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 AMOR A MOGADOR
 (Nos lo inspira Esauira)
Amor a Mogador
  
   Esauira es la ciudad que antaño se llamó Mogador, una de las ventanas por donde Marruecos se asoma al Atlántico.
   Azotada por los vientos y las olas, embozada de murallas roídas por el salitre, la medina de Esauira, con su fuerte sabor marinero, despliega ante nuestros sentidos los encantos de una ciudad portuaria aislada en el espacio y anclada en el tiempo, que fue destino de navegantes y refugio de corsarios.
   Su puerto, defendido por antiguos cañones de bronce, sigue siendo hoy escenario de una intensa actividad pesquera. Sus carpinteros dominan el arte de construir navíos. Decadente y a la vez cosmopolita, Esauira, con sus pictóricos rincones y su apacible ritmo de vida, es desde hace décadas un lugar de inspiración para artistas de todo el mundo, que llegan hasta aquí cautivados por su serena belleza.
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Indice de textos
El beso del océano a Marruecos
Orson Welles en Mogador
Artes de pesca
La bahía de Mogador
Esauira. Breve historia
El Jadida, la antigua Mazagan
Indices de fotos
Indice general
La medina
Los pescadores
Astilleros
Puertas
La playa

Otras exposiciones de Marruecos en fotoAleph
   

El beso del océano a Marruecos
 
  
  

   No hay más que un castillo, que yo conozca, donde merece la pena ser encerrado. Es Mogador, en Africa.
   (Paul Claudel)


  
   Esauira (en ortografía francesa, Essaouira) es el nombre actual de la antigua Mogador, una pequeña ciudad portuaria a orillas del océano Atlántico, en la provincia de Safi, Marruecos.
   Hay constancia de que la bahía de Mogador –un excelente puerto natural para embarcaciones de vela protegido por un archipiélago de islotes rocosos– era ya en el siglo VII a C una meta comercial para fenicios y cartagineses. Los romanos salían del Mediterráneo y navegaban más allá de las Columnas de Hércules con el fin de arribar a Essaouira por Amaya Gurpideeste remoto destino atlántico al que llamaban Islas Purpúreas, pues iban en busca de la púrpura que allí se elaboraba. Las cartas de navegación medievales designan el lugar como Mogador, una deformación portuguesa de Mogdul (Sidi Mogdul es el nombre del santo patrón de la ciudad), que a su vez derivaría del término fenicio Migdol (= 'fortaleza' o 'atalaya').
   Esauira está emplazada a medio camino de la ruta costera entre Safi y Agadir, en las lindes entre el país Chiadma, al norte, arabófono, y el país Haha, al sur, de habla bereber. La ciudad se asienta en el cabo Sim, a escasa altura sobre el nivel del mar (entre 3 y 7 metros, según sea pleamar o bajamar), en una península de rocas que antaño era una isla: los sedimentos del ued Ksob la unieron hace siglos al litoral.
   Marruecos se abrió al mundo a fines del siglo XVIII. Desde su refundación en 1765 por el sultán Sidi Mohamed ibn Abdullah, como ciudad rival de Agadir, Esauira, antes Mogador, se convirtió en un puerto de comercio internacional de primer orden, conectando Marruecos y el Sahara con Europa y otros continentes.
  
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   A quien llegue a este sitio tras haber pasado por Fez o Marrakesh, la vieja medina de Esauira le sorprenderá por lo rectilíneo de su trazado urbano (foto042), antítesis de los ramificados y zigzagueantes laberintos de las medinas árabes. Lo cual tiene una explicación: la ciudad fue proyectada por un prisionero francés, siguiendo los cánones de la arquitectura militar europea de la época, y es una de las pocas ciudades marroquíes cuyo esquema obedece a una planificación integral. Sin embargo, la marcada influencia europea que creemos captar cuando callejeamos por su medina sólo es una primera impresión que no nos debe llevar a engaño: Esauira fue construida en perfecta sintonía con los preceptos de la arquitectura y el urbanismo arábe-musulmanes.
Essaouira   Fue distribuida en tres barrios separados. Cada uno de los barrios lleva el nombre de una de las tribus que edificaron la ciudad. La kasba, originalmente una guarnición militar y sede del poder, comprendía el viejo distrito administrativo. La mellah, o barrio judío, arrinconado al norte del recinto amurallado, aunque en proceso de deterioro, conserva mucho de su sabor original. La medina está cruzada por dos arterias axiales, una de Bab Dukala al puerto, y otra de Bab Marrakesh al mar. En la intersección, en el punto conocido como Suk Jdid (Zoco Nuevo), hay cuatro mercados, de pescado, especias, grano y artículos genéricos respectivamente, instalados en plazas cubiertas por arcadas.
   La estructura ortogonal de las principales arterias de Esauira se rompe en cuanto nos internamos en bocacalles y calles secundarias, que ya se bifurcan y desdoblan en todas direcciones, con pasajes cubiertos (foto035), puertas de muralla (foto058), plazas porticadas para mercados (foto040), quiebros, retranqueos, callejones sin salida que desembocan en portales de viviendas (foto167) y demás rasgos característicos del modelo urbano de las medinas musulmanas. Las casas son sobrias de cara al exterior y lujosas de puertas adentro. Existen zocos y barriadas de artesanos. Hay una gran mezquita aljama y otras mezquitas secundarias, de un estilo característico, entre las que destaca la de Ben Yussef. Hay también una iglesia portuguesa del siglo XVIII. Y sinagogas, como la de Simon Attias, del XIX. Fuentes, hammams, hornos de pan y otros servicios públicos.
  
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   Esauira es un señero ejemplo de ciudad multicultural, demostrado por la convivencia pacífica, desde su fundación, de los diversos grupos étnicos que componen su  población, como los amazigh (bereberes), los árabes, africanos y europeos. Es asimismo modelo de sociedad multiconfesional, en la que conviven musulmanes, cristianos y judíos.
   La cultura y las artes están muy activas en Esauira. Literatos, músicos, cineastas y pintores frecuentan con asiduidad la antigua Mogador, fascinados por su pintoresquismo y su singular belleza. En la medina funcionan varias galerías de arte (foto039). Desde 1998 se celebra todos los años en el mes de junio el Festival de Músicas Africanas, con destacada presencia de grupos de música gnaua (= negro, en bereber).
   'Es-sauira' significa en árabe 'la bien diseñada' (o 'la bien fortificada', que vendría a ser lo mismo), y en verdad que el excelente estado de conservación de Esauira permite estudiar al detalle cómo era una urbe fortificada de finales del barroco y comienzos del neoclásico, integrada en este caso en un contexto norteafricano. La medina ha mantenido en esencia su carácter original, no solo en la concepción urbanística de conjunto, sino también como resultado de la utilización sistemática a lo largo del tiempo de materiales autóctonos (la piedra llamada manyur) y de métodos de edificación tradicionales, en una feliz simbiosis entre las técnicas constructivas del Magreb y las foráneas.
   La UNESCO incluyó en 2001 la medina de Esauira como bien cultural en la lista del Patrimonio Mundial.
   A pesar de la alta humedad ambiente y de la erosión del salitre, aunque los enlucidos de cal de las fachadas se descascarillan y los sillares son carcomidos por la corrosión marina, las fortificaciones y edificios de Esauira insisten en perpetuar su configuración primigenia. Es cierto que su integridad está siendo alterada en los últimos años por la afluencia creciente de un turismo masificado, la construcción inmoderada de hoteles de lujo y el uso inadecuado de materiales modernos en restauraciones, pero justo es reconocer que la medina antigua de Esauira mantiene un nivel muy satisfactorio de conservación gracias a los esfuerzos de las autoridades locales y las encargadas de la preservación del patrimonio de Marruecos.
   Contemplemos sus puertas, las puertas de las casas de Esauira. No hay dos puertas iguales (fotos157-168). Todas tienen arcos de medio punto, a veces lobulados, y están a menudo lujosamente ornadas con labor de talla de piedra en sus jambas y dinteles, y con revestimientos de azulejos en sus enjutas. Las batientes son casi siempre de color azul. Los marcos son encalados en color mostaza. Su estilo tiene un aire indefinible entre clasicismo y orientalismo, y una melodía de Mozart no desentonaría saliendo de sus umbrales. Estos portales son los únicos elementos ostentosos en las fachadas de las viviendas de Esauira, que por lo demás suelen ser lisas, austeras, con los muros enjalbegados y horadados de sencillas ventanas rectangulares.
Essaouira   Observemos también las puertas monumentales que se abren en las murallas exteriores (foto058) e interiores de la villa (foto059). Están flanqueadas por parejas de cañones de bronce, reales o reproducidos en piedra (foto125), que se supone protegen las entradas contra visitantes indeseados.
  
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   La medina de Esauira está defendida por una larga y alta muralla almenada reforzada con potentes bastiones (foto066), de la que sobrevive casi todo el perímetro en forma de polígono irregular cóncavo. Intramuros se levantan también tramos de murallas secundarias, que dividen la medina por zonas, comunicadas entre sí por arcos y puertas monumentales. El Bastión Sur (foto064), cercano a la puerta de Bab Marrakesh, sirvió en su día como depósito de municiones y polvorín. Con una superficie aproximada de 1000 m², es el edificio defensivo más importante del lado sur de la medina y tiene la forma de una batería circular de 35 m de diámetro que cubre una panorámica de 270°, lo que permite dominar casi todos los accesos desde tierra adentro.
   Por la adyacente puerta de Bab Marrakesh podemos entrar en los zocos de Esauira, siempre muy animados. Abundan las mujeres que van de compras o se pasean envueltas en el haik (foto009), un velo de paño blanco de una sola pieza sin cosidos, que tiene su origen en las antiguas costumbres indumentarias del país Haha. Los hombres, en cambio, visten en su mayoría a la europea. Chilabas y turbantes van siendo cada vez menos frecuentes. Hay muchachos que portan un cartón de tabaco y venden a los viandantes cigarrillos sueltos, uno a uno. Niños que trabajan de hilanderos, trenzando hebras de algodón extendidas a lo largo de una calle, mediante el procedimiento de hacerlas girar atadas por un extremo a una especie de peonza a la que imprimen un movimiento rotatorio con un vaivén de las manos.
   Las calles por lo general son rectas y se cruzan en ángulos rectos. A veces cubiertas de bóvedas, a veces abiertas al aire libre, están bordeadas de arcadas, bajo las que se agolpan en apretada sucesión, pared contra pared, las distintas tiendas y garitos comerciales (foto011). En pequeñas plazas que semejan patios porticados están instalados el mercado de carne, el mercado de las especias, el mercado de pescado... Se puede comprar un pescado y encargar que lo asen a la parrilla en un figón cercano, que por una módica suma preparará una ensalada de acompañamiento. En otra plazuela se organizan concurridas subastas de artículos de segunda mano. En la avenida Istiqlal (foto007), una de las arterias axiales que cruzan el centro de la medina, se concentran las joyerías y las tiendas de productos locales de ebanistería.
Essaouira   Esauira es renombrada por su industria artesanal, notablemente de ebanistería y marquetería, disciplinas que en Marruecos descienden de una larga tradición y siguen vivas al día de hoy. La calle de la Escala (Sqala) recorre por su interior las murallas que dan al mar (foto033). Tras un pasaje abovedado se ensancha en un callejón donde se agrupan los talleres del gremio de ebanistería, instalados en antiguas casamatas abovedadas en las entrañas del murallón. Los ebanistas utilizan como materia prima la aromática raíz de tuya de berbería (arar), árbol de voluminosas raíces del que aún quedan bosques autóctonos en la comarca de Esauira, aunque sea una especie en vías de extinción. Es muy apreciado en ebanistería, y en Esauira se confeccionan con raíz de tuya mesas, sillas, armarios, juegos de tablero (ajedrez, backgammon...), cofres, cajas e infinidad de artilugios de variopinto diseño y muy fina ejecución (foto023). Una vez torneados y pulidos, estos objetos ofrecen a la vista una superficie satinada de gran belleza, con un fondo de caprichosos veteados de color más oscuro. Los artesanos adornan algunas piezas con labores de taracea o damasquinado, añadiendo incrustaciones de nogal, ébano, nácar o hilos de cobre y plata. La calle entera exhala el aroma fragante e inconfundible de la raíz de tuya. Es el olor de Mogador. Algunas tiendas de artículos de artesanía emplean a niños (foto024), cuyo trabajo consiste en frotar con un trapo untado en aceite la madera de las cajas de tuya, con el fin de mantener su superficie lustrosa, pour le plaisir des yeux.
   Al final de la calle, por un paso cubierto se llega a una rampa que asciende hasta la Escala de la Medina (foto077). Esta plataforma amurallada, provista de una batería de cañones de hierro y bronce que apuntan al horizonte marino, protegía la ciudad de los posibles ataques desde el mar. En una larga terraza de parapeto almenado se alinean, fijados sobre robustas cureñas de madera, los antiguos cañones (foto078), muchos de ellos de fabricación española y portuguesa, como lo demuestran las inscripciones grabadas en su superficie. El más antiguo lleva las armas de Felipe II. Hay varios fabricados en Barcelona y Sevilla en el siglo XVIII. Cada cañón tiene un apodo: uno de ellos se llama 'Nerón'. Desde este mirador privilegiado al Atlántico se disfruta de un panorama de islotes rocosos batidos por la espuma de las olas, con el cabo Sim recortándose al fondo. Orson Welles rodó en este soberbio escenario algunas secuencias de su filme Otelo.
  
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Orson Welles en Mogador
  
   En Esauira hay una bella plazuela adosada a un ángulo externo de las murallas que se llama nada menos que Orson Welles' Square (foto083). En el centro de la plaza se levanta un monumento en homenaje al genial director de cine, con motivo de haber rodado la película Otelo (1952) en los escenarios urbanos de Mazagan y Mogador. El monumento muestra un retrato del autor de Ciudadano Kane en bajorrelieve y está acompañado de una rimbombante inscripción laudatoria firmada por el rey de Marruecos Hassan II.
   Veamos lo que contaba Orson Welles –que sabía elegir muy bien las localizaciones de sus filmes– de aquel rodaje:
  
Peter Bogdanovich:  ¿Dirías que Otelo fue la más ardua de todas tus películas si tenemos en cuenta todo el tiempo que tardaste en terminarla?
Orson Welles:  Pasaron cerca de dos años desde que comencé a hacerla hasta que se terminó, debido a la falta de dinero. Pero creo que "ardua" no es la palabra más adecuada; fue una película de locura. (...)
   Reuní a mis actores, a Trauner (director artístico) y a mi equipo italiano y nos dirigimos a Mogador para comenzar el rodaje. Llegamos a aquella condenada zona –un pequeño puerto poco conocido y apartado en la costa atlántica de Marruecos– y todo el mundo se alojó en hoteles. Dos días más tarde recibimos un telegrama que decía que el vestuario no llegaría porque aún no había sido completado. Al día siguiente llegó otro telegrama diciendo que todavía no habían empezado a hacerlo. Y después un tercer telegrama anunciando que Scalera (el productor) se había declarado en quiebra. Me encontraba con una compañía de cincuenta personas en el norte de Africa y sin dinero. Teníamos cámara y películas pero ¿cómo puede filmarse Otelo sin el adecuado vestuario?
   Así es como se me ocurrió la idea de filmar dos rollos de película en unos baños turcos, porque la gente que está en un lugar así no necesita ropa de época. Trabajamos en los baños turcos (Welles se refiere a la Cisterna Portuguesa de El Jadida, ver foto084, donde se rodó la secuencia del asesinato de Roderigo, con los actores portando una toalla envuelta a la cintura como único vestuario) durante tres semanas mientras que un buen número de sastres del pueblo –con reproducciones de Carpaccio clavadas con chinchetas en las paredes de sus talleres– hacían las ropas basadas en esas pinturas.
   (Entrevista de Peter Bogdanovich a Orson Welles, en Ciudadano Welles).
  
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Artes de pesca
  
   Esauira se abre al mar por el puerto de pescadores. La pesca sigue siendo una de las principales actividades económicas de la ciudad.    Atravesando una explanada donde se ubica la antigua aduana, entre esbeltas araucarias que lanzan contra el cielo sus ramas horizontales y oscuras, se llega a la Puerta de la Marina (foto126), un monumental arco de medio punto abierto en la muralla que separa el puerto de la ciudad, y punto de acceso a la zona portuaria. Según hace constar una inscripción, fue construida por un arquitecto inglés en 1769. De estilo neoclásico, un frontón triangular reposa sobre columnas acanaladas, flanqueadas de garitas. Está conectada a la Escala del Puerto por medio de un puente de parapeto almenado (foto129) que salva las aguas de una dársena (foto128).
   La Escala del Puerto (foto130) es una plataforma para artillería semejante a la Escala de la Medina, provista de almenas, una torre esquinera y garitas de vigilancia, que, con su batería de cañones de bronce –forjados en Holanda, España y Portugal– que apuntan al océano, defendía el puerto de las incursiones hostiles del exterior. Los cañones holandeses (foto131) llevan grabado el escudo de Holanda, con el lema 'Vigilate Deo Confidentes', y sus asideros tienen forma de pequeños delfines. Desde lo alto de la torre se divisa un extenso panorama de la ciudad, el puerto, la bahía, los arrecifes y las islas del archipiélago de Mogador.
Essaouira   El puerto está protegido de la furia del océano por ensenadas costeras y un frente de arrecifes rocosos, pero el canal de entrada a la bahía es estrecho y peligroso. De tráfico poco intenso, accesible solo a naves de poco tonelaje, el puerto de Esauira despliega todos los días una desbordante actividad que llega a su cénit por las mañanas, cuando regresan los barcos pesqueros tras haber faenado durante la noche en altamar. Llega cada uno escoltado por una ruidosa bandada de gaviotas que alborotan los cielos con sus graznidos. En cuanto el barco amarra, saltan a bordo estibadores y mozos de carga (foto091) que ayudan a los marineros a extraer de las bodegas el pescado y acarrearlo a los muelles, donde se arremolinan grupos de hombres y mujeres que están a la espera de la pesca del día (foto088).
   Inmediatamente se organiza un trasiego generalizado de compraventa y subastas, de intercambios y regateos, llevado a cabo en pequeños grupos. Gran parte de la demanda proviene de los hoteles, restaurantes y mercados locales de la misma Esauira, que cuidan a diario de abastecerse de pescado fresco. Un vendedor canta a voz en grito los precios que pide por un lote de pescados, empezando por una cifra elevada y bajando el precio gradualmente, en una especie de puja a la inversa, hasta que algún comprador hace una señal o da una voz. Adjudicado el lote. Hombres, mujeres y niños se vuelcan con ahínco a limpiar los pescados sobre el suelo del muelle (foto095), despojándolos de escamas, cabezas y vísceras. Las gaviotas se posan a unos metros (foto098) y al menor descuido arrebatan con sus picos una tripa o unas agallas y escapan al vuelo con el botín. Los gatos también merodean (foto099) acechando la oportunidad de hacerse con su parte del banquete. Los mendigos reciben alguna sardina suelta a modo de limosna.
  
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   Entre las panzas de los barcos que han sido izados a los muelles para su limpieza y restauración se montan tenderetes espontáneos de venta de pescado, atendidos muchas veces por mujeres (foto103). Los pescados, almacenados en cajas de madera o expuestos sobre lonas de plástico, parecen invadir todos los espacios libres del puerto. Por todas partes se ven sardinas, caballas, anguilas, peces sable, y de vez en cuando algunas especies más exóticas como rayas (foto100) y morenas (foto105), que también son aprovechadas en cocina. Aquí y allá se instalan parrillas improvisadas donde se asan a la brasa sobre todo sardinas, pero también doradas, lubinas, salmonetes, sepias y mariscos (centollos, langostas, bogavantes). Los comensales se sientan en bancos corridos en torno a mesas al aire libre, y acompañan su ración con una ensalada y un refresco. No se expenden bebidas alcohólicas, pero siempre se le puede encargar a algún chaval que traiga una botella de vino de un restaurante cercano. El fondo es un decorado de bosque, del bosque de mástiles de los barcos atracados (foto118), emergiendo sus arboladuras entre el denso y oloroso humo de las brasas de asar sardinas, que impregna el ambiente del puerto.
   Grupos de mozos proceden sin pausa a la recogida y tendido de las redes de pesca (foto110), para su secado, limpieza y reparación. Los pescadores de Esauira practican sin saberlo el arte abstracto. Tienden las redes en el suelo del muelle, en caóticos montones, y la surtida paleta de colores granates, verdes, sienas, ocres, fucsias y violetas de las distintas mallas se entreteje en mil combinaciones, haciendo olas y remolinos multicolores (foto111). Los racimos de boyas almacenadas en los diques contribuyen también a la 'instalación' con los colores chillones de sus banderines (foto114). Las embarcaciones izadas al muelle para su reparación parecen navegar sobre un mar de redes (foto108).
   Si recorremos el muelle en dirección al malecón sur, el arte abstracto pasa a ser arte surrealista cuando vemos a los barcos pesqueros de abajo arriba, como navegando sobre nuestras cabezas (foto142). Han sido alzados y varados sobre el muelle para su restauración y limpieza periódicas, y se sostienen apuntalados con simples tarugos (foto153). Los cascos son limpiados de las lapas y pequeños crustáceos que se adhieren a la madera, y después calafateados. Se restauran las hélices (foto155), se da una nueva mano de pintura a las cubiertas. Vistas así, en brutal contrapicado, algunas de las naves semejan monstruos marinos que amenazaran abalanzarse contra las torres y fortificaciones que encastillan el puerto (foto145).
Essaouira   Entramos en la zona de los astilleros (foto133), que funcionan desde los tiempos de la fundación de la villa. Si los ebanistas de Esauira son afamados por su pericia, aquí los carpinteros conocen a fondo el arte de construir navíos. Y lo practican a la vista de todo el mundo, en los mismos muelles del puerto, de modo que el paseante tiene el inusual privilegio de poder contemplar a sus anchas cómo se fabrica una embarcación pesquera, siguiendo todo el proceso en sus distintas fases, desde los comienzos, cuando el barco no es más que un esqueleto (foto139), hasta que queda definitivamente equipado para la botadura (foto152). Veremos a los obreros cepillando con esmero las cuadernas que forman el costillar de la carena (foto138), imprimiéndoles la curvatura necesaria, y ensamblándolas con la quilla y las carlingas en sólida trabazón. Les veremos luego clavando las planchas de madera que forran el exterior del casco. Veremos cómo el barco va tomando forma poco a poco. Una forma de compleja geometría, compuesta de curvas sutiles, cuyo carácter funcional no impide que el perfil de la nave adquiera una ligereza y elegancia que evoca vagamente al arte ojival. A esto se le denomina construcción naval, pero se le podría llamar, con toda propiedad, arquitectura.
  
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La bahía de Mogador
  
   Esauira goza de un microclima templado y posee bellas playas (foto170), lo cual ha convertido a este apartado punto de la costa atlántica en uno de los lugares más apreciados de veraneo y vacaciones en Marruecos. Los vientos alisios, que soplan con un régimen constante, aportan todo el año frescor. El agua del Atlántico está muy fría en verano y refresca la temperatura ambiente. En invierno, está templada y lo atempera.
   Aunque la costa norte es una abrupta zona de acantilados y calas rocosas batidas por un fuerte oleaje, la línea costera que va hacia el sur es una larga sucesión de dunas de arena salpicadas de retamas, mimosas, enebros y otros arbustos, que tienen la virtud de inmovilizarlas. Tierra adentro crece un bosque de arganes único en Marruecos. El argán, argania spinosa, es un árbol de la familia de las sapotáceas, endémico de los semidesiertos de sudoeste de Marruecos, que vive entre 150 y 200 años. Está considerado como una reliquia de la era terciaria. Espinoso, de porte parecido al olivo, produce unos frutos que segregan al ser prensados un aceite fuertemente aromático, muy valorado como alimento y por sus usos cosméticos (ver foto de elaboración de argán en la exposición de fotoAleph 'Por el Atlas magrebí'). Es frecuente en los alrededores de Esauira ver arganes cuyas ramas están llenas de cabras: estos animales se las arreglan para trepar a las copas de los árboles y devorar sus frutos. En 1998, la UNESCO declaró Reserva de la Biosfera una zona de más de 2.560.000 hectáreas al sudoeste de Marruecos en la que crece el argán, que incluye las ciudades de Agadir y Esauira.
Essaouira   La playa es un vasto arenal que bordea la costa hasta más allá de donde la vista se pierde. Cuando el viento azota con fuerza por las tardes, las gaviotas y cormoranes se posan en la arena, en grupos mezclados, y aguantan inmóviles el embate de los alisios orientadas todas de cara al viento. Junto a la desembocadura del ued Ksob, que cruza la playa, hay un castillo en la arena (Borj el Berod), fortín de vigilancia de tiempos de Ben Abdallah, arruinado por el vaivén depredador de las mareas (foto169). Apenas se distinguen unas pocas almenas de los torreones, que, corroídos por el mar, semejan ser rocas naturales.
   Allí cerca, hacia el interior, oculto entre los matorrales y semienterrado en las dunas, subsisten las ruinas del palacio conocido como Dar Soltan (edificado por Mohamed ben Abdallah en el siglo XVIII, foto178), que por las trazas debió ser muy lujoso.
   En las proximidades se levanta sobre un altozano el pequeño pueblo de Diabat ('Pueblo de los Lobos'), con su sobria mezquita encalada de blanco. Esta aldea tiene su leyenda urbana. Se dice que Jimi Hendrix residió aquí una temporada, en una comuna hippie, y que se inspiró en el antes mencionado castillo de Borj el Berod para componer su canción Castles Made of Sand. Todo ello es falso: Hendrix visitó efectivamente Esauira en 1969, pero nunca estuvo en Diabat. (Otros músicos ilustres que han pasado por Esauira son Cat Stevens, Frank Zappa, Leonard Cohen y los Rolling Stones).
   El horizonte marino está interceptado por la alargada isla de Mogador (foto172), la mayor de las que eran llamadas por los romanos Islas Purpúreas, que resguarda la bahía del océano abierto, transformándola en un tranquilo fondeadero. Allí se levanta aún la antigua prisión, un penitenciario construido por el sultán Mulay el Hassan en el siglo XIX. Pocos barcos se acercan hoy a esta isla desierta, que es una reserva ornitológica protegida, refugio de pájaros raros, entre ellos los escasos halcones de Eleanora, una especie en peligro de extinción. Según la UNESCO, el archipiélago de Mogador contiene un gran número de sitios naturales y culturales de valor universal.
   La playa se prolonga con sus dunas a lo largo del cabo Sim. Algunas dunas avanzan empujadas por el viento y van derramando en cascadas sus arenas por un desnivel de las rocas de la playa (foto176). Se pueden ver, cual si fueran esculturas abstractas expuestas al aire libre, fragmentos de maquinarias herrumbrosas, restos de naufragios (foto177). Rebaños de vacas se pasean apaciblemente por la arena (foto173), como disfrutando de un día de playa. Una pequeña caravana de dromedarios recorre el arenal (foto175) llevando un cargamento de algas rumbo a Esauira.
   Bordeando el cabo Sim, se puede llegar tras varias horas de camino –que en pleamar queda cortado por la subida del nivel del agua– a la pequeña localidad de Sidi Kauki (foto179), construida en la playa en torno a un morabito, lugar muy popular entre los amantes del windsurf, por sus grandes olas y sus fuertes vientos.

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Esauira. Breve historia
  
   Las excavaciones arqueológicas han demostrado que el sitio de Esauira/Mogador ya era en el siglo VII a C un asentamiento comercial de navegantes fenicios. Los yacimientos se encuentran cerca del recinto de la actual Esauira, tierra adentro, y corresponden a una ciudad llamada en la antigüedad Thamusida, frecuentada por fenicios y cartagineses.
   El sitio es mencionado en las crónicas de Hanno el Navegante, un explorador cartaginés (siglo V a C), que visitó Mogador en sus exploraciones navales de la costa de Africa.
Essaouira   En la época de César Augusto, el rey de Mauritania Juba II promocionó allí la industria del salazón, y fundó un establecimiento de fabricación de púrpura, pigmento extraído de dos especies de moluscos (Murex y Purpura haemastoma) abundantes en el archipiélago de Mogador. El murex se recogía con nasas a unos treinta metros de profundidad, de los fondos rocosos donde se fijan estos moluscos. La púrpura la produce una glándula de color amarillo pálido que, expuesta al sol, se va haciendo verdosa, antes de virar al azul, violeta y por fin al color púrpura.
   Las islas, que adquirieron fama con el nombre de 'Islas Purpúreas', eran visitadas por mercaderes de todo el Mediterráneo: fenicios, cartagineses, griegos, cretenses, chipriotas y sobre todo romanos, para los que la púrpura era un producto muy valorado. En la isla de Mogador han aparecido restos de talleres, termas y una lujosa villa.
   En la Edad Media, la posición estratégica y las ventajas naturales de la bahía fueron apreciadas por los navegantes portugueses, que la conocían como Mogador.
   En 1506, bajo el rey Manuel I de Portugal, Mogador se convirtió en el emplazamiento de una fortaleza portuguesa. El monarca mandó erigir a la entrada de la bahía un 'Castello Real', cuyos sillares sirvieron más tarde para construir la Escala del Puerto (foto130). En su emplazamiento se levanta hoy el Borj el Barmil (foto141), un bastión de planta circular cercano a los astilleros. Los enfrentamientos entre los portugueses y los bereberes Haha y la resistencia local de la organización morabítica de los Regraga obligaron a los colonizadores a abandonar la fortaleza al poco tiempo.
   Una importante riqueza de Marruecos era por aquel entonces la caña de azúcar, cuyo cultivo fue implantado por los monarcas de la dinastía saadiana en todo el país, para la exportación de azúcar. A orillas del ued Ksob (= 'río de las Cañas'), cerca de Mogador, se instalaron plantas azucareras para la elaboración de este cultivo.
Essaouira 
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   La ciudad actual de Esauira data de 1765. Su fundación, relativamente tardía con respecto a otras medinas norteafricanas, fue obra del sultán alauí Sidi Mohamed Ben Abdallah (1757-1790), que deseaba hacer de esta pequeña población un puerto real y un importante centro comercial, que abriera a Marruecos al exterior, estableciendo lazos mercantiles con los países europeos. Ben Abdallah comenzó por hacer construir una gran escollera sobre las rocas de la orilla; como acto fundacional hizo inscribir sobre el muro en caligrafía cúfica la bendición del profeta (baraka Muhammad).
    El sultán contó con la ayuda del ingeniero francés Nicholas Théorode Cornut, un supervisor especializado en fortificaciones militares, procedente de Avignon, que había sido hecho prisionero por los marroquíes. Cornut desmanteló la fortaleza portuguesa para construir una plataforma con una batería de cañones: la Escala. La entera ciudad fue rodeada de una muralla defensiva, siguiendo el modelo establecido por el ingeniero militar Vauban en las fortificaciones de Saint-Malo. Se construyó un puerto fácilmente accesible en toda estación.
   A fines del siglo XVIII y durante el XIX, el puerto de Mogador se convirtió uno de los mayores centros comerciales del Atlántico entre Europa y Africa. Se establecieron consulados y emporios de mercancías. Llegaban naves holandesas, danesas, españolas e inglesas con cargamentos de madera y aparejos para construir galeones. Durante mucho tiempo se le llamó Puerto de Tombuctú, ya que era destino de las caravanas comerciales transaharianas, que traían gran cantidad de productos del interior de Africa, incluyendo esclavos negros.
   Las poblaciones negras de la región llegaron en dos oleadas. Primero para trabajar en régimen de esclavitud en las azucareras saadianas (fines del XVI, comienzos del XVII), y más tarde para trabajar en la construcción de la ciudad de Esauira y las fortificaciones de las Escalas del Puerto y de la Medina.
   Una colonia de judíos marroquíes se agregó a la población de Esauira. Se asentaron en la Mellah, el barrio judío (de melj = sal), y tuvieron un papel importante en la historia de la ciudad, ya que el sultán utilizó a esta comunidad para reforzar y expandir el comercio, entablando relaciones comerciales con los países europeos. Concedió a los judíos el título de Toujjar Es-Sultan (Mercaderes Reales), otorgándoles considerables privilegios políticos y económicos.
   Mogador era la base naval desde donde los corsarios del sultán vigilaban la costa sur de Marruecos. Con el fin de controlar el comercio marítimo, cerraron la costa meridional de Marruecos a los traficantes europeos, forzando a los cónsules europeos de Rabat, Safi y Agadir a trasladarse a Mogador, donde se concentraban todas las actividades mercantiles. Castigaron a los habitantes de Agadir por haberse rebelado contra su autoridad.
  
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El Jadida, la antigua Mazagan
  
   La ciudadela portuguesa de Mazagan, hoy la parte vieja de la ciudad de El Jadida (= 'La Nueva'), se levanta en una bahía natural de gran belleza, a 90 km al sur de Casablanca. Fue construida a principios del siglo XVI como una colonia fortificada en la costa atlántica marroquí. Se trata de uno de los primeros asentamientos en Africa occidental de los exploradores portugueses, que la convirtieron en una etapa en la ruta naval hacia las Indias. Fue tomada por los marroquíes en 1769.
   Mazagan / El Jadida constituye un destacado ejemplo del intercambio de influencias que se dio del siglo XVI al XVIII entre las culturas europeas y marroquí, bien reflejada en el urbanismo, la arquitectura y la tecnología. Por todo ello fue inscrita en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2004.
   La fortaleza, con sus bastiones y murallas, es un ejemplo temprano de diseño militar del renacimiento. Los hermanos Francisco y Diego de Arruda construyeron la primera ciudadela en 1514. Joao Ribeiro y Juan Castillo ampliaron la ciudadela en 1541-48, transformándola en una fortaleza en forma de planta estrellada, según los planos urbanísticos del arquitecto italiano Benedetto de Rávena. Entre los edificios portugueses que sobreviven destacan la iglesia de la Asunción, construida en el estilo manuelino del gótico tardío, y la Cisterna Portuguesa.
   La Cisterna Portuguesa es una amplia sala hipóstila subterránea (foto084), obra maestra de la arquitectura militar, que formaba parte de la fortaleza construida en el siglo XVI. Probablemente fue una sala de armas antes de ser reconvertida en un depósito de agua. Aquí rodó Orson Welles una secuencia de su film Otelo. De planta cuadrada de 34 m de lado, se compone de seis naves cubiertas de bóvedas de aristas que descansan sobre 25 columnas y pilares. La bóveda central está perforada por un óculo que deja pasar un rayo de sol que se refleja en el agua e ilumina la sala con una refulgencia extraña.
  
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Bibliografía consultada
  
  - Mana, Abdelkader. Essaouira. Le temps d'une ville (fotografías Michel Delaborde, Eddif, Casablanca, 1991)
  - UNESCO. El Patrimonio Mundial
  - Welles, Orson / Bogdanovich, Peter. Ciudadano Welles (Grijalbo, Barcelona, 1994)

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El Jadida, la antigua Mazagan
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Fotografías: Eneko Pastor
Realizadas en Essaouira (antigua Mogador, Marruecos)

   
 



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