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Los mayas

Copán: la Alejandría del mundo maya

 

   Las ruinas de la ciudad maya de Copán se encuentran en Honduras occidental, muy cerca de la frontera con Guatemala. Copán fue una importante urbe que destacó en las artes y la astronomía, y que ha dejado un legado arquitectónico y escultórico sin parangón en el mundo maya en lo que respecta al nivel de maestría alcanzado por sus artífices. En el arte de Copán se conjuga el canon del clasicismo maya con el más desaforado abarrocamiento de formas visuales, junto a un claro sentido del urbanismo y la monumentalidad, por lo que no es casual que la ciudad haya recibido el sobrenombre de la Alejandría del mundo maya.
Los Mayas    
Cronología: 
   - Copán floreció en el Período Clásico (300 - 900 d C). 
   - Hacia el año 700 d C, sus astrónomos calcularon el hasta entonces más preciso calendario solar maya. 
   - Tras una época de esplendor, Copán fue progresivamente abandonado durante y después del Período Postclásico (900 - 1520 d C). La dinastía copaneca de reyes se extinguió a principios del siglo IX d C, a la muerte de su decimosexto soberano. 
   - Las ruinas fueron redescubiertas por Diego García de Palacio en 1570. Stephens y Catherwood estuvieron allí en 1839-41 y las dieron a conocer a la arqueología. 
   La ciudad está formada por un núcleo central principal y varios secundarios. El principal se extiende por una superficie de más de 30 hectáreas, y se compone de una Acrópolis y al menos cinco explanadas artificiales. 
 
   Las estelas de Copán son únicas. Son retratos escultóricos de soberanos mayas que, al contrario que en la mayoría de representaciones a base de perfiles en bajorrelieve, están talladas en bulto redondo y el motivo no se limita a la cara principal, sino que el atuendo del personaje desborda a menudo las aristas para invadir las caras laterales. Las estelas de Copán informan sobre la historia del sitio a partir del duodécimo rey o halac Huinic, el jefe político de la ciudad-estado. A partir del decimotercer rey, 18 Conejo, se conservaron las representaciones de los distintos soberanos, constituyendo estas estelas un instrumento insustituible para la reconstrucción de la historia de Copán. Son muy notables además por su estilo escultórico: un relieve profundo y riquísimo en detalles e inscripciones, documento único del arte barroco de este área. 
Los Mayas   Nueve de estas estelas monolíticas se levantan en la Plaza Mayor o Explanada de las Ceremonias, una vasta plaza de 75 m2 (foto25). Están suntuosamente esculpidas con todo lujo de detalles en las vestimentas y tocados de los modelos, y a veces van acompañadas en sus caras traseras y/o laterales de columnas de glifos de escritura maya primorosamente caligrafiados. Muchas conservan restos de policromía. Algunas se componen de dos personajes, espalda contra espalda. Cada una de ellas va acompañada de un bloque de piedra, llamado altar, colocado en frente de cada personaje; todos están esculpidos de formas variadas y fantásticas. 
   La Estela B o de 18 Conejo (foto28), fechada en el 731 d C, ilustra la ascensión al trono del rey Decimoctavo Conejo como si estuviera surgiendo de las fauces abiertas del monstruo terrestre, asimilando así al joven monarca con el sol naciente. El conjunto representa la Tierra en forma de monstruo bicéfalo. En la cara trasera, la cabeza posterior del monstruo figura como un mascarón visto desde arriba. Hay otros mascarones apilados en los cantos laterales, que forman el cuerpo. El soberano porta un cetro o bastón de mando muy complejo en forma de serpiente bicéfala. La parte superior de la tiara semeja estar ornamentada con cabezas de elefantes: se trata en realidad de cabezas de guacamayos –ave que abunda en la región de Copán– con los picos muy acentuados. 
   El personaje representado en la Estela H lleva un vestido en forma de falda, por lo que podría tratarse de una mujer. Porta también exuberantes adornos de jade y plumas, todavía con trazas de policromía (foto27). La figura parece emerger de las fauces de un jaguar estilizado. La fecha de la Serie Inicial es a veces interpretada como 9.17.12.0.0 (782 d C) ó 9.16.0.0.0 (751 d C). Bajo la estela, una pequeña cripta cruciforme encerraba ricas ofrendas, como joyas de oro deliberadamente rotas antes de ser depositadas. Según los análisis, el oro provendría de Panamá o de Colombia. A su lado puede verse un altar o bloque de piedra tallado con rasgos zoomorfos, que está asociado a la estela en un conjunto ritual maya. 
   El mayor de los llamados Altares G es una curiosa escultura en piedra exenta, de un estilo sumamente abarrocado, que representa una serpiente de dos cabezas por cuyas fauces emerge una cabeza humana. Data de alrededor del 785 d C (foto26). 
   Otro altar zoomorfo está conformado por un gran bloque de piedra a medio desbastar descansando sobre cuatro patas de un animal fantástico, que asoma la cabeza y recuerda en conjunto a una tortuga (foto30). 
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   El recinto de Juego de Pelota, llamado tlachtli, se compone de una cancha de juego en forma de doble T, entre dos muros-bancadas en talud adosados a dos basamentos piramidales que sostienen sendos templos (foto31). El de la izquierda mirando al norte (templo 9) es accesible por tres escaleras repartidas en tres lados. El juego de pelota conoció tres estadios sucesivos en su construcción. En lo alto de cada uno de los planos inclinados se ven tres esculturas representando cabezas de guacamayo.
    
   La Escalera Jeroglífica es una enorme escalinata que conduce de la Plaza a lo alto del templo y muestra en cada uno de sus 63 escalones inscripciones en forma de glifos, hasta un número de casi dos mil. A tramos regulares de 12 peldaños, en medio de los escalones, aparecen estatuas antropomorfas de dioses y sacerdotes de dos metros de alto cada una; las rampas laterales están adornadas con representaciones de la serpiente emplumada.
    
   El Templo 11 o de las Inscripciones está situado entre la Plaza de la Escalera Jeroglífica y la Plaza Oeste a las que domina desde sus 30 m de altura. Consagrado en el 763 d C, sus muros están decorados con paneles esculpidos con jeroglíficos. La gran escalinata por la que se asciende a la Acrópolis está invadida por ceibas y otros árboles creciendo entre los sillares y reventando los escalones (foto32).
    
   Al pie de esta escalinata, se yergue la Estela N, fechada en 761 d C, que retrata sendos personajes en cada una de sus caras, de pie sobre un pedestal inscrito con glifos mayas. La delicadeza de la talla de las vestimentas semeja una labor de encaje (foto29). Está asociada con un altar zoomorfo situado enfrente, con cuatro máscaras orientadas hacia los puntos cardinales.
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   La Acrópolis es un conjunto arquitectónico de pirámides, terrazas y templos construidos en distintas épocas, cuyas ruinas alcanzan los 38 m de altura y se asoman al río Copán, que va socavando por erosión de las aguas una gran parte de las estructuras, formando un barranco curvo de más de treinta metros de altura. En el interior de la Acrópolis, se ha hallado y está en fase de exploración una pirámide más antigua, oculta bajo los edificios que cubren la superficie según el sistema maya de construcción de pirámides cubriendo pirámides anteriores. Está prácticamente intacta y su fachada está ornada con gigantescas máscaras que aún conservan la policromía.
    
   Las explanadas oriental y occidental están situadas a un nivel mucho más alto que el general del valle. Al lado oeste de la Explanada Oriental se encuentra la Escalera de los Jaguares. Un primer tramo de escaleras, de 16 m de ancho, está flanqueado de figuras que representan jaguares, cuya piel ocelada se imitaba antaño por medio de lentejuelas de obsidiana encastradas en las cavidades que aún se ven. Otro graderío se extiende a todo lo largo de esta estructura, más allá de una estrecha plataforma, al pie de un paramento vertical y cornisa adornada en su centro con una máscara humana entre dos signos del planeta Venus.
  
   El Templo 22, construido hacia 765 d C, se alza sobre una plataforma situada en una de las zonas más elevadas de la Acrópolis. Las habituales máscaras del dios de la lluvia Chac custodian las esquinas. El elemento más llamativo de este edificio es su monumental puerta de entrada, cuyo frontispicio está enmarcado por dos sobresalientes conjuntos escultóricos. En su exuberante composición se pueden distinguir las representaciones de una gran serpiente y un personaje humano con mandíbulas de animal.
 
   Sobre la Explanada Occidental se encuentran la Tribuna de Espectadores, la estela P, y el altar Q.
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   La escalera llamada Tribuna de Espectadores conduce desde la Plaza Oeste de la Acrópolis de Copán al Templo 11 o de las Inscripciones, accesible también por la amplia escalinata en ruinas del lado norte. Se compone de cinco cuerpos escalonados, unidos por tramos de escaleras a distintos niveles. El segundo cuerpo contiene cámaras que abren sus puertas a la plaza, a las que se llega por una amplia escalera, el último de cuyos escalones está decorado con glifos en toda su longitud (16,5 m), salvo en su parte media, donde se ve una cabeza humana. A una y otra parte de la escalera se encuentra una figura de vigorosa factura que representa un personaje humano de rasgos negroides, rodilla en tierra y una serpiente en la boca, que sostiene un cencerro emplumado. Según ciertas teorías, se trataría del dios de las tormentas portando rayos y torres simbólicos y colocado sobre una escalera de jeroglíficos. Está fechado en el 762 d C y es un buen ejemplo de la armoniosa simbiosis entre arquitectura y escultura que se da en el arte maya.
    
   La Estela P está fechada en el 9.9.10.0.0 2 Ahau 13 Pop (623 d C). Representa en su cara principal a un alto dignatario con un tocado adornado con una máscara de jaguar. Lleva un bastón de mando ceremonial con cabezas humanas. En la cara posterior hay inscripciones jeroglíficas. El trabajo en bajorrelieve y de un estilo más esquemático que el de las estelas en altorrelieve de la Plaza de Ceremonias de Copán revelan una mayor antigüedad en este monumento. La técnica escultórica fue evolucionando con el tiempo, y el relieve se acentuó y se hizo más profundo a partir del año 700 d C.
    
   Al pie de la escalera de la Pirámide 16, el llamado Altar Q es un bloque prismático esculpido de 1,5 m de lado y 0,70 m de alto, muy bien conservado, que descansa sobre cuatro pequeñas esferas de piedra. Cada una de sus caras laterales está decorada con cuatro personajes sentados sobre cojines y glifos, con las piernas cruzadas, que podrían representar los dirigentes sucesivos de la dinastía copaneca. Otras teorías sugieren que se trata de un congreso de astrónomos. En la cara superior del bloque hay seis columnas de glifos de donde se ha extraído la fecha de 9.17.5.0.0 (hacia el 776 d C). 
   Copán fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco el año 1980.  

 

 

Quiriguá: una escuela de escultura

   Quiriguá fue una antigua capital maya de los últimos siglos del Período Clásico. No muy lejos de Copán a vuelo de pájaro, pero separadas de esta ciudad por la actual frontera Guatemala-Honduras, las ruinas de Quiriguá duermen su sueño de siglos en el valle del río Motagua, en una región de cultivo bananero y exuberante flora tropical a base de palmeras, ceibas y caobas. Los MayasLos vestigios arqueológicos de Quiriguá aportan al arte maya dos de sus elementos más originales: las estelas esculpidas (las más altas del mundo maya) y los altares llamados zoomorfos. La calidad de la escultura en estas piezas es excepcional y alcanza una de las cúspides del arte antiguo de América Central, constituyendo una de las más bellas expresiones, junto con las de Copán, de la plástica maya monumental. La llamada escuela de Motagua de escultura ejerció una influencia artística considerable en toda la región de Copán y Belice. 
   Los monumentos esculpidos en Quiriguá contienen inscripciones jeroglíficas datadas que se refieren a acontecimientos sociales, políticos o históricos, y que han permitido reconstruir, en la escasa medida en que han sido descifrados, una buena parte de la Historia maya. 
   Existen en Quiriguá: 
   - 13 estelas 
   - 12 esculturas zoomórficas 
   La mayor de las estelas mide más de diez metros de alto. Son esculturas monumentales ejecutadas en monolitos de arenisca sin ayuda de herramientas de metal. Constituyen muestras indudables del extraordinario sentido estético y consumada destreza artística desarrollados por los escultores mayas del Clásico. 
   Todas las estelas mayas de Quiriguá muestran un relieve con una figura de cuerpo entero y de pie en su cara principal, o a veces en sus dos caras. Se trata siempre de un soberano ricamente ataviado con suntuosas vestimentas y un tocado a base de máscaras superpuestas, que porta un cetro ceremonial o bastón de mando. La cabeza está por lo general realizada en altorrelieve, mientras que el resto del cuerpo y ornamentos están en bajorrelieve. 
 
   En la Estela A es notable el estilo de los glifos de las caras laterales, que figuran entre los más bellos del arte maya; son llamados de cuerpo entero, por contraposición a los glifos comunes, que presentan solamente la cabeza de los personajes. 
   La Estela D es una de las más altas y está fechada en el 766 d C. 
Los Mayas   La Estela E, con sus 10,66 m, es la más alta de todas las halladas en las ciudades mayas y está fechada en el 9.17.0.0.0 13 Ahau 18 Cumkú, o sea, el 771 d C (Clásico Tardío). El motivo escultórico de cada una de las caras muestra a un soberano de frente y de pie sobre una máscara de monstruo terrestre o jaguar. Está ataviado con lujosas vestiduras. Porta en una mano un cetro-rayo ceremonial y en la otra una adarga circular. Su tocado está compuesto de varios yelmos rematados por una máscara y un penacho de plumas. Los costados de la estela están cubiertos con columnas de glifos de magnífica caligrafía.
    
   El Zoomorfo B está fechado en el 9.17.10.0.0, es decir, hacia el 780 d C. Es un bloque de arenisca esculpido con jeroglíficos en su superficie y que adopta, como el resto de los zoomorfos de Quiriguá, la forma general de un monstruo replegado de cuyas fauces abiertas surge una cabeza humana, que sería en realidad un soberano en el momento de acceder al trono. 
Los Mayas   Este tipo de bloques zoomorfos en Quiriguá no está asociado a ninguna estela (como ocurre en Copán y otros centros mayas), sino que aparecen exentos, y no se trataría, por tanto, de altares, como a menudo se les denomina. Por el análisis de las dataciones se ha deducido que cada uno de los monumentos –estelas o zoomorfos– de Quiriguá señalaba un hotun o período de cinco años, pero que tales períodos se indicaban exclusivamente con uno u otro de los monumentos. 
   Al pie de la escalera que asciende a la Acrópolis de Quiriguá por su lado sur, se han hallado los altares O y P, grandes bloques irregulares de piedra esculpidos en la época clásica tardía (hacia el siglo VIII d C), cada uno de ellos totalmente cubierto de complicados bajorrelieves en su superficie. Estas esculturas son a veces llamadas altares de sacrificios y otras zoomorfos, e integran en su decoración tanto figuras como glifos de escritura maya.
    
   El Altar P presenta al monstruo de la Tierra, de cuya garganta surge un personaje sentado con las piernas cruzadas y tocado con una tiara muy elaborada (foto34). En la parte posterior de este monolito hay representada una enorme máscara dibujada con paneles de glifos de escritura maya. El resto de la superficie muestra unos bajorrelieves de intrincado diseño y difícil interpretación (foto35).
    
   La Acrópolis de Quiriguá o Plaza de los Templos se extiende más allá de la terraza que se eleva al sur de la Plaza Ceremonial, y está a su vez rodeada de cuatro plataformas (salvo por un punto, al nordeste), accesibles por escalinatas repartidas por tres de sus lados. Sobre estas terrazas se levantan edificios, entre los cuales se reconocen palacios, o sea construcciones compuestas de varias cámaras que fueron tal vez residenciales, administrativas o que cumplieron ambas funciones a la vez. 

 

 

  

 

 

 

Edzná: un ejemplo de planificación urbana

  Las ruinas de Edzná son una destacada muestra de la grandiosidad y perfección que alcanzó el urbanismo en las ciudades mayas. Edzná fue un centro ceremonial a medio camino entre la región de Chenes (de chen, pozo natural en lengua maya), y la región Puuc. La estela más antigua encontrada en el lugar data del 672 d C. 
Los Mayas   Desde el siglo III d C existía en este valle, aislada de otros centros mayas, una pequeña población, cuya importancia fue creciendo hasta el siglo X d C, debido en gran parte a su posición estratégica en las rutas comerciales mayas, en una zona donde se concentraban los excedentes agrícolas para ser enviados al Petén. 
   Edzná, 'Casa de las Muecas' o de 'las Caras', abarca varios grupos de edificios, de los cuales algunos aún están escondidos en la vegetación, con un centro ceremonial principal dispuesto alrededor de una Gran Plaza rectangular de 160 m x 100 m de lado, delimitada por edificios sobre plataformas accesibles por medio de amplias escalinatas, que forman en conjunto una Acrópolis. En uno de los lados de la Plaza dos templos piramidales rectangulares poseen en su interior vastas cámaras alargadas (fotos 21 y 22). Este grupo de edificios está conectado en su planificación urbanística a otro conjunto más al sur, también compuesto de un patio en plataforma rodeado de diversas construcciones, entre las que se distingue un juego de pelota.
  
    Pirámide de 5 pisos. Sobre una plataforma de la Acrópolis artificial, que eleva los edificios por encima de la llanura boscosa de la península de Yucatán, se levanta la pirámide principal (foto23), de cinco pisos escalonados de planta cuadrada con una base de 60 m de lado. Cada piso tiene 4,60 m de alto y está compuesto por hileras de celdas, que eran utilizadas por los sacerdotes mayas. La terraza superior está coronada por un templo con una crestería de claraboyas de 6 m de alto que confiere al edificio una proporción muy estilizada, alcanzando el conjunto los 31 m de altura. Antaño esta crestería estaba cubierta con tallas ornamentales de estuco en forma de máscaras, de donde deriva el nombre de Edzná. El resto de los sillares del edificio estaba enlucido con una fina capa de estuco y pintado con brillantes colores. Una escalera central asciende desde la gran plaza hasta el templo de la cúspide, pasando por un patio donde se elevaba un altar. Algunos peldaños presentan glifos en buenas condiciones de conservación (foto24) y que están en proceso de desciframiento. 
   Esta pirámide tiene la particularidad de estar provista de galerías abovedadas en todos sus pisos salvo el de la planta baja. En los primeros pisos se han descubierto los vestigios de una construcción anterior (con restos de pilares de piedra cimentados de estilo Río Bec) que fue cubierta por la erección de las cámaras abovedadas exteriores contra su fachada. Las columnas monolíticas del cuarto piso son de estilo Puuc. 

 

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Los mayas
Una civilización desaparecida

Fotografías: Eneko Pastor 
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