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Cuando los acantilados, los riscos y los peñascos se esculpen para crear templos, tumbas y estatuas de dioses, surgen la arquitectura y la escultura rupestres, el arte de las rocas. Turquía, además de puente oriente-occidente, y cuna de civilizaciones, es uno de los países más ricos en tesoros arqueológicos del mundo pre-clásico y clásico, entre los que se da una de las mayores concentraciones de obras de arte rupestre, de distintas épocas y culturas. Hititas, frigios, licios, cilicios y capadocios fueron algunos de los pueblos que cincelaron las montañas turcas para hacer inmortal su memoria. |
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Indices
de fotos Indice general Indice 1 Hititas Indice 2 Frigia Indice 3 Licia Indice 4 Cilicia Indice 5 Capadocia |
Indice de
textos 1 La arquitectura y escultura rupestres en la antigua Anatolia 2 HITITAS. El imperio que desafió a Egipto Alaca Höyük Hattusa Yazilikaya 3 FRIGIA. El reino de Midas Arslankaya La Ciudad de Midas Kümbet 4 LICIA. Ciudades de los muertos Telmessos Pinara Xanthos Myra |
5 CILICIA, la olvidada Adamkayalar Korykos Kanytele Ura 6 CAPADOCIA. El paisaje del que están hechos los sueños 7 Bibliografía Otras colecciones de fotos de Turquía en fotoAleph Otros parajes con arquitectura rupestre en fotoAleph |
1. La arquitectura y escultura rupestres en la antigua Anatolia |
Vi una
pequeña esfera tornasolada, de casi
intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego
comprendí que ese movimiento era una ilusión producida
por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El
diámetro del Aleph
sería de dos o tres centímetros, pero el espacio
cósmico estaba ahí, sin disminución de
tamaño. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto... (Jorge Luis Borges, extractos de El Aleph) Vi las montañas de la antigua Anatolia, atormentadas por la erosión hasta crear extraños paisajes más propios de los sueños que de la realidad. Sus paredones rocosos estaban esculpidos por el cincel del hombre para edificar templos, tumbas y ciudades troglodíticas. Vi, plasmadas en roca viva, las efigies de los dioses y los reyes hititas. Vi los santuarios de la remota Frigia, el país del rey Midas, que transmutaba en oro lo que sus manos tocaban. Vi las necrópolis de Licia, ciudades de los muertos poblando la región donde tenía su guarida la monstruosa Quimera. Vi, convertidas en iglesias, las fantásticas chimeneas de las hadas de Capadocia. Vi la arquitectura y escultura rupestres de Turquía, señeras manifestaciones del arte de los acantilados. |
Cuando el arte moldea la
naturaleza El arte rupestre, el arte de las rocas, es un fenómeno que se da en todo el mundo antiguo, con múltiples manifestaciones en Europa, Asia y África y que perdura hasta la Edad Media, siendo la Anatolia, en la hoy Turquía, abundante en magníficos ejemplos de este espacio ambivalente donde la arquitectura y la escultura se imbrican entre sí y a la vez se hacen una con la naturaleza. Conviene ante todo precisar que en los textos que siguen utilizaremos la expresión 'arte rupestre' en un sentido que no es el más habitual en castellano. Aunque cuando hablamos de arte rupestre hacemos por lo común referencia a las pinturas y dibujos realizados en la Prehistoria en algunas rocas y cavernas, nos vamos a remitir a la acepción más genérica de la palabra 'rupestre' –perteneciente o relativo a las rocas y peñascos (del latín 'rupes': roca)–, para ampliar su significado a otros ámbitos y otras épocas. ¿Arte de las rocas? ¿Arte de los peñascos? Así podríamos describir en pocas palabras este campo, a falta de una terminología más ajustada –en inglés se emplea 'rock-cut', 'tallado en roca', que matiza el concepto–, si nos atenemos a la mera contemplación de los innumerables ejemplos que nos han legado sus antiguos artífices. Acantilados tallados en forma de santuarios. Paredes de montaña acribilladas de tumbas, lujosas como mansiones. Estatuas de dioses, de reyes, de nobles, de animales, esculpidas en peñas vertiginosas y riscos inaccesibles. Chimeneas de las hadas transformadas en iglesias. Ciudades subterráneas horadando peñones hasta convertirlos en gigantescas termiteras. De los templos de Abu Simbel en el Nilo a los budas gigantes cincelados en montañas del lejano oriente, pasando por Petra, Bamiyan, Ajanta o Lalibela, el arte rupestre abarca muchos países y épocas, combina varias disciplinas (arquitectura, escultura y pintura, amén de las técnicas de cantería) y posee las más diversas funciones y estilos. Lejos de oponerse o sustituir a la arquitectura tradicional de madera, ladrillo o sillar, la complementa y le da otra dimensión. A menudo inusitada, pues no es lo mismo tallar un edificio que construirlo. No hay aquí una frontera entre el arte arquitectónico y el escultórico. Ni entre lo artificial y lo natural. La arquitectura es escultura. Y la escultura se funde con la orografía. Los acantilados son templos. Los peñascos son santuarios. Las paredes de los precipicios, necrópolis. O galerías de estatuas. Una arquitectura con sus propias
leyes ![]() Eternas artes, vida breve La arquitectura rupestre, al mimetizar las formas de la arquitectura normal, nos permite paradójicamente hacernos una idea muy exacta de cómo serían las casas y construcciones de madera de la época correspondiente, de las que no suelen quedar rastros arqueológicos por lo efímero de los materiales empleados. Las mismas vigas de madera, los mismos dinteles y jambas, las mismas puertas de cuarterones con sus claveteados de hierro, son reproducidos al detalle –pero traducidos al lenguaje de la piedra– en el edificio rupestre, pese a tratarse de elementos completamente innecesarios, pues no hay techos que sostener, no hay empujes de bóveda que contrarrestar, no hay puertas que abrir o cerrar. Donde eran menos necesarios, es donde más han durado. Blanda madera convertida en indeleble piedra, como si experimentara una especie de fosilización. Fósiles de casas, fósiles de templos y mausoleos, que nos permiten vislumbrar cómo sería un modo de vida extinguido hace siglos. Y es que el arte rupestre tiene vocación de eternidad. El tiempo barre las realizaciones de los hombres como si fueran castillos de naipes, pero lo tiene más arduo con los montes. Frente a la brevedad de la vida humana, la duración de una montaña se acerca a lo eterno. Sufre ésta los embates de la erosión, terremotos, fallas, avalanchas, derrumbes, y los resiste casi incólume. El hombre sería para los griegos la medida de todas las cosas, pero el calendario de las eras geológicas no está sincronizado con el calendario de las horas del hombre, del mismo modo que el tamaño de un Himalaya no es parangonable con las insignificantes dimensiones de los hormigueros humanos. Por eso la montaña simboliza lo inabarcable, lo inaccesible, lo sagrado, lo imperecedero. Por eso el monte Kailasha es hogar de Siva, y el Olimpo, sede de los dioses helenos. Montañas: moradas de los inmortales. Es así como el arte rupestre, el arte de los acantilados, recibe de las eternas montañas su cuota de inmortalidad, y tiende a sobrevivir cuando las ciudades ya no son sino ruinas, o cimientos irreconocibles, o simples montones de tierra y cascotes comidos por la maleza. A menudo es lo único que queda en lugares donde todas las demás construcciones han desaparecido por completo, escamoteadas por el tiempo, y a consecuencia de ello los monumentos tallados en roca se convierten en valiosos y raros testimonios, muchas veces únicos, de lo que allá hubo. Turquía, caleidoscopio de
culturas Hablamos de culturas distintas y distantes, pero
parece
como si hubiera un hilo conductor que atravesando los milenios las
uniera
en lo que respecta a la transmisión, de generación en
generación,
de las técnicas, pero más que nada del concepto, del arte
rupestre. Frigia, Cilicia y Capadocia fueron algunos de los muchos
estados
independientes que se sucedieron en la historia de Anatolia, y siendo
regiones
pródigas en restos rupestres, resulta significativo el hecho de
que todas ellas hubieran vivido en su tiempo bajo la férula de
los
hititas. Un recorrido visual por la
Turquía
rupestre |
2. Hititas. El imperio que desafió a Egipto |
Conocemos
con el nombre
de 'hititas' al antiguo pueblo indoeuropeo originario de la
península
anatólica que en el segundo milenio antes de Cristo creó
un poderoso imperio, el primero de los que iban a sucederse sobre las
tierras
de la actual Turquía. El reino hitita alcanzó su
cénit
hacia el siglo XIV a C y fue un serio rival de Mesopotamia y del
imperio
faraónico egipcio, llegando a entablar confrontaciones
bélicas
con el mismísimo Ramses II. ![]() Los hititas hablaban una lengua indoeuropea, escrita en signos cuneiformes, como lo pueden atestiguar las incontables tablillas de arcilla halladas en Hattusa, fechables entre 1400 y 1200 a C, entre las que se hallan copias de escritos del Viejo Reino Hitita que serían los más antiguos textos indoeuropeos conocidos. Posteriormente desarrollaron también un sistema jeroglífico de escritura. Las tablillas de Hattusa han proporcionado gran cantidad de información sobre las costumbres y ritos religiosos de los hititas. Sabemos por ellas que practicaban una religión politeísta, tolerante con otros cultos, que contaba con deidades tanto anatolias, como sirias y hurritas. Cuando el rey moría, se convertía en divinidad, en una especie de delegado terrestre del dios del cielo y de las tempestades. La de los hititas era una sociedad de tipo feudal, de economía básicamente agraria, compuesta por hombres libres, artesanos y esclavos. Siendo la Anatolia un país rico en metales, el hierro, el cobre y el bronce fueron materias primas con las que fabricaron armas y artefactos, que contribuyeron a incrementar su poderío militar. Usaron también los metales como base para sus transacciones mercantiles. Los
hititas. Breve historia El arte hitita Indice de textos
Alaca Höyük En las ruinas de Alaca Höyük, arqueólogos turcos han sacado a la luz gran cantidad de utensilios de oro, plata y bronce, de gran belleza, de la época de los hatti, los antepasados de los hititas (tercer milenio a C). Entre ellos, los extraños estandartes de culto en bronce cuyo curioso diseño sería una representación del cosmos (custodiados hoy en el Museo de las Civilizaciones Anatólicas, de Ankara), y que demuestran el avanzado estado de la metalurgia y el alto grado de refinamiento en las artes plásticas a que habían llegado estas gentes. Pero lo que hoy puede verse en Alaca Höyük, un pequeño poblado a 36 km de Hattusa, son las fascinantes ruinas de la que fue una potente ciudad hitita, engrandecida en la época de mayor auge del imperio. Se discute aún si pudo ser Kushara (una de las primeras capitales de los hititas) o Arinna (una ciudad célebre por su templo a la diosa del Sol). Sólo un tercio del höyük (cerro) de Alaca ha sido excavado. Durante su etapa hitita (1450-1200 a C), la ciudad fue fortificada con una poderosa muralla de tierra y grandes bloques de piedra, atravesada, como la de Hattusa, por grandes portalones. La Puerta de las Esfinges (siglo XIV a C) era la puerta principal de la ciudad, orientada al sur (foto01). Estaba flanqueada por dos grandes esfinges monolíticas a modo de guardianes o centinelas que impedían la entrada a seres y espíritus malignos. En la jamba que forma el lateral de la esfinge de la derecha, un bajorrelieve representa a un dios hitita descansando sobre un águila de dos cabezas que aferra conejos con sus garras. Son famosos también los ortostatos de Alaca Höyük, grandes losas de piedra fijadas a modo de zócalo en las partes bajas de los muros de los edificios importantes, y que están talladas con relieves describiendo las más variopintas escenas. Los ortostatos que se pueden ver in situ, adosados a diversos puntos de la muralla, son facsímiles, estando los originales expuestos en el Museo de Ankara. La costumbre de ornar los monumentos con ortostatos continuó con los neo-hititas y se transmitió a Asiria. Indice de textos Hattusa (Bogazköy) En el corazón de la meseta anatolia, provincia de Corum, junto a Bogazköy, un pequeño pueblo de campesinos que sobrevive en una región perdida entre cerros y páramos salpicados de roquedos, yacen las dispersas ruinas de la que antaño fue capital del Imperio Hitita: Hattusa. Primitivo núcleo de población hatti (de donde toma su nombre), Hattusa es uno de los más antiguos asentamientos humanos del mundo, tras los de Mesopotamia. El sitio ha sido sistemáticamente excavado durante años por arqueólogos alemanes. La ciudad ocupaba una accidentada llanura en pendiente, estratégicamente bien situada a efectos de defensa, con una extensión en su momento de esplendor de 2,1 km de norte a sur y 1,3 km de este a oeste. Hacia el siglo XIII a C la ciudad fue fortificada en todo su contorno con una doble muralla de aparejo ciclópeo de unos 7 km de perímetro, perforada por ocho puertas monumentales. Dentro del recinto, la ciudad se distribuía a dos niveles. En la ciudad baja todavía pueden verse los impresionantes cimientos del gran templo del dios de la tempestad Hatti y de la diosa solar Arinna (de 150 x 135 m de planta), que estaba rodeado de un complejo de tiendas, almacenes, talleres y escuelas. Algunas enormes tinajas de cerámica usadas para almacén de grano se mantienen in situ, y también se ha hallado aquí toda una biblioteca de tablillas de arcilla con escritura cuneiforme, que ha proporcionado el mayor caudal de información sobre los ritos y costumbres de este remoto pueblo sepultado bajo el polvo del tiempo. Otros cuatro recintos han sido clasificados también como templos, aunque no unánimemente, ya que de estos presuntos santuarios religiosos sólo queda un conjunto apenas reconocible de instalaciones rituales, tan rudamente edificadas que muchos especialistas consideran que no son sino meras viviendas privadas. Sea como fuere, estas estructuras se caracterizan por la total asimetría de su planta y la ausencia de columnas o capiteles. Tampoco se ha encontrado un solo ejemplar de estatuas de culto exentas. La mayoría de las imágenes religiosas que han sobrevivido de los hititas consisten en relieves rupestres. En la ciudad alta, destaca coronando un gran peñón la ciudad-fortaleza de Büyükkale, que era la residencia real y ya fue sede del poder durante el periodo pre-hitita. Hay también otros promontorios fortificados, como los de Sarikale y Yenicekale. Indice de textos Los lienzos septentrionales de la gran muralla
son los
mejor conservados, destacando la Puerta Real al este y la Puerta de los
Leones al oeste, así como la poterna de Yerkapi al norte, un
túnel
bajo la muralla de 70 m de largo con una falsa bóveda de bloques
ciclópeos. La doble muralla, con sus torres defensivas se alza
sobre
un talud de tierra recubierto de piedra, protegido, a su vez, por un
parapeto
de piedra. Sostenía una superestructura en adobe, de la que
apenas
quedan trazas. Santuario rupestre de Yazilikaya El santuario hitita de Yazilikaya (1275-1220 a C) se compone de un conjunto de grandes peñascos naturales de forma irregular, cuya disposición interna forma un laberinto de estrechos pasillos entre altas paredes más o menos verticales (foto03). Muchas de estas paredes están esculpidas con bajorrelieves representando dioses y reyes, y el conjunto está considerado como la obra maestra del arte hitita. Yazilikaya (nombre moderno turco que significa 'roca inscrita') era un lugar sacro para los hititas. Consagrado por Hattusilis III (1275-1250 a C), su construcción fue continuada por Tudhaliya IV (1250-1220 a C). La parte natural del santuario estaba complementada con otra parte construida en sillares, que eran los propileos de acceso al recinto, erigidos en tres periodos diferentes, y de los que no quedan sino cimientos. En cambio la zona rupestre ha resistido mejor el paso del tiempo, y conserva en las verticales de sus peñascos una colección única de relieves al aire libre, como si fuera una galería de retratos que nos proporcionara, pese a los estragos de la erosión, la más vívida pintura de las divinidades masculinas y femeninas del panteón hitita, así como de los altos personajes que rigieron aquella civilización. A cierta altura de las paredes de los desfiladeros de Yazilikaya corren frisos en los que se inscriben teorías ordenadas de dioses y diosas, en bajorrelieve de cuerpo entero y de perfil, que parecen marchar en fila india hacia las partes más recónditas del santuario (foto04). Se puede contar un total de sesenta y tres divinidades, una reducida muestra de los 'mil dioses' del Imperio Hitita. La disposición de todos los personajes sigue un programa premeditado. En las paredes del lateral oeste del desfiladero principal se distinguen en sucesión las deidades masculinas representadas de perfil y mirando hacia su izquierda, mientras que el lateral opuesto exhibe las deidades femeninas encaradas hacia la derecha, como si fueran dos procesiones que terminaran por converger en la capilla natural del fondo del desfiladero, donde Hatti y Arinna, dios y diosa supremos del panteón, y que encabezan sus respectivos cortejos, se encontrarían cara a cara. Indice de textos Hay estudiosos que discrepan de esta
interpretación.
Dado que no era habitual entre los hititas representar la figura humana
de frente (con la excepción del monumento de Eflatunpinar), los
dioses de Yazilikaya no marcharían en procesiones, sino que
estarían
dispuestos uno a continuación de otro, posando ceremonialmente
ante
el espectador. La división en grupos de deidades masculinas y
femeninas
no es rígida: tres diosas se intercalan en el lado de los
dioses,
y un dios en la fila de las diosas. Entre las divinidades no identificadas, destaca
por su
buen estado de conservación un desfile de doce dioses armados
que
progresan en apretada fila (fotos 05, 06 y 07).
Todos ellos van tocados con un gorro cónico y blanden una espada
de lámina curva. El friso está cubierto de una
pátina
ocre que le confiere un acabado como pulido, al igual que ocurre con
las
figuras de Kulita y Ninatta, y la del rey Tudhaliya. Otras obras rupestres del arte
hitita |
3. Frigia. El reino de Midas |
En
el I milenio a
C y en la
parte centro-oeste de Anatolia, florece un pueblo heredero y a la vez
sustituto
de los hititas: los frigios, cuya cultura está muy entroncada
con
el mundo griego, pero también con otros modelos orientales de
sociedad,
como las de los neo-hititas y los urartianos. Los griegos les llamaban phryges, y de ahí el nombre de Frigia para la región desde cuya capital, Gordion, irradiaba su poder. Por medio de una confederación con otros pueblos de Anatolia, llegaron a dominar toda la península, en el intervalo histórico que va desde el colapso del ![]() De posible origen tracio, los frigios se fueron asentando en la meseta anatólica desde finales del II milenio a C, aunque las primeras huellas seguras encontradas en Asia Menor datan del siglo VIII a C (se han exhumado hallazgos en Alisar, Bogazköy, Alaca Höyük y Gordion). Tras la desintegración del estado hitita, los frigios se trasladan a las altiplanicies centrales y establecen su capital en Gordion (un sitio junto al río Sangarius ocupado desde principios del Bronce Antiguo y que fue también urbe hitita, como lo prueba la existencia de una importante necrópolis). En Gordion se han excavado edificios públicos frigios tipo megaron (antecedente del templo clásico grecorromano) y mausoleos reales bajo túmulos, así como viviendas con suelos ornados de incipientes y rústicos mosaicos, que podrían ser los restos más antiguos existentes de tal modalidad artística (VIII-VII a C). Gordion está también asociado a la leyenda del 'nudo gordiano'. En su marcha sobre Anatolia, Alejandro Magno llegó a la capital de Frigia en el 333 a C y allí le fue presentado un carruaje del antiguo fundador de la ciudad, Gordius, cuyo yugo estaba atado al mástil con un nudo intrincadísimo que sólo podría ser desatado por aquél que conquistara Asia. Los relatos populares cuentan que Alejandro deshizo el nudo con un contundente tajazo de su espada y pudo proseguir su exitosa campaña hasta la India. Indice de textos Los frigios construyen por primera vez en
Anatolia una
red de carreteras, que será más tarde utilizada por los
persas.
Hacia el 730 a C, el imperio asirio se anexiona la parte oriental de la
confederación, y el centro de gravedad del poder anatolio se
desplaza
más a occidente. El legendario rey Midas funda entonces el
imperio
frigio, de efímera trayectoria (725-625 a C). El arte frigio refleja cierta influencia de la
decoración
pictórica de las vasijas de las islas Cícladas. De hecho,
los motivos ornamentales de los edificios parecen extraídos de
la
cerámica y llevados a gran escala. Los diseños repiten
los
que aparecen en las tejas de cerámica vidriada y en los paneles
arquitectónicos de terracota hallados en otros
lugares (Pazari), que exhiben también figuras humanas y de
animales. Arslankaya. La 'Roca del León' El bucólico paisaje rural de este enclave de la antigua Frigia (en los alrededores del villorrio de Ligen, a unos 40 km de Afyonkarahisar) está erizado de promontorios rocosos que la erosión ha modelado con las más caprichosas formas, habiendo sido algunos de ellos además esculpidos en ![]() Estamos ante un monumento votivo cincelado entre el 900 y 650 a C en una roca de toba blanda. Se compone de un nicho rupestre, de no mucha profundidad; en su pared de fondo sobresale una figura humana (probablemente la diosa Cibeles) flanqueada por dos leones en pie sobre sus patas traseras y con las delanteras sobre la cabeza de la estatua, como protegiéndola, en una composición simétrica. La fachada, de decoración de motivos geométricos, está coronada por un frontón triangular enmarcando a otros dos animales (¿leones o esfinges?: la erosión impide saberlo con certeza) a uno y otro lado de un pilar prismático (foto14). Finalmente, la pared lateral del monumento luce en casi toda su altura el magnífico relieve de un gigantesco león rampante, que produce en el ánimo del espectador una poderosa impresión de grandiosidad y agreste belleza. Como en todas las obras rupestres, estos distintos componentes forman un todo monolítico, tallado en una sola roca. No muy lejos de allí, perdidos en medio de los campos, olvidados, casi desconocidos, el caminante puede descubrir otros sugerentes monumentos rupestres que legaron los frigios a la posteridad. Ofrecemos como muestra un templete votivo dedicado a la diosa Cibeles, donde se advierte claramente su proceso de deterioro (foto15). Una buena porción del peñasco se ha quebrado y yace sobre tierra, mientras el abandono y la erosión, si nadie le pone remedio, continúan con su lenta pero imparable labor destructiva. En muchos campos de los alrededores se pueden ver cultivos de opio o adormidera. El mismo nombre de la ciudad de Afyonkarahisar (el 'Castillo Negro del Opio', que se abrevia como Afyon, 'Opio') pregona que esta planta ha sido desde antiguo uno de los recursos agrícolas de la comarca. Indice de textos La Ciudad de Midas (Midas Sehri, Yazilikaya) Junto a la aislada y poco visitada aldea de Yazilikaya (a 70 km de Afyon; no confundir con la Yazilikaya de Hattusa), en medio de un paisaje estepario tachonado de coníferas y arbustos, se yergue una recortada meseta rocosa de afilados perfiles, rodeada de acantilados verticales en todo su perímetro. Se trata de la acrópolis de la que fue una importante ciudad y centro ceremonial frigio. Hoy es conocida con el sobrenombre de Midas Sehri o 'Ciudad de Midas'. ![]() En la época neo-hitita (ss VIII-VII a C) ya se habían moldeado bajorrelieves en las paredes de esta fortaleza natural, situadas sobre las escaleras que conducían a la acrópolis. A duras penas se pueden discernir, por lo borradas que están a causa de la intemperie, unas pequeñas figuras humanas de perfil, portando bastones, y la silueta de otro ser humano de pie, con cabeza de felino. Indice de textos Pero el monumento que más llama la
atención
en la Ciudad de Midas se divisa desde lejos. Es la popularmente
conocida
como 'Tumba de Midas'. Se trata de una fachada de templo
recortada
a cincel en un paredón de un acantilado que domina sobre el
pueblo
de Yazilikaya (foto16).
El plano vertical de su frontispicio, teñido de un color rojizo
tostado, contrasta vivamente con los tortuosos perfiles de los
peñascales
vecinos. No es éste el único edificio
rupestre destacable
en la Ciudad de Midas. Por todo el contorno de la acrópolis se
abren
habitáculos rupestres a distintas alturas, muchos ya de
época
bizantina (foto19),
así como tumbas, nichos y altares. Las escaleras y rampas de
ascenso
a la meseta eran también talladas en roca. Hacia el centro del
altozano
se halla, sobre una plataforma escalonada, un curioso trono rupestre de
elaborado respaldo, acompañado de otra inscripción en
caracteres
frigios. Servía una vez más para instalar sobre él
una estatua de Cibeles. ![]() Kümbet Cerca de la Ciudad de Midas, pueden encontrarse olvidados por los campos o en medio de algunas aldeas, un buen número de monumentos y tumbas rupestres. En el pequeño pueblo de Kümbet, antiguamente llamado Meros, los campesinos pueden guiar al visitante hasta uno de estos templos votivos, de gran belleza y casi desconocido (foto23). Consta de una cámara doble a la que se entra por una fachada rematada con un frontón, superpuesto a un ancho friso con dos leones a uno y otro lado de un jarrón con asas, en una composición simétrica. Sobre los dos planos inclinados del frontón corre una banda de motivos vegetales, que crecen y se ramifican en los vértices, como anticipando las acróteras y remates de los templos griegos (foto24). En la zona entre Eskisehir y Afyon, pueden
encontrarse
otros monumentos rupestres de la época frigia. Mencionaremos el
monumento de culto de Arezastis, el de Maltas (ambos
parecidos
a la Tumba de Midas), y los relieves de una tumba rupestre en Kirik
Arslantas, muy arruinados, entre los que se distinguen un
león
y un guerrero matando con su lanza a una gorgona. |
4. Licia. Ciudades de los muertos |
Los
licios,
citados por Homero
en la Iliada como aliados de los troyanos en la guerra de Troya, se
asentaron
en el litoral sur de Anatolia probablemente hacia el siglo XIII a C,
fijando
su capital en Xanthos. Son mencionados asimismo con el nombre de lukka
en textos egipcios, hititas y ugaríticos como un pueblo
encajonado
entre el Imperio Hitita al norte y los griegos aqueos en la costa.
Poseían
una lengua indoeuropea única, habiendo sido registrado un gran
número
de textos epigráficos licios en Xanthos y Letoon, grabados en su
mayoría en rocas o sobre ![]() Hacia el siglo VIII a C, los licios empiezan a sonar en la Historia como un pujante pueblo de gentes marineras, organizadas en una confederación de ciudades-estado llamada Liga Licia. Los licios conservaron su independencia durante las sucesivas hegemonías de Frigia y de Lidia, a la vez que mantenían intercambios comerciales y culturales con los griegos, pero cayeron bajo el poder de los persas, tras oponer una heroica resistencia a las fuerzas armadas de Hárpago, general del ejército de Ciro. Bajo la Persia aqueménida, y más tarde bajo los seléucidas y los romanos, Licia disfrutó de una cierta autonomía y pudo conservar su antiguo sistema confederal hasta tiempos de Augusto. Luego fue anexionada a Panfilia, y a partir del siglo IV d C vuelve a ser una provincia separada. La antigua Licia comprendía la comarca marítima en la costa sudoeste de la Anatolia entre la Caria y la Panfilia, conocida como península de Teke, extendiéndose tierra adentro hasta la cordillera de los montes Taurus. La línea costera está hoy delimitada entre las ruinas de Caunus al oeste y la ciudad de Antalya al este. Región bella y misteriosa, cuna de leyendas clásicas, Licia está volcada al mar por el empuje de sus montañas calcáreas, que caen en vertical hasta las aguas. El litoral es una sinuosa sucesión de abruptos acantilados boscosos contra los que chocan las olas del Mediterráneo, interceptado a intervalos por hermosas playas de arena o rocas, caletas, radas, puertos pesqueros y ruinas antiguas, a veces sumergidas en el mar. Indice de textos En la mitología griega, Licia era el
país
donde tenía su guarida la Quimera, monstruo con cabeza de
león
y cuerpo de cabra y dragón, que lanzaba llamaradas de fuego por
la boca. Un recóndito yacimiento cerca de la costa se llama
Chimaera,
en referencia a esta bestia mítica, que devastó Caria y
Licia.
La leyenda narra que fue muerta por el héroe Belerofonte, hijo
de
Glauco y nieto de Sísifo, montado sobre el corcel alado Pegaso.
Una vez más la realidad parece abonar el mito cuando en la
remota
Chimaera actual se alcanza un paraje desolado y sin vegetación,
de cuyas grietas sale constantemente metano ardiente, cerca de los
restos
del templo de Hefesto, dios griego del fuego y la fragua. Un arte para el Más
Allá ![]() Telmessos (Fethiye) El núcleo urbano de Fethiye, la mayor población actual de la costa licia, ha crecido sobre el emplazamiento de la antigua Telmessos, a orillas de una resguardada bahía con catorce islotes, cerca de la frontera con Caria. Telmessos es mencionada por primera vez como ciudad perteneciente a la Liga ático-delia, en el s V a C. En el IV está bajo el dominio de Arbinas, rey de Xanthos. Bajo Antipatrides cae en poder de Alejandro Magno. Telmessos pasa a ser administrada por los ptolomeos, luego por los seléucidas, los atálidas de Pergamo y por fin los romanos. A partir del 133 a C, la villa era una de las seis ciudades más importantes de la Liga Licia. Poco queda del casco urbano de la antigua Telmessos: un solitario sarcófago licio exento rescatado del fondo del mar, uno de los más elaborados especímenes de esta modalidad de sepultura, consistente en una cámara sepulcral en forma de torre coronada por una nave invertida ornada de relieves. En cambio, la necrópolis rupestre en los acantilados de las afueras es lo mejor conservado del sitio, y una de las más características 'ciudades de los muertos' licias (foto25). La monumental tumba de Amyntas se halla excavada junto a otras más pequeñas en la pared del acantilado. Reproduce la fachada de un templo griego con dos columnas jónicas y dos pilares de antis sosteniendo un frontón con acróteras sobre un friso en platabanda y una cornisa de modillones. La cámara está cerrada por una falsa puerta, con todos sus detalles (cuarterones, cabezas de clavo) copiados en piedra. Dentro, el cadáver era depositado sobre una bancada corrida. En el frontón, una inscripción proclama: 'Amyntas, hijo de Hermapios'. Está datada en el siglo IV a C. No lejos se abren otras sepulturas monumentales en forma de fachada de templo, o de viviendas de dos y hasta tres pisos. Indice de textos ![]() Pinara Las ruinas de Pinara no han sido nunca excavadas, a pesar de pertenecer a una de las más desarrolladas urbes de la antigua Licia. Su importancia fue comentada por Estrabón y Stefanus. La ciudad existía ya en el siglo V a C, y el historiador Menecrates atribuye su nacimiento a la llegada de un grupo de población excedentaria, liderada por Grogus, hijo de Tremiles, secesionada de Xanthos, que había sido dividida en tres núcleos debido a su alta densidad demográfica. Pinara era, junto a Xanthos, Tlos, Patara, Myra y Olympos, una de las grandes ciudades de Licia, y siguió siendo próspera hasta el siglo I a C, cuando los piratas arrasaron la vecina Olympos y la ciudad fue abandonada. En tiempos romanos Pinara se recuperó en parte, sin alcanzar su pasado esplendor, hasta que los terremotos de 141 y 240 d C la destruyeron, al igual que las restantes ciudades licias. Los vestigios de la antigua Pinara se reparten en tres colinas que rodean dos valles elevados a gran altura sobre el nivel del mar. Llegar allí desde Minare, el pueblo más próximo, requiere una buena caminata por pistas y empinados senderos. Sobre la colina oeste se levantaba una acrópolis a más de 700 m de altura. En la pared rocosa oriental, de 300 m de alto, en un lugar de difícil acceso, se ven esculpidas centenares de tumbas de estilo licio, semejantes a las de Telmessos y Myra (foto27). Reproducen en piedra formas arquitectónicas de madera propias de edificios religiosos y civiles de los que no quedan otros restos. Algunas ostentan relieves. Las avalanchas de rocas que caen por los barrancos destrozan y sepultan en parte buen número de sepulcros (foto29). Otros dos complejos funerarios rupestres se elevan en los flancos de las colinas del centro y del sur, como enormes columbarios. El teatro, embutido en una colina en la parte opuesta del valle, data del período helenístico pero fue reacondicionado por los romanos. Sólo la cavea se conserva bien, y su hemiciclo se integra perfectamente al terreno natural circundante. Podía acoger entre 3.000 y 4.000 espectadores. Existen también en el fondo del valle trazas de un estadio, un odeón, un bouleuterion y varios templos. Indice de textos Xanthos Xanthos era la capital de Licia. Las ruinas de la ciudad son indisociables de las del vecino santuario de Letoon (consagrado a la diosa griega Leto, madre de Apolo y Artemisa), con las que forma un complejo arqueológico-monumental único. Arrasada por el ejército persa de Ciro II en el siglo VI a C, reconquistada por Alejandro Magno en el 333, helenizada, romanizada, vivió su epílogo bajo el imperio bizantino, hasta que las invasiones árabes del XII d C sumieron a Xanthos en las ruinas del olvido. ![]() El Pilar de las Arpías era un monumento funerario de este tipo, constituído por un monolito de 5,43 m de alto soportando una pequeña cámara sepulcral decorada con frisos de relieves de sirenas, ejecutados por escultores milesios (hoy día exhibidos en el Museo Británico, así como el Monumento de las Nereidas, también de Xanthos). En Xanthos, los monumentos funerarios y las sepulturas rupestres licias, lejos de trepar por los farallones, han quedado englobadas en la ciudad romana, y se pueden visitar a pie de calle, por las cercanías del teatro. La arquitectura licia despliega aquí su más depurado estilo en unos diseños de fachada con sobrias composiciones a base de ventanas ciegas y prismas escalonados, que se acercan a una suerte de minimalismo geométrico (foto31). Es de observar que el cien por cien de las tumbas licias tienen un panel perforado por el que se puede penetrar a las cámaras sepulcrales, totalmente desnudas y vacías; es la huella que a lo largo de los siglos han ido dejando los violadores de tumbas, que las saquearon hasta no dejar nada en su interior. Las moradas eran eternas, pero sus habitantes no fueron sino inquilinos temporales. El conjunto arqueológico de Xanthos-Letoon fue incluido en el catálogo del Patrimonio Mundial de la UNESCO en el año 1988. Indice de textos Myra (Demre) La actual ciudad turca de Demre se levanta sobre el emplazamiento de la antigua Myra, una de las poblaciones con más peso en la confederación licia, que existía al menos desde el siglo V a C. Según Plinio el Viejo, había allí un templo de Apolo. Fue visitada en el año 18 d C por el emperador Germanicus y su esposa. Pablo de Tarso pasó por Myra en el 60, en su camino a Roma. La urbe alcanzó el cénit de su crecimiento en el siglo II d C, enriquecida por las donaciones de ciudadanos opulentos. ![]() El teatro de Myra en su estado actual es de época romana. Tras el terremoto del 141 d C, fue reconstruido por Opramoas, un mecenas de Rhodiapolis. Su cavea consta de 38 rangos de gradas, y las grandes galerías abovedadas que la sostienen están muy bien conservadas, constituyendo el conjunto uno de los más completos teatros romanos entre los centenares que sobreviven en Asia Menor (foto32). La necrópolis rupestre licia trepa por el escarpado monte que sirve de telón de fondo al teatro, y data del siglo V a C. Una vez más, las tumbas esculpidas en la roca retoman en piedra una tipología arquitectónica que en su origen era de madera. Reproducen frontispicios de templos y viviendas (foto33). Alguna de las sepulturas, sin dejar de ser monolítica y formar una unidad con la roca de la montaña, se asemeja a un sarcófago licio exento (foto36). Muchas de ellas están además decoradas con relieves de hombres o animales. Despunta una tumba sobre cuya arruinada cámara corre un friso con relieves de escenas protagonizadas por figuras humanas esculpidas con un extraordinario refinamiento y sentido de la proporción. Muestran episodios de la vida de un guerrero, que sería el difunto, a quien se le representa recostado asistiendo a un banquete funerario (foto34). Otros lugares de Licia con necrópolis rupestres Antiphellos Caunus Lymira Tlos Indice de textos |
5. Cilicia, la olvidada |
Cilicia
es el
nombre antiguo
de la región sudoriental de la península anatólica
comprendida entre la Panfilia al oeste, la cadena de los montes Taurus
al norte, los Antitaurus al este y el mar Mediterráneo al sur.
La
mitad oriental de Cilicia es una extensa llanura fértil,
mientras
que la occidental es silvestre y muy accidentada
orográficamente.
La planicie costera ha ganado terreno al mar debido a la
sedimentación
aluvial de varios ríos (los antiguos Calicadnos, Cydnos, Sarus y
Pyramos) que, procedentes del Taurus, se abren paso por las sierras
cavando ![]() Se han encontrado en Cilicia vestigios de asentamientos humanos que se remontan al VII milenio a C. Pasillo de tránsito obligado entre Anatolia y los países de Oriente Próximo, la única ruta entre la península y Siria atravesaba Cilicia, que cayó dentro del área de influencia hitita con el nombre de Kizzuwatna. Hacia el año 1000 a C empiezan a llegar a su costa colonizadores de Micenas. El país es anexionado al Imperio Asirio en el 715 a C. Tras la invasión y ocupación persas, en los siglos VI-IV a C Cilicia funciona como satrapía del imperio aqueménida (se ha identificado una delegación de Cilicia en los relieves de Persepolis que describen procesiones de emisarios de todos los países del imperio, portando ofrendas y rindiendo pleitesía al soberano), aunque disfruta a la vez de cierto grado de autonomía y leyes propias. Alejandro Magno conquista en 334-333 a C el Asia Menor y reparte su imperio entre los Diadocos. Cilicia pasa a los Seléucidas, dinastía heredera del fugaz imperio macedonio. Éstos fundan la ciudad de Seleucia (la actual Silifke), que alcanzaría renombre como centro de saber, y favorecen a las comunidades judías, entre las que pronto prenderá y echará raíces el cristianismo. En el I a C, Cilicia es declarada provincia romana. Pompeyo emprende una campaña para limpiar las costas de piratas y refunda la ciudad de Soles con el nombre de Pompeiopolis. Con la pax romana, Cilicia vive un periodo de prosperidad. Las innumerables ruinas de ciudades romanas diseminadas en sus tierras, acompañadas de sus necrópolis extramuros (muchas con sepulturas rupestres donde podemos escudriñar los rostros de los difuntos, gentes de elevada alcurnia, que adoptaron la costumbre de retratarse en relieve a las puertas de sus mausoleos) permiten imaginar aquel esplendor. El apóstol San Pablo, o Saulo, originario de Tarsus, viajó por Cilicia, y por ello el país es abundante en iglesias cristianas primitivas, un incontable número de ellas en estado actual de total ruina y olvido. El cristianismo bajo los bizantinos se resiente de los ataques árabes a partir del VII d C. Las sucesivas guerras acarrean un empobrecimiento general de la zona. Una migración de armenios se establece allí en el 1080 d C y funda un reino llamado Cilicio o de la Baja Armenia. Como tierra de paso entre Asia Menor y Tierra Santa, Cilicia deviene uno de los principales escenarios donde se dirimen las Cruzadas. ![]() Hoy en día, la región de Cilicia
(conocida
como Fukurova en turco) es muy poco visitada y casi desconocida por los
viajeros de otros países, tal vez por hallarse a desmano de las
principales rutas de Turquía. En una comarca por otro lado de
gran
densidad de población, a nada que se calce las botas y marche a
explorar a pie las mesetas montañosas de tierra adentro, el
visitante
podrá con algo de suerte descubrir una infinidad de tesoros
arqueológicos
escondidos en lugares salvajes y solitarios, invadidos por la
vegetación
y semisepultados por el polvo. Si Turquía es ya de por sí
el paraíso de la arqueología, en este histórico
rincón
de su geografía se llega al punto de poder hollar ruinas de
ciudades
helénicas o romanas jamás excavadas, tal y como
podrían
encontrarlas los arqueólogos románticos del siglo XIX,
enteramente
cubiertas por una maraña impenetrable de zarzas y rastrojos,
olvidadas
por los hombres desde tiempos ignotos. ![]() Adamkayalar Adamkayalar o la 'Roca de los Hombres' es un extraño lugar escondido a 5 km de Kizkalesi, población de la costa cilicia levantada cerca del emplazamiento de la antigua Korykos. Ascendiendo por pistas y veredas hasta un elevado promontorio con vistas panorámicas que se extienden hasta el mar, quien no tema internarse entre espesos arbustos y pincharse con los zarzales, llegará a pisar los derrumbados muros de un poblado helenístico nunca excavado. Cerca de allí, descolgándose por la pared de un acantilado que domina el meandro de un inmenso cañón cortado por un río, en un lugar difícil de encontrar y de acceder, se puede descubrir un curioso conjunto de sepulturas rupestres de época clásica (foto37). A lo largo de una terraza que asoma sobre el precipicio, se alinean a distintas alturas del paredón una serie de tumbas enriquecidas con relieves de estatuas. Muy influenciados por la tradición helenística, estos relieves exhiben elegantes guerreros pertrechados con sus armas (foto38), y escenas domésticas, enmarcadas en nichos con frontón: el difunto en su lecho, la mujer sentada junto a su marido de pie (foto40), etc. En esta necrópolis eran enterrados los príncipes que gobernaban la pequeña ciudad cuyas ruinas yacen más arriba. Cerca se abre una gruta con un ara donde se celebraban los cultos funerarios. A diferencia del refinado canon clásico que respetan los relieves de las tumbas licias, estas esculturas adolecen de fallos en las proporciones corporales y de cierto hieratismo en la expresión y en el porte, que revelan la insuficiente pericia técnica de los tallistas a la hora de reproducir en roca sus modelos. Se representa a menudo al difunto medio recostado sobre un triclinio (foto41), en una postura que recuerda poderosamente en su composición a la estatuaria fúnebre de Palmyra, en Siria. En varias esculturas, sumado a la acción erosiva de la intemperie, se pueden detectar trazas de mutilaciones recientes hechas por la mano del hombre. Lo solitario y oculto del enclave favorece la impunidad de tales fechorías (fotos 41 y 42). Indice de textos ![]() Korykos (Kizkalesi) Korykos o Korygos, paraje de la costa cilicia conocido por los oriundos del lugar como Cennet y Cehennem (Cielo e Infierno) en referencia a una cueva y una sima de las cercanías, esconde sus antiguas ruinas en los asalvajados pedregales que circundan la bahía de Kizkalesi, concurrida meta del veraneo local turco. Kizkalesi (el 'Castillo de la Doncella') toma su nombre del hermoso castillo que ocupa un islote en medio de la rada, con sus blancos torreones cilíndricos como chimeneas de una embarcación duplicándose reflejados en las límpidas aguas. En tierra firme alza sus murallones otro castillo no menos imponente, construido en el siglo XII por un príncipe armenio, aprovechando materiales del sitio antiguo adyacente. Korykos fue más tarde una escala comercial para genoveses y venecianos. De las ruinas de Korykos, atravesadas por la carretera nacional, que corta sus murallas en su tramo oeste, quedan sobre todo las necrópolis romanas y bizantinas, desperdigadas por los campos vecinos al castillo armenio en la playa. Un gran peñasco tallado en forma de estela muestra en su parte superior el bajorrelieve de un guerrero (le falta la cabeza) en pie portando una espada. Y más allá se extiende un vasto camposanto abandonado desde la antigüedad con centenares, quizá miles, de sepulcros de época romana y bizantina, de todas las formas y modelos imaginables. Estelas discoideas, estelas prismáticas, cámaras sepulcrales de aparejo poligonal, sarcófagos con sus caras laterales esculpidas de putti, guirnaldas o máscaras, con sus masivas losas de cierre desplazadas por los saqueadores, duermen revueltos en los yermos campos, semiescondidos entre los matorrales, como tirados y amontonados en un vasto vertedero. Y están además las tumbas rupestres. Pocos peñascos habrá en el terreno que no estén socavados para conformar cámaras funerarias. En las fachadas aparecerán altares adosados y retratos de los bustos de los difuntos, según era práctica habitual en la comarca (foto43). Indice de textos Kanytele (Kanlidivane) La ciudad de Kanytele, o Kanytelis, cuyas ruinas datan de las épocas helenística, romana y sobre todo bizantina, fue construida alrededor de una vasta depresión de 400 m de circunferencia y 60 m de profundidad, que cae en picado hasta una hondonada cuyo fondo no se ve por estar devorado por la selva ![]() Las amplias losas de lo que pudo ser un ágora, y el aparejo ciclópeo poligonal de una torre delatan que la ciudad existía ya en tiempos helenísticos. Pero la inmensa mayoría de los restos esparcidos por los campos son torres o templos funerarios romanos, y basílicas cristianas construidas a partir de Teodosio (408-450 d C). En los siglos VIII y IX, aunque dependía de la vecina Olba (Uzuncaburç), conoció gran prosperidad, salvaguardada por sus condiciones geográficas de las incursiones árabes. Un acueducto romano en la ruta de aproximación tiene algunos tramos excavados en la roca. Errando por las soledades de los campos circunvecinos nos toparemos con magníficos sepulcros decorados, tirados por tierra, y al arribar al pie de unos farallones rocosos, con otro complejo de tumbas rupestres, pobladas de estatuas que parecen darnos la bienvenida con los brazos abiertos tras el largo camino. Son los únicos habitantes que encontraremos en estos desolados parajes (foto45). Representan hombres y mujeres, de pie, o reclinados en un diván, en un estilo más bien tosco y esquematizado, pero que permite distinguir armas, túnicas y objetos. Probablemente estamos ante los mandatarios de la antigua ciudad (foto46). Hay también símbolos solares y lunares, y efigies de divinidades relacionadas con el mito griego de Demeter y Coré. Las cámaras sepulcrales son simples, con una bancada donde se depositaba el cuerpo del difunto, y una cavidad para dejar las ofrendas. Indice de textos Ura En una desviación de la carretera a Uzuncaburç, al pie de unas escarpadas montañas rocosas, duermen el sueño de los siglos las desconocidas ruinas de Ura, una ciudad romana y bizantina pendiente todavía de excavación. Se pueden ver allí los restos de un ninfeo o fuente pública, que recibía las aguas del río Lamas, de un teatro, torres de vigía, tumbas y, atravesando el centro de la ciudad muerta, un soberbio acueducto romano, levantado en el siglo III d C, de 150 m de largo y 25 m de alto (foto47). Al fondo, las paredes de la montaña están perforadas de habitáculos y cámaras rupestres, algunos con fachada en forma de templo clásico, pero de muy ruda factura (foto48). Indice de textos Más allá de Cilicia Más a oriente, atravesando el Eúfrates, en el corazón del antiguo reino semi-independiente de Commagene, existe otra notable manifestación de la técnica rupestre: la monumental inscripción tallada en roca en el templo funerario de Antioco Epiphanes, en las ruinas de la capital Arsameia del Nymphaios, al pie del monte Nemrut Dagi. El texto 'el Gran Rey Antioco, Dios, el Justo, Epiphanes, el Romanófilo y Helenófilo, hijo del Rey Mitridates Kallinikos y de la Reina Laodicea, hija de Antioco Epiphanes...' declara que este sitio había sido escogido por su padre como 'hierotheseion', o lugar sagrado de último reposo. El Antioco Epiphanes mencionado es en realidad Antioco VIII Philometor, uno de los últimos soberanos seléucidas, asesinado en el 96 a C. La inscripción también afirma que la ciudad de Arsameia en el Nymphaios fue fundada por Arsames, un antepasado de Antioco, y que estaba fortificada y albergaba palacios. Este santuario habría de servir de culto para padre e hijo, y para sus ancestros. Debajo de la inscripción se abre la boca de un oscuro túnel artificial que desciende en fuerte pendiente penetrando en las profundidades de la montaña. Otro elemento importante del santuario es la descomunal losa de piedra de 3,43 m de alto adosada a una pared, con su magnífico altorrelieve de Hércules chocando las manos con el rey Mitridates, en iconografía medio griega medio parta (ver colección Nemrut Dagi. La montaña de los gigantes). |
6. Capadocia. El paisaje del que están hechos los sueños |
Los
fantásticos paisajes
de la región de Turquía que antiguamente se llamaba
Capadocia
son el resultado de un capricho orogénico, en el que han tomado
parte
la poderosa acción de los volcanes, la lluvia y el tiempo.
Los sedimentos volcánicos que conforman la corteza del suelo de Capadocia han sufrido durante eras la feroz erosión de los elementos climáticos de la meseta anatolia, creando poco a poco un irreal decorado poblado de formaciones pétreas inverosímiles, más propias del mundo ![]() En el horizonte, como telón de fondo, se yergue la mole sombría del volcán Erciyes Dagi (Argeo en la antigüedad, de 3.917 m), todavía activo con pequeñas erupciones y responsable principal, junto al Hassan Dagi (3.268 m), de la singularidad de la geología capadocia. La blanda toba volcánica del suelo es disuelta por las aguas, interceptadas en su fluir por otras rocas más sólidas superpuestas, hasta crear bosques de agujas y chimeneas de las hadas, husos, cuernos, hongos, cúpulas, cabañas de brujas, y miles de formas tan extravagantes que sólo la imaginación de un Gaudí podría llegar a emular (fotos 49, 50, 60). "Detrás se elevaban lo que de lejos parecían dedos, picos rocosos, que tenían encima como un sombrero de roca más oscura, a veces con forma de capucha, otras de casquete casi plano, que sobresalía por delante y por detrás. Más adelante, los relieves eran menos puntiagudos, pero cada uno se veía horadado de oquedades como una colmena, hasta que se entendía que aquellas eran casas, o mejor, albergues de piedra donde habían sido excavadas unas cuevas" (Umberto Eco, Baudolino, cap. 29). Capadocia constituye uno de los más
importantes
conjuntos de habitáculos trogloditas del mundo. No sólo
son
viviendas, almacenes, establos y graneros los espacios que socavan el
subsuelo,
sino un buen número de complejos eremitorios y
monásticos,
de iglesias y conventos rupestres a los que a la maestría
arquitectónica
de sus estructuras talladas hay que unir la variedad y viveza de las
pinturas
murales que decoran los interiores (foto54),
gran número de ellas todavía en un aceptable estado de
conservación
y cuyo conjunto convierte a la Capadocia en un enclave fundamental para
la apreciación del arte bizantino. Estas imágenes de Capadocia han sido tomadas en los valles de Zelve y Göreme, los pueblos de Uchisar, Çavusin y Ortahisar, y en los campos y bosques de chimeneas de las hadas de los contornos. A la entrada del Valle de Zelve, una señal de tráfico no deja lugar a dudas sobre el peligro de desprendimientos de rocas (foto51). Estamos en un circo montañoso plagado de concreciones de toba en forma de grandes conos, ahuecados en su masa rocosa hasta crear una metrópolis con miles de celdas y habitáculos, intercomunicados entre sí por estrechos pasadizos y escaleras ocultas (foto52). En su origen fueron comunidades monásticas las que taladraron estas colinas, pero, tras un periodo de abandono, han sido habitadas por familias griegas hasta su desalojo en tiempos recientes. El pueblo de Uchisar, en el centro de la Capadocia, eleva su caserío al pie de un afilado promontorio rocoso que domina la población, y se divisa desde todos los puntos de la comarca, totalmente horadado con habitaciones troglodíticas, oscuras galerías y empinadas escaleras que conducen por su interior hasta la misma cúspide (foto55). Otro tanto ocurre con la bella aldea campesina de Ortahisar, en la que un castillo corona el peñón, accesible sólo por los negros pasadizos que escalan su interior (foto59). La parte vieja de Çavusin trepa también por el interior de un circo rocoso natural totalmente horadado con cámaras trogloditas e iglesias rupestres, como la de San Juan Bautista, del siglo VIII d C, decorada con pinturas murales y en actual proceso de desmoronamiento (foto56). La región de Capadocia está clasificada como un bien cultural-natural en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO desde el año 1985, con el nombre de Parque Nacional de Göreme y enclaves rupestres de Capadocia. Otra colección de fotos de Capadocia en fotoAleph CAPADOCIA. La tierra de los prodigios TURQUIA RUPESTRE El arte de los acantilados 7. Bibliografía - Aksit, Ilhan. Turkey (Haset Kitabevi,
Istambul,
1986) |
Otras colecciones de fotos
de Turquía en fotoAleph |
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TURQUIA CLASICA Arte grecorromano en Oriente ![]() Las magníficas ruinas griegas y romanas, muchas de ellas desconocidas, que yacen en tierras de Turquía, y los bellos paisajes que las rodean. |
CAPADOCIA La tierra de los prodigios ![]() Capadocia es una droga natural, una potente sustancia psicodélica elaborada con lava, nieve, agua y viento, que provoca alucinaciones en quien la visita. |
NEMRUT
DAGI La montaña de los gigantes ![]() Las fascinantes ruinas del santuario funerario de Antioco I de Commagene, situadas en la cumbre del monte Nemrud, a 2.150 m sobre el nivel del mar. |
ESTAMBUL Exposición colectiva ![]() fotoAleph tiene el placer de presentar una exposición colectiva sobre la fascinante ciudad de Estambul, vista bajo la mirada de cuatro fotógrafos. |
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Otros parajes
con arquitectura rupestre en fotoAleph |
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ABU SIMBEL y otros templos salvados de las aguas ![]() Los templos egipcios rescatados de la inundación provocada por la presa de Asuán. |
PERSEPOLIS El esplendor de los persas ![]() Las tumbas rupestres de los reyes persas aqueménidas en Naqs-i Rustam y Persepolis (Irán). |
PERSIA RUPESTRE El arte de los sasánidas ![]() El impresionante y escasamente conocido legado artístico del imperio neo-persa. |
PETRA El tesoro oculto en el desierto ![]() La espléndida ciudad tallada en roca por los nabateos en el desierto jordano. |
INDIA
RUPESTRE Los comienzos del arte budista e hindú ![]() Arquitectura, escultura y pinturas rupestres en la antigia India. |
LALIBELA Etiopía rupestre ![]() Las iglesias monolíticas de la Jerusalén de África. |
LOS INCAS Perú rupestre ![]() Los numerosos vestigios, que pudiéramos calificar de 'arquitectura rupestre', diseminados por los territorios andinos de los incas del Perú. |
TURQUIA RUPESTRE
El arte de los acantilados
Indice de
textos 1 La arquitectura y escultura rupestres en la antigua Anatolia 2 HITITAS. El imperio que desafió a Egipto Alaca Höyük Hattusa Yazilikaya 3 FRIGIA. El reino de Midas Arslankaya La Ciudad de Midas Kümbet |
4 LICIA. Ciudades de los muertos Telmessos Pinara Xanthos Myra 5 CILICIA, la olvidada Adamkayalar Korykos Kanytele Ura 6 CAPADOCIA. El paisaje del que están hechos los sueños 7 Bibliografía |
Indices
de fotos Indice general Indice 1 Hititas Indice 2 Frigia Indice 3 Licia Indice 4 Cilicia Indice 5 Capadocia |
TURQUIA RUPESTRE
El arte de los acantilados
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Fotografías: Eneko Pastor
Realizadas en Turquía
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