mar Rojo. Hay otro país que disputa a Etiopía el rango histórico de haber sido la tierra donde floreció el reino de Saba: Yemen. No es descartable que, dada la cercanía geográfica (sólo les separaba el estrecho de Bab el-Mandeb), los dominios de los monarcas sabeos comprendieran ambos territorios, el arábigo y el africano. Así puede desprenderse de un escrito del jesuíta español Pedro Páez: "Si es cierto que ésta es la ciudad de la reina de Saba, es posible que su reino no sólo abarcara Etiopía, sino también Arabia".
   Los reyes de Axum pertenecían a la dinastía 'salomónica', que reclamaba descender directamente de Salomón a través de Menelik I, el hijo que el rey de Israel tuvo con la reina de Saba. Para los cristianos etíopes, así como para otras comunidades cristianas primitivas, era una aspiración esencial tener raíces en Israel y ser considerados como la 'nueva Israel'. En Axum estaba depositada el Arca de la Alianza, objeto de máxima sacralidad en el culto etíope.
  
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   Ezana, rey de Axum de la dinastía salomónica (ca 320-360 d C), se convirtió a la fe cristiana, un acontecimiento que está registrado en fuentes numismáticas y epigráficas.
   En las monedas de Axum, las más antiguas acuñadas en el África subsahariana, se puede detectar el momento del cambio (el siglo IV). Las monedas inmediatamente anteriores son de simbología pagana (sobre la efigie del rey aparece una luna creciente), mientras que las posteriores son de 'cara y cruz': presentan un retrato del rey en el anverso y una cruz en el reverso.
   Dispersas entre las ruinas de Axum se pueden encontrar estelas monolíticas cubiertas de inscripciones trilingües (en griego, geez y sabeo), verdaderas piedras de Rosetta que han permitido reconstruir retazos de la historia de Etiopía en los primeros pasos de su evangelización.
   Parece deducirse de las mismas fuentes que un buen número de personas se resistió a la nueva religión, de modo que el monarca tuvo que practicar una política conciliadora. Sus sucesores hubieron de combatir contra sus enemigos religiosos, los judíos, y más tarde contra los musulmanes. Uno de ellos fue el renombrado rey Kaleb (ca 514-530), quien, tras su victoria sobre el reino de Himyar en el sur de Arabia (Yemen), se hizo monje, y siglos después fue canonizado como uno de los más importantes santos de la Iglesia Etíope.
   La reanudación de las actividades misioneras cristianas se produjo en el siglo VI con la llegada a Etiopía de monjes sirios (sus nombres fueron inmortalizados en la Crónica de los Reyes) que introdujeron en el país el monofisismo.
   La doctrina monofisita defendía que Cristo posee una sola naturaleza, la divina, frente a quienes argüían que Cristo posee dos naturalezas, una divina y una humana. La corriente monofisita fue ratificada en el Concilio de Calcedonia (451) por las Iglesias Siríaca occidental, Armenia y Ortodoxa Copta de Alejandría, y declarada herética por las demás. Este Concilio desencadenó la separación entre las iglesias copta y católica, y muchas de las creencias de esta última fe no son aceptadas en Etiopía.
   Cuando el Patriarcado de Alejandría fue transferido al Cairo (hacia 640), la Iglesia Etíope pasó a depender enteramente de él, a través del Abuna (Padre) o Metropolitano, un único obispo de origen egipcio designado por el Patriarca egipcio, que no podía ordenar obispos sino únicamente sacerdotes.
   Desde la invasión árabe hasta el siglo XIII, la historia de la Cristiandad de Etiopía es apenas conocida. Las comunidades cristianas vivirían en precarias condiciones, compitiendo con las costumbres animistas y la poligamia, generalizadas tanto entre la realeza y el clero como en los estratos populares.
   Algunos dirigentes del siglo XII son, sin embargo, venerados en Etiopía como santos. Eran vistos como defensores de la fe cristiana frente a los graves peligros que la rodeaban.
Lalibela   En torno al año 960 los ejércitos de la reina pagana Gudit (o Judith) destruyeron lo poco que quedaba de lo que antaño había sido el gran imperio de Axum, aniquilando a toda la familia real (según la leyenda, se salvó el heredero, que luego restauraría la dinastía salomónica). La iglesia de Sión, la más antigua de África, la que custodiaba el Arca de la Alianza, fue totalmente arrasada. Gudit gobernó sobre los restos del imperio, persiguió ferozmente a los cristianos, y legó el poder a sus descendientes, que rigieron Etiopía hasta 1137.
   Ese año, un agau llamado Mara Takla Haymanot los derrocó, estableciendo en el poder a la dinastía zagüe. Los agau (o agaw) eran un pueblo de etnia camita (indígena africana) que habitaba en la región de Lasta, al sur de Axum, y había permanecido hasta entonces bajo el dominio del imperio axumita, del que eran tributarios.
   Aunque considerada como usurpadora del poder legal, al haber cortado la continuidad del linaje salomónico de Axum, la dinastía zagüe reclamaba para sí su legitimidad al trono por pertenecer a la estirpe genealógica de Salomón a través de otro supuesto hijo que habría tenido el rey con la doncella principal de la reina de Saba, una mujer agau (camita).
   Los zagües reinaron en Etiopía hasta el año 1270, instaurando un reino poderoso con un régimen sociopolítico de tipo feudal, que mantenía relaciones diplomáticas y comerciales con otros países. Su capital era la ciudad de Roha, en las montañas de Lasta. El monarca más recordado de esta dinastía fue Lalibela, con cuyo nombre fue rebautizada la localidad.
   Gebre Meskal Lalibela (1190-1225) está considerado como el principal promotor de la creación del complejo de iglesias rupestres que ha hecho de Lalibela un lugar célebre en el mundo.
   Su cuerpo fue inhumado en una de ellas: Bet Gólgota. En el siglo XV fue declarado santo por la Iglesia Etíope.
  
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   Las relaciones de la Iglesia Etíope con la Iglesia Copta de Egipto eran estrechas. En el siglo XII, el principal dignatario de la Iglesia Etíope fue elegido por la jerarquía copta como Patriarca Copto. Esta conexión Egipto-Etiopía era de importancia para los coptos, dado que tras la invasión árabe del valle del Nilo y la gradual desaparición del cristianismo en Nubia en el siglo XIV, los cristianos etíopes necesitaban el amparo de los cristianos egipcios. La destrucción de las iglesias de Egipto tuvo su contrapartida con la destrucción de mezquitas en Etiopía.
   El último rey zagüe fue destronado por Yekuno Amlak, supuesto descendiente de los emperadores de Axum, quien en 1270 restauró la llamada 'dinastía salomónica'. Posiblemente fue en esta época cuando se redactó el Kebra Nagast, texto que recoge diversas tradiciones y cuyo principal propósito era fundamentar la legitimidad y continuidad de tal linaje. Con la nueva emergencia de la vieja estirpe salomónica, el centro del estado se deplazó más al sur. Las luchas contra el islam se intensificaron. El monasticismo creció en importancia.
   Durante el reinado de Zara Yacub (1434-68), la Iglesia Etíope alcanzó el cénit de su poder. Este rey fue un reformador religioso que promovió la construcción de monasterios y escuelas.
   Bajo la presión de las invasiones musulmanas de 1520-51, el reino etíope llegó a un acuerdo con la Iglesia Católica romana encaminado a obtener apoyo militar de los portugueses. Comenzaron a llegar a Etiopía misioneros jesuítas. Entre ellos se mantiene vivo el recuerdo de Pedro Páez, jesuíta español que está acreditado como el verdadero descubridor de las fuentes del Nilo Azul, en el lago Tana (150 años antes de que el escocés James Bruce asegurara haberlas descubierto), y que en 1620 escribió en portugués una Historia de Etiopía.
   El rey Susinios se convirtió en 1622 al credo católico (de Calcedonia). Roma mandó un patriarca católico al país africano, y en 1626 la religión católica fue declarada oficial.
   Este estado de cosas duró muy poco, pues el hijo y sucesor de Susinios, el rey Fasilidas (o Fasil) revocó las medidas instauradas por su padre a favor del catolicismo. Llegó incluso a aliarse temporalmente con los musulmanes para combatir a los católicos, en una especie de cruzada al revés. Los jesuitas fueron expulsados. Muchos franciscanos fueron martirizados.
Lalibela   En el siglo XIX los misioneros capuchinos tuvieron más éxito, y hoy existen en Etiopía más de 70.000 católicos que acatan la autoridad religiosa de Roma.
   En el siglo XX se produjeron cambios en la administración de la Iglesia Etíope. El emperador Haile Selassie reorganizó la iglesia en 1929, aumentando a doce el número de obispos.
   Los esfuerzos por independizarse de la Iglesia Copta de Egipto triunfaron en 1948, cuando un arzobispo etíope, Basilio, fue reconocido como autocefálico (autónomo) respecto al Patriarcado copto, pasando desde entonces el cristianismo etíope a denominarse 'Iglesia Ortodoxa Tewahedo de Etiopía', donde el Patriarca copto retiene una preeminencia honoraria, pero la primacía jurisdiccional recae en el Patriarca de Etiopía.
   Tewahedo es un vocablo de la antigua lengua semítica geez que significa 'Unificado', emparentado con el árabe tawhid (= 'unidad'), que en el islam se aplica al dogma de la 'unicidad' de Dios. Desde que se produjo este cisma, es impropio calificar como copto (adjetivo que viene del árabe qubt, una modificación del griego Aigyptos, que equivale a 'egipcio') al credo etíope.
   A partir de 1955, la Iglesia Ortodoxa Etíope Tewahedo adquiere el rango de religión oficial de estado. Se organiza en una serie de arzobispados que abarcan todo el país, y tiene también una sede en Jerusalén. Hoy es el credo mayoritario de Etiopía (coexistiendo con el islam y el animismo de las zonas tribales), congrega a más de 10 millones de miembros (incluyendo Eritrea), y es por lo tanto la mayor de las iglesias independientes orientales.
  
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   La Iglesia Ortodoxa Etíope ha sabido mantener su propia idiosincrasia a través de los siglos, adquiriendo una personalidad única, vibrante de fuerza espiritual. A ello ha podido contribuir su aislamiento geográfico respecto al resto del mundo cristiano y el hecho de ser depositaria de muchos y antiguos valores profundamente enraizados en los pueblos de las altiplanicies centrales de Etiopía.
   Su Biblia canónica es la versión más extensa de los escritos bíblicos cristianos. Se basa en la versión griega de la Biblia (la Septuaginta), e incorpora además textos apócrifos como el Libro de los Jubileos (un libro del Génesis original y exclusivo de la Iglesia Tewahedo), Esdras IV, el etíope Enoch, los Paralipomina de Baruch, la Ascensión de Isaías, el Pastor de Hermas, y otros. El Credo de los Apóstoles no aparece. A diferencia de lo que ocurre con el catolicismo romano, el Antiguo Testamento bíblico (Orit) tiene un gran peso como fuente normativa en el cristianismo etíope. Según el profesor S. Kaplan, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, "no existe en ningún otro lugar del mundo una Iglesia que haya permanecido tan fiel a la letra y espíritu del Antiguo Testamento como la Iglesia Ortodoxa de Etiopía".
   Todas estas diferencias doctrinales quedan relegadas a un segundo plano ante las peculiaridades derivadas de las influencias judaicas, que penetraron en el imperio de Axum ya en la antigüedad, probablemente desde el sur de Arabia (actual Yemen).
    Entre las costumbres y tradiciones judeizantes arraigadas en el cristianismo etíope mencionaremos:
   - La presencia del Sión (colina santa) en Axum, sede del Arca de la Alianza, donde están depositadas las Tablas de la Ley de Moisés, una réplica de las cuales (tabot) es un objeto esencial de culto en toda iglesia etíope.
   - El cumplimiento del sabbath.
   - La circuncisión (realizada siempre antes del bautizo).
   - La distinción entre carnes ritualmente puras o impuras, con las restricciones en la dieta alimentaria prescritas por la ley mosaica en el Levítico (11: 1-47) y el Deuteronomio (14: 3-21). A los etíopes cristianos no les está permitido ingerir carne de cerdo, conejo, pato, caballo y camello. Los animales permitidos han de ser desangrados completamente siguiendo unas normas concretas, al igual que ocurre en las tradiciones judía y musulmana (para más información, consultar artículo 'Normas coránicas sobre la carne' en la exposición de fotoAleph 'La carne y el Corán').
   - El ayuno y la abstinencia, que puede abarcar largas temporadas del año, en las que los creyentes, y sobre todo los clérigos, se abstienen de comer carne y productos lácteos.
   - Los rituales de purificación.
   - La obligación de descalzarse para entrar en las iglesias (foto044).
Lalibela   Es habitual que la oración vaya acompañada de frecuentes genuflexiones, y el devoto llegue a postrarse en tierra tocando con su frente el suelo (foto054). Podemos ver también muchas veces cómo los creyentes besan las jambas de la puerta o el suelo del umbral antes de entrar en el templo (foto034).
   Obedeciendo a preceptos bíblicos, los devotos ortodoxos etíopes distinguen entre los llamados 'estados de pureza ritual', que les permiten o no entrar en la iglesia. Es habitual ver a fieles asistir a la misa en el exterior de los santuarios, orando de cara a sus muros o bajo sus ventanas, guardando la distancia correspondiente a su grado personal de pureza, de acuerdo con su propia conciencia (foto030).
   También perviven entre los cristianos de Etiopía costumbres más bien paganas, como los ritos de redención, que implican el sacrificio de una cabra o un cordero para propiciar la curación de personas enfermas, y prácticas y conjuros mágicos que apenas ocultan su trasfondo de origen animista.
   Los feligreses asisten a los oficios religiosos vestidos de blanco: generalmente cubren su cuerpo y su cabeza con una tela blanca de algodón que simboliza la pureza (foto050). Es obligatorio vestir así si se desea recibir la comunión (qurban), que se administra bajo las especies de pan y vino.
   Otras diferencias del culto etíope con el catolicismo radican en que no se practica la confesión y el concepto de Purgatorio no existe. Los cristianos etíopes no se rigen por el calendario gregoriano sino por el antiguo calendario juliano, que consta de doce meses lunares de 30 días más un mes de 5 días (6 en los años bisiestos), y por ello las fechas de sus principales festividades no coinciden con las del resto de los países cristianos. Así, el Año Nuevo se celebra el 11 de septiembre, y la Navidad, el 7 de enero. Tampoco su sistema horario se corresponde con el internacional: la hora del amanecer es la una de la mañana.
   Las ceremonias religiosas se celebran de pie, con gran pompa y solemnidad, el sacerdote acompañado de tres diáconos, ataviados todos ellos con vestimentas litúrgicas de gran riqueza y colorido. Curas, monjes y dabtaras suelen portar mekuanias, largos bastones con una empuñadura metálica en forma de T (foto020).
   Suenan cánticos y letanías, cuya cadencia y volumen van in crescendo conforme avanza la celebración, acompañados del repiqueteo de los sistros (esa especie de sonajeros que ya usaban los egipcios en la época faraónica) y el percutir de los timbales keberos. Las mekuanias, golpeando la punta contra el suelo, también marcan el ritmo. Los devotos van moviendo el cuerpo al compás, con un balanceo sincopado. Se quema incienso en abundancia, y el ambiente se satura de un denso aroma que todo lo penetra: es el olor de Etiopía, uno de los pocos países, junto al Yemen, productores de los árboles del incienso y la mirra, resinas profusamente utilizadas por los nativos, incluso en celebraciones laicas, como por ejemplo la popular 'ceremonia del café'.
  
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   El diseño arquitectónico de las iglesias parece reflejar la división tripartita de las sinagogas hebreas, que imitan a su vez la estructura del templo de Salomón en Jerusalén. Tanto si son de planta circular como cuadrangular, las iglesias etíopes están siempre orientadas de este a oeste, y circundadas, junto a sus capillas auxiliares, bibliotecas y demás dependencias anexas, por un gran muro de piedra que encierra el recinto sacro en su conjunto (foto022). El interior del edificio de culto se divide en tres estancias, distribuidas en tres círculos concéntricos en el caso de las iglesias redondas, o en tres salas consecutivas en las iglesias cuadrangulares: el Qenet Mahalet, antesala de oración situada al oeste a la que se accede por tres puertas (la del norte para los hombres, la del sur para las mujeres y la del oeste para el clero); el Qeddest (o 'Santo'), salón central donde se celebra la misa y se administra la eucaristía; y el Qeddus Qeddusan (o 'Santo de los Santos'), estancia orientada al este, oculta tras un iconostasio a base de mamparas, muros o cortinas, donde únicamente pueden entrar los clérigos. En estos reductos velados los sacerdotes llevan a cabo ciertas partes de las ceremonias litúrgicas siguiendo un ritual 'esotérico', tapado a las miradas de la feligresía.
   Ninguna iglesia de Etiopía puede ser visitada por entero debido a la ancestral práctica de la iconostasis, común a todas las iglesias de credo ortodoxo: el ocultamiento a los ojos de los fieles del sancta-sanctorum, la zona más sagrada del templo, donde solo pueden penetrar los sacerdotes, y que en el caso de Etiopía es también el lugar, llamado maqdas, donde se guarda el tabot, réplica simbólica de las Tablas de la Ley.
Lalibela   Tabot es un término en lengua geez que se asocia tanto con el Arca de la Alianza de los hebreos como con el altar de los cristianos, poniendo de relieve la conexión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Por lo general consiste en una tablilla de piedra o madera más o menos cuadrada, de 30 a 60 cm de lado y unos 5-10 cm de grosor, cubierta de inscripciones y dibujos referentes al santo patrón de la iglesia que lo alberga. La palabra tabot designa también, por extensión, el arca de madera donde se guarda la tablilla. Durante la misa los tabots son colocados en el altar. En las procesiones, los sacerdotes los portan sobre sus cabezas. A partir de que un obispo consagra un tabot, éste ya no puede ser visto por los fieles, por lo que es mostrado en público cubierto con tejidos de finos brocados.
   Una tradición narra que el Arca de la Alianza original, mandada confeccionar por el rey Salomón, siguiendo las instrucciones de Yahvé, para guardar en ella las Tablas de la Ley de Moisés y otras reliquias de la antigua religión hebraica, fue sustraída del templo de Jerusalén por Menelik I, el hijo de Salomón y la reina de Saba, quien se la llevó consigo en su viaje de regreso a Etiopía (según está recogido en la saga nacional Kebra Nagast o 'Gloria de los Reyes', ca 1300). Se supone que el Arca perdida está desde entonces depositada y celosamente guardada en la catedral de Santa María de Sión, en Axum, oculta en el maqdas tras un iconostasio, aunque nadie, a excepción de los sucesivos sacerdotes encargados de custodiarla, ha podido verla jamás, ni siquiera los reyes de Etiopía.
  
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   La práctica del celibato en el clero etíope está reservada, por definición, a los monjes. Hay también monjas, en menor número, que viven recluidas en conventos. Los sacerdotes, en cambio, pueden contraer matrimonio (siempre antes de su ordenación) y tener hijos.
   Los fenómenos del monacato y el eremitismo persisten con fuerza en la Iglesia Etíope. Estos modos de vida son practicados por un gran número de personas. Se calcula que existen más de 13.000 monjes en Etiopía –el mayor porcentaje entre las iglesias cristianas orientales–, alojados en 800 monasterios, cada uno de éstos bajo la autoridad de un abad prior. Los monjes, que pueden también adoptar las funciones de diáconos, sacerdotes o dabtaras, ejercen una gran influencia religiosa, moral e intelectual sobre los fieles cristianos etíopes.
   Hay dos clases de clero en la Iglesia Etíope. Los sacerdotes que administran los sacramentos reciben escasa preparación y no se les exige arduos requisitos para ser ordenados. Tienen pocos seguidores entre las masas, entre las que la poligamia, el amor libre o el infanticidio no son inhabituales. Se espera de ellos que dominen la antigua lengua geez –utilizada en las ceremonias religiosas, aunque no comprendida por la mayoría de los fieles, que hablan el amárico– lo suficiente como para leer los textos litúrgicos. El geez es un idioma semítico, con alfabeto propio de más de 200 signos escrito de izquierda a derecha y provisto de vocales, que desde el siglo IV ha sido vehículo de la literatura etíope, sobre todo la religiosa. Todos los libros manuscritos e iluminados con ilustraciones naif que podemos ver (foto061) en las iglesias de Etiopía están escritos en geez, el latín de los etíopes.
   Los dabtaras son clérigos seglares, encargados de los cánticos y danzas –imprescindibles en la liturgia de la misa y los festivales religiosos–, así como de la enseñanza y administración de las escuelas. Hasta 1900, las escuelas eclesiásticas eran los únicos centros educativos en el país. En ellas se seguían cuatro estadios de aprendizaje: lectura, himnos, poesía y exégesis o interpretación de las sagradas escrituras.
   La división del clero ortodoxo etíope entre sacerdotes y dabtaras tiene probablemente su origen en el antiguo Israel, donde se diferenciaba entre sacerdotes (descendientes de Aarón) y levitas (de la tribu de Leví).
   La cabeza de la jerarquía religiosa de la Iglesia Ortodoxa Tewahedo la ocupa la figura, homóloga a la del Pontífice romano, del Patriarca de Etiopía, que es elegido por los obispos en sínodos. El Patriarca puede ordenar obispos y arzobispos, y su sede se halla en la capital del país, Addis Abeba. El antiguo título de Abuna, que se aplicaba a los obispos delegados del Patriarca de Alejandría, hoy se ha extendido a todos los obispos de Etiopía.
  
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Las iglesias monolíticas de Lalibela
  
   La tipología más común de iglesia en Etiopía –aún hoy– es la de planta redonda, cuya forma básica deriva del tukul, la cabaña cilíndrica con tejado cónico de paja que constituye la vivienda tradicional de los nativos etíopes y africanos en general.
   Las once iglesias rupestres medievales de Lalibela, la 'Nueva Jerusalén', constituyen una notable excepción. Están excavadas en el suelo rocoso de las faldas de un monte, rodeadas de un pueblo tradicional de tukuls de dos pisos de altura.
Lalibela    Las iglesias excavadas en roca de Lalibela son ejemplares excepcionalmente bellos y complejos de una tradición de arquitectura rupestre arraigada desde siglos antes en Etiopía. Un viajero al que no le asusten las caminatas de montaña puede disfrutar en Etiopía de la rara oportunidad de visitar iglesias y monasterios monolíticos, escondidos y casi ignotos, cincelados en las vertiginosas alturas de los afilados riscos y agrestes acantilados del centro-norte del país, sobre todo en el estado de Tigray, donde se han contabilizado más de 150 templos de este tipo, algunos de los cuales se remontan al siglo VI y podrían ser los más antiguos edificios cristianos de África.
    Pero no cabe duda de que el conjunto rupestre más grandioso y estilísticamente más desarrollado de Etiopía es el de Lalibela. No existe en el continente africano nada equivalente (si exceptuamos Egipto, que en la época de los faraones tuvo una larga tradición de arquitectura rupestre; véanse, entre otros muchos ejemplos, los templos rupestres de Abu Simbel, en la colección de fotoAleph 'Abu Simbel y otros templos salvados de las aguas').
   El sacerdote portugués Francisco Álvares, capellán de una embajada portuguesa, se refirió en los siguientes términos al complejo eclesiástico de Lalibela en una crónica de 1521: "Me es penoso escribir más sobre estos edificios, puesto que no se me va a dar crédito si escribo más (...) Juro por Dios, en cuyo poder estoy, que todo lo que he escrito es verdad".
   Las iglesias rupestres de Lalibela fueron excavadas en la masa rocosa de la montaña, íntegramente bajo el nivel del suelo, con una variedad de formas muy diferentes. Se dice que Lalibela es una especie de antología de los estilos de iglesias que existían en Etiopía en esa época (coincidente con el románico y principios del gótico europeo).
   Se cavaban de arriba abajo profundas hondonadas en forma de rectángulo, aislando en el centro un bloque sólido de roca, que era luego tallado por el exterior y el interior para dar forma a la iglesia. Ésta quedaba como enclaustrada dentro de un profundo patio, en cuyas paredes circundantes se horadaban a su vez grutas (foto024) que servían de tumbas o de celdas para monjes, muchas de las cuales están todavía en uso (foto025).
  Lalibela  Las iglesias de Lalibela se distribuyen en dos grupos, comunicadas en cada uno por un intrincado laberinto de corredores, escaleras, pasadizos y pasillos subterráneos (foto023). La única excepción es la iglesia Bet Giorgis, que fue cavada aislada en un peñasco aparte (foto003).
   La maestría técnica con que fueron esculpidas las iglesias rupestres de Lalibela ha sido relacionada con el estilo arquitectónico de la iglesia del monasterio de Debre Damo, la más antigua iglesia de Etiopía que se conserve intacta, construida en un escarpado cerro no lejos de Axum, reforzando la hipótesis de la existencia de una tradición nativa etíope de arquitectura. Se especula también sobre posibles influencias egipcias, armenias e incluso de la India. Si hay una influencia clara es la bizantina, transmitida a través de Siria, que se detecta en el frecuente uso de la planta basilical cristiana.
   Aunque no se sabe con exactitud en qué época fueron realizadas, probablemente lo fueron a lo largo de un dilatado periodo de tiempo, comenzando hacia 1187, año en que los musulmanes al mando de Saladino tomaron Jerusalén, abortando las peregrinaciones a Tierra Santa. La tradición afirma que fue el rey Lalibela quien mandó tallar (a principios del siglo XIII) estas estructuras, con el propósito de crear un lugar sagrado y de alto valor simbólico. 
   Dice la leyenda que las obras se llevaron a cabo a gran velocidad, pues los ángeles ayudaban a los hombres durante el día, y por la noche duplicaban la cantidad de trabajo realizada por los obreros en las horas diurnas. Una de las iglesias (Bet Abba Libanos, foto105) fue terminada en una sola noche.
   Las once iglesias de Lalibela, con sus capillas y dependencias adyacentes, pasillos de interconexión, murallas y fosos fueron cinceladas en una roca de origen volcánico y color rojizo. Todos sus elementos arquitectónicos, puertas, ventanas, columnas, bóvedas, suelos y techos, exteriores e interiores, forman parte de una sola y única roca, una gigantesca escultura cincelada en un monolito. Cuatro de las iglesias fueron acabadas como estructuras exentas, unidas a la roca madre solo por sus bases. De las restantes, algunas son semi-exentas, y en otras la única parte tallada visible en el exterior de la roca es la fachada (foto091).
   No será preciso subrayar que todas las columnas y bóvedas mencionadas son estructuralmente innecesarias, como ocurre siempre en la arquitectura rupestre, pues no soportan nada, no contrarrestan ningún empuje de las masas en juego. Si se suprimieran de un plumazo, los techos seguirían sustentándose de igual manera, pues son parte integrante de un todo monolítico.
  
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Lalibela  
   Determinados rasgos estilísticos de las iglesias de Lalibela han sido heredados del arte del antiguo imperio de Axum. Por ejemplo, los vanos de muchas puertas y ventanas poseen una forma característica, consistente en un rectángulo coronado por un arco semicircular descansando sobre dos salientes prismáticos a modo de ménsulas, en un diseño que recuerda el ojo de una cerradura (foto093). Esta morfología reproduce en hueco el perfil de la parte superior de los más altos obeliscos precristianos de Axum, que datan de los siglos III-IV d C, de poco antes de la cristianización de Etiopía. Llamaremos a este elemento arquitectónico 'arco axumita'. En los ejemplos más desarrollados, el arco puede ser apuntado, como si fuera ojival, o puede adoptar incluso una silueta que recuerda al arco conopial de la arquitectura gótica tardía (foto120).
   Obsérvense también los cuatro paralelepípedos que sobresalen en las cuatro esquinas de los marcos de muchas puertas y ventanas (foto116): están calcados de un recurso ornamental que aparece sistemáticamente en las antiguas ruinas de Axum, en los motivos arquitectónicos tallados en relieve en los fustes de los obeliscos axumitas, o en las puertas a las cámaras de las tumbas reales de la dinastía salomónica. Repetían en piedra un detalle constructivo de la arquitectura de madera (se pueden ver en Etiopía ejemplos de edificios rupestres que hacen uso de jambas, dinteles y vigas de carpintería ensamblados en la estructura rocosa, foto129): los cuatro cubos salientes imitarían cabezas de vigas de madera. Denominaremos a este elemento 'marco axumita'.
   Una de las iglesias monolíticas de Lalibela (Bet Emanuel) muestra una curiosa fachada estriada a base de bandas horizontales superpuestas, configuradas mediante ligeros entrantes y salientes, como si fueran estratos o capas (foto096). Es un intento de imitar en el monolito las formas de una tipología de iglesias cuyos muros se construían alternando hiladas de mampostería y de madera. El modelo original de este estilo constructivo era la primitiva catedral de Santa María de Sión en Axum, el primer templo cristiano que se construyó en Etiopía (s. IV d C), erigido por el converso rey Ezana para albergar el Arca de la Alianza, y que fue siglos más tarde destruido. No obstante, aún subsisten no lejos de Lalibela iglesias edificadas en esta modalidad, como la de Mekina Medhane Alem y la del monasterio de Yeremhanna Kristos, consideradas como el vínculo que conecta la arquitectura 'salomónica' de Axum con la arquitectura zagüe de Lalibela.
   A partir del siglo XV, los interiores de las iglesias de Lalibela fueron totalmente recubiertos de pinturas al fresco, plasmando motivos tanto vegetales y geométricos como figurativos. Los iconos murales describían a modo de relato gráfico distintos episodios del Antiguo y Nuevo Testamento, y de la historia temprana del cristianismo etíope, en sucesiones de cuadros distribuidos en registros superpuestos. Por las pinturas que han sobrevivido (sobre todo en Bet Mariam y Bet Mercurios), podemos apreciar que responden a ese estilo naif, Lalibelade tosca factura pero de gran colorido y expresividad, que es el denominador común a toda la pintura religiosa etíope, incluso la ejecutada en nuestros días. Los fondos son planos y las composiciones no tienen en cuenta la perspectiva. Los ángeles, santos, reyes, patriarcas y demás personajes bíblicos son dibujados con rostros hieráticos de expresión impávida y grandes ojos negros de mirada penetrante (foto099). Sus rasgos anatómicos, sus posturas, los pliegues de sus vestimentas, el trazo en general, evocan el estilo de las pinturas románicas, bizantinas y mozárabes.
   Su iconografía difiere en no pocas ocasiones de la católica. Por ejemplo, la Trinidad (Selassie) es representada como un trío de venerables ancianos de luengas barbas blancas (foto008).
  
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   La cruz, emblema de Cristo y símbolo supremo del cristianismo, es ubicua en Lalibela, por no decir en toda Etiopía. Hace su aparición en las plantas de las iglesias, en las bóvedas, en los pilares, en las cisternas bautismales, en las puertas y ventanas, en los rayos de sol que se filtran por las ventanas cruciformes e iluminan el suelo alfombrado de los templos salpicándolos de cruces de luz (foto001). Los cristianos etíopes llevan siempre una pequeña cruz colgada de una cadena al cuello, y no pocas veces una cruz tatuada en la frente. Una de sus celebraciones religiosas más importantes es la fiesta del Meskal (= Cruz).
   Toda iglesia o monasterio de Etiopía posee un almacén (a veces lo llaman museo) que guarda los tesoros del santuario, muchas veces donados por soberanos y grandes señores. El sacerdote guardián mostrará con placer al visitante interesado esos tesoros, uno a uno, que indefectiblemente incluyen manuscritos iluminados en libros de piel de cabra (foto061), suntuosas coronas ceremoniales, sistros, tambores, cálices, casullas, incensarios, parasoles, mekuanias y, sobre todo, elaboradas cruces procesionales de metal o madera, encastradas en la punta de un largo mango.
   Las cruces de metal están forjadas en oro, plata o bronce según la antigua técnica de la cera perdida, por lo que no hay dos iguales. En los cuatro ángulos delimitados por los ejes que se cruzan se añaden adornos afiligranados rellenando todo el espacio disponible con un abigarrado diseño que llega a desdibujar la cruz original (foto062). Por las características del diseño se puede diferenciar la llamada 'Cruz de Axum' de la llamada 'Cruz de Lalibela'.
   En determinadas ceremonias, el sacerdote restriega físicamente la sagrada cruz de Lalibela sobre los cuerpos de los devotos con el fin de transmitirles su influjo benéfico e impartirles su bendición (fotos 051 y 052). A continuación los fieles besan la cruz por ambos lados.
   Perforados en los gruesos muros de las iglesias, podemos ver en las ventanas todo un despliegue de diseños en forma de cruz, tallados a modo de celosías: cruces latinas, griegas, de Malta, de San Andrés, foliadas, cruces del Calvario, cruces en Tau y cruces gamadas (fotos 109-120). Algunas ventanas son ciegas, de función meramente decorativa (foto115). Por mucha repugnancia que nos suscite la visión de la cruz gamada o esvástica (foto113), símbolo del III Reich, no podemos olvidar que este tipo de cruz no tiene en su origen absolutamente nada que ver con la ideología nazi, sino que aparece desde la antigüedad en muchas culturas (por ejemplo en el hinduismo y el budismo: la palabra svastika proviene del idioma sánscrito) y simboliza la vida.
   Las iglesias rupestres de Lalibela fueron incluidas como bien cultural en la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 1979. Esta institución promovió recientemente la instalación en los grupos noroeste y sudeste de unas grandes cubiertas traslúcidas con el fin de proteger a estas viejas iglesias rupestres de la erosión provocada por las lluvias (foto107). 
  
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Relación de iglesias rupestres de Lalibela
Grupo noroeste
  
Bet Debre Sina - Bet Gólgota - Selassie
Bet Mariam
Bet Danaghel
Bet Meskal
Bet Medhane Alem
  
Grupo sudeste
  
Bet Emanuel
Bet Mercurios
Bet Lehem
Bet Gabriel-Rafael
Bet Abba Libanos
Aislada
  
Bet Giorgis
   
  
Grupo noroeste
  
   El grupo noroeste de iglesias, que simboliza la Jerusalén terrenal, está rodeado de una muralla rupestre y un foso de 11 m de profundidad. Todas sus iglesias, capillas, celdas, murallas y demás dependencias están esculpidas en un único bloque rocoso, formando un conjunto monolítico.
   En este grupo, los edificios se distribuyen en una secuencia ordenada, alineados siguiendo el eje este-oeste. De este modo el visitante que acceda al recinto por la entrada principal al oeste puede efectuar un recorrido espiritual que, partiendo del pecado original (Tumba de Adán), culmine en la redención (Bet Medhane Alem, iglesia del Redentor del Mundo).
  
  
Tumba de Adán
Foto082
     
   Entrando al recinto noroeste por la puerta occidental, el visitante ha de recorrer un estrecho y profundo desfiladero artificial de 25 m de largo, al fondo del cual se topará con la 'Tumba de Adán'. Llaman así a un monolito prismático de 5 m de alto, ahuecado en su interior, con una escalera de siete peldaños que lleva a la puerta, y una ventana en la parte superior en forma de cruz foliada. Algunos estudiosos afirman que este monolito representa un altar de sacrificios pagano. La interpretación más aceptada es la de que fue esculpido como una especie de introducción al complejo de iglesias, ya que Cristo es el nuevo Adán, y la cruz de Cristo fue plantada sobre la tumba de Adán.
Lalibela   En este punto el corredor se bifurca a izquierda y derecha. Por la izquierda se accede a las grutas de Petros y Paulos, y por la derecha se llega a la puerta que permite la entrada al núcleo principal del complejo.
  
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Bet Debre Sina ('Casa del Monte Sinaí)
  
   Forma un conjunto unitario con Bet Gólgota y la Capilla Selassie, simbolizando la unión entre la Ley dada a Moisés en el monte Sinaí (Antiguo Testamento) y la Ley de Cristo, que fue crucificado en el monte Gólgota (Nuevo Testamento).
   El exterior, un bloque rectangular de 9,5 x 8,5 m y 5 m de alto (aunque en Lalibela, cuando nos referimos a la altura de los edificios, sería más apropiado hablar de profundidad), no tiene más adornos que unas pequeñas aunque muy elaboradas ventanas en celosía, de distintos diseños. Su interior se divide en tres naves por dos arquerías de cuatro pilares de sección cruciforme, de capiteles decorados con cruces griegas.
   Bet Gólgota, llamada también Bet Mikael ('Casa de San Miguel'), es una iglesia gemela y contigua a la anterior, dividida en dos naves por tres pilares cruciformes. Aquí se encuentra la tumba donde se supone reposan los restos del rey Lalibela. Al menos así lo afirmaba el portugués Francisco Álvares en 1521, que quizá exageró un poco al comparar esta iglesia con la catedral de Santiago de Compostela.
   Como hecho insólito, las paredes de Bet Gólgota exhiben relieves figurativos (foto083). Representan a siete santos, en pie y de tamaño mayor que el natural, enmarcados en nichos arcados. Se desconoce la identidad de estos santos. Uno de ellos lleva un turbante (foto007), pero la inscripción que lo identifica como Qirqos (San Ciriaco, mártir del siglo IV) ha sido puesta en duda por los investigadores. Se conjetura que podría ser, en base a las ricas vestimentas con que va ataviado, el abuna que financió la realización del complejo, o quizá el mismo Patriarca de Alejandría.
   Por una norma de antiguo cumplimiento y aún vigente, no se permite a las mujeres entrar en esta iglesia.
   Perforada en un muro de Bet Gólgota, detrás de una cortina, se abre una puerta que da a una capilla, llamada Selassie (= 'Trinidad'), que muy pocas personas en la historia han podido visitar. Es el lugar más sagrado de Lalibela. La capilla está totalmente sepultada en la roca, como una cripta, sin ventanas al exterior. De planta trapezoidal, sus muros y techos están redondeados, formando el conjunto una bóveda de perfil de herradura. Un solo pilar de 5 m de alto simula sostener la bóveda. Tres altares monolíticos emergiendo de una plataforma elevada y dos figuras humanas talladas en relieve en sendos nichos del muro de fondo presiden el lugar. Estas dos figuras, con los brazos cruzados sobre el pecho en actitud de oración, tienen cabezas de burro y de buey respectivamente: son representaciones antropomorfas del burro y el buey del portal de Belén.
   Desde el complejo Debre Sina-Gólgota-Selassie, tras caminar por un estrecho corredor de 50 m de largo terminado en una escalera, se llega por un pasadizo a un atrio con un campanario (foto086) y dos puertas por las que se accede al patio de Bet Mariam (foto084).
  
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Lalibela  
Bet Mariam ('Casa de María')
Foto085
    
   Esta iglesia, de dimensiones relativamente modestas (17 x 16 m, con 10 m de altura), es la más popular y concurrida de todas las de Lalibela, y su interior queda abarrotado de feligreses (foto029) cuando se celebran misas y ceremonias religiosas: la figura de la Virgen María, madre de Jesucristo, despierta gran devoción entre los cristianos etíopes.
   Ubicada en el centro de un amplio y profundo patio trapezoidal vaciado en la roca, provisto de tres cisternas de planta en forma de cruz, es un símbolo del huerto de Getsemaní.
   La iglesia es de planta rectangular, elevada sobre un pedestal, con tejado a dos aguas muy erosionado por las lluvias. Sus fachadas están perforadas por ventanas cruciformes en celosía (foto111), exhibiendo un extenso repertorio de tipos de cruces: latinas, griegas, gamadas...
   Se puede penetrar al templo a través de tres porches de arcos axumitas (foto028), situados en las fachadas norte, oeste y sur, algunos de ellos muy reconstruidos.
   Encima del porche occidental sobresale de la pared un bajorrelieve con dos figuras ecuestres cazando animales, entre los que se pueden identificar un gran pájaro, un león alado y un reptil parecido a un cocodrilo (foto087); hay quienes dicen que el jinete de la derecha es San Jorge combatiendo al dragón, un motivo muy popular en la iconografía cristiana etíope.
   Posee un interior dividido en tres naves por dos series de arcadas sobre cinco pilares (foto088), profusamente decorado de relieves geométricos y figurativos (foto090), y de pinturas, tanto en murales al fresco como en lienzos. Los motivos describen escenas como el Anuncio de Zacarías del nacimiento del Bautista, la Visita de María a su prima Santa Isabel, la Cena en la casa de Simón, y el Paralítico Sanado con su cama. Se pueden ver también temas simbólicos, como la estrella de Salomón, el águila de dos cabezas, la cruz de Malta, la esvástica... Y todo un bestiario de animales reales y fantásticos, como el fénix, el pavo real, la paloma de la Eucaristía, un elefante, un camello y unos cebúes luchando.
   Los arcos conectan todos los pilares, tanto transversal como longitudinalmente. Por encima de las arcadas de la nave central corre un friso de ventanas ciegas rectangulares de marco axumita con sus características cabezas de viga salientes, en algunas de las cuales hay pintadas figuras de personajes que parecen asomarse a las ventanas (foto089). En el segundo piso hay excavada una galería para mujeres, que ocupa la parte superior de las dos naves laterales.
   En mitad de la iglesia se yergue un pilar central aislado más alto que los demás que se topa con la bóveda principal en el punto medio de su curvatura, una licencia arquitectónica que se puede permitir la arquitectura rupestre, pero que sería aberrante en la arquitectura 'construida'. El pilar, denominado Amd o 'Pilar de la Unidad de la Fe', está enteramente cubierto con una tela de algodón, oculto a los ojos profanos. Según los sacerdotes, contiene inscritos en su fuste el pasado, el presente y el futuro. Dicen que un monje vio en sueños a Cristo besando este pilar, aunque otra leyenda afirma que fue el rey Lalibela quien vio a Jesucristo oficiando la misa en este lugar vestido de sacerdote, y mandó consagrar el pilar, que había sido tocado por la mano divina. Hay quien afirma que simboliza la conexión entre el cielo y la tierra, una especie de 'eje cósmico'.
  
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Bet Meskal ('Casa de la Cruz')
Foto091
    
   Se trata de una iglesia perforada en la masa rocosa de la pared norte del patio que rodea a la iglesia Bet Mariam. Su fachada está ornada por una sucesión de lunetos semicirculares tallados en bajorrelieve. Los sacerdotes, que poseen autonomía litúrgica respecto a Bet Mariam, explican que los diez lunetos simbolizan los Diez Mandamientos.
   Su reducido y elongado interior (de 9 x 4 m) se divide en dos naves separadas por tres pilares que sostienen arcos (foto070). La iglesia alberga un altar de madera muy antiguo, y comunica con otras oscuras grutas que no se sabe si son criptas o almacenes.
  
Lalibela  
Bet Danaghel ('Casa de las Vírgenes')
Foto037
    
   También de reducidas dimensiones (8 x 8 m de lado y 3,6 m de alto), tallada en la pared sur del patio de Bet Mariam, opuesta a Bet Meskal, esta iglesia se realizó en memoria de las vírgenes martirizadas bajo el emperador romano Juliano el Apóstata.
   El suelo del templo, burdamente cincelado en la roca madre, está por debajo del nivel del suelo del patio. Cuatro pilares unidos por arcos de medio punto sostienen un techo plano sobre el altar. Esta iglesia se usa también como sala de cánticos.
 
 
Bet Medhane Alem ('Casa del Redentor del Mundo')
    
   Es la iglesia más grande de Lalibela, con 34 x 24 m de planta, 11 m de altura, y 2 m de grosor máximo de muros. De hecho, está considerada como la iglesia rupestre más grande del mundo. Simboliza la tienda de la Alianza, y se cree que es una réplica en roca de la desaparecida catedral paleocristiana de Santa María de Sión en Axum, que albergaba el Arca de la Alianza.
   Se levanta en el centro de un patio adyacente al de Bet Mariam, ambos conectados por un pasadizo, que es una prolongación del foso perimetral que rodea la totalidad del complejo noroeste.
   La masa del edificio está ritmada por un peristilo de pilares cuadrangulares que, junto al tejado a dos aguas, le confiere un aspecto que recuerda lejanamente a los templos clásicos griegos (foto092). Sólo los pilares del lado oriental son los originales rupestres; los restantes, desaparecidos, han sido sustituidos por columnas construidas en sillares. Un friso de arquillos ciegos separa los pilares del tejado.
   El interior, de planta basilical, está dividido en cinco naves por medio de 30 pilares de sección cuadrangular, la nave central con bóveda de cañón y las laterales con techo plano, sin ninguna decoración escultórica o pictórica en sus paredes. El lado oeste está ocupado por una antesala o vestíbulo a modo de nártex, mientras que el Santo de los Santos, al lado este, queda semioculto tras unos muros que hacen de iconostasio.
   La oscuridad es apenas atenuada por las pequeñas ventanas perforadas en los muros, realizadas con distintos diseños y dispuestas a dos niveles. Las ventanas del nivel superior son de arco axumita (imitan el perfil de los remates de los obeliscos de Axum). Las ventanas del nivel inferior muestran distintos tipos de cruces labradas en celosía (foto093). Dicen que las ventanas altas simbolizan el Antiguo Testamento (recuérdese la conexión Axum-Salomón) y las bajas el Nuevo Testamento, con la omnipresencia del signo de la cruz.
  
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Grupo sudeste
  
   El grupo sudeste de iglesias de Lalibela simboliza la Jerusalén celestial. Las excavaciones más recientes sugieren que algunas de las iglesias de este grupo han podido ser previamente fortificaciones militares y residencias reales. Así se explicaría la existencia de los profundos fosos defensivos que rodean algunas estructuras (como Bet Gabriel-Rafael), que han de ser salvados por un puente de madera. Y el hecho de que algunas iglesias no guardan la preceptiva orientación este-oeste, ni contienen determinados elementos propios de la arquitectura religiosa que sí aparecen sistemáticamente en el otro grupo de iglesias. 
   El trazado general del complejo es más caótico y laberíntico que el del grupo noroeste, acribillado como está por galerías y corredores subterráneos, oscuros como cuevas, que a veces quedan inundados (foto046). El recinto dispone asimismo de una muralla rupestre perimetral con profundos fosos que se llenan de agua en la época de lluvias.
  
   
Bet Emanuel ('Casa de Emanuel')
Fotos 095 y siguientes
Lalibela    
   Esta iglesia monolítica, esculpida en el centro de un profundo patio vaciado en la roca al que se puede acceder por una pequeña puerta ahuecada a media altura de una pared, es de planta basilical (17,5 x 11,5 m), con tres niveles de altura (11 m máximo) y tejado a dos aguas. El edificio se levanta sobre un pedestal de tres escalones. Su decoración externa, a base de bandas horizontales en entrantes y salientes pretende reproducir en piedra la tipología de los antiguos palacios e iglesias axumitas, que alternaban hiladas de sillares y de madera.
   Tres hileras de ventanas se abren a la altura de los tres pisos. Las de los niveles superior e inferior son rectangulares, con el típico marco axumita de cabezas de viga salientes y una cruz inscrita en el vano, mientras que las del nivel central son de arco axumita (foto097). Las siete ventanas perforadas en el nivel superior simbolizan los Siete Cielos.
   Dividida en tres naves por dos hileras de cuatro pilares, la nave central es abovedada y las laterales de techo plano. Las zonas del vestíbulo y del santasantórum están claramente diferenciadas por pilares más gruesos y muros de separación. El altar está coronado por una cúpula, y un doble friso de ventanas ciegas embellece la zona superior, donde se hallaba la galería para mujeres.
   Dada su situación dentro del complejo, muy escondida y de difícil acceso, y teniendo en cuenta los últimos datos que apuntan a que algunas de las iglesias de este grupo habrían podido ser previamente residencias reales, se ha conjeturado si Bet Emanuel no sería en origen una capilla de palacio para uso privado del rey y su familia.
   Una trampa en el suelo de la nave sur da a un oscuro túnel subterráneo que conduce a la vecina Bet Mercurios (a 15 m de distancia) y, tras otro pasadizo ascendente de 55 m, a Bet Lehem.
  
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Lalibela 
Bet Mercurios ('Casa de San Mercurio')
  
   Esta iglesia no tiene una planta convencional (es un triángulo irregular), ni está orientada de este a oeste como las demás, por lo que se estima que no fue en origen un edificio religioso. Tal vez fue una residencia real, o una sala de banquetes, o algún tipo de edificio público importante. Posee una zona más elevada, donde se cree podría estar ubicado el palacio del rey Lalibela. El sector que se utiliza hoy como iglesia ocupa el extremo oriental de una sala subterránea que se abre a un patio.
   El sobrio exterior, carente de una fachada propiamente dicha, mide 31 x 25 m, con un altura de 6 a 8 m.
   El interior (foto012), consistente en una gran sala hipóstila con dieciocho gruesos pilares irregulares que abarrotan el espacio como un denso bosque, más tres celdas rupestres separadas por un muro perforado por tres puertas, está casi desnudo de decoración, con la sola excepción de un bello mural en la parte baja de un pilar, mostrando seis reyes o santos con vestiduras reales (foto099), sosteniendo en las manos unas elaboradas cruces. Es la única pintura que queda in situ de la rica decoración pictórica que embellecía Bet Mercurios: los murales fueron arrancados y trasladados al museo de Addis Abeba para su conservación, pero sufrieron un gran deterioro en el proceso.
   En esta iglesia, dedicada a San Mercurio, un mártir del siglo III, se custodia una cruz procesional de madera que, según la tradición, fue traída de Jerusalén por el rey Lalibela.
 
  
Bet Lehem ('Casa del Pan Bendito')
  
   Más que una iglesia, se diría una capilla, a la que se llega tras recorrer un oscuro pasadizo subterráneo de 50 m.
   La estructura tiene una forma acampanada en medio de un profundo patio. El interior, de planta circular, está iluminado por una hilera de ventanucos (foto100) y tiene un tronco de árbol a modo de pilar central.
   Se ignora la función original de esta capilla, aunque una tradición localiza aquí el refugio monástico del rey Lalibela. Según algunos investigadores, podría haber sido un horno de pan (los ventanucos serían salidas de humos), teniendo en cuenta que muchas iglesias etíopes cuentan con una 'casa del pan', donde se cuece el pan destinado a la eucaristía.
  
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Bet Gabriel-Rafael ('Casa de Gabriel y Rafael')
  
   Extraña iglesia que no está orientada como las demás y posee una planta totalmente atípica, compuesta de dos salas columnadas entre dos patios, el conjunto circunscrito en gruesas murallas, lo que ha llevado a deducir que este edificio no se proyectó en un principio como iglesia. Podría haber sido una residencia para altos dignatarios, o tal vez un tribunal de justicia.
   Su imponente fachada está antecedida por un enorme foso de más de 10 m de profundidad (foto101), que hay que salvar por un puentecillo de madera. Se compone de una hilera de grandes nichos en forma de arco axumita, ubicados sobre altas plataformas que emergen del foso, en cuyas paredes de fondo están taladradas la puerta y las ventanas. Nichos, puerta y ventanas repiten a distintos tamaños el perfil del arco axumita (foto110), con la variante de que en la parte superior del semicírculo se recorta un adorno curvo y puntiagudo que le confiere un aspecto de arco conopial. Este detalle lo veremos también en las ventanas de la iglesia Bet Giorgis (foto119).
   El interior es de trazado muy irregular, compuesto de dos capillas con dos pilares cada una (foto009). La capilla occidental, de planta triangular, es Bet Rafael. La capilla oriental, de planta rectangular, es Bet Gabriel. Ambas se comunican por una puerta. La única decoración interna consiste en tres cruces latinas talladas en los muros. La estructura posee también otras pequeñas celdas interconectadas, una de ellas con tres profundas ventanas que dan al patio trasero (foto103). En las paredes de este patio se abren numerosas celdas eremíticas y nichos funerarios.
   Debajo de Bet Gabriel-Rafael existe oculta una gran sala subterránea, parcialmente inundada, que muy pocas personas han podido visitar.
   El tejado de este edificio ha sido considerado tradicionalmente como un símbolo del cielo. Un estrecho y empinado tramo de muralla conduce entre dos precipicios al tejado. Se dice que es el 'camino al cielo' (foto047).
 
Lalibela  
Bet Abba Libanos ('Casa del Padre Líbano')
  
   La creación de esta iglesia, la que hace el número 11 entre las de Lalibela, se atribuye a la reina Meskal Kebra, esposa del rey Lalibela. Dice la leyenda que fue terminada en una sola noche, con la eficaz intervención de unos ángeles.
   Está dedicada a uno de los Nueve Santos que llegaron en el siglo V a Axum para predicar el Evangelio en Etiopía: Abba Libanos.
   El exterior está cavado como un bloque prismático (9,5 x 7,5 m y 7 m de alto) cuyo techo no está desgajado del macizo rocoso (foto105), aunque sí los muros laterales, de forma que la iglesia puede circunvalarse por un amplio pasillo a modo de túnel que la rodea. La fachada está ritmada con una sucesión de platabandas verticales.
   El angosto interior, de planta rectangular, está dividido en tres naves por dos filas de pilares de esquinas redondeadas y capiteles cúbicos biselados (foto069). La nave central es de bóveda de medio cañón y las laterales de techos planos. Un friso de ventanas ciegas recorre todo el perímetro del segundo piso. El Qeddus Qeddusan o santasantórum, a un nivel más elevado que el resto de dependencias, tras un arco triunfal y coronado de una cúpula, queda semicerrado tras unos muros en los intercolumnios que hacen las veces de iconostasio. La luz penetra a través de una hilera de ventanas cruciformes de marcos axumitas en el primer piso, y otra hilera de ventanas con arcos apuntados de perfil 'conopial' en el segundo piso.
   El sacerdote llamará la atención del visitante sobre una 'pequeña luz' en medio del muro del altar que 'brilla día y noche por su propio poder'.
  
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Lalibela 
Bet Giorgis ('Casa de San Jorge')
Fotos 073 y siguientes
    
   Separada de los dos grupos descritos, en la orilla derecha del río Jordán, Bet Giorgis es una iglesia de planta cruciforme, esculpida en el interior de un macizo rocoso con la superficie cimera en pendiente. Está dedicada a San Jorge, santo patrón de Etiopía.
   Cuenta la leyenda que, concluida la realización de nueve de las iglesias, San Jorge reprochó al rey Lalibela que no hubiera erigido una iglesia en su honor. Lalibela prometió al santo que edificaría y le dedicaría la más hermosa de todas. El mismo San Jorge se encargó de supervisar las obras. Las huellas de su caballo pueden verse en el corredor que conduce a la iglesia desde el sur.
   Bet Giorgis es un monumento de gran esbeltez, de unos 12 m de altura (o profundidad), que se yergue sobre una plataforma escalonada, aislado en medio de un patio cerrado al que se accede por estrechos túneles excavados en la roca (foto081). En las paredes del patio se abren pequeñas celdas redondeadas para uso de monjes y peregrinos (foto080), y asimismo algunos nichos funerarios donde aún reposan cadáveres.
   El tejado de la iglesia está ornado con tres cruces griegas inscritas unas en otras que, amén de su función decorativa, componen un sistema de caños y canaletas que drenan las aguas del tejado (foto073). Quizá gracias a ello, y a la mayor resistencia de la roca, se debe el que esta iglesia sea la mejor conservada entre las de Lalibela. Lo cierto es que es la única que no ha necesitado ser protegida con una cubierta moderna.
   La forma de cruz griega configura doce fachadas para el edificio. En las que miran al sur se abren las tres puertas. Una serie de bandas molduradas horizontales circunda todas las fachadas y las divide visualmente en diferentes niveles. Estas bandas tienen el efecto de camuflar una peculiaridad estructural del edificio: el grosor variable de los muros, que va creciendo de arriba abajo.
   Las ventanas rectangulares del nivel inferior son ciegas y de marco axumita, con sus cabezas de viga esquineras. Las ventanas del nivel superior, de arco axumita 'conopial' rematado de adornos florales (foto120), son, junto a las muy similares de Bet Gólgota (foto118), las más ornamentadas de Lalibela.
   Una escalera de siete peldaños conduce a la puerta principal (foto079). La planta de la iglesia, en forma de cruz griega de brazos iguales, está correctamente orientada, con la puerta al oeste y el Santo de los Santos al este.
   El interior, angosto y de gran altura, carece de pilares, sustituidos por pilastras con ménsulas que emergen de los mismos muros. Sostienen los cuatro arcos que separan el espacio central de los cuatro brazos laterales de la planta cruciforme. La bóveda del presbiterio y los techos planos de los restantes brazos están ornados con cruces en relieve. Una sencillas molduras corren a lo largo de los muros, en correspondencia con las bandas horizontales externas.
   La iglesia Bet Giorgis, con sus armoniosas proporciones y su preciosismo decorativo, está considerada como la obra maestra de la arquitectura rupestre de Lalibela, y es el monumento más emblemático y reproducido de la localidad.
  
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Otras iglesias y lugares rupestres cerca de Lalibela
  
Asheton Mariam
Bilbilla Qirqos
Bilbilla Giorgis
Bilbilla Arba Tenza
Sarsana Mikael
Trono de Imrahana
Ghenneta Mariam
Camcanit Mikael
Kiddist Arbuta Washa (la cueva donde supuestamente nació el rey Lalibela).
    
  
Un monasterio en la montaña
  
   A 5 km de Lalibela y cavado a casi 4.000 m de altura en los abruptos peñascos del monte Asheton, que domina con su mole escarpada la comarca entera de Lalibela, se esconde el remoto monasterio rupestre de Asheton Mariam. Se llega a este paraje, auténtico nido de águilas desde el que se otea una vasta panorámica de las montañas de Lasta, tras una dura y empinada caminata de dos horas monte arriba (foto121). Por el sendero de ascenso surgen aquí y allá pequeños manantiales, que los nativos aseguran ser de agua bendita. El acceso final se realiza atravesando la montaña por un estrecho túnel-desfiladero natural que traspasa de lado a lado un farallón.
   El complejo es propiamente hablando un eremitorio, un macizo rocoso acribillado de un gran número de celdas rupestres (foto122) habitadas aún hoy por monjes y ermitaños. La iglesia principal, en proceso de consolidación y restauración, remeda, aunque con formas más toscas, el modelo de la iglesia Bet Medhane Alem de Lalibela, con un peristilo exterior de columnas monolíticas irregulares rodeando el núcleo del santuario (foto123).
   El interior es sencillo y prácticamente desprovisto de decoración, aparte de unas cruces talladas en las falsas bóvedas. Un deambulatorio da paso a la iglesia, dividida en tres naves por dos pilares de tosca ejecución. El suelo está cubierto de alfombras y los cortinajes ocultan diversos lienzos (foto124). En este templo se custodian diversos objetos sacros, como manuscritos iluminados, coronas ceremoniales y cruces de plata, que el monje guardián muestra a los visitantes a cambio de un donativo (foto125).
   La fundación de este monasterio se atribuye a Nakuta Laab, sobrino del rey Lalibela y quien le sucedió en el trono de la dinastía zagüe.
  
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Otros parajes rupestres de Etiopía
  
   Las iglesias de Lalibela no constituyen, ni mucho menos, el único complejo rupestre existente en Etiopía, pues este tipo de arquitectura aparece con regularidad en las montañas del centro y norte del país, sobre todo en el estado norteño de Tigray, colindante con Eritrea, donde se han contabilizado más de 150 estructuras rupestres, talladas en los agrestes acantilados y peñascos que salpican la región. Los estudiosos aún no se han puesto de acuerdo sobre su cronología, que es muy controvertida, aunque coinciden en que algunas de estas edificaciones pueden ser las más antiguas iglesias rupestres de Etiopía, remontándose quizá al siglo VI. Comprobamos así que el arte rupestre de Lalibela llevaba a sus espaldas una larga tradición.
   Muchos de estos monasterios y eremitorios, horadados a gran altura en los farallones rocosos, son de muy difícil acceso, necesitándose para conseguirlo poco menos que dotes de escalador. Algunos están tan escondidos, tan camuflados en el entorno circundante, que pasaron desapercibidos para los invasores italianos de principios del siglo XX, y solo muy recientemente han sido redescubiertos y estudiados. Estas joyas arquitectónicas, verdadero patrimonio cultural del pueblo etíope, continúan hoy en su mayoría en activo, habitadas y cuidadas por monjes eremitas. Muchas de ellas conservan en sus interiores magníficas pinturas murales y valiosos tesoros artísticos.
   Como botón de muestra, presentaremos tres monasterios rupestres que se ocultan en las montañas de la región de Adigrat (estado de Tigray), conocidos como el grupo de Teka Tesfai.
  
Lalibela  
Medhane Alem Adi Kasho
  
   Tallado en un acantilado en lo alto de un monte, este monasterio es de los más grandes y complejos de la región de Tigray. La fachada de su iglesia tiene forma de pórtico columnado, cerrados los intercolumnios por muros encalados, el de la puerta decorado con pinturas murales (foto127).
   Una estrecha antesala a modo de nártex se prolonga por los dos laterales de una capilla central (foto128), a la que se accede por puertas con jambas y dinteles de madera, con cabezas de viga sobresaliendo de las esquinas (foto129), rasgo característico de la antigua arquitectura de Axum. Unas ventanas de marcos de madera, también con detalles de raigambre axumita, atenúan las espesas tinieblas del interior. Los techos y falsas bóvedas están ornamentados con tallas en relieve de distintos diseños, algunos con formas que semejan casetones.
   Una tradición asevera que esta iglesia fue obra del propio Jesucristo. En el camino de subida se ven unos huecos en la roca del suelo: son, según dicen los nativos, las huellas dejadas por el caballo de Cristo.
  
  
Mikael Melehayzenghi
  
   Está cavado en un afloramiento rocoso del tamaño de una colina. Se accede a su interior por dos puertas talladas en la roca pero enmarcadas en madera. Una gran sala, cubierta por una inhabitual cúpula redonda ornada de relieves geométricos (foto131), precede al santasantórum, cerrado tras unas mamparas decoradas con paneles de pinturas naif de vistoso colorido (foto130).
  
  
Petros y Paulos
  
   Encaramado a media altura de un acantilado, resguardado dentro de un abrigo natural (foto132), se halla el monasterio en desuso de San Pedro y San Pablo. Se trepa hasta él por una empinada y tambalenate escalerilla de madera. El edificio es semi-rupestre, con parte construida en sillares y parte cavada en la roca, y aunque está abandonado y en ruinas, todavía conserva algunas pinturas murales de ángeles y santos.
  
  
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LALIBELA
Etiopía rupestre
 
Bibliografía:
   
- Batistoni, Milena. A guide to Lalibela (Arada Books, Addis Ababa, 2008)
- Gozálbez, Javier. Cebrián, Dulce. Etiopía. Un rostro con tres miradas (Altaïr, Badalona, 2007)
- UNESCO. El Patrimonio Mundial (Incafo. Ediciones San Marcos)
- V.V.A.A. Bellezas del mundo. Vol. 6: África (2). (Larousse-Sedmay, Madrid, 1978)
  
  
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Retratos étnicos

  
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   Fotografías: Jaume Sancho
  
  
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y otros templos salvados de las aguas
  
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   Los templos egipcios rescatados de la inundación provocada por la presa de Asuán.
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Los comienzos del arte budista e hindú

  
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   Arquitectura, escultura y pintura rupestres en la antigua India.
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El arte de los sasánidas

  
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   El impresionante y escasamente conocido legado artístico del imperio neo-persa.



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   Los monumentos tallados en las montañas de la región hitita, Frigia, Licia, Cilicia y Capadocia.
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El tesoro oculto en el desierto

  
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   La espléndida ciudad tallada en roca por los nabateos en el desierto jordano.



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   Los numerosos vestigios, que pudiéramos calificar de 'arquitectura rupestre', diseminados por los territorios andinos de los incas del Perú.



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Fotografías: Agustín Gil, Eneko Pastor
Realizadas en Lalibela y la región de Adigrat (Etiopía)

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