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 CITA CON EL LEVIATÁN
Cita con el Leviatan    Leviatán (del latín Leviathan y hebreo liwyatan): Monstruo acuático mencionado en la Biblia, Job 3:8; dragón marino capaz de eclipsar la luna y el sol. Con este término, los santos padres aluden en sentido moral al enemigo de las almas o demonio.
   Pero el Leviatán encierra una gran pluralidad de posibles significados, algunos de los cuales se van sugiriendo o desvelando en esta exposición (que es a la vez un trabajo fotográfico, un artículo de opinión y una reflexión moral) que fotoAleph tiene el honor de presentar al público internauta.
Idea y diseño original: Fernando Polo Elías
fpolo@coaat-se.org

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Cita con el Leviatán
El Leviatán
Referencias
  


  

   Vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño.
   Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto...

                                                                             (Jorge Luis Borges, extractos de El Aleph)




   Vi el terrible monstruo acuático mencionado en el Libro de Job, que con su gigantesco cuerpo lograba eclipsar el sol y la luna. Pensé por un instante que era una encarnación del maligno, el enemigo de las almas, el demonio.
   Era el Leviatán, el caos primitivo que yace encadenado desde el principio de los tiempos para despertar un día y devorar todo lo que se encuentre a su paso.
   Pero el Leviatán estaba enfermo. Y esquivando sus tentáculos, logré introducirme en sus entrañas. Y desde dentro vi lo que veían sus ojos.
   Y su visión abarcaba el mundo entero. Y entonces comprendí que sólo un despertar de la conciencia colectiva y de la moral a escala planetaria sería capaz de enfrentarse al monstruo para impedir sus designios.
  
  


 
Cita con el Leviatán
 
   La cita nos llegó por la tarde, no lo podía creer.  
   Podíamos visitar al leviatán antes de cerrarlo quizá para siempre. 
   Tendríamos la contraseña del capitán para entrar. Ésta podría ser mi única oportunidad de conocer las entrañas del leviatán. 
   Solicité mi pase y me enteré de que podríamos ir hasta tres personas. 
   –Estupendo –pensé–, podría compartir la experiencia con más gente.  
   La verdad, me impresionaba un poco una visita en solitario. 
   Mi compañera estaba claro que vendría, pero necesitaba encontrar algún amigo más, no podía desperdiciar la oportunidad de que alguien más compartiera la experiencia. 
   Curiosamente, hasta la tercera o cuarta persona que se lo dije, no se apuntó, unos por una cosa y otros por otra. Una oportunidad así, desperdiciada. Quedamos para ir después de comer. Nos vimos fuera del recinto, todavía cerrado a las personas. 
   Nos acercamos a la única puerta, y rápidamente llegó el guardián. 
   –¿Dónde váis? Aquí no se puede entrar. 
   Me adelanté y le dije raudo la contraseña. Y, abracadabra, la puerta se nos abrió. 

   El interior era oscuro y tal vez húmedo, una escalera sin fin se insinuaba al fondo. Ésta nos llevaría a través de las entrañas del leviatán. Había que entrar y cerrar la puerta, o nuestra única escapatoria. 
   –No importa –dijimos los tres, comenzando la ascensión.  
   La puerta se cerró con un estruendo metálico que retumbó de una manera inesperada. Nos volvimos a mirar con aire compañeril. Estábamos dentro con la única salida cerrada, claustrofobia, emoción, miedo o todo junto.  
   Ara, mi compañera, se dirigió a la puerta y se negó a subir. Claustrofobia, claro. Aporreando la puerta nos dijo que ella no subía. 
   –¿Qué? ¿Alguien se retira? –dijo el guardián con cierta sonrisa. 
   –Sí. Me dan claustrofobia estos sitios. Os espero fuera, y espero que disfrutéis –dijo Ara. 
   Nos miramos Jo y yo, dirigiéndonos con decisión a la escalera que nos adentraba en la bestia. 
   La escalera no era incómoda ni peligrosa, pero sí infinita. Al menos visualmente no tenía fin. 
   Comenzamos la ascensión con paso atlético los primeros cinco minutos, después seguimos algo más despacio tomando resuello. 
   Hubo un momento que perdí contacto visual con Jo. Al principio no le di importancia, quizás se había entretenido con algo. 
   Pasado un rato le llamé. Él me contestó desde bastante más abajo de donde yo estaba, pero algo raro le noté en la voz. Bajé a ver qué pasaba. Me lo encontré verde-amarillo-blanco. 
   –¿Qué te pasa? –le dije. 
   –Creo que algo que comí me sentó mal, y con la subida ésta acabo de vomitar. 
 
   Seguimos de ahí en adelante juntos al mismo ritmo. La escalera sólo permitía ver unas paredes metálicas y algún manojo de cables que la atravesaba, nada de ventanas ni luz natural por ningún lado, ni hacia arriba ni hacia abajo.  
   Alrededor de los diez minutos largos de subida –ya me estaba cansando–, se insinuó la luz exterior. 
   –Nas, creo que esa luz ya es la cabeza de este bicho –exclamó Jo. 
   Eso nos hizo apretar el paso para llegar de una vez. 
   Por fin llegamos. Lo que desde allí se veía, y a la altura que estábamos, nos impresionó. 
   –¡¡La hostia!! –dijimos al unísono. 
   Su cabeza desde dentro era mucho más grande de lo que parecía, y sus ojos eran inmensos, podían tener dos metros de diámetro o más. Desde allí se veía todo el mundo conocido, no sabíamos dónde dirigir la mirada. Tenía cuatro grandes orificios al exterior, los ojos y la nariz. Nos asomamos desde el ojo y la visión era impresionante.  
   Sonreímos con cierta complicidad. 
   –Oye, Nas, ¿se podría salir por aquí? –dijo Jo, señalando a los agujeros de la nariz. 
   –Venga ya –dije yo, con cierto miedo de que lo intentara. 
   –Bueno, no perdamos tiempo e inmortalicemos este momento –dije yo, mientras sacábamos las cámaras de las fundas. 
   Primero nos subimos en un ojo cada uno y click-clack, click-clack. 
   Después, desde los agujeros de la nariz, la cabeza por dentro, la escalera sin fin, juntos, separados.............  click-clack, click-clack, click-clack, click-clack. 
 
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El Leviatán
 
   Leviatán (del latín Leviathan y hebreo liwyatan): Monstruo acuático mencionado en la Biblia, Job 3:8, dragón acuático capaz de eclipsar la luna y el sol. Los santos padres entienden en sentido moral al enemigo de las almas o demonio. 
 

   Obra sobre el estado (1651) Thomas Hobbes. Leviatán o forma y poder de la comunidad eclesiástica y civil. 
 


   Aparato de acero en forma de barca con doble fondo empleado en el cardado de la lana. 
 


   "Hay una lúcida descripción de las locuras repentinas del norteamericano medio en las novelas de Paul Auster. La mejor de todas ellas retrata a los Estados Unidos en su mismo título: Leviatán. No se trata de un Calibán como el de Rodó, sino de Leviatán, del caos primitivo que yace encadenado desde el principio de los tiempos para despertar un día y devorar todo lo que se encuentre a su paso." 
   (Tomás Eloy Martínez, para La Nación) 
 


   Leviatán al rescate, Paul Johnson para el neoliberal.com 
   "Pero nadie va a disuadir al Leviatán. Está en armas, y sabe lo que tiene que hacer. Por otra parte, no es un autócrata solitario, como en tiempos de Hobbes, sino un gobernante constitucional con un pueblo educado de casi 300 millones a sus espaldas. La lógica brutal de los acontecimientos le ha dado una misión a Bush. Tiene que cumplirla, y cumplirla a plenitud. ¿Es Estados Unidos, por consiguiente, un policía del mundo? La respuesta tiene que ser que sí, a Dios gracias. El progreso ha contraído todas las distancias y dado un poder enorme a las fuerzas de la destrucción. El mundo es demasiado pequeño y las armas de los terroristas demasiado devastadoras, como para que podamos vivir sin un policía con plenos poderes y alcance planetario. Como dijera una vez Gladstone, 'los recursos de la civilización todavía no están exhaustos', y Bush no tiene otra alternativa moral que ponerse al frente, y orientar al siglo XXI en la dirección del orden y la paz." 
   Paul Johnson es un periodista e historiador británico, autor, entre otros libros, de 'Tiempos modernos', una historia del siglo XX. 
 


   Es estados unidos acaso el gigante prepotente que vio Rubén Darío en su oda A Roosevelt: 
   "Crees que la vida es incendio, / que el progreso es erupción; / en donde pones la bala / el porvenir pones. No." 
 


   DE LA CONDICIÓN NATURAL DEL GÉNERO HUMANO, EN LO QUE CONCIERNE A SU FELICIDAD Y MISERIA (extracto de Leviatán, de Thomas Hobbes, 1651)  
    
   "La naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en sus facultades corporales y mentales que, aunque pueda encontrarse a veces un hombre manifiestamente más fuerte de cuerpo, o más rápido de mente que otro, aún así, cuando todo se toma en cuenta en conjunto, la diferencia entre hombre y hombre no es lo bastante considerable como para que uno de ellos pueda reclamar para sí beneficio alguno que no pueda el otro pretender tanto como él."   
 


   El Leviatán enclenque  

   Guillermo Almeyra  
   La Jornada 

   "Pero lo que se necesita son instrumentos para el aprendizaje y la práctica de la democracia con contenido social... Esos movimientos, a la vez, pueden disputar desde abajo el poder estatal construyendo poder dual y ciudadanía elevando la conciencia cívica, y pueden ayudar a construir un nuevo tejido social y una nueva identidad colectiva, creando bases para un nuevo Estado y no sólo para un movimiento de oposición dentro del Estado actual para reformarlo. 
   Hoy, no se puede prescindir de la lucha por cambiar el Estado para enfrentar mejor a la mundialización dirigida por las transnacionales y sus agentes. Aunque el Leviatán puede estar enfermo, siempre es y será un monstruo y no una inocua lagartija. Esto excluye pues la posibilidad de mantener vigente la concepción del nacionalismo, incluso revolucionario, porque entre quienes dicen '¡Patria o muerte, venceremos!' y los que cambian la consigna por '¡Patria o muerte, venderemos!' hay un punto común, que reside precisamente en la estadolatría, en la utilización del aparato estatal para hacer una política que no depende de la sociedad sino que es decidida por unos pocos 'dueños del vapor' o 'dueños de la verdad'. Por el contrario, a una política nacional y a la construcción de poder, debería ir unida una concepción mundializadora, internacional e internacionalista." 
 



 

   ¿Es acaso el despertar de la conciencia colectiva y de la moral a escala planetaria ese "monstruo" o leviatán capaz de dar un giro a los acontecimientos?  
   Es este el momento de formar parte de él.   
 
 
 
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Referencias:

Leviatán de Thomas Hobbes, 1651
Leviatán de Paul Auster, 1992
Leviatán Tomás Eloy Martínez, 20 de abril 1998
El leviatán enclenque, Guillermo Almeyra, 20 de marzo 2001
Leviatán al rescate Paul Johnson, noviembre 2003
 

 
 




  
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CITA CON EL LEVIATÁN
 
Idea y diseño original: Fernando Polo Elías
fpolo@coaat-se.org 
Fotografías: 1992
Digitalizadas: 2004

© Fernando Polo Elías
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