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Aunque
ha dejado de ser una monarquía para convertirse en una
república, Nepal continúa siendo el reino de lo
increíble. Visitar este país es trasladarse en la
máquina del tiempo a un mundo suspendido entre la tierra y el
cielo, por el que parece no transcurrir la historia. Allí se elevan las cumbres más altas del planeta, pero Nepal no sólo es el Himalaya. El hinduismo y el budismo conviven desde hace siglos sin conflicto, y juntos han creado una irreal arquitectura de palacios y pagodas, cuyos gráciles tejados de madera se superponen unos a otros ascendiendo como peldaños hacia el cielo. Los ojos de Buda nos contemplan desde lo alto de los stupas. Siva y Parvati nos dan la bienvenida desde las ventanas de los templos. Las calles de Katmandú siguen bullendo de artesanos y santones, de barberos y peregrinos, de mercaderes de especias y encantadores de serpientes. Los macacos se pasean entre la multitud. La gente practica sus baños rituales en los estanques sagrados. En miles de capillas y altares los devotos siguen depositando sus ofrendas a los dioses. Y los difuntos siguen siendo incinerados en las orillas de los ríos. Más información 46 fotografías on line de Eduard Bragulat Indice 1 | Indice 2 | Indice 3 |
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