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 ABU SIMBEL
 y otros templos salvados de las aguas
Abu Simbel
  
   Algunos de los más impresionantes templos del antiguo Egipto se hallan al extremo sur del país, en la desértica región de Nubia, y estuvieron a punto de perderse para siempre, sumergidos en el inmenso lago artificial que se generó con la construcción de la gran presa de Asuán.
   Si afortunadamente hoy podemos verlos es gracias a que fueron trasladados a otros lugares merced al esfuerzo coordinado de diversas organizaciones internacionales convocadas por la Unesco, en una labor de rescate que puede calificarse con toda propiedad de 'faraónica'.
   Las fotografías de la presente exposición aspiran a poner de relieve la belleza y majestuosidad de estos monumentos salvados de las aguas. El santuario rupestre de Ramses II en Abu Simbel es el de mayor fama, pero mostramos también otros templos menos conocidos, aunque no menos fascinantes, que lograron sobrevivir a la inundación.
   126 fotografías on line
Indice de textos
Ese lago sacrílego
El santuario rupestre de Ramses II
La isla de los templos perdidos
Filé. El último templo pagano
Bibliografía
Indices de fotos
Indice general
Abu Simbel
Kalabsha
Filé
Otras exposiciones de fotos de Egipto en fotoAleph
  
Lista completa de faraones de Egipto:
DINASTIAS DEL ANTIGUO EGIPTO
   

Ese lago sacrílego
 
  

   ...ese lago sacrílego que se ha tragado en sus negras aguas ruinas de un valor incalculable, templos de las divinidades egipcias, iglesias de los primeros siglos de la era cristiana, columnas, inscripciones y símbolos.
   Pierre Loti. La mort de Philæ


  
   Tradicionalmente se conoce como Nubia a la antigua región de África nororiental que comprende la porción de Egipto al sur de la primera catarata del Nilo y la mitad norte del actual Sudán. Es una tierra predominantemente desértica, con parecidas características físico-climáticas a las del Egipto meridional y cuya población estaba vertebrada a lo largo de una de las escasas zonas cultivables del país: la fértil cuenca del río Nilo. Geográficamente se dividía en la Baja Nubia (los territorios entre la primera y segunda catarata) y la Alta Nubia (entre la segunda catarata y Jartum, la actual capital de Sudán, punto donde el Nilo Blanco y el Nilo Azul confluyen para formar un solo Nilo).
   En la antigüedad este país era conocido por los egipcios con el nombre de Kush. Los griegos lo llamaban Etiopía ('país de los negros').
Abu Simbel   Nubia era el país que suministraba a Egipto oro, marfil, pieles de animales y otras materias primas usadas para fabricar artículos de lujo, por lo que los faraones del Imperio Nuevo tuvieron gran interés en controlar la zona. Egipto ya había organizado expediciones comerciales a Nubia en el Imperio Antiguo, y la había ocupado parcialmente en el Imperio Medio, como queda testimoniado por las abundantes fortificaciones fronterizas y centros comerciales establecidos por los egipcios en la región. Kush fue finalmente anexionado a Egipto en el Imperio Nuevo por Tutmosis I, que nombró un virrey cuyo principal cometido era recaudar los tributos de los nubios. Tutmosis I extendió sus dominios hasta la tercera catarata del Nilo, en las proximidades de la cual, durante el reinado de Tutmosis III, se fundó la ciudad de Napata. Bajo Amenhotep III y Ramses II, se construyeron y reconstruyeron numerosos monumentos en toda Nubia. Ramses II hizo además erigir templos rupestres monolíticos (speos) tallados en las montañas y acantilados de Nubia, como los dos célebres templos de Abu Simbel.
   El control sobre Kush se perdió durante la XX Dinastía con el desmembramiento territorial de Egipto posterior al Imperio Nuevo, y Nubia se reorganizó como un reino independiente con capital en Napata. Para entonces los nubios habían adoptado el idioma y la cultura egipcios. El culto de Amón penetró con intensidad en aquellas tierras, al igual que lo había hecho en Tebas.
   En medio de la crisis posterior al Imperio Nuevo, los reyes kushitas empezaron a efectuar incursiones hacia el norte, hasta que el rey Kashta logró conquistar Tebas. Hacia 730 a C, su sucesor Piy o Pianji extendió la conquista al resto de Egipto, y se hizo coronar faraón, inaugurando así la XXV Dinastía, o Dinastía Nubia. Pianji adoptó los usos, protocolo e indumentaria de los antiguos faraones egipcios.
   Su sucesor Shabaka estableció su capital en Tebas haciéndose reconocer como rey de Kush y de Egipto. Cuando los asirios invadieron el valle del Nilo hacia 680 a C, los reyes nubios se vieron forzados a abandonar Egipto retirándose a Napata, y cuando esta ciudad fue a su vez conquistada, trasladaron la capital más al sur, a Meroe, al norte de la sexta catarata, donde el reino kushita se mantuvo por otros 350 años.
   Los faraones nubios se hicieron enterrar en pirámides, cuando esta costumbre había sido abandonada ocho siglos antes. Solo que esta vez las pirámides no estaban enclavadas en Egipto, sino en la Alta Nubia (actual norte de Sudán). También en Nubia eran enterrados en pirámides individuales los diferentes miembros de la familia real. Como resultado de este proceso, hay un mayor número de pirámides en Sudán que en el mismo Egipto.
   Los numerosos templos de estilo egipcio que subsisten en el actual Sudán dan testimonio de la asimilación de la antigua cultura egipcia por parte de las poblaciones nubias. En sus muros están retratados los dioses locales (Mandulis, Deduén, Anukis...) en plano de igualdad con los ancestrales dioses del panteón egipcio venerados en Menfis, Heliópolis o Tebas. Durante la dominación romana, un gran número de estos antiguos templos, que ya habían caído en la ruina, fueron restaurados, ampliados o enteramente reconstruidos, siguiendo siempre los modelos arquitectónicos tradicionales de Egipto.
  
   Indice de textos
Lago Nasser  
   Los antiguos egipcios celebraban con alegría y grandes festejos la llegada anual de la inundación del río Nilo, la puntual y beneficiosa crecida que tenía lugar todos los años hacia el mes de julio (anunciada por la estrella Sirio cuando despuntaba por el horizonte), para irrigar sus campos y abonar sus tierras con fértil limo rojo. A este fenómeno debemos, en el fondo, el origen y el esplendor de la antigua civilización egipcia. Casi toda la economía del Egipto de los faraones, Nubia incluida, dependía del Nilo y estaba condicionada por el Nilo y sus crecidas, hasta el punto de que los impuestos gravados a los campesinos se determinaban en función del nivel alcanzado por las aguas en cada inundación, registrado mediante pozos con escalas de medida llamados nilómetros.
   El misterio del origen y causa de las periódicas inundaciones del río no logró aclararse hasta la época moderna, cuando se descubrieron las fuentes del Nilo Blanco y el Nilo Azul, que, por estar situadas en el África subsahariana, se nutrían con un régimen de lluvias distinto al del Mediterráneo, llegando las crecidas a tierras egipcias en pleno verano.
   En un intento de regular las crecidas del Nilo para mantener todo el año un caudal constante, en 1902 se construyó una presa cerca de Asuán, un poco más arriba de la primera catarata, que trajo como consecuencia la desaparición bajo las aguas del pantano resultante de numerosos núcleos de población nubios y de muchos de los sitios arqueológicos de la Baja Nubia. Nuevos pueblos fueron construidos un poco más arriba de las tierras inundadas para realojar a los nativos que habían quedado sin viviendas.
   Pero este plan hidrológico se reveló al cabo de unas décadas insuficiente para abastecer a las necesidades del superpoblado valle del Nilo. Fue el carismático líder árabe Gamal Abdel Nasser quien, tras nacionalizar el Canal de Suez, promovió en 1956 el ambicioso proyecto de construir una nueva y más grande presa en un lugar más alto de la cuenca.
   La construcción de la Gran Presa de Asuán (Sadd el-Ali), que contó con la ayuda financiera y técnica de la Unión Soviética, implicaba la práctica desaparición de la Baja Nubia tragada por las aguas del vasto lago artificial que se generaría.
   La Gran Presa de Asuán supera con creces las dimensiones de la vieja presa: 111 metros de altura, 980 m espesor de la base y una longitud en la cima de 3.600 m. Un canal de derivación alimenta una central hidroeléctrica con una potencia de 2 millones de kilovatios.
   A la postre la regulación del caudal del Nilo ha demostrado ser más perjudicial que beneficiosa para el desarrollo agrícola de Egipto. Si bien es cierto que ha permitido la irrigación continuada de los campos a lo largo de todo el año, mitigando las sequías, una de las consecuencias indeseadas es que la presa retiene el limo rojo que desde tiempos inmemoriales fertilizaba las tierras del Valle del Nilo con las crecidas del río. Lo que ha llevado a un empobrecimiento de las tierras y a que los labriegos egipcios hayan de recurrir a abonos artificiales para fertilizar sus campos y huertas, y a pesticidas para combatir las nuevas plagas surgidas tras el brutal impacto medioambiental sobre la flora y fauna de Egipto y la Baja Nubia, con lo que a largo plazo se prolonga y agudiza el problema. El Delta del Nilo ha sufrido un proceso de salinización, al penetrar tierra adentro las aguas saladas del Mediterráneo. Pero el mayor perjuicio ha sido para los habitantes de la Baja Nubia, que han perdido sus casas y sus medios de vida.
   El inmenso pantano que se generó en la parte nubia de la cuenca del Nilo tiene 500 kilómetros de largo, de los que 150 caen en territorio sudanés. Su superficie es de 5.000 kilómetros cuadrados y almacena 157.000 millones de metros cúbicos de agua, siendo el segundo lago artificial más grande del mundo después del de Kariba en el río Zambeze. Fue bautizado como Lago Nasser.
   La inundación de la Baja Nubia por el lago Nasser supuso un nuevo desplazamiento de sus habitantes, cuyos pueblos y aldeas quedaron totalmente sumergidos bajo la masa de agua a muchos metros de profundidad. Esta vez los nativos fueron trasladados a poblados de nueva construcción en las cercanías de Kom Ombo (al norte de Asuán), que fueron bautizados con los nombres de los pueblos originales, añadiéndoles el epíteto de 'Nuevo'. Los nubios realojados en estos asentamientos se quejan de la escasez de agua, la aridez del terreno y la precariedad de medios con que viven en sus nuevas aldeas. Muchas canciones populares nubias que se escuchan hoy en el sur Egipto lamentan en sus letras la devastación de Nubia y expresan la nostalgia por aquella tierra perdida.
  
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Templo de Dendur 
   El lago Nasser hubiera supuesto la destrucción definitiva de los antiguos templos nubio-egipcios, si no fuera por la intervención de la Unesco, que, dentro de su campaña de salvamento de los templos de Abu Simbel y la Baja Nubia en los años 60-70, trasladó piedra por piedra los templos a islas no inundables y a otros lugares.
   Los veinticuatro templos salvados de las aguas fueron reinstalados en cinco zonas y, en la medida de lo posible, acondicionados en entornos naturales similares a los de origen.
    En Abu Simbel, los templos rupestres de Ramses II y de Nefertari fueron desplazados 60 m más arriba, para dejarlos fuera del alcance de las aguas (índice de fotos 1).
   A un kilómetro al sur de la Gran Presa, se reunieron en una isla, rebautizada como Nueva Kalabsha, los templos de Kalabsha, Qertasi, Beit el-Wali y una pequeña parte del templo de Gerf Hussein (índice de fotos 4).
   El templo de Isis en la isla de Filé fue trasladado a otra isla cercana (Agilkia), situada en el embalse encajonado entre las dos presas de Asuán (índice de fotos 6).
   En el nuevo emplazamiento de Sebua, a 2 km del antiguo sitio, se reubicaron los templos de Wadi es-Sebua, el-Dakka y el-Maharraqa.
   En el nuevo emplazamiento de Amada, a 2,5 km al norte del antiguo sitio, fueron reedificados el templo de Amada, el speos de el-Derr y la tumba rupestre de Pennut (un dignatario de Ramses VI) en Aniba.
   Todo ello es muy meritorio y digno de admiración, pero como comenta el escritor y periodista francés Robert Solé en su Diccionario del amante de Egipto (Paidós, Barcelona, 2003):
   "¡Tanta imaginación demostrada en lo que se refiere a los templos y tan poca con relación a los habitantes! Los nubios han pagado muy caro los servicios que se vieron obligados a prestarle a Egipto."
   Cuatro de los templos recuperados fueron donados por el gobierno egipcio a países extranjeros, como reconocimiento por la ayuda aportada en las obras de salvamento:
   - el speos de el-Lesiyya, donado a Italia, exhibido en el Museo Egizio de Turín;
   - el templo de Tafa, donado a los Países Bajos, reinstalado en el Museo de Leiden;
   - el templo de Debod, donado a España, reconstruido en el Parque del Oeste en Madrid (foto059);
   - el templo de Dendur, donado a los Estados Unidos, que se exhibe en el Museo Metropolitano de Nueva York (foto060).
   Un portal reconstruido del templo de Kalabsha fue a parar al Museo Egipcio de Berlín.
   Desgraciadamente, no todos los templos nubios se pudieron salvar. Algunos, como el speos de Gerf Hussein, un templo semirrupestre erigido en tiempos de Ramses II por el virrey de Kush, han quedado sumergidos para siempre, profanados por las aguas de ese lago sacrílego al que Nasser dio su nombre.
   Los antiguos monumentos de Nubia, de Filé a Abu Simbel, fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979.
  
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El santuario rupestre de Ramses II
  
   Abu Simbel es un sitio arqueológico situado en pleno desierto a 270 km al sur de Asuán, muy cerca de la frontera de Egipto con Sudán. Antes estaba a orillas del Nilo. Ahora está a orillas del lago Nasser. Este paraje es célebre por albergar dos legendarios templos rupestres mandados excavar por el faraón Ramses II en un acantilado de arenisca de la orilla occidental del Nilo.
    Los egipcios desarrollaron técnicas para tallar grandes masas de roca utilizando sierras y taladros de cobre complementadas con un abrasivo, una técnica probablemente usada por primera vez para extraer bloques de piedra de las canteras y más tarde para excavar templos y tumbas rupestres en el interior de los acantilados rocosos. El más grandioso de estos templos es sin duda el complejo de Abu Simbel en la Baja Nubia, si bien cuando fue realizado, en tiempos de Ramses II, ya existían precedentes en Egipto de esta modalidad de arquitectura.
Abu Simbel   Por ejemplo del Imperio Medio datan las tumbas rupestres de los grandes señores feudales de Beni Hassan y las de los príncipes de Elefantina en Qubbat el-Hawa (Asuán). Pero podríamos remontarnos también al Imperio Antiguo, con los numerosos hipogeos excavados en la roca madre de la necrópolis de Giza, junto a las grandes pirámides, de los que la tumba de Meryrer-nufer Qar (VI Dinastía), 'supervisor de las pirámides de Keops y Micerino', con sus estatuas cinceladas en la roca, sería una buena muestra (ver foto en la colección de fotoAleph 'El tiempo teme a las pirámides').
  
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   Ramses II el Grande fue el tercer faraón de la XIX Dinastía y reinó en Egipto de 1304 a 1237 a C aproximadamente. Su reinado fue el segundo más longevo de la historia de Egipto (67 años), tras el de Pepi II de la VI Dinastía.
   El padre de Ramses, Seti I, le nombró corregente a edad temprana y lo llevó consigo en sus campañas guerreras. Llegado a rey, la suerte de Ramses II en sus incursiones bélicas tuvo altibajos. Hacia 1300 intentó someter a los hititas sin éxito en la famosa batalla de Qadesh, la primera guerra en la Historia de la que disponemos una crónica detallada. Aunque esta batalla terminó sin vencedores ni vencidos, Ramses II se adjudicó la supuesta victoria y la mandó reflejar en relieves en los muros de los templos. Hacia 1294 conquistó parte del imperio hitita, pero la continua hostilidad de los hititas le obligó a retirarse y a firmar un tratado de paz en 1283. También emprendió guerras contra los edomitas, los moabitas y los libios. Su reputación como rey poderoso se basaba a ojos de sus súbditos en su fama de guerrero, pero Ramses II es principalmente recordado por su largo y próspero reinado, por sus grandes programas de construcción, y por las muchas estatuas colosales que reproducen su efigie a todo lo largo del valle del Nilo.
    Pocos sitios antiguos hay en Egipto que no lleven el nombre de Ramses II, pues además de los mandados construir o restaurar por el propio rey, éste no dudaba de usurpar los monumentos de sus antecesores y atribuírselos a sí mismo, grabando cartuchos con su nombre en sus muros y estatuas.
   De todo ello no hay que deducir que Ramses II fuera el faraón más poderoso de la historia de Egipto, pues lo superó uno de sus antecesores, Tutmosis III, de la XVIII Dinastía, cuyos ejércitos habían conquistado Nubia y Oriente Próximo, y bajo cuyo reinado (1504-1450 a C) el imperio egipcio alcanzó su máxima extensión territorial.
Abu Simbel   Ramses II completó la gran sala hipóstila del templo de Amón en Karnak (Tebas) y el templo comenzado por su padre Seti I en Abydos. En el Delta se hizo construir una ciudad residencial (Pi-Ramses) que utilizó como capital y en la orilla occidental de Tebas mandó erigir un templo funerario en honor a su persona, conocido hoy como el Ramesseum.
   En Nubia levantó no menos de seis templos, dos de ellos rupestres, es decir, monolíticos, esculpidos (no construidos) en un macizo rocoso de Abu Simbel.
  
   Indice de textos
  
   Los templos de Abu Simbel permanecieron desconocidos para el mundo exterior, semienterrados en las arenas del desierto nubio, hasta su redescubrimiento en 1813 por Johann Ludwig Burkhardt, el mismo explorador suizo que un año antes había descubierto Petra.
   He aquí cómo describe Burkhardt el estado en que encontró el templo de Ramses II: "Cuando empecé a subir por la colina arenosa, creyendo haber visto todas las antigüedades de Abu Simbel, me dirigí por suerte un poco más hacia el sur, cayendo mi vista de repente sobre cuatro gigantescas estatuas colosales... recogidas en un profundo nicho, pero por desgracia casi totalmente enterradas bajo la arena, que en este lugar se precipita en forma de aluviones... ni siquiera puede decirse con seguridad si las estatuas representan figuras sentadas o de pie..." (J. L. Burkhardt, 1813).
   El conjunto arqueológico de Abu Simbel fue estudiado científicamente por primera vez por el egiptólogo pionero Belzoni. Está formado por dos templos rupestres (speos) que se complementan. El del sur es el más grande y está consagrado al culto de las principales divinidades del Imperio Ramésida, y también al mismo Ramses II divinizado. El del norte está dedicado a su esposa la reina Nefertari como encarnación de la diosa Hathor. El primero fue comenzado ya en la época de Seti I, padre de Ramses, cuando éste no había llegado a los quince años, pero fue en su mayor parte ejecutado durante el reinado de Ramses II. El segundo es enteramente obra de Ramses II.
  
  
Templo Sur
Indice de fotos 1
  
   Como ocurre habitualmente en la arquitectura rupestre, los templos de Abu Simbel son una traducción al lenguaje de la roca de la arquitectura 'construida' en la época. Todos sus elementos imitan, adaptándolas, las características arquitectónicas de los templos al aire libre, solo que en este caso no se procedía por adición sino por sustracción, esculpiendo y ahuecando la masa de roca y eliminando el material sobrante.
   El característico pilono de fachada de los templos, habitualmente precedido por estatuas colosales del rey, es remedado en el frontis monolítico del Templo Sur de Abu Simbel, que tiene un perfil troncopiramidal y está rematado por una moldura cilíndrica (foto002), como es habitual en los pilonos. La primera de las salas interiores representa el patio, la siguiente representa la sala hipóstila, y la del fondo la cella del dios: la distribución habitual de un templo egipcio.
   Las cuatro estatuas colosales de Ramses II en la fachada del primer templo constituyen uno de los más espectaculares ejemplos del arte escultórico del Egipto de los faraones (foto003). Mide cada una 20 metros de alto, y por tanto superan en altura a los famosos Colosos de Memnon (18 m) en Tebas, que representaban al faraón Amenhotep III. Están esculpidas en un entrante excavado en la pared vertical del acantilado. Miran hacia el este, contemplando cada amanecer el sol naciente. Una de ellas está parcialmente colapsada, la cabeza y los hombros yaciendo por tierra.
Abu Simbel   Cabe imaginar la sobrecogedora impresión que causaría el avistamiento de estos colosos a quienes viniendo del sur trataran de penetrar en Egipto siguiendo el curso del Nilo. El viajero creería haber entrado en una tierra de gigantes, capaces de moldear las montañas para crear tan colosales prodigios, y desde el primer momento sería consciente del inmenso poderío del rey-dios que gobernaba aquellas tierras.
   Los rasgos faciales y corporales de los colosos están idealizados. Nos muestran un Ramses joven, de cuerpo robusto y expresión hierática, con una compostura y aspecto más divinos que humanos (foto010). Es muy ilustrativo comparar estos 'retratos' con el verdadero rostro de Ramses II, de nariz aguileña, cabellera lacia, abultada nuez y protuberante nuca, aprovechando que tenemos la rara oportunidad de contemplarlo en la momia del rey, que se conserva en el Museo del Cairo. En verdad que impresiona enfrentarse cara a cara con un personaje que tuvo tanto peso en la Historia.
   Bajo los ramésidas, el arte del antiguo Egipto se desarrolló de forma desigual, con distintos niveles de calidad. Se abandonó el estilo realista-expresionista (casi caricaturesco) introducido en el periodo de Ajenaton, el faraón 'hereje' de la XVIII Dinastía, y se volvió a una suerte de academicismo que obedecía a los viejos cánones implantados en el arte egipcio desde tiempos ancestrales. Algunas obras todavía muestran una gran pericia en la ejecución técnica y una cuidada sutileza en el trazo, pero la estética es más decorativista, con cierta tendencia al hieratismo y al estereotipo. Los ramésidas, principalmente Ramses II y Ramses III, impulsaron la construcción de un ingente número de templos en todo Egipto en un periodo relativamente corto de tiempo, por lo que es comprensible que la calidad de ejecución de las esculturas y pinturas que los embellecían a veces se resienta. Comparadas con las excelsas obras de arte de la XVIII Dinastía, estas obras evidencian un declive del nivel artístico. Se debe asimismo tener en cuenta que la materia empleada en muchos de los trabajos escultóricos era la piedra arenisca, cuya textura granulada dificulta la afinación en los detalles.
   Junto a las piernas de los colosos se esculpieron estatuas más pequeñas representando a la reina Nefertari, esposa de Ramses II, y a sus hijos e hijas. Debemos recordar que Ramses II tuvo, a lo largo de su longeva vida, más de cien hijos con sus numerosas esposas y con las concubinas de su harén, como queda patente en la recientemente descubierta tumba de los hijos de Ramses II en el Valle de los Reyes, que contiene cincuenta cámaras mortuorias. Junto al tercer coloso empezando por la izquierda podemos ver la estatua de la reina Tuya, madre de Ramses II (foto017).
  
   Indice de textos
  
   Los arquitectos/escultores del antiguo Egipto no dejaban nada al azar. Cada elemento iconográfico, cada detalle compositivo, encierra una carga simbólica. Las desproporciones entre los tamaños del rey, su consorte y su prole están estudiadas y pretenden resaltar la preeminencia de la figura del rey sobre los demás miembros de su familia. Es significativo que, por otro lado, los faraones sean habitualmente representados con la misma estatura que los dioses. Con ello se equipara al monarca con la deidad, se subraya el origen divino de la realeza.
   En las caras verticales de los pedestales, como aplastados por la mole de los colosos, están reproducidos los pueblos extranjeros sometidos al faraón egipcio, en forma de filas de prisioneros atados con una cuerda enlazada a sus cuellos y brazos (foto018 y siguientes). También aquí la distribución responde a criterios simbólicos: los rostros de los prisioneros del pedestal norte presentan claros rasgos asiáticos (es decir, de los pueblos al norte de Egipto y del Próximo Oriente), mientras que los prisioneros del pedestal sur presentan rasgos negroides, de los pueblos africanos al sur de Egipto.
   Una inscripción hace referencia a estas escenas: "He aquí los miserables jefes kushitas que su majestad ha traído de sus victorias en el país de Kush, para llenar los almacenes de su augusto padre Amón, señor de Tebas, pues que le ha dado poder contra el Sur, fuerza contra el Norte, por los siglos de los siglos."
   Si nos fijamos con más detenimiento en estos relieves, observaremos que las sogas que atan a los cautivos son en realidad tallos de plantas de loto y de papiro, que simbolizan respectivamente el Alto Egipto y el Bajo Egipto.
Abu Simbel   En los cuerpos de los colosos se pueden ver escritos graffiti de antiguos visitantes (foto007). Los más arcaicos están grabados por mercenarios griegos al servicio del faraón Psamético en el siglo VI a C, y han proporcionado un material epigráfico muy relevante para el estudio del alfabeto griego en sus fases tempranas. Por sus nombres y dialecto se deduce que eran griegos de Rodas y Jonia.
   Sobre el dintel de la puerta, enmarcada en un nicho, hay una figura frontal en altorrelieve del dios del sol naciente Harmakis con la cabeza de halcón de Horus y el disco solar de Re sobre la cabeza, que recibe ofrendas del faraón, reproducido a derecha e izquierda en bajorrelieves de perfil (foto008). La cornisa superior está coronada por un friso de monos cinocéfalos que saludan al sol del amanecer. Delante de la fachada se extiende una terraza con una balaustrada decorada con estatuas de Osiris y Horus en forma de halcón (foto016).
   El templo en sí está consagrado a los dioses solares Amón-Re y Harmakis, a Ptah, dios supremo de Menfis, y a la figura divinizada del propio Ramses II. Su fachada alcanza los 38 m de altura y el interior está compuesto de tres estancias consecutivas y de tamaño decreciente que penetran 63 m en lo profundo de la roca, decoradas con más figuras del rey y con relieves y pinturas que describen su vida y hazañas (foto024).
   Al igual que en el Ramesseum y el templo de Karnak en Tebas, los relieves policromados de las paredes relatan con gran profusión de detalles el 'triunfo' de los egipcios contra los hititas en la batalla de Qadesh, toda una campaña de propaganda a mayor gloria del faraón. En un momento crítico de la batalla, en que los egipcios están a punto de ser vencidos por haberse retrasado la llegada de refuerzos, se muestra cómo Ramses II, con su valor y arrojo, se lanza a la contraofensiva y peleando él solo contra el ejército enemigo consige ponerlo en desbandada.
   Se ven también las típicas escenas de presentación de ofrendas y desfiles de sacerdotes acarreando sobre sus hombros las barcas procesionales que portan la estatua del dios oculta en un edículo o naos. En los techos aparece repetida la imagen de Nejbet, diosa del Alto Egipto, en su forma de buitre con las alas desplegadas, que protege los santos lugares.
   La sala principal queda dividida en tres naves por dos filas de cuatro pilares osiríacos (es decir, que llevan adosadas estatuas representando repetida la efigie del faraón con los atributos del dios Osiris, foto022). En pie y con los brazos cruzados sosteniendo el flagelo y el báculo reales, las estatuas, que van de suelo a techo, están vestidas con el faldellín ceremonial y tocadas con las coronas del Alto y el Bajo Egipto (foto023).
   Las sucesivas salas se van reduciendo en altura hasta llegar al santasantórum, situado al fondo, en lo más profundo de la caverna artificial. Allí aparecen sentadas, mirando a oriente, cuatro estatuas talladas en la misma pared en la que se funden sus espaldas (foto025). Tres de ellas representan a los dioses Ptah, Amón-Re y Hamakis, mientras la cuarta retrata al propio rey Ramses II sentado entre ellos, a su misma imagen y semejanza, como una divinidad de rango equivalente.
   Los antiguos egipcios eran muy duchos en la ciencia de la observación de los cielos y en el arte de su interpretación. Es célebre el fenómeno solar de Abu Simbel, en el que dos días al año los rayos del sol naciente penetran hasta la cámara más profunda del templo para iluminar por breves instantes las estatuas sedentes del faraón y los demás dioses, coincidiendo esos días (según se dice, aunque este dato no está confirmado) con los aniversarios del nacimiento y la coronación del monarca.
  
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Abu Simbel 
Templo Norte
Indice de fotos 3
   
   Al norte del templo principal se halla excavado el segundo templo de Abu Simbel. De dimensiones más reducidas, está consagrado a Nefertari, la esposa favorita de Ramses II, y al mismo tiempo al culto de la diosa Hathor. Con esta doble advocación se asimilaba la figura de la reina a la de la diosa del amor y de la música.
   La fachada, de 28 x 12 m (foto027 y siguientes), está ritmada por una serie de seis nichos separados por franjas en talud que enmarcan otras tantas estatuas alternadas del rey y la reina, esta vez representadas con la misma estatura (9,5 m de alto). Junto a las piernas del rey se ven pequeñas estatuas de sus hijos varones y junto a las piernas de la reina estatuas de sus hijas (fotos 033 y 034).
   En el centro una puerta da acceso a las cámaras internas, que tienen una distribución similar a la del gran speos de Ramses II, solo que a una escala más reducida. La primera sala está provista de tres pares de pilares cuadrados con capiteles hathóricos, es decir, con el rostro de la diosa Hathor, de orejas de vaca (foto035).
  
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Un arduo rescate
  
   Puede que la más importante campaña de rescate de la historia de la arqueología sea la de los templos de Abu Simbel.
   Cuando el gran pantano, llamado lago Nasser, creado por la construcción de la presa alta de Asuán amenazó con inundar los templos rupestres de Abu Simbel, a principios de los años 60 la Unesco y el gobierno egipcio hicieron una llamada a la comunidad internacional para salvar el sitio. Entre 1964 y 1968, un equipo internacional de ingenieros y científicos dirigió el colosal trabajo de desmontar, trasladar y volver a montar el entero acantilado incluyendo sus templos a un lugar más alto que no fuera afectado por la inundación. El equipo contó con una ingente mano de obra, maquinaria de última tecnología y el apoyo económico de más de 50 países.
   Si ya de por sí es complicado desmontar y trasladar un edificio de sillares, hacer lo mismo con un edificio rupestre, esculpido en una montaña, es una tarea que creeríamos poco menos que imposible. Pero lo cierto es que en Abu Simbel se hizo, ante el asombro del mundo. El entero promontorio rocoso con los templos horadados en sus entrañas fue literalmente serrado y despiezado en grandes bloques con sierras mecánicas de alta precisión. Los bloques fueron trasladados y remontados 180 metros más hacia el interior y 60 más arriba, fuera del alcance de las aguas. Las descomunales y delicadas piezas fueron encajadas en el nuevo sitio con tal precisión que apenas se aprecian las juntas. Se tuvo mucho cuidado en mantener para los templos la misma orientación geográfica que tenían en origen.
   Para mejor preservar los monumentos se procedió a construir una enorme cúpula de hormigón, escondida a la vista de los visitantes, sobre las estructuras rupestres internas, con el fin de descargarlas del enorme peso de la mole montañosa que soportaban encima y amenazaba con colapsarlos.

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La isla de los templos perdidos
    
   En una pequeña isla de rocas graníticas que emerge del lago Nasser a un kilómetro al sur de la Gran Presa de Asuán han sido reinstalados tres templos antiguos, así como otros vestigios arqueológicos de la Baja Nubia que iban a quedar inundados por las aguas embalsadas tras la construcción de la presa, constituyendo en conjunto un auténtico museo al aire libre, al que hay que acceder por barco. Hasta hace pocos años no podía ser visitado por estar dentro de terrenos militares.
Nueva Kalabsha   Los templos así salvados en esta especie de 'Balsa de la Medusa' que escapó al naufragio son los de Kalabsha, Qertasi, Beit-el Wali y (parcialmente) Gerf Hussein, y el islote pasó a denominarse Nueva Kalabsha.
   En la misma isla se han recopilado grabados prehistóricos encontrados en diversos lugares de la Baja Nubia, más antiguos que las más antiguas pirámides de Egipto.
  
   
Templo de Kalabsha
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   Kalabsha es el nombre árabe de una población de Nubia, situada en la margen occidental del Nilo, que en la antigüedad era conocida como Talmis. El pueblo desapareció inundado por las aguas del lago Nasser.
   Kalabsha poseía un importante templo, que era uno de los más grandes de Nubia, después de los de Abu Simbel y Filé, con un perímetro de 71,60 x 35,50 m. Fue construido en tiempos de César Augusto en honor de Mandulis (o Merul), un dios local de la fertilidad muy venerado en Nubia, sobre el emplazamiento de un antiguo templo fundado en Talmis por Amenhotep II (siglo XV a C).
   Para evitar su desaparición, en 1962-63 el templo fue desmontado sillar a sillar y sus trece mil bloques fueron transportados y reconstruidos en Nueva Kalabsha, a unos 40 km de su emplazamiento original. Las obras fueron financiadas por Alemania occidental, y llevadas a cabo por un equipo de arqueólogos alemanes, que finalizó su trabajo en 1970.
   Aunque su tipología responde al modelo habitual de los templos egipcios de época tardía, como los de Edfú o Filé, posee algunas características peculiares, como el hecho de que el pilono (foto038) no está situado paralelamente a la fachada del templo, pues hace un ligero ángulo respecto al eje de simetría.
Templo de Kalabsha   El patio, pavimentado, está rodeado por una galería porticada por tres de sus lados, que fue destruida por un terremoto y parcialmente reconstruida con posterioridad (foto039). Tanto el pilono como los laterales del patio contienen en su interior un gran número de pequeñas cámaras.
   El techo del pronaos o sala hipóstila estaba sostenido por doce columnas de capiteles campaniformes profusamente ornados con motivos vegetales. Cuatro paneles de intercolumnio enlazan las columnas exteriores (foto040).
   Aunque la estructura data del periodo romano, los paneles exhiben elegantes relieves (foto045 y siguientes) con imágenes de dioses y reyes con los habituales atuendos y atributos del estilo egipcio, por lo general en escenas de ofrendas y adoración. Las deidades principales son Min, Harmakis, Jnum y Mandulis, el dios local. Uno de los reyes no es otro que César Augusto (foto049).
   Una columna lleva grabada en el fuste una larga inscripción con los sinuosos rasgos de la escritura meroítica (de Meroe, la segunda capital del reino de Kush). Aunque aún no ha sido descifrada, se cree que es un escrito del rey Silko, grabado en el siglo V d C, pregonando su victoria sobre los blemios, un pueblo nómada de la Baja Nubia que había llegado a controlar la región creando un pequeño imperio con capital en Talmis (Kalabsha). Silko era un rey cristiano del reino nubio de Nobatia.
   La naos había sido transformada en iglesia hacia el siglo IV d C; se compone de tres naves sucesivas con pares de columnas sosteniendo los techos. En su interior se conservan pinturas murales y relieves en los que se puede observar al emperador Augusto haciendo ofrendas a una serie de divinidades egipcias y nubias, entre ellas Mandulis.
   El recinto del templo está enclaustrado dentro de un muro. En el estrecho pasillo entre el templo y el muro se encuentra una fuente. Hay también restos de un nilómetro y de un mammisi (templete adjunto donde eran celebrados los misterios del nacimiento del dios-niño) excavado en la roca, precedido por un pequeño peristilo de columnas inacabadas (foto053). Este templete semirrupestre es llamado Capilla de Deduén, en referencia al dios nubio del incienso.
   El muelle de atraque y la terraza de acceso al templo son también antiguos y están muy bien conservados.
  
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Templo de Gerf Hussein
Foto054 y siguientes
Templos de Gerf Hussein y Qertasi 
   El 'templo de Ramses II en el dominio de Ptah' era un hemispeos o templo semirrupestre, en parte construido y en parte cincelado en la roca, que fue fundado por Setau, virrey de Nubia, en un lugar a unos 90 km al sur de Asuán, conocido en tiempos modernos como Gerf Hussein.
   Estaba consagrado a Ptah, Ptah-Tatenen ('Padres de todos los dioses') y Hathor, así como al mismo Ramses II en su calidad de 'Gran Dios'. Un dromos o avenida de esfinges con cabeza de carnero conducía del Nilo al primer pilono, que, junto con el patio porticado, constituía la parte exenta, construida a base de sillares, del santuario. Las ruinas del patio, circundado por seis columnas y ocho pilares de estatuas osiriacas (foto055), son la única sección salvada de la inundación del lago Nasser y fueron reinstaladas en el islote de Nueva Kalabsha, unos pocos metros al sur del templo de Mandulis.
   La sección rupestre del edificio, cavada en la roca hasta alcanzar una profundidad de 43 m, tiene la misma estructura que la del templo de Ramses II en Abu Simbel, con dos filas de pilares osiríacos en el pronaos, y cuatro estatuas en la cella del fondo labradas en la pared de la roca representando a los dioses y al rey. Esta parte del templo se mantiene in situ, hundida por lo tanto en las profundidaes del lago Nasser, y habría que practicar arqueología subacuática para poder visitar sus ruinas.
  
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Templo de Qertasi
Foto037
  
   Pequeño templo reconstruido cerca del anterior, en forma de quiosco del mismo tipo que el de Trajano en Filé. El quiosco tenía diez columnas, de las cuales sólo seis siguen en pie, dos de ellas con capiteles hathóricos (con la cabeza de la diosa Hathor) flanqueando el pórtico de entrada; las cuatro restantes tienen capiteles papiriformes, están enlazadas por muros de intercolumnio y aún sostienen un arquitrabe monolítico. Las restantes ruinas del templo han sido depositadas junto al templo.
   Está consagrado a Isis y era inicialmente un mammisi, es decir, el lugar simbólico del nacimiento de los dioses, de ahí la presencia de las columnas hathóricas. Su construcción fue iniciada durante la última época de los ptolomeos y rematada durante el período romano. Su ubicación original, enclavada a 30 km del emplazamiento actual, era el centro religioso del asentamiento romano de Taphis. El templo fue trasladado y remontado en la isla de Nueva Kalabsha por el Servicio de Antigüedades de Egipto.
  
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Templo de Beit el-Wali
Foto058
  
   Pequeño templo rupestre (o speos) arrancado de su sitio original y remodelado en el interior de un promontorio rocoso cercano a los dos templos anteriormente descritos. Fue labrado, como el de Abu Simbel, en la época de Ramses II, y dedicado a Amón-Re.
   Antes de la inundación del lago Nasser se hallaba situado cerca del templo de Kalabsha, a 40 km del emplazamiento actual. Fue trasladado de sitio por el Servicio de Antigüedades de Egipto, con financiación estadounidense.
   Consta de dos cámaras: un vestíbulo y el santuario propiamente dicho, con dos columnas acanaladas que simulan sujetar el techo. Está precedido por un corredor a cielo abierto cuyos muros están esculpidos con relieves describiendo escenas bélicas referentes a las victorias de Ramses II sobre los pueblos asiáticos, libios y africanos. En la foto058 podemos distinguir al faraón montado en su carro de caballos, persiguiendo a los asiáticos que huyen, y disparándoles flechas.

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Filé. El último templo pagano
  
   Isis, la diosa egipcia por excelencia, 'soberana de todos los dioses', esposa y hermana de Osiris y madre de Horus, era una divinidad especialmente venerada en toda la Nubia. Su principal templo, meta de peregrinaciones, estaba ubicado en la isla fluvial de Filé (Filas, Philæ), un islote rocoso que emergía del Nilo por encima de la primera catarata, en la misma frontera entre Egipto y el país de Kush. En otro islote cercano al oeste de Filé, llamado Biga, la tradición situaba la tumba de Osiris.
   "Gran diosa, madre del dios, fuente de vida, tú que reinas en Filé y en un ámbito en el que nadie puede entrar, soberana de la isla vecina, enlutada diosa que reconstruyera el cuerpo lacerado de tu hermano Osiris, grande y poderosa soberana de los dioses, de quien las demás diosas exaltan el nombre, maga benefactora capaz de vencer al demonio con unas simples palabras salidas de tus labios. Nadie puede pisar el suelo de tu palacio: solamente por tu voluntad pueden ser coronados los reyes." (De una inscripción del templo de Isis en Filé)
Rio Nilo   La primera catarata era un punto de crucial importancia en la geografía de Egipto. Allí acababa el primer tramo navegable del Nilo y empezaba el país de los nubios. El río se precipitaba en forma de rápidos entre un laberinto de peñascos graníticos y fluía a Egipto justo antes de la isla Elefantina (actual Asuán), una isla fluvial que desempeñaba una función similar a una aduana fronteriza, y donde se rendía culto a Jnum, dios de la creación. Antiguas tradiciones afirmaban, contra toda evidencia, que allí estaban las fuentes del Nilo, y así lo recoge Herodoto en sus escritos. Tras la conquista de Egipto por Roma, la primera catarata del Nilo marcó la frontera sur del Imperio Romano.
   Filé fue el último reducto del paganismo en el mundo antiguo, que pervivió mucho después de la cristianización de Egipto, cuando ya todos los demás templos estaban clausurados. Los últimos textos jeroglíficos y demóticos que se escribieron en Egipto se encuentran aquí. El edicto de Teodosio (380 d C), que declaraba el cristianismo católico la única religión legítima del imperio, prohibiendo la adoración pública de los antiguos dioses, no se llevó a efecto en Filé, donde continuó practicándose el culto a Isis. Hasta que en el siglo VI d C Narses, un general de Justiniano, expulsó a los sacerdotes del templo de Isis, que fue convertido en iglesia (lo cual podría explicar el excelente estado de conservación con que nos ha llegado). La población de Nubia fue convertida al cristianismo. Un siglo más tarde abrazaba la fe islámica.
   La construcción a principios del siglo XX de una presa cerca de Asuán, un poco más arriba de la primera catarata, para regular las crecidas del Nilo, trajo como consecuencia la desaparición bajo las aguas de la isla de Filé, incluido su célebre templo de Isis, calificado como la 'Perla de Egipto'. Filé reaparecía cada año en agosto y septiembre, cuando se vaciaba el pantano, para volver al poco a ser tragada por sus oscuras aguas. Pierre Loti fue uno de los escritores que lloró la muerte de Filé. No llegó a ser testigo de su resurrección.
   Sesenta años más tarde, en tiempos de Nasser, el nuevo proyecto de construcción de la Gran Presa de Asuán hubiera supuesto el golpe de gracia definitivo a Filé, si no fuera por la intervención de la Unesco que, dentro de su campaña de salvamento de los templos de Abu Simbel y la Baja Nubia, trasladó piedra por piedra el complejo templario de Isis a una isla no inundable que emergía a 300 m de la de Filé. La isla de Agilkia fue remodelada a base de explosiones de dinamita para que adquiriera una topografía similar a la de Filé, y los templos fueron reconstruidos con la misma orientación e integrados en un entorno geográfico muy parecido al del sitio original. Esta complicada operación de rescate duró ocho años, de 1972 a 1980.
  
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Isla de File  
   La nueva isla de Filé, de 400 m de longitud y 150 m de anchura, semeja en la distancia una nave anclada en el lago, con los pilonos del templo de Isis haciendo las veces de velas (foto061).
   Aunque el faraón nubio Taharka (690-664 a C) ya había mandado erigir en la isla primitiva una capilla a Amón, y el faraón saíta Amasis (570-526 a C) un primer templo a Isis, ambos desaparecidos, los monumentos que han sobrevivido en Filé son relativamente tardíos, de las épocas ptolemaica y romana; la datación de los más antiguos no se remonta más allá de la XXX Dinastía (380-343 a C), aunque algunos materiales reaprovechados son de la época Saíta.
   En el muelle donde se desembarcaba para visitar el templo se instaló ya en la antigüedad un edificio que había sido desmontado previamente de otro emplazamiento, hoy desconocido, y trasladado a Filé: el quiosco de Nectanebo I (de hacia 370 a C), una estructura en forma de pabellón con pilares de capiteles hathóricos (foto063).
   Pero el periodo de apogeo de Filé sobrevino en el siglo I d C, cuando ya Egipto era una provincia de Roma. El santuario llegó a alcanzar una importancia religiosa superior a la del templo de Abydos. En esa época se levantó el dromos, una avenida porticada que conducía del muelle-embarcadero a la puerta principal del templo, de la que aún sobreviven, una de ellas inacabada, las dos largas columnatas laterales. La galería columnada del oeste bordea la orilla del río. Sus 31 columnas están rematadas con capiteles de orden compuesto, todos ellos de distinto diseño (foto065 y siguientes). Lo mismo ocurre con las 16 columnas de la galería este. Los fustes de las columnas, así como los muros del fondo, están ilustrados con relieves de escenas de ofrendas, y en los jeroglíficos aparecen los nombres de Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón.
   La avenida nos lleva hasta la imponente mole del pilono de Nectanebo I, de 37 m de largo y 18 m de altura, que adopta las funciones de fachada del templo (foto069). Los sillares de su cara externa están tallados con dos enormes relieves representando a Ptolomeo XII Neo Dionisio en la tradicional escena de la matanza de los enemigos. Se trata de un motivo recurrente en la iconografía egipcia desde la época predinástica, que muestra al faraón dando muerte con su maza a un puñado de cautivos que sostiene agarrados por los cabellos: una representación simbólica de los poderes del monarca sobre las fuerzas del mal (foto077).
    Dos leones de granito guardan la puerta principal de entrada al templo, abierta en mitad del pilono (foto075). Al franquearla, accedemos a un patio descubierto. Su lado oeste está limitado por el mammisi ('casa del parto'), un templete donde se celebraba el nacimiento del dios-niño Horus, hijo de Isis y Osiris (foto 078 y 079). Enfrente se levanta el segundo pilono, a modo de fachada del templo de Isis propiamente dicho, que no está dispuesto en paralelo al primer pilono, sino formando un ángulo, por lo que el patio adquiere una planta trapezoidal. También lleva esculpidas sobre sus caras grandes relieves, en este caso con escenas del faraón Neo Dionisio rindiendo tributo a los dioses (foto080). Una gran estela incrustada en el pilono muestra una inscripción que registra una donación de tierras al templo de Isis realizada por Ptolomeo VI.
Quiosco de Trajano   Por la puerta central del segundo pilono se accede al pronaos, una sala hipóstila de diez columnas, algunas con restos de policromía, cosa rara en Filé debido a los largos años que pasó la isla sumergida bajo las aguas, que borraron prácticamente toda la decoración pictórica que embellecía sus templos.
   El santuario más profundo está distribuido en doce cámaras y una cripta, todas las paredes cubiertas con bajorrelieves de ofrendas y ceremonias litúrgicas, gran parte de ellas relacionadas con la muerte, la momificación, los funerales y la resurrección de Osiris.
  
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   Al este del templo de Isis se levanta exenta una estructura en forma de pabellón, conocida como Quiosco de Trajano (foto088 y siguientes). Se trataba de una especie de embarcadero que cumplía una función ceremonial de etapa en las procesiones en que se portaba la imagen de la diosa Isis a la orilla del río. Se compone de catorce columnas de capiteles campaniformes, con sus fustes conectados por muros de intercolumnio, que antaño sostenían un tejado de madera. Dos paneles de relieves en el interior muestran al emperador Trajano portando ofrendas a Isis, Osiris y Horus.
   El complejo religioso de Filé alberga también, perfectamente integrados en el conjunto, otros templos más pequeños, dedicados a Hathor, a Imhotep y a los dioses nubios Mandulis y Arensnufis, una puerta monumental de tiempos de Adriano y Marco Aurelio, así como un nilómetro.
   El templete de Hathor (foto085) fue construido por Ptolomeo VI Filometor, aunque su decoración interior fue terminada en tiempos de Augusto. Los muros y columnas están ornados con los motivos decorativos tradicionales de los mammisis: destacan dos relieves de Bes, dios enano de especto grotesco, protector de los partos, que preside la danza y la música (foto086). Desmintiendo la creencia generalizada de que los dioses egipcios siempre eran representados de perfil, Bes siempre es retratado de frente.
   Como resultado de su estratégica situación en el extremo norte de Nubia fronterizo con Egipto, los templos de Filé constituyeron en los periodos ptolemaico y romano un modelo para otros templos construidos más al sur, entre la primera y segunda cataratas, como se aprecia por ejemplo en el templo de Mandulis en Kalabsha. Esta influencia puede detectarse incluso mucho más lejos, en los territorios del que fue reino de Meroe, en la Alta Nubia.
  
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ABU SIMBEL
y otros templos salvados de las aguas
  
Bibliografía consultada
  
- Brodrick, M. Morton, A.A. Diccionario de Arqueología Egipcia (Edimat Libros, Madrid, 2003)
- Eggebrecht, Arne. El Antiguo Egipto. 3.000 años de historia y cultura del imperio faraónico (Plaza & Janés Editores, 1984)
- Müller, Hans Wolfgang. Arquitectura del Egipto antiguo (Arquitectura Mediterránea Prerromana, Historia Universal de la Arquitectura, Aguilar, 1973)
- Pijoan, José. El arte egipcio hasta la conquista romana (Summa Artis, Historia General del Arte. Vol. III. Espasa-Calpe, Madrid, 1985)
- Solé, Robert. Diccionario del amante de Egipto (Paidós, Barcelona, 2003)
- Stierlin, Henri (Ed.). Cenival, Jean-Louis de. Egypt (Architecture of the World, Benedikt Taschen, Alemania)
- V.V.A.A. Description de l'Egypte (Publiée sous les ordres de Napoléon Bonaparte. Bibliothèque de l'Image. 1993)
- V.V.A.A. Egipto. Dioses, templos y faraones. Vol II. (Atlas Culturales del Mundo. Folio-Ediciones del Prado, 1992)
- V.V.A.A. Egipto. El mundo de los faraones (Editado por Regine Schulz y Matthias Seidel, Köneman, 1997)
- UNESCO. El Patrimonio Mundial (Incafo. Ediciones San Marcos)
- Wildung, Dietrich. Egypt. From Prehistory to the Romans (Taschen, 1997)

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Ese lago sacrílego
El santuario rupestre de Ramses II
La isla de los templos perdidos
Filé. El último templo pagano
Bibliografía
Indices de fotos
Indice general
Abu Simbel
Kalabsha
Filé
 

  
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