Esa
isla en forma de rubí que parece desprenderse de la India como
una
lágrima, esa isla remota y paradisíaca a la que llamaban
Ceylán y que
hoy se conoce como Sri Lanka ('la resplandeciente'), encierra en su
seno, según Arthur C. Clarke, "un
pequeño universo que contiene tantas variaciones culturales,
paisajísticas y climáticas como otros países de
doce veces su tamaño".
Bienvenido a Sri
Lanka,
una isla de selvas tropicales, reservas naturales y arrecifes coralinos
en los que prolifera una asombrosa variedad de especies de animales
salvajes y plantas exóticas. Un mundo aparte, donde reinaron
monarcas
poseedores de fabulosas riquezas, y donde el budismo marcó una
profunda
impronta, dejando para la posteridad un legado artístico
original e
imperecedero.
100 fotografías on
line de Ramon Pouplana
Solé, divididas en 3 secciones.
Más
información

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La
población de
Sri Lanka fue
iniciada al budismo por unos monjes enviados por el emperador indio
Ashoka en el siglo III a C, extendiéndose por
toda la isla como un código moral capaz de potenciar la renuncia
al deseo personal, y así seguir el camino de
perfección que posibilita una total fusión con la
energía divina.
Esta religión ha estado intrínsecamente
unida a los gobiernos, decisiones políticas y luchas internas en
el país, así como influenciando en la cultura, relaciones
sociales y demás matices de la tradición cingalesa.
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Sri
Lanka disfruta de
un clima tropical que le permite albergar una de las faunas y floras
más diversas del planeta.
La pluralidad de parques naturales que se
hallan repartidos por todo el país transforman esta
pequeña isla en un edén, en el cual se albergan multitud
de especies de coloreadas aves, leopardos, ciervos, cabras, lagartos,
caimanes, tortugas marinas, búfalos de agua, y los majestuosos
elefantes esparcidos por los más recónditos parajes.
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