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Indices de fotos Indice 1 Saqqara. Maidum Indice 2 Maidum. Dashur Indice 3 Dashur. Giza Indice 4 Giza Indice 5 Giza Indice 6 V y VI Dinastías Indice 7 Imperio Medio |
1. Mueren las civilizaciones, las pirámides no |
Vi una
pequeña esfera tornasolada, de casi
intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego
comprendí que ese movimiento era una ilusión producida
por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El
diámetro del Aleph
sería de dos o tres centímetros, pero el espacio
cósmico estaba ahí, sin disminución de
tamaño. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto... (Jorge Luis Borges, extractos de El Aleph) Vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide. Minúsculo rastro de vida en las entrañas de lo que era una gigantesca sepultura, rodeada de miles de otras tumbas, en una vasta necrópolis que se extendía por el desierto hasta más allá del horizonte. Vi un laberinto roto, con sus infinitas cámaras y corredores reducidos a escombros. Era el primer laberinto que se hizo en el mundo, el que inspiró a Dédalo la construcción del suyo en Creta. Pirámide y laberinto eran uno y lo mismo, formaban parte de un único complejo sacro, creado con el propósito de garantizar a perpetuidad la gloria del faraón. Vi otros monumentos, ciudades y civilizaciones posteriores que habían caído en la ruina y el olvido, pero las pirámides de Egipto, símbolo de la inmortalidad, seguían allí, eternamente en pie. Y comprendí que aunque todos tememos al tiempo, el tiempo, en cambio, teme a las pirámides. |
De las
'Siete
Maravillas'
del mundo antiguo (según la célebre clasificación
atribuida a Filón de Bizancio), sólo subsiste en pie
una. Mientras que los jardines colgantes de Babilonia, la estatua de Zeus en Olimpia o el Coloso de Rodas se han desvanecido en las nieblas de la Historia sin dejar el menor rastro, mientras que del templo de Artemisa en Efeso o del Mausoleo de Halicarnaso sólo podemos ver unos exiguos cimientos, y se ha de practicar buceo para descubrir bajo el mar unos pocos sillares del Faro de Alejandría, hay una 'maravilla' que ha sobrevivido casi intacta a los estragos del tiempo. Nos referimos a la Gran Pirámide de Keops en Giza, y, por extensión, a todas las pirámides del Egipto de los faraones. Las pirámides egipcias ocupan sin duda el puesto de cabeza entre los monumentos que han maravillado a los hombres desde la antigüedad, y aún hoy, en la era de los alardes tecnológicos, despiertan en quienes tienen ocasión de visitarlas el más profundo de los asombros. Nadie que se acerque a las pirámides desde El Cairo podrá olvidar la conmoción que provoca su primer avistamiento en la lejanía, sus siluetas sobresaliendo como montañas en el horizonte muy por encima de los más altos edificios de los arrabales cairotas que se expanden en dirección a Giza. Bonaparte se quedó corto al ponderarlas ante sus tropas. Desde lo alto de estas colosales estructuras, no son cuarenta, sino cuarenta y cinco los siglos que nos contemplan. Pero no sólo nos hallamos ante las más antiguas (junto a los zigurats sumerios) realizaciones arquitectónicas de la humanidad, sino que además estos edificios marcan hitos insuperados en cuanto a magnitud, perfección técnica y solidez constructiva. Su sola presencia es la prueba irrefutable: mientras otros monumentos, ciudades e incluso civilizaciones posteriores yacen en las ruinas y el olvido, las pirámides de Egipto siguen ahí, inmortales, incólumes, como si fueran el vivo símbolo de la eternidad. En octubre de 1992 se produjo en el norte de Egipto un fortísimo terremoto que causó centenares de muertos y la destrucción de un gran número de viviendas en la ciudad del Cairo. En aquel momento un equipo de arqueólogos (dirigidos por Jean Kerisel) se encontraba en el interior de la Gran Pirámide llevando a cabo un proyecto de prospecciones. Los investigadores procedieron a realizar nuevas mediciones de la pirámide para comprobar si había sido dañada por el temblor de tierra. Al no haberse alterado las medidas ni un milímetro, llegaron a la conclusión de que el seísmo no había afectado en lo más mínimo a la estructura de la pirámide. Y eso que al año siguiente todavía se veían apuntalados con andamios, para evitar su derrumbe, los esbeltos minaretes de las mezquitas medievales del Cairo, debilitados por la feroz sacudida. "Las pirámides están ahí desde hace tanto tiempo que hasta las estrellas han cambiado de situación", escribió Théophile Gautier. "Todos temen al tiempo, pero el tiempo teme a las pirámides", sentencia un conocido proverbio egipcio, de forma no menos poética. Los mayores destrozos que han sufrido las pirámides no son debidos a los terremotos o a la intemperie, sino a la mano del hombre. Durante los siglos del medievo, muerta ya la cultura faraónica, las pirámides fueron explotadas como canteras para construir la ciudad del Cairo y otras poblaciones. Los sillares de sus revestimientos externos eran de caliza o granito de la mejor calidad, tallados con formas regulares, y debido a ello fueron saqueados hasta dejar descarnada la superficie de la mayoría de las pirámides, lo que confiere a sus perfiles ese aspecto escalonado. Para hacerse una imagen cabal de su verdadero aspecto hay que retrotraer la imaginación a los tiempos en que las pirámides lucirían en todo su esplendor, con sus caras triangulares y lisas delimitadas por afiladas aristas, resplandeciendo en la lejanía con el fulgor deslumbrante de los rayos del dios-sol Ra. A esto hay que añadir el expolio que, ya desde el Imperio Antiguo, perpetraron por sistema los ladrones de tumbas, que conseguían penetrar en las cámaras más secretas de las pirámides, aunque para ello fuera necesario cavar largos túneles en la roca del subsuelo, con el fin de robar los tesoros que eran ritualmente enterrados como ajuar funerario cerca de los sarcófagos de los reyes, reinas, nobles y miembros de la familia real. Este fenómeno condicionó en gran medida la evolución arquitectónica de la estructura interna de las pirámides, cuyos sistemas de acceso a sus respectivas cámaras funerarias se fueron haciendo con el tiempo más y más complicados y laberínticos, llenos de pozos, falsos corredores y pasos obstruidos por inmensos bloques deslizantes o 'rastrillos'. Eran trampas expresamente ejecutadas con el propósito de despistar a los ladrones, impidiéndoles la localización de los tesoros. Vano propósito, pues la práctica totalidad de las pirámides y tumbas del Egipto faraónico fueron violadas y saqueadas ya desde la antigüedad, al poco de su construcción. Y este latrocinio continuó siendo endémico durante el Imperio Nuevo (cuando los faraones no eran ya inhumados en las pirámides sino en tumbas-hipogeo profundamente excavadas en los acantilados) y en la Baja Época, e incluso se podría añadir que se ha perpetuado hasta nuestros días. Indice de textos |
2. Rascacielos del desierto |
Ya
de
cerca, cuando
estamos a sus pies, las pirámides se levantan sobre nosotros
como
una cordillera de límpido perfil dentado, de montes cincelados
con
caras planas y bordes rectilíneos, que brotan aislados unos de
otros
en la desolación de las arenas del desierto. A sus abrumadoras
dimensiones
se une su belleza minimalista, la sencillez y perfección de sus
formas, parecidas a las del tetraedro, el cubo y demás
sólidos
platónicos. Si los seres humanos somos la medida de todas las cosas, vistos a los pies de las pirámides quedamos empequeñecidos hasta el extremo de parecer insignificantes hormigas. Y nuestros corazones se sobrecogen ante tanta grandeza, y en nuestros cerebros empiezan a agolparse las preguntas. ¿Cómo es posible tallar, trasladar y apilar semejantes masas de piedra? ¿Cómo se pudo subir hasta 146 metros de desnivel tamaños sillares, de dos toneladas y media cada uno de promedio, y cuyo número se calcula en más de dos millones para cada una de las grandes pirámides? ¿Orientar el cuadrado de la base (de más de 200 metros de lado) hacia los cuatro puntos cardinales, con márgenes de error de sólo unos segundos de grado? ¿Allanar más de 100.000 metros cuadrados de la roca madre hasta conseguir la horizontalidad total del suelo sobre el que cimentar las pirámides? Y sobre todo, ¿por qué dilapidar tal cantidad de energía para construir lo que se supone son sólo tumbas de reyes? Las cifras son muy inexpresivas para transmitir una idea de las dimensiones de estos edificios, por lo que conviene recurrir a algunas comparaciones. Tomemos la Gran Pirámide de Keops en Giza, con sus 230 metros de lado-base y su cúspide a 146 metros, altura equivalente a la de un rascacielos de cincuenta pisos (aunque la de Kefren, con sus 215 m de lado y 143,5 m de alto, le siga muy de cerca). Cuesta creer, aunque es un dato demostrable, que la Gran Pirámide no sólo fue en volumen el mayor monumento de la antigüedad, sino que mantuvo ese primer puesto durante cuarenta y cuatro siglos, a lo largo de toda la Edad Media y la Edad Moderna, y sólo fue superado en el siglo XIX, cuando se introdujo el uso de la viga de acero, que posibilitó la construcción de los primeros rascacielos o de estructuras como la Torre Eiffel. Cualquiera de las grandes catedrales góticas de la Europa medieval cabría de sobra en el interior de la pirámide, si ésta fuera hueca, e incluso la mayor de las iglesias de la Cristiandad: la basílica de San Pedro del Vaticano, con su cúpula a 139 m de alto. Podrían mencionarse como excepción las afiladas agujas ojivales de la catedral de Colonia, que alcanzan los 157 m, pero el volumen conjunto de este santuario es considerablemente inferior al de la pirámide. Si comparamos las pirámides de Giza con las pirámides precolombinas de Mesoamérica (con las que no tienen por cierto nada que ver, ni en concepto, ni en arquitectura, ni en fechas, ya que éstas datan como mínimo de veinticinco siglos más tarde), comprobaremos que el mayor monumento de Teotihuacán (México), la llamada Pirámide del Sol, fundada hacia el siglo I a C, tiene una base de dimensiones (222 x 225 m) ligeramente inferiores a la de Keops, pero su altura apenas alcanzaría los 75 metros, frente a los 146 de la Gran Pirámide egipcia. Por otro lado, la más alta de las pirámides que construyeron los mayas del periodo clásico (el Templo de la Serpiente de Dos Cabezas, en Tikal, selva del Petén, Guatemala, que data de hacia el 720 d C) sólo llega a los 64,60 m, incluyendo su cresta de remate. Del periodo maya preclásico existen las ruinas de una gran pirámide en El Mirador (selva del Petén, Guatemala), que alcanza casi los 100 metros de alto, y sería la mayor de todas las pirámides prehispánicas. Indice de
textos |
3. Moradas para la eternidad |
...los egipcios derivaron la universalidad de la cuña, forma piramidal, como un instrumento hecho para destruir el tiempo, logrando la eternidad de la piedra para asimilar todo el potencial creador del viento magnético del desierto. (José Lezama Lima, Paradiso) No podemos pasar por alto el hecho intrigante de que no exista ninguna descripción de las pirámides anterior a Herodoto, ni siquiera en Egipto. Perteneciendo las pirámides a las eras más antiguas de la civilización egipcia (los denominados Imperios Antiguo y Medio), existen, sin embargo, infinidad de relieves e inscripciones en los templos, calzadas procesionales y mastabas de ese periodo, que representan escenas de las actividades desarrolladas a diario por los antiguos habitantes de las riberas del Nilo. Gracias a esos ilustrativos paneles pictórico-escultóricos, podemos conocer con un buen grado de aproximación cómo transcurría la vida de los egipcios de la época de las pirámides. Las pirámides no son tumbas solitarias, sino que forman parte de grandes complejos funerarios que, sumados todos, componen una inmensa necrópolis que se estira por la orilla occidental del Nilo a lo largo de unos 100 kilómetros. Se trata de la Necrópolis de Menfis, un cementerio real que fue creciendo durante un lapso de más de quinientos años junto a la capital de los faraones del Imperio Antiguo, con el fin de servirles de residencia para la eternidad. Pero no sólo eran reyes los allí enterrados. Cada pirámide tenía en sus aledaños otros cementerios, compuestos por sepulturas del tipo 'mastaba', que crean en conjunto auténticas ciudades de los muertos, urbanizadas ortogonalmente con calles que se cruzan formando manzanas. Eran las tumbas de los parientes reales, nobles, funcionarios, altos dignatarios y personajes ilustres de la corte, cuyos cuerpos eran momificados e inhumados con su ajuar funerario en cámaras excavadas en lo más profundo de sus respectivas mastabas, emplazadas adyacentemente a la pirámide con el propósito de que sus propietarios reposaran lo más cerca posible del faraón. Las paredes de las salas, capillas y pasadizos de los complicados interiores de estas mastabas (que podían llegar a poseer hasta sesenta estancias) eran decoradas, sobre todo a partir de la V Dinastía, con bajorrelieves y huecorrelieves policromados, que reproducían con agudo sentido de la observación escenas de labores agrícolas, artesanales, de caza y de pesca, encaminadas todas a garantizar a perpetuidad el suministro de los alimentos, bebidas y bienes materiales necesarios para la manutención ultraterrena del difunto titular de cada mausoleo. De este modo la tumba se convertía en una residencia para el Más Allá, donde el doble o 'ka' del fallecido podía disfrutar indefinidamente de los placeres que había conocido en vida, disponer de los objetos de que había estado rodeado en su estancia terrenal, y, sobre todo, ser destinatario de culto funerario por parte de sus familiares, que honraban su memoria aportando ofrendas para su vida de ultratumba. Son relieves de excelente factura, llenos de movimiento, dotados de vivo colorido, de una variedad de temas inacabable y un realismo no superado en épocas posteriores. Repartidos en frisos superpuestos en distintos registros, cubriendo muros, jambas, dinteles, pilares y corredores de las tumbas, describen plásticamente multitud de episodios que proporcionan una ingente cantidad de información visual sobre los usos y costumbres de la sociedad egipcia del tiempo de las pirámides. Sabemos por ellos cómo los primitivos egipcios laboraban los campos, qué tipo de cosechas recogían, qué tipo de ganado poseían. Conocemos sus distintas técnicas de caza y pesca. Un examen atento permite descubrir mil detalles de su vida doméstica y familiar. Con qué se alimentaban, cómo cocinaban, cómo ordeñaban las vacas, amasaban el pan, recolectaban la miel de las colmenas, cómo elaboraban el vino y la cerveza, qué vestidos, peinados, joyas y calzados usaban. Si bien es cierto que se trata de escenas idealizadas haciendo referencia sólo a personajes de las capas altas de la sociedad, también aparecen en ellas de rebote otros personajes más humildes, anónimos, pertenecientes a los varios estratos sociales en que estaba articulada la población, como campesinos, artesanos, braceros, sirvientes... Podemos distinguir los oficios y gremios, los sacerdotes, funcionarios, recaudadores de contribuciones, escribas, matarifes, carpinteros, constructores de barcos, metalistas, orfebres... Se conocen tumbas hasta de cantantes de la corte (Nefer y Kahai, en Saqqara, V D) y de peluqueros reales (Niajjnum y Jnumhotep, Saqqara, V D). En una tumba llamada 'de los médicos' podemos ver imágenes de parto o circuncisión (Anjmahor, Saqqara, VI D). El cuidado naturalismo con que están dibujadas la fauna y la flora del valle del Nilo facilita la exacta identificación y diferenciación de cada una de las especies de cuadrúpedos, aves, peces o plantas mostradas en los frisos. Indice de
textos Indice de
textos Indice de
textos |
4. De qué están hechas las pirámides |
La
introducción del
hierro fue muy tardía en Egipto, que parece no haber pasado por
una 'Edad de Hierro' como la que se dio en otros países del
Viejo
Mundo. Esta carencia hace aún más meritoria la pericia
demostrada
por los operarios de los Imperios Antiguo y Medio en la
construcción
de las pirámides, pues sólo disponían para su
trabajo
de utensilios de cobre, madera y piedra. Con tales herramientas fueron capaces de extraer millones de metros cúbicos de piedra caliza de las canteras situadas entre 300 y 600 metros al sur de las pirámides de Giza, y con tales medios de transporte, trasladarlas hasta la zona de obras, e izarlas a centenares de metros de altura. Se ha calculado que el volumen total de piedra vaciado de estas canteras se corresponde con el de las grandes pirámides, y que los equipos humanos de extracción serían aún más numerosos que los de las propias obras. Pero no solo era éste el tipo de roca utilizado en la construcción de las pirámides. Para el revestimiento de sus caras exteriores se empleaba una variedad de piedra caliza más fina, de alta calidad y de tono muy claro, que permitía un pulido extremo de la superficie del edificio, dejándolo con un acabado de tersura reluciente, con las juntas ajustadas al milímetro y las aristas perfectas, como trazadas a tiralíneas (foto 25). Podemos ver ejemplos de ello en las escasas pirámides que han conservado vestigios de su revestimiento original: los restos en el vértice de la pirámide de Kefren (foto 42) y, sobre todo, la pirámide Romboidal de Snefru, en Dashur, que preserva casi toda su primitiva capa externa de piedra (foto 19). Se trata de la caliza de Tura, llamada así porque era extraída de las canteras de Tura, situadas no lejos de Menfis, unos pocos kilómetros al sur del actual Cairo. Todavía había un tercer tipo de piedra empleado en las pirámides: el granito rojo. Éste procedía de canteras más lejanas, algunas de la península del Sinaí, pero sobre todo de Siene (la actual Asuán, ciudad situada cerca de la primera catarata del Nilo, a 860 km al sur del Cairo), y de ahí su nombre de sienita. Importantes afloramientos graníticos en la zona suministran una roca dura, compacta y moldeable, que puede ser pulimentada hasta adquirir un hermoso brillo rojizo, y que por su extraordinaria nobleza fue aprovechada ininterrumpidamente durante los tres milenios de la civilización faraónica como materia prima para templos, columnas, estelas, obeliscos, sarcófagos, esfinges, estatuas colosales y un sinfín de obras de arte creadas con aspiración de sobrevivir al tiempo. Y a fe que lo consiguieron. El Templo Bajo del complejo funerario de Kefren es, con sus gigantescos pilares y dinteles monolíticos de granito, no sólo uno de los templos mejor conservados del Imperio Antiguo, sino todo un referente estético que rivaliza en sobriedad de líneas con las más avanzadas tendencias de la arquitectura actual. Mencionemos también, aunque sean más tardíos (Imperio Nuevo), los obeliscos de Hatshepsut en el templo de Karnak (Tebas), monolitos que alcanzaban los 30 metros de alto, o la estatua colosal de Ramses II, de 10 m, procedente de Menfis, que hasta hace poco se erguía con su majestuosa presencia en medio del caótico tráfico de la plaza Ramses del Cairo. En las pirámides también se usó el granito rojo o rosado de Asuán, tanto en su interior como en su exterior. En el interior se aplicaba para recubrir con un material noble y sumamente resistente la parte más secreta (y más sagrada) del mausoleo: la cámara sepulcral del faraón. De granito eran también en muchas ocasiones los sarcófagos, las paredes, suelos y bóvedas de las antecámaras, algunos corredores, y los rastrillos deslizantes que hacían de tapones de obturación del pasadizo de acceso a la cámara real. Los bloques de granito eran por lo general de mayores dimensiones que los de caliza, a veces de tan descomunal tamaño que podían alcanzar las 45 toneladas de peso, como ocurre con las nueve losas de granito que conforman el techo de la Cámara del Rey de la pirámide de Keops (foto 39). En el exterior de las pirámides se empleó el granito, a partir de Kefren, también como capa de revestimiento de la parte baja del monumento, reservando la caliza de Tura para la parte alta. Así puede apreciarse en la pirámide de Micerino, que ha conservado, gracias a que había permanecido enterrada bajo las arenas, parte de su recubrimiento original a base de enormes bloques prismáticos de granito (foto 49), algunos todavía sin desbastar ni pulir (operaciones que se realizaban una vez terminada la edificación de la pirámide, empezando por el vértice y concluyendo por la base: "La parte más alta de la pirámide fue labrada primero, después labraron lo que seguía y por último la parte que estribaba en el suelo y era la más baja de todas". Herodoto. Historia, II, 125). Indice de textos ¿Y cómo se las arreglaban los egipcios para que tales megalitos salvaran los 800 kilómetros que separaban las canteras de las pirámides? Recordemos que conocían otro medio de transporte: el barco. Y que disponían de una ancha y magnífica arteria de comunicación: el Nilo, a lo que habría que añadir la vasta red de canales que fueron excavando a lo largo de los siglos a uno y otro lado de sus riberas, para irrigación de los campos pero también para navegación, en una obra colectiva no menos faraónica que la de las pirámides. Que los egipcios fueron excelentes constructores de barcos y consumados navegantes lo sabemos no sólo por los numerosos dibujos, pinturas, maquetas y relieves que describen escenas de navegación por río y por mar (sus naves arribaron hasta Biblos y el país del Punt), sino por el hecho de que nos han llegado ejemplares perfectamente conservados de auténticos barcos de la era de las pirámides, como puede comprobar quien visite el museo donde se custodia la barca solar de Keops, instalado a la vera de su pirámide en Giza. Allí se puede contemplar entero el barco más antiguo del mundo. Era costumbre enterrar en torno a las pirámides embarcaciones completas, con todos sus remos y componentes (foto 37). Su función ritual iba encaminada, según se cree, a posibilitar al espíritu del faraón la navegación por los cielos y a través del mundo de los muertos. Así pues, los pesadísimos bloques de granito de Siene eran embarcados y transportados Nilo abajo hasta la zona de Menfis, trayecto en el que se invertirían varios días de navegación. El dato puede ser corroborado por un relieve procedente de un muro de la calzada procesional de acceso a la pirámide de Unas (Saqqara, V D, hacia 2350 a C): en él se ve claramente una barcaza de madera a remos transportando por el agua dos grandes columnas monolíticas papiriformes, de las utilizadas en los templos, tumbadas ambas sobre el puente del barco. Siglos más tarde, en el Imperio Nuevo, parecidas naves serán capaces de acarrear por el río obeliscos monolíticos de 30 metros de altura hasta la región de Tebas. Herodoto también lo confirma en sus crónicas: "Los unos tenían orden de arrastrar piedras desde las canteras del monte Arábigo hasta el Nilo; después de transportadas las piedras por el río en barcas, mandó a los otros recibirlas y transportarlas hasta el monte que llaman Líbico" (Herodoto. Historia, II, 124). En las últimas pirámides del Imperio Medio se introdujo el uso de una nueva materia prima para el macizado de sus masas internas: el ladrillo de adobe. Consistía éste en un bloque relativamente pequeño, poco pesado y manejable, de barro, mezclado con paja para aumentar su consistencia, que adquiría su forma prismática mediante unos moldes de madera, y era secado al sol (foto 78). A nadie se le escapa el enorme ahorro de tiempo y esfuerzo que la sustitución de grandes sillares de piedra por pequeños ladrillos de barro iba a suponer en la edificación de las pirámides. El resultado final, tras el recubrimiento del núcleo con la consabida capa de caliza fina, era tan impecable como el de las grandes pirámides de sillares de piedra. Pero estos atajos constructivos no resistieron el paso del tiempo: despojadas las pirámides de su revestimiento superficial, las lluvias y los vientos se encargaron de erosionar estas inmensas moles, apelmazar sus ladrillos, y transformarlas al cabo en montículos y colinas, que puntean el paisaje como si fueran meros accidentes orográficos (foto 79). Indice de textos |
5. Seamos sinceros: nadie sabe cómo se construyeron |
Si
son muchas las
pruebas
que parecen ofrecer respuestas evidentes a la cuestión del
transporte
de grandes rocas en el antiguo Egipto, no resulta tan fácil
encarar
los problemas técnicos que implica la elevación de las
mismas
en la construcción de las pirámides. Pensemos, para empezar, que difícilmente los obreros usarían grandes andamiajes, dado que en las orillas del Nilo apenas crecían árboles madereros. Siendo la palmera datilera (seguida de la acacia y el sicomoro) la principal especie arbórea del país, es de constatar que el tronco de este árbol es demasiado endeble como para asumir las funciones de viga o pilar en cualquier estructura que pretenda ser estable. Otra carencia a sumar a las dificultades con que se enfrentarían los constructores. La madera sí que era utilizada en la tierra de los faraones, con fines suntuarios y artísticos, pero ésta era escasa y muy cara, ya que debía ser importada de países como Nubia o el Líbano (a través de su puerto en Biblos), que proveían a los navieros egipcios de grandes partidas de troncos de cedro, una madera de soberbia calidad cuya dureza aumenta con el tiempo. Con ella se esculpieron estatuas, se tallaron puertas y se confeccionaron ataúdes. Nunca se le asignó, aún así, un uso constructivo en las pirámides. Los pocos restos de madera que han sido hallados en sus interiores son sendos armazones de troncos de cedro embebidos entre los bloques de las cámaras de dos pirámides (la de Maidum y la Romboidal), cuyo cometido parece ser más simbólico que estructural. A falta de datos contemporáneos, los historiadores se ven obligados a acudir a los textos de Herodoto, que son la más antigua fuente escrita que queda sobre la cuestión. En ellos se habla de rampas y de máquinas. 5.1 Rampas Si los antiguos egipcios sabían cómo arrastrar grandes masas de piedra cargadas sobre trineos que se deslizaban por calzadas, el siguiente paso sería remontar calzadas que tuvieran cierto grado de inclinación, o sea, subir los bloques cuesta arriba por medio de rampas. Es teoría muy extendida la de que los operarios montaban una gran rampa perpendicular a cada pirámide para ascender por ella los pesados sillares hasta sus distintos niveles de hilada. Esta suposición parece provenir del segundo libro de la Historia de Herodoto, que sobre la construcción de la Gran Pirámide de Keops dice lo siguiente: (Keops) ordenó después que todos trabajasen para él. (...) Trabajaban por bandas de cien mil hombres, cada una tres meses. El tiempo en el que penó el pueblo para construir el camino para conducir las piedras fue de diez años; y la obra que hicieron es a mi parecer no muy inferior a la pirámide, pues tiene cinco estadios de largo (888 metros), diez brazas de ancho (18 m) y ocho brazas de alto (14 m) en su mayor altura, y está construida de piedra labrada y esculpida con figuras. Diez años, pues, pasaron para construir ese camino y las cámaras subterráneas en el cerro sobre el que se levantan las pirámides (...) (Herodoto. Historia, II, 124. Ver texto completo en Las pirámides según Herodoto) A juzgar por su descripción, cuando habla
de 'camino'
Herodoto parece referirse a la calzada de acceso al Templo Alto de la
pirámide
de Keops –calzada procesional que todas las pirámides
habían
incorporado a su complejo funerario a partir de la IV
Dinastía–,
confundiéndola con un presunto camino hecho ex-profeso para
facilitar
la conducción de los bloques hasta la pirámide. Tales
calzadas,
flanqueadas por muros paralelos, que salvaban desniveles de terreno con
el refuerzo de altos taludes, tenían, efectivamente, esculpidas
sus paredes interiores con 'figuras'. Indice de
textos Centrémonos ahora en las 'máquinas'. Si todas las especulaciones basadas en rampas llevan a callejones sin salida, si los egipcios de aquel tiempo carecían de grandes andamios, de ruedas, de poleas, de herramientas de hierro, si no ha sobrevivido ninguna documentación epigráfica o iconográfica que dé pistas sobre cómo se erigieron las pirámides, ¿qué nos queda para reconstruir mentalmente sus sistemas de edificación? No nos queda otra que volver al más antiguo texto por ahora conocido, el de Herodoto, que habla de máquinas de madera: La pirámide se
construyó
de este modo: a manera de gradas, que algunos llaman adarves y otros
zócalos.
Hechos así el comienzo, levantaron las demás piedras con máquinas
formadas de maderos cortos, que las
alzaban desde
el suelo hasta la primera hilera de las gradas; cuando subían
hasta
ella la piedra, era colocada en otra máquina levantada sobre la
primera grada, y desde ésta era levantada hasta la segunda
hilera
por otra máquina. Porque había tantas máquinas
como
hileras de gradas, o bien la misma máquina, siendo una sola y
fácilmente
transportable, la irían llevando de grada en grada, cada vez que
descargaban la piedra: demos las dos explicaciones exactamente como las
dan ellos. El padre de la Historia transcribe las dos
explicaciones
como las dan 'ellos', los sacerdotes de Menfis con los que tuvo
ocasión
de contactar en su viaje pionero al país del Nilo. Y hay que
reconocer
que ambas resultan creíbles, aunque si algo hay seguro en todo
esto
es que la credulidad de Herodoto era proverbial y que no pocas veces se
han de tomar sus testimonios con todas las reservas. Lástima que
no especificara con más detalle qué tipo de
máquinas
usaban, si eran grúas, palancas, cabrias, cabrestantes... o
cómo
funcionaban. Es muy probable que ni sus informantes nativos supieran a
ciencia cierta cómo se construyeron las antiquísimas
pirámides,
y que no hicieran sino proyectar hacia un imaginario pasado lo que
veían
en su presente, el siglo V a C, en el que el uso de máquinas de
madera para la construcción era habitual en todo el mundo
mediterráneo,
y con las que tanto los egipcios como Herodoto estarían
familiarizados.
La cuestión es que muchas de esas máquinas se
introdujeron
en épocas en que las pirámides ya no se
construían. Indice de
textos Indice de
textos Indice de
textos Indice de
textos |
6. Todas las pirámides |
Relación
completa de
las pirámides de Egipto, por orden cronológico. Entrar Indice de textos |
Bibliografía
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- Vidal Manzanares, César. Diccionario histórico del
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- V.V.A.A. Egipto. Dioses, templos y faraones. Vol II. (Atlas
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- V.V.A.A. Egipto. El mundo de los faraones (Editado por Regine
Schulz y Matthias Seidel, Köneman, 1997)
- Wildung, Dietrich. Egypt. From Prehistory to the Romans
(Taschen,
1997)
Indice de
textos
EL TIEMPO TEME A LAS
PIRÁMIDES
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EL TIEMPO TEME A LAS PIRÁMIDES
© fotoAlephOtras exposiciones de fotos de Egipto en fotoAleph | ||
ABU SIMBEL y otros templos salvados de las aguas Los templos egipcios rescatados de la inundación provocada por la presa de Asuán. |
EL
ZOO DEL FARAON Fauna del antiguo Egipto Detalles curiosos sobre la relación de los antiguos egipcios con el mundo animal. |
EL
CAIRO Entre la gloria y el caos La ciudad más grande de África, de cerca y desde dentro. |
ALEJANDRIA El faro que perdió su luz La segunda capital de Egipto, que fue Biblioteca y Faro del mundo. |
EL OASIS DE SIWA Uno de los más bellos oasis de Egipto y del desierto del Sahara. |
EL OASIS DE KHARGA Lejos del valle del Nilo existe otro Egipto casi desconocido: los oasis del desierto occidental. |
LA
CARNE Y EL CORAN Carnicerías de los países islámicos Fotografías de carnicerías de Egipto y otros países musulmanes. |
EL
OTRO EGIPTO Murales populares en el Valle de los Nobles Fotografías de murales populares en la orilla occidental de Tebas. |
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