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  VISLUMBRES DE PAKISTÁN
Vislumbres de Pakistán
  
   Pakistán es un país poco visitado y mal conocido por los viajeros occidentales, pero que custodia en sus montañas, estepas y desiertos un ingente número de manifestaciones culturales y artísticas de primer orden, que dan testimonio de su pasado glorioso.
   Aquí, en el valle que riega el Indo, nació una de las más antiguas civilizaciones de la humanidad. Aquí la cultura helénica se encontró y fusionó con la cultura budista, para crear el arte greco-búdico. Aquí tuvieron lugar los primeros logros de un arte, el védico, que luego floreció en todo el subcontinente indio, y las más lujosas realizaciones arquitectónicas del poderoso imperio de los mogoles.
Indice de textos 
La República Islámica de Pakistán
Mohenjo-Daro y la civilización del Valle del Indo
Taxila y el arte greco-búdico
Takht-i Bahi. Un monasterio en las montañas
  
Lahore. El lujo imperial de los mogoles
Peshawar. Ciudad fronteriza
Las necrópolis musulmanas de Chaukundi y Thatta
Bibliografía
Indices de fotos
Indice 1   Lahore
Indice 2   Lahore. Shalimar. Taxila
Indice 3   Takht-i Bahi. Peshawar. Mohenjo-Daro
Indice 4   Chaukundi. Thatta


     
1.  La República Islámica de Pakistán
  
  
   Vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño.
   Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto...

                                                                             (Jorge Luis Borges, extractos de El Aleph)




   Vi las ruinas de ciudades muertas construidas en la prehistoria. Urbes que habían sido cunas de civilización para luego perecer tragadas por las arenas del desierto.
   Vi el legendario reino de Gandhara, donde los griegos llegados con Alejandro Magno y los indígenas budistas mezclaron sus culturas, para crear el arte greco-búdico.
   Vi antiguas necrópolis pobladas de un sinfín de tumbas donde descansaban reyes, héroes y sabios musulmanes en fastuosos mausoleos de piedra tallada.
   Y los palacios, fortalezas, santuarios y jardines erigidos por los emperadores mogoles, cuyo lujo inusitado permitía vislumbrar la grandeza de esta todopoderosa dinastía.
   Vi las gentes, los paisajes y los suntuosos monumentos de Pakistán, el país del río Indo, que dio nombre a la India. La frontera entre oriente y occidente.
 

   
   Pakistán es el nombre de un país de reciente formación (1947), desgajado de la India, pero que paradójicamente se articula en torno a la columna vertebral formada por el Valle del río Indo, que dio nombre a la India. Cuando los griegos de la expedición de Alejandro Magno llegaron allí, la región se llamaba Sindhu, y se correspondía con la actual provincia de Sind (cuyo idioma mayoritario es el sindi, y de donde deriva la palabra 'sinti' con que se designa a los indios de etnia gitana). Los antiguos persas sustituyeron la 's' por la 'h', los griegos jónicos omitieron la 'h', y de ahí surgió el término 'India' que dio nombre al subcontinente (aunque sus habitantes nativos siempre llamaron 'Bharat' al país). 
Vislumbres de Pakistan    El río Indo no sólo dio origen al topónimo de India, sino que los territorios de su extensa cuenca fueron el escenario de las primeras manifestaciones de la cultura y la civilización indias, en los albores de su historia. Mientras la mayoría de los pueblos de la Tierra aún estaban sumidos en el neolítico, en el Valle del Indo se estaba desarrollando una refinada civilización, con su propia escritura, y con auténticas metrópolis urbanas, muchos de cuyos aspectos se adelantaron grandemente a su tiempo. 
   La palabra 'Pakistán', que a veces se suele traducir como 'país de los puros', es en realidad un acrónimo formado por las iniciales de las regiones que se aglutinan en dicha nación: P de Punjab, A de Afgania. K de Kashmir o Cachemira, S de Sind, y la terminación 'istán', que significa 'país', y hace referencia a Beluchistán. 
   La República Islámica de Pakistán nació como consecuencia de la partición de la India en su proceso de descolonización del imperio británico, y tras su declaración de independencia el 14 de agosto de 1947 (un día antes de la independencia de la India), a fin de crear un país separado para los musulmanes de la India, en respuesta a las demandas de los nacionalistas islámicos. El líder político Mohammed Ali Jinnah (1876-1948) fue el principal impulsor de los movimientos en pro de un Pakistán independiente, y tras la secesión y fundación de la república, fue elegido primer presidente del nuevo país, aunque la muerte le sobrevino al año siguiente. Hoy a Ali Jinnah se le rinden honores como padre de la patria. 
   Desde su constitución hasta 1971, el Estado pakistaní estuvo en realidad compuesto por dos territorios separados entre sí por miles de kilómetros: Pakistán Occidental, en la depresión del río Indo, y Pakistán Oriental, en el delta del río Ganges, convirtiéndose este último, tras la guerra de liberación de 1971 (apoyada por el ejército indio bajo Indira Gandhi), en el Estado independiente de Bangladesh. 
   El Pakistán de hoy, que abarca la cuenca del Indo y hace frontera con Irán, Afganistán, China y la India, concentra su desarrollo económico en dos de sus cuatro provincias: el Punjab y el Sind, las cuales, con el 75% de población rural, producen más del 90% del trigo, el 95% del arroz y el 100% del algodón consumido en el país, siendo también prominente su desarrollo industrial. 
Vislumbres de Pakistan   Por su situación geográfica, el actual territorio de Pakistán se ubica en medio de la antigua ruta que unía Asia Central con la península indostánica y ha sido siempre por ello lugar de paso obligado tanto para invasores procedentes de Occidente (desde Alejandro Magno hasta las incursiones musulmanas en el subcontinente indio que desembocaron en la creación del sultanato de Delhi) como para las rutas comerciales por tierra hacia la India y la China. El legendario Paso de Khyber conduce por una tortuosa carretera que salva las montañas del Hindu-Kush –siempre bajo la amenaza de asaltos por parte de las indómitas tribus pashtunes de la zona– desde Kabul al valle de Peshawar. 
   Desde su independencia de la India, los habitantes de Pakistán han sufrido una situación de permanente inestabilidad política. Los periodos de gobiernos elegidos por sufragio han alternado con dictaduras militares, y los tímidos intentos de democratización del país han sido sistemáticamente abortados por golpes de estado. Pakistán mantiene con la India un perpetuo litigio desde que sus fronteras fueran arbitrariamente trazadas en los despachos de Londres, y ambos países reclaman como propios territorios como Cachemira, lo que ha ocasionado ya dos guerras e innumerables escaramuzas fronterizas. La estrategia de tensión ha aumentado desde que los dos gobiernos poseen la bomba atómica. 
   El hecho de que el gobierno de Pakistán se postule como firme aliado de los EEUU no ha impedido que en sus regiones montañosas noroccidentales hayan brotado focos insurgentes que han dado apoyo y refugio primero a los muyahidines que combatieron en Afganistán contra la invasión soviética, y más tarde al movimiento taliban, lo cual crea grandes contradicciones en la política interior y exterior del país. Últimamente se ha visto al general Pervez Musharraf, máximo dirigente de Pakistán desde que dio un golpe de estado, y al primer ministro indio Manmohan Singh, escenificando un gesto de distensión entre ambos países, en la llamada 'diplomacia del cricket', que ha relajado la impenetrabilidad de la frontera permitiéndose atravesarla a equipos de cricket (el deporte nacional, por encima del fútbol) y a sus seguidores, para asistir a partidos en el país vecino. Se ha inaugurado incluso una línea de autobús que cruza la frontera, lo que hasta hace poco era impensable. 
   La colección de fotografías que exhibimos en fotoAleph  (titulada 'Vislumbres de Pakistán' en homenaje a Octavio Paz, que nos ofreció por escrito sus impresiones en 'Vislumbres de la India') no pretende ser un catálogo exhaustivo de los tesoros paisajísticos y monumentales del país, sino que sólo trata de dar una idea de la belleza y originalidad de algunos de sus aspectos, en especial los que se refieren a los orígenes de la civilización india (Cultura del Indo), y de la fructífera confluencia que se dio aquí entre el arte griego clásico y la cultura budista en los primeros siglos de nuestra era. Daremos también un repaso a algunas de las magníficas realizaciones que llevaron a cabo muchos siglos después los mogoles, en el momento de su esplendor imperial. Haremos, por último, especial hincapié en los sitios de Pakistán que, según los criterios de la UNESCO, forman parte del Patrimonio de la Humanidad. 
 
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2.  Mohenjo-Daro y la civilización del Valle del Indo
 
    Mohenjo-Daro (el 'Paraje de los Muertos') es el nombre que se da a la mayor de las ciudades desenterradas hasta hoy pertenecientes a la llamada Cultura del Indo o de Harappa, que, junto a las de Mesopotamia y Egipto, y coetánea de ambas (aprox. 2350-1750 a C), es considerada por los historiadores como una de las cunas de la civilización. 
   El descubrimiento de esta cultura es relativamente tardío dentro de la arqueología del siglo XIX, y no fue hasta entrado el XX cuando se emprendieron las primeras excavaciones científicas. Sir Alexander Cunningham, primer director del Archæological Survey of India, detectó en 1865 que el lugar de Harappa (a orillas del río Ravi, afluente del Indo), que estaba siendo utilizado como cantera de ladrillos para la construcción del talud de la vía férrea entre Lahore y Multan, no era sino las ruinas de un yacimiento de gran antigüedad. La mayor parte de sus edificios habían sido desmantelados y despiezados en centenares de miles de ladrillos cocidos que habían servido de materia prima para las obras del ferrocarril. A pesar de este expolio involuntario, aún pudo descubrir interesantes vestigios, como tres sellos con inscripciones en un alfabeto desconocido. El mundo empezó a ser consciente de la existencia de otra cultura fundacional en la historia de la civilización, muy anterior a los tiempos de Buda, que era lo más lejos que se había llegado en las investigaciones de la India del pasado. 
Vislumbres de Pakistan   En 1920 dieron comienzo las excavaciones en Harappa, y al año siguiente en Mohenjo-Daro. El resultado fue la exhumación parcial de dos grandes ciudades de época muy remota caracterizadas por poseer una prodigiosa planificación urbana, sin parangón con otras poblaciones contemporáneas. La aparición de sellos muy similares a los mesopotámicos permitió datar aproximadamente los descubrimientos hacia mediados del III milenio a C, en tiempos de Sargón de Accad y del Imperio Antiguo del Egipto de los faraones. Recíprocamente, en Mesopotamia han sido hallados sellos y estatuillas de la Cultura del Indo que demuestran, sin lugar a dudas, la existencia de relaciones comerciales entre los dos países. 
   Aunque sólo se ha excavado una tercera parte del sitio de Mohenjo-Daro, se calcula que este centro urbano se extendía sobre una superficie de 97 hectáreas, en la orilla derecha del cauce del río Indo, en una comarca bien irrigada y con fuerte potencial agrícola. A juzgar por el gran número de viviendas exhumadas, se ha calculado que tanto Harappa como Mohenjo-Daro contaría cada una con varias decenas de millares de habitantes, pudiendo llegar esta última urbe a los 50.000 vecinos. Auténticas metrópolis de la prehistoria. 
   Entre lo sacado hasta ahora a la luz, se pueden distinguir dos grandes zonas: 
   - Un montículo artificial dominando el conjunto de la ciudad, que alcanza los doce metros de alto, coronado en la llamada 'Ciudadela' por un macizo túmulo, que es un estupa budista de época posterior. 
   - La zona urbana, a un nivel más bajo, desplegada hacia el este sobre un terreno extenso y ondulado, aunque también hacia el norte han aparecido restos que llegan hasta la misma orilla del río. 
   Los principales edificios que se pueden distinguir, siempre construidos con ladrillos cocidos, son: el Gran Baño, el Gran Granero, el patio del Colegio, la sala de los Pilares, las torres cuadradas y, en el rincón sudeste, un muro de apoyo. Todas estas denominaciones son arbitrarias, dado que aún no se ha podido identificar con seguridad las distintas funciones y usos de las estructuras principales de la ciudad, que se integran perfectamente en una red urbana de casas, de trazado ortogonal, con calles principales, secundarias y callejas. Causa admiración el avanzado sentido urbanístico del conjunto, con sus bien alineados bloques de viviendas particulares, que disponen en gran parte de pozo, cuarto de baño y sistemas de evacuación de aguas residuales. 
   La ciudad baja se ha dividido en tres sectores, y en ella se han descubierto buen número de edificios públicos y privados, pozos individuales y colectivos, edificaciones industriales y comerciales. El material omnipresente es el ladrillo cocido. Las calles de trazado rectilíneo son cortadas en ángulo recto por bocacalles, formando un tupido entramado de bloques de casas orientadas de norte a sur y de este a oeste. En el pavimento se abren cuidadas canalizaciones, que forman todo un sistema de evacuación de aguas negras (foto35). Estamos ante uno de los ejemplos de planificación urbana más antiguos del mundo, dotado de un servicio de abastecimiento y drenaje de aguas absolutamente excepcional, único para su época. 
   Una vivienda típica estaría constituida por un patio rectangular central de 50 a 150 m2, y rodeada de altos muros sin ventanas, que aún hoy en algunos casos llegan a los 5 metros de altura. Constaba de dos pisos, y una escaleras conducían al piso superior. Aunque la ciudad estaba provista de pozos públicos, las mejores viviendas disponían de un pozo privado en el patio, construido como una torre cilíndrica con ladrillos en forma de cuña (foto33), además de letrina y un lavabo o cuarto de baño. Las aguas residuales conectaban por un canalillo con un canal recolector, y éste a su vez iba a parar al eje principal de evacuación de la ciudad. A veces, como en el caso del 'Gran Baño', el sistema de canalización de aguas era subterráneo, a través de pasillos abovedados con suficiente altura como para poder deambular por su interior (foto36). 
   El llamado 'Gran Baño' es una curiosa estructura, que destaca claramente entre las construcciones circundantes en las que se integra, cuyo cometido es aún objeto de discusión entre los arqueólogos (lo cual también ocurre con los restantes monumentos del lugar). Consiste en una especie de piscina de 11,70 x 6,90 m de lado, y 2,40 m de profundidad, a cuyo interior se puede descender por dos escaleras (foto31). Las paredes y suelos de la piscina están realizadas con las junturas de los ladrillos muy compactas, que llevaban antaño una capa de betún de 3 cm de grosor, para conseguir su impermeabilización. Una galería de pilares cuadrados rodeaba este depósito, en el que tal vez se realizaban baños rituales. 
   El conocido como 'Colegio' es una edificación de 1.800 m2, con muros de un metro de alto, que tenía una sola entrada de acceso. Se han creído reconocer también restos de lo que sería un 'hammam' o baño de vapor, y una estructura pública que se ha convenido en denominar 'Sala de Audiencias', aunque, a falta de nuevos datos, todas estas atribuciones han de tenerse como dudosas. 
Vislumbres de Pakistan   Es significativo que hasta hoy no hayan aparecido edificios públicos que puedan considerarse como templos o santuarios religiosos, ni tampoco como palacios o residencias de altos dignatarios. Sí que parece constatarse, por otro lado, la existencia de una estratificación social de clases, que se deduce por las diferencias constructivas entre las distintas barriadas. Uno de los barrios está compuesto por viviendas más grandes, más altas y más lujosas que las del resto de la ciudad (foto34), que muy bien podrían pertenecer a ciertas elites con poder oligárquico. Tampoco parece haber ofrendas sepulcrales. No se han encontrado necrópolis en Mohenjo-Daro, aunque sí algunas tumbas en Harappa, de tipo muy modesto. 
   Aunque la Cultura del Indo conecta con una larga tradición neolítica y calcolítica que abarcaba hasta Beluchistán y Turkmenistán (el sitio prehistórico de Mehrgarh es uno de los que más restos ha proporcionado), no se aprecia una evolución clara que permita explicar su eclosión. A partir de cierto momento, las ciudades aparecen ya totalmente desarrolladas, y sólo en sus estratos más profundos se han detectado restos de épocas prehistóricas. 
   Además de por su extraordinaria planificación urbana, la Cultura del Indo se caracterizaba por el empleo de una cerámica de gran calidad, de rasgos locales propios e inconfundibles. Y por la utilización de un alfabeto que combinaba entre 200 y 400 signos fonográficos, ideográficos y determinativos, que hasta ahora se han resistido a todos los intentos de interpretación. No lo ha facilitado el hecho de que la mayoría de las inscripciones halladas sean muy cortas, formadas por un escaso número de símbolos, que probablemente corresponden a simples nombres propios de personas, o a títulos honoríficos. Hoy en día el idioma de la Cultura del Indo sigue indescifrado, y ello impide conocer muchos de los aspectos administrativos, políticos y sociales por los que se articulaba esta avanzada sociedad, cuya historia permanece hasta el momento sumida en un impenetrable misterio. 
   Los sellos han sido una importante fuente de información sobre la Cultura del Indo. Se han colectado más de 4.200 ejemplares, todos con representaciones humanas y animales, y la mayoría con inscripciones epigráficas. Están realizados en esteatita, en forma cuadrada, midiendo entre 17 y 30 mm. Entre los motivos zoomorfos, el que más abunda es el llamado 'unicornio', un bóvido cuya cornamenta dibujada de perfil parece componerse de un solo cuerno, aunque pueden distinguirse también toros, cebúes, búfalos de agua, tigres, rinocerontes y, más raramente, elefantes y cocodrilos. Las figuras humanas portan en general coronas con cuernos. Una de ellas está sentada frontalmente en la postura del loto y rodeada de animales, lo que ha llevado a identificarla como un 'proto-Siva' en su representación de Pasupati o 'señor de los animales', aunque esta interpretación sea muy dudosa, dado que las invasiones del subcontinente indio por los pueblos de cultura védica tuvieron lugar siglos después de haberse extinguido la Cultura del Indo. Hay también una figura que semeja un héroe luchando con dos tigres, en una composición que recuerda poderosamente a la mesopotámica de Gilgamesh combatiendo con dos toros. 
   La civilización del valle del Indo era una sociedad eminentemente agrícola (productos básicos: trigo y cebada) y ganadera (vacuno, ovino y caprino), pero también había desarrollado una sofisticada actividad comercial basada en el trueque, como ha quedado evidente tras estudiar su sistema de pesas y medidas a partir de los hallazgos de varios juegos de pesos compuestos de cubos de piedra de diferentes tamaños proporcionales según una escala decimal. 
   Por último, se han hallado en Harappa y Mohenjo-Daro numerosas estatuillas de terracota representando figuras humanas masculinas y femeninas, así como de animales (entre los que predomina el toro), de muy buena factura. Las esculturas de piedra son más raras, aunque sobresale por su calidad la del célebre 'rey-sacerdote', un pequeño busto de 18,7 cm en caliza blanca de un personaje sedente, con barba, ataviado con un manto decorado de tréboles, que recuerda en composición y estilo a otros muchos similares de la cultura sumeria. 
   La influencia de la Cultura del Indo se dejó sentir en zonas tan alejadas como Haryana (en el Rajasthan indio), Kutch, parte del Gujarat y hasta Delhi, aunque los escasos restos localizados en estas zonas exhiben unas características regionales muy marcadas. Se calcula que en su totalidad esta civilización abarcaba, según Percy Brown, un área inmensamente más extensa que las de Egipto o Sumeria. 
   El declive final de la civilización del Indo se sitúa hacia el 1800-1750 a C, supuestamente provocado por las invasiones de grupos de población venidos de Irán, y la progresiva sustitución de la economía sedentaria por el pastoreo seminómada. La homogeneidad cultural que caracterizaba a esta sociedad se cuartea y entra en un proceso de regionalización, en el que se pierde la escritura, y desaparecen objetos materiales como los sellos, pesos... La agricultura se diversifica, introduce nuevos cultivos y adopta modos de producción que parecen precedentes del sistema agrario de la India actual. 
   Las ruinas arqueológicas de Mohenjo-Daro han sido incluidas en 1980 en la Lista del Patrimonio Universal de la UNESCO. 
 
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3.  Taxila y el arte greco-búdico
 
  
   "Alejandro creía que el modelo de ciudad griega merecía ser diseminado por toda Asia (...) y esta creencia fue su contribución más duradera a la historia."
   (Robin Lane Fox, Alejandro Magno, conquistador del mundo)
  
   De las ciudades habitadas de la cuenca del río Indo, Taxila es la que tiene orígenes más remotos. Su estratégico emplazamiento en medio de la ruta que enlaza el Ganges con el mar de Arabia la convirtió en un importante asentamiento humano ya desde época prehistórica. 
   Taxila fue una importante urbe del mítico reino de Gandhara que, con capital en la actual Peshawar, abarcaba en los primeros siglos de nuestra era una amplia región desde Afganistán hasta el noroeste de la India, y constituyó, junto a Mathura, uno de los dos más importantes focos de irradiación cultural y artística del norte del subcontinente. 
   Esto ocurrió bajo la dinastía de los kushanas (ss I y II d C), de origen escita, pero antes Gandhara había sido una satrapía del imperio persa aqueménida, y había sido tomada por Alejandro Magno y controlada por un tiempo por los macedonios, que introdujeron en cierto grado la cultura helenística en la región. La ciudad de Taxila se rindió sin resistencia a Alejandro. Su rey reconoció al macedonio como rey supremo, y se ofreció como aliado en su avance conquistador hacia la India para luchar contra su enemigo el rey Poros, soberano del país contiguo a Gandhara por el este.
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   El rey Kaniska, nieto del fundador de la dinastía kushana, conquistó Gandhara hacia el 64 d C, y él y sus descendientes gobernaron durante dos siglos el país. Este soberano favoreció el budismo, como había hecho tres siglos antes el emperador maurya Asoka, y se sabe que tenía establecidas relaciones comerciales con la misma Roma. 
   'Gandhara' es también el nombre con que se conoce el estilo artístico que se desarrolló con pujanza en este extenso territorio. El arte gandhara, llamado también arte greco-búdico, se caracteriza por ser una síntesis entre las dos corrientes culturales que, procedentes una de occidente y otra de oriente, confluían en esta zona: el helenismo y el budismo. En los museos de Lahore, Taxila, Peshawar y Karachi pueden admirarse innumerables esculturas y relieves de estilo gandhara: los motivos son budistas, pero las formas son griegas y romanas. Así, veremos estatuas de Buda y de boddhisatvas con los rostros finamente cincelados reflejando una serenidad clásica, y ataviados con mantos cuyos pliegues cubren la anatomía del modelo con la misma gracia que las túnicas de personajes togados de la cultura grecolatina. 
   Superada la primera fase anicónica del arte budista (en la que no se mostraba al Iluminado en figura humana, sino que se le aludía por medio de símbolos: la rueda, el árbol de Bo, el trono, un estupa, las huellas de los pies...), y coincidiendo con el auge del budismo mahayana, el Buda comenzó a representarse figurativamente con rasgos humanos, pero con un estilo naturalista que bebía en las fuentes del occidente clásico. Los pliegues de su túnica son como los de las togas y palios de la primera época imperial romana. El peinado, con flecos que caen en la frente, es como el que se llevaba en la época de Augusto y los Flavios, en el siglo I d C. Las estatuas no son de bulto redondo completo, pues iban por lo general adosadas a estupas y capillas, por lo que el cuerpo es más bien plano y sólo tiene relieve en la superficie frontal. Solamente la cabeza es de bulto redondo. 
   Aunque la cronología de estas piezas es muy dudosa, su evolución estilística parece ir paralela a la del imperio romano del siglo I al IV d C. Además de imágenes del Buda y de los boddhisatvas, los relieves describen episodios de la vida del Iluminado y del ciclo de leyendas jataka. Hay una pieza excepcional, que rompe con todos los cánones descritos, y puede contemplarse en el Museo de Lahore: el Buda ayunando. Aquí la figura del Buda es representada en su época de asceta, en que llevó la mortificación y el ayuno hasta sus extremos, para descubrir que tales prácticas no eran la verdadera vía a la iluminación. El cuerpo del ex-príncipe Siddharta está tan desfigurado por su estricto ayuno, tan extremadamente delgado, que las costillas y los huesos se le marcan en el pellejo hasta parecer un auténtico esqueleto humano.
   En lo que respecta a la arquitectura de la época gandhara, ocurre algo parecido. Los edificios responden a las funciones del culto budista, pero las formas arquitectónicas toman prestados multitud de elementos constructivos y decorativos provenientes de la cultura helena, y también de los partos. Los estupas semiesféricos reposan sobre plintos cuadrados con molduras clásicas, y se adornan con pilastras estriadas rematadas en capitel de tipo corintio, y hornacinas con frontón triangular para albergar estatuas de piedra o estuco. En verdad que resulta sorprendente descubrir enormes capiteles jónicos, con su típica doble voluta, en ruinas tan alejadas del Mediterráneo como las de Pakistán.
  
   "A unos cinco mil kilómetros de distancia del Egeo, había ciudadanos griegos, macedonios y tracios que disfrutaban de los templos, los gimnasios y las palestras exactamente como si estuvieran en una ciudad de la Grecia peninsular; el amplio techo de madera del enorme palacio, hecho con ladrillos de barro, estaba protegido por un porche con delicadas columnas corintias y se apoyaba sobre capiteles tallados en forma de hojas de acanto de estilo griego. (...)
   Quinientos años después de Alejandro, los budistas indios todavía esculpían la leyenda del caballo de Troya junto a la vida de Buda. (...)
   A través de la ruta marítima planeada por Alejandro, que partía de la Alejandría de Egipto, seguía por el Golfo Pérsico y llegaba hasta el río Indo, el arte griego de Alejandría alcanzó el Punjab y el Irán superior durante al menos quinientos años; puede que sus diseños contribuyeran a asegurar la larga vida del arte griego en la zona, y sin duda influyeron en los primeros relieves budistas que se tallaron en el noroeste de la India."

   (Robin Lane Fox, Alejandro Magno, conquistador del mundo)
  

   Entre las extensas ruinas de la antigua Taxila, desperdigadas por una vasta área agrícola de 25 km cuadrados, a veinte kilómetros al noroeste de Rawalpindi/Islamabad, la capital del país, han salido a la luz cuatro antiguos centros de población, alejados entre sí: Saraikala, Bhir, Sirkap y Sirsukh. Y varios conjuntos de ruinas, entre las que destacan las de Jaldian, Mora Moradu, Dharma Rajika y Giri.
  
   Saraikala consta de un túmulo prehistórico que se eleva en cuatro terrazas sucesivas hasta los 515 metros de altura, y se trata del primer yacimiento neolítico hallado en esta parte de Asia. Conserva además un buen número de sepulcros cubiertos con losas de piedra.
  
   Bhir alberga un túmulo de 1.106 x 667 m, con una altura de 21 m, construido en el siglo VI a C por los persas aqueménidas.
  
   Sirkap es una extensa urbe rodeada de una gruesa muralla de fortificación de más de cinco kilómetros de perímetro, construida siguiendo el modelo de urbanización helenístico de bloques de viviendas rectangulares dispuestos en una estructura callejera ortogonal (foto18). Entre las casas se han identificado tiendas. La ciudad es un ejemplo de las influencias de la cultura clásica occidental sobre el arte local de esta remota región. Las ruinas han sido datadas entre el siglo II a C y el siglo I d C, cuando la ciudad fue destruida por los kushanas. Un claro ejemplo del sincretismo de culturas que se dio en Taxila lo constituye el estupa (foto 19) compuesto por  una semiesfera en cúpula reposando sobre un zócalo cuadrado, en  cuyos lados exhibe hornacinas con distintos motivos simbólicos. Uno de los nichos se corona con un águila bicéfala (símbolo de poder en Oriente Próximo), otro con un torana (o pórtico) hindú, otro con un arco de chaitya (o santuario budista), y el último con un frontispicio triangular de estilo griego clásico. Con lo que este monumento revela influencias india, grecorromana, irano-parta y de Asia Anterior.
 
    Sirsukh fue la ciudad fortificada de los kushanas, en forma de triángulo irregular de 1.370 m de norte a sur, y de 1.000 m de este a oeste. Todavía conserva largos tramos de murallas, de curiosas formas redondeadas (foto20).
Jaldian (Taxila, Pakistan) 
   Jaldian es un montículo descampado en el que yacen las ruinas de un gran templo de gruesos muros, de inconfundible estilo jónico, aunque incorpora elementos extraños locales. Los capiteles jónicos de las columnas del pórtico in antis están caídos y rotos por el suelo, pero se aprecian perfectamente sus volutas y adornos. Las basas que se conservan son también inequívocamente jónicas.
  
   Mora Moradu comprende varios estupas de estilo greco-búdico, y un monasterio. Los estupas se componen de una estructura cilíndrica sobre una plataforma cuadrada, ornadas ambas con pilastras adosadas de estilo griego clásico (foto21). El monasterio alberga en sus dependencias grandes estatuas de budas sentados realizadas en estuco (foto22), así como un estilizado estupa en estuco de varios pisos (foto23).
  
   Dharma Rajika es otro complejo que comprende un gran estupa (el edificio más antiguo) rodeado de cuatro monasterios de época gandhara y otros estupas pequeños más tardíos. En las bases de los estupas todavía pueden apreciarse in situ restos de esculturas en estuco. Las estatuas de piedra han sido trasladadas al museo de Taxila.
  
   Giri, ruinas musulmanas sobre una colina donde se levantaban dos monasterios budistas.
  
   Estas ruinas están consideradas como patrimonio cultural universal por la UNESCO, e incluidas en su Catálogo en 1980, con el nombre de Taxila (Taksha-Sila). 


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4.  Takht-i Bahi. Un monasterio en las montañas
 
   Las desoladas pero imponentes ruinas del complejo de monasterios budistas de Takht-i Bahi cuelgan a gran altura de las laderas resecas y escarpadas del monte del mismo nombre, a pocos kilómetros al noroeste de Peshawar y muy cerca de la frontera con Afganistán. Sus orígenes se remontan al siglo I a C, en Vislumbres de Pakistanla época del emperador Gondophares, pero la mayoría de las construcciones datan de los primeros siglos de nuestra era, cuando el lugar fue habitado por monjes budistas, que ampliaron las edificaciones para adecuarlas a las necesidades monásticas. Su elevado emplazamiento (foto26) les salvó de la destrucción por las hordas de los hunos en el siglo V d C, que sí llegaron a arrasar Taxila. Los monjes abandonaron el sitio hacia el siglo VII, y desde entonces las ruinas fueron degradándose olvidadas a la intemperie, hasta su revalorización y restauración a finales del siglo XX. 
    Las edificaciones de este complejo monacal, que evidencian un sentido urbano de conjunto y gran habilidad para adaptarse a los accidentes del terreno, se dividen en cuatro partes: 
    - Patio de los estupas. 
   Con un estupa principal en el centro y grupos de estupas a los lados, acompañadas de una serie de nichos albergando estatuas de Buda (fotos 27 y 28). 
Takht-i Bahi (Pakistan)   - Antiguo conjunto monástico. 
   Al oeste del patio. Con celdas residenciales en torno a un patio abierto, una gran sala de reunión, un refectorio y otras dependencias. 
   - Grupo del templo. 
   Al este del conjunto anterior, y a un nivel más elevado. Un estupa principal en medio de un patio, rodeado de nichos para estatuas búdicas. 
   - Conjunto monástico en una terraza más baja. 
   Corresponde al periodo final del asentamiento. Patio abierto rodeado de celdas oscuras para meditación. 
   Además de estos cuatro grupos, existen pequeñas edificaciones aisladas dispersas por la cima del monte, y la fuente que dio nombre al lugar ('Takht-i Bahi' = 'Trono de la fuente'). 
   Las ruinas de Sahr-i-Bahlol, cercanas al monasterio, corresponden a una antigua ciudad de la época de los kushanas y datan por lo menos del siglo I a C. Su desarrollo y decadencia fue paralelo al de Takht-i Bahi, aunque quedan menos restos: un túmulo, fragmentos de un muro de defensa, y diversas estatuas trasladadas al museo de Peshawar. 
   Ambos emplazamientos han sido incluidos en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1980, bajo la denominación de 'Ruinas budistas de Takht-i Bahi y Sahr-i-Bahlol'. 
  
  
  
  
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5.  Lahore. El lujo imperial de los mogoles
 
   Lahore es la capital económica del Punjab, por contraposición a Amritsar, su capital espiritual. Aunque ambas ciudades distan tan sólo 60 kilómetros, están separadas desde 1947 por la arbitraria frontera (trazada por los británicos) entre India y Pakistán, que divide en dos este fértil y pujante país. 
   El Fuerte de Lahore (Shahi Qila) es el principal monumento en Pakistán que compendia todas las fases de la arquitectura mogol en su etapa de apogeo (siglos XVI-XVII), la que va desde Akbar (distinguible por el empleo de arenisca roja) hasta su nieto Shah Jahan, el constructor del Taj Mahal Vislumbres de Pakistan(caracterizado por el empleo de mármol trabajado con una gran exuberancia ornamental). 
   Este complejo de palacios reales, integrados en un recinto de planta irregular de 450 m de este a oeste, y 350 m de norte a sur, está circundado de una espesa muralla de fortificación construida en ladrillos cocidos y jalonada de bastiones y troneras. En su interior se agrupan hasta veintiún edificios monumentales, armoniosamente ensamblados entre sí y distribuidos entre patios y jardines siguiendo una trama ortogonal, cada uno de los cuales es un alarde de riqueza arquitectónica y decorativa. Destacan: 
   - El Diwan-i-Am, o Sala de Audiencias. Rodeado de un extenso patio porticado para la celebración de ceremonias, está separado de los apartamentos privados. Experimentó sucesivas reformas bajo los mogoles y los sijs. 
   - El Pabellón de los Espejos (Shish Mahal). Forma parte de los apartamentos privados del emperador, los que ostentan una decoración más lujosa, que se agrupan en el Mussaman Burj, un bastión añadido por Shah Jahan en el ángulo nororiental del Fuerte. De planta semioctogonal, muros y techos están revestidos de una intrincada ornamentación a base de espejuelos e incrustaciones de piedras semipreciosas, aplacados de mármol, e incluso frescos con temas figurativos (foto05). 
   - La Mezquita de la Perla (Moti Masjid). Construida por Jahangir, es una pequeña mezquita para uso real totalmente revestida en mármol blanco y de muy sobrio diseño, cuya sala de oración está coronada por tres cúpulas rebajadas. Su planta hace ángulo con la del resto de edificios, debido a la orientación de su qibla hacia la Meca. 
   - El Pabellón Naulakha. Es un pequeño quiosco de mármol con un pronunciado tejado curvo en estilo bangaldar, que se asoma a la ciudad a través de ventanas de finísimas celosías perforadas en planchas de mármol (foto06). 
   El Pabellón de Ranjit Singh se eleva en la gran plaza que conecta el portalón principal del Fuerte con la gran mezquita de Badshahi, y es un ejemplo de Vislumbres de Pakistanla arquitectura que se realizó en el breve periodo en que gobernaron los sijs en el siglo XIX (foto04). 
  
   La Mezquita Badshahi, construida por el último gran mogol Aurangzeb en 1673-76, para albergar varias reliquias, entre ellas un cabello del Profeta, es un oratorio real anexo al Fuerte de Lahore. Se trata de la mayor mezquita en superficie del subcontinente indio, muy parecida en estructura y alzado a la Mezquita Mayor de Delhi (foto08), con la diferencia de que la sala de oración está jalonada en sus esquinas por cuatro torretas octogonales rematadas por quioscos. El gran patio central del recinto (sahn), rodeado de arcadas, tiene a su vez en sus cuatro esquinas otros tantos alminares, de gran altura, que encuadran visualmente todo el conjunto (foto10). Sobre el rojo dominante de la arenisca de los muros contrasta la blancura de las cúpulas bulbosas de la sala de oración. Junto al pórtico monumental de entrada (foto09) hay una sala donde se custodian las reliquias del profeta Mohammed y de sus familiares. 
  
   El Mausoleo de Jahangir, emperador mogol hijo de Akbar y padre de Shah Jahan ('Rey del Mundo'), fue edificado en Shahdara, en las afueras de Lahore. Este espléndido monumento en arenisca roja y mármol blanco se eleva en medio de un extenso jardín de recreo, provisto de canales y estanques, al que se accede por cuatro pórticos monumentales de piedra arenisca de color rojizo. Este jardín perteneció en sus orígenes a la emperatriz Nur Jahan ('Luz del Mundo'), que fue quien ordenó la erección del mausoleo. El edificio central tiene una estructura baja y alargada sobre arquerías, en cuyas cuatro esquinas se yerguen sendos minaretes adosados de cinco pisos revestidos de mosaicos de piedras y coronados de quioscos con cúpula (foto11). El perfil general del edificio evoca el del soberbio mausoleo de Itimad-ud-daulah, padre de la emperatriz, que puede admirarse en Agra (India). 
   Los motivos de decoración al fresco, las incrustaciones de mármoles (foto12), los paneles con diseños geométricos de mosaico o jarrones florales, revelan influencias iraníes. El cenotafio de mármol en el centro del edificio es uno de los más lujosos que legaron los mogoles, ornamentado con incrustaciones de piedras semipreciosas que trazan dibujos vegetales, e inscripciones caligráficas con los '99 nombres de Alá'. 
 
  
Shalimar
  
   Los Jardines de Shalimar, construidos en 1642 por el emperador Shah Jahan en las afueras de Lahore, eran el lugar de esparcimiento de la corte real de los mogoles, y la sede oficial de recepciones del emperador y su séquito, cuando se trasladaba a Lahore. Abarcando una superficie de veinte hectáreas, y Vislumbres de Pakistanceñidos de una alta muralla erizada de almenas, los jardines se escalonan a lo largo de tres plataformas aterrazadas sucesivas. La primera y última reproducen el esquema del chahar bagh o cuádruple jardín, mientras que la parte central es una plataforma oblonga con un pabellón central provisto de miradores desde los que contemplar el paisaje (foto17).  En las terrazas se levantan gran número de pabellones, quioscos y residencias de verano, edificados en mármol y en piedra arenisca de un intenso color rojo. Entre ellos se abren bellos estanques y albercas (foto15), alimentados por las aguas de más de 400 fuentes, que corren por una red de canalizaciones y cascadas artificiales, creando entre los inmensos árboles de sus bosques y alamedas un sugestivo oasis de recogimiento y frescor, aislado del ajetreo urbano de la capital. 
   Los emperadores mogoles fundaron otros dos jardines que llevaban este nombre, uno en Delhi, totalmente desaparecido, y otro existente todavía en Srinagar, la capital de Cachemira, a orillas del lago Dal, construido por Jahangir en 1619-1620 y que sirvió de fuente de inspiración para los otros. Todos ellos seguían el concepto de jardín cerrado y organizado proveniente de tiempos de Timur, que seguía el esquema del 'chahar bagh' o terreno ajardinado dividido en cuatro partes por canales y calzadas axiales. 
   Los jardines de Shalimar, cuyos planos fueron encargados por el administrador Ali Mardan a instancias del emperador, constituyen un magnífico ejemplo del nivel de lujo, refinamiento y suntuosidad que llegaron a alcanzar  los mogoles en arquitectura y urbanismo, y de la habilidad con que lograron captar en toda su plenitud diversos elementos de la naturaleza para integrarlos en un conjunto lleno de encanto y de apacible atmósfera. Por desgracia, estos jardines sufrieron en su historia los estragos del abandono y de los saqueos, aunque a partir de 1972 se llevó a cabo una importante labor de restauración para devolver al lugar parte de su esplendor de antaño. 
   El Fuerte y los Jardines de Shalimar en Lahore fueron incorporados por la UNESCO como bien cultural a su Lista del Patrimonio Universal en 1981. 
  
  
   El cañón conocido como Zam-Zammah está instalado frente al Museo Arqueológico de Lahore (foto13). Se trata del cañón descrito por Rudyard Kipling en el arranque de su novela Kim: "A pesar de las órdenes municipales, Kim estaba sentado a horcajadas sobre Zam-Zammah, el viejo cañón que se alza sobre una plataforma de ladrillo enfrente de la Ajaib-Gher (la Casa Maravillosa, como llaman los indígenas al Museo de Lahore). Quien posea a Zam-Zammah, ese 'dragón que vomita fuego', posee todo el Punjab, porque el gran cañón de bronce es siempre lo primero que figura en el botín del conquistador." 
 
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6.  Peshawar. Ciudad fronteriza
 
   A 170 km al noroeste de Rawalpindi, esta populosa ciudad ha sido durante mucho tiempo punto clave en la línea divisoria entre Asia Central y el subcontinente indio. La provincia de la Frontera Noroeste es una zona montañosa que se interpone entre Afganistán y la península indostánica y alberga a las tribus pathan o pashtun, legendarias por su hospitalidad, sus códigos de honor y su hostilidad a los gobernantes extranjeros. Ni los mogoles, ni los sijs, ni los británicos lograron controlar la zona, y tras la partición de 1947, Pakistán continuó con la política inglesa de conceder una gran autonomía administrativa Vislumbres de Pakistany judicial a los territorios de los pashtun. 
   Desde la capital provincial de Peshawar hasta la frontera afgana y el Beluchistán, el gobierno del país sólo controla las principales carreteras. La provincia es también lugar de acogida para varios millones de refugiados afganos, desplazados por la invasión soviética y los conflictos armados subsiguientes, de las que la guerra contra los taliban emprendida a raíz de los ataques del 11S de 2001 ha sido el último episodio. Hoy la zona continúa siendo sumamente inestable, ya que su proximidad a las agrestes montañas afganas la hace susceptible de servir de refugio para facciones integristas. 
   Antiguamente la ciudad fue capital del reino de Gandhara, y era conocida como Parasawara o Purusapura. Su actual nombre de Peshawar (de 'pesh awar', o 'ciudad fronteriza') es atribuido al emperador mogol de la India Akbar (1556-1605). Hay referencias a Peshawar en la antigua literatura sánscrita, y en los escritos de historiadores clásicos como Estrabón, Arriano y Ptolomeo. La región de Peshawar fue anexionada en el siglo II a C por el rey greco-bactriano Eucratides. El célebre rey Kaniska la convirtió en capital del imperio kushana en el I d C. La religión budista era todavía hegemónica en el siglo V. Fue conquistada en 988 por los invasores musulmanes, y hacia el siglo XVI pertenecía a los afganos, que a su vez dependían de los mogoles. En 1834 estuvo bajo la autoridad de los sijs, y más tarde bajo los británicos (de 1849 a 1947). 
   Peshawar es la capital de los orgullosos pashtunes, miembros de tribus originarias del Irán oriental, nómadas o seminómadas en un alto porcentaje, cuyo predominio tribal en la zona a menudo ha conducido a reclamaciones para la creación de un 'Pashtunistán' independiente, ignorando la 'línea Durand' que, desde 1893, marca la frontera entre Afganistán y Pakistán. A causa de su posición estratégica, a sólo 15 km del legendario Paso de Khyber (vía prácticamente obligada para el acceso al subcontinente indio de todas las invasiones procedentes de Occidente, desde Darío y Alejandro Magno hasta Gengis Khan), cada conquistador que lo atravesaba se veía abocado a tomar la ciudad. Y al ser también lugar de paso forzoso para las caravanas de mercaderes en las rutas comerciales entre la India, Afganistán y Asia Central, Peshawar creció hasta convertirse en un próspero centro mercantil. Está conectada por la Grand Trunk Road (antigua arteria que recorría el norte del subcontinente indio) y por ferrocarril a Rawalpindi y Lahore, otras dos importantes etapas de las rutas caravaneras. Su gran bazar de Qissah Khawani (o 'calle de los narradores de cuentos'), donde se venden toda clase de artículos, desde utensilios de cerámica, cobre, madera y marfil, hasta calzados, pieles, brocados, cuchillos y pequeñas armas, da testimonio de su todavía pujante actividad comercial (ver en fotoAleph colección Bazares de Pakistán). 
   Sus edificios históricos incluyen el fuerte sij de Bala Hissar, el Gor Khatri (primero un monasterio budista y luego un templo hindú), y la Mezquita de Mahabat Khan, construida en estilo mogol en 1630, en tiempos del emperador Shah Jahan (foto30). El museo arqueológico alberga una singular colección de esculturas y reliquias históricas pertenecientes al budismo de la época Gandhara. 
 
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7.  Las necrópolis musulmanas de Chaukundi y Thatta
 
Vislumbres de Pakistan
Chaukundi

   
   A 30 km de Karachi en dirección a Thatta, puede verse sobre una colina despoblada un extenso cementerio islámico compuesto por curiosas tumbas de piedra tallada, de perfil piramidal escalonado sobre un plinto, algunas rodeadas de un peristilo (fotos 37, 38 y 39). Los símbolos tallados en los bajorrelieves de estos mausoleos dan información sobre el oficio, la categoría social y el sexo (si es varón, la estructura está rematada por un turbante, como en el caso de la foto 40) del difunto. Algunas de las tumbas son colectivas, albergando una familia. 
   Las tumbas fueron construidas entre los siglos XV y XIX.
  

Thatta
  
   La ciudad de Thatta fue capital del Bajo Sind de 1352 a 1739, y el principal centro comercial, educativo y artesanal del sur de Asia durante ese periodo. Su aislamiento geográfico, en medio de la desértica zona costera donde el Indo desemboca en el mar de Omán, propició el desarrollo autónomo de una escuela artística de carácter marcadamente regional. Hoy día no quedan en esta capital sino meros vestigios de su pasada grandeza. 
   Entre los monumentos de Thatta destaca la gran necrópolis de Makli, que se extiende sobre la meseta del mismo nombre, y que con sus 364 hectáreas de superficie es la más amplia de Oriente. Cuenta con más de medio millón de lápidas funerarias, tumbas y mausoleos de príncipes, ministros, gobernantes, santos, poetas, militares e individuos pertenecientes al pueblo llano, datadas entre mediados del siglo XIV y mediados del XVIII. Es decir, bajo las cuatro dinastías regias que gobernaron el Sind: Sammah, Argun, Tarkhan y Mogol. 
   Los mausoleos más grandes responden a dos estilos diferentes: los construidos en piedra con una  delicada talla de tracería en bajorrelieve, y los construidos en ladrillo revestidos de azulejos esmaltados (es característico el especial color azul de la cerámica esmaltada de Thatta). Bajo los príncipes Sammah se realizaron las finas esculturas de losas sepulcrales, combinadas con una compleja labor de encaje de los muros. Un buen ejemplar de este estilo es la tumba del príncipe Jam Nizamuddin. 
Vislumbres de Pakistan   Bajo los soberanos Argun y Tarkhan empezó a proliferar la edificación de ladrillo, con una gran variedad de soluciones arquitectónicas que revelan una fuerte influencia de Irán y Asia central. El gran mausoleo de Mirza Isa Khan (gobernador tarkhan de Thatta entre 1627 y 1644), construido en piedra hacia 1640 (foto45), es una excepción: el mausoleo está rodeado de un peristilo de esbeltas columnas trabajadas con finos bajorrelieves de motivos florales entrelazados (foto46), tal y como lo están el resto de los muros. Junto a este mausoleo destacan las tumbas de los familiares de Mirza Isa Khan, que exhiben una delicada decoración de bajorrelieve en piedra de poca profundidad. 
   En la zona urbana baja, que se extiende por la llanura al pie de la colina de Makli, destacan entre otros monumentos la Mezquita aljama (Jama Masjid) de Shah Jahan, comenzada en 1647, en conmemoración de la estancia del emperador en Thatta. Cuesta reconocer en este edificio los rasgos característicos del estilo imperante en tiempos de Shah Jahan, el constructor del Taj Mahal, con sus elegantes y abarrocados relieves florales sobre mármol, coloreados con incrustaciones de piedras semipreciosas. Aquí el estilo general es mucho más sobrio, y viene determinado por la naturaleza de las materias primas predominantes en el lugar: el ladrillo cocido, el azulejo, la loza y la cerámica esmaltada. 
   El gran patio central rodeado de iwanes (grandes pórticos que sobresalen por encima de la línea de fachada) repiten la estructura básica de las grandes mezquitas iraníes, lo cual es indicio de los fuertes lazos que unían el Sind con Irán. La cúpula de semiesfera se apoya en arcos que se entrecruzan formando redes de trompas (foto41), y está revestida de una caleidoscópica decoración de azulejos esmaltados dispuestos concéntricamente en torno a un medallón central, en el inconfundible estilo de los persas safávidas (foto42). En 1658 se añadió la gran portada oriental, y se amplió el lado oeste para incorporar dos pequeños patios gemelos. La luz se filtra en el recinto central a través de celosías en el muro de la qibla, perforadas al nivel de la calle. Muros y arcos están totalmente recubiertos de loza esmaltada. Los azulejos de baldosa cuadrada se combinan con labores de mosaico alicatado para desplegar todo un muestrario de dibujos geométricos de vivos colores (blanco, rojo, azul turquesa y azul cobalto) e imaginativas composiciones (foto43). 
   Los monumentos históricos de Thatta pertenecen desde 1981 al Catálogo del Patrimonio Mundial de la UNESCO. 

   El último enclave de Pakistán que ha sido incorporado a la Lista de la UNESCO, en 1997, es el Fuerte de Rohtas, un poderoso complejo fortificado construido por Sher Shah Suri tras derrotar al emperador mogol Humayun. Puede verse en la ciudad de Jhelum, en el Punjab pakistaní, que ocupa una estratégica posición en la Grand Trunk Road, a medio camino entre Lahore y Rawalpindi. Provisto de más de 4 km de murallas, jalonadas de bastiones y perforadas de portales monumentales, el Qila Rohtas constituye un señero ejemplo de la primera arquitectura militar musulmana en el centro y sur de Asia. 
 
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VISLUMBRES DE PAKISTÁN
  
8.  Bibliografía

  
- Brown, Percy. Indian Architecture. Tomo I: Buddhist and Hindu Periods. Tomo II: Islamic Period (D. B. Taraporevala Sons & Co, Bombay, 1975-1976)
- Gerhard Franz, Heinrich. La antigua India. Historia y cultura del subcontinente indio (Plaza & Janés Editores, Barcelona, 1990)
- Harle, J.C. Arte y arquitectura en el subcontinente indio (Ediciones Cátedra, Madrid, 1992)
- Lane Fox, Robin. Alejandro Magno, conquistador del mundo (Acantilado, Barcelona 2007)
- Michell, George. La arquitectura del mundo islámico (Alianza Forma, Alianza Editorial, Madrid, 1985)
- Sivaramamurti, C. El arte de la India (Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 1975)
- Tillotson, G.H.R. La India de los mogoles (Editorial Debate, Madrid, 1991)
- UNESCO. El Patrimonio Mundial (Ediciones San Marcos)
 
 
 


 
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   Todos los colores, aromas y sonidos de Oriente se dan cita en estos bazares para ejercer su hechizo sobre nuestros sentidos.

  
 
 



 
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Indice de textos 
La República Islámica de Pakistán
Mohenjo-Daro y la civilización del Valle del Indo
Taxila y el arte greco-búdico
Takht-i Bahi. Un monasterio en las montañas
  
  
Lahore. El lujo imperial de los mogoles
Peshawar. Ciudad fronteriza
Las necrópolis musulmanas de Chaukundi y Thatta
Bibliografía
Indices de fotos
Indice 1   Lahore
Indice 2   Lahore. Shalimar. Taxila
Indice 3   Takht-i Bahi. Peshawar. Mohenjo-Daro
Indice 4   Chaukundi. Thatta

  



 
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