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Los incas

Necrópolis

   

En el lago Titicaca

  
   En la frontera entre Perú y Bolivia, a 3.800 metros sobre el nivel del mar, el vasto lago Titicaca está considerado como el lago navegable más alto del mundo (ver foto en la exposición de fotoAleph 'Bolivia. Entre la tierra y el cielo'). Para los incas, era el lugar de origen de su linaje.
   A principios del siglo XV el rey Inca Viracocha emprendió la fase de expansión de sus dominios organizando desde el Cuzco frecuentes campañas militares contra los reinos vecinos. Pronto conquistó y sometió bajo su poder el valle del río Urubamba, que era un importante corredor de paso entre el Cuzco y el lago Titicaca. Como consecuencia de esta conquista, los incas fueron reclamados para interceder en el conflicto entre dos reinos de habla aimara, los collas y los lupacas, asentados en la parte norte de la cuenca del Titicaca. Cuando los incas llegaron allí, ya se había librado la guerra, habiendo sido los collas derrotados. Los incas se aliaron temporalmente con los lupacas, para al cabo de un tiempo terminar dominando la región entera y anexionándola al imperio.
Los incas   Las numerosos vestigios arqueológicos que se hallan en las orillas y las islas del lago Titicaca dan testimonio no solo de la presencia de los incas en la región, sino también de la existencia previa de antiguas civilizaciones anteriores a la de los incas.
   El principal enclave lo constituyen las monumentales ruinas de Tiahuanaco, a 20 km de la punta sudeste del lago, en territorio de la actual Bolivia. Tiahuanaco fue el centro espiritual y político de la antigua cultura precolombina conocida como Tiwanaku, un poderoso imperio que dominó durante más de veinte siglos una extensa porción de los Andes centrales y meridionales. Poseía un puerto en el lago Titicaca. Considerada por algunos investigadores como la cuna de las culturas americanas, la civilización de Tiahuanaco tuvo sus comienzos hacia el año 1500 a C, alcanzó su apogeo entre 500 y 900 d C, y desapareció alrededor del año 1200 d C.
   En la isla del Sol, en la parte boliviana del lago, las ruinas de un templo marcan el lugar donde, de acuerdo con la tradición, los fundadores legendarios de la estirpe inca, Manco Cápac y Mama Ocllo, fueron enviados a la Tierra por Inti, el dios-sol de los incas. "Puso Nuestro Padre el Sol estos dos hijos suyos en la laguna Titicaca...", escribe Garcilaso el Inca. En la vecina isla de la Luna subsisten las ruinas de un templo denominado Iñakuyu o Palacio de las vírgenes de sol, asociado al culto de Mama-Killa, la madre luna (hermana y esposa del dios-sol).
  
   En el pequeño pueblo de Chucuito, situado en la orilla meridional del lago, podemos ver una construcción rectangular con gruesos muros de sillería trabajada a la manera inca. Las obras no estaban concluidas a la llegada de los españoles, como lo sugiere la existencia cercana de amontonamientos de sillares en fase de tallado. Es el llamado Inca Uyo (= 'morada del inca' en lengua aimara). Se cree que el recinto formó parte de un conjunto más amplio de edificaciones de carácter ceremonial y estuvo destinado a rituales de naturaleza política y religiosa. Lo singular de este edificio es que alberga en su interior (foto071) ochenta estelas cilíndricas monolíticas, algunas con una protuberancia semiesférica en el extremo que les confiere una forma como de hongo. La estela más grande, situada en lugar destacado en el centro de la pared del fondo, mide 1,20 m (foto072). Otras dos grandes estelas flanquean como guardianes la puerta de entrada.
   Algunos observadores han interpretado estos monolitos como símbolos fálicos, y ello ha dado pie a suponer que esta construcción sería un 'Templo de la Fertilidad'. A partir de ahí se han gestado historias apócrifas en torno al lugar, como que las mujeres acudían al santuario con ofrendas y practicaban el rito de sentarse sobre las estelas para ser fértiles. Esta interpretación es muy cuestionable por cuanto se constata que no se ha detectado la menor referencia o vestigio en la historia de los pueblos andinos, tanto en la época lupaca, como en la inca o en la virreinal, de nada que pueda relacionarse con algún tipo de culto al falo. La verdad es que estos monolitos fueron instalados recientemente en el 'templo' por iniciativa de algunos habitantes de Chucuito, recopilando las esculturas líticas diseminadas por el pueblo. Algunos dicen que son cipos o mojones de piedra que marcaban el camino, pues Chucuito está ubicado en una clara ruta de paso hacia el altiplano boliviano. Otros afirman que son elementos constructivos: rollos que servían para amarrar los tejados de paja a las paredes de las casas, de los que se pueden ver ejemplos in situ en Machu Picchu (foto087).
  
  
   Las construcciones más peculiares que levantaron los incas en la región del lago Titicaca son las chullpas, torres funerarias de piedra donde se enterraba a difuntos de alto rango o pertenecientes a la nobleza, y que, agrupadas en lo alto de determinados cerros, forman verdaderas necrópolis. Pueden visitarse en diversas localidades del altiplano, como Sillustani, Cutimbo, Acora, Ilave o Lampa.
 
Los incas  
Cutimbo
  
   A unos 20 km al sur de Puno, un cerro de verticales paredes emerge en medio de una desolada llanura que en pasadas eras geológicas fue un lago tan vasto como el Titicaca y hoy está desecado. Lo que hoy es el cerro de Cutimbo sería entonces una isla.
   Existen trazas de que este cerro (foto182), cuya altitud supera los 4.000 metros sobre el nivel del mar, fue habitado desde épocas muy remotas: en un refugio o abrigo roquero situado a media altura del extenuante camino de ascenso se pueden ver pinturas rupestres prehistóricas dibujadas en las paredes. Su estilo esquemático y monocromo recuerda al de algunas pinturas neolíticas de Europa, así como los motivos representados: hombres pastoreando rebaños. Solo que en vez de ovejas o vacas, aquí los rebaños están compuestos de llamas.
   La amplia cima del otero está plagada de ruinosas construcciones de piedra, la mayoría en precario estado de conservación (foto183), invadidas por los matojos y frecuentadas por sabandijas. Unos pocos edificios, sin embargo, se mantienen en pie casi intactos. Son chullpas o torres funerarias pertenecientes a las culturas colla, lupaca e inca. Las hay de planta rectangular, cuadrada y circular. Las más antiguas son de sillarejo y mortero de barro, las de los incas lucen el perfecto acabado de sillería poligonal que es marca de fábrica de su arquitectura. Algunas conservan todavía la rampa provisional que se empleaba en las obras para elevar los bloques de sillería a la parte superior de la torre (foto189).
   Uno de los edificios más monumentales de Cutimbo, ubicado en la zona central de la meseta, es de planta rectangular, con una altura de más de ocho metros, y se ha identificado como un ushno o templo (foto184). En su interior de dos pisos abovedados con falsas bóvedas (foto185) se aprecian cinco nichos en las paredes y dos ménsulas a cada lado de la planta baja, donde se colocarían los fardos funerarios con fines rituales.
   Algunos de los sillares de este edificio y otras chullpas tienen labrados relieves zoomorfos representando serpientes (foto188), pumas y monos. Las figuras de puma aparecen de perfil junto a las pequeñas puertas trapezoidales de entrada a las tumbas, como si estuvieran custodiándolas (foto190). La representación de monos (foto192) es intrigante, dado que se trata de un animal que no era propio de esta zona; su hábitat es la selva, situada muy lejos de acá (algo parecido ocurre con el gran mono dibujado en los geoglifos de las llanuras de Nazca, ver foto).
   En las excavaciones del lugar se ha descubierto un altar de cremación, con huesos calcinados de humanos, camélidos y aves, y restos de cerámica.
 

Sillustani
Los incas 
   A 34 km al noroeste de la ciudad de Puno, cerca del pueblo de Atun Colla (foto143), el cerro de Sillustani se adentra en la hermosa laguna de Umayo (foto193) y queda prácticamente aislado por sus aguas, formando una península. Rebaños de alpacas pastan plácidamente por sus laderas y los patos y otras aves acuáticas se zambullen en la laguna para atrapar peces. La zona alta del cerro es una pedregosa meseta salpicada de numerosas construcciones de sillares de las más variadas formas y dimensiones, y en diverso estado de ruina. Estamos en un vasto cementerio que perteneció en un principio a la cultura colla (1200-1450), pero que con posterioridad fue también utilizado por los incas para inhumar a los personajes más ilustres entre sus fallecidos.
   Entre estas tumbas despuntan las chullpas, monumentos funerarios consistentes en altas torres de forma, más que cilíndrica, troncocónica invertida, pues la base de cada torre es de menor diámetro que la parte superior, que sobresale a modo de cornisa (foto194). La chullpa más alta mide 12 metros. Se las divisa a kilómetros a la redonda coronando el altozano.
   El interior de las chullpas suele ser de dos pisos, con sendas cámaras mortuorias cubiertas con falsas bóvedas realizadas por superposición de cascotes sin desbastar (foto195). Hay que recordar que ninguno de los pueblos americanos prehispánicos conocían la técnica de la bóveda. En contraste, el exterior está recubierto con los enormes sillares poligonales perfectamente ensamblados característicos de la arquitectura incaica, que sellan la superficie externa de la torre sin dejar el menor resquicio entre sus juntas.
   Cada torre dispone a ras de tierra de una pequeña puerta de entrada, orientada al este, o sea, al punto cardinal por donde sale el sol, que es necesario atravesar caminando a gatas. La puerta solía ser cerrada con una simple losa.
   Antes de ser introducido en la chullpa, el cadáver era momificado en posición fetal. La momia iba vestida con ricas telas y acompañada de su ajuar funerario: objetos de oro y plata, cacharros de cerámica y alimentos para su subsistencia en el más allá.
   Algunas torres poseen en su exterior relieves zoomorfos tallados en uno u otro sillar. Se ven bajorrelieves de culebras y, en la llamada 'Chullpa del Lagarto', un relieve muy deteriorado que dicen reproduce la figura de dicho reptil (foto196).
   Es interesante examinar algunas chullpas que fueron abandonadas inconclusas, pues nos permiten hacernos una idea de las técnicas constructivas que empleaban los incas en su arquitectura. Vemos así que para izar los enormes bloques de piedra a su correspondiente nivel de hilada utilizaban una rampa provisional hecha de cascajos, rampa que iba agrandándose conforme la torre ganaba en altura (foto200). Vemos que el interior de los muros estaba relleno de cascotes informes (foto199), reservándose los sillares labrados y pulidos para el revestimiento exterior. Estos sillares estaban tallados también en las caras que quedaban ocultas a la vista con entrantes y salientes, cuyo machihembrado interno dotaba al edificio de la máxima solidez.
   Paseando por esta meseta nos toparemos con otros grupos de chullpas de mampostería, de época colla, tramos de lienzos de las murallas que defendían el lugar, estructuras para el enterramiento de ofrendas, círculos de piedras que recuerdan a los cromlechs prehistóricos del Viejo Mundo, rocas talladas con extravagantes formas, áreas de canteras de donde extraían los bloques para las tumbas, y dos curiosas chullpas incas (reconstruidas) levantadas en adobe y enjalbegadas con un enlucido de yeso blanco que les da un aspecto de silos (foto201).

  

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FotoCD110
   
Los incas
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Fotografías: Agustín Gil, Eneko Pastor
Realizadas en Perú

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