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  BALI
  La isla de la eterna primavera
Bali, la isla de la eterna primavera
  
   Si existe un paraíso en la Tierra, se tiene que parecer mucho a Bali.
   Un bastión del hinduismo en medio del archipiélago musulmán de Indonesia, la isla de Bali es un lugar cuyos nativos adoran a Siva y temen a los demonios. Donde se rinde culto a los espíritus de los antepasados, y la cólera de los dioses se manifiesta en erupciones volcánicas. Donde cada casa tiene un templo, las fuentes y los árboles pueden ser sagrados, los duendes acechan en los bosques y la religión convive con la magia.
   Bali vive fuera del tiempo, en la estación perenne de un trópico atemperado por el mar. Los arrozales espejean reflejando el cielo en sus huertas inundadas. Las palmeras susurran de placer al ser acariciadas por la brisa. Los musgos tapizan los roquedales y la diosa naturaleza cubre la isla con su entera paleta de verdes, del jade al esmeralda.
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Indices de fotos
Indice general
Reflejos del paraíso
Un festival balinés
El país de los templos
Las artes en Bali
Dioses y monstruos
Indice de textos
Reflejos del paraíso
Bali. Breve historia
Dioses y monstruos
Otras exposiciones de fotos de Indonesia en fotoAleph
BAJANDO AL INFIERNO. Volcanes de Indonesia
BOROBUDUR. La huella de Buda en Java
Los tesoros de la isla de Java


Reflejos del paraíso
 

   Vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño.
   Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto...

                                                                             (Jorge Luis Borges, extractos de El Aleph)




   Vi una isla a la que los dioses habían bendecido con todos los encantos de la naturaleza.
   Resplandecía de verdor en los mares tropicales de Indonesia. Sus huertos estaban siempre floridos, su clima siempre templado. El agua era copiosa, y el arroz crecía todo el año.
   Sus nativos nunca olvidaban visitar sus templos –y los había a miles– para hacer ofrendas a las divinidades, en agradecimiento a su benevolencia.
   Y vi que los templos, los bosques, los lagos y los volcanes estaban a su vez poblados por un bestiario fantástico de duendes, demonios, ninfas, genios, furias, dragones y toda suerte de espíritus malignos y benignos.


  
   Entre las 17.500 islas de Indonesia, se puede asegurar que Bali es única.
   Situada al este de Java, la isla de Bali es la perla de una cadena de islas que se extiende desde Malasia hasta Papúa-Nueva Guinea: ese vasto archipiélago que es la parte emergente de un cresterío volcánico en los mares entre Asia y Australia, y cuyos nativos forman la cuarta nación más poblada del mundo: Indonesia.
Bali   Los habitantes de Bali practican con fervor el hinduismo y constituyen la población hindú más numerosa del mundo tras la de la India. Al mismo tiempo Bali es una isla en el mar del islam, el único reducto hindú en un país de abrumadora mayoría musulmana. Y conviene recordar que Indonesia es el país del mundo con mayor número de musulmanes: más de 240 millones.
   La superficie de Bali es reducida: 144 km de su punta este a su punta oeste y 80 km de norte a sur. Pero su pequeñez no le impide albergar una sociedad de 3 millones de habitantes, estructurada con complejidad y poseedora de una cultura sorprendentemente rica.
   Durante cientos de años, Bali ha sido visitada por indios, chinos, javaneses, polinesios, japoneses y europeos, y de todos ha absorbido influencias culturales. No obstante, los balineses han sabido desarrollar su propia cultura, asimilando estos influjos foráneos, pero reelaborándolos a su manera. Es una cultura popular, viva, muy apegada a tradiciones ancestrales de origen animista, donde se cree en los dioses pero también en los duendes, donde la espiritualidad convive con la magia.
   Y que se ha sabido mantener más o menos incólume a los impactos culturales del siglo XX. Bien es verdad que las discotecas atruenan ya en los resorts playeros y las motos llegan hasta los parajes más apartados, pero todavía hoy se puede ver en Bali pueblos que no han cambiado en cincuenta años, que viven en un mundo detenido en el tiempo siguiendo las formas de vida instauradas por sus antepasados.
    La vida en Bali gira en torno a la religión hindú. Los balineses veneran los dioses y diosas del panteón hinduista, pero tienen además sus propios dioses. Y también sus demonios, sus ángeles, sus espíritus benignos y malignos, brujas, árboles y montes sagrados, fuentes purificadoras (foto013), cuevas-templo (foto011). Las labores agrícolas van acompañadas de gran cantidad de ritos propiciatorios, dirigidos a los dioses y a los espíritus, sin cuya bendición las cosechas no pueden prosperar. Bali es una sociedad mayoritariamente campesina que vive de la naturaleza y que rinde culto a la naturaleza en sus manifestaciones visibles e invisibles.
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   Además de sus templos, todos los pueblos y aldeas de Bali disponen de un lugar de asambleas, por lo general una plaza céntrica que se usa también como mercado y, sobre todo, para celebrar festejos. Cualquier ocasión es buena para organizar un festival religioso. Los balineses parecen dedicar su tiempo libre a una serie interminable de prácticas de carácter simbólico destinadas en su mayor parte a mostrar agradecimiento a las divinidades y a propiciar su benevolencia, o bien a apaciguar su ira. Procesiones, danzas, ofrendas, ceremonias de ayuno, ritos de purificación, cremaciones... marcan el pulso cotidiano de la vida balinesa (ver fotos en Un festival balinés).
   Los balineses son muy amantes de la música, la poesía y la danza. La música está omnipresente en Bali, se escucha en las ceremonias de los templos, en las casas, en las calles y en lugares al aire libre. BaliUna típica orquesta balinesa está constituida por varios instrumentos de percusión como xilofones, metalofones, címbalos y gongs (fotos 056, 085 y 086), acompañados de una flauta y un rebab o violín de dos cuerdas, con los que se interpreta la música tradicional llamada gamelan, caracterizada por un fluido encadenamiento de diferentes combinaciones rítmicas que van transformando sutilmente la línea melódica sin repetir nunca los acordes. Las danzas (foto087) y las representaciones teatrales desempeñan también un papel muy importante en la sociedad balinesa, y tienen propósitos mágico-religiosos o sirven para narrar en forma de pantomima (foto088) las antiguas leyendas épicas de la literatura clásica hindú.
   Los balineses son notablemente diestros en todo lo relacionado con las artes y la artesanía. Bali es una isla pródiga en artistas populares anónimos, cuya imaginativa inspiración visual, sustentada en una maestría técnica extraordinaria, les permite plasmar en piedra, tabla o lienzo toda clase de figuras divinas o humanas, vegetales o animales, extraídas tanto de la realidad como de la fantasía, destacando sobre todo en escultura, talla de madera y de hueso, pintura, y también en la orfebrería en plata (ver fotos en Las artes en Bali).
   No hay más que visitar un templo para percatarse de ello. Es en la construcción y decoración del hogar de la divinidad donde los artistas ponen lo mejor de sí mismos, y el resultado es ese abrumador despliegue de estatuas, relieves, ornamentaciones vegetales, monstruos guardianes, seres mitológicos y animales fantásticos que podemos admirar tallados, y muchas veces policromados, en puertas, jambas, dinteles, pilares y vigas de las capillas y santuarios que jalonan todos los rincones de Bali (ver fotos en Dioses y monstruos).
   En el centro-sur de la isla, en medio de una llanura salpicada de arrozales (foto023), Ubud, con sus escuelas de escultura y pintura, es el centro cultural de Bali, un pueblo donde se congregan artistas europeos y americanos, y que tiene un museo de Bellas Artes.
   Indice de textos
   
   Desde un punto de vista geográfico, la isla de Bali fue antaño una extensión de la isla de Java. Tiene la misma flora y fauna, los mismos volcanes, el mismo clima tropical (o más bien ecuatorial, pues está situada a sólo 8º al sur del ecuador). Ambas islas comparten el mismo paisaje cultural a base de colinas escalonadas en aterrazamientos, inundadas las terrazas para cultivar en ellas arroz, volteando en el espejo de sus aguas las palmeras circundantes (foto009).
   La mayor parte de los 5.600 km cuadrados de Bali es montañosa. El horizonte está por todas partes oculto tras cerros y colinas, tras boscosos montes y volcanes. Hay muy pocas zonas llanas. Las montañas de Bali son una prolongación de la cordillera de volcanes de Java. Las laderas de sus empinados conos están en parte ennegrecidas por las riadas de lava solidificada de pasadas erupciones, y cortadas por abruptos barrancos, torrenteras y arroyos.
   El volcán Gunung Agung es el pico más alto de la isla, y alcanza los 3.142 metros sobre el nivel del mar. Es a la vez la montaña sagrada de la isla, sede de los dioses y diosas del hinduismo balinés. Los isleños la consideran 'el ombligo del mundo'.
   El cercano Gunung Batur es uno de los más bellos volcanes de Bali (foto037 y siguientes). Se compone en realidad de dos volcanes concéntricos. El cono del Batur propiamente dicho se ubica en el centro de un inmenso cráter volcánico de 10 km de diámetro, de modo que el volcán está a su vez rodeado de una cordillera anular de montañas, que constituyen las paredes del cráter, la más alta de las cuales (Gunung Abang) alcanza los 2.150 m sobre el nivel del mar.
Bali   Esta gran caldera está parcialmente inundada de agua, creando un extenso lago en forma de luna creciente, conocido como lago Batur, que en parte se alimenta de manantiales termales. Pequeños pueblos de agricultores se levantan dispersos en sus orillas, y sus habitantes navegan en canoa por el lago y practican la pesca. En uno de estos pueblos, Trunyan, viven aborígenes Bali Aga, los más antiguos habitantes de la isla de Bali, que ya ocupaban estos parajes antes de la invasión del imperio javanés en el siglo XIV.
    En las zonas alpinas de Bali crece una singular y exuberante flora de musgos, orquídeas, plantas trepadoras y helechos arborescentes. Hay árboles gigantes como el baniano, que convierte sus raíces aéreas en nuevos troncos, y el waringin, que se considera sagrado. Se pueden detectar también monos aulladores.
   En la punta occidental de Bali perdura todavía una extensa zona selvática inexplorada, con una población de tigres, y abundantes cérvidos y cerdos salvajes. A lo largo de toda la costa de la isla no es difícil ver enormes tortugas marinas nadando entre las olas.
   En el firmamento nocturno se divisa la Cruz del Sur. Ni rastro de la estrella Polar. Cuando la luna parece menguante, está en fase creciente. Estamos en el hemisferio austral.
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   En Bali, las estaciones del año se reducen a una. Junto a arrozales ya cosechados, es normal ver crecer espigas de arroz recién sembradas o replantadas o ya maduras. La humedad es muy alta, y el clima permanentemente templado. Con frecuencia se producen chaparrones al atardecer. La temporada de lluvias dura de noviembre a abril. La temporada seca, de mayo a noviembre, coincidiendo con el monzón del sudeste.
   Para aprovechar al máximo las aguas pluviales, los agricultores de Bali han desarrollado sistemas muy sofisticados de irrigación por terrazas. Todas las colinas están aterrazadas artificialmente para poder acondicionar huertos escalonados en sus laderas (foto008). Cuando están dedicados al arroz, cultivo que precisa de abundante agua, las terrazas son delimitadas por muretes de barro que permiten mantener la huerta inundada. Pequeñas aberturas en los muretes desplazan el agua de una huerta a otra, como vasos comunicantes, hasta que todos los terrenos de cultivo quedan adecuadamente irrigados. El sistema se complementa con una red de acequias, acueductos, pequeñas presas y canales subterráneos, que llevan el riego hasta los campos más alejados. La distribución de aguas está cuidadosamente regulada en cada pueblo o comunidad agrícola por una sociedad cooperativa llamada subak. Al caer la tarde, tras la jornada de trabajo, se puede ver a los campesinos y a sus familias bañándose en las acequias.
   La superficie media de una granja familiar es de una hectárea. Además de arroz (que se cultiva por todas las regiones balinesas hasta los 700 m de altura), los principales productos agrícolas de la isla son plantaciones de té, cacao, cacahuetes, patatas y frutas tropicales. Al norte hay explotaciones hortícolas de cebollas, coles y papayas, que crecen mejor en un clima más fresco. Se cultivan también maíz, batatas, mandioca, café, palmeras cocoteras, árboles frutales, y se elabora aceite de palma. Existe una gran cabaña de ganado bovino y porcino. La pesca es una actividad menor.
   Bali debe importar alimentos a causa de su exceso de población. En contrapartida, exporta carne de cerdo, café, copra y aceite de palma. En las últimas décadas la industria turística se ha convertido en una importante fuente de ingresos para la economía de la isla, así como la venta de artículos artesanales.
   Sí, Bali es una isla muy turística, todo el mundo lo sabe. De hecho, Bali ha estado recibiendo oleadas de viajeros ya desde los años 30 del siglo XX. Téngase en cuenta que lo que para los europeos es el lejano oriente, resulta cercano para los japoneses o los australianos. Llama, sin embargo, la atención el escaso impacto negativo que ha tenido la moderna 'cultura occidental' sobre las ancestrales costumbres, creencias y modo de vida de los balineses. Es cierto que se ha dado cierto grado de deterioro en algunos puntos de la isla copados por el turismo de masas, que han aumentado los casos de robo, que se practica la prostitución, que ha hecho su nefasta aparición el sida. Es cierto que se han producido desmadres urbanísticos en la capital Denpasar y en algunas playas de recreo, pese a la ley que prohíbe construir edificios más altos que una palmera. Es cierto que la mayoría de la población sigue viviendo de forma muy humilde, con muy escasos recursos, y que sufre la endémica crisis económica y continuas devaluaciones de la rupia que afectan también al resto de los habitantes de Indonesia. A todos estos problemas hay que añadir la irrupción en este remanso de paz que es Bali de los atentados terroristas con pretextos político-religiosos, como el perpetrado por Jemaa Islamiya en la playa de Kuta en 2002.
   Sin embargo, en un siglo de invasiones turísticas, y pese a todos los problemas y dificultades mencionados, los nativos de Bali no han perdido la afabilidad ni la sincera sonrisa con que acogen al viajero. Continúan, hoy como ayer, y de buen grado, ofreciendo al visitante extranjero toda su hospitalidad, y están siempre dispuestos a hacerle su estancia lo más agradable posible. Un motivo –pero no el único– que contribuye a que la isla de Bali siga pareciéndonos un pequeño paraíso en la Tierra.
   Y es que los balineses creen que el Cielo será exactamente como Bali. 

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Bali. Breve historia
  
   Bali es un museo viviente de la antigua civilización indo-javanesa, cuyo legado en Java ha quedado reducido a ruinas arqueológicas (ver en fotoAleph colección de fotografías Borobudur. La huella de Buda en Java), mientras que sigue vivo entre los balineses.
    La cultura india estaba ya presente en Bali en el siglo IX d C. Así se deduce al estudiar la lengua balinesa, que deriva de la escritura palava del sur de la India, donde en los siglos VII-VIII d C floreció el poderoso reino hindú de los pallavas. Sus espléndidos logros artísticos pueden admirarse en lugares como Mahabalipuram y Kanchipuram, en el estado indio de Tamil Nadu. Los palavas eran buenos navegantes y viajaron hacia oriente, introduciendo su cultura en Indochina e Indonesia. Sin embargo, el hinduismo de Bali difiere en algunos aspectos de la religión brahmánica de la India; está, si cabe, más impregnado de animismo. Pero proporciona a los historiadores datos para mejor comprender aspectos clave del hinduismo de la India medieval, que no pueden hallarse en otras fuentes, ni en la misma India.
Bali   Cuando el imperio Majapahit de Java conquistó Bali a mediados del XIV, exportó consigo la cultura javanesa oriental, en campos como la arquitectura, la escultura, la danza y las bellas artes. El primer ministro del imperio, Gajah Mada, envió en 1343 una expedición militar a ocupar la isla como primer paso para la conquista y unificación de todo el archipiélago de Indonesia.
   El imperio Majapahit se derrumbó en los siglos XV-XVI bajo la presión militar y económica del islam; se produjeron migraciones de la sociedad javanesa a Bali, que se convirtió en un refugio para muchos nobles, sacerdotes e intelectuales hindúes. Los sacerdotes se habían traído consigo los libros sagrados y los registros históricos, y con el tiempo desarrollaron en la isla el llamado hinduismo balinés, que recoge peculiaridades autóctonas de carácter animista de los aborígenes de la isla, el origen de cuyas creencias se remonta a la Edad de Bronce, si no antes.
   Los holandeses fueron los primeros europeos que visitaron Bali, en 1597, pero sus intentos de colonización toparon con la tenaz resistencia de los nativos. A principios del XIX el único producto que exportaba Bali eran esclavos. La isla permanecía relativamente olvidada debido a su carencia de especias o marfil, y aislada a causa de los arrecifes y las peligrosas corrientes marinas que bañaban sus abruptos acantilados. Los holandeses no lograron un control definitivo de la isla hasta 1908. Ese año la familia real se autoinmoló ofreciéndose como blanco a los disparos de los rifles de los holandeses, que estaban efectuando una carga contra la población. Más adelante los holandeses procuraron interferir lo menos posible en la vida balinesa.
   La historia de Bali en el siglo XX está indisolublemente ligada a la historia del resto de Indonesia. Indonesia proclamó su independencia en 1945, pero continuó luchando contra los holandeses hasta 1949, y no fue hasta 1969 cuando adquirió su actual territorialidad, reconocida por las Naciones Unidas.
   En octubre de 2002 explotaron tres bombas en dos concurridos night-clubs de la playa balinesa de Kuta, causando 202 muertos (164 de ellos extranjeros) y 209 heridos, en un ataque –el más mortífero de la historia de Indonesia– atribuido a Jemaah Islamiya, un grupo radical de corte islamista.
   Hoy Bali es el único baluarte del hinduismo en el archipiélago indonesio, en medio de una inmensa mayoría de musulmanes. Esta pequeña isla tiene ya más de 3 millones de habitantes. Indonesia entera tiene una población superior a los 245 millones habitantes (2007), siendo el cuarto país más poblado del mundo.

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Dioses y monstruos
  
Indices de fotos 10, 11
  
   Bali es una isla hinduista en un archipiélago islámico, una singularidad dentro del estado de Indonesia. Algunos musulmanes y chinos viven al norte y oeste de Bali, y hay también unos pocos cristianos. Aunque el hinduismo se originó en la India, llegó a Bali antes del siglo IX d C, y en esta isla se propagó siguiendo sus propias pautas.
   Los balineses llaman a su propia religión Agama Tirtal (= 'Ciencia del Agua Sagrada'). Es una fusión de ideas religiosas provenientes de China, India, Malasia y Java, donde la teogonía, organización ritual y liturgias del hinduismo clásico se mezclan con el culto a los ancestros y otras creencias animistas y prácticas mágicas, afines al panteísmo. Dividida en dos sectas, la mayoritaria es sivaita. Aunque las epopeyas indias Mahabharata y Ramayana son bien conocidas en Bali y forman parte de la imaginería del teatro y las danzas, la triada de dioses supremos del panteón hindú (Brahma, Vishnú, Siva) resulta para los hindúes balineses demasiado distante. Los balineses tienen su propia trinidad, una deidad en sí misma llamada 'Santuario de las Tres Fuerzas', aunque el principio básico del hinduismo balinés es la creencia en un ser supremo que gobierna la isla, al que llaman Sanghyang Widhi.
Bali   A diferencia de la India, donde sólo ha sido abolido oficialmente, el sistema de castas ha desaparecido en la práctica en Bali, sobre todo entre las generaciones más jóvenes; sólo algunos ancianos aún lo defienden. Las cremaciones de cadáveres en la India son individuales, pero en Bali son colectivas: pueblos enteros entierran temporalmente a sus difuntos para, en una fecha determinada, organizar con gran ceremonial una cremación masiva. Mientras en la India una viuda no puede volver a casarse, en Bali una viuda puede contraer de nuevo matrimonio tantas veces como lo desee. El hinduismo balinés permite comer carne de cerdo, algo poco frecuente en la India e impensable entre los musulmanes de las islas indonesias vecinas.
   Indice de textos
  
   La cosmovisión de los balineses divide la mayoría de los conceptos en dualidades bipolares: cielo-tierra, montaña-mar, sol-luna, día-noche, puro-impuro, fuerte-débil, cálido-frío, dioses-demonios... La interacción armónica de estos pares de opuestos teje los mimbres del mundo y determina el destino de cada persona.
   Hay en Bali dioses solares, totémicos, dioses ciervos, secretarios de los dioses, tortugas místicas, deidades del mercado, un dios del fuego. Los dioses y las diosas que protegen o amenazan cada uno de los actos realizados por una persona a lo largo de su vida habitan en tronos de piedra o en las estatuas, o flotan simplemente en el aire. Son invitados a bajar a la tierra y se les entretiene con música. Los niños y las niñas portan flores a las capillas y aprenden a danzar a temprana edad para complacer a los dioses (foto057).
   La gran mayoría de los nativos de Bali cree en los espectros y los duendes, seres escurridizos que pueden adoptar variadas apariencias: cuervos, gatos negros, mujeres... Los espíritus lo dominan todo, y los balineses tienen esto muy presente en todo lo que hacen, depositando constantemente ofrendas de flores y frutas para apaciguar a las divinidades enojadas (foto045) o para proteger sus hogares de los malos espíritus.
   No se puede visitar Bali sin coincidir con uno de los numerosos festivales que tienen lugar en la isla en las sesenta festividades religiosas que se celebran al año. Los festivales pueden estar dedicados al arte de la talla de madera, a los instrumentos musicales de percusión, al nacimiento de una diosa...
   Njepi es un festival anual que se celebra en Bali para purificar la isla entera y expulsar de los pueblos a los demonios y malos espíritus. Los seres maléficos son atraídos con generosas ofrendas depositadas como señuelo en los cruces de caminos, y a continuación son ahuyentados por los sacerdotes a base de conjuros. Al anochecer los campesinos hacen sonar gongs y los niños golpean latas con palos para asustar con el ruido a cualquier espíritu maligno que haya quedado todavía merodeando por allí.
   En el festival de Sarasvati, consorte de Brahma y diosa de la sabiduría, la música y la literatura, se hacen ofrendas a los manuscritos literarios. Ese día nadie puede leer. En cada fase de las labores agrícolas se cumplen también los preceptivos rituales correspondientes a la temporada, donando ofrendas a los dioses y cantando textos sagrados. Incluso las peleas de gallos fueron originalmente un ritual religioso practicado en los templos para ofrecer sacrificios cruentos a los dioses.
Bali   Las cremaciones son oportunidad para grandes fiestas. Los restos de los cadáveres de un pueblo, que han esperado bajo tierra la fecha propicia, son exhumados, colocados en féretros de madera tallados con los rasgos de un animal, e incinerados colectivamente en una gran pira construida con bambúes en forma de torre de varios pisos, adornada de flores, espejos y telas de seda. La incineración libera a las almas de los difuntos de sus lazos terrenales.
   Los nativos de Bali, como hindúes, creen firmemente en la reencarnación. El ambiente de estos funerales no es de dolor, sino bullicioso y festivo. Se hacen las consabidas ofrendas y las niñas bailan danzas rituales maquilladas y vestidas con atuendos y peinados tradicionales, al compás del campaneo de una orquesta gamelan.
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   En Bali existen no menos de 20.000 templos hindúes. Están en todas partes: en las casas, los patios, los mercados, los arrozales, las playas, sobre los acantilados marinos, en islotes, en lo profundo de las cuevas, en las faldas de los volcanes...
   Quien desee visitar un templo habrá de descalzarse y atarse a la cintura un sarong, una pieza de tela que cubra sus piernas y le llegue hasta los tobillos. No se permite la entrada a las mujeres durante el periodo de menstruación.
   Un templo balinés (o pura) consiste por lo general en un conjunto de templetes, capillas y pabellones que se levantan en el interior de un recinto habitualmente ajardinado (foto066). Cada templete tiene su función: uno se destina a sede de los dioses, otros dos son para los secretarios de los dioses, otro para el antepasado fundador del templo, otro para Surya, el dios sol, etc. Una de las capillas simboliza al volcán Gunung Agung, otra al Gunung Batur. Un pabellón está destinado a la orquesta de música gamelan y otro sirve de cocina. Entre estas distintas dependencias deambulan los fieles para depositar sus ofrendas y elevar sus plegarias a las distintas deidades.
   Uno o varios portalones ceremoniales preceden y dan acceso al complejo. Son muy características de Bali unas puertas monumentales carentes de techo, cuyo intradós tiene los laterales totalmente lisos, como si hubieran estado cortados a cuchillo dejando demediado un templo (foto061).
   El visitante queda abrumado por la exuberante iconografía que cubre las dependencias del complejo (foto097). Cada oratorio está rodeado de una multitud de relieves y estatuas en bulto redondo, realizadas en madera o piedra volcánica, y en ocasiones coloreadas. Dioses, diosas, semi-dioses, ninfas celestiales (foto122), héroes épicos, animales reales y fantásticos pueblan las fachadas, las paredes laterales y traseras, las esquinas, los jardines circundantes y todos los resquicios de cada santuario. También hay demonios (foto025), genios, dragones (foto108), monstruos y seres temibles –como la bruja Rangda, que simboliza el mal– pululando por las cercanías, o ejerciendo de guardianes. Los pilares, los dinteles y las jambas, las hojas de las puertas, las vigas que sustentan los tejados y todos los elementos arquitectónicos de madera están primorosamente tallados con decoraciones de motivo vegetal.
    En algunos templos los tejados se superponen formando afiladas torres de siete, nueve y hasta once pisos con tejadillos de paja de tamaño decreciente (foto044). La entrada de cada capilla está siempre protegida por una pareja de dioses guardianes (dvarapala), que flanquean la puerta como centinelas, provistos de gruesos mazos (foto121). Parejas de leones, o de monstruos, o de garudas (ser mitad humano mitad ave que sirve de vehículo volador a Vishnú, foto103) muestran sus rostros intimidantes para espantar a todo aquél que venga con malas intenciones. Entre los relieves vegetales asoma la cabeza makara, un dragón marino de feroz aspecto, muy frecuente en la escultura hindú como protector de los umbrales de los santuarios.
Bali   A la ornamentación figurativa a base de bajorrelieves con temas florales y vegetales, hay que añadir la labor decorativa de la flora de verdad, que en Bali campa a sus anchas, favorecida por el clima y la elevada humedad ambiental. Por todas partes crecen parietarias, enredaderas y plantas trepadoras que envuelven en su maraña las estatuas de estos guardianes y las camuflan entre la vegetación (foto100). Los musgos y líquenes las pintan de manchas verdes y ocres, y la erosión de las aguas de lluvia esculpe también sus formas. El arte se funde con la naturaleza, en una isla donde la naturaleza es sacra.
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   En las laderas occidentales del volcán Gunung Agung, la montaña más alta (3.142 m) y más sagrada de Bali, donde viven los dioses y las diosas, a más de mil metros de altura se levanta uno de los mayores complejos religiosos de la isla: Besakih.
   Besakih es el 'Templo Madre' de Bali, el santuario más importante de la isla (foto030 y siguientes). Todas las regiones de Bali mantienen sus propios templos en este complejo, con sus característicos perfiles de 'pagoda': una esbelta superposición de tejadillos de paja coronando una capilla de madera.
   El Pura Besakih existía ya antes de la llegada del hinduismo a la isla, y había sido erigido en un emplazamiento donde se celebraban ceremonias y festivales de carácter animista. Su complicada estructura arquitectónica integra tres edificios dedicados a cada uno de los tres dioses de la suprema trinidad hindú: Brahma, Vishnú y Siva. Anchas escalinatas de piedra conducen a través de siete niveles aterrazados hasta la parte más alta del complejo.
   En 1963 el volcán Gunung Agung entró en erupción tras haber permanecido durmiente durante 120 años, causando más de 1.600 muertes y una terrible destrucción de bienes materiales que dejó a 86.000 personas sin hogar. Una cuarta parte de la isla quedó cubierta por la lava. Durante una semana, una polvareda ardiente e irrespirable se esparció por todo Bali, e incluso oscureció la parte oriental de Java. Los templos de Besakih quedaron cubiertos de piedras, ceniza y escorias, y cayeron en la ruina. Algunos sacerdotes hindúes se auto-sacrificaron precipitándose en la lava, con la esperanza de aplacar la ira de los dioses.

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