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 EL ZOO DEL FARAÓN
 Fauna del antiguo Egipto
El zoo del faraon
  
   Todas las civilizaciones de la antigüedad rendían culto a los animales, pero ninguna practicó la zoolatría con tanta intensidad ni la llevó a tal extremo como los egipcios del tiempo de los faraones.
   Gracias a la riquísima iconografía que nos ha legado el arte de aquella época, los naturalistas pueden estudiar con suma precisión la flora y fauna del antiguo Egipto, discerniendo entre las distintas especies (algunas ya extinguidas, algunas imaginarias) que tenían como hábitat el valle del Nilo, para descubrirnos multitud de detalles curiosos sobre la relación de los antiguos egipcios con el mundo animal.
   126 fotografías on line
Indice de textos
Zoología y zoolatría
Animales y demás parientes
El enigma de la esfinge
Bibliografía
Indices de fotos
Indice general
Dioses y animales
Esfinges
Fauna del Egipto de hoy
Otras exposiciones de fotos de Egipto en fotoAleph
  
Lista completa de faraones de Egipto
Dinastías del antiguo Egipto
   

Zoología y zoolatría
  

   Aunque el Egipto confina con la Libia, no abunda mucho en animales; pero los que hay, sean domésticos o no lo sean, son todos tenidos por sagrados.
   Quien mata una de estas bestias, si voluntariamente, sufre pena de muerte; si involuntariamente, paga la multa que fijan los sacerdotes. Quien mata un ibis o un gavilán, voluntaria o involuntariamente, muere sin falta.
   Herodoto. Los nueve libros de la historia, II, 65


El zoo del faraon
   En el grandioso complejo de templos de Karnak (actual Luxor, Egipto) hay una sala llamada 'jardín botánico', que data de la época de Tutmosis III (1504-1450 a C). Esta estancia era utilizada para albergar ejemplares exóticos de plantas y animales, en una suerte de herbolario que podría considerarse a la vez un pequeño parque zoológico. Los muros de la sala están decorados con bajorrelieves de árboles, arbustos y flores de especies ajenas al ecosistema del valle del Nilo, algunas de ellas traídas de Siria y del Líbano tras las campañas guerreras de expansión del imperio egipcio en Oriente Próximo. Entre los árboles se alternan relieves de aves y mamíferos raros en Egipto, como por ejemplo una gacela buchona persa (foto25). El 'jardín botánico' de Karnak es una muestra de la trascendencia que daban los reyes a la importación de especies exóticas, que se esforzaban en aclimatar al país, así como del interés que prestaban los antiguos egipcios al estudio y conservación de la naturaleza vegetal y animal.
   Tenemos otra prueba de ello en los motivos pictóricos análogos que podemos contemplar en el templo funerario de la reina Hatshepsut (1503-1482 a C) en Deir el-Bahri, en los que se describe la famosa expedición marítima al país del Punt, promovida por dicha reina, de donde se trajeron, además del árbol del incienso, cuantiosos presentes que incluían marfil, pieles de leopardo y animales salvajes. Otros faraones del Imperio Nuevo importaron de Nubia diversas especies de fauna etíope (jirafas, guepardos, babuinos, macacos...).
   Tal interés por la flora y la fauna venía de muy antiguo, pues se detecta ya en la época predinástica. En 2009 se descubrió en Heriacónpolis durante unas excavaciones arqueológicas la más antigua colección zoológica conocida de la historia de Egipto, datada hacia el 3500 a C. Entre los restos de animales encontrados en ese 'zoo' de los tiempos remotos había hipopótamos, elefantes, antílopes, babuinos y gatos monteses.
El zoo del faraon   No debemos deducir por ello que esa atención al mundo vegetal y animal tuviera un propósito 'científico', inducido por el humano afán de desentrañar los arcanos de la naturaleza –que también–, sino que respondía ante todo a una cosmovisión de índole religiosa. Pues los antiguos egipcios consideraban a los animales como encarnaciones de las fuerzas divinas. Muchos de los animales que pululaban por el Egipto de tiempo de los faraones no solo eran sagrados, como nos informa Herodoto, sino que eran teofanías, manifestaciones en el mundo terrenal de los mismos dioses. Así el halcón era Horus, el hijo de Isis y Osiris. El ibis era Tot, el dios de la sabiduría. El chacal era Anubis, el dios que presidía los embalsamamientos. La vaca era Hathor, la diosa de la alegría y la música... Algunos de estos animales tenían un centro principal de culto en determinadas ciudades: el halcón-Horus en Edfú, el gato-Bastet en Bubastis, el cocodrilo-Sobek en el Fayum, etc.
    A diferencia de lo que afirma Herodoto sobre la escasa abundancia de animales en Egipto, lo cierto es que los estudios realizados a partir de los escritos, dibujos, relieves y esculturas referentes a la fauna local que nos han llegado de la era faraónica testimonian la extraordinaria biodiversidad de que disfrutaba el país de las pirámides. La variedad de especies animales y vegetales era inabarcable.
   Los artistas egipcios eran buenos observadores de la naturaleza. Las imágenes pictóricas y escultóricas que realizaban de los animales son, a pesar de su esquematismo y estilización, de una prodigiosa exactitud, lo que permite a los expertos estudiar con todo detalle la fauna del antiguo Egipto. El cuidado naturalismo con que están dibujadas facilita la exacta identificación y diferenciación de cada una de las especies de cuadrúpedos, aves, peces o insectos mostradas en las pinturas y relieves. Otro tanto ocurre en lo que respecta a la flora. A ello hay que añadir la gran cantidad de restos de animales momificados que han sido hallados en diversas necrópolis, que ha hecho posible complementar toda esa información y profundizar en las investigaciones.
El zoo del faraon   Esta abundantísima iconografía animal que se ha conservado en el arte egipcio faraónico posibilita identificar incluso las especies extinguidas o desaparecidas hace tiempo en Egipto. Por ejemplo las imágenes de elefantes y jirafas, o las escenas de caza con arpón de hipopótamos en el río, solo aparecen en artefactos del periodo predinástico o en las tumbas del Imperio Antiguo y no en los periodos posteriores. Lo mismo sucede con muchos animales del desierto egipcio como el órice, el adax, el licaón, la gacela blanca, la cabra salvaje nubia (una variedad de íbice) o el asno salvaje nubio.
  
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    El Nilo es un puente entre el mar Mediterráneo y el África central. Con sus 2.000 km de cauce surcando los tórridos desiertos egipcios, este río creaba una franja de verdor que era zona de asentamiento o vía de tránsito para numerosas especies de animales, tanto silvestres como domesticados. Era también una de las rutas principales de migración de las aves de paso procedentes de Europa.
   Además de criar animales domésticos, como bueyes, asnos, cerdos, cabras, corderos y ocas, los egipcios capturaban en sus cacerías, y los custodiaban vivos después en sus parques y jardines, gacelas, ciervos, antílopes, íbices, linces africanos e incluso hienas. En las pinturas con escenas de caza también se ven dibujados mamíferos de menor tamaño, como el puerco-espín, el erizo, la liebre, el zorro o la comadreja rayada. El dromedario, hoy ubicuo en Egipto, solo era conocido en la zona oriental del Delta, y no aparece en la iconografía. Fue introducido en el valle del Nilo recientemente: hace solo 2.000 años.
El zoo del faraon   La representación de animales en el arte de África nororiental se produjo ya desde la prehistoria (en la foto de la derecha, un grabado rupestre del neolítico rescatado de la inundación de la Baja Nubia provocada por la presa de Asuán). En la época predinástica (IV milenio a C), antes de los primeros faraones registrados por la historia, se fabricaban ya toda clase de objetos manufacturados para uso cotidiano que estaban decorados de motivos zoomorfos: cuencos de cerámica con dibujos de cocodrilos; vasijas de piedra en forma de ibis, pez o tortuga; recipientes de ungüentos en forma de hipopótamo; mangos de cuchillo con figuras de cigüeñas y elefantes; paletas rituales de cosméticos con animales totémicos, jirafas, leones, hienas, ciervos...
    Esta tradición prosiguió y se acentuó durante los tres milenios de la era dinástica (desde aproximadamente 3100 a C hasta la dominación romana, en el 30 d C). Las imágenes de animales se multiplicaron hasta el infinito y se hicieron omnipresentes en todas las creaciones artísticas y artesanales de ese prolongado periodo histórico. Mencionaremos los altares con cabezas de leones de la III Dinastía; los tronos reales con forma de león; las joyas y pectorales con halcones (foto30), cobras, buitres; las jarras con un asa en forma de cabra salvaje; las cajitas para perfumes con ánades; los sellos de funcionario con forma de escarabajo... Las cabezas y cuerpos de animales formaban parte integrante de toda clase de objetos, como las fichas de los juegos de mesa, los animales de juguete de madera con la mandíbula articulada, las estatuillas de cerámica que servían de exvotos, las empuñaduras de los bastones...
El zoo del faraon   También tenían forma de animal (escarabajo, serpiente, halcón, chacal, babuino...) los amuletos para propiciar el bienestar y la felicidad, o para proteger del mal de ojo y las influencias maléficas. Eran portados por los vivos y se colocaban entre las capas de las vendas de los difuntos momificados.
    El diseño de los muebles de los palacios reales y de los hogares de las familias pudientes obedecía a la misma tónica. Los sillones estaban rematados con cuatro patas de león o de bovino. Los taburetes más lujosos tenían patas que acababan en una cabeza de ánade. Las camas tenían cabezas de león en sus travesaños salientes.
   Las embarcaciones reales portaban estandartes de esfinges y cobras. Las piraguas llevaban como mascarón de proa una cabeza de cabra de Egipto.
  
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   Disponemos de otra importante fuente de información sobre la flora y fauna del antiguo Egipto en las tumbas de los personajes prominentes de la sociedad, ya sean mastabas (en el Imperio Antiguo) o hipogeos (en épocas posteriores). Las paredes de las salas, capillas y pasadizos de los complicados interiores de estos sepulcros eran decoradas, sobre todo a partir de la V Dinastía, con bajorrelieves y huecorrelieves policromados, o con pinturas murales, que reproducían con agudo sentido de la observación escenas de labores agrícolas, pastoreo y cría de ganado, así como las prácticas de la cacería y la pesca. Su propósito era más pragmático que decorativo, pues estaban encaminadas a garantizar a perpetuidad el suministro de los alimentos, bebidas y bienes materiales necesarios para la manutención ultraterrena del difunto titular de cada mausoleo. De este modo la tumba se convertía en una residencia para el Más Allá, donde el doble o 'ka' del fallecido podía disfrutar indefinidamente de los placeres que había conocido en vida, saborear los mismos manjares y disponer de los mismos objetos de que había estado rodeado en su estancia terrenal. Y, sobre todo, ser beneficiario de culto post-mortem por parte de sus familiares, que honraban su memoria aportando ofrendas para su vida de ultratumba. 
El zoo del faraon   Son pinturas y relieves de excelente factura, llenos de movimiento, dotados de vivo colorido, diseñados con un gran sentido del realismo. Y de una variedad de temas inagotable. Repartidos en frisos superpuestos en distintos registros, cubriendo muros, jambas, dinteles, pilares y corredores de las tumbas, describen plásticamente multitud de episodios que proporcionan una ingente cantidad de información visual sobre los usos y costumbres de la sociedad egipcia del tiempo de los faraones. Sabemos por ellos cómo los primitivos egipcios laboraban los campos, qué tipo de cosechas recogían, qué tipo de ganado poseían. Conocemos sus distintas técnicas de caza y pesca. Un examen atento permite descubrir mil detalles de su vida doméstica y familiar. Con qué se alimentaban, cómo cocinaban, cómo ordeñaban las vacas (foto07) o pastoreaban las cabras, cómo trillaban los cereales en las eras con burros, cómo recolectaban la miel de las colmenas, cómo amasaban el pan, elaboraban el vino y la cerveza, qué vestidos, peinados, joyas y calzados usaban.
   Si bien es cierto que se trata de escenas idealizadas haciendo referencia sólo a personajes de las capas altas de la sociedad, también aparecen en ellas de rebote otros personajes más humildes, anónimos, pertenecientes a los varios estratos sociales en que estaba articulada la población, como campesinos, pastores, artesanos, braceros, sirvientes... Vemos siervos enjaulando aves de corral para llevarlas al mercado, vaqueros vadeando con el ganado un arroyo, pescadores exorcizando los cocodrilos desde la barca, matarifes sacrificando toros.
El zoo del faraon   Un rito esencial del culto funerario era la donación de carne al titular de la tumba. Por medio de esta ofrenda se transferían al difunto las fuerzas vitales de los animales sacrificados, siendo el corazón y el muslo las partes con un efecto especialmente revitalizador. La mayor cantidad de estas viandas provenía de la ganadería, en especial del ganado vacuno. En muchas de las tumbas se muestran escenas de la matanza de reses, de vívido realismo, donde en una sucesión de episodios se ve a los matarifes abatiendo la res, desangrándola, degollándola, descuartizándola y extrayéndole el corazón (foto52).
   Los egipcios practicaban la ciencia veterinaria con sus animales: en un fresco se ve a un hombre introduciendo un instrumento en la garganta de un buey, acompañado de la inscripción 'curando a un buey joven'.
    En todas las pinturas y relieves en que aparecen, las reses son robustas y se las ve mejor alimentadas que los mismos campesinos que las cuidan, pintados en ocasiones con un aspecto escuálido y esquelético.
El zoo del faraon   También la caza era una pródiga fuente de suministros para las ofrendas funerarias: gacelas, antílopes, gansos, patos y palomas. Hay dos escenarios principales para la práctica cinegética: las marismas y el desierto. En las marismas y humedales del valle del Nilo y del Delta se capturaban aves con red o se pescaba. En el desierto se cazaban animales salvajes.
  
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   En la cultura del antiguo Egipto un animal podía ser un dios, la manifestación de una energía, un talismán, un jeroglífico, y el mismo animal en sí. Su mera imagen podía incluso designar un nombre propio, como los de algunos monarcas anteriores a la I Dinastía: el rey Serpiente, el rey Escorpión...
    El halcón hace acto de presencia en la iconografía religiosa desde las primeras dinastías. Se trata de Horus, dios del sol, hijo de Isis y Osiris, que libró batalla contra Set, el asesino de su padre. En los jeroglíficos más antiguos, el halcón-Horus está posado sobre el nombre del faraón, subrayando su origen divino.
   La cobra es Uadjet, la diosa del norte, emblema del Bajo Egipto (la zona del Delta). El buitre es Nejbet, la diosa del sur, emblema del Alto Egipto. Ambos animales aparecen emparejados en el ureo, la insignia que portan en la frente los faraones y los dioses (foto29). El icono del disco con alas, que tantas veces aparece situado sobre entradas y puertas, simboliza a estas mismas diosas y protege del mal.
El zoo del faraon   Una variedad de carnero con los cuernos horizontales enroscados y orientados hacia los lados sirvió de modelo para el dios Jnum. La variedad con cuernos enroscados en espiral fue desde el Imperio Medio la imagen de Amón, dios supremo de Tebas.
   El ibis blanco y el babuino cinocéfalo son dos manifestaciones de Tot, el dios de la sabiduría, patrón de los escribas, que inventó la escritura jeroglífica. El chacal es la encarnación de Anubis, el dios que guiaba a los difuntos a los reinos ultraterrenos.
   La diosa Hamhit, descrita en una estela como 'el ojo del sol, la señora del cielo, reina de todos los dioses', es pintada con un pez sobre la cabeza.
   Muchas veces los animales se combinan entre sí y se combinan con el ser humano para engendrar seres híbridos. Deidades con cuerpo de hombre o mujer y cabeza de animal, o, al revés, cuerpo animal con cabeza humana, como es el caso de las esfinges. La diosa Hathor tiene rostro de mujer con orejas de vaca. La diosa Tueris tiene cuerpo de hipopótamo, patas de león y cola de cocodrilo. En los mitos de ultratumba aparecen serpientes con dos cabezas, una en la parte frontal y otra en la cola. En la época grecorromana, de la fusión de Osiris y el buey sagrado Apis surgió un nuevo dios, Serapis, cuyo principal santuario estaba en Alejandría.
   Cuando se embalsamaban los cadáveres, entre la XVIII y la XXVI Dinastías, se retiraban las vísceras y se introducían en cuatro jarras con tapa (de alabastro, piedra, madera, cerámica o terracota), llamados canopos o vasos canópicos. La palabra viene erróneamente de Canope, una ciudad en una de las desembocaduras del Nilo, donde se veneraba a Osiris bajo la forma de una vasija antropomorfa. La tapa de cada vaso canópico tiene forma de cabeza, siendo las de los cuatro hijos de Osiris. A su vez los canopos hacen referencia a los cuatro puntos cardinales. El de cabeza humana (Amset), el sur, contenía el hígado. El de cabeza de babuino (Hapi), el norte, contenía los pulmones. El de cabeza de chacal (Duamutef), el este, contenía el estómago. El de cabeza de halcón (Kebeshenuef), el oeste, contenía los intestinos. Los cuatro canopos se colocaban junto a los sepulcros agrupados en una caja de madera.
El zoo del faraon    Los antiguos egipcios no solo embalsamaban a los humanos, sino también a los animales. Tanto a los que simbolizaban a los dioses (ibis, halcón, gato...), como a los que estaban consagrados a algún dios. Se han encontrado así momias de toros, antílopes, chacales, monos (foto37), cocodrilos, mangostas, erizos, murciélagos, musarañas, ranas, sapos, escorpiones, escarabajos, serpientes, y de los peces lato, oxirrinco y siluro. En el templo dedicado al dios-cocodrilo Sobek en Kom Ombo se podían ver hasta hace poco momias de cocodrilos almacenadas en una cámara. Un enorme número de momias de gatos fue hallado en Bubastis, la ciudad donde se adoraba a Bastet, la diosa-gato. En Saqqara, que es el nombre con que se conoce actualmente a ese inmenso campo de ruinas que fue la necrópolis de los reyes y altos dignatarios de Menfis, los arqueólogos han excavado dos cementerios de momias de ibis, uno de gatos, uno de babuinos y uno de bueyes Apis.
   Se momificaba a los animales sobre mesas de embalsamamiento, como ésta (foto60, época saíta, s. VI a C), tallada en un bloque monolítico de alabastro de unas 5 toneladas de peso. Está ornada en los laterales con relieves de leones con el cuerpo estirado hasta abarcar toda la longitud de la mesa. Dispone de un orificio en la parte superior para evacuar la sangre. Sobre ella se embalsamaban en Menfis los bueyes sagrados conocidos como Apis.
   Los bueyes Apis eran inhumados en enormes sarcófagos, como los encontrados en las galerías del Serapeum de Saqqara. Otros animales momificados eran colocados en pequeños ataúdes, a veces con la forma del animal que contenían. Por ejemplo los ataúdes de felinos podían tener forma de gato con ojos de obsidiana. Los ibis se colocaban en jarras de barro. Los halcones tenían sus propios ataúdes con forma de palacio en cuyo tejado se posa una figura de Horus. Los peces y serpientes se vendaban y enterraban en hoyos.
 
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El zoo del faraon 
   Si (como afirma el griego en el Cratilo)
el nombre es arquetipo de la cosa,
en las letras de rosa está la rosa
y todo el Nilo en la palabra Nilo.
   Jorge Luis Borges. El Golem

   También los animales son personajes de la literatura, tanto secular como religiosa, registrada por lo general en papiros, pero también en estelas e inscripciones parietarias. Tienen un papel protagonista en relatos alegóricos a la manera de las fábulas de Esopo, donde satirizan las costumbres humanas. Participan en mitos como el juicio de Osiris o el viaje subterráneo del dios-sol Ra durante las horas nocturnas.
   Pero además de motivos literarios, los animales son vehículos de la misma escritura. Las representaciones gráficas de determinados animales son signos jeroglíficos. Constituyen letras, palabras, sonidos, ideas.
   En el antiguo Egipto, todos los seres y cosas de la tierra, objetos, plantas, animales y humanos, todas las expresiones de la existencia, animadas o inanimadas, eran susceptibles de convertirse en jeroglíficos. Según Champollion, el propósito de los jeroglíficos era describir "todas las clases de seres que abarca la creación". Así podemos ver en los jeroglíficos diferentes astros y manifestaciones de la naturaleza, las actividades humanas, mamíferos, aves, reptiles, peces, insectos, vegetales, minerales y los más diversos objetos y herramientas (por ejemplo arados, hoces, aperos de labranza e instrumentos relacionados con la cría de animales, como la soga para transportar reses).
   Los jeroglíficos (etimológicamente 'textos sagrados') se componen de una combinación de fonogramas e ideogramas. Un determinado icono puede ser una letra, una sílaba, parte de una palabra y una palabra completa. Puede expresar también un objeto, un símbolo o una idea abstracta.
   Así, por ejemplo, la figura de un buitre percnóptero es la letra A y es también una plasmación simbólica del faraón. La lechuza es la letra M y hace referencia a 'lo interior'. El león es la letra L y transmite el concepto de 'vigilancia'. El pato es la sílaba SA y a la vez significa 'hijo'. El polluelo de codorniz es la letra U. La víbora cornuda es la letra F.
   Existen también jeroglíficos que muestran solo partes de animales. Así, la parte delantera de un león significa 'jefe'. Un muslo de buey significa 'poder'.
El zoo del faraon   Las imágenes jeroglíficas son palabras, o fonemas que combinados entre sí construyen otras palabras, o determinativos que concretan el significado de las palabras. Son también ideas y conceptos que se asocian entre sí para generar con sus múltiples combinaciones una infinidad de matices semánticos. Los jerogíficos se escriben indistintamente de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, en horizontal o en vertical. No existe la ortografía: una misma palabra se puede escribir con diferentes glifos. Pero es muy importante la caligrafía, entendida como un encaje de todos los signos jeroglíficos que conforman un texto en una composición de conjunto equilibrada y armoniosa. Véase como ejemplo esta inscripción (foto15) al pie de un obelisco de Karnak; obsérvese la cuidada proporción entre los tamaños de los signos, y el sabio uso de los espacios vacíos. Se diría que los antiguos egipcios estaban versados en diseño gráfico, tal como lo entendemos hoy día.
   Estamos ante el poder de la palabra. Los jeroglíficos son escrituras sagradas. Su mera lectura, su pronunciamiento en voz alta despierta fuerzas que influyen en la realidad a la manera de los conjuros y sortilegios. Todo lo que puede ser nombrado, puede existir. Todo lo que puede ser escrito, es decir, reproducido en un grafismo, cobra vida en el mundo real y adquiere los mismos atributos que la persona, animal u objeto retratados. Por eso en las inscripciones y pinturas de las tumbas las serpientes son a veces dibujadas con el cuerpo partido en dos, o decapitadas, o con cuchillos clavados. Se trata de neutralizar y contrarrestar sus poderes malignos. El nombre es el arquetipo de la cosa.
   Examinemos otro ejemplo. En los relieves policromados de la expedición al país del Punt en el templo de Deir el-Bahri (Tebas occidental), se ven barcos de vela que navegan por el Mar Rojo, y bajo las naves se distinguen siluros, langostas, calamares y otros peces y moluscos que viven en las profundidades marinas. Fijémonos (foto23) en cómo está reflejado el mar: se representa gráficamente con un fondo de líneas paralelas en zigzag. Tal es la forma convencional con que se dibuja siempre el agua en el arte del antiguo Egipto. Pero resulta que una línea en zigzag es uno de los signos del alfabeto jeroglífico: se pronuncia N y significa 'agua'. (¿No es casualidad que la letra N de nuestro alfabeto latino sea también un zigzag, y que sea la inicial de Nilo?). De modo que la cosa dibujada es la misma palabra que la designa, y la palabra se convierte en la cosa. En las letras de rosa está la rosa y el Nilo entero en la palabra Nilo.
  
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Animales y demás parientes
  
   Ofrecemos a continuación, sin ánimo de exhaustividad, una relación comentada de los animales (reales y fantásticos) que más frecuentemente aparecen en la imaginería del antiguo Egipto, así como otros que no aparecen pero que se sabe vivían en el valle del Nilo.
  
Aves
El zoo del faraon  
   Los palomares forman parte consustancial del paisaje campestre del Egipto de hoy. (Y también del urbano: véanse los palomares instalados en las azoteas de los edificios del Cairo). Estas construcciones acribilladas de agujeros (foto94), hechas de cañas y barro, pueden alcanzar los diez metros de alto. Al caer el sol, se refugian en sus nichos los pajarillos que se alimentan en los campos circundantes. Pero también se utilizan para criar palomas con propósitos culinarios, no en vano el hamam, pichón asado o guisado, es uno de los platos favoritos de los egipcios.
   Así mismo ocurría en el Egipto de antaño, donde las tórtolas y otras aves eran muy apreciadas y se cocinaban desde hace más de 4.000 años, ya desde el Imperio Antiguo. En los relieves y pinturas murales de las tumbas se ven escenas de cría de aves de corral, entre las que se distinguen claramente especies como el ganso gris, el ánsar careto grande, el ánade rabudo, el cisne y la grulla. Grandes bandadas de patos y grullas migraban por el valle del Nilo para invernar en el sur. Numerosas especies de palmípedas (cisnes, gansos, fochas...) escogían los pantanos y marismas del Delta como lugar de invernada. Los cazadores, ocultos en la espesura de cañas o papiros, las capturaban vivas utilizando trampas de redes o de resortes, o las mataban disparándolas con una especie de bumerang rematado en cabeza de serpiente.
   Pero el aprecio que tenían los egipcios por la fauna avícola no era simplemente de índole gastronómica, sino que trascendía a lo sagrado, pues las aves son seres que pueden volar, llegar a las regiones celestes, comunicarse con los dioses.
   Las pinturas y relieves que adornan templos y tumbas están abarrotadas de pájaros multicolores que rondan los árboles frutales, anidan en las acacias o se esconden entre los tallos de papiro. Es tal el realismo con que están diseñados que los ornitólogos pueden identificar las distintas especies, algunas ya desaparecidas, de la fauna volátil del antiguo Egipto: halcón, buitre, águila, milano, cuervo, pelícano, alcaraván, ibis blanco, ibis negro, mochuelo ascálafo, cuco de Senegal, chorlito real con copete, golondrina de vientre rojo, martín pescador, avefría espolada, garceta blanca...
   La aves tenían el don del vaticinio, podían ser de buen y mal agüero, y sus augurios tenían un peso determinante en la fundación de ciudades, creencia que fue transmitida luego a la cultura grecorromana.
  
  
Avefría
   La imagen del avefría espinosa o espolada (Vanellus spinosus; en egipcio antiguo, rejit) simbolizaba al pueblo llano, a las personas normales y corrientes, por contraposición a las personas que pertenecían a los círculos de poder. Estas aves eran representadas con dos brazos humanos y con las alas atadas para que no pudieran volar (foto13).

El zoo del faraon  
Buitre
   Animal consagrado a Mut, segunda divinidad de la tríada de Tebas, consorte de Amón y madre de Jomsu. Mut era la diosa de la naturaleza y el parto, y simbolizaba la maternidad.
   El buitre es también un ideograma jeroglífico, cuya pronunciación equivale a mut ('la madre'). Y es que esta ave se caracteriza por cuidar de sus crías con especial abnegación. El icono del buitre sirve también para escribir la palabra 'temor', al estar el ave relacionada con la muerte.
   Nejbet, la diosa del sur, aparece encarnada a menudo en forma de buitre, y se la ve sobrevolar pintada en los techos y dinteles de los templos (foto50), o protegiendo con sus alas extendidas a los faraones. Era adorada principalmente en El-Kab, cerca de Elefantina.
   Emparejado con la cobra, el buitre (su cuello y cabeza) forma parte del ureo, el emblema de divinidad que llevan los dioses y los faraones en la frente, y que simboliza la unión del Bajo y el Alto Egipto. Las diosas y reinas llevan también a veces un tocado en forma de buitre.
   Una variedad rara de buitre es el llamado 'buitre percnóptero'. El faraón, para subir al cielo, puede adoptar la forma de este buitre. Representado en reposo y de perfil (foto08) es el signo jeroglífico que corresponde a la letra A.
  
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Codorniz
   En sus épocas de migración, las codornices llegaban al valle del Nilo en grandes bandadas. Los cazadores atrapaban éstas y otras aves utilizando grandes redes.
   Un polluelo de codorniz, visto de perfil, es el signo jeroglífico que equivale a la letra U.
  
El zoo del faraon 
Fénix
   Aún hay allí otra ave sagrada cuyo nombre es fénix. Yo no la he visto sino en pintura. (...)
   Si se parece a su pintura, es del tamaño y figura siguientes: las plumas de las alas son parte doradas y parte carmesí; es muy semejante al águila en contorno y tamaño.
   Herodoto. Los nueve libros de la historia, II, 73
  
   Quizá Herodoto se está refiriendo al ave que en Egipto llamaban bennu, un pájaro sagrado, emblema de la resurrección, y como tal consagrado a Osiris, el dios que resucitó.
   Su nombre significa 'aquel que vuelve'.
   Es un ave zancuda y de afilado pico, similar a la garza, con dos largas plumas que le salen de la nuca.
   El bennu se posaba sobre la cumbre de la colina primordial surgida de las aguas en la primera mañana del mundo. Otra leyenda de Heliópolis dice que el pájaro se elevaba cantando de las llamas que salían de cierto árbol, siendo su canto tan bello que el mismo Ra se paraba a escucharlo.
   Es el señor de los jubileos y de los largos ciclos de tiempo. Los huevos del bennu eran inhumados en Heliópolis, en una ceremonia que formaba parte de los ritos religiosos de esta ciudad.
   Es sabido que los antiguos egipcios, con sus pirámides, mastabas y momias, anhelaban la inmortalidad. Por ello es natural que fuera en Egipto donde surgió el mito de un animal inmortal que renace cíclicamente, si bien fueron los griegos y romanos quienes desarrollaron el concepto del Ave Fénix.

   
Halcón
   Ave rapaz consagrada a Horus.
   El dios Horus, hijo de Isis y Osiris, es reproducido en numerosas ocasiones con cuerpo de hombre y cabeza de halcón (foto42).
El zoo del faraon   Horus es un dios solar, al igual que Ra, el dios-sol, quien a menudo es plasmado con cabeza de halcón. También lo es Harmakis, el 'Horus de los dos horizontes'. Éste es más bien el sol naciente. Como dios de Heliópolis se le llamaba Ra-Harmakis. Se le representa asimismo con cuerpo humano y cabeza de halcón, coronada por un disco solar (foto44). También Mentu, el dios de la guerra, era dibujado con cabeza de halcón, aunque en su tocado se añadía el disco solar y dos plumas.
   En la estatua sedente esculpida en gneis del faraón Kefren que se exhibe en el Museo del Cairo, las alas protectoras del halcón-Horus rodean la nuca del monarca, ofreciéndole protección y expresando de esta forma la identidad entre la realeza y el dios (foto derecha).
   Una de las obras maestras de la orfebrería del Egipto antiguo es una cabeza de halcón realizada en oro que se conserva en el Museo del Cairo (foto04). Luce el ureo y una corona de dos plumas. Los ojos son de obsidiana. Procede de Hieracónpolis (Nejen), capital del imperio en la época arcaica. No ha conseguido ser datada por los arqueólogos: las fechas propuestas oscilan entre la Dinastía VI y la XVIII.
   Principal centro de culto: el templo de Horus en Edfu (Alto Egipto).
   El icono del halcón, rey de las aves, es un signo jeroglífico que se pronuncia hor y significa 'el lejano' (o sea, el que está en el cielo).
  
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Ibis
   Cuéntase que, con la primavera, las serpientes aladas vuelan desde la Arabia al Egipto, y que los ibis les salen al encuentro en esa quebrada, no les permiten pasar al país, y las matan. Por este servicio dicen los árabes que el ibis recibe gran veneración de los egipcios, y convienen los egipcios en que por esto veneran a esas aves.
   Herodoto. Los nueve libros de la historia, II, 75
  
   Cada verano, coincidiendo con la crecida del Nilo que fertilizaba las tierras, el ibis sagrado volvía del sur para anidar en Egipto. Fue por ello considerado desde tiempos antiguos como un portador de la fertilidad, y como tal, protegido y adorado. Al no sufrir persecuciones, el ibis pudo criar prolíficas colonias en lagos protegidos.
   En el culto religioso, el ibis alcanzó, junto al babuino cinocéfalo, la categoría de animal sagrado de Tot.
   Tot, el dios de la escritura, el lenguaje y las matemáticas, es por lo general representado con cabeza de ibis blanco (foto41). Es uno de los dioses principales del panteón egipcio, venerado por igual en todos los lugares del Alto y Bajo Egipto.
   Fue el inventor de las ciencias exactas, las bellas artes y la escritura. Como señor de los jeroglíficos, redactó los libros sagrados. Era el patrono de los escribas. Y protector de los sacerdotes que ejercían la medicina. Tenía, como Isis, especiales poderes mágicos.
   Tot (escrito también Toth o Tut) significa 'el que mide'. Es una divinidad lunar, coronado con la luna creciente y el disco. Suele portar una paleta y un lápiz o cálamo realizado con una rama de palmera cortada.
   Siempre figura en las escenas del juicio de las almas por Osiris, registrando en su paleta el peso del corazón del difunto, medido en una balanza.
   Aunque hoy han desaparecido de Egipto, es fácil imaginar los ibis que revoloteaban en épocas faraónicas por el valle del Nilo. Se les vería picotear con su largo y afilado pico el barro de las orillas a la busca de gusanos y otros alimentos, dando la sensación de que con la punta del pico a modo de pluma escribían algún texto, imprimiendo en el lodo las letras de una escritura indescifrable.
   Los griegos adaptaron a Tot al panteón egipcio con el nombre de Hermes.
   En Saqqara y Tuna el-Gebel se han hallado sendas necrópolis, con galerías a modo de catacumbas, que contienen millares de momias de ibis.
  
  
Jabirú
   El pájaro jabirú (Jabiru mycteria), parecido a una gran cigüeña con una excrecencia de carne en el pecho, encarna al ba, o alma de los difuntos.
   El ba, representado también con cuerpo de ave y cabeza humana, simbolizaba el anima, el alma del hombre o mujer que cuando moría el cuerpo volaba al reino de los dioses, si bien volvía de vez en cuando a la tumba a confortar a la momia. En relación con los asuntos humanos, su papel era de conciencia o sentido moral.
   Como jeroglífico, además de 'alma' significa 'facultad de moverse'. Esta noción hace referencia a la capacidad del alma para salir del cuerpo del difunto, volar hacia el sol, y luego regresar a la momia, el cuerpo inmortal.
  
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Lechuza
   Representada de perfil y con la cara girada mirando de frente, se trata del jeroglífico que corresponde a la letra M. Al mismo tiempo el jeroglífico simboliza todo lo relacionado con 'lo interior', por lo que sirve para escribir la preposición 'en', en el sentido de 'lo que está dentro'.

El zoo del faraon 
Oca
   Entre las aves domésticas que se criaban en las granjas del antiguo Egipto destaca por su abundancia la oca o ganso. Este palmípedo era cazado con red en cantidades ingentes, sobre todo a causa de la demanda inagotable de aves para los sacrificios. Las primeras variedades domesticadas aparecen ya en el Imperio Antiguo: las ocas blancas.
   Una de las pinturas más antiguas que se conservan en Egipto es un friso, hoy custodiado en el Museo del Cairo, conocido como 'las Ocas de Maidum'. Fue hallado en Maidum, en la mastaba de Nefermaat y su esposa Atet (reinado de Snefru, IV Dinastía). Formaba parte de una escena de caza de aves con red. Lo poco que queda del fresco muestra una sucesión de ocas o gansos en dibujo policromado sobre estuco, que es un alarde de composición y un fiel reflejo de la naturaleza (fotos 02 y 03). El cuidado puesto en los detalles y el cromatismo permite distinguir perfectamente las especies: ánsar campestre y barnacla cuellirroja. Asombra saber que ya desde el Imperio Antiguo se había alcanzado semejante grado de virtuosismo pictórico. Una perfección que tiene su correlato en la arquitectura y la escultura. Da la sensación de que el arte egipcio alcanzó la perfección desde el principio y luego sufrió 3.000 años de decadencia.
   La oca era la encarnación del dios de la tierra, Geb, que había puesto el huevo cósmico del que había nacido el sol.
   Como jeroglífico transmite el concepto de 'bien equipado' o 'dotado de lo necesario'.
   Cuando en el jeroglífico está desplumada y troceada, la oca es sinónimo de 'temor'.
   Hoy en día se puede ver a este simpático animal, idéntico al de las pinturas, paseándose por los canales y acequias de las riberas del Nilo.
  
  
Pato
   Los antiguos egipcios criaban patos entre sus aves de corral, muy especialmente el pato del Nilo, smon, llamado por los naturalistas quenalopex. En lugar de tenerlos encerrados, les permitían deambular por patios y jardines, e incluso entrar en la casa. Se divertían con su glotonería, su carácter agresivo y su ronco graznido. En ocasiones adoptaban la función de guardianes del hogar.
    La figura del pato es un signo jeroglífico que, además del ave palmípeda en sí, significa también 'hijo' o 'hija'. Se pronuncia sa. Cuando aparece junto a un disco solar (Ra), el sintagma se lee 'Hijo del Sol', y es éste un título honorífico que siempre antecede al nombre del faraón de turno, inscrito en un cartucho (foto24).
  
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Insectos
  
Abejas
   A pesar de la escasez de flores de sus desérticas tierras, los egipcios criaban abejas, como lo prueba la frecuencia con que incorporaban la miel como ingrediente a sus recetas medicinales. En épocas tardías fue una de las sustancias utilizadas en la momificación de los difuntos. Como aún no se conocía el azúcar, los alimentos se endulzaban con miel de abejas.
El zoo del faraon   En la tumba de Pabasa, cerca de Deir el-Bahri (Tebas occidental, XXVI Dinastía, hacia 610 a C), puede verse un inhabitual fresco que muestra a dos hombres criando abejas en colmenas (foto59). Las colmenas estaban hechas con tubos de barro superpuestos, en los que estos insectos acondicionaban sus panales. Para poder extraer la miel, se soplaba humo en el interior de los tubos para que las abejas los abandonaran.
   El icono de la abeja es un símbolo jeroglífico que se lee bi y hace referencia al Bajo Egipto. Estaba casi siempre asociado al icono del junco, que simbolizaba el Alto Egipto. Ambos glifos aparecen siempre juntos precediendo al cartucho con el nombre del faraón, en la fórmula protocolaria nesut bit, que significa 'Señor del Alto y Bajo Egipto'.
  
  
Escarabajo
   Símbolo del dios Jeper, 'el que rueda'. Se creía que Jeper hacía rodar al sol en el firmamento de forma similar al escarabajo pelotero, abundante en las tierras de Egipto, que hace rodar por el suelo su bola de estiércol. El dios Jeper es representado con un escarabajo por cabeza o una cabeza humana coronada por un escarabajo.
   Por otro lado el escarabajo, al igual que el anj o cruz ansada, era un símbolo de la vida. Esta atribución puede ser debida al hecho de que el escarabajo incuba sus huevos en la bola de estiércol.
   Como jeroglífico se pronuncia jeper, y sirve para transcribir las nociones de 'nacer', 'venir a la existencia', 'transformarse'.
   El escarabajo aparece muy a menudo en forma de amuletos, conocidos como escarabeos, realizados en cerámica, cornalina, cristal, lapislázuli, granito, amatista y otras piedras semipreciosas. Este amuleto solía ser colocado bajo las vendas sobre el pecho de las momias.
  
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Escorpión
   Simbolizaba a la diosa Selk o Selket, hija de Ra, protectora de los vasos canópicos. A veces su representación iconográfica lleva un escorpión sobre la cabeza, a veces la deidad es un escorpión con cabeza de mujer. Posiblemente simboliza el calor ardiente del sol.
   Según la mitología osiríaca, siete escorpiones protegieron a Isis mientras buscaba el cuerpo de su esposo Osiris, mito que dio pie a la creencia popular de que los escorpiones se abstenían de picar a las mujeres como signo de veneración a Isis.
  
  
Mosquitos
   En el antiguo Egipto, como en el de hoy, proliferaban los mosquitos. Pero también se había inventado el mosquitero. Escuchemos a Herodoto:
  
   Contra los mosquitos, que son abundantes, han ideado lo que sigue: los que viven más allá de los pantanos se guarecen en torres, a las que suben para dormir porque los mosquitos, vencidos por los vientos, no pueden volar alto; los que moran alrededor de los pantanos, en vez de las torres, han ideado este otro remedio: cada cual posee una red, con la que pesca de día, y durante la noche la usa así: rodea con la red la cama en que descansa, y luego se mete y duerme bajo la red. Si duerme uno envuelto en su manto o en una sábana, los mosquitos lo pican a través de ellos, pero a través de la red ni intentan hacerlo.
   Herodoto. Los nueve libros de la historia, II, 95
  

Saltamontes
   El saltamontes es un signo jeroglífico que designa metafóricamente al faraón. El monarca puede revestir la forma de un saltamontes para saltar de la tierra al cielo.
  
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Mamíferos

Burro
   El asno salvaje estaba ya presente en el valle del Nilo en la época paleolítica. El asno doméstico debió aparecer hacia el 3600 a C. Este cuadrúpedo era, al igual que hoy, la bestia de carga por excelencia.
   Fue asociado a Set, dios maléfico, por lo que a menudo era sacrificado como medio de conjuración del mal. En algunos jeroglíficos tardíos es dibujado con un cuchillo clavado en el cuerpo.
   Hoy en día Egipto cuenta con una nutridísima cabaña de burros; se calcula que uno por cada diez habitantes.

  
Caballo
   El caballo era un animal que no existía en Egipto durante los Imperios Antiguo y Medio. Fue introducido en el país del Nilo a comienzos del Imperio Nuevo, o quizá poco antes, durante la invasión de los hicsos.
El zoo del faraon   Las típicas imágenes que hemos visto mil veces de faraones montados en carros tirados por caballos, en escenas de guerra o de caza, son de época posterior, pues aparecen a partir del Imperio Nuevo. Fueron los hicsos, pueblos migratorios de origen oriental aún no bien identificados, quienes introdujeron en Egipto el carro de guerra tirado por caballos, cuando invadieron el país hacia el 1700 a C para gobernarlo desde su capital Avaris, en el Delta, como las dinastías XV y XVI (Segundo Periodo Intermedio). Conviene puntualizar que este vehículo solo era utilizado para fines bélicos o cinegéticos, como un objeto suntuario propiedad del faraón y símbolo de su poder, y nunca como medio de transporte de cargas. Aunque hay unas pocas representaciones que lo muestran como un animal de montura, con un jinete cabalgándolo, el caballo se utilizaba sobre todo para tirar de carros de caza y de combate.
   Hacia esa época hace aparición el signo jeroglífico 'caballo', que se vino a sumar al prolijo alfabeto preexistente. Los caballos continuarían llegando a Egipto como parte de las contribuciones de guerra impuestas a los pueblos asiáticos en la expansión del Imperio.
   En los muros de los templos del Imperio Nuevo podemos ver a menudo la majestuosa imagen del faraón sobre un carro tirado por dos caballos, desde el que masacra a los enemigos en guerras o bien lo emplea como transporte en la cacería de gacelas o toros salvajes. Un excelso ejemplo es el relieve grabado en la fachada posterior de un pilono del Templo de Ramses III en Medinet Habu (XX Dinastía, hacia 1160 a C), con el faraón en un carro de caballos disparando sus flechas a gacelas del desierto y abatiendo con lanzas toros salvajes entre los cañaverales (foto54), en unas escenas de gran dinamismo. Observemos cómo las cañas se superponen a los cuerpos de los toros (foto55), creando con los dos planos un efecto de profundidad. Como se ve de perfil, parece que un solo caballo tira del carro, pero si contamos las patas nos percataremos de que son en realidad dos caballos emparejados.
  
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Carnero
   Heracles quería ver a toda costa a Zeus, quien no quería ser visto de él. Al fin, después de porfiar Heracles, Zeus ideó esta traza: desolló un carnero, le cortó la cabeza, se tapó con ella, se vistió el vellón y así se presentó a Heracles. Por eso los egipcios hacen la imagen de Zeus con cabeza de carnero.
   (...) los egipcios llaman Amón a Zeus. Por esa razón los de Tebas no sacrifican carneros y los miran como sagrados.
   Herodoto. Los nueve libros de la historia, II, 42
El zoo del faraon  
   El carnero de cuernos curvados es la encarnación de Amón, 'el dios oculto', principal divinidad de Tebas. Aunque era venerado desde tiempos antiguos, alcanzó su mayor relevancia en el Imperio Nuevo, bajo las dinastías tebanas. La tríada suprema de Tebas estaba formada por Amón, su esposa Mut y el hijo de ambos Jonsu.
   En las festividades en honor a Amón se celebraban en Tebas procesiones, en las que los sacerdotes portaban a hombros una barca decorada con cabezas de carnero a proa y popa que transportaba un naos, es decir, una pequeña capilla cerrada conteniendo en su interior la estatua oculta del animal (foto46).
   El clero de Amón alcanzó un gran poder, llegando a rivalizar con el mismo faraón. Cuando Amenhotep IV (Ajenatón) instauró oficialmente un culto monoteísta al dios del sol Atón, los sacerdotes de Amón se enfrentaron a su política religiosa, saliendo al final triunfantes cuando Tut-Anj-Amón restauró el culto al dios principal Amón. Ajenatón se convirtió en un faraón maldito y su memoria intentó ser borrada de los anales de Egipto.
   El culto al carnero-Amón susbsistía en la época de Alejandro Magno, que en el oráculo de Amón en el oasis de Siwa fue declarado hijo de Amón y confirmado como faraón. Se han descubierto monedas en que se ve el perfil de Alejandro, con la cabeza tocada con cuernos de carnero.
  
   El dios Jnum, el 'moldeador' es también representado con cabeza de carnero, de cuernos extendidos y ondulados (foto64), y a veces se le ve fabricando a la humanidad con arcilla en una rueda de alfarero. Era por tanto un dios de la creación. Sus consortes eran Sakis y Anukis. Fue venerado principalmente al sur de Egipto, en especial en la isla Elefantina (actual Asuán). En el templo de Jnum en la isla Elefantina hay una necrópolis con sarcófagos de carneros tallados en piedra (foto62).
  
  
Cerdo
   Los egipcios miran al puerco como animal impuro: por eso, si al pasar alguno roza un puerco, va a bañarse al río con sus vestidos, y por eso los porquerizos, aunque sean naturales del país, son los únicos entre todos en no entrar en ningún templo, y nadie quiere darles en matrimonio sus hijas ni tomar las de ellos, viéndose obligados a casarse entre sí. Los egipcios no juzgan lícito sacrificar cerdos a los demás dioses sino solamente a la Luna y a Dioniso, y en un tiempo mismo, en un mismo plenilunio, sacrifican cerdos y comen la carne.
   Herodoto. Los nueve libros de la historia, II, 47
  
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El zoo del faraon 
Chacal
    Animal consagrado a Anubis, el dios de los muertos que presidía los ritos de embalsamamiento. El dios Anubis es representado como un chacal negro, o bien con cuerpo humano y cabeza de chacal (foto20). Era el dios momificador y el guardián de los secretos del otro mundo. Su función consistía en guiar las almas de los difuntos a la 'divina tierra oculta'.
   El chacal era un animal odioso por su instinto de escarbar junto a las tumbas, por lo que se esperaba que divinizándole pudieran evitarse estas actividades, dándoles un signo positivo.
   Los sacerdotes dedicados a la momificación se identificaban con Anubis, y solían cubrirse la cabeza con una máscara de chacal en cerámica pintada.
   Los egipcios lo llamaban Anpu, Anup o Ap-uat. El nombre de Anubis es una deformación griega.
   Durante el Imperio Antiguo era considerado hijo de Ra. Con el tiempo pasó a formar parte de la religión osiríaca, como hijo de Osiris y de Neftis, y ayudante de Isis.
   Su culto se mantuvo durante la época grecorromana, como lo atestiguan los relieves de las catacumbas de Alejandría, realizados en el clásico estilo mediterráneo, con la indumentaria de la época romana, pero manteniendo la iconografía tradicional en la que Anubis, con cabeza de chacal coronada por cuernos y un disco solar, procede a embasalmar a un muerto (foto70).
   En los jeroglíficos se le presenta con cuerpo entero de chacal recostado o de pie. Es también un símbolo de los grandes dignatarios y los jueces.
  
  
Gato
   Cuando hay un incendio, pasa con los gatos un hecho extraordinario. Porque lo egipcios se colocan de trecho en trecho guardando a los gatos, sin ocuparse de extinguir el fuego; (...)
   En las casas en que un gato muere de muerte natural, todos los moradores se rapan las cejas (...).
   Los gatos son llevados después de muertos a locales sagrados, y allí son embalsamados y sepultados, en la ciudad de Bubastis.
   Herodoto. Los nueve libros de la historia, II, 66-67
  
   Se dice que la principal diferencia entre un perro y un gato es que mientras el perro piensa que su amo es un dios, el gato piensa que es un dios para su amo.
   Se cree que los egipcios fueron los primeros humanos en domesticar el gato, quizá durante el Imperio Medio. Este animal era alojado en las casas para ahuyentar a los ratones, y se le utilizaba también en la caza de aves en las marismas, como parece desprenderse de algunos murales de escenas cinegéticas.
El zoo del faraon   El nombre egipcio del gato es onomatopéyico: mau.
    El gato era el animal sagrado de Bastet o Bast, diosa solar que simbolizaba el calor suave del sol, por contraposición a la leona Sejmet, el calor feroz. Bastet se manifestaba en forma de felino, y se la solía personificar en escultura con cuerpo humano y cabeza de gato, a veces sosteniendo un sistro con la mano.
   Esta deidad protegía los hogares y las familias, y especialmente a las mujeres embarazadas, de las enfermedades y los malos espíritus. Era también patrona de la música y la danza.
   Si Bastet se enfurecía se convertía en Sejmet, la leona. Mito que puede tener una base empírica, como podrá comprobar cualquiera que acorrale y amenace a un gato: verá cómo Bastet se transforma en Sejmet.
   Bastet figura en ilustraciones del Libro de los Muertos, donde a veces se le ve sosteniendo un cuchillo con el que mata a una serpiente.
   Su principal lugar de culto era Bubastis, en el Delta del Nilo. Se han encontrado necrópolis con millares de gatos momificados en Bubastis, Saqqara y Beni Hassan. Sus festivales –en los que era habitual emborracharse– fueron populares hasta la época romana, y en este periodo todavía se momificaban y enterraban grandes cantidades de gatos, frecuentemente con vendajes artísticamente trabajados y en pequeños ataúdes con forma de gato.
   
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Hipopótamo
   Los hipopótamos son sagrados en el nomo de Papremis; para los demás egipcios no son sagrados.
   Herodoto. Los nueve libros de la historia, II, 71
  
   El hipopótamo era un animal tenido a veces por benefactor y otras por maligno. Bajo su forma maléfica, era una manifestación de Set. Pero bajo la forma de Herpest era un símbolo de la victoria espiritual de Horus.
   Tueris (o Ta-urt), diosa de la fertilidad y protectora de las mujeres embarazadas, tenía forma de hipopótamo hembra, con grandes pechos de mujer caídos, patas de león y cola de cocodrilo, aunque en ocasiones poseía cabeza de mujer o era una mujer de cuerpo entero.
   En las tumbas de Saqqara (Imperio Antiguo) se pueden ver relieves de caza de hipopótamos desde barcas. Posteriormente este animal, al igual que el cocodrilo, se extinguió en el Nilo egipcio.
  

Íbice
   Llamado también cabra salvaje nubia (Capra nubiana).
   Este cérvido de largos cuernos curvos, casi extinguido, compone, cuando lleva un sello en torno al cuello, el jeroglífico que significa nobleza.
   Hoy pueden verse algunos ejemplares vivos cuidados en el jardín botánico de la isla Kitchener de Asuán (foto96).

   
León
   El león ocupó desde el principio de la historia de Egipto, al igual que sucedió en otras civilizaciones de la antigüedad, un lugar preponderante en su calidad de rey de los animales, símbolo de fuerza, majestad y poder.
El zoo del faraon   Esta fiera merodea con frecuencia en los relieves y frescos murales de los templos y las tumbas. No hay presencia más intimidatoria que una pareja de leones guardando la entrada a los palacios y recintos sacros (foto68), imaginería que se repetirá en tiempos posteriores y en otros ámbitos: pensemos en las 'puertas de leones' de las murallas de Micenas o de Hattusa, la capital de los hititas, o las de los templos y pagodas de tantos países de Asia.
   El león aparece también en los jeroglíficos. Cuando se le muestra recostado de cuerpo entero, el icono es la letra L, y es la encarnación de la vigilancia. Cuando se muestra solo la parte delantera del león, se lee haty, 'el jefe', y designa a una persona prominente: un administrador, oficial o alcalde.
   En los relieves murales de los templos de Ramses II, Ramses III y otros reyes, se ve al faraón montado en su carro de combate, que va acompañado de un león domesticado.
  
   Las diosas solares Sejmet, Menhit, Tefnut y Pajt son representadas con cabeza de leona. La feroz y temible leona Sejmet es un 'avatar' del gato Bastet. Segunda diosa en la tríada de Menfis, esposa de Ptah y madre de Nefer Tum, simbolizaba el poder del sol. Era asimismo la deidad que enviaba las epidemias. En una leyenda de destrucción de la humanidad, fue Sejmet quien ayudó a destruir a los hombres.
  
  
Liebre
   El signo jeroglífico de la liebre se pronuncia un y significa 'existir', idea que puede estar relacionada con el carácter prolífico del animal.
  
   La liebre es el símbolo del dios Osiris, muerto y resucitado. Al escribir el jeroglífico de la liebre, UN, 'existir', el escriba evoca de una manera sutil la inmortalidad de Osiris, que después de haber sido asesinado por su hermano Set fue desmembrado y a continuación reconstruido gracias a los esfuerzos de su esposa, la gran maga Isis.
   Christian Jacq. El enigma de la piedra
  
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Mangosta
   Este animal era una manifestación de Atum, el dios de la tierra, cuyo principal lugar de culto estaba en Heliópolis. Se le representaba con un disco solar en la cabeza, y a veces portando armas.
   Era apreciado por su especial habilidad para luchar contra las serpientes. Con el tiempo, fue asimilado con el dios del sol Ra.

   
Monos
   Los monos eran domesticados por los antiguos egipcios, y criados como mascotas caseras para diversión y entretenimiento de las familias. Se les entrenaba también para vigilar a los perros.
El zoo del faraon   Los cinocéfalos y los cercopitecos azules fueron algunas de las especies autóctonas de simios que se extinguieron en Egipto.
   El dios egipcio de la escritura adopta a veces la figura de un ibis blanco (Tot) y otras veces la figura de un simio (Aani), conocido como 'cinocéfalo' (literalmente 'cabeza de perro'). Aunque éste era un ser mitológico, su imagen se basaba en un ser real, Papio cynocephalus, una especie de babuino propio de Egipto con un pronunciado hocico parecido al de un perro. En las artes plásticas los cinocéfalos van tocados frecuentemente con un disco lunar en la cabeza (Tot es un dios de la Luna).
   Su principal centro de culto estaba en Hermópolis Magna, lugar donde todavía se yergue sobre pedestales una pareja de colosales babuinos cinocéfalos, que en su tiempo (XVIII Dinastía) formaron parte del templo dedicado a Tot.
   La cornisa superior de la fachada del templo funerario de Ramses II en Abu Simbel está coronada por un friso de monos cinocéfalos que saludan al sol del amanecer. Los pedestales sobre los que se levantan los obeliscos ramésidas, como los del templo de Luxor, exhiben también en relieve nutridas poblaciones de babuinos, aposentados en hileras.
   En frescos y papiros un babuino cinocéfalo se sienta en medio de la barra de la balanza en la que se está pesando el corazón del difunto, en la escena llamada 'Juicio de Osiris'. El simio informaba al dios cuando se llegaba a un equilibrio entre el peso del corazón y una liviana pluma de avestruz que hacía de contrapeso. Si el corazón era tan ligero como la pluma, al difunto le era permitido acceder a los dominios de la divinidad. En otras versiones del juicio, es Tot (el ibis) quien asume el papel de escriba que todo lo registra.
   En la tumba de Tutmosis III en el Valle de los Reyes se halló un cinocéfalo momificado. En este caso no estaba allí como representante del dios de la escritura, sino por haber divertido al rey en vida, con la esperanza de que continuaría haciéndolo en el reino de Osiris.
  
  
Musarañas
   Estos pequeños roedores eran a veces momificados y conservados en cofrecillos de bronce con su imagen en la parte superior. Estaban consagrados a Her-jent-an-ma, un avatar de Horus que se suponía era ciego.
  
  
Nutria
   En el río Nilo pululaban las nutrias en tiempos faraónicos. Así lo podemos comprobar en los excelentes relieves naturalistas de la mastaba del sacerdote Mereruka en Saqqara (VI Dinastía), donde una nutria cazadora se encarama en un tallo de papiro para atacar a un nido de martín pescador, al que defienden sus padres.

  
Perro
   Empleado para cazar en el desierto, para pastorear ganado, y también como mascota doméstica.
   El perro de compañía preferido por los notables del Imperio Antiguo era el tesem, un perro de caza que tenía el perfil de un galgo o un lebrel, con orejas puntiagudas y rabo ensortijado (foto06). En las pinturas funerarias del Imperio Antiguo se le ve atacando antílopes, e incluso se atrevía con los leones. En las tumbas de la XI Dinastía se distinguen tres razas de perros.
   El perro solía ser momificado para que acompañara a su amo en el más allá. Lo enterraban en tumbas con estelas y se le dispensaba honras fúnebres.
  
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Toro / vaca / buey
   Todos los egipcios sacrifican toros y terneros puros, pero no les es lícito sacrificar las hembras, por estar consagradas a Isis. La imagen de Isis es una mujer con astas de buey, tal como los griegos pintan a Ío; y los egipcios todos a una veneran a las vacas muchísimo más que a todas las bestias del ganado.
   Herodoto. Los nueve libros de la historia, II, 41
El zoo del faraon 
   Aunque (el faraón Micerino) era bondadoso con sus súbditos y observaba tal conducta, le aconteció, como primera de sus desgracias, morirse su hija, única prole que tenía en su casa. Muy apenado por el infortunio sobrevenido, y queriendo sepultar a su hija por modo extraordinario, hizo labrar una vaca de madera hueca, la doró, y en ella sepultó a la hija que se le había muerto.
   Esa vaca no fue cubierta de tierra, antes bien era visible todavía en mis tiempos, en la ciudad de Sais, colocada en el palacio en una cámara adornada. Ante ella queman todos los días todo género de perfume, y todas las noches se le enciende su lámpara perenne.
   Herodoto. Los nueve libros de la historia, II, 129-130
  
   La vaca era el animal sagrado de Hathor, la diosa del amor, la belleza y la alegría. La misma divinidad era representada como una vaca (foto22) o como una mujer con orejas de vaca y dos cuernos, con un disco solar entre ellos, como se puede apreciar en cierto tipo de capiteles, los llamados 'hathóricos'. Frecuentemente se la ve amamantando a Horus. En el templo funerario de Hatshepsut en Deir el-Bahri (Tebas) hay un relieve con la reina Hatshepsut arrodillada mamando leche directamente de la ubre de una vaca.
    Desde el Imperio Nuevo, la vaca también simbolizaba a Nut, la diosa del cielo, y en este caso la bestia era representada con estrellas dibujadas en su cuerpo.
   Isis también estaba relacionada con este animal. En El Libro de los Muertos la vaca divina es la consorte del toro Osiris.
   Dos orejas de vaca componen un signo jeroglífico. Transmite la noción de oír, escuchar, obedecer.
   De todos los animales sagrados de Egipto, tal vez fue el toro, emblema de la fuerza y el valor, el que recibió mayor veneración. Los faraones tebanos recibían el título honorífico de 'toro fuerte'. Al dios Amón se le llamaba 'toro de tez clara'. El toro salvaje encarna la figura del faraón, animal poderoso que el joven Ramses II aprendió a capturar con lazo en el desierto (foto39).
   El buey era para los antiguos egipcios el animal doméstico más importante. Robusto y provisto de largos cuernos, se utilizaba como animal de tiro y para la trilla, y se aprovechaba su leche y su carne. Los bueyes hacen acto de presencia en la mayoría de las escenas pictóricas de la vida rural, y también en las de ofrendas a los difuntos como animales de sacrificio.
  
El zoo del faraon- Apis
   Este Apis o Épafo es un novillo nacido de una vaca que después ya no puede concebir otra cría; dicen los egipcios que baja del cielo un resplandor sobre la vaca, por el cual concibe a Apis. Este novillo llamado Apis tiene tales señas: es negro con un triángulo blanco en la frente, la semejanza de un águila en el lomo, los pelos de la cola dobles y un escarabajo bajo la lengua.
   Herodoto. Los nueve libros de la historia, III, 28

   Apis (llamado también Hep o Api) es el nombre del buey sagrado que los egipcios veneraban desde la más remota antigüedad. Desde la I Dinastía se celebraban ceremonias en su honor, en las que era vestido de oro.
   Simbolizaba la 'segunda vida de Ptah', el dios de Menfis.
   Nacía de una vaca virgen a la que un dios había alumbrado en forma de relámpago o rayo de luna.
   Era representado con un disco y una cobra (ureo) entre los cuernos.
   Cuando se producía la muerte de un Apis, enseguida se buscaba otro buey sagrado que tuviera las características requeridas para identificarlo con el dios: color negro, un triángulo blanco en la frente, etc. La vida del animal nunca podía exceder de 25 años; llegado a esa edad, era ahogado. Se comían entonces ciertas partes del animal, y el resto era momificado y sepultado en necrópolis de bueyes, como, por ejemplo, el Serapeum de Saqqara.
   En Saqqara existe un gran mausoleo de bueyes Apis llamado Serapeum, en el que se hallan (en las galerías que han sido excavadas, pues otras están cubiertas todavía de arena) numerosos ataúdes de este bóvido sagrado. En las paredes laterales de dos grandes túneles subterráneos abovedados se abren cámaras que albergan 24 enormes sarcófagos con una media de 3 m de largo y 2,5 m de ancho. Están realizados con monolitos de granito o caliza, y cada uno pesa varias toneladas.
   En época tardía los Ptolomeos introdujeron un nuevo dios en Egipto: un divinidad sincrética, híbrido de Osiris y Apis, llamado Serapis, que era en realidad un equivalente antropomorfo del toro Apis. Era considerado como segundo hijo de Ptah.
  
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Peces
  
   También tienen por sagrado entre los peces al que llaman lepidoto (escamoso) y a la anguila, y dicen que estos dos están consagrados al Nilo, como entre las aves el ganso de Egipto.
   Herodoto. Los nueve libros de la historia, II, 72
El zoo del faraon  
   La pesca era una gran industria en el antiguo Egipto, además de un deporte y un entretenimiento, para la que se utilizaban distintos tipos de redes, arpones y garfios. También eran criados peces en estanques particulares de propietarios egipcios.
   Los peces se comían frescos o bien salados y secados al sol.
   Gracias a la precisión con que eran dibujadas en los frescos de templos y tumbas, los ictiólogos pueden identificar y diferenciar perfectamente las distintas especies de peces representadas, como el pez del Mar Rojo, el ciprino, la perca y diversas variedades de siluros (foto23). Aunque algunas especies eran ingeridas como alimento, otras eran consideradas sagradas en diferentes zonas del país, como el oxirrinco, la perca del Nilo y el lepidoto.
   El icono del siluro es un jeroglífico que forma parte del nombre del faraón Narmer o Menes, fundador de Menfis, primer rey de la primera Dinastía (según Manetón), y unificador del Alto y Bajo Egipto. Narmer significa literalmente 'el magnífico siluro'.
   El pequeño pez oxirrinco (conocido también como pez hocico de elefante por su largo morro en forma de trompa) dio nombre a la ciudad de Oxirrinco. Según la teología heliopolitana este pez se tragó el falo de Osiris, después de ser descuartizado por su hermano Set. Así, en época grecorromana, por respeto al dios, no se debía consumir este pescado. Se le plasmaba con un tocado de cuernos bovinos, disco solar y ureo. Como jeroglífico, la imagen del oxirrinco sirve para designar el 'cadáver' y las cosas malolientes.
   En la escritura jeroglífica el icono del mújol (Mugil cephalus), un pez del Mediterráneo que solía remontar a contracorriente el curso del Nilo, es equivalente a la palabra 'administración' (de una provincia). Una especie de barbo propia del Nilo (Barbus bynni) es un auxiliar de la resurrección.
   La construcción de la gran presa de Asuán provocó un acusado empobrecimiento de la fauna piscícola del río Nilo, adonde antes llegaban numerosas especies de peces tropicales procedentes de África central.
  
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Reptiles y anfibios
  
Cocodrilo
   De todas las criaturas mortales ésta es, que sepamos, la que de más pequeña se vuelve en más grande, pues lo huevos que pone no son mucho más grandes que los de ganso, y el joven cocodrilo sale a proporción, pero crece hasta llegar a diecisiete codos, y más todavía. (...)
   Para algunos egipcios los cocodrilos son sagrados; para otros, no, y los tratan como enemigos. Las gentes que moran alrededor de Tebas o del lago Meris los creen muy sagrados. Unos y otros crían un cocodrilo amaestrado y amansado; le ponen en las orejas pendientes de oro y piedras artificiales, y ajorcas en las patas delanteras. Les dan alimentos especiales y víctimas, y los cuidan inmejorablemente en vida; a su muerte los entierran embalsamados en ataúdes sagrados. Pero los habitantes de la comarca de Elefantina no los creen sagrados y hasta los comen.
   Herodoto. Los nueve libros de la historia, II, 68-69
  
   La ciudad que actualmente es Medinet el-Fayum, en el oasis del Fayum, se llamaba en tiempos antiguos Shed, y más tarde fue conocida por los griegos como Cocodrilópolis. Era un centro de adoración al cocodrilo, animal considerado como una teofanía del dios Sobek. Los cocodrilos se criaban en piscinas o estanques, y contaban con sacerdotes que atendían a sus necesidades cotidianas.
   El dios Sobek era representado como un cocodrilo o como un humano con cabeza de cocodrilo. Desempeñó varios papeles, entre ellos el de dios del mal, antagonista de los demás dioses, por lo que se le llegó a confundir con Set. Es un símbolo de la agresividad y la furia, pero también puede connotar el aspecto guerrero del faraón.
   Entre los restos del Memnonium, nombre dado por los griegos al templo de Amenhotep III en Tebas, y del que pocos rastros quedan aparte de las dos estatuas de fachada conocidas como los Colosos de Memnón, se puede ver todavía una singular escultura en forma de cocodrilo recostado sobre un pedestal (foto26).
   El cocodrilo fue también venerado en otros lugares del valle del Nilo, como Dendera, Gebelein o Sais. En época tardía, su culto arraigó en Kom Ombo, en cuyo templo dedicado a Sobek pueden verse todavía momias de cocodrilo.
   Actualmente los cocodrilos están extinguidos en el tramo egipcio del Nilo (desde la primera catarata hasta su desembocadura) quedando una pequeña población de estos reptiles en el gran pantano conocido como lago Nasser (Baja Nubia).
  
  
Rana
   Posiblemente simbolizaba la resurrección.
   Heqt, diosa asociada a la resurrección, tiene cabeza de rana. También Hehu, el dios de la eternidad, es representado con cabeza de rana.
   El signo jeroglífico del renacuajo es una cifra numérica, que equivale a '100.000'.
  
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Serpientes
  
   En la mitología egipcia algunas serpientes eran consideradas maléficas y otras beneficiosas. Se han encontrado muchas fórmulas mágicas contra las serpientes, y referencias en la literatura religiosa, como en el Libro de los Muertos, donde varios capítulos se dedican a conjuros para rechazar las serpientes en el viaje del difunto al más allá.
   Los egipcios llevaban consigo amuletos con cabeza de serpiente para protegerse de las picaduras. Con el mismo propósito los colocaban también en las tumbas junto a los sarcófagos de los difuntos.
  
El zoo del faraon- Cobra
   En egipcio antiguo: arar.
   La cobra que lucen en su frente los dioses y los faraones se llama uraeus o ureo. Es un símbolo de la soberanía divina del faraón.
   Este temible ofidio es una manifestación de la diosa Uadjet, protectora del norte, y, como tal, va tocado con la corona del Bajo Egipto. Con su caparazón erguido, presenta un gesto amenazante frente a los enemigos de Egipto, reproduciendo el momento en que la cobra divina aterrorizó a los enemigos de Ra. La cobra suele ir emparejada en el ureo con un buitre, que es la diosa Nejbet, protectora del sur, o sea, del Alto Egipto.
   En la parte superior de los muros de los templos y tumbas de época faraónica se suelen ver frisos de cobras protectoras del recinto, a veces pintadas, a veces esculpidas, como en el Templo Sur del complejo funerario de Zoser, en Saqqara, que es el más antiguo que se conoce (III Dinastía).
   En el alfabeto jeroglífico, una cobra, levantada sobre su cola y vista de perfil, corresponde al fonema DJ, que no tiene correspondencia en español. Significa 'palabra'.
   
- Áspid
   O cerastes, víbora venenosa, probablemente el basilisco de las escrituras. Es muy conocido, aunque con todos los visos de ser más apócrifo que histórico, el episodio del suicidio de Cleopatra por medio de una picadura de áspid.
  
- Víbora cornuda
   En los alrededores de Tebas hay serpientes sagradas, nada dañinas a los hombres, de tamaño pequeño, que llevan dos cuernos en la punta de la cabeza. al morir las entierran en el santuario de Zeus, pues dicen que están consagradas a ese dios.
   Herodoto. Los nueve libros de la historia, II, 74
  
   Una de las serpientes más venenosas de Egipto, a la que los campesinos temían especialmente, es la víbora cornuda o víbora de arena. Cuando va a atacar, emite un sonido áspero parecido a la f. Su imagen es un signo jeroglífico que equivale a la letra F.
  
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Animales imaginarios
   
   Los animales se dividen en (a) pertenecientes al Emperador, (b) embalsamados, (c) amaestrados, (d) lechones, (e) sirenas, (f) fabulosos, (g) perros sueltos, (h) incluidos en esta clasificación, (i) que se agitan como locos, (j) innumerables, (k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, (l) etcétera, (m) que acaban de romper el jarrón, (n) que de lejos parecen moscas.
   Jorge Luis Borges, Otras inquisiciones
  
  
Amám
   El 'devorador', 'el que destruye a los malvados'. Tiene un aspecto amedrantador.
   Parte leona, parte hipopótamo, parte cocodrilo, este monstruo aparece con sus amenazadoras fauces en las escenas del juicio ante Osiris. Si el difunto era declarado culpable, su cuerpo era despedazado y devorado por el animal.
  
  
Apofis
   La más temible de todas las serpientes malignas era Apofis o Apepi, una personificación del espíritu del mal, dotado de poderes mágicos. Era enemigo de Ra, y lideraba las fuerzas de la oscuridad contra las que el sol libraba batalla diaria. En las tumbas del Valle de los Reyes se le ve intentando beberse las aguas del Nilo, para impedir el avance del sol en su navegación por el mundo subterráneo durante las horas nocturnas. Mediante ciertas fórmulas mágicas, la tripulación de la barca solar conseguía encadenarlo al suelo. A veces lograba interrumpir el itinerario celeste de Ra, y era entonces cuando se producía un eclipse.
  
   Retrocede, márchate, aléjate de mí, oh Apep, retírate o serás anegado en el Estanque de Nu (...). Apártate del divino sitio donde nace Ra, sede de tu terror. Soy Ra, el temible. Retrocede, Perverso, ante los dardos de sus rayos. Ra asoló tus palabras, los dioses volvieron tu faz, desgarró tu pecho el Lince, el Escorpión te abrumó de cadenas (...) Cae y vete, ¡oh Apep, Enemigo de Ra! Oh tú que cruzas la región oriental del firmamento con el estrépito rugidor de la nube del trueno, oh Ra que abres las puertas del horizonte en cuanto apareces: Apep se desplomó a tus cuchilladas.
   Anónimo. El Libro de los Muertos, XLV
  
   Apofis era representado como una serpiente gigantesca de varios pliegues, en ocasiones con un cuchillo clavado en cada uno.
   Los griegos identificaron a Apofis con el monstruo Tifón, el espeluznante monstruo alado que provocaba los huracanes y los terremotos. En la época grecorromana se le asimilaba a menudo con Set, hermano y asesino de Osiris.
  

Set
   Set o Seth es el dios del mal, que simboliza la oscuridad de la noche. Deidad de la sequía y el desierto, patrono de las tormentas, la guerra y la violencia.
   Hijo de Nut y de Seb, hermano de Osiris. Esposo de Neftis.
   Se le representa con cuerpo humano y cabeza de un animal de afilado hocico y orejas rectangulares enhiestas, que no ha sido identificado. Quizá era un cerdo hormiguero.
   Sus principales centros de culto se situaban en Kom Ombo y en Tanis.
   No fue en sus orígenes un dios maligno. En las épocas más antiguas de la historia egipcia tenía carácter benefactor y era venerado como los demás dioses.
   En épocas posteriores se convirtió en antagonista de su hermano Osiris, con quien libró un terrible combate para arrebatarle el trono. Set dio muerte a Osiris y desmembró su cuerpo en pedazos, que arrojó al Nilo. Isis, la viuda de Osiris, recuperó uno a uno los miembros descuartizados de su consorte (excepto el falo, que fue tragado por el pez oxirrinco) y los recompuso, devolviendo la vida a Osiris. Es así que Osiris simboliza la resurrección.

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El enigma de la esfinge
    
El zoo del faraon
   En la iconografía religiosa del antiguo Egipto, donde proliferan los dioses representados con cuerpo humano y cabeza de animal (de chacal en el caso de Anubis, de ibis en Tot, de leona en Sejmet, de cocodrilo en Sobek...), la esfinge es un ser híbrido compuesto a la inversa: con cuerpo de animal y cabeza de hombre. No se trata de ninguna deidad, sino más bien de un monstruo con atribuciones de guardián, centinela o numen protector de determinados templos o recintos sagrados, apostado por lo general a su entrada.
   Las esfinges proliferan por todo el Egipto, acechando con su enigmática mirada y su ademán impasible a los visitantes de las ruinas faraónicas. Nos toparemos con esfinges en Alejandría, en el oasis del Fayum, en Menfis o en Tebas, donde una kilométrica avenida flanqueada por dos hileras de 365 esfinges conecta los templos de Luxor y Karnak (foto81). A veces las esfinges no son androcéfalas, sino criocéfalas (es decir, con cabeza de carnero). Son en tal caso encarnaciones del dios Amón, como se las puede ver en las nutridas hileras de carneros de cuerpo entero apostados a la entrada del complejo templario de Karnak.
   También existen esfinges fuera de Egipto, como en Wadi es-Sebua (o 'Valle de los Leones', Baja Nubia, actual Sudán), erigidas en la época de dominación de Ramses II. La morfología de la esfinge fue adoptada por otras culturas de Oriente Próximo (véanse las esfinges hititas de Alaça Höyük, en territorio de la actual Turquía). Fue asimismo transplantada a la Grecia clásica, donde el animal era imaginado con cabeza y pechos de mujer, alas de pájaro, y cuerpo y patas de león. Es muy conocida la leyenda de la esfinge que asolaba la región de la Tebas griega planteando enigmas a los hombres y devorando a quienes no sabían resolverlos; fue Edipo quien la derrotó, al responder a su acertijo: "¿Cuál es el animal que tiene cuatro patas, luego dos y luego tres, y cuantas más patas tiene, más débil es?".
   Algunas esfinges egipcias, al igual que ocurría con los obeliscos, fueron exportadas ya desde tiempos de la dominación romana a otros países de Europa, como podemos comprobar en esta foto del palacio de Diocleciano en Split (Croacia).
  
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   La esfinge más grande de Egipto, escultura mundialmente conocida e icono emblemático del Egipto antiguo, es la Gran Esfinge de Giza (foto73).
   Giza es el área norte de la necrópolis de Menfis, una zona mesetaria sobre la que se levantan las grandes pirámides de Keops, Kefren y Micerino.
   Próxima al ángulo noroeste del Templo Bajo, o de Granito, del complejo piramidal de Kefren, se levanta la Gran Esfinge, guardiana del lugar de Giza, y frente a ella yacen las ruinas de otro santuario paralelo, llamado Templo de la Esfinge. Los árabes llaman a la Gran Esfinge de Giza Abu l-Hol, cuya traducción, el ‘padre del terror’, parece evocar todavía el antiguo cometido de la bestia como guardián. Su rostro mira al este y ve salir cada día el sol.
El zoo del faraon   La Esfinge de Giza está considerada como la primera de todas, la más antigua. No se puede precisar con seguridad su datación. Dado que parece estar integrada en el complejo piramidal de Kefren, al lado del Templo Bajo y orillando la calzada de acceso, se suele fechar en tiempos de este faraón (IV Dinastía, hacia 2550 a C). Apoya esta hipótesis el gran parecido entre el rostro de la Esfinge y el de la estatua de Kefren hallada en el Templo Bajo de su pirámide y expuesta en El Cairo (ver foto). No sólo los rasgos de la cara: la corona en forma de ‘nemes’ (ese característico tocado faraónico con una tela a rayas que sobresale tras sus orejas) y el ‘ureo’ (la insignia en forma de cabeza de cobra o de buitre que sale de la frente del faraón, símbolo de su poder real) guardan también notables semejanzas en una y otra escultura.
   La de Giza no sólo es la más antigua de las esfinges, sino que también ostenta el rango de ser la escultura más grande de Egipto, tierra pródiga en estatuas colosales. No se trata de una escultura en sentido estricto, pues su condición híbrida se extiende también a la técnica: está en parte tallada y en parte construida. Su núcleo es un promontorio rocoso natural que fue parcialmente labrado para crear la cabeza y el torso. El resto del cuerpo consiste en un recubrimiento de hiladas de piedra sillar, convenientemente dispuestas para modelar las redondeadas formas del cuerpo de un león en reposo, con sus extremidades, cuartos traseros, garras y cola perfectamente distinguibles. Llaman la atención las excesivamente alargadas proporciones del cuerpo del león (foto75), que no armonizan con el tamaño de la cabeza, defecto que se atribuye a la aparición de fallos estructurales en el núcleo de la roca durante su construcción, que obligaron a prolongar la longitud del animal.
   Tiene 57 m de largo y 20 m de alto. La oreja mide 1,37 m y la nariz 1,70 m. En el transcurso de los siglos ha padecido los efectos de la erosión provocada por las arenas arrastradas por el viento. Ha tenido varias restauraciones, las primeras ya en tiempos antiguos, la última hace escasos años, pero su deterioro sigue imparable. Varias veces ha tenido que ser desenterrada, al haber sido ocasionalmente cubierta por las dunas del desierto. Herodoto y otros escritores clásicos que visitaron las pirámides omiten en sus obras la descripción de la Esfinge, por lo que cabe deducir que en su tiempo estaba totalmente sepultada bajo la arena.
   Es conocida la leyenda inscrita en los jeroglíficos de una gran lápida instalada entre las patas delanteras de la bestia por orden de Tutmosis IV (XVIII Dinastía). En ella Tutmosis IV relata en primera persona que cuando era príncipe, fatigado tras una jornada de cacería de gacelas, se quedó a dormir recostado a los pies de la Gran Esfinge. Ésta le habló en sueños, y le prometió que si la desenterraba del manto de arenas que la cubría, a cambio le favorecería para que llegara a ser faraón; como así ocurrió.
   La Esfinge ha sufrido también grandes daños perpetrados por la mano del hombre. Así, su rostro perdió la nariz y la típica barba postiza de los faraones ya en la época de los mamelucos (hacia el siglo XIV d C). No fue este deterioro producido, pues, por las prácticas de tiro de los soldados napoleónicos, como se ha afirmado a veces.

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Fauna del antiguo Egipto

  
Bibliografía consultada
  
- Anónimo. El libro de los muertos (Hyspamérica Ediciones / Orbis, Barcelona, 1988)
- Brodrick, M. Morton, A.A. Diccionario de Arqueología Egipcia (Edimat Libros, Madrid, 2003)
- Eggebrecht, Arne. El Antiguo Egipto. 3.000 años de historia y cultura del imperio faraónico (Plaza & Janés Editores, 1984)
- Heródoto. Los nueve libros de la historia. Libro segundo: 'Euterpe' (Edición ‘Biblioteca personal Jorge Luis Borges’, Hyspamérica Ediciones-Orbis, Barcelona, 1987)
- Jacq, Christian. El enigma de la piedra (Ediciones Grupo Zeta, 1999)
- Montet, Pierre. La vida cotidiana en el Egipto de los faraones (Argos Vergara, Barcelona, 1983)
- Pemberton, Delia. El antiguo Egipto (Editorial Debate, Madrid, 1992)
- Pijoan, José. El arte egipcio hasta la conquista romana (Summa Artis, Historia General del Arte. Vol. III. Espasa-Calpe, Madrid, 1985)
- Solé, Robert. Diccionario del amante de Egipto (Paidós, Barcelona, 2003)
- V.V.A.A. Egipto. El mundo de los faraones (Editado por Regine Schulz y Matthias Seidel, Köneman, 1997)
- Wildung, Dietrich. Egypt. From Prehistory to the Romans (Taschen, 1997)
  
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