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  GRECIA CLÁSICA
  Tesoros de la Acrópolis de Atenas
Grecia clasica   
   El poderío político, económico y cultural que llegó a alcanzar la ciudad-estado de Atenas en torno al siglo V a C, su edad de oro, tiene su más claro reflejo en el deslumbrante conjunto de monumentos civiles y religiosos erigidos en la Acrópolis ateniense y sus alrededores, cumbre imperecedera del arte y la arquitectura de todos los tiempos.
   Allí podemos admirar el Partenón, el Erecteion con sus Cariátides, el templo de Niké, los Propileos, pero también una asombrosa colección de estatuas arcaicas recuperadas de templos más antiguos, hoy perdidos, que dan testimonio del proceso evolutivo que experimentó la escultura griega hasta conquistar la perfección.
  
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Indice de textos
La Acrópolis, corazón del mundo griego 
El Partenón, arquetipo de templo dórico 
El Erecteion o el refinamiento jónico
  
Las esculturas arcaicas del Museo de la Acrópolis 
Otros monumentos de la Atenas clásica 
    Bibliografía
Indices de fotos
Indice 1  Partenón.
Indice 2  Erecteion. Museo de la Acrópolis.
Indice 3  Museo de la Acrópolis. Otros monumentos.


1.  La Acrópolis, corazón del mundo griego
 

   Vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño.
   Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto...

                                                                             (Jorge Luis Borges, extractos de El Aleph)




   Vi la blancura cegadora de los mármoles del Partenón, joya suprema de la arquitectura de todos los tiempos, digna morada de los dioses inmortales. Pero fueron sus artífices, y no los dioses, quienes verdaderamente alcanzaron la inmortalidad.
   Y habían esculpido en piedra los rostros de esos dioses, y también los de los hombres, y éstos no desmerecían de aquéllos en encanto y perfección.
   Contemplé las milagrosas Cariátides, frágiles como doncellas, pero fuertes hasta el punto de poder sustentar por milenios la mole de un templo. La lluvia roía sus cuerpos y difuminaba sus rasgos, pero ello no hacía sino acrecentar su hermosura.
   Vi la Acrópolis de Atenas, epicentro del mundo helénico, la Roca de la que irradió la hegemonía política y el esplendor cultural de la Edad de Oro de Grecia.
 


  
   Se denomina acrópolis (literalmente 'ciudad alta') al emplazamiento más elevado de las antiguas urbes griegas, un recinto fácilmente defendible donde se ubicaban sus principales edificios religiosos y civiles. 
   Las concentraciones de núcleos de población en lugares elevados y relativamente inexpugnables, como cerros, altozanos y promontorios escarpados dominando valles y tierras, se dieron en todo el continente europeo desde el neolítico. Sobran ejemplos de este fenómeno y el motivo es fácilmente explicable por puras razones de lógica defensiva. La península griega no era una excepción, y desde la más remota antigüedad cada 'polis' o ciudad-estado del país contaba con una acrópolis, donde era alojado el arconte o soberano hereditario, donde se erigían los principales santuarios y fortalezas, y que servía de último refugio en caso de asedio a la población. Las ruinas de las acrópolis de Micenas y Tirinto, con sus inmensos muros de aparejo ciclópeo, son las más impresionantes de la era pre-clásica. 
   La fundación de una 'polis' era un acto de carácter esencialmente sagrado, y por ello el establecimiento de un lugar para albergar a los dioses era un factor determinante en su planificación urbana. La elección de un paraje alto y de difícil acceso resultaba conveniente tanto desde un punto de vista religioso (las montañas y colinas estaban impregnadas de un aura de misterio que denotaba la presencia de la divinidad) como militar (con el fin de asegurar su mejor protección). Toda acrópolis detentaba por tanto la doble función de complejo sacro y ciudadela defensiva. 
   La Acrópolis fue el núcleo de origen y foco de irradiación de la ciudad-estado de Atenas. Fue construida como sede de Atenea, la divinidad titular de la ciudad, a la que debe su nombre. Esta diosa poseía una doble personalidad o 'hipostasis': el de Atenea Polias era su aspecto pacífico, como protectora de las fuerzas de la tierra, favorecedora de la fertilidad y los nacimientos; el de Atenea Palas representaba su aspecto belicoso, como virgen guerrera y defensora de la ciudad. Su iconografía en los templos estaba asociada a la serpiente, y más tarde a la lechuza, animal este último que devino con el tiempo en el símbolo de Atenas. 
   Erigida sobre una afilada mole rocosa de tres hectáreas de superficie a unos 150 m sobre el nivel del mar, dominando el valle del Iliso, y con un solo acceso para salvar sus verticales paredones, la Acrópolis de Atenas fue desde tiempos remotos un emplazamiento estratégicamente inmejorable para una ciudadela y un santuario. Se han hallado en sus cercanías vestigios cerámicos del neolítico, y en una de sus laderas, debajo de un manantial, pozos de agua de la edad de Bronce que acreditan un alto nivel de ocupación y una avanzada tecnología. La presencia en ciertos rincones de tramos de murallas de sillares ciclópeos (nunca mejor dicho: la imaginación popular atribuyó estas construcciones a los cíclopes) atestiguan que en época micénica (hacia el XIII a C) ésta era ya una fortaleza importante. Los lugares de culto y el palacio real estaban aquí a salvo de las invasiones dorias que acosaron la ciudad desde el 1200 a C. 
 
   En el siglo VI a C, época protoclásica de Atenas, llamada también 'arcaica', destaca la figura del tirano (del griego 'tyrannos', soberano llegado al poder por el uso de la fuerza) Pisístrato, aristócrata ateniense (ca 600 - 527 a C) que logró gobernar el Ática tras derrotar a sus rivales en la batalla de Pallene. Bajo su reinado, Atenas experimentó una fuerte explosión demográfica, acompañada de un florecimiento cultural sin equivalentes desde los tiempos de la civilización micénica. Pisístrato respetó las reformas de Solón, sentando las bases de la hegemonía ateniense, e implantó el culto a Atenea como patrona de la capital, en aras a consolidar la unidad religiosa de sus habitantes. 
   Un siglo antes que Pericles, Pisístrato emprendió un plan integral de urbanización de la Acrópolis de Atenas, mandando edificar grandes monumentos en piedra en sustitución de los templetes primitivos, entre ellos los pórticos (o Propilæa) de acceso, un gran templo períptero a Atenea Polias en el centro de la Acrópolis, y numerosos 'tesoros' (pequeños edificios donde se guardaban las ofrendas y exvotos sagrados que aristócratas y pudientes donaban a la ciudad). Grecia clasicaAcometió también la ampliación del 'Templo Viejo', un gran santuario arcaico, precedente del Partenón actual, cuyos cimientos yacerían debajo de éste. Los frontones triangulares del Templo Viejo fueron ornados con esculturas en caliza policromada de vivos colores, representando luchas de leones y toros, y, en los ángulos, monstruos de tres cuerpos con cola de serpiente (ver foto24). 
   Se han hallado en la Acrópolis, además, numerosos fragmentos escultóricos en piedra pertenecientes a otros santuarios de la época de Pisístrato y de sus hijos –que le sucedieron en el poder–, multitud de figuras votivas en forma de 'korés' y 'kuros', así como rastros de un gran templo inacabado. Todas estas esculturas arcaicas se exhiben en el Museo de la Acrópolis
   Desaparecidas las tiranías de los hijos de Pisístrato Hiparco (asesinado en el 514 a C) e Hipias (derrocado en el 510 a C), se desmanteló la fortaleza y se restauró la Acrópolis, haciéndola más fácilmente accesible. Las obras del primer Partenón tuvieron su inicio al poco de la victoria de los atenienses al mando de Milcíades sobre los persas invasores en la batalla de Maratón (490 a C). 
 
   El año 480 a C marca un punto de inflexión en la historia de Grecia, al producirse la ocupación de Atenas por los ejércitos persas del rey aqueménida Jerjes. Las tropas persas arrasaron e incendiaron la ciudad, incluida la Acrópolis. A partir de entonces los atenienses tomaron conciencia de su vulnerabilidad ante los ejércitos extranjeros, y 'los persas' se transformaron en el enemigo por antonomasia, encarnación de la amenaza perpetua que pendía sobre el frágil sistema de ciudades-estado instituido por los griegos. 
   Ese mismo año la flota ateniense, comandada por Temístocles, logró una nueva y crucial victoria sobre los persas en la batalla naval de Salamina, que dio un vuelco al conflicto y frenó la expansión del imperio persa hacia el Mediterráneo. Tras la recuperación de Atenas dos años más tarde, y con los subsiguientes y magnos proyectos de reconstrucción de la urbe, comienza la llamada Edad de Oro de la Grecia clásica. 
   El general Cimón, hijo del héroe de Maratón Milcíades, prolongó el hostigamiento bélico contra los persas, derrotándoles en sucesivas batallas. Estos triunfos reportaron a Atenas sustanciosos ingresos económicos y afianzaron su hegemonía en el mundo helénico. Cimón construyó los tramos amurallados al norte y sur de la Acrópolis, y fortificó la ciudad baja rodeándola con los llamados Largos Muros, una kilométrica muralla que se prolongaba hasta el mar y conectaba por un ancho corredor la capital con el puerto del Pireo. Encargó también a Fidias la realización de la gigantesca estatua en bronce de Atenea Promaco, que presidiría la explanada de la Acrópolis. 
   A su muerte (450 a C), el partido radical democrático logró imponerse al viejo partido aristocrático, y su líder Pericles llegó al poder. El modelo de régimen llamado 'democracia' (o gobierno del pueblo, de 'demokratía', vocablo griego compuesto de 'demos', pueblo, y 'kratein', gobernar, derivado a su vez de 'kratos', fuerza) hacía aquí sus primeros pinitos, oponiendo a las preexistentes tiranías y aristocracias un sistema, propugnado en un principio por un solo partido, basado en la elección del líder por sufragio de los ciudadanos. Y si bien es cierto que el derecho al voto era muy restringido (no podían votar las mujeres, los campesinos, los esclavos...), no dejó por ello de constituir un gran paso adelante en la historia de la civilización. 
   Conviene a este respecto escuchar las ilustrativas palabras que el mismo Pericles dirigió a sus contemporáneos en su famoso discurso del invierno del 431 a C, primer año de la guerra del Peloponeso: 
 
   "Poseemos una forma de gobierno que no copia las instituciones de nuestros vecinos; más bien servimos de ejemplo a los demás, en lugar de imitarlos. Y recibe ciertamente el nombre de democracia, porque el gobierno no está en manos de unos pocos, sino de muchos. Si por un lado, de acuerdo con nuestras leyes, todos los hombres son iguales en lo que se refiere a las disputas particulares, por otro, en base a la consideración que cada uno tiene, según la estimación pública, en algún respecto, puede obtener un cargo público, y no tanto por la clase social a la que pertenece, cuanto por sus méritos. Ni siquiera en el caso de un ciudadano pobre, si tiene capacidad para prestar un servicio a la ciudad, se le impide por la oscuridad de su condición ocupar un cargo". 
 
   Bajo el régimen de Pericles, a mediados del V a C, Atenas llegó a su apogeo, convirtiéndose en la ciudad-estado más poderosa e influyente entre las del mundo griego, a la que sólo hacía alguna sombra Esparta. 
   Pericles (495 - 429 a C), hijo del general Jántipo, miembro de una acaudalada familia ateniense, comenzó su carrera política estableciendo tratados de paz con otros estados griegos hostiles a Atenas (451 a C) y con Persia (450 a C). Poco después organizó un proyecto destinado a la unificación de todo el mundo helénico (incluidas las islas del mar Egeo y el Asia Menor) bajo la soberanía ateniense y a convertir Atenas en la capital político-cultural de Grecia. Para reforzar su propio liderazgo, ordenó trasladar el tesoro de la Liga Delia a Atenas. La Liga Delia era una confederación de ciudades-estado e islas egeas creada para hacer frente común al expansionismo del imperio persa (de Delos, el islote sagrado de las islas Cícladas, cuna de los hermanos Apolo y Artemisa, isla-santuario donde la alianza tenía depositado su 'tesoro', es decir, las ofrendas y contribuciones a la causa de los distintos pueblos aliados, y desde donde se administraban las riquezas recaudadas). Pericles, con vistas a reafirmar la supremacía ateniense, convocó una conferencia panhelénica a fin de promover la reconstrucción de los templos griegos destruidos por los persas y la celebración de sacrificios a los dioses en agradecimiento por su intervención salvadora. Se restablecieron antiguos tributos, no sin grandes reticencias de los estados aliados contribuyentes, y con los ingresos pudo patrocinar un ambicioso programa de edificación y embellecimiento de la ciudad, centrado en la Acrópolis. La explotación de las minas de plata de las Colinas Laurium, al sur del Ática, aportó también fondos para la financiación del plan. 
 
   "Hemos obligado a todos los mares y todas las tierras a dejar paso a nuestra audacia y hemos levantado en todas partes monumentos perennes de nuestras derrotas y de nuestras victorias" (Pericles). 
 
   La Acrópolis fue totalmente reconstruida, utilizándose con generosidad el reluciente mármol blanco de las canteras del monte Pentélico, que se eleva al norte de Atenas. Y aunque las obras duraron sólo cuarenta años, sus artífices legaron al mundo un complejo monumental que ha demostrado ser imperecedero. Fue un plan urbano integral, desarrollado de forma unitaria y con visión de conjunto ('poleodomia'), en el que participaron los mejores constructores y artistas del país. 
Grecia clasica   En el 447 a C comenzaron las obras del nuevo santuario que más tarde sería conocido como el Partenón, destinado a albergar una gran estatua criselefantina (de oro y marfil) de la diosa Atenea, realizada por Fidias, amigo y asesor de Pericles, el más celebrado artista de su tiempo y aún hoy tenido como el más excelso creador de la escultura griega clásica. El proyecto incluía un templo a la Victoria, y un pórtico columnado monumental (los Propileos), mayores y más costosos que cualquier otro edificio previo realizado en Grecia. El conjunto monumental se completó en las últimas décadas del siglo V a C con el Erecteion, santuario consagrado a Atenea y Poseidón, que es el más afamado modelo de templo de estilo jónico. 
   El esplendor dorado de la Atenas de Pericles no sólo se manifestó en la arquitectura y las bellas artes, disciplinas en las que se hace obligado mencionar nombres legendarios como los de Fidias, Mirón, Ictino o Calicrates. Paralelamente a esta intensa actividad artística, se produjo en Atenas un florecimiento cultural e intelectual sin precedentes en el mundo mediterráneo. Las nueve Musas estaban trabajando a tiempo completo. La poesía, la literatura y el teatro griegos alcanzaron su cénit. Todas las corrientes de pensamiento de la época tuvieron cabida y debate en sus foros públicos. En Atenas vivieron y enseñaron filósofos como Sócrates y su discípulo Platón, el fundador de la Academia, instalada en un antiguo gimnasio del VI a C en un campo próximo a la ciudad. Aristóteles y su escuela peripatética ocuparon otro gimnasio para crear el Liceo. Antístenes, un discípulo de Gorgias y Sócrates, junto a sus seguidores, utilizaron el gimnasio Cinosarges para albergar su escuela, conocida como de los 'cínicos'. Zenón de Citión predicaba en la Stoa Poikile, o Galería Pintada, en el centro de la ciudad, por lo que sus partidarios recibieron el apelativo de 'estoicos'. También Epicuro y sus adeptos vivieron y desarrollaron sus actividades filosóficas en la Atenas del Siglo de Oro. 
   Tras la guerra del Peloponeso y la rendición de Atenas ante Esparta y sus aliados en el 404 a C, los espartanos procedieron al desmantelamiento de los Largos Muros que constreñían la ciudad. Sin embargo, en el 394 a C el almirante Conon ganó una decisiva batalla naval contra Esparta en la costa de Cnido, y enseguida mandó reconstruir los Muros, que fueron repetidamente reforzados a lo largo del siglo IV a C. Pero la larga y lenta decadencia de Atenas había dado ya comienzo, al desplazarse su hegemonía en el Mediterráneo oriental hacia la Macedonia de Filipo II y Alejandro Magno. Ello no impidió que la Acrópolis continuara durante siglos siendo embellecida por los reyes de Pérgamo (dinastía del Asia Menor), el rey Ariobarzanes de Capadocia y los Ptolomeos egipcios; luego por los emperadores de Roma, como Augusto, Claudio y Adriano; y por ciudadanos prósperos como Herodes Atico, financiador de la construcción del odeón que lleva su nombre, adosado a las laderas meridionales de la Roca. 
   Bajo el imperio romano, Atenas gozó de grandes privilegios. Los romanos eran rendidos admiradores de la cultura griega, de la que se consideraban deudores, y para ellos el arte griego era 'el arte' por excelencia. La arquitectura romana adoptó y desarrolló hasta sus últimas consecuencias el sistema griego de los tres órdenes dórico-jónico-corintio, añadiendo a sus rectilíneas estructuras las posibilidades de la volumetría curva y esférica de arcos, bóvedas y cúpulas. Las estatuas griegas clásicas eran reproducidas por los escultores latinos en exactas copias. Las vasijas de cerámica así como todo tipo de piezas artísticas o artesanales de procedencia griega eran muy apreciadas, e incluso coleccionadas y exhibidas en museos y lugares públicos. 
   El emperador Adriano (117 - 138 d C), gran amante y mecenas de las artes, completó la construcción del gran santuario de Zeus Olímpico u Olimpeion, magnífico ejemplar de templo de orden corintio, que había sido iniciado setecientos años antes por los pisistrátidas en la ciudad baja, y añadió a su recinto una nueva entrada en forma de pórtico monumental. Adriano restauró el Partenón, que había sufrido un incendio, y mandó edificar también en Atenas una biblioteca, un gimnasio, un panteón (o templo consagrado a todos los dioses) y un acueducto que, recientemente rehabilitado, todavía suministra agua a la ciudad. 
   Durante el declive del imperio romano, desgarrado por contiendas intestinas, aún tuvo Atenas que soportar nuevas invasiones, esta vez las de los hérulos (267 d C), hordas teutónicas que asolaron hasta los cimientos la ciudad baja, aunque no así la Acrópolis, que fue respetada. A partir del siglo III d C, bajo el imperio bizantino, comienza un proceso de transformación de los antiguos templos paganos en iglesias cristianas. En la Edad Media, tras la toma de Atenas por los cruzados francos (1225 - 1308) algunos templos pasan a convertirse en castillos, y el Partenón en catedral católica (Nuestra Señora de Atenas), función que seguiría detentando tras la nueva conquista de la ciudad por los almogávares de la Corona de Aragón. Más tarde, en 1456, tras la caída de la capital bajo los turcos otomanos, los viejos templos clásicos de la Atenas dorada son habilitados como harenes y mezquitas. En 1687, cuando los venecianos asediaban la ciudad, el Partenón albergaba un polvorín turco, lo que dio ocasión para que se produjera una tremenda explosión que destruyó gran parte del edificio. 
   La Acrópolis de Atenas figura como bien cultural en el Catálogo del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO desde 1987. 
 
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2.  El Partenón, arquetipo de templo dórico
 
    Cuando queremos imaginar un templo griego, inevitablemente nos viene a la cabeza el perfil del Partenón, con sus recias columnas de mármol y sus frontones triangulares, como si fuera un arquetipo platónico del que derivaran todos los templos griegos existentes. 
   (Fotos: 01 a 12
   El Partenón es el templo principal de la Acrópolis de Atenas, culminación del orden dórico, y todo un símbolo y resumen del esplendor de la Grecia clásica. 
   Bajo la advocación de la diosa Atenea, el nombre 'Partenón' deriva de Atenea Parthenos (Virgen), a cuyo culto estaba dedicado el santuario. 
   Data de mediados del siglo V a C, y fue proyectado y ejecutado por los arquitectos Ictino y Calicrates, por encargo de Pericles, el estadista de la Edad de Oro de Grecia, bajo la supervisión del escultor Fidias. La construcción del templo duró del 447 al 432 a C. Una vez concluido, se instaló en el fondo de su cella una gigantesca estatua de la diosa Atenea, realizada en oro y marfil por Fidias, y se efectuó la consagración del templo a la divinidad protectora de Atenas. Esta macroescultura adquirió gran celebridad en tiempos antiguos, y sirvió de referente para numerosas reproducciones en tamaños más pequeños. 
   El edificio estaba concebido para albergar únicamente la estatua de la divinidad, y no como un lugar de culto de masas. Era también usado como sede del tesoro de la Liga Delia. 
   Con el paso de los siglos, el Partenón ha conservado intacta la mayor parte de su estructura, aunque ha sufrido severos daños y perdido casi todas las esculturas y relieves que ornaban sus frontones, metopas y frisos interiores. En los albores del imperio bizantino, la estatua colosal de Atenea fue transportada por Teodosio II a Constantinopla, y terminó por extraviarse para siempre en el saqueo de la ciudad por los cruzados en 1204. 
Grecia clasica 
   El Partenón es un edificio en mármol pentélico blanco de planta rectangular, cuyas características arquitectónicas y decorativas responden a los más estrictos cánones del definido como orden dórico. Recordemos que los monumentos griegos de la antigüedad se construían según uno de los tres órdenes (sistemas de proporciones y normas decorativas) clásicos: dórico, jónico o corintio. El Partenón se consideraría como la realización más perfecta del estilo dórico, y su máximo modelo de referencia. 
   Sobre una plataforma de tres escalones se levanta un peristilo o rectángulo de columnatas, con columnas de fustes estriados (foto03) que reposan en arista viva, sin basas, sobre el suelo. Sus característicos y robustos capiteles rematados en un ábaco cuadrangular (foto04) sostienen un entablamento (estructura del techo) compuesto de tres niveles: 
   - arquitrabe, una banda horizontal de piedra lisa; 
   - friso, compuesto de triglifos y metopas alternados; los triglifos son molduras con tres acanalamientos verticales; las metopas son planchas rectangulares con distintos tipos de relieves figurativos (foto06); 
   - cornisa, en los lados este y oeste, que consiste en sendos frontones triangulares, demarcados por la estructura de cubierta a dos aguas que remata el edificio. Estos frontones están decorados también con estatuas y relieves. 
   Los lados oriental y occidental del Partenón tienen ocho columnas cada uno, mientras que los del norte y sur ostentan diecisiete cada uno. La columnata encierra un recinto murado rectangular, que es la 'naos', cuyo interior o 'cella' estaba dividido en tres sectores por una columnata dórica más pequeña, que circundaba la gran estatua de culto. Separado de la cella por una pared, estaba el 'opistodomos', una pequeña cámara trasera a la que se accedía por la puerta oeste. Los lados este y oeste de la naos contaban con sendos pórticos de seis columnas. 
   El edificio mide en planta casi 70 metros de largo por 31 de ancho, y es considerablemente más grande que cualquier otro templo construido en Grecia hasta entonces (que por término medio contaban con un peristilo de 6 x 13 columnas). 
   El Partenón despliega una gran cantidad de avances arquitectónicos refinados que contribuyen a acentuar aún más su perfección estética. Por ejemplo, el basamento está trazado con una ligera curvatura hacia arriba que se repite en el entablamento; las columnas ostentan una casi imperceptible convexidad que las hace disminuir de diámetro con la altura. Este recurso técnico, denominado 'entasis', buscaba deliberadamente producir un efecto óptico de estabilidad y equilibrio, jugando con las líneas de fuga de la perspectiva. Las cuatro columnas de las esquinas serían un poco más gruesas con el fin de contrarrestar su aparente adelgazamiento al ser contempladas contra la luz del cielo, y reforzar así la solidez visual del conjunto. 
 
   El programa iconográfico y escultórico del Partenón rivaliza en belleza con los logros estéticos de su arquitectura. El conjunto es un prodigio de elegancia en la composición y de meticulosidad en la ejecución, que en su época estaría aún más realzado por el color de las paredes pintadas, la policromía de las figuras y el aditamento a las mismas de piezas de bronce. 
   Las metopas de la columnata circundante estaban talladas con altorrelieves de altísima calidad plástica, llenos de movimiento pero siempre de armoniosas proporciones. Los del lado este representaban escenas de batallas entre dioses y gigantes; los del lado oeste, combates entre los griegos y las amazonas, y los del lado sur, entre los lapitas y los centauros (foto06). Las metopas del lado norte se han perdido. Grecia clasica
   El interior de la cella estaba rematado en lo alto por un friso continuo en bajorrelieve, circunvalándolo en todo su perímetro, que representaba la ceremonia anual de procesión panatenaica de ciudadanos en homenaje a Atenea (fotos 07, 08, 09, 10). Esta procesión culminaba en la cara oeste con un sacerdote y una sacerdotisa de Atenea, flanqueados por dos grupos de dioses sedentes (foto11). 
   Los frontones triangulares oriental y occidental estaban poblados con figuras en bulto redondo. El oriental mostraba el nacimiento de Atenea (foto05), mientras el occidental exhibía la competición entre Atenea y Poseidón por el dominio de la región ática. 
   El Partenón permaneció esencialmente intacto hasta el siglo V d C, cuando desapareció la gran estatua criselefantina de Atenea, obra de Fidias, y el edificio se convirtió en iglesia cristiana. Hacia el siglo VII se perpetraron otras alteraciones en su estructura interna. A partir del siglo XV, y tras la conquista de Atenas, los turcos otomanos transformaron el Partenón en una mezquita añadiéndole un minarete en el ángulo suroeste. En 1687 los venecianos bombardearon la Acrópolis de Atenas en su guerra contra los turcos, haciendo estallar un polvorín instalado en el Partenón, lo que ocasionó la destrucción de su parte central (foto02). 
   El noble británico Lord Elgin, embajador en Grecia de la monarquía inglesa, se llevó entre 1801 y 1803 a Inglaterra, con permiso firmado del sultán turco, la mayor parte de los frisos, metopas y esculturas de los frontones del Partenón, y en 1815 los vendió por un bajo precio al Museo Británico, donde todavía se exponen, a pesar de las continuas reclamaciones del gobierno griego en pro de su devolución a Atenas. Otras esculturas del Partenón se pueden ver en el Museo del Louvre, en Copenhague y en otros lugares, quedando unas pocas in situ. 
 
   El Partenón constituye una de las joyas más admirables del patrimonio arquitectónico universal, todo un paradigma de los ideales humanos de armonía, unidad y belleza. Su genialidad de concepto, su sobriedad dentro de la complejidad, su rigor geométrico y su equilibrio en las proporciones, resultan aún más fascinantes cuando se es consciente de que, pese a las apariencias, no hay una sola línea recta vertical en sus fachadas. Cada columna del peristilo (columnata que circunda el templo) está casi imperceptiblemente curvada con el fin de contrarrestar, con un estudiado efecto óptico, la distorsión producida por el ángulo de visión del espectador, que, de lo contrario, creería estar viendo que las columnas divergen con la altura. El grosor de los fustes se reduce poco a poco conforme se acercan a la parte central de la fachada, y al mismo tiempo disminuyen los espacios entre columna y columna, lo cual contribuye a guiar la mirada hacia el centro del templo, hacia su puerta de entrada. Incluso las estrías o acanalamientos de los fustes van adelgazándose con la altura, incrementando la sensación de ligereza del conjunto. Los tambores estriados, todos de diferentes tamaños y formas, encajan entre sí con total exactitud, haciendo casi imperceptibles sus junturas, y cada detalle artesanal está cuidado hasta la máxima perfección. 
   A semejante grado de refinamiento no se llegó de forma súbita. El estilo dórico llevaba siglos evolucionando y perfeccionándose, y todavía pueden admirarse dispersas por Grecia y por la Magna Grecia (el sur de la península italiana) imponentes ruinas de templos dóricos anteriores al clasicismo, de los llamados arcaicos, en lugares como Corinto, Delfos, Olimpia, Pæstum, Siracusa o Agrigento. En sus aún sólidas estructuras que se remontan a los siglos VI, VII e incluso VIII a C podemos observar que ya estaban allí todos los elementos del estilo dórico clásico (columnas estriadas sin basa, capiteles de collarino-equino-ábaco, triglifos, metopas, gotas..., rasgos estilísticos que derivarían con toda probabilidad de los detalles constructivos de templos y capillas realizados en madera en épocas anteriores, hoy desaparecidos), pero con un acabado y apariencia general como más primitivos, más incipientes, donde se aprecia que los constructores no habían aún llegado a fijar el canon aúreo de proporciones. El porte de los fustes es más achaparrado, y los capiteles vuelan de una forma exagerada. Las columnas son aún más gruesas y macizas, con tambores de mayores dimensiones, llegando a veces sus fustes a ser monolíticos. No obstante, si se contemplan estos edificios en orden cronológico se puede apreciar una sutil progresión en el pulido de sus formas y perfiles, un proceso de perfeccionamiento continuo, que alcanzó su culminación definitiva en el siglo V a C, la edad dorada de Atenas, con el Partenón como más insigne logro. Un proceso parecido ocurrió con la estatuaria de la época arcaica.
 
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3.  El Erecteion o el refinamiento jónico
 
   El Erecteion es un templo de orden jónico dedicado a Atenea y Poseidón, uno de los más venerados de su época, erigido en 421 - 406 a C en la Acrópolis de Atenas. Su construcción es atribuida, aunque sin total certeza, al arquitecto Mnesicles, el mismo que diseñó los Propileos de entrada a la Acrópolis. 
   (Fotos: 13 a 22
    El Erecteion es célebre por su elegancia y belleza, por la perfección de sus detalles, y por la complejidad de sus espacios y volúmenes. La distribución de su planta es absolutamente insólita. Comprende un cuerpo principal rectangular de 11,63 x 22,76 metros, al que se le fueron agregando distintas cámaras anexas, provistas de pórticos próstilos de columnas y pilastras jónicas (foto13). El edificio está construido a dos niveles, a fin de salvar un escalonamiento de terreno que se Grecia clasicada en esta parte de la Acrópolis, y la disposición de sus salas está condicionada por la preexistencia de otros santuarios anteriores en este mismo emplazamiento: puntos sagrados a los que debía adecuarse el esquema del nuevo templo. Aunque muy alterada desde que fue convertida en iglesia cristiana por los bizantinos, todavía pueden adivinarse en su distribución dos partes diferenciadas, sin aparente conexión entre sí: la oriental estaba dedicada a Atenea Polias y albergó en sus días una estatua de la diosa en madera de olivo, caída del cielo según la tradición, a la que los devotos proveían de joyas y vestimentas verdaderas; la parte occidental era la consagrada a Poseidón. El templo estaba también dedicado a las deidades agrícolas, y en su interior se custodiaban gran número de estatuas votivas y toda clase de objetos sagrados. 
   El nombre de Erecteion es de origen popular. Deriva de la existencia en el edificio de una capilla dedicada al héroe griego Erectonio, aunque otros creen que el templo fue elevado en honor del legendario rey griego Erecteo (probablemente una divinidad de Atenas; según la Iliada nació en un campo de cereales y fue criado por la diosa Atenea, que le alojó en su templo; más tarde, se le asoció con la serpiente que comparte el templo con Atenea, adquiriendo atributos de espíritu de la tierra). 
   La tribuna de las Cariátides es uno de los más reconocidos ejemplos de la exquisitez formal que llegaron a alcanzar la arquitectura y la escultura griega en su edad de oro (fotos 17, 18, 19, 20). Seis jóvenes doncellas, talladas en mármol pentélico a tamaño mayor que el natural, vestidas con vaporosos peplos cuyos sinuosos pliegues realzan sus formas anatómicas, sostienen sobre sus cabezas la cornisa de la 'próstasis', o porche, que sobresale del ala meridional del templo. Perfectamente integradas en la estructura arquitectónica del edificio, y respondiendo al cien por cien a su estilo jónico, las seis cariátides orientan su mirada hacia el Partenón y hacia el camino procesional que conducía al mismo: la Vía Sacra. Su autoría se atribuye a Alcamenes, uno de los discípulos de Fidias. 
Grecia clasica 
    El orden jónico provenía de la Jonia, región de Grecia situada en el Asia Menor (en la actual costa occidental de Turquía), una de cuyas más poderosas polis era la ciudad portuaria de Mileto. Allí se pueden ver numerosas muestras de santuarios en puro estilo jónico, entre los que destacaremos el gran templo de Atenea Polias en Priene (diseñado por el arquitecto Pitio, a quien se atribuye la erección de una de las siete maravillas del mundo antiguo: el Mausoleo de Halicarnaso), considerado como el más paradigmático en su estilo, cuyas gráciles columnas jónicas, enhiestas en medio de las ruinas de la ciudad al pie de un altísimo risco desde cuya cumbre se asoma la acrópolis, son comparables en elegancia a las columnas del Erecteion (ver fotos en Turquía clásica. Arte grecorromano en Oriente).
    El perfil del Erecteion, y el de los templos jónicos en general, supera en verticalidad al de los templos de estilo dórico. Su canon de proporciones es totalmente distinto. Las columnas son más delgadas, y están provistas de trabajadas basas con molduras y toros que se apoyan en un estilóbato, confiriendo al alzado del edificio un aspecto más etéreo. Las estrías de los fustes no moldean las cortantes aristas características de las columnas dóricas, sino que consisten en finas acanaladuras enmarcadas por cantos romos. Los capiteles son fácilmente discernibles por sus típicos pares de volutas en espiral, y están enriquecidos con otros adornos, como el astrágalo y un delicado equino de ovas (foto21). El ábaco es más plano. El entablamento se divide, al igual que en el dórico, en arquitrabe, friso y cornisa, pero todos estos elementos son mucho más ligeros en conjunto y detalles. El friso, en lugar de estar entrecortado con triglifos y metopas, corre a todo lo ancho del frontispicio, y se adorna con una sucesión ininterrumpida de relieves figurativos describiendo temas de la mitología helénica. 
   Los capiteles jónicos de doble voluta que rematan las columnas del Erecteion están considerados como los más bellos entre los producidos en Grecia (foto22). 
   El Erecteion, con sus estilizadas proporciones, sus esbeltas columnas, la delicadeza de sus esculturas, tiene algo de femenino, por contraposición al Partenón, cuya robusta solidez de raigambre doria podría en cierto sentido tomarse como un prototipo de masculinidad. 
   Cuando el Erecteion estaba a medio acabar, su construcción fue súbitamente interrumpida, a causa quizá de la desastrosa expedición ateniense a Sicilia (415 - 413 a C), pero fue reemprendida en el 409, y el templo se completó en el 406 a C. La reconstrucción de la Acrópolis llegó a su término dos años más tarde, aunque fue entonces cuando se produjo la derrota definitiva de Atenas en la guerra del Peloponeso, y en años posteriores sólo se añadieron edificios secundarios. 
   En época bizantina, y a lo largo de toda la Edad Media, fue aprovechado como iglesia cristiana, y tras la invasión turca, como harén del gobernador otomano. 
   A principios del siglo XIX, Lord Elgin trasladó varias piezas escultóricas del Erecteion a Londres. En el Museo Británico se exhibe una de las cariátides originales. De otra, desaparecida hace siglos, sólo se han encontrado fragmentos. Actualmente el templo ha sido objeto de drásticas restauraciones, habiendo sido sustituidas por réplicas las cariátides genuinas, con el fin de frenar el deterioro que estaban padeciendo a causa de la densa contaminación atmosférica de la Atenas actual. Las cuatro cariátides auténticas que han sobrevivido en Atenas se custodian en el Museo de la Acrópolis
 
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4.  Las esculturas arcaicas del Museo de la Acrópolis
 
   Construido en la segunda mitad del siglo XIX con el fin de albergar las innumerables estatuas y piezas arquitectónicas que iban saliendo a la luz en la excavaciones del lugar, el Museo de la Acrópolis ocupaba hasta hace poco un discreto espacio en el rincón suroriental de la Roca. A finales de 2007, el Museo fue trasladado al centro de la ciudad de Atenas, e instalado en un nuevo edificio de 14.000 m2, en el barrio de Makrygiani.
   En la década de 1880 arqueólogos griegos y alemanes llevaron a cabo un intenso programa de excavación de todos los terraplenes, oquedades y grietas rellenas de tierra de la Acrópolis, descubriendo la presencia de una multitud de esculturas, relieves y fragmentos de un estilo hasta entonces desconocido. Eran obras de arte en su mayoría del siglo VI y principios del V a C, de la época llamada arcaica, de cuando la tiranía de los pisistrátidas, pertenecientes a los edificios que habían sido objeto de destrucción por parte de los persas en el 480 a C. Al reconstruir la Acrópolis, los atenienses habían enterrado cuidadosamente estas piezas en el mismo sitio, pues se consideraban sagradas, y gracias a ello se pudieron salvar de los estragos del tiempo, logrando llegar en relativo buen estado hasta hoy. Muchas de ellas conservan aún restos de su policromía original. 
Grecia clasica   Se trata en muchos casos de estatuas votivas, donadas en ofrenda, que proliferaron en la época hasta superpoblar los templos y sus alrededores. Consisten en figuras masculinas y femeninas reproducidas de pie y en posición frontal. Las femeninas, llamadas 'korés' (en griego, 'korai'), son jóvenes doncellas ricamente ataviadas con tocados y sutiles vestimentas que caen en serpenteantes pliegues sobre el cuerpo, y que portan por lo general un óbolo u ofrenda en la mano derecha (fotos 26, 27, 28). Lucen en su mayoría joyas, diademas, grandes pendientes discoidales, y complejos peinados con rizos, trenzas y tirabuzones. Su rostro exhibe una característica sonrisa llena de luminosidad, que proporciona aún más encanto a sus hermosas figuras, y que recuerda poderosamente a la famosa sonrisa etrusca (y no será por casualidad: el arte etrusco es coetáneo del arte griego arcaico). 
   Las figuras masculinas, llamadas 'kuros' (en griego, 'kouroi'), representan a jóvenes desnudos, en posición hierática, dando un paso al frente, y tienen la misma gracia y estilización arcaica que sus compañeras las korés (foto29). Su composición general evoca a esculturas similares muy comunes en el Egipto faraónico y en Mesopotamia, y no sería de extrañar que derivaran de éstas: hay que recordar que los griegos viajaban a Egipto (véase Herodoto), admiraban sus monumentos y obras de arte, y desde la época saíta tenían establecida una colonia comercial (Naucratis) en el Delta del Nilo. 
   La extraordinaria calidad escultórica de las korés y kuros denota que en el siglo VI a C se estaba produciendo una eclosión artística sin parangón en el Mediterráneo helenizado, un florecimiento que no surgía de forma aislada, sino que era propiciado e iba acompañado por grandes avances en los terrenos intelectual y científico. Esta fue la época de los filósofos presocráticos, cuya influencia todavía se deja sentir en el pensamiento europeo. La época de Heráclito de Efeso (536 - 470 a C) y Parménides de Elea (540 - 450 a C). Y también la de grandes matemáticos como Tales de Mileto (624 - 548 a C) y Pitágoras de Samos (572 - 497 a C). Curiosamente, el gran salto cultural del siglo VI a C no fue exclusivo de Grecia, sino que se produjo a nivel mundial: en Oriente Medio predicaba Zoroastro, y Ciro II fundaba el imperio persa aqueménida, que tantos quebraderos de cabeza iba a dar en el futuro a los griegos, iniciando al poco su expansión (más información en fotoAleph: Persepolis. El esplendor de los persas). En India, el ex-príncipe Gautama Sakyamuni fundaba el budismo, y Mahavira el jainismo. En China fue la época de Confucio y Lao-Tsé, patriarcas de la filosofía y la religión chinas. 
 
   El descubrimiento a fines del XIX en la Acrópolis de esta pléyade maravillosa de estatuas arcaicas supuso un fuerte choque conceptual para los estudiosos del helenismo, que se vieron obligados a revisar y ampliar la percepción que hasta entonces se tenía del arte griego clásico, como plasmación de los anhelos humanos de perfección y belleza, de simbiosis entre idealismo y naturalismo, en el que el hombre era centro y medida de todas las cosas. Las esculturas arcaicas revelaron la existencia previa de un estilo de representación distinto, quizá menos perfecto, pero rebosante de vida y encanto, y provisto además de un alegre colorido. El término 'arcaico' no debe inducir a engaño: las figuras, lejos de adolecer de rigidez o torpeza, están dotadas de expresión, personalidad y movimiento. Y no hay dos iguales. Cada estatua está individualizada, con distintos atuendos, peinados y joyas, con rostros tan diversos como los de los seres humanos, y todos ellos de gran expresividad y apostura. 
   Resaltemos, entre otras: 
   - La estatua votiva conocida como el Moscóforo o portador del ternero (foto23), de 96 cm de alto, que correspondería en realidad a un noble llamado Rombo, en actitud de ofrecer el animal a Atenea (hacia 570 a C). 
   - Tifón de tres cabezas y cola de serpiente, monstruo enemigo de Hércules (foto24). Fragmento escultórico en piedra caliza estucada y policromada procedente del frontón de un templo arcaico de la Acropolis (560 - 550 a C). 
   - La gran escultura de Atenea con un manto de serpientes entrelazadas, que lucha contra un gigante, extraída del grupo escultórico de la Gigantomaquia, procedente del frontón del Templo Viejo, antecesor del Partenón, restaurado por los pisistrátidas en el 525 a C (foto25). 
   - La extraordinaria colección de korés arcaicas de mármol, de lozanos rasgos juveniles y con abundantes trazas de su policromía original, fechables entre el 520 y 500 a C (fotos 26, 27, 28). 
   - La hermosa estatua en mármol de un efebo atleta, atribuida a Kritios, el maestro de Mirón, y datada en el 480 a C, en el momento de transición del estilo arcaico al estilo clásico, que ya exhibe la perfección anatómica propia de la escultura griega del siglo de oro (foto30). 
 
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5.  Otros monumentos de la Atenas clásica
 
   La Acrópolis de Atenas muestra la evolución de la cultura griega a lo largo de mil años. Entre otros edificios monumentales del complejo y su entorno inmediato, destacan: 

   Propileos. Pórtico monumental de acceso al recinto sacro, con grandes tramos de escaleras que pasan bajo dos rangos de columnatas de orden dórico y conducen a cinco puertas. El gran vestíbulo externo estaba cubierto con un lujoso techo de mármol sostenido por vigas del mismo material, con amplios vanos entre ellas. Atribuido a Mnesicles (437 - 432 a C), su construcción fue iniciada nada más concluirse las obras del Partenón. Era el único punto de entrada a la Acrópolis, defendida en el resto de su perímetro por escarpados farallones rocosos reforzados con murallas. En el siglo XIV, una dinastía de nobles atenienses originarios de Florencia (los Acciajuoli) transformó los Propileos en una potente fortaleza, coronada por una gran torre toscana que Schliemann (el arqueólogo germano que descubrió Troya y Micenas) desmanteló en 1875. 

   Templo de Atenea Niké, o 'Atenea que Da la Victoria', de Mnesicles y Calicrates (448 - 407 a C). Pequeño templo asomando al abismo desde un bastión natural del promontorio de la Acrópolis, a la derecha de los Propileos. Su planta es casi cuadrada (4,14 x 3,78 m), con una fachada próstila de columnas monolíticas cuyo pórtico sobresale del vestíbulo. De orden jónico y exquisita factura desde el punto de vista arquitectónico y escultórico, el edificio permaneció intacto hasta que en 1686 los turcos lo desmantelaron para usar sus sillares de relleno en muros defensivos ante el asedio de los venecianos. Posteriormente pudo ser reconstruido, aunque gran parte de sus esculturas y relieves terminaron en Gran Bretaña. Unos pocos paneles con altorrelieves de excelente calidad, desgajados de la balaustrada que rodeaba el templo, se conservan en el Museo de la Acrópolis. Uno representa a Atenea Niké, ataviada con una barroca vestimenta, conduciendo un buey al sacrificio (hacia 415 - 410 a C, foto31). El otro muestra al mismo personaje inclinándose para desabrocharse una sandalia (foto32). Este santuario es todo un símbolo de la armonía en que convivieron los pueblos dorios y jonios bajo el gobierno de Atenas. 

   Estatua de Atenea Promaco, o 'Atenea que Combate en Primera Línea'. Sólo se conoce su primitivo emplazamiento, a la entrada de la Acrópolis, dando la bienvenida a los visitantes nada más atravesar los Propileos. Estatua sedente en bronce, encargada por Cimón al genial escultor Fidias, alcanzaba los diez metros de alto, y de ella dice Pausanias, el viajero y geógrafo griego del siglo II d C, que los brillos de su casco y lanza podían ser avistados a 50 kilómetros de distancia por los marinos de Cabo Sunión. El emperador bizantino Justiniano la trasladó en el siglo VI a Constantinopla y, con la conquista y saqueo de la urbe por los ejércitos de las Cruzadas a principios del siglo XIII, su rastro se perdió para siempre, así como el de su hermana del Partenón. Entre los templos de la Acrópolis se levantaban otras magníficas estatuas, algunas debidas a la mano del célebre escultor Mirón. 

   Odeón de Herodes Ático. En la ladera suroccidental del promontorio donde se asienta la Acrópolis. Fue mandado construir por Herodes Ático, un acaudalado romano residente en Atenas, en memoria de su esposa, y data del 161 d C. En forma de teatro romano, su colosal cavea, incrustada en el acantilado rocoso del cerro, daba cabida a cinco mil espectadores. Su frontispicio de arcadas superpuestas tenía tres pisos, y el recinto se cubría con un tejado de madera de cedro. Actualmente se sigue utilizando para representaciones teatrales y festivales de música. 
Grecia clasica 
   Teatro de Dionisos. A poca distancia del anterior, al que le unía un largo pórtico, y asimismo adosado a la colina de la Acrópolis, por su falda meridional. Construido a comienzos del siglo V a C, sustituyó a su equivalente en el ágora para la realización de obras de teatro, así como asambleas populares. Tras numerosas reconstrucciones, la mayor parte de lo que ha sobrevivido hasta hoy data de época romana, siendo sus últimas etapas constructivas del siglo III d C. Tenía un aforo de 13.000 espectadores, distribuidos en 67 filas. Los miembros de los jurados tenían asientos más amplios en la parte delantera, y los dignatarios religiosos disfrutaban de pequeños tronos en mármol, en los que aún pueden leerse sus títulos. Aquí se celebraban cada primavera los 'Dionisia', importantes festivales panhelénicos que atraían muchedumbres de todo Grecia, Asia Menor e Italia. El teatro se usaba también como local para debates ideológicos, donde se aireaban conceptos como los de libertad y democracia, y para las reuniones políticas de la 'ecclesia' o comunidad de ciudadanos que ejercía el poder ejecutivo. 

   Linterna de Lisicrates. Monumento conmemorativo que simboliza uno de los premios ganados en las competiciones de tragedias y comedias celebradas en el Teatro de Dionisos. Los patrocinadores de los coros ganadores erigían este tipo de elaborados memoriales en la Calle de los Trípodes, al este del teatro, para exhibir sus trofeos, que consistían en trípodes dionisíacos en bronce. El de Lisicrates sería el único que queda en pie, gracias a haber permanecido custodiado en el interior de un convento. Data del año 335 a C, y se compone de un pequeño 'tholos' o templete cilíndrico, de siete metros de alto, cuyas seis columnas adosadas son ejemplares tempranos del orden corintio y sostienen un friso que ilustra un himno a Dionisos. 

   Ágora. La avenida del Apóstol Pablo conduce al ágora, amplio espacio civil para reuniones públicas, precedente de los foros romanos, hoy en día un vasto recinto despoblado en el que apenas asoman los cimientos de sus antiguas construcciones (foto34). Los habitantes del barrio que ocupaba la zona del ágora fueron desalojados, y en el lugar se llevaron a cabo excavaciones arqueológicas desde 1931 a 1960, financiadas con fondos del Gobierno Griego, el Plan Marshall y el Instituto Rockefeller. Fue posible así rastrear su evolución arquitectónica desde las primeras edificaciones (correspondientes a las reformas de Solón a principios del VI a C) hasta su destrucción por las hordas bárbaras más de mil años después. Y esta evolución, en la que no faltaron experimentos y fórmulas originales, refleja la progresiva configuración de una polis democrática, con edificios que respondían a los distintos organismos y funciones cívicas de la sociedad de Atenas: políticos, religiosos, comerciales, etc. 
   En el sitio se construyó en los años cincuenta del siglo XX una fría réplica de la Stoa de Atalo, una alargada galería columnada de dos pisos sostenida por 180 columnas, con tiendas en su parte trasera, que había sido donada a Atenas por el rey de Pérgamo Atalo II en el siglo II a C. 
   En las lindes del ágora puede contemplarse el templo griego más entero y mejor conservado entre los que existen: el Hefesteion, santuario al dios del fuego y de la fragua Hefesto (foto33). Es conocido también como el Teseion, en alusión a Teseo, fundador mítico de Atenas, a cuyas hazañas está dedicada la decoración escultórica. Aunque de dimensiones más reducidas, su estructura períptera reproduce las líneas dóricas del Partenón, que lo vigila desde lo alto de la Acrópolis. El Teseion, también datado en el siglo V a C (449 - 444), es el primer gran monumento de la reconstrucción que siguió a las guerras con Persia. Ha llegado hasta nuestros días casi intacto, preservando completo su peristilo, su naos, e incluso las losas de casetones de mármol que conforman el techo. 

   La Torre de los Vientos. Otro monumento intacto que se conserva en la ciudad baja, cerca del ágora y al pie de la Acrópolis, es la torre levantada en el siglo I a C por el astrónomo Andrónico de Cirro, popularmente conocida como la Torre de los Vientos, a causa de los relieves que adornan la parte superior de las caras de su estructura octogonal (foto35). Cada uno de ellos representa la figura antropomorfa de un Viento (Bóreas, Euro, Noto, Céfiro, etc.), correspondiente al punto cardinal hacia el que está orientado, volando en posición horizontal (foto36). 
   En realidad, esta torre (de casi 13 metros de alto y con un diámetro de 7 m, coronada por una curiosa bóveda formada por gajos trapezoidales de mármol cuya punta se incrusta en un bloque circular que hace de clave) tenía la triple función de reloj de sol, reloj de agua y veleta. Bajo la invasión otomana se conservó intacta, ya que los turcos creyeron ver en ella el mausoleo de dos profetas locales: Sakratis y Eflatun (Sócrates y Platón). 
 
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GRECIA CLÁSICA
Tesoros de la Acrópolis de Atenas
  
Bibliografía

 
- Dontas, Jorge (ex-Director de la Acrópolis y Eforo General de Antigüedades). La Acrópolis y su museo (Ediciones Clio, Atenas, 1986)
- Levi, Peter. Grecia. Cuna de occidente. Atlas culturales del mundo, 2 tomos. (Ediciones Folio. Ediciones del Prado, 1992)
- Martin, Roland. Arquitectura mediterránea prerromana. Sección 'Arquitectura griega' (Aguilar, Madrid, 1976)
- Martin, Roland. El mundo griego (colección Arquitectura universal, Ediciones Garriga, Barcelona, 1966)
- Pasquier, Alain (Conservador del Departamento de Antigüedades Griegas y Romanas del Museo del Louvre). Historia ilustrada de las formas artísticas. Vol. 3: 'Grecia'. Ilustraciones de Christiane Simon (Alianza Editorial, Madrid, 1984)
- Pesando, Fabrizio. Atenas. La perfección de la antigüedad clásica, en 'Arqueología de las ciudades perdidas', vol. 2 (Salvat, Pamplona, 1986)
- Pijoán, José. Summa Artis. Historia general del arte. Vol. IV: 'El arte griego' (Espasa-Calpe, Madrid, 1985)
- Richter, Gisela M. A. El arte griego. Una revisión de las artes visuales de la antigua Grecia (Ediciones Destino, Barcelona, 1988)
- Stierlin, Henri. Greece. From Mycenae to the Parthenon (Taschen's World Architecture, Taschen, Köln, 1997)
- V.V.A.A. El Patrimonio Mundial (Ediciones San Marcos, Madrid)
 
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GRECIA CLÁSICA
Tesoros de la Acrópolis de Atenas

Indice de textos
La Acrópolis, corazón del mundo griego 
El Partenón, arquetipo de templo dórico 
El Erecteion o el refinamiento jónico
  
Las esculturas arcaicas del Museo de la Acrópolis 
Otros monumentos de la Atenas clásica 
Bibliografía
  
Indices de fotos
Indice 1  Partenón.
Indice 2  Erecteion. Museo de la Acrópolis.
Indice 3  Museo de la Acrópolis. Otros monumentos.
   
  

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TURQUIA CLASICA
Arte grecorromano en Oriente

  
Turquia clasica
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La isla de Rodas

  
La isla de Rodas
  
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Fotografías: Eneko Pastor
Realizadas en Atenas (Grecia) y Londres (Inglaterra)
   
  
  

  

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