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 EL CAIRO
 Entre la gloria y el caos
El Cairo
  
   Además de capital de Egipto, El Cairo es la ciudad más grande del continente africano y el faro cultural del mundo árabe. Más de 24 millones de habitantes (2011) conviven en una metrópolis con más de mil años de historia, un universo urbano que alberga muchos mundos y que sigue en fase de expansión.
   Ciudad moderna y a la vez aferrada a los sistemas de vida de tradición islámica, con un esplendoroso pasado medieval –patente en sus admirables mezquitas, madrasas y mausoleos– que va siendo fagocitado por un caos urbanístico desbocado, El Cairo sorprende siempre por sus agudos contrastes, sus singulares ambientes, y por la campechanía y buen humor de sus ciudadanos.
   Esta colección de fotografías le propone una incursión visual en la que contemplar El Cairo de cerca y desde dentro, con toda su belleza y también con sus miserias.
   230 fotografías on line
Indice de textos
La metrópolis del mundo árabe
Cómo sobrevivir al Cairo
El Cairo. Breve historia
Riqueza arquitectónica del Cairo
Indices de fotos
Indice general
Paisa(na)je urbano
Bazares
Riqueza arquitectónica
Cairotas
La 'Ciudad de los Muertos'
Otras exposiciones de Egipto en fotoAleph
   

La metrópolis del mundo árabe
 
  
  

   Vi la metrópolis de la Tierra, el jardín del mundo, el punto de encuentro de las naciones... el palacio del Islam... la sede del dominio.
   (Ibn Jaldún)


  
   El Cairo es la capital de Egipto y la ciudad más grande de África, aunque es prácticamente imposible calcular el número de sus habitantes, que en 2011 superaba los 24 millones, debido a las constantes oleadas de inmigrantes que llegan del campo a la ciudad para instalarse en sus barriadas periféricas, con las consiguientes dificultades de censo.
   Desde hace más de mil años la ciudad del Cairo se levanta a orillas del Nilo, el río sagrado de los antiguos faraones, principalmente en su ribera oriental, cerca del lugar donde el río se bifurca como una Y en dos ramales, el de Rosetta y el de Damietta, que se abren en abanico para nutrir de agua y de limo al Delta.
   Este enclave es el punto de contacto entre los dos territorios que se clasificaban en la antigüedad como el Alto Egipto y el Bajo Egipto. El Alto Egipto serían las tierras en torno al tramo del Nilo (880 km) que va de la primera catarata (Asuán) al actual Cairo, y el Bajo Egipto comprendería el Delta del Nilo. Cuando ambos países se unificaban bajo la férula de un solo soberano, el faraón era exaltado como 'Señor del Alto y del Bajo Egipto'. No ha de extrañar que, por su importancia estratégica, esta zona propiciara hace cinco mil años el asentamiento y desarrollo de la más grande urbe de la época, la capital del Imperio Antiguo egipcio: Menfis.
Cairo   A solo una veintena de kilómetros al sur del Cairo, pocas trazas quedan de esta fabulosa ciudad. Sus exiguas ruinas de adobe agonizan dispersas en la espesura de un palmeral. Sin embargo, lo que sí queda en pie de Menfis, para asombro de la humanidad, es su Necrópolis Real, un inmenso cementerio que fue creciendo a lo largo de más de quinientos años junto a la capital de los faraones, con el fin de servirles de residencia para la eternidad. Estamos hablando de las pirámides de Egipto (ver en fotoAleph colección El tiempo teme a las pirámides).
   Las pirámides no son tumbas solitarias, sino que forman parte de grandes complejos funerarios (Giza, Saqqara, Dashur, Lisht y Maidum) que, considerados en su conjunto, componen una inmensa necrópolis que se estira por la orilla occidental del Nilo ocupando una franja de unos 100 kilómetros. Las más septentrionales entre ellas son las celebérrimas de Giza: las pirámides de Keops, Kefren y Micerino. Su altura es tan excepcional, que pueden ser divisadas desde El Cairo (foto072). Sus moles se yerguen en la lejanía, a 16 km al sudoeste del centro urbano, muy por encima de los más altos edificios de los arrabales cairotas que se expanden en dirección a Giza. Se distinguen perfectamente sus afilados perfiles, recortados contra el horizonte del desierto líbico, allá donde cada tarde muere el sol.
   En octubre de 1992 se produjo en el norte de Egipto un fortísimo terremoto que causó centenares de muertes y la destrucción de un gran número de viviendas en la ciudad del Cairo. En aquel momento un equipo de arqueólogos se encontraba en el interior de la Gran Pirámide de Keops, la más grande del mundo, llevando a cabo un proyecto de prospecciones. Los investigadores procedieron a realizar nuevas mediciones de la pirámide para comprobar si había sido dañada por el temblor de tierra; al no haberse alterado las medidas ni un milímetro, la conclusión fue que el seísmo no había afectado en lo más mínimo a la estructura de la pirámide, con sus más de 4.500 años de edad. En contraste, al año siguiente todavía se veían apuntalados con andamios, para evitar su derrumbe, los esbeltos minaretes de las mezquitas medievales del Cairo, debilitados por la feroz sacudida.
   También durante el Imperio Antiguo, muchos siglos antes de la fundación de El Cairo, existía, en lo que hoy es su zona nordeste, una ciudad sagrada, de gran relevancia religiosa en el Egipto de los faraones, dedicada al culto al dios-sol Re. Se llamaba Iunu. En la Biblia se la menciona como On. Y los griegos (allí estudió Platón) la rebautizaron como Heliopolis. Esta ciudad se desvaneció, sepultada por la avalancha urbanística de los últimos siglos bajo lo que hoy es el barrio cairota de Heliopolis, y de ella no queda más que el nombre y el obelisco de Sesostris I, el más antiguo de Egipto, todavía en pie en una plaza.
  
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Cairo  
   La presencia de los ancestros gravita sobre El Cairo. Durante los siglos del medievo, muerta ya la civilización faraónica, las pirámides fueron explotadas como canteras para construir la ciudad del Cairo y otras poblaciones. Los sillares de sus revestimientos externos eran de caliza o granito de la mejor calidad, tallados con formas regulares, y por ello fueron saqueados para su reaprovechamiento, dejando descarnada la superficie de la mayoría de las pirámides. Asimismo, algunas colosales columnas de templos de la época faraónica fueron trasladadas para su reutilización en ciertos monumentos del Cairo, como puede comprobarse (foto140) en la madrasa el-Barquqiyya, construida en 1386. Mencionemos también la colosal estatua en granito rojo de Ramsés II, procedente de Menfis, que hasta hace pocos años se erguía sobre un pedestal dirigiendo el abigarrado tráfico de la céntrica y populosa plaza Ramsés (foto040).
   Además de los vestigios faraónicos, en El Cairo se superponen monumentos arquitectónicos de todos los periodos posteriores: romanos, paleocristianos, árabes, turcos y europeos. La mayor parte y más significativa corresponde a la Edad Media, de los tiempos de esplendor de las dinastías islámicas, como lo atestigua la gran cantidad de mezquitas, madrasas, mausoleos, murallas almenadas y grandes puertas de muralla que se levantan en las partes antiguas de la ciudad, de las épocas tuluní, fatimí, ayyubí y mameluca, sin olvidar las posteriores realizaciones de la época otomana. Los más de 600 monumentos registrados en El Cairo desde los comienzos del islam hasta el siglo XIX superan en número a los de cualquier otra ciudad de África y Oriente Medio.
   El filósofo e historiador tunecino Ibn Jaldún (Ibn Khaldun, 1332-1406), cuya monumental obra sobre el África septentrional musulmana sigue hoy siendo de referencia, se instaló en El Cairo en 1382, cuando tenía 50 años, e iba a residir allí hasta su muerte, impartiendo sus enseñanzas en la célebre universidad de Al-Azhar, entre otras actividades. La impresión que le produjo El Cairo, entonces como ahora la ciudad más grande y próspera del mundo árabe, se refleja en sus propias palabras: "Vi la metrópolis de la Tierra, el jardín del mundo, el punto de encuentro de las naciones... el palacio del Islam... la sede del dominio."
   Como encrucijada de todas las rutas, situado como está entre Europa y África, entre Oriente y Occidente, El Cairo posee una población variopinta, de distintos orígenes, donde se mezclan sin problemas árabes, turcos y africanos; musulmanes y cristianos coptos (foto041); urbanitas y campesinos. Por sus calles se cruzan el alto ejecutivo de traje y corbata y el humilde fellah o aldeano de galabeya y turbante. Hay mujeres que visten a la europea y otras que se velan con el chador. Los contrastes sociales son grandes. Se ven familias adineradas que habitan en lujosas villas y familias de pordioseros que mendigan por las calles y duermen a la intemperie. Sofisticados rascacielos de la más avanzada arquitectura conviven con la chabola y el bidonville (foto055).
   Los porcentajes de analfabetismo y desempleo son muy altos en todo el país y ello se refleja también en las calles del Cairo, donde son frecuentes los mendigos, los buscavidas y los vendedores ocasionales. Hay chavales de catorce años que trabajan como limpiabotas a cambio de las pocas libras que la voluntad del cliente se digne darles (o a cambio de nada: los policías no pagan por utilizar sus servicios), y niñas portando un hermanito en brazos que piden limosna a los transeúntes.
  
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Cairo  
   Pese a todo ello, El Cairo sigue siendo la capital cultural del mundo árabe y de Oriente Próximo. Su mezquita-universidad de Al-Azhar (fotos 117 y 118) es la universidad más antigua del mundo con funcionamiento ininterrumpido y está considerada por la mayoría de los musulmanes como la escuela más prestigiosa de enseñanza sunní. Aunque su pedagogía es de inspiración religiosa, y se la ha acusado de constituir un foco de propagación del integrismo, lo cierto es que sus planes de estudio incluyen la medicina, la ingeniería y todos los campos de las ciencias modernas, acogiendo en sus aulas estudiantes extranjeros de todos los países, incluso europeos. Sus ulemas promulgan edictos destinados a resolver los litigios del mundo islámico relacionados con las normas de conducta de los creyentes, lo que puede incluir la censura de determinados libros o películas, pero también emiten decretos de carácter progresista, como por ejemplo uno reciente que prohibe la mutilación genital femenina.
   En El Cairo se concentran desde la Edad Media las más importantes instituciones religiosas y culturales de Egipto, pero a partir del siglo XIX se introdujeron otras manifestaciones artísticas propias de la cultura occidental, como el teatro y la ópera. La Royal Opera House, inaugurada en 1869 para celebrar la apertura del Canal de Suez y destruida en 1971 por un incendio, fue el escenario donde se estrenó mundialmente, en 1871, la ópera 'Aida', ambientada en el antiguo Egipto, que había sido encargada por el jedive Ismail a Verdi. Un nuevo y ultramoderno edificio de ópera, la Cairo Opera House, fue inaugurado en 1988 en la isla de Gezira, siendo hoy el mayor centro de artes escénicas del país y plataforma para las mejores orquestas y grupos musicales egipcios.
   El talento musical y dramático de los artistas egipcios es mundialmente reconocido. La recia y emotiva voz de la mítica cantante egipcia Um Kalthum, ilustre ciudadana del Cairo, fallecida en 1975, resuena aún en las emisoras de radio de todos los países árabes, desde Marruecos al Yemen. El teatro árabe tradicional ha experimentado su renacimiento en El Cairo, y la capital es también un gran centro de producción cinematográfica y televisiva. Las películas y series de televisión egipcias son estrenadas en todo el mundo árabe y gozan de gran audiencia. Una de las consecuencias es que el idioma árabe coloquial egipcio se ha difundido popularmente por todos los países arabófonos, siendo comprendido por todos sus habitantes, a diferencia de los restantes idiomas árabes dialectales. Los periódicos cairotas, particularmente el prestigioso Al-Ahram, órgano semi-oficial del gobierno egipcio que se edita también en inglés, se venden ampliamente en el extranjero. La mayoría de los libros que se difunden por Oriente Próximo están impresos en editoriales radicadas en El Cairo.
   Son numerosos los museos de El Cairo, encabezados por el Museo Arqueológico, sito en la plaza el-Tahrir, que alberga la mayor colección del mundo de arte de los antiguos faraones, incluyendo el fabuloso tesoro de Tutankhamon. Es tan abrumador el número de piezas almacenadas en sus salas, que el edificio se ha quedado pequeño, y actualmente se construye al pie de las pirámides de Giza un nuevo y gran museo de la antigua civilización egipcia, su inauguración prevista para 2016. Otros museos a destacar en El Cairo son el Museo de Artes Islámicas, el Museo Copto y el palacio-museo Manyal. Las mezquitas custodian además numerosos objetos artísticos dignos de exhibirse en museos (mimbares taraceados, coranes miniados, lámparas de forja...). También se pueden visitar en El Cairo un buen número de galerías de arte moderno.
  
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Cómo sobrevivir al Cairo
  
   El Cairo hoy es un caos urbanístico creciente e imparable, con muy difíciles trazas de solución, donde las barriadas de edificios-colmena se expanden en todas direcciones sin planificación urbana aparente (foto051). Lo antiguo y lo nuevo se mezclan en aglomerada confusión. Los bloques de viviendas actuales, muchos de ellos deficientemente construidos y sin la menor personalidad arquitectónica van acorralando y ahogando los excelsos edificios del Cairo medieval (foto049). Montones de basura y escombreras se desparraman por todos los rincones, obturan las zanjas y se apilan en las azoteas (foto052). Cada día caen sobre las calles del Cairo varias toneladas de arena del desierto, traídas por los vientos, revistiendo los monumentos de una espesa capa de polvo color ocre que desluce las lujosas labores de mármoles incrustados de sus fachadas. El polvo lo invade todo. Penetra en las fosas nasales y los coches aparcados han de ser vestidos con fundas para que se mantengan medianamente limpios (foto028).
Cairo   En las últimas décadas, una inmensa zona industrial se ha desarrollado en la periferia del Cairo. Las principales industrias consisten en empresas textiles, de procesado y envasado de alimentos, y de fabricación de automóviles y electrodomésticos. En la zona de Tura (el lugar de las antiguas canteras que abastecieron de sillares de caliza a las pirámides) y Helwan se despliegan acererías, fábricas de maquinaria industrial y fábricas de cemento. Sus chimeneas expulsan densas vaharadas de humo que polucionan el valle, cubriendo con un manto grisáceo los pueblos y los palmerales de los alrededores.
   A esto hay que añadir la contaminación atmosférica provocada por un intensísimo tráfico motorizado de automóviles, taxis, autobuses, minibuses, camiones, furgonetas y ciclomotores que literalmente compactan las calles del Cairo y que transitan incluso por encima de sus edificios, por carreteras elevadas a modo de scalextrics. La única norma de tráfico es que no existen las normas. Sobran los semáforos, los guardas y los pasos de cebra cuando el tráfico es un fluir continuo de vehículos que no se detiene ni un instante. Coches, motos, a veces carros tirados por mulos, se suceden en una apretada caravana sin fin, acompañados de una enloquecedora algarabía de claxons. Las pequeñas colisiones son tan frecuentes que nadie les da importancia, y cada coche luce en su carrocería una buena colección de abolladuras y rasponazos.
   En tales condiciones, ¿cómo cruzar una calle y sobrevivir al intento? Los cairotas lo hacen así: en cualquier momento, por cualquier punto y sin mirar a derecha ni a izquierda. Atraviesan perpendicularmente el caudal de vehículos como si éste no existiera, y dejan que sean los conductores quienes se encarguen de esquivar a los peatones mediante un frenazo o un golpe de volante. Se puede ver a madres que llevan en brazos a bebés cruzando las carreteras por este sistema suicida de despreocuparse y confiar ciegamente en el destino, que está escrito. Solo Alá sabrá por qué en El Cairo no se producen más accidentes.
  
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   Es así como callejear por El Cairo puede ser una experiencia agotadora y sumamente estresante. Los parques públicos y zonas verdes escasean, pero quien desee reposar por unas horas del delirante trajín urbano tiene una opción: darse un paseo por la 'Ciudad de los Muertos', un oasis de tranquilidad y silencio en medio del barullo cairota (foto170 y siguientes). Se trata de un barrio relativamente aislado y con poco tráfico de vehículos, un tanto ajeno a las normativas de la municipalidad, acondicionado, por la presión de la extrema densidad demográfica, en los terrenos de la antigua necrópolis de los sultanes. Las viviendas están rodeadas de tumbas (foto185), entre las que sobresalen las cúpulas y minaretes exquisitamente trabajados de los mausoleos mamelucos. Aunque las agencias de viajes inculcan la idea de que tal zona es peligrosa para los extranjeros, esta mala fama es totalmente infundada, pues en la 'Ciudad de los Muertos' se disfruta de la misma seguridad ciudadana que en el resto de los barrios del Cairo, seguridad por otra parte sorprendente en una capital tan congestionada y con tan flagrantes desigualdades sociales. Existe otra opción para descansar del Cairo: irse cada ciertos días de excursión al desierto a visitar pirámides. En ambos casos, lo de 'la paz de los cementerios' no es un tópico, y supone un auténtico respiro dentro del caos.
   Hay asimismo una tercera alternativa: entrar a las mezquitas, verdaderos remansos de paz, adonde los ciudadanos acuden no sólo a rezar sus plegarias, sino a disfrutar de unas horas de reposo en el silencio de sus salas de oración, e incluso a echar una siesta (foto039).
Cairo   La efervescente actividad comercial de las calles del Cairo viene de antiguo, de ahí sus múltiples reminiscencias medievales, y se manifiesta en los bazares al aire libre y puestecillos de venta ambulante que se improvisan cada día por todos los barrios para vender los productos del campo (foto073 y siguientes), complementados por talleres artesanales divididos por gremios donde aún se teje en telares de mano (foto046), se forja el hierro a martillazos sobre yunques, se muele el trigo en molinos, se cuece el pan en hornos de leña (foto010), se diseñan cofres y muebles taraceados en nácar, se practica el arte de la orfebrería, se utilizan dromedarios (foto045) para el transporte de cargas... El Cairo medieval sigue vivo.
   Uno de los mayores bazares del Cairo medieval es el conocido como Jan el-Jalili (foto091 y siguientes), adyacente a la plaza Hussein, cerca de la mezquita de Al-Azhar. Este conjunto urbano de estrechos y sombreados callejones cubiertos a tramos por bóvedas y conectados por arcos monumentales fue construido a finales del siglo XIV y hoy alberga un abigarrado conglomerado de tiendas de antigüedades y artesanía, trabajos de oro, artículos de cobre, tejidos, cuero, alfombras y especias. En una plazuela subsiste, emergiendo de las basuras, una columna clásica de capitel corintio (foto098), como testimonio de que los romanos estuvieron aquí.
  
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   Aunque marchitas y desvencijadas, aún se mantienen en pie en el casco antiguo numerosas casas palaciegas (foto059), habitadas por familias venidas a menos. Se apoyan unas en otras, sus bloques creando una tupida maraña de callejas y callejones sin salida, estrechos y zigzagueantes. Sus sobrias fachadas de ladrillo enlucidas en colores ocres, con entramados de madera, no dejan entrever los lujosos espacios interiores, sus dos, tres o cuatro pisos rodeando patios provistos de fuentes. Las habitaciones de los hombres están separadas de las de las mujeres. Las grandes puertas de madera, materia prima muy costosa en un país donde escasean los árboles, están adornadas con labores de taracea, aldabones de bronce y clavos de hierro. Muchas de las ventanas están cubiertas por elaboradas celosías de madera (mashrabiyah) que sobresalen de las fachadas (foto030), desde donde las mujeres que guardaban el purda podían atisbar las calles sin ser vistas.
   
   Así estaba ella, de pie en la celosía noche tras noche, observando la calle desde detrás de las rendijas: no la veía cambiar, mientras que ella misma sí iba cambiando sin cesar. (...) ¡Ay! ¡Era como si la celosía fuera un rincón del café, donde ella estuviera sentada!
   Naguib Mahfuz. Trilogía del Cairo
  
   En algunas azoteas se ven aún palomares donde se crían pichones, si bien la mayoría son hoy depósitos de escombros.
   Están muy destartalados, pero aún se conservan muchos talleres tradicionales y antiguos caravasares (posadas para mercaderes con almacenes para sus mercancías) todavía en uso, con sus varios pisos de galerías rodeando un patio central (foto153).
   Además de mezquitas, madrasas y mausoleos, en las viejas calles del Cairo puede verse otro tipo de monumentos, construidos por los mamelucos y otomanos: los sabil o fuentes públicas (foto026). A veces exentos, a veces encastrados en otros edificios, se caracterizan por tener a la altura de la planta baja unos grandes ventanales con enrejado de hierro. En sus tiempos, un servidor público apostado en el interior se encargaba de servir vasos de agua a los viandantes, tendiéndoselos a través del enrejado. Al no existir un sistema de agua corriente, el abastecimiento del sabil era confiado a porteadores de agua. En los sabil-kuttab, el piso superior estaba constituido por una escuela coránica (foto031).
Cairo   Hoy en día los sabil ya no están en funcionamiento, pero, a falta de otras fuentes, el ciudadano puede apagar su sed haciendo uso de las tinajas de barro que a tal fin se disponen en las aceras, llenas de agua potable y fresca (foto011).
   En los numerosos cafetines donde puede uno refugiarse del ajetreo de la calle, los ciudadanos pasan sus ratos de asueto charlando con los amigos, viendo partidos de fútbol televisados o jugando al dominó, a los naipes, al backgammon, al ajedrez. Además de tomar té y café, es muy popular el karkadé, una infusión de flores de hibisco, de color rubí, que se sirve fría o caliente. Consumen también leche de almendras, o a la hierbabuena, y, para combatir la sed, grandes vasos de zumo de caña de azúcar, que es prensada con unas máquinas especiales instaladas al efecto.
   Es muy habitual en estos garitos fumar la shisha, es decir, el narguilé o pipa de agua (foto158). El camarero acopla en la punta del narguilé una cazoleta cónica de barro rellena de un tabaco especial humedecido en agua, a veces aromatizado con manzana o frambuesa, cubierta la boca con un papel de aluminio al que se le han practicado unos pequeños orificios. Un muchacho que trabaja de ayudante se encarga de mantener brasas encendidas en una parrilla y de periódicamente depositar, con ayuda de unas pinzas metálicas, unos trozos candentes de brasa sobre las bocas de las pipas de los clientes. El papel de aluminio calienta el tabaco sin quemarlo, y el humo, al ser aspirado, atraviesa con un sonoro gorgoteo el agua del recipiente de cristal en la base, enfriándose antes de llegar por un tubo de goma rematado por una boquilla a la garganta del fumador. Este tubo flexible permite compartir la shisha cómodamente con los compañeros de mesa, pasándolo de mano en mano.
  
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   Son escasos y difíciles de encontrar los bares que tienen licencia para expender bebidas alcohólicas, pero haberlos, haylos. Son muy discretos. Ningún rótulo en la fachada permite identificarlos y desde la calle no se ven sus interiores. Habitualmente no hay mujeres en sus mesas, aunque se dan excepciones. Sirven las cervezas en botellas de una pinta, de fabricación egipcia, acompañadas de un plato de altramuces o frutos secos. Cierran los viernes, día de fiesta semanal de los musulmanes, y cierran también durante el mes de ramadán, dando vacaciones a sus empleados.
   Algunas grandes barcazas de madera ancladas a orillas del Nilo funcionan como bares, restaurantes, salones de juego e incluso como 'casas de citas', adonde acuden algunos ciudadanos a echar una cana al aire al abrigo de las miradas, como bien describió Naguib Mahfuz en su novela 'Palacio del deseo'. Naguib Mahfuz (1911-2006), premio Nobel de literatura, nacido en El Cairo, ciudad donde residió toda su vida, es autor de la excelente Trilogía del Cairo, historia novelada de una típica familia cairota en la primera mitad del siglo XX, cuyos títulos 'Entre dos palacios' (Bayn el-Qasrayn), 'Palacio del deseo' (Qasr el-Shawq) y 'La azucarera' (El-Sukkariyya) hacen referencia a los nombres de determinadas calles y enclaves del Cairo antiguo, distintos escenarios en los que va transcurriendo la saga familar. Esta trilogía es considerada como el mejor retrato literario existente de la ciudad del Cairo. Por otra parte, en las novelas 'Café Karnak' y 'El café de Qushtumar' Mahfuz recrea el ambiente característico de los cafetines cairotas, transcribiendo las entretenidas tertulias mantenidas entre amigos y vecinos en torno a un té y una shisha.
   Pese a haber sido víctima de un intento de asesinato a manos de fanáticos, Naguib Mahfuz fue, y sigue siendo tras su fallecimiento, un personaje muy popular en El Cairo. En el bazar Jan el-Jalili existe un café de lujo con su nombre, y su retrato aparece pintado en un mural del prestigioso restaurante Felfela. Es obligado asimismo mencionar el pintoresco café el-Fishawi (foto067), frecuentado por el escritor, con su abigarrada decoración decimonónica a base de arañas de cristal y grandes espejos enmarcados en madera tallada (foto068), sumergido en una angosta y populosa calleja de Jan el-Jalili por donde pululan toda clase de vendedores y músicos ambulantes.

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El Cairo. Breve historia
  
Dinastías islámicas en Egipto
639-661
661-750
750-868
868-906
934-969
969-1171
1171-1250
1251-1382
1382-1517
1517-1805
1805-1879
1879-1918
1918-1952
1952
Periodo califal
Omeyas
Abasíes
Tuluníes
Ijsidíes
Fatimíes
Ayyubíes
Mamelucos bahríes
Mamelucos circasianos
Otomanos
Mehmet Ali y sucesores
(Protectorado inglés)
Reino de Egipto
Proclamación de la República
  
  
   Cerca de la desaparecida Menfis, capital de los faraones del Imperio Antiguo, ligeramente al sudoeste de la desaparecida Heliopolis, complejo religioso dedicado al culto al sol, existía hace más de dos mil años a orillas del Nilo una fortificación de origen persa conocida como Babilonia (no confundir con la Babilonia mesopotámica), que fue ocupada por los romanos cuando, tras la muerte de Cleopatra, Egipto pasó a ser provincia de Roma. En este sitio, Amr ibn al-As, comandante de los árabes que introdujeron la religión islámica en Egipto, fundó en 641 la ciudad de Fustat.
   Fustat iba a ser el núcleo originario de la urbe que con los siglos se expandió hasta convertirse en El Cairo. Situada en el lugar que hoy ocupa el barrio llamado 'Viejo Cairo', apenas quedan vestigios de la antigua ciudad: unos montículos a medio excavar, las torres de Trajano, algunas iglesias paleocristianas y la mezquita de Amr, la más antigua del Cairo (641 d C).
   Las dinastías que sucedieron a Amr fueron añadiendo suburbios a la cada vez más próspera ciudad portuaria de al-Fustat. Los omeyas fundaron en 750 el barrio de al-Askar. Los tuluníes, bajo Ahmad Ibn Tulun, fundaron en 870 el barrio de al-Qatai.
  
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Cairo  
   El Cairo (topónimo derivado de Madinat al-Qahirah = Ciudad de la Victoria) fue fundado oficialmente por los fatimíes en el año 969. Los fatimíes o fatimidas eran una dinastía árabe adscrita al ismailismo, una secta disidente dentro de la rama chií del islam, que gobernó en Tunicia y Sicilia antes de invadir y conquistar Egipto en 969. El califa Al-Muizz la convirtió en capital de una dinastía que iba a perdurar 200 años. A partir del núcleo urbano inicial, ubicado al nordeste de Fustat y enclaustrado en una muralla de planta rectangular franqueable por puertas monumentales, se construyó El Cairo medieval.
   La ciudad de al-Fustat, que no estaba amurallada, fue deliberadamente incendiada en 1168 para proteger al-Qahirah del asedio de los cristianos en las Cruzadas. Los cruzados fueron vencidos por un ejército procedente de Siria, bajo el mando del kurdo Saladino. Tras su victoria, Saladino fue nombrado visir y más tarde proclamado sultán de Egipto y Siria. El califato fatimí fue erradicado, dando paso al reinado de la dinastía ayyubí, que implantó en Egipto el credo sunní, y desde El Cairo dominó un vasto imperio.
   El Cairo creció hasta convertirse en una metrópolis imperial. Saladino amplió su recinto de murallas, de las que aún subsisten grandes tramos con torreones semicirculares (foto121), y construyó la Ciudadela sobre un promontorio que domina la ciudad, coronado hoy por la fastuosa mezquita de Mehmet Ali (siglo XIX, foto154).
   En 1260, Baybars I se erigió como el primer sultán de la dinastía de los mamelucos ('mamelucos' = esclavos de origen turco instruidos militarmente para combatir a favor de los califas). El imperio mameluco, con El Cairo como capital, abarcó Egipto y Oriente Próximo hasta 1516. En este periodo El Cairo alcanzó el cénit de su magnificencia. La mayoría de las grandes obras arquitectónicas de su casco medieval fue construida en esta época. No en vano El Cairo era una etapa clave en el floreciente comercio de especias entre oriente y occidente, y receptor de los tributos de un próspero imperio. Hacia 1340, su extensión quintuplicaba la del Cairo fatimí original y albergaba medio millón de habitantes, siendo la ciudad más grande de África, Europa o Asia Menor. La universidad de Al-Azhar era el principal centro de enseñanza islámica en el mundo árabe.
   A principios del siglo XIV, en tiempos del sultán mameluco Al-Malik an-Nasir, tuvo lugar la famosa visita al Cairo, etapa en su peregrinación a la Meca, de Mansa Musa, el máximo soberano del imperio de Mali en África occidental. Mansa Musa iba acompañado de una caravana de 60.000 hombres, incluyendo 12.000 esclavos, lujosamente vestidos, y 80 dromedarios con las alforjas llenas de oro. Esta peregrinación descubrió al mundo las ingentes riquezas y el inmenso poderío del imperio de Mali.
  
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   La decadencia del imperio mameluco comenzó cuando la población egipcia fue diezmada por sucesivas hambrunas y epidemias, incluyendo la Peste Negra de 1348. Hacia 1400, el conquistador turco-mongol Timur, conocido también como Tamerlán, arrasó la frontera oriental del país. El viaje de Vasco de Gama a la India en 1498 circunvalando el continente africano acabó con el monopolio del tráfico de especias. Finalmente los turcos otomanos, con su poderoso imperio en proceso de expansión, conquistaron Egipto en 1517, y rebajaron El Cairo al rango de capital de provincia.
   En 1798, cuando Napoleón llegó al Cairo en su expedición de conquista de Egipto con el fin de cortar a los británicos su ruta a la India, la población de la antaño floreciente ciudad había quedado reducida a 300.000 habitantes. Los franceses fueron derrotados y expulsados en 1801 y los turcos reconquistaron Egipto. En 1805 fue proclamado pachá Mehmet Ali, comandante de un ejército albanés. Fue el primer soberano de la última dinastía monárquica que gobernó Egipto, hasta que su descendiente Faruk I abdicó en 1952 tras un golpe de estado militar, instaurándose la república. Mehmet Ali, aunque gobernaba en nombre del sultán de Turquía, mantuvo cierto grado de independencia respecto al imperio otomano e introdujo grandes reformas políticas y administrativas en el país, por lo que es considerado el padre del Egipto moderno.
Cairo   El imparable crecimiento urbanístico del Cairo moderno empezó a principios del siglo XIX, pero fue durante el reinado del jedive Ismail (1863-79) cuando la capital experimentó las mayores transformaciones. Ismail compró a Abdin Pachá un lujoso palacio, en el que fijó su residencia; desde entonces, el palacio Abdin, cercano a la plaza El-Tahrir, es la residencia oficial de los jefes del Estado egipcio. Deseando occidentalizar El Cairo, e influido por la renovación de París llevada a cabo por el barón Haussmann, el jedive Ismail mandó construir una ciudad de estilo europeo al oeste del casco medieval. Se aplicaron métodos franceses de planificación urbana para levantar los barrios que hoy componen la zona central del Cairo (Azbakiyah, Abdin e Ismailiyah). Esta 'ciudad europea' fue convertida bajo el protectorado inglés (1879-1918) en un enclave colonial.
  
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   Durante el siglo XX El Cairo siguió creciendo en población y superficie, fenómeno que no tiene visos de parar a principios del siglo XXI. La afluencia de gentes del campo a la ciudad generó una superpoblación urbana tan congestionada que hasta las antiguas necrópolis reales fueron ocupadas por familias de inmigrantes empobrecidos; sus bloques de viviendas están integrados en estos vastos cementerios, y las casas se levantan entre tumbas y mausoleos en la llamada 'Ciudad de los Muertos' (foto170 y siguientes). Los suburbios y arrabales se expandieron desordenadamente, espoleados por la industrialización. Las islas fluviales del Nilo (Roda y Gezira) fueron urbanizadas y conectadas por puentes a la capital. La orilla izquierda del Nilo no escapó a esta inundación urbanística y las barriadas occidentales del Cairo llegan ya hasta Giza, amenazando a las mismísimas pirámides (foto072). Al mismo tiempo se fueron desarrollando y mejorando los medios de transporte, incluyendo una red de tranvías, trenes de cercanías y un metro subterráneo.
   El militar y estadista egipcio Gamal Abdel Nasser fue presidente de Egipto desde 1956 hasta su muerte en 1970. Nasser nacionalizó el Canal de Suez, una de las principales fuentes de ingresos de Egipto, y construyó con ayuda de la Unión Soviética la nueva presa de Asuán, que regulaba el caudal del Nilo. En su época, Nasser fue el principal y más carismático líder político del mundo árabe. Tras morir de un ataque al corazón, fue sucedido por Anwar el-Sadat como primer ministro de Egipto. Sadat fue uno de los firmantes de los Acuerdos de Camp David en 1978, en los que por primera vez un país árabe reconocía al Estado de Israel, por lo que recibió, junto a Beguin, el Premio Nobel de la Paz. Esta política le reportó una fuerte oposición, y en 1981 fue muerto en atentado a manos de militares.
   Le sucedió en el poder Hosni Mubarak, cuyo mandato, perpetuado en sucesivas elecciones, duró hasta 2011. La corrupción a todos los niveles y el malestar social fueron la tónica de estas décadas. En la primavera de 2011 El Cairo fue escenario, con la plaza El-Tahrir como epicentro, de las revueltas populares conocidas como la Primavera Árabe, que desembocaron en el derrocamiento de Mubarak. La continuación de esta historia está todavía por escribir.

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Riqueza arquitectónica del Cairo
  
   Ubicadas en la orilla oriental del Nilo, las zonas históricas de la ciudad del Cairo que han sobrevivido hasta nuestros días abarcan una superficie aproximada de 8 km de largo por 4 km de ancho. Ésta se halla rodeada por barrios comerciales y residencias modernas, que componen en conjunto el Gran Cairo.
   A pesar de su desmesurada y caótica urbanización, amplias partes del casco urbano medieval del Cairo se encuentran prácticamente intactas, y esconden en sus calles y callejas un elevado número de edificios civiles y religiosos (más de 600) de gran valor histórico-artístico, que constituyen un riquísimo legado cultural calificado por la UNESCO desde el año 1979 como Patrimonio de la Humanidad.
   Los monumentos islámicos del Cairo fueron construidos en su mayoría entre el año 641 (fecha de la fundación de Fustat, comunidad urbana que precedió a la ciudad del Cairo propiamente dicha) y el siglo XIX.
   El Cairo no tiene un casco antiguo, sino varios. Los principales centros históricos del Cairo islámico son:
- Fustat
   Con la mezquita Amr ibn el-As (la más antigua del Cairo), la fortaleza romana de Babilonia (Kasr ech-Chamah) y las iglesias coptas dentro del barrio llamado el 'Viejo Cairo'.
- Barrio de Ibn Tulun
   Con la mezquita de Ahmed Ibn Tulun (fundada en 876, fotos 109-115), y los barrios cercanos de El-Saliba y El-Kabsh, donde se hallan diversos monumentos mamelucos, con su característico trabajo en piedra.
- Barrio de la Ciudadela
   Con la mezquita del sultán Hassan (1356-1359, fotos 135-139), el barrio Darb al-Ahmar y las arterias Suk es-Selah y Khattat-Tabban, con sus palacios y edificios mamelucos y otomanos.
- Barrio fatimí
   El verdadero centro de la ciudad antigua, intramuros de las murallas, que abarca desde la puerta de Bab Zuwayla (foto023) hasta las puertas de Bab el-Futuh (foto120) y Bab an-Nash, y contiene un gran número de monumentos fatimíes, ayyubíes y mamelucos, sobre todo en la calle de al-Muizz.
- La 'Ciudad de los Muertos'
   Se llama así a dos grandes necrópolis que se extienden desde Fustat hasta el límite norte del Cairo fatimí, convertidas con el tiempo en barrios residenciales, donde las viviendas modernas alternan con un gran número de tumbas, mausoleos y monumentos funerarios islámicos (fotos 169-188).
  
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Cairo 
   La mayoría de los edificios enumerados conservan su función de origen. Tal es el caso de las mezquitas, las escuelas coránicas (o madrasas) y las necrópolis, así como los palacios y las casas residenciales.
   Destacan estos monumentos por la decoración exterior de sus fachadas, con sillares de piedra e incrustaciones de mármol en las fachadas, cúpulas y minaretes, y la de sus interiores, con labores de estuco, mármol y marquetería tallada de madera.
   La entera ciudad del Cairo posee muchos aspectos visuales y simbólicos que la emparentan con el Bagdad abasí, aunque en sus monumentos se detectan también influencias iraníes y mediterráneas.
   Las primeras mezquitas del Cairo fueron diseñadas según la tradicional planta hipóstila en torno a un patio, con cúpulas axiales. Las innovaciones aparecen en detalles arquitectónicos como las complejas fachadas de incrustaciones de mármoles de colores, los portales abovedados y las torres esquineras.
    Los constructores de la época fatimí incorporaron dos innovaciones al arte de la arquitectura: el arco de 'quilla', llamado también a veces (inapropiadamente) conopial, y la bóveda sobre trompas. El arco de 'quilla' consiste en una modalidad de arco apuntado en el que las curvas que se aproximan al vértice están desplazadas hacia arriba acercándose a la horizontal y convergiendo en un ángulo obtuso; estas formas generaron un tipo especial de bóveda con perfil de 'quilla', abundante en El Cairo.
Cairo   Con la llegada al poder de los mamelucos bahríes empezó a introducirse un nuevo modelo arquitectónico procedente de oriente, cuya concepción se remonta a la Persia sasánida: el del patio central rodeado de cuatro iwans (grandes salas abovedadas, carentes de columnas o pilares, que a veces sobrepasan con su altura la línea de fachada).
    Las trompas, triángulos esféricos que sirven de transición entre la planta cuadrada de la capilla y la planta circular de la bóveda, se hicieron omnipresentes, y en Egipto adquirieron un estilo propio con la llamada trompa de mocárabes o muqarnas: una combinación de nichos cóncavos intrincadamente elaborados a base de cascadas de alvéolos, que simbolizan el orbe celeste (más información en Cúpulas celestiales, artículo en la colección de fotoAleph El embrujo de la Alhambra). Las bovedillas y voladizos de muqarnas rematando portales, ventanas y nichos se convirtieron en un elemento de diseño típico en la arquitectura islámica de Egipto durante siglos.
  
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   Es de destacar también el extraordinario desarrollo que alcanzó a partir de la época fatimí el concepto de mausoleo, fenómeno atribuible a la gran importancia que el chiismo concede al culto a los difuntos. Los mausoleos, que en un principio eran simples edificios cúbicos coronados por una cúpula, fueron creciendo en complejidad, con el añadido de capillas laterales y alminares. La tradición continuó con las dinastías posteriores, y así en El Cairo pueden admirarse innumerables mausoleos y mezquitas sepulcrales de gran mérito artístico, sobre todo en los complejos funerarios mamelucos de la Necrópolis Norte y de la Necrópolis Sur (la llamada 'Ciudad de los Muertos', fotos 169-188).
    Una de las más vistosas señas de identidad de los monumentos del Cairo es la decoración de las fachadas con la técnica del ablaq, que tiene probablemente sus orígenes en Siria. Consiste en la aplicación alternada de sillares de color claro y color oscuro, que visten al monumento con un aspecto de 'piel de cebra'. Con los mamelucos esta técnica alcanzó cotas inusitadas de refinamiento, al ser utilizadas placas de mármoles polícromos incrustados, ensamblados como las piezas de un puzzle. En los dinteles de los portales la técnica del ablaq llega a niveles de virtuosismo, cuando las piezas de mármol están recortadas con perfiles lobulados y sinuosas curvas, que, sin embargo, encajan entre sí a la perfección (foto150).
   Otra característica sobresaliente de la arquitectura del Cairo es la referente a los innumerables minaretes de sus mezquitas, madrasas y mausoleos, que apuntan hacia el cielo sus esbeltas torres de varios pisos, prismáticas, cilíndricas u octogonales, con balconcillos en voladizo sobre muqarnas y estalactitas, rematadas de gráciles pabellones sobre columnillas. No hay barrio de la capital que no esté erizado de estos bellísimos alminares, que entre todos conforman el inconfundible skyline del Cairo.
   Ofrecemos a continuación una relación comentada de los principales hitos arquitectónicos del Cairo medieval y post-medieval, por orden cronológico.





Nilómetro de Roda
Foto 116
  
861, abasí
  
   En la época de los faraones, la economía del Egipto dependía en gran parte del río Nilo y estaba regulada por sus crecidas, que irrigaban y abonaban con limo los campos, hasta el punto de que los impuestos a los campesinos se determinaban en función del nivel alcanzado por las aguas en cada inundación, registrado mediante pozos que alcanzaban el lecho del río con escalas de medida inscritas en sus paredes llamados 'nilómetros', perforados en puntos clave de la cuenca del Nilo, generalmente junto a los templos. El nilómetro de la comarca donde luego creció la ciudad del Cairo estaba en Helwan.
   En el año 715, se construyó en la isla fluvial de Roda (Rawdah) un nuevo nilómetro que iba a sustituir al antiguo de Helwan. Aquél a su vez fue reemplazado por una nueva construcción, que es la que hoy podemos ver, y que tenía la misma función. Fue diseñado en 861 por el matemático Ahmad Ibn Muhammad, por encargo del califa abasí Al-Mamun al-Mutawakkil, y restaurado en el siglo XI bajo el califa fatimí Al-Mustansir. El edificio actual, que ha experimentado sucesivas modificaciones, está cubierto por una cúpula sobre trompas triangulares.
   El nilómetro de Roda es un pozo cuadrado al que se desciende por una escalera que discurre adosada a las paredes. El foso comunica con el río Nilo por tres túneles.
   Una columna octogonal graduada con una escala de medidas inscrita en el fuste, colocada en el eje central del pozo, determinaba el nivel de las crecidas. Los grados están medidos en codos, y numerados hasta el 17.
  
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Mezquita de Ibn Tulun
(Fotos 109-115)

876-879, tuluní
  
   Esta mezquita estaba aquí cuando El Cairo aún no existía. Después de la mezquita de Amr (fundada en 642 por el general Amr Ibn el-As, el conquistador de Fustat e introductor de la religión islámica en Egipto, que se halla totalmente reconstruida y conserva pocos de sus elementos originales), la mezquita de Ibn Tulun es no sólo la más antigua del Cairo, sino el más antiguo testimonio arquitectónico intacto de la civilización musulmana en Egipto.
   Además de por su antigüedad, la mezquita de Ahmed Ibn Tulun (el fundador de la dinastía tuluní) es un monumento que despierta admiración por su grandiosidad, unidad de concepto y sobria belleza.
Cairo   Los muros externos de su enorme estructura de planta cuadrada carecen de portadas y otros elementos decorativos. La mezquita propiamente dicha queda encerrada dentro, rodeada por tres de sus lados por un estrecho patio de circunvalación a modo de cinturón de ronda, que la aísla del exterior (foto110).
   Un amplio patio cuadrangular de 90 x 90 m, con una fuente de abluciones en el centro en forma de pabellón cupulado (foto111), está encuadrado por galerías porticadas (o riwaqs) de dos naves, excepto la correspondiente al muro de la qibla (el lado que está orientado hacia la Meca, donde se sitúa el mihrab), que tiene cinco naves paralelas al muro.
   Las arcadas, compuestas de arcos ojivales ligeramente apuntados, se apoyan sobre gruesos pilares prismáticos con columnas cilíndricas adosadas en las esquinas, provistas de capiteles florales de sabor bizantino (foto115). Este motivo arquitectónico se repitió en la mezquita fatimí de Al-Hakim, pero no tuvo continuidad en mezquitas posteriores, que recurrían muchas veces a la reutilización de antiguas columnas clásicas para sostener sus arquerías.
   La mezquita está casi por entero construida en ladrillos, los muros enlucidos con una gruesa capa de yeso que está trabajada en partes con una decoración de molduras entrelazadas, en un diseño incipiente que más adelante se desarrolló hasta alcanzar los más intrincados niveles de complejidad, constituyéndose en un rasgo estilístico propio de la arquitectura civil y religiosa del Cairo.
   La entera estructura de la mezquita está influida por las formas arquitectónicas de las mezquitas de Samarra, ciudad al norte de Iraq, donde Ibn Tulun recibió su instrucción militar.
   Mención especial merece el minarete, el más antiguo del Cairo (foto114), elevado exento en el patio exterior circundante, al lado opuesto de la sala de oración. Al principio era de ladrillo; luego fue reconstruido con piedra de sillería perfectamente aparejada. De base cuadrada y cuerpo cilíndrico, está provisto de ventanas ciegas geminadas con arcos de herradura que evocan el estilo andalusí. Su elemento más distintivo es la escalera helicoidal que asciende por el exterior rodeando el cilindro de la torre y le confiere un perfil inconfundible, distinto al de cualquier otro alminar del Cairo, que recuerda poderosamente al gigantesco minarete de la gran mezquita de Samarra. Los dos últimos pisos que rematan la torre son de época posterior.
   Llama asimismo la atención la gran balaustrada que bordea el techo del recinto en todo su perímetro, aligerando su severidad de líneas, laboriosamente trabajada con caprichosas formas que no tienen equivalente en ninguna otra mezquita del Cairo, y cuya altura sobrepasa los 3 metros.
   Por la estructura de conjunto, así como por los detalles decorativos de la yesería y carpintería que adornan por doquier el monumento, se puede deducir que, casi con toda probabilidad, la mezquita de Ibn Tulun es obra de arquitectos iraquíes.
  
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Cairo
Mezquita-universidad de Al-Azhar
Fotos 117 y 118
  
970-972, fatimí
  
   La célebre mezquita de Al-Azhar, en el centro del Cairo antiguo, viene a ser para los musulmanes sunníes lo que la basílica del Vaticano para los cristianos católicos: el centro de donde irradia la doctrina religiosa que rige la umma o comunidad de fieles, aunque con la significativa diferencia de que el islam no tiene un 'papa' ni una jerarquía eclesiástica.
   El nombre de al-Azhar significa 'la espléndida' y hace referencia a la hija del profeta, Fátima, a quien los fatimíes rendían especial culto. Fue empezada a construir por los sultanes fatimíes en 970, inmediatamente después de la fundación de su nueva capital al-Qahira. Unos años más tarde, en 989, la mezquita se convirtió también en un importante foco de enseñanza teológica, rango que ha conservado hasta nuestros días.
   Por su importancia, esta gran mezquita aljama fue experimentando sucesivas ampliaciones a lo largo de los siglos. El núcleo inicial se componía de una construcción hipóstila en torno a un patio rectangular de 50 x 24 m, con un transepto en la sala de oración que conduce al mihrab central, al modo de la gran mezquita de Damasco. La sala de oración, que tenía cinco naves, fue ampliada con cuatro naves más, desplazando el muro de la qibla pero manteniendo intacto el mihrab primitivo. El número total de columnas de las salas hipóstilas es de 300, muchas de ellas reutilizadas de edificios antiguos. La decoración interior se basaba en labores de estuco cincelado, de las que se conservan grandes porciones.
   Los sultanes mamelucos Qaytbay (finales del siglo XV) y Al-Ghuri (principios del XVI) añadieron dos minaretes, haciendo un total de seis (uno menos que la gran mezquita de La Meca). Todos los muros exteriores están circundados por edificios anexos de diversas épocas (patio de abluciones, biblioteca, madrasas, colegios y un mausoleo), la mayoría de los siglos XVIII y XIX, el conjunto abarcando una superficie de casi una hectárea, al que se accede por seis puertas. La Puerta de los Barberos, levantada por Qaytbay en 1469, está precedida de una curiosa fachada con dos entradas en arcos lobulados y un friso superpuesto de motivos vegetales policromados y bandas caligráficas, construida por Abd ar-Rahman Katjuda en el siglo XVIII.
   La prestigiosa universidad de Al-Azhar fue establecida en su recinto en 988, para la enseñanza de teología (según el rito chií), filosofía, química y astronomía. Tras la caída de la dinastía fatimí, la institución mantuvo su prestigio como principal centro de enseñanza en el norte de Africa y Oriente Próximo, pero esta vez dentro de la ortodoxia sunní. Hoy la universidad ha sido trasladada a un edificio moderno adyacente, y acoge a 20.000 estudiantes, con una gran proporción de extranjeros. Las materias pedagógicas han sido adaptadas a las necesidades del mundo moderno, y se imparten en nueve facultades: estudios islámicos, politécnicos, lengua árabe, derecho, administración y comercio, agricultura, medicina, pedagogía, más una facultad para estudiantes de sexo femenino.
  
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Mezquita de Al-Hakim
Foto119
  
990-1013, fatimí
  
   Su construcción fue iniciada por el califa fatimí Al-Aziz y terminada bajo el califa Al-Hakim bi Amr Illah (nieto de Al-Muizz, el fundador de al-Qahira), que le dio su nombre.
   Aunque muy reconstruida, es una de las pocas mezquitas fatimíes que han conservado su planta primitiva, con un gran patio rodeado de pórticos y una sala de oración dividida en cinco naves, que revelan influencias estructurales tanto de la mezquita Al-Azhar como de la más primitiva de Ibn Tulun.
   Fue construida extramuros al norte del Cairo, pero en 1087 quedó englobada intramuros al erigirse una nueva muralla de piedra para proteger el límite septentrional de la ciudad.
   Su monumental fachada de piedra está formada por grandes muros embellecidos con nichos ornamentales y rematados por almenas. En el vasto patio, rodeado de arcadas de robustos pilares y columnas adosadas de ladrillos, pueden verse dos elegantes fuentes para abluciones.
   Sus dos minaretes reforzados en la base con sólidos pilonos troncopiramidales son los más antiguos del Cairo después del de Ibn Tulun, y prefiguran, con sus varios pisos cilíndricos u octogonales rematados por una cúpula del tipo llamado mibjara (= incensario), el característico perfil de los posteriores minaretes mamelucos.
  
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Murallas y puertas de la ciudad
Fotos 023, 120, 121 y 154
  
1087-1092, fatimíes
1169-1176, ayyubíes
  
   Las bien conservadas murallas del Cairo con sus puertas figuran entre los mejores ejemplos de arquitectura militar de la Alta Edad Media.
   A finales del siglo XI, Badr el-Gamali, visir del califa fatimí al-Mustansir, hizo sustituir los muros de adobe que fortificaban al-Qahira por un recinto de altas y robustas murallas de piedra que circundaba la ciudad, perforado por espléndidas puertas monumentales.
   Las avanzadas técnicas arquitectónicas puestas de relieve en la erección de estas murallas de piedra no tienen precedentes en los edificios anteriores del Cairo, que estaban construidos en ladrillo, y demuestran niveles de maestría en los sistemas de abovedamiento, en la calidad del aparejo de sillares, perfectamente ensamblados y pulidos, así como en los elementos decorativos, molduras, cenefas... que embellecen los portalones.
   El nivel del suelo ha subido con los siglos, y actualmente las bases de las murallas yacen sepultadas a 4 metros bajo tierra.
   Bab el-Futuh, la 'Puerta de las Conquistas', flanqueada de macizos torreones redondeados que contrastan por su gran tamaño con las reducidas dimensiones del vano de entrada, fue construida de 1087 a 1091, y se abre en la parte norte de las murallas del Cairo. La tradición atribuye su diseño (y el de las puertas Bab an-Nasr y Bab Zuwayla) a arquitectos cristianos procedentes de Siria, convocados a Egipto por el visir Badr el-Gamali. Su estilo es marcadamente diferente al propio de la arquitectura islámica cairota y revela influencias romanas y bizantinas (foto120).
   La cercana puerta de Bab an-Nasr ('Puerta de la Victoria') denota una inspiración clásica aún más acentuada. Dos torreones cuadrados escoltan la entrada, despojados de toda ornamentación a excepción de una cornisa que atraviesa la fachada. Sobre el dintel de la puerta corre una banda de caligrafía cúfica que consigna la fecha del monumento: 1087.
   Bab Zuwayla es la puerta monumental del lado sur de la muralla fatimí. Toma su nombre de una tribu llegada a Egipto en aquella época. Dos torreones redondeados enmarcan una puerta de arco ligeramente apuntado y aligerado por un arco superpuesto de descarga. La ornamentación es tan austera como la de las otras puertas fatimíes, pero ésta ofrece la particularidad de que los torreones están coronados por dos esbeltos alminares erigidos tres siglos más tarde (foto023), pertenecientes a la adyacente mezquita de Al-Muayyad, de época mameluca tardía.
   El célebre sultán Saladino, fundador de la dinastía ayyubí, fijó la sede de su gobierno en El Cairo, construyendo una alcazaba real en lo alto de un promontorio rocoso (Moqattam) desde el que se dominaba a la vez al-Qahira y Fustat. La fortaleza fue ampliándose con los siglos hasta constituir el conjunto fortificado que hoy conocemos como la Ciudadela, que fue lugar de residencia de los posteriores sultanes mamelucos y pachás otomanos. La puerta monumental de acceso a la Ciudadela, conocida como Bab al-Azab, es mucho más tardía, datando (1754) del periodo de dominación otomana (foto154).
   En 1169 Saladino comenzó a ampliar el recinto de murallas de la ciudad fatimí de al-Qahira para que abarcara el ensanche que estaba creciendo al sur, intentando prolongar el perímetro de las fortificaciones hasta Fustat. Grandes tramos de las murallas de Saladino han sido recientemente despejados y puestos en valor, tras yacer varios siglos semienterrados bajo montañas de escombros sobre los que crecían barriadas de chabolas (foto121).
  
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Mezquita Al-Aqmar
Foto122
  
 1125, fatimí
  
   Las mezquitas de Al-Aqmar (1125) y de As-Salih (1160) son dos bellos ejemplares de mezquitas fatimíes de pequeñas dimensiones, construidas para las necesidades locales de culto. No fueron los califas quienes las financiaron, sino oficiales de menor rango y ciudadanos, tanto burgueses como de las clases más humildes.
   La pequeña mezquita de Al-Aqmar, de tiempos del califa Al-Amir, posee una planta hipóstila en torno a un patio que, aunque siguiendo en lo esencial los modelos tradicionales, se adapta a la configuración del terreno disponible en el denso casco urbano de la ciudad. Por ello su fachada hace un ángulo que se ajusta al trazado de la calle pero no responde a la orientación de la qibla en el interior. El portal es enteramente en piedra, con una curiosa decoración consistente en un medallón sobre un nicho estriado.
  
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Hospital, mausoleo y madrasa de Qalaun
Foto123
  
 1284-1285, mameluco bahrí
  
   El complejo arquitectónico de Qalaun se compone de tres edificios integrados en un bloque conjunto, que poseen distintas funciones: hospital, mausoleo y madrasa. Fue construido por el sultán mameluco el-Mansur Qalaun en la calle al-Muizz, la principal arteria del Cairo fatimí.
   Las ventanas exteriores, de arco apuntado y geminadas, tienen concomitancias con el estilo gótico, que Qalaun conocía por las iglesias de los cruzados. Los minaretes, de base cuadrada y torre de varios pisos octogonales o cilíndricos, son de influencia siria. Un portal decorado con sillares alternativamente claros y oscuros (ablaq) da acceso a un corredor medianero que conecta las distintas dependencias.
   El hospital (maristan) se ha perdido casi por completo, sustituido hoy por una clínica moderna. Se articulaba en torno a un patio con cuatro iwans.
   La sala de oración de la madrasa se divide en tres naves separadas por columnas clásicas reutilizadas, y recuerda en su distribución a las iglesias basilicales sirias.
   El mausoleo es excepcional. Hay quienes lo consideran el edificio más bello del Cairo. La orientación interna del mausoleo, así como el de la madrasa, no es la misma que el de la fachada externa, que está alineada con el trazado de la calle. La estructura de cámara cuadrada con cúpula, habitual en los mausoleos, está sustituida aquí por una estructura octogonal que se apoya alternativamente en parejas de pilares y columnas clásicas de granito reaprovechadas, con fustes monolíticos. El octógono soporta un alto tambor y una cúpula. El conjunto repite el motivo arquitectónico de la más célebre de las primeras mezquitas construidas por el islam: la Cúpula de la Roca de Jerusalén.
  
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Madrasa-mausoleo de An-Nasir Mohammed
Foto124
  
 1295-1303, mameluco bahrí
  
   Sorprende ver una portada de inconfundible estilo gótico en El Cairo medieval islámico, pero el hecho tiene una explicación.
   Este conjunto de madrasa y mausoleo, adosado pared contra pared con el mausoleo de Qalaun, fue empezado a construir en tiempos de Al-Adil Kitbuga, quien, antes de su destitución en 1296, había levantado la fachada hasta la altura del friso y había incorporado una portada gótica expoliada de la iglesia de San Juan de Acre (hoy Acco, Israel), como símbolo-trofeo de la victoria de los musulmanes sobre los cruzados. La palabra 'Allah' fue inscrita en el vértice del arco y se añadió una inscripción en caligrafía cúfica sobre el dintel.
   La construcción, estructurada en torno a un patio con cuatro iwans, fue retomada por An-Nasir Mohammed en 1299, quien añadió el minarete sobre la portada ojival. La compleja decoración de lacerías de estuco tallado del minarete es de influencia norteafricana. A esta segunda fase constructiva pertenece también la rica decoración de estuco del iwan de la qibla.
   En el mausoleo están sepultados la madre y el hijo favorito de An-Nasir, mientras que éste se halla inhumado en el mausoleo contiguo, perteneciente a su padre, Qalaun.
  
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Mezquita del emir Altunbuga al-Maridaní
Fotos 125-130
  
1339-1340, mameluco bahrí
  
   Situada en una de las vías principales que conducen de Bab Zwayla a la Ciudadela, esta mezquita, mandada construir por el emir Altunbuga, yerno de An-Nasir, ofrece la típica planta hipóstila en torno a un patio porticado con fuente central, aureolado de un cresterío de almenas escalonadas, las de las esquinas rematadas de pináculos. Un espléndido minarete de gráciles balcones sobre muqarnas domina el conjunto.
   El edificio conserva aún gran parte de su decoración original. Algunas de las columnas de los riwaqs (naves) tienen capiteles romanos reaprovechados. El mihrab, en piedra roja y esmaltes azules y nacarados figura entre los más bellos del Cairo.
   Un caso único en las mezquitas del Cairo es el hecho de que la sala de oración está separada del patio por una gran mampara de marquetería de madera, perforada por celosías de diferentes diseños (foto038). La luz del sol penetra en la sala tamizada y fragmentada en múltiples rayos, creando un irreal ambiente de claroscuros.
  
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Mezquita de Aqsunqur (Mezquita Azul)
Fotos 131, 132 y 133
  
1346-1347, mameluco bahrí
  
   Fue mandada construir por el emir Aqsunqur, y es reconocible entre otras del Cairo por su minarete cilíndrico. Se derrumbó con un terremoto, y fue reconstruida en 1651 por el oficial otomano Ibrahim Agha Mustahfizan, a quien se debe su particular decoración en azulejos que le ha valido el apodo de 'Mezquita Azul'.
   Los techos de las naves de la sala de oración son de bóvedas de aristas reposando sobre robustos pilares octogonales. El muro de la qibla está revestido de azulejos cuadrados de cerámica al estilo de Iznik (antigua Nicea, Turquía), con motivos florales verdes y azules sobre fondo blanco. Destacan también por su preciosismo el mihrab y el mimbar de mármoles polícromos.
  
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Madrasa-mausoleo de Serghatmash
Foto134
  
1356, mameluco bahrí
  
   Construida por Serghatmash, emir del sultán Hassan, junto a la mezquita de Ibn Tulun.
   La planta cruciforme formada por un patio con cuatro iwans en los lados erizados de almenas escalonadas y fuente central de abluciones responde al esquema habitual de las escuelas coránicas cairotas. Las cúpulas de ladrillo son en forma de bulbo, rasgo no muy frecuente en El Cairo.
  
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Mezquita-madrasa del sultán Hassan
CairoFotos 135-139
  
1356-1359, mameluco bahrí
  
    Esta grandiosa construcción supera en dimensiones a cualquier otra anterior en El Cairo. Su esquema básico es el típico de la madrasa, pero en este caso trasladado a las funciones de mezquita: un gran patio central cuadrado con cuatro iwans abriéndose en los lados y una fuente central en forma de quiosco. Este modelo marcó pautas y en El Cairo fue desbancando a la tradicional estructura de mezquita de planta hipóstila. En las esquinas del patio se distribuyen las estancias de cuatro madrasas o escuelas coránicas correspondientes a distintas corrientes doctrinales. Prolongando el iwan de la qibla sobresale un mausoleo de planta cuadrada coronado de cúpula.
   Se dice que el sultán Hassan, séptimo hijo de An-Nasir, quería superar en tamaño al gran iwan del palacio sasánida de Cosroes en Ctesifonte (más información en el artículo Las innovaciones arquitectónicas de la Persia de los shas, de la colección de fotoAleph Ciudades de porcelana. Arquitectura de cerámica en Irán). En aquella época afluía al Cairo un gran número de artistas y artesanos procedentes de Siria e Irán. Lo cierto es que el complejo, que combina una imponente austeridad de conjunto con un gran refinamiento en los elementos decorativos, despliega multitud de detalles estilísticos propios de la arquitectura iraní. En fechas posteriores fue despojada de una de sus suntuosas puertas de bronce, que fue instalada en el portal de entrada de la mezquita de al-Muayyad.
   La mezquita-madrasa de Hassan está considerada como una de las obras maestras de la arquitectura árabe.
   Frente a ella, al otro lado de una calle que parece un estrecho desfiladero entre las altas paredes de los santuarios, se levanta la mezquita er-Rifai, de la época del jedive Ismail, que no es sino una tardía imitación historicista (se terminó en 1912) de la arquitectura medieval cairota.
  
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Madrasa de Barquq
Fotos 140, 141 y 142
  
1384-1386, mameluco circasiano
  
   Denominada también el-Barquqiyya, esta escuela coránica, contigua a los mausoleos de An-Nasir y Qalaun (a los que sobrepasa en altura), es obra de Ahmad al-Tuluni, arquitecto de la corte del sultán Barquq.
Cairo   Está compuesta por un patio rectangular rodeado por cuatro iwans, con una fuente central en forma de quiosco, en una estructura que recuerda, en menores dimensiones, a la madrasa del sultán Hassan, impresión a la que también contribuye la sobriedad de sus fachadas externas. Además de madrasa tenía las funciones de mezquita, y en las dependencias adyacentes se levantaba un mausoleo familiar y un convento sufí.
   El iwan de la qibla es inhabitual, al estar dividido en tres naves por arcadas. Los arcos descansan sobre cuatro enormes columnas monolíticas de pórfido que datan de tiempos de los faraones y fueron aquí reaprovechadas (foto140). El mihrab y el entero muro de la qibla están profusamente ornamentados con mosaicos de mármoles polícromos (foto141).
   Las batientes de la puerta de entrada y de otras seis puertas del interior están cubiertas de placas de bronce con incrustaciones de plata, en una delicada labor de repujado a base de diseños poligonales y estrellados que se entrecruzan (foto142).
  
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Mausoleo de Barquq
Fotos 179 y 180
  
1399-1412, mameluco circasiano
Necrópolis Norte ('Ciudad de los Muertos')
  
   Este gran complejo funerario fue construido fuera de la ciudad, en el cementerio norte, por Farag, el hijo del sultán Barquq.
   De planta cuadrada, se compone de un patio porticado con dos mausoleos en las dos esquinas del lado de la qibla, coronados de sendas cúpulas simétricas decoradas con estrías en zigzag, quizá las primeras en Egipto construidas en piedra. Dos elegantes minaretes en las otras dos esquinas dan réplica a las cúpulas (foto180). La sala de oración se compone de tres naves, con el mihrab cubierto por una tercera cúpula más pequeña.
   En los lados norte y sur se distribuyen las celdas de los sufíes y otras estancias del convento. El lado de la entrada está también dividido por arcadas en tres naves, y rematado a uno y otro lado por dos fuentes cuyo piso superior está ocupado por escuelas, al modo de los sabil-kuttab de la ciudad. A pesar de las múltiples funciones del edificio, su estructura general muestra una gran homogeneidad, con todas las dependencias y accesos perfectamente integrados en una unidad de conjunto.
  
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Mezquita de Al-Muayyad
Fotos 143, 144, 145 y 146
  
1415-1420, mameluco circasiano
  
   Es ésta la más tardía de las mezquitas de patio porticado del Cairo, modelo que desde la mezquita-madrasa del sultán Hassan había sido poco frecuente en la ciudad.
   Fue construida adosada a la puerta monumental de Bab Zuwayla (foto023), principal acceso a la ciudad en la muralla sur, por el sultán Muayyad Abu Nasr al-Mahmudi, en el emplazamiento donde se levantaba una prisión. Este sultán había sido encerrado en dicha prisión por un emir que se había rebelado contra los soberanos mamelucos, e hizo voto de construir una mezquita en el mismo lugar de su cautiverio si era liberado.
   La mezquita de Al-Muayyad es notable por sus grandes dimensiones, su cúpula con molduras en zigzag, su enorme portal que sobrepasa la línea de fachada, y sobre todo por sus dos soberbios minaretes, que fueron levantados sobre los dos bastiones de época fatimí que escoltan la puerta Bab Zuwayla. Son alminares de planta octogonal, con cuatro pisos separados por balconcillos sostenidos por muqarnas. Obsérvese (foto144) la ligereza, casi fragilidad, de los últimos pisos en forma de pabellones que descansan sobre delgadas columnas, rematados con pináculos bulbiformes.
   Las batientes de la puerta principal proceden de la madrasa-mezquita del sultán Hassan y fueron adquiridos por el sultán Muayyad para engalanar su propia mezquita. Miden 5,90 m de alto, son de madera de tilo y están revestidos de placas de bronce cinceladas con motivos poligonales entrelazados de una excelente calidad de ejecución (foto146). Los aldabones son también de bronce moldeado en filigranas.
  
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Complejo funerario de Barsbay
Foto181
  
1432, mameluco circasiano
Necrópolis Norte ('Ciudad de los Muertos')
  
   Construido por el sultán al-Ashraf Barsbay, que reinó de 1422 a 1438, un periodo relativamente largo para aquel tiempo, este conjunto comprende una madrasa, un convento sufí (janqah) y tres mausoleos, coronados por cúpulas sobrealzadas sobre tambores con una decoración de molduras entrelazadas.
  
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Cairo
Complejo funerario del sultán Qaytbay
Fotos 169 y 175
  
1472-1474, mameluco circasiano
Necrópolis Norte ('Ciudad de los Muertos')
  
   Nos hallamos ante uno de los logros más destacados de la arquitectura árabe del siglo XV.
   El complejo de Qaytbay se compone de una mezquita-madrasa de patio central con cuatro iwans, con el mausoleo del sultán y diversas dependencias anexas, entre ellas un convento para sufíes, una madrasa más pequeña con el mausoleo de los hijos del sultán, un sabil con sus características ventanas enrejadas y con su correspondiente kuttab en el segundo piso, que se asoma a la calle por una elegante logia.
   El conjunto se realza con un alto y estilizado minarete, semejante a los de la mezquita de Al-Muayyad en Bab Zuwayla (con pisos sucesivamente cuadrados, octogonales y cilíndricos, rematados por un quiosco sobre columnillas y un pináculo de bulbo), y una extraordinaria cúpula sobre la tumba del sultán (foto175), sobrealzada sobre un tambor perforado de ventanas, y embellecida con una exquisita y complicada ornamentación de tracerías geométricas entrelazadas y combinadas con arabescos. La evolución técnica y artística de las cúpulas mamelucas, que fueron haciéndose más y más complejas, empezando por las cúpulas simplemente nervadas y pasando por las de molduras en zigzag para terminar en las de motivos geométricos estrellados y entrelazados, alcanza aquí un cénit de refinamiento estético. El resto del edificio es notable también por la armonía de sus proporciones y su esmerada decoración.
  
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Mezquita de Qigmas as-Ishaqi
Foto149
  
1480-1481, mameluco circasiano
  
   Fue construida a instancias del emir Qigmas as-Ishaqi, escudero del sultán Qaytbay.
   Llama la atención su insólita planta asimétrica, concebida para adaptarse a la confluencia de dos calles que forman una esquina en ángulo agudo. Los muros de fachada ejecutan varios retranqueos para ajustarse al terreno disponible, manteniendo la orientación general del edificio hacia la Meca.
   En los entrantes del escalonamiento están dispuestos el sabil y el portal de entrada, ambos decorados con una preciosista labor de mármoles polícromos incrustados (ablaq). En el interior, además de una sala central cubierta de una linterna octogonal, y una sala de oración revestida de mármoles de colores, con techos artesonados y vidrieras, se levanta el recinto de una tumba que no es la del emir Qigmas, sino la del jeque Abu Hureyba (siglo XIX), con cuyo nombre se designa a veces esta mezquita.
  
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Mezquita-mausoleo de Khayrbak
Foto151
  
1502, mameluco circasiano
  
   Está compuesta de una única sala de oración, de reducido tamaño pero de cuidadas proporciones, coronada de una hermosa cúpula recubierta de una combinación de molduras entrelazadas y florones, un paso más en la evolución de las cúpulas mamelucas hacia una cada vez mayor complejidad ornamental.
   El minarete de ladrillo se levanta no sobre una base sino sobre una estancia abovedada. Se asciende a él por una doble escalera dispuesta de forma que dos personas pueden subir simultáneamente sin verse. El piso superior del alminar ha desaparecido.
  
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Mezquita-madrasa del emir Akhor
Foto152
  
1503, mameluco circasiano
  
   Construida por Qanibay as-Sayfi, emir Akhor (= escudero mayor) del sultán mameluco Qansuh Al-Ghuri.
   Es reconocible por sus fachadas recubiertas con hiladas de sillares en dos colores alternantes, y por su minarete de doble pináculo.
  
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Complejo funerario de Al-Ghuri
Foto153
  
1503-1504, mameluco circasiano
  
   La mezquita-madrasa y el mausoleo de Qansuh Al-Ghuri, el último de los grandes sultanes mamelucos, se levantan frente a frente, a uno y otro lado de la calle al-Muizz, principal arteria del casco histórico fatimí.
   Este conjunto funerario constituye uno de los puntos culminantes de la arquitectura mameluca, y es un notable ejemplo de adaptación de un monumento al tejido urbano de la ciudad.
   Entre las dependencias de la madrasa se encuentran además un janqah o convento sufí, un sabil-kuttab integrado a la fachada haciendo un saliente, una logia que da a un patio y varias viviendas anexas.
   Se accede a la puerta principal por una escalera que da a un lujoso portal en decoración de ablaq. El interior es en planta cruciforme, con cuatro iwans que se abren en grandes arcos de herradura a un patio central cubierto por un lucernario. En esta grandiosa estancia se celebra dos días a la semana un colorido espectáculo de música y danza tradicionales egipcias.
   El mausoleo de enfrente dispone también de un sabil-kuttab adosado al portal, que es una réplica del de la madrasa. Su gran cúpula, antaño revestida de cerámica azul, es la parte más elevada del conjunto y descansa sobre unas amplias trompas de poco relieve, las más grandes que se conozcan en El Cairo.
  
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Caravasar de Qansuh Al-Ghuri
Foto153
  
1504-1505, mameluco circasiano
  
   Este wikala o caravasar (establecimiento comercial dedicado a alojar caravanas de mercaderes y almacenar mercancías) es uno de los más completos y mejor restaurados de los edificios de este tipo en El Cairo. El interior alberga actualmente una escuela de artesanía.
   Los apartamentos, que eran alquilados por comerciantes, artesanos, viajeros y peregrinos, están distribuidos en unidades verticales, cada una constituida por tres habitaciones superpuestas, conectadas por escaleras interiores.
   La planta baja del patio porticado estaba destinada a los almacenes de mercancías, que a veces servían de tiendas.
  
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Mausoleo de Tarabay ash-Sharifi
Foto151
  
1504, mameluco circasiano
  
   Se trata de un conjunto formado por una puerta monumental, una fuente con una escuela coránica en su piso superior (sabil-kuttab) y un mausoleo, construido por el príncipe Tarabay ash-Sharifi, que era el jefe de los mamelucos en tiempos del sultán Al-Ghuri.
   El mausoleo del príncipe, de planta cuadrada rodeada de un recinto, está coronado por una cúpula con decoración de molduras en zigzag.
  
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Cairo
Sabil-Kuttab de Abd ar-Rahman Katjuda
Foto155
  
1744, periodo otomano
  
   Una bifurcación de la calle Al-Muizz configura una esquina en ángulo agudo que está ocupada por un sabil-kuttab (fuente/escuela) construido por Abd ar-Rahman Katjuda, por entonces gobernador del Cairo.
   El edificio combina sabiamente los modelos árabes de construcción con elementos turcos. Consiste en una fuente pública exenta (no integrada a ninguna mezquita como es el caso habitual de sus predecesoras), rematada en el segundo piso por una escuela coránica en forma de logia que abre los balcones a tres de sus lados. Su decoración es extremadamente refinada y sigue los patrones establecidos en la era mameluca: mármoles incrustados de colores, voladizos sobre muqarnas, relieves en piedra y un interior ricamente revestido de azulejos y cubierto de un artesonado polícromo.
   De la misma época (1744) y parecido estilo son la mezquita y el sabil-kuttab del sheij Mutahhar (foto029).
  
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Mezquita de Mehmet Ali
Foto002
  
Siglo XIX
  
   La inmensa mezquita que domina la Ciudadela desde lo alto de la colina de Moqattam, que puede ser divisada desde prácticamente cualquier punto del Cairo, es posterior al dominio otomano: se trata de la mezquita de Mehmet Ali, conocida también como la 'mezquita de alabastro', empezada en 1824 por Mehmet Ali, fundador del estado egipcio moderno, y concluida por su hijo Said Basha en 1857.
   Está inspirada en el estilo turco de las mezquitas de Estambul, según el modelo que creó el gran arquitecto Sinan, con sus altos y delgados minaretes tubulares, y su gran cúpula central sostenida por semicúpulas. La decoración general, especialmente los paneles de alabastro de los muros, responde, sin embargo, al más puro clasicismo europeo.
  
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EL CAIRO
Entre la gloria y el caos
  
Bibliografía consultada
  
- Frishman, Martin. Khan, Hasan-Uddin. The Mosque. History, Architectural Development & Regional Diversity (Thames and Hudson, Londres, 1994)
- Mahfuz, Naguib. Trilogía del Cairo (Entre dos palacios, Palacio del deseo, La azucarera). Alcor, 1989
- Michell, George. La arquitectura del mundo islámico (Alianza Editorial, Madrid, 1985)
- Stierlin, Henri. Islam. Early architecture from Baghdad to Cordoba. Vol. I (Taschen, 1996)
- UNESCO. El Patrimonio Mundial (Ediciones San Marcos)

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