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  TARRAGONA
  Romana y paleocristiana
Tarragona romana y paleocristiana
  
   Tarraco, la actual Tarragona, creció en tiempos de los romanos hasta convertirse en una poderosa ciudad portuaria, con una cuidada planificación urbana, y protegida por un gran recinto amurallado. Bajo la denominación de Colonia Iulia Urbs Triumphalis Tarraco, gozó de los mismos privilegios que Roma y en ella residieron temporalmente Escipión, César Augusto, Galba y Adriano.
   Importante centro administrativo y comercial del Imperio Romano, beneficiada por su clima templado y su favorable configuración geográfica, Tarraco fue embellecida con numerosas construcciones monumentales (las que eran habituales en toda ciudad romanizada: templos, palacios, foros, anfiteatro, teatro, circo, etc.) y dotada de infraestructuras de ingeniería civil y militar (murallas, puerto, acueductos para el suministro de agua, calzadas, etc.), cuyos restos fragmentarios salidos a la luz en las excavaciones, más los que se pueden entrever semiocultos bajo el tejido urbano de la ciudad moderna, atestiguan la magnificencia que llegó a alcanzar en su tiempo esta capital.
   Tarraco fue también uno de los lugares de la Península Ibérica donde desde épocas más tempranas fue penetrando el cristianismo.
Indices de fotos
Indice general
Indice 1  Romanos y nazarenos
Indice 2  Tarragona romana
Indice 3  Tarragona romana
Indice 4  Tarragona romana y paleocristiana
Indice 5  Tarragona paleocristiana
Indice de textos
Tarragona romana
Tarragona paleocristiana
Romanos y nazarenos (por Juan Vizuete)
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Tarragona romana
   
   "...colonia Tarracon, Scipionum opus"
   (Plinio, Historia Natural, III. 21, 5)
  
  
   La ocupación romana de la Península Ibérica duró seis siglos y medio, desde aproximadamente 250 a C hasta 409 d C.
   En 218 a C, a comienzos de la segunda guerra púnica, los Escipiones, en su campaña bélica contra los cartagineses, llegaron al antiguo asentamiento prerromano conocido como Cesse, población de la tribu ibera de los cessetanos o cossetanos, en cuyo territorio iba a fundarse Tarraco. En sus comienzos un praesidium militar, Tarraco alcanzó en 27 a C el rango de capital de la Provincia Hispania Citerior, también conocida como Tarraconensis, una de las tres provincias de Roma en tierras de Hispania, junto a la Bética y la Lusitania. Esta urbe, hoy Tarragona (Cataluña), es la más antigua fundación romana en la península.
  
   Desde el año 2000, el rico legado arqueológico romano y paleocristiano de Tarraco está incluido en el Catálogo del Patrimonio Mundial. Según la UNESCO, los restos romanos de Tarraco son de una importancia excepcional en el desarrollo de la planificación urbanística romana y sirvieron de modelo para las capitales provinciales en el resto del mundo.

  
Murallas
Fotos 01, 02 y 03
Tarragona romana 
   Aunque algunos investigadores sostienen que el aparejo ciclópeo de sus basamentos es prerromano, Tito Livio y Plinio el Viejo mencionan en sus escritos que fueron los Escipiones los que fundaron Tarraco y construyeron estas murallas. Las investigaciones arqueológicas modernas insisten en confirmar su origen exclusivamente romano, datable entre finales del siglo III y principios del siglo II a C, si bien resulta evidente a simple vista que hubo dos fases en su construcción, y se habla de la existencia de inscripciones ibéricas (marcas de canteros locales) en los bloques ciclópeos. El debate sigue abierto.
   Las murallas de Tarragona constituirían, en cualquier caso, el más antiguo vestigio de ingeniería militar romana en la Península Ibérica. La franja inferior (o zócalo) de sus lienzos es megalítica, con enormes bloques irregulares de piedra colocados unos sobre otros sin argamasa, y la parte superior es de sillares regulares, generalmente almohadillados.
   Los muros estaban en ciertos puntos reforzados con poderosos torreones defensivos de planta rectangular, de los que subsisten tres (el del Seminario, el del Arzobispo y el de Minerva o de San Magín). Lienzos y torres fueron reconstruidos y modificados en la Edad Media, y reparados en el siglo XVIII. Hoy sobrevive un tramo de muralla de 1.245 m de longitud: un tercio del total del primitivo recinto, el correspondiente a la parte alta de la ciudad, en el que se abren pequeños portales para el paso de transeúntes, cubiertos con descomunales dinteles monolíticos. Sólo se conserva (muy transformada) una de las puertas principales, la del Socorro, cerca de la torre de Minerva.

  
Pretorio
   Palacio en forma de casa-torre de piedra, fechado en el último tercio del siglo I a C y muy reconstruido en la época medieval, donde residió César Augusto y nació Pilatos, futuro pretor de Judea. Se la conoce también como Castillo de Pilatos, Palacio de Augusto y Palacio del Rey.
   La torre formaba parte de un complejo más amplio de construcciones romanas, del que también se conservan un tramo cubierto con bóveda de cañón y una cámara subterránea, asimismo abovedada, que comunica con un largo pasadizo.
   En la Edad Media los reyes de Aragón transformaron gran parte del edificio para habilitarlo como palacio real.
  
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Anfiteatro
Fotos 04 y 05
  
   Fue construido a orillas del mar, en la segunda mitad del siglo I d C (época de los Flavios, 69-96 d C), aprovechando una pendiente del terreno para el asentamiento de una parte del graderío, estando el resto sustentado por una formidable subestructura de arcos y bóvedas.
   Se compone de la típica planta en forma de elipse, con una cavea o graderío, con capacidad para 15.000 espectadores, rodeando la arena, o sea, el recinto donde tenían lugar los espectáculos: combates de gladiadores y luchas con animales. En ambos ejes de la arena se abren unas fosas que eran las estancias subterráneas para los servicios auxiliares.
   En este lugar fueron ejecutados en el año 259 el obispo Fructuoso y los diáconos Augurio y Eulogio, mártires de Tarragona, por lo que en el interior del anfiteatro romano fue erigida una basílica paleocristiana (ver Basílica del Anfiteatro, en el capítulo 'Tarragona paleocristiana').
   Los habitantes de Tarraco disfrutaron también de otros edificios públicos destinados a espectáculos y representaciones, como el teatro (siglo I a C) y el circo (época de Domiciano, 89-96 d C). Pese a los escasos restos sobrevivientes, el teatro debió ser en su tiempo un magnífico edificio, con una suntuosa decoración escultórica. El circo fue construido, caso excepcional, dentro de las murallas, creando una marcada separación entre la parte alta de la ciudad y la parte intermedia. Aunque parcialmente destruido y transformado a lo largo de los siglos, conserva aún las bóvedas de sustentación de los graderíos y otras dependencias, constituyendo el conjunto uno de los circos mejor conservados del mundo romano.

     
Foro de la Colonia
Fotos 06, 07, 08 y 09
  
   El foro era un espacio público para el desarrollo de actividades ciudadanas de carácter administrativo, religioso y comercial, que ocupaba un emplazamiento preferente en toda urbe romana. Por su importancia política en el mundo romano, Tarraco contaba con dos foros.
   El Foro de la Colonia Tarraco es un complejo arquitectónico cuyos escasos restos recuperados se levantan en la plaza del Pallol, situada en el extremo noroccidental de las murallas romanas de Tarragona.
   Podemos discernir allí varios elementos dispersos, como las columnas corintias de un recinto porticado, basamentos moldurados, un pavimento de losas de piedra, y dos dependencias abovedadas que formarían parte de una hilera de tabernae o tiendas.
   Las investigaciones actuales han concluido que lo que vemos no es más que una parte del foro, en concreto una basílica, estando el resto perdido o sepultado bajo la trama urbana de la Tarragona moderna.
Tarragona romana
  
Torre de los Escipiones
Fotos 15 y 16
  
   A 6 km de Tarragona, levantado a la vera de la Via Augusta (la larga calzada romana que conectaba los Pirineos con Cádiz pasando por Barcino, Tarraco y Sagunto), este monumento funerario, fechado en la primera mitad del siglo I d C, se ha convertido en una de las señas de identidad de la ciudad.
   En forma de torre de planta cuadrada, se componía de cuerpos cúbicos superpuestos de dimensiones decrecientes, el conjunto asentado sobre un sólido podio. El remate, que se ha perdido, tendría techumbre piramidal. Lo que queda de la torre alcanza hoy los 9 m de alto. En el nivel superior se intuye una inscripción muy borrada, en la que sólo se puede leer el nombre 'Cornelius'. El nivel que descansa sobre el podio exhibe en la fachada dos figuras masculinas en relieve, en pie sobre sendos pedestales adosados. Ambas figuras representan a Atis, dios proveniente de Frigia (Asia Menor, hoy Turquía), amante de Cibeles y asociado a los cultos mortuorios, tocado con su característico gorro frigio.
   Estas esculturas fueron erróneamente identificadas hace algún tiempo con los hermanos Escipiones (Cneo y Publio), reputados como los fundadores de Tarraco; de ahí el nombre del monumento.
  
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Columbario de Vila-rodona
Foto 17
  
   He aquí otro monumento funerario de la antigua Tarraconensis, pero que posee unas características muy distintas del que conocemos como 'Torre de los Escipiones'. Consiste en un edificio de planta rectangular, sin ventanas, que estaba cubierto con un tejado a dos aguas. Los dos muros longitudinales estaban ritmados con falsas pilastras adosadas de orden dórico. La construcción descansa sobre una especie de podio decorado en casi todo su perímetro por una hilera de arquillos ciegos.
   Los muros internos conservan parte de la decoración original en estuco, y los seis loculi del columbario o conjunto de nichos donde se colocaban las urnas cinerarias que contenían las cenizas de los difuntos.
   Su construcción se data en el siglo II d C, y al parecer formaba parte de una villa romana próxima, situada a orillas del río Gayá. El edificio ha sido recientemente objeto de una radical restauración.

  
Tarragona romanaAcueducto
Fotos 10, 11, 12, 13 y 14
  
   El acueducto de las Ferreras, llamado también Puente del Diablo, situado a unos 4 km de Tarragona capital, se mantiene aún en pie con su doble nivel de arcadas (11 arcos en el nivel inferior y 25 en el superior), que salvan una depresión en medio de los pinares del valle del Francolí. Formaba parte de la red de canalizaciones que conducían hasta la antigua Tarraco las aguas procedentes de los ríos Francolí (antiguo Tulcis) y Gayá (Gaià).
    La fecha de su construcción es dudosa. Se cree puede datar de la época de Augusto, o de la primera mitad del siglo I d C, aunque fue restaurado en el siglo X (bajo Abderramán III) y en el XVIII. Alcanza una longitud de 217 m, y una altura máxima de 26 m. En su zona superior se ha preservado parte del revestimiento original del canal por donde circulaba el agua.

  
Arco de Bará
Fotos 18 y 19
  
   El arco triunfal de Bará (en catalán Berà) se yergue, sobrio pero imponente, a 20 km al norte de Tarraco, en el mismo trazado de la Via Augusta, la calzada romana más larga de Hispania, que discurría por la costa mediterránea desde Cádiz hasta los Pirineos.
   Es un elegante monumento de una extremada sencillez arquitectónica, con una sola abertura en forma de arco de medio punto, cuya única decoración consiste en ocho falsas pilastras adosadas de fustes acanalados y capiteles corintios, sobre las que descansa el entablamento.
   Su construcción data de tiempos de César Augusto, alrededor del año 13 a C, y por una inscripción que había en el friso del entablamento se sabe que tuvo una restauración, que fue financiada por Lucio Licinio Sura, de la tribu Sergia. El arco no tenía un valor funcional, sino simbólico: se erigió para marcar la frontera entre los territorios de las tribus iberas de los ilérgetes y los cossetanos, y poner así fin a sus disputas.
  
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Tarragona romana
  
Cantera de El Medol
Fotos 20, 21 y 22
  
   En los alrededores de Tarragona se han localizado varias canteras romanas que proporcionaban la piedra para las construcciones y monumentos de Tarraco. La más destacable es la del Medol (El Mèdol), 9 km al norte del núcleo urbano de Tarragona, cerca de la Via Augusta que, bordeando la costa del Mediterráneo, pasaba por Tarraco.
   En la parte central de la gran hoya donde se desarrollaba la antigua explotación se yergue una gran aguja monolítica, resto testimonial de la gran mole rocosa que fue vaciada a su alrededor. Se detectan también por toda la cantera numerosas trazas y marcas talladas en la roca, que nos permiten inferir las sucesivas fases del proceso de extracción de la piedra.

  
Museo Nacional Arqueológico de Tarragona
Fotos 23, 24, 25, 26 y 27
  
   El fondo de este museo se nutre de piezas extraídas de las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en Tarragona y sus alrededores, de época romana en su mayoría. Entre las obras de arte escultórico expuestas, destacan las grandes estatuas mutiladas de emperadores halladas en las excavaciones del teatro, la cabeza de Júpiter Ammón en un clípeo o medallón circular decorativo, una escultura de Baco del siglo II d C inspirada en Praxiteles, un lampadario (o candelabro) antropomorfo de bronce representando a un niño africano (conocido popularmente como El Negret), bustos masculinos y femeninos de ciudadanos tarraconenses romanizados, sarcófagos esculpidos, etc.
Tarragona romana   Es muy interesante también la colección de mosaicos, que, por su iconografía y vivo colorido revelan una fuerte influencia del arte musivo de Africa del Norte. Destacamos:
   Mosaico de pared con la musa Euterpe.
   Mosaico con una cabeza de Medusa, con serpientes en la cabellera y su característica mirada hipnotizante.
   Mosaico de los Peces. Procedente de la villa romana de la Pineda, y descubierto en 1955, se compone de un panel unitario (de 6,25 x 4,50 m) donde se despliega en su parte central un nutrido muestrario de peces, crustáceos y animales marinos, tan definidos en sus formas y colores que puede identificarse con facilidad la mayoría de las especies que lo componen: delfines, besugos, anguilas, lenguados, morenas, bogavantes, pulpos, sepias, calamares... Está datado a comienzos del siglo III d C.
  
  
  
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Tarragona paleocristiana
  
   "...anhelando desde hace muchos años ir a vosotros, espero veros de paso cuando me dirija a España..."
   (San Pablo, Epístola a los Romanos, 15, 24)
  
  
   La tradición afirma que San Pablo desembarcó en Tarraco y fue, a la par que Santiago, uno de los apóstoles que introdujeron el cristianismo en Hispania.
   Por su situación geográfica y su importacia política y comercial, la antigua capital hispano-romana de la Tarraconensis era una de las principales puertas de entrada a la península de todas las novedades venidas de Oriente por vía marítima, muchas veces con escala previa en el Africa septentrional. Fenicios, cartagineses, judíos, griegos, sirios y bizantinos habían ya arribado en sucesivas oleadas a las costas mediterráneas de Iberia, y dejado allí su impronta, detectable en el marcado carácter oriental que rezuman los estilos artísticos y manifestaciones culturales de la Hispania prerromana y romana. No será, pues, de extrañar que Tarraco fuera uno de los primeros escenarios peninsulares donde se introduciría y propagaría el mensaje del Evangelio, rango que también se disputan Ampurias y Cartagena.
   Fueran paulinos o fueran jacobeos, los orígenes apostólicos de la cristianización de la península ibérica se escapan a la comprobación histórica y se difuminan en las brumas de la leyenda. Lo único seguro es que Tarraconense, Bética y Galicia fueron los tres ángulos de la península donde en primer lugar se implantó el cristianismo y, por ende, el arte cristiano, como se deduce de la abundancia de sus vestigios arqueológicos de época paleocristiana.
   Además de ser la más antigua y más grande colonia romana en tierras ibéricas, Tarragona constituye también la capital del arte paleocristiano hispánico, por la amplitud y calidad de los hallazgos efectuados en la necrópolis tardorromana y cristiana descubierta al oeste de la ciudad, a orillas del río Francolí, con más de dos mil tumbas fechadas entre los siglos III y VII d C. No menos significativa es la existencia, a pocos kilómetros de Tarragona, de la tumba monumental de un insigne personaje hispanorromano, el mausoleo conocido como Centcelles, singular edificio del siglo IV d C donde se mezclan y conviven la iconografía clásica con la cristiana primitiva. Prueba documental de que la nueva religión ya había arraigado por estos pagos en la época del Imperio Romano tardío, y de que no se produjo un corte, sino una transición gradual, del paganismo al cristianismo.
   Tarragona llegó a ser durante la Edad Media la sede del obispo primado de España, categoría por la que compitió con Toledo. Arrasada por las invasiones bárbaras del siglo V y por las musulmanas del siglo VIII, su hegemonía entró en fase de decadencia a partir del siglo IX.

  
Basílica del Anfiteatro
Foto 05
  
   Está constatado que a partir del siglo IV d C el culto a los mártires tuvo gran importancia en la España cristiana.
   Poco queda, sin embargo, de la primitiva basílica visigótica de triple nave erigida en honor al obispo Fructuoso, y a sus diáconos Augurio y Eulogio, protomártires tarraconenses: sus escasas huellas de los siglos VI-VII están absorbidas por los muros de una iglesia románica posterior, Santa María del Milagro (siglo XII), cuyas ruinas aún se mantienen parcialmente en pie sobre la arena y parte de la cavea del anfiteatro romano de Tarraco: el mismo lugar donde presumiblemente habían sido quemados vivos los tres mártires (el 21 de enero de 259), en el contexto de las persecuciones promovidas por los emperadores romanos Emiliano y Valeriano.
   Se puede distinguir, sin embargo, el trazado de la nave principal, de 23 x 2,60 m, con once basas para las columnas de las arcadas que separaban las naves. La planta del ábside, en forma de herradura, es claramente visigótica.
  
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Necrópolis paleocristiana y Museo
Fotos 31-37
  
   Entre 1923 y 1933, con motivo de las obras para la construcción de una fábrica de tabacos, se descubrió y excavó en las afueras de Tarragona, a orillas del río Francolí, un vasto cementerio tardorromano y paleocristiano, donde se desenterraron más de dos mil sepulturas de todos los tamaños y formas: desde tumbas sencillas hechas de ánforas o tejas, hasta suntuosos panteones familiares, pasando por sarcófagos paganos reaprovechados, la mayoría datados entre los siglos IV y VI d C. Ofrendas funerarias, mosaicos sepulcrales, lápidas... forman parte del conjunto descubierto y han proporcionado abundante información sobre la estructuración social de los habitantes de la antigua Tarraco.
   Ya desde la época de la república romana, esta zona había sido ocupada con distintos usos: como villa o finca rural, y como cementerio pagano. El establecimiento de la gran necrópolis paleocristiana se produjo a mediados del siglo III d C. Los enterramientos se realizaron alrededor y en el interior de un gran templo o basílica paleocristiana, en el centro de cuyo ábside –un lugar preferente– se pudo identificar el probable sepulcro de los primitivos mártires tarraconenses Fructuoso, Augurio y Eulogio: tal parece deducirse de una inscripción parcial ("TVOSI / A") sobre los fragmentos de la lápida que cubría el sarcófago. El texto completo sería "(Frvc)TVOSI / A(vgvrii et Evlogii)". La necrópolis habría crecido, por tanto, en torno a una tumba santa muy emblemática para los tarraconenses. Los restos de esta basílica paleocristiana se destruyeron para dejar terreno libre a la fábrica de tabacos.
   Al menos se tuvo el buen criterio de conservar in situ parte de la necrópolis, edificándose sobre ella un Museo monográfico, inaugurado en 1930, que exhibe las piezas más significativas halladas en el lugar:
   Sarcófago de los Leones. Siglo III d C. Sepulcro pagano reaprovechado, realizado en mármol, con sendos relieves de león atacando a ciervo en sus extremos (foto 31) y el busto de un severo personaje femenino en el centro, que sería el retrato de la difunta (foto 32).
   Sarcófago del Pedagogo. Siglo III d C. Sepulcro esculpido en mármol blanco, en el centro de cuyo frontal destaca, enmarcado por una decoración de estrigiles (estrías en forma de S alargada), un relieve que representa una escena de lectura. Un pedagogo (o filósofo, o poeta) sentado, lee en voz alta a sus jóvenes discípulos un rollo que sostiene en sus manos (foto 33). Uno de los jóvenes avanza hacia él portando otro rollo. En los dos extremos del frontal aparecen los relieves de dos personajes (masculino y femenino), que se supone son los difuntos.
   Mosaico sepulcral de Optimus. Siglo IV d C. Se trata de una lauda o lápida de sarcófago revestida con labor de mosaico. Aunque no son piezas muy frecuentes, se ha hallado en la península un número considerable de lápidas funerarias ornadas con mosaicos, sobre todo en la costa del Mediterráneo, con la mayor concentración en Tarragona. Este mosaico muestra un elegante retrato del obispo Optimus sobre un fondo de flores y cubierto con una orla (foto 34). Ataviado con una toga blanca, porta un rollo en la mano izquierda, y alza su mano derecha en ademán de bendecir. Una obra excelente del arte musivo peninsular, en el que se detecta una fuerte influencia estilística de los mosaicos de Africa del norte.
   Mosaico sepulcral de Ampelius. Siglo IV d C. El mosaico que cubre esta lápida sepulcral muestra una representación del cordero místico, símbolo de Jesucristo, acompañado de un jarrón con ramos de flores, elemento decorativo muy presente en el arte romano (foto 35). En la inscripción de la izquierda se puede leer claramente "AMPELI IN PACE REQVIESCAS".
   Sarcófago de Leocadio. Siglo V d C. En el extremo izquierdo de su cara frontal puede verse la figura de Moisés que recibe de una mano divina las tablas de la ley, aquí en forma de rollo en el que está grabado un crismón: la ley mosaica del Antiguo Testamento queda equiparada así a la ley de Cristo del Nuevo Testamento. En el extremo derecho se ve la escena de Abraham a punto de sacrificar a Isaac, con la mano divina que le detiene (foto 36).
   Sarcófago de los Apóstoles. Siglo V d C. Separados por bandas de estrigiles, en el extremo de la izquierda se ve a San Pedro y en el de la derecha a San Pablo, personaje tradicionalmente ligado a la cristianización de Tarraco. Ambos portan un rollo en la mano y están encuadrados con cortinajes (foto 37). La hechura de los relieves, que es tardorromana, prefigura vagamente al estilo románico que iba a llegar seis siglos más tarde.
   Sarcófago de los Orantes. Siglo V d C. Se trata de una lauda o lápida sepulcral, en cuyo centro aparece la imagen del difunto portando un rollo, y a ambos extremos las figuras de dos familiares femeninos en ademán de oración. Los tres personajes están separados por bandas de estrigiles. La disposición del conjunto coincide con la de otros sarcófagos hallados en Cartago, realizados además en el mismo tipo de mármol grisáceo, por lo que se cree que se trata de una obra importada del norte de Africa.
  
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Villa romana y mausoleo de Centcelles
Fotos 38-48
  
   En la ciudad de Constantí, a 5 km al nordeste de Tarragona, se levantan las imponentes ruinas de una vasta villa romana, conocida como Centcelles (= Cien Celdas). Dos construcciones contiguas de volúmenes bien marcados, cubiertas de tejas, constituyen la parte principal de lo que queda de esta casa de campo, que, por sus amplias dimensiones (estaba incluso dotada de termas privadas), nunca fue concluida del todo.
   Una de estas construcciones fue remodelada en el siglo IV d C con la intención de servir de mausoleo monumental a un insigne personaje hispanorromano (?). Su exterior es de planta cuadrada. Su interior es una estancia de planta circular en la que se abren cuatro ábsides con bóveda de cuarto de esfera, y que está cubierta con una excepcional cúpula de ladrillo de 11 m de diámetro y 13,60 m de alto, revestida con mosaicos de gran calidad, aunque desgraciadamente muy fragmentados. El monumento es único: no existe ninguno semejante en España ni en Francia, y para encontrar algo parecido en la arquitectura de la época, hay que viajar hasta Roma (Santa Constanza) o Salónica (San Jorge). Se trata, además, del más antiguo ejemplar conocido de cúpula con mosaicos cristianos en todo el territorio del Imperio Romano.
Tarragona paleocristiana   Este mosaico es un gran puzzle de un millón de piezas, la mayoría de las cuales se ha perdido para siempre en el correr de los siglos. Con las pocas teselas que se han salvado se puede recomponer (así lo ha hecho un equipo del Instituto Arqueológico Alemán) unos exiguos fragmentos dispersos, con grandes lagunas entre ellos, pero que, no obstante, permiten intuir el dibujo de conjunto. Distribuidas en tres franjas concéntricas superpuestas, aún se distinguen algunas escenas, en las que se mezclan la iconografía pagana con temas extraídos de las Sagradas Escrituras cristianas. Así:
  
   En el registro inferior:
   - Escena (continua en toda la circunferencia) de caza de ciervos (foto 44) por parte de jinetes a galope (foto 43), usando trampas y redes, y auxiliados por perros. Un tema frecuente en los mosaicos de las villas romanas de la época. Entre los fragmentos sobreviven las cinco cabezas de un grupo de cazadores que presiden la cacería (foto 45). Una de estas cabezas, en pose frontal, se presume es el retrato del difunto al que está consagrado el mausoleo.
  
   En el registro intermedio:
   16 escenas extraídas de episodios del Antiguo y Nuevo Testamento, delimitadas por columnas jónicas con fustes de estrías helicoidales, entre las que se pueden identificar, por no decir adivinar:
   - Adán y Eva.
   - Daniel entre los leones (detalle en foto 42).
   - Jonás arrojado al mar desde el barco.
   - El arca de Noé.
   - El Buen Pastor.
   - Los tres hebreos rehusando adorar la estatua de Nabucodonosor.
   - Resurrección de Lázaro.
   - Los tres hebreos en el horno de Babilonia.
  
   En el registro superior:
   - Alternadas con personajes entronizados, alegorías de las Cuatro Estaciones, de las que han sobrevivido parte de la Primavera (foto 47) y el Otoño, esta última con la figura semidesnuda del genio del Otoño portando racimos de uvas en la mano (foto 46).
   En lo más alto de la cúpula, la composición queda rematada por un medallón cenital, cuya temática no ha sido descifrada por la escasez de materiales conservados.
  
   Las paredes del cilindro que sostiene la cúpula fueron decoradas en su parte baja con pinturas polícromas, que han sido arrasadas por el tiempo, con excepción de un fragmento, que a duras penas se discierne, y que representa a una figura femenina (foto 48), ataviada con una diadema de perlas y pendientes.
   La estancia contigua, de dimensiones similares, es de planta cuadrada y está cuadrilobulada con cuatro ábsides, dispuestos con distinta orientación a los de la sala del mosaico. Se cree que se trataría también de una cámara sepulcral que albergó en su momento cuatro sarcófagos.
   El subsuelo de la sala del mosaico esconde otra estancia a modo de cripta funeraria, con bóveda de medio cañón, que debía albergar el sarcófago del difunto. Aún hay más: debajo de esta cripta se ha descubierto otra sala más pequeña, cuya función sería la de preservar de humedades la sala superior.
   Debido a la grandiosidad del edificio, único por sus características en España, y al extremo cuidado desplegado en su realización y decoración, digno de una tumba imperial, se ha conjeturado (H. Schlunk lanzó la hipótesis) que este mausoleo pudo ser el sepulcro del emperador Constante –uno de los tres hijos de Constantino el Grande–, que fue asesinado en las Galias (Aquilea) el año 350.
  
  
  
Bibliografía consultada
- Fontaine, Jacques. L'art préroman hispanique (Zodiaque, colección 'La nuit des temps', 1973)
- Palol, Pedro de. Arte paleocristiano de Occidente (siglos III, IV y V) en Historia del Arte, vol. III (Salvat Editores, S.A., Barcelona, 1970)
- Tarrats Bou, Francesc. Tarraco: Puerta de la romanidad (Salvat, S.A. de Ediciones, colección 'Arqueología de las ciudades perdidas', vol. 5, Pamplona, 1988)
  
  
  
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Romanos y nazarenos  (por Juan Vizuete)
 
    De entre las muchas procesiones que se celebran en España con motivo de la Semana Santa, destaca por su peculiar iconografía la de Tarragona, que entronca de lleno con la historia y la tradición de la que fue una de las más importantes ciudades del Imperio Romano: la antigua Tarraco.
   Si la pasión de Cristo tuvo lugar en Palestina en tiempos de la dominación romana, tiene sentido que los pasos transportados por los nazarenos vayan escoltados por soldados y centuriones romanos. Y así, junto a los típicos capirotes de los penitentes veremos cascos con penachos, capas, pectorales, lanzas, escudos y estandartes formando parte del atrezzo. Tal es el tema de esta exposición fotográfica, en la que Juan Vizuete nos ofrece una pintoresca selección de imágenes de la Semana Santa en Tarragona.
  
Fotos 01-12
  
Romanos y nazarenos   
   L
os nazarenos o penitentes de la Semana Santa son personas que desfilan delante de los pasos o tronos durante el tiempo que se hace la Estación de Penitencia en algunas ciudades españolas, especialmente en el sur del país. Pero no solo allí; en muchas otras ciudades, como en Tarragona, donde hice estas fotos, son especialmente vistosas, pues a éstos les acompaña, como no puede ser de otra forma, otro tipo de cofradía Romana, que hace que sea aún más interesante.
   Sin los nazarenos la Semana Santa sería casi imposible de celebrar. Ellos son, casi siempre, personas anónimas, que con su devoción llevan a cuestas, sobre todo en Tarragona, los pesados pasos, y que aquí curiosamente llevan ruedas.
   Son identificados en la mayoría de los casos por sus vestiduras, van ataviados de capirote o capuz, túnica y capa (cada región posee su propio nombre, significando lo mismo), distinguiéndose una cofradía o hermandad de otra por diversas características, ya sea el color o emblema que identifica a cada grupo.
   Entre los mismos nazarenos también existen diferencias. Algunos van descalzos, haciendo así más dura su penitencia; otros portan cruces; están los que llevan diversos elementos representativos de la hermandad, objetos musicales, purificadores, etc.
   Desde hace más bien poco, también las mujeres pueden entrar en estas cofradías y ponerse las ropas de nazarenos.
   Por supuesto no puede faltar la música, que suele ser de tambores o cornetas de todo tipo, que amenizan de modo peculiar el movimiento de los pasos.
   El Viernes Santo todas estas cofradías se reúnen en la Rambla Nova de Tarragona. Es aquí donde les dan el último retoque para que, a continuación, vayan subiendo poco a poco la calle Baixada Peixateria hasta la Plaza del Rey. Para después, desde aquí, recorrer las calles la misma noche del Viernes.
   Juan Vizuete  
  
  
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FotoCD65
  
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TARRAGONA

Romana y paleocristiana

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Fotografías: Eneko Pastor
Realizadas en Tarragona (Cataluña, España)

   
 



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