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 EL CREPÚSCULO DEL PALACIO
 La Granja de Segovia
La Granja de Segovia
  
   El Real Sitio de La Granja de San Ildefonso en Segovia es un palacio inmerso en los espesos bosques de la sierra de Guadarrama, que, por el benigno clima de que disfruta, sirvió de residencia de verano a Felipe V, el primer rey de España de la dinastía de los Borbones.
   Este palacio rivalizó con el de Versalles en el lujo y refinamiento de su arquitectura barroca, pero sobre todo –y en esto creemos que lo superó– en la increíble belleza de sus jardines, poblados de esculturas de inspiración pagana cuyas siluetas se reflejan en las espejeantes aguas de sus fuentes y cisternas.
   Las fotografías que aquí mostramos, tomadas a finales de otoño, cuando los árboles se engalanan de colores cálidos y los jardines se aureolan con la luz dorada del crepúsculo, aspiran a dar testimonio de esa belleza y a transmitir la seductora magia del lugar.
  
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El sueño de un palacio de verano
Juegos de agua
La Granja de San Ildefonso. Breve historia
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EL EMBRUJO DE LA ALHAMBRA
  


 
   
   La música, los estados de felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético.
   (Jorge Luis Borges. Otras inquisiciones)

  
  
  

  

El sueño de un palacio de verano
 
   San Ildefonso es un pueblo de la provincia de Segovia (España) situado en las faldas del macizo de Peñalara, en la Sierra de Guadarrama, que forma parte del Sistema Central de la península ibérica. El lugar está rodeado de un espeso bosque de coníferas, a 11 km al sudeste de la ciudad de Segovia.
   Allí se levanta uno de los más fastuosos palacios reales de época barroca que puedan admirarse en España, junto a los de Aranjuez, Riofrío y el Palacio Real de Madrid.
   El emplazamiento fue elegido cerca de un coto de caza real, en la proximidad de un pequeño monasterio dedicado a San Ildefonso, cuyos monjes llevaban una hospedería y cultivaban una granja.
La Granja de Segovia   La construcción de este Real Sitio, conocido como La Granja de San Ildefonso o La Granja de Segovia, fue iniciativa del rey Felipe V, primer monarca de la dinastía de los Borbones españoles. Se trataba de un palacio de verano, rodeado de vastos jardines, concebido según el modelo de la arquitectura palaciega francesa del siglo XVIII, donde el monarca y su familia se refugiaban en los calurosos meses del estío mesetario.
   La sustitución de la dinastía de los Austrias por la de los Borbones en 1700 trajo consigo aires de renovación a un país en cuyo imperio, forjado en tiempos de Carlos I y Felipe II, había empezado a ponerse el sol. Bajo sus sucesores Felipe III y Felipe IV, España fue sumiéndose en la decadencia y la ruina financiera, hasta que la muerte de Carlos II, fallecido sin dejar descendencia, forzó el cambio de dinastía.
   Felipe V de Borbón introdujo en España, asesorado por franceses e italianos, importantes reformas políticas y económicas. La renovación afectó también a los usos arquitectónicos, que se vieron influenciados por las tendencias francesas e italianas de la época barroca, y ello se refleja muy claramente en los cambios de estilo que experimentan la arquitectura y las artes en general en España.
   Los espacios fríos y espartanos propios de la era de los Austrias dejan paso a formas más refinadas y mucho más ornamentadas. Los ambientes, que hasta entonces tendían a ser oscuros, casi tenebristas, se vuelven más luminosos. La iconografía cristiana va siendo desplazada por la pagana. La mitología clásica grecolatina, con su muchedumbre de dioses, ninfas y demás seres fantásticos, entra en tropel. El XVIII será el siglo de las grandes pelucas empolvadas y el rapé, de la música galante y el rococó, del neoclasicismo, la Enciclopedia y la Ilustración. La voz atiplada del castrato Farinelli, que residió en España de 1737 a 1759, aliviaba la profunda melancolía de Felipe V: durante diez años interpretó por la noche las mismas cuatro canciones para el rey, que le reconoció nombrándolo primer ministro.
   Había nacido el siglo de las luces.
  
  
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La Granja de Segovia 
   El diseño original del palacio de La Granja se debe al pintor y arquitecto español Teodoro Ardemans. Respondía al estilo herreriano, heredero de las sencillas y austeras formas creadas en el siglo XVI por Juan de Herrera. Pero su severidad fue atenuada por artistas franceses e italianos, entre ellos Filippo Juvara y Giovan Battista Sacchetti.
   A Ardemans le sucedieron como arquitectos Andrea Procaccini y Sempronio Subisati, a quienes se deben respectivamente el patio de Coches y el de la Herradura. Estos dos patios contrastan grandemente en su estilo: el de Coches presenta fachadas sobrias, al modo herreriano, mientras que el de la Herradura ostenta unos muros ricamente decorados con entrantes y salientes que crean efectos de claroscuro.
   La Colegiata de la Santísima Trinidad, de estilo barroco, con una elegante cúpula y dos torres (foto39), se debe a Ardemans y Procaccini, y contiene frescos de Maella, Bayeu, Sasso y Subias. Proyectada primero como capilla del palacio y luego como panteón real, su capilla de las reliquias alberga el mausoleo de Felipe V y de su esposa Isabel de Farnesio
(foto40).
   Las dependencias reales alojan una espléndida colección de tapices del siglo XVI en adelante, algunos de factura flamenca y otros basados en cartones de Goya, Van Orley y Bayeu.
   Fundada en 1728 en las proximidades del palacio, la Fábrica de Cristales fue una de las primeras de Europa en producir auténtico cristal. De ella salieron piezas de cristal tallado, opalina y vidrio con destino a los palacios españoles, especialmente arañas de cristal y espejos de grandes dimensiones. Los maestros vidrieros eran al principio extranjeros, con una gran influencia estilística de los trabajos de cristal de Venecia.
  
  
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La Granja de Segovia 
   Los bellísimos jardines del palacio de La Granja, que ocupan 146 hectáreas, son obra del arquitecto-paisajista Étienne Boutelou, jardinero mayor del palacio de Aranjuez desde 1716. Sin embargo, la planificación general del parque se debe a los franceses René Carlier y Marchand, que concibieron los jardines como una trama reticular, cruzada por diagonales, salpicada de fuentes, cisternas y cascadas de agua, además de estatuas, jarrones, pérgolas, setos de arbustos y parterres de flores, todo ello arropado por bosques de enormes árboles de hojas perennes y caducifolios (fresnos, tilos, pinos, arces, olmos, robles, hayas, secuoyas y castaños de Indias) que sumen las sendas y plazoletas en refrescantes umbrías.
   Los juegos de agua que animan las 26 fuentes y cascadas son producidos por 140 surtidores, abastecidos por un lago artificial embalsado a un nivel superior, llamado 'el Mar'. El sistema de cañerías original sigue funcionando en la actualidad como lo hacía en el siglo XVIII.
   Las innumerables estatuas que pueblan los jardines, subidas a pedestales o retozando en los estanques, pertenecen a diversos equipos de escultores, entre los que abundan los nombres franceses. Los más prominentes fueron Jacques Bouseau, René Carlier, Antoine y Hubert Dumandré, René Fremin, Pierre Pitué y Jean Thierry.
    Los temas iconográficos de las esculturas de las fuentes se basan en su mayor parte en la mitología grecorromana, y su estilo se inspira en el barroco francés de tiempos de Luis XIV, del que los lujosos jardines de Versalles eran el paradigma. Entre las esculturas de los bosques proliferan las de niños y animales (fotos 16 y 32). Se ven por doquier estatuas de dioses y de diosas, de silenos y bacantes, de ninfas, náyades y amorcillos. Y una variopinta fauna de ciervos (animal asociado a Diana cazadora), caballos, perros, cisnes, batracios, delfines, dragones, tritones, hipocampos y demás animales fantásticos.
   Para su realización se emplearon como materiales principalmente el mármol, el bronce y el plomo. Todas las figuras de mármol blanco y plomo bronceado pertenecen a Thierry y Fremin.
   Su estilo combina el sentido dramático, las sinuosidades y el abigarramiento propios del barroco con la serena belleza de canon griego que trajo de vuelta el neoclásico. Los rostros de dioses, héroes y ninfas resplandecen de hermosura, los cuerpos son jóvenes y perfectamente proporcionados, desnudos o vestidos con livianos tejidos de ondulantes pliegues al gusto helenístico.
   Hay un doble sentido, un trasfondo ideológico soterrado en el programa iconográfico de esta estatuaria extraída de la teogonía clásica: los distintos grupos escultóricos constituyen símbolos y alegorías dedicados a resaltar el paralelismo entre las deidades del Olimpo y los reyes que habitan este Real Sitio. Tratan de enaltecer la figura del monarca, poner de manifiesto la raigambre divina de la realeza, cuyo poder es parangonable con el de los héroes y dioses de la antigüedad. Así, por ejemplo, en el grupo de la fuente de Andrómeda, Perseo, vencedor del Mal, representa a Felipe V salvando la Monarquía, con la ayuda de Minerva, que simboliza a Francia, su principal apoyo en la guerra de Sucesión. La alegoría de la fuente de la Fama
(foto06) no se refiere sólo al papel del rey como defensor de la religión (aludiendo a la conquista cristiana de los reinos musulmanes hispánicos), sino también a la legitimidad de Felipe V en la guerra de Sucesión y en las campañas bélicas que emprendió en Italia a favor de sus hijos.
  
  
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Juegos de agua
  
   Desde el palacio hasta lo alto del parque se despliega, remontando un terreno en suave pendiente, el conjunto llamado 'Carrera de Caballos', consistente en una sucesión de fuentes y estanques que forman una cascada escalonada de hermosa perspectiva
(foto24 y siguientes). De las aguas de los estanques emergen estatuas de jinetes mitológicos montando caballos (fotos 29, 30 y 31). La primera es la fuente del Caracol. Sigue la fuente del Abanico y otra del Caracol, para culminar en el gran estanque de la fuente de Neptuno, con el dios del mar portando su tridente sobre un carro tirado por caballos, rodeado de figuras de cefirillos montando tritones (fotos 27 y 28). El conjunto desemboca en la plazoleta de Andrómeda, con la gran fuente de Perseo liberando a Andrómeda.
La Granja de Segovia   En la fuente de Apolo y Minerva (foto25) se ve a Apolo con la lira entre las manos y a sus pies la serpiente Pitón vencida, mientras dos niños alados, representando el Arte y la Guerra, le ofrecen una corona de laurel y las flechas de su carcaj, respectivamente. Minerva, diosa de la sabiduría, apoyada en su escudo con la inscripción Nec sorte nec fato (ni por la suerte ni por el destino) reduce a la Envidia y la Discordia y tiende a Apolo un ramo de olivo como símbolo de paz.
   Otro gran conjunto es la 'Cascada Nueva', frente a la fachada principal del palacio
(foto23): doce estanques escalonados con representaciones alegóricas de los continentes y estaciones del año (Thierry y Fremin). En el punto más alto se levanta la fuente de las Tres Gracias, con un bello grupo escultórico compuesto por las tres hijas que Júpiter tuvo con Eurinome, las diosas de la belleza, el hechizo y la alegría, que sostienen la pileta superior como si fueran cariátides, y a su vez se yerguen sobre una gran taza soportada por un elaborado pedestal con cuatro sátiros.
   La llamada Calle Larga nos lleva a la plazuela de las Ocho Calles (foto22), una glorieta rodeada de ocho fuentes, ornadas con elementos arquitectónicos que sirven de marco a las estatuas de Saturno, Minerva, Hércules, Ceres, Neptuno, la Victoria, Marte y Cibeles (Fremin). En el centro de la plazoleta se exhibe la estatua de Psiquis y Mercurio, también debida a Fremin. En la fuente de Hércules, el héroe está sentado bajo un arco, blandiendo su maza y acompañado de trofeos. En la de Marte, el dios de la guerra reposa sobre un escudo empuñando una espada y tiene a sus pies armas de guerra. En la de Neptuno, el dios de los mares porta un tridente en la mano y a sus pies tiene un delfín y dos hipocampos.
   La fuente de Anfítrite domina esta zona. En una carroza, formada por una gran concha tirada por delfines y rodeada de náyades, Anfítitre va en busca de su esposo Neptuno.
   La pequeña fuente de los Dragones (foto14) exhibe un motivo escultórico que se repite en diversas ocasiones en otras fuentes: unos dragones de fiero aspecto, que simbolizaban la fuerza del rey Felipe V y la monarquía.
   La fuente de los Vientos o de Eolo (foto15) presenta al dios sentado sobre un peñasco, acompañado de unos niños que surgen de unos odres y que simbolizan los vientos.
   La fuente de Latona o de las Ranas
(foto08 y siguientes) está formada por una plataforma de dos cuerpos octogonales superpuestos que emergen del estanque, coronados por un pedestal cilíndrico que sostiene a la diosa Leto o Latona, madre de los gemelos Apolo y Diana. El estanque está plagado de ranas y de hombres convirtiéndose en ranas, que arrojan por sus bocas chorros de agua. La fuente se debe a Fremin y es una réplica a menor tamaño de la fuente homónima de los jardines de Versalles. En ella se describe el episodio de la transformación en ranas de los campesinos de Licia. Latona, perseguida por Juno, quien mandó contra ella y sus hijos a la serpiente Pitón, arribó a Licia y pidió a sus habitantes de beber. Los licios, subyugados por el poder de Juno, enturbiaron las aguas para convertirlas en barro e impedir a Latona beber. Júpiter, en castigo, les transformó en ranas, condenándoles a vivir en el fango que habían creado. En la fuente se puede ver, precisamente, el momento de la metamorfosis (fotos 10 y 11).
   La fuente de la Fama o de Pegaso
(fotos 06 y 07) es un grupo escultórico en forma de peñasco, en cuya cúspide se halla la Fama, dotada de alas, montada sobre el caballo volador Pegaso y tañendo su clarín. Dispara su potente surtidor de agua a más de 40 m de altura, mientras varios guerreros moros caen vencidos a sus pies y se precipitan por el peñasco. Repartidos por la roca aparecen lagartos, flores y troncos de árbol imitando la naturaleza.
   La explanada de la Selva, junto al patio de Coches, ostenta la gran fuente de la Selva, formada por un grupo formado por alegorías de los ríos Duero y Pisuerga en la parte alta y el personaje de Vertumno despojándose de su disfraz de anciano en la parte baja.
   Si el palacio de Versalles está dedicado a Apolo, dios del Sol (¿no era acaso Luis XIV le roi-soleil?), el palacio de La Granja rinde tributo a Diana, diosa de la Luna. En una hornacina de los Baños de Diana
(foto17 y siguientes), la última fuente del conjunto en construirse, se representa a Acteón tocando la flauta, mientras que Diana reposa sobre las gradas de mármol, asistida por cinco de sus ninfas.
  
  
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   Al palacio de verano de Felipe V le ha llegado su otoño. Ya no lo habitan los reyes. Sus salones y jardines duermen el sueño de pasadas glorias. Una atmósfera de decadencia, de esplendores marchitos, impregna el ambiente y despierta en el visitante sentimientos de melancolía. Mas no por ello el paraje ha perdido un ápice de su belleza. Muy al contrario, con la senectud el palacio ha ganado en solera, y sus maravillosos jardines, con su armoniosa combinación de bosques continentales y vegetación mediterránea, envuelven aún al paseante en el aura mágica de los mitos paganos.
   La indócil naturaleza de Castilla colabora con los arquitectos y escultores en dotar de más belleza a lo que ya era bello de por sí. Los árboles son aún más gigantescos y frondosos, y en la estación otoñal gustan de vestirse, como los reyes, de púrpura y oro, mientras riadas de hojas de color ámbar y miel alfombran los caminos. Al caer la tarde, los rayos rasantes del sol crepuscular encienden las copas altas de los árboles con un resplandor dorado, y uno cree hallarse perdido en un bosque encantado, poblado de seres imaginarios apostados en los claros de la fronda y recodos de los caminos, o nadando en las aguas de los estanques. Al barroco y al neoclásico que definen los rasgos de estilo de este Real Sitio se superpone así un nuevo modo de expresión estética: el romanticismo. Estamos sumergidos en el feérico escenario de las noches en los jardines de España.

  
  
  
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La Granja de San Ildefonso. Breve historia
 
   El pueblo de San Ildefonso, en la provincia de Segovia (España), fue fundado por el rey Enrique IV hacia 1450, como un retiro de verano. San Ildefonso fue donado en 1477 por los reyes Católicos a los monjes jerónimos del monasterio del Parral.
   Posteriormente (1720) fue vendido por éstos a Felipe V, el primer rey de España de la dinastía de los Borbones, quien mandó construir un palacio de verano en el lugar llamado La Granja, que estaba ocupado por una antigua hospedería de los monjes del Parral.
La Granja de Segovia   1700 fue un año clave en la historia de España. El cambio de siglo coincidió con el cambio de la dinastía reinante en el país. Carlos II, apodado el Hechizado, último rey español de la dinastía de los Austrias (o Habsburgos), iba a morir ese año sin tener descendencia. Poco antes había legado a Felipe, duque de Anjou, todas sus posesiones, incluyendo España, Hispanoamérica, Flandes y partes de Italia. Éste ascendió al trono del imperio ese mismo año como Felipe V, inaugurando la dinastía de los Borbones españoles.
   Felipe V (1683-1746), nacido en Versalles (Francia), era nieto del rey francés Luis XIV y biznieto del rey español Felipe IV. Tras la muerte de su primera mujer, María Luisa de Saboya, en 1714, se desposó con Isabel de Farnesio, sobrina e hijastra del duque de Parma.
   Austria se negó a reconocer a Felipe V, un Borbón, aunque renunció finalmente a sus esperanzas de situar a un candidato austríaco en el trono de España. Para Inglaterra, un rey Borbón en España suponía inclinar el equilibrio de poderes en Europa a favor de la monarquía francesa.
   En la Guerra de Sucesión española (1701-14), la alianza antifrancesa fue activada por el rey británico Guillermo de Orange. Las consecuencias de la guerra fueron tan desastrosas que, en 1709, Francia estuvo cerca de perder todos los privilegios obtenidos en el siglo precedente.
    El reinado de Felipe V duró hasta 1746, excepto por un breve periodo de siete meses: en enero de 1724 abdicó en su hijo primogénito, Luis, pero al morir éste de viruela en agosto, fue persuadido para volver al trono.
   Durante su mandato España recuperó parte de su anterior hegemonía en asuntos internacionales, que había ido declinando a lo largo del siglo XVII. En la primera década del reinado de Felipe V, Francia ejerció una importante influencia en la corte española, y el embajador francés tenía un papel decisivo como consejero de Estado.
  
  
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   Felipe V decidió construir en un hermoso paraje en las faldas del macizo de Peñalara (Segovia) un palacio semejante al de Versalles, donde se había educado a la sombra de su abuelo, el rey Luis XIV.
   Este palacio, cuya construcción tuvo lugar entre 1721 y 1739, aspiraba a rivalizar en su magnificencia con los palacios de Versalles y Parma. Su primer arquitecto fue Teodoro Ardemans, siendo luego sucedido por Andrea Procaccini y Sempronio Subisati, a quienes se deben los patios de Coches y de la Herradura.
   La Granja de Segovia fue el escenario de varios acontecimientos importantes en la historia de España: la abdicación de Felipe V (1724), la firma de varios tratados (sobre todo el de 1796, en el que España, a instancias de Godoy, primer ministro de Carlos IV, estableció una alianza con la República francesa para luchar contra los británicos), y la promulgación (1830) por parte de Fernando VII de la Pragmática Sanción revocando la Ley Sálica, que impedía la sucesión al trono de herederas femeninas.
   En 1728 fue fundada una fábrica de vidrio cerca del palacio de Felipe V, construida según los planos de Juan de Villanueva y Bartolomé Real: la Real Fábrica de Cristales. En esta fábrica se realizaron importantes piezas de vidrio que se exportarían por toda Europa, compitiendo con las factorías más importantes de aquel momento. Hoy día las instalaciones de la fábrica han sido habilitadas como sede de la Fundación Centro Nacional del Vidrio.
   El palacio de La Granja sufrió varios incendios en sus tres siglos de historia, el último en 1918, habiendo sido sucesivamente restaurado.
   El núcleo histórico-artístico del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso está declarado conjunto histórico monumental por un decreto de 1982.
  
  
  
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