Colecciones fotográficas

India rupestre

Una escuela de escultura

 

   La escultura india desde el siglo VII en adelante evolucionó, a grandes rasgos, en dos estilos que florecieron respectivamente en el norte y en el sur de la India. En cada una de estas regiones se dividió también en distintos lenguajes locales adicionales, en una amplia variedad de escuelas. La escultura era utilizada principalmente como parte integrante de la decoración arquitectónica, y adquirió un protagonismo inusitado, invadiendo con sus iconos todos los espacios y rincones del templo, tanto exterior como interiormente. Cada santuario se convierte en una auténtica enciclopedia ilustrada de la mitología hindú. 

 

Mahabalipuram

India rupestre

   La fase medieval del arte en la India del sur comienza con los imponentes templos y las elegantes esculturas de Mahabalipuram.
   Mahabalipuram (o Mamallapuram) es un pequeño pueblo costero situado a 60 km al sur de Chennai (Madras). El océano Indico baña sus playas sombreadas por cocoteros. Afloramientos de enormes rocas graníticas de caprichosas formas se aglomeran cerca de la orilla para crear acantilados y colinas rocosas parcialmente invadidas por la vegetación tropical (foto277).
    Esparcido por el núcleo urbano y escondido entre el laberinto de peñascos de sus colinas, Mahabalipuram alberga un conjunto único de arquitectura rupestre y no rupestre, con monumentos esculpidos y construidos entre los años 630 y 800 d C, en la época del dominio de los reyes pallavas, una poderosa dinastía de la India meridional. La mayor parte de estos edificios contiene valiosas inscripciones que permiten datarlos y situarlos en su contexto histórico.

   Los monumentos rupestres monolíticos son los más numerosos, fueron tallados bajo el reinado de Narasimhavarman Mamalla y de uno de sus sucesores, Rajasimha (630-728 d C) y constituyen los más antiguos ejemplos de este tipo de arquitectura en la India del sur. Existen también otros monumentos pallava construidos en sillería en Mahabalipuram, como el célebre Templo de la Orilla, datado en el siglo VIII. Pero el cénit de la arquitectura de los pallavas lo ocupa el templo de Kailashanatha, construido en Kanchipuram, la antigua capital de esta dinastía, de la que Mahabalipuram era el puerto.
   De este puerto y de Pumpuhar zarparon expediciones hacia oriente que exportaron el budismo y el hinduismo a otras naciones de Asia, llegando la cultura india a expandirse hasta las lejanas tierras de la península indochina y el archipiélago indonesio. Sirvan de testimonio los innumerables templos hinduistas y pagodas budistas que podemos ver en lugares como Mandalay y Pagan (Birmania), Ayuthaya y Sukhothai (Tailandia), Luang Prabang (Laos), Angkor (Camboya), Borobudur y Prambanan (Java), y la entera isla de Bali.
   Los templos pallava de Mahabalipuram y Kanchipuram fueron modelos arquitectónicos experimentales, con fórmulas que hermanaban armoniosamente arquitectura y escultura, y que fueron desarrolladas en siglos posteriores en la India del sur, en lo que vino a calificarse como arquitectura dravidiana. Un elemento iconográfico se repite con asiduidad en el estilo pallava, como si fuera su marca de fábrica: la imagen de un animal fantástico parecido a un león, símbolo de poder. Aparece, erguido y con aspecto amenazante, sobre todo en las basas de las columnas y pilastras (foto305).
   A partir del siglo VIII la actividad arquitectónica de la región de Mahabalipuram fue decayendo. El poder de los pallavas era arrollado por el empuje de la dinastía de los cholas, que florecía más al sur.
  
  
La Penitencia de Arjuna o el Descenso del Ganges
  
   Hacia el centro del pueblo de Mahabalipuram, un acantilado al aire libre está totalmente esculpido con una muchedumbre de figuras de dioses, hombres y animales. Se trata de 'La penitencia de Arjuna' (también interpretado como 'El descenso del Ganges'), el más impresionante conjunto escultórico del lugar y uno de los más grandes de la India (fotos 278 y siguientes). Está tallado en la cara de un espolón granítico quebrado con una profunda brecha en el centro, por la que antaño fluía el agua desde un estanque superior. En la fisura, que representa un río, se ven efigies de nagas y naginis, con cuerpo mitad humano, mitad de serpiente, las cabezas protegidas por caparazones de cobras (foto279).
   A ambos lados del río hay labradas en relieve numerosas imágenes de dioses, diosas, apsaras o doncellas celestiales volando, seres humanos, semihumanos y animales, distribuidas a distintas alturas de modo aparentemente caótico (foto285). Una más atenta observación revela, sin embargo, que casi todas las figuras se orientan hacia el personaje de un asceta que se sostiene sobre una sola pierna y extiende sus brazos hacia el cielo juntando las manos (foto286). De pie, contemplando al penitente, aparece la regia figura de Siva acompañada de un séquito de ganas, enanos deformes que ejercen de servidores. Más abajo, en torno a un templete de Vishnu, resueltos en altorrelieve, se congregan varios yoguis practicando distintas posturas de yoga (foto280).
   Se cree que el asceta situado en el punto focal donde convergen las miradas podría ser Arjuna, el héroe del Mahabharata, valeroso guerrero que practicó la ascesis para obtener de Siva un arma con poderes divinos, pero esta atribución tiene como rival la de Bhagiratha, rey santo de Ayodhya que se autoimpuso también una penitencia para suplicar a Siva que hiciera descender el Ganges a la tierra. En esta segunda interpretación, la brecha central del acantilado representaría al río Ganges.
   Las figuras, a tamaño natural, son altas y delgadas, de miembros flexibles. Los numerosos y variados animales, incluyendo una manada de elefantes con sus retoños, ciervos, simios, felinos... exhiben la misma cercanía y afinidad con el mundo animal que se observa en toda la escultura de la India (foto281). Véase como muestra el grupo de macacos despiojándose (foto284). O el detalle humorístico de un gato remedando la postura yóguica de Arjuna, mientras los ratones corretean alrededor (foto280).
India rupestre
   
Los Rathas del Sur
  
   Al sur de Mahabalipuram, separado del núcleo del pueblo, se agrupa un conjunto de cinco templos monolíticos, tallados en grandes rocas exentas que surgen de la arena, llamados los rathas del Sur (ratha significa literalmente 'carro', en referencia a que cada templo es un carro procesional, un vehículo de los dioses; aunque aquí están desprovistos de ruedas, hay otros templos en la India, como el de Konarak, donde sí son representadas). Estatuas monolíticas de un león, un elefante y un toro merodean entre los templos (foto313). La advocación popularizada (que no original) de cada uno de los cinco rathas corresponde a un héroe del Mahabharata: Draupadi, Arjuna, Bhima, Yudhishthira y Nakulasahadeva. Los cinco templos son completamente diferentes entre sí (foto312), constituyendo un muestrario de las distintas soluciones constructivas con que experimentaba la arquitectura pallava, y que iban a tener luego continuidad en la arquitectura dravidiana o de la India meridional.
   Así por ejemplo, los rathas II y IV responden al modelo de vimana o torre-santuario piramidal, muy característica de los templos de la India del sur, y a la vez incorporan detalles arquitectónicos inspirados en los edificios budistas, como el ubicuo arco-chaitya. El ratha V reproduce las formas del gopura o gran torre-pórtico que suele constituir el portal de entrada a los santuarios sureños. El ratha I imita en cambio el perfil de una cabaña, con una techumbre curva a cuatro aguas. Por razones que se desconocen, todos estos templos quedaron inacabados.
   Ratha I o de Draupadi (foto315). Este templo monolítico descansa sobre una plataforma lisa horizontal que comparte con el ratha II (foto316). Esta plataforma a su vez es sustentada por cuerpos de tortugas, leones y elefantes semienterrados en la arena (foto325). Probablemente consagrado a Durga, se compone de una sola sala cuadrada accesible por una escalerilla, cubierta por una cúpula que reproduce el típico techo de palmas de las antiguas chozas de los sanyasin o renunciantes. Frente al templo se levanta la estatua en bulto redondo de un león (foto314), el animal-montura de Durga, y detrás reposa la estatua del toro Nandi, montura de Siva (foto326).
   Ratha II o de Arjuna. Dedicado originalmente a Indra, como parece deducirse del elefante en bulto redondo y tamaño natural que se alza próximo al edificio, que podría ser Airavata, la montura de Indra (foto328). Su estructura piramidal recuerda, a una escala reducida, a la del gran templo Kailashanatha de Kanchipuram, construido en sillares en la misma época. Es el escultóricamente más decorado del conjunto. La fachada lateral sur muestra, repartidos en cinco nichos, relieves con las estilizadas efigies de Siva apoyado sobre el toro Nandi y dos parejas reales escoltadas por servidores (foto317).
   Ratha III o de Bhima. Está conformado por dos estructuras diferentes superpuestas (foto318). La inferior enmarca una sala hipóstila de columnas con leones en la basa y cubierta aterrazada. Sobre esta terraza se levanta una construcción abovedada de perfil ojival (foto320), que imita las techumbres que se confeccionaban en la época con ramas de palmeras.
   Ratha IV o de Yudhishthira. De estructura piramidal, es el templo más grande del grupo (foto323). La planta baja tiene abiertas por sus cuatro costados verandas o vestíbulos porticados con columnas de leones. En las esquinas hay nichos que enmarcan estatuas. Los tres pisos escalonados se componen de hileras de santuarios en miniatura, por entre los que asoman personajes (foto321), y están rematados por una cúpula maciza octogonal. Una inscripción detalla que este templo fue mandado esculpir por el rey Narasimhavarman I (ca. 630-660) en honor a Siva.
   Ratha V o de Nakulasahadeva. Este templo se encuentra separado de la fila de los cuatro templos precedentes (foto327). Dispone de una sola cámara de planta absidal, y el piso superior adopta exteriormente el perfil abovedado de la sala de un chaitya budista.

  
Los mandapas
India rupestre   
   Hacia el norte del pueblo de Mahabalipuram se encuentra el ratha de Ganesh, templo monolítico exento de origen sivaico que todavía está en culto (foto291). Alberga en su interior una estatua de Ganesh, el segundo hijo de Siva, dios con cabeza de elefante que quita los obstáculos del mundo. El templo responde a la tipología conocida como shala, de planta rectangular, con un porche a un lado y una techumbre en forma de carena de barco invertida, rematada por una fila de pináculos en forma de vasija (foto290).
   El templo rupestre de Tirumurti se compone de tres capillas adyacentes dedicadas a cada una de las tres deidades del trimurti o trinidad suprema hindú (foto293). La del centro alberga el linga de Siva. Las laterales alojan respectivamente las estatuas de Vishnu y Brahma (foto295). Junto al templo hay tallada una gran cisterna rupestre de boca redonda (foto296). Cerca se pueden ver esculpidos en un acantilado los relieves de un elefante, un mono y un pavo real (foto297).
   Los mandapas (o salas hipóstilas) son cuevas artificiales horadadas en los peñascos de Mahabalipuram que fueron utilizadas como templos. Para llegar a ellas hay que perderse en el dédalo de rocas de las colinas al oeste del pueblo, a través de los desfiladeros y vericuetos boscosos que se abren entre los riscos y donde campan a sus anchas los macacos, tomando a veces como atajo los antiguos escalones tallados en las mismas peñas (foto330). En dos de los puntos más altos de las colinas se levantan un faro moderno y un faro antiguo construido sobre los restos de un templo rupestre del que quedan pocos pero buenos relieves (fotos 310 y 311).
   El mandapa más bello es el de Mahishasuramardini (foto301), situado cerca del faro moderno, que alberga dos magníficos paneles de relieves ilustrando uno el combate entre la diosa Durga y el asura (demonio) Mahisha, con cabeza de búfalo, en una composición de extraordinario dinamismo (foto302). Durga es una de las encarnaciones de Parvati, consorte de Siva, que asume el aspecto de una poderosa guerrera de ocho brazos, cabalgando sobre un león (foto303), para destruir con sus armas a los demonios que perturban a los hombres y a los dioses. El otro panel de este mandapa describe la escena conocida como el 'sueño de Vishnu' (foto300), donde se ve a este dios recostado sobre la serpiente Ananta.
   El mandapa de Varaha (foto306), de parecida estructura al anterior (una veranda que da acceso a la cella donde se aloja la estatua de la divinidad), custodia también dos excelentes paneles de relieves en sus muros laterales. El panel de Varaha muestra a Vishnu en su avatar de jabalí alzando en sus brazos a la diosa Tierra (foto309). El panel de Vamana (el enano) hace referencia a otro avatar de Vishnu; obsérvese cómo el dios levanta una pierna en alto (foto307): está dando una de las tres zancadas gigantes con las que abarca el universo, episodio recogido en varios textos sagrados del hinduismo.
  
   Vishnu pasó por encima de este universo y pisó con su pie tres lugares.
   (Rig-Veda)
  
   Antiguamente, Bali, el hijo de Virochana, tras conquistar al jefe de los dioses, disfrutó del imperio de los tres mundos, intoxicado con el incremento de su poder (...). Así implorado por los dioses Vishnu tomó la forma de un enano y, acercándose al hijo de Virochana, le pidió que concediera lo que podía recorrer en tres pasos. Habiendo obtenido el don de los tres pasos Vishnu asumió una forma milagrosa y en tres pasos tomó posesión del mundo. Con un paso ocupó toda la tierra, con un segundo la eterna atmósfera y con el tercero el cielo. Asignando al asura Bali una morada en Patala (las regiones infernales), dio el imperio del mundo a Indra.
   (Ramayana)
  
   Otro mandapa destacable es el de Krishna (foto287), excavado en una estribación del mismo acantilado de la 'Penitencia de Arjuna'. Los relieves del muro de fondo describen diversos episodios de la vida y milagros del dios Krishna, otro avatar de Vishnu. Se le puede ver por ejemplo ordeñando una vaca (foto288), y levantando con un brazo el monte Govardhana para convertirlo en un paraguas con el que proteger a pastores y rebaños del diluvio enviado por la cólera de Indra (foto289). Esta historia viene relatada en el Vishnu Purana: en cierta ocasión Krishna quiso molestar a Indra, el dios de la lluvia; viendo que las pastoras hacían preparativos para adorar a Indra, él las disuadió de hacerlo y las indujo a que adoraran a la montaña, dado que era la que proveía de hierba al ganado. Obedecieron su consejo y dieron a la montaña en ofrenda requesón, leche y pulpa. Con este ardid, Krishna desvió la adoración de Indra hacia sí mismo, puesto que "apareció en la cima de la montaña diciendo 'Yo soy la montaña' y comió los alimentos ofrecidos por las pastoras; al mismo tiempo, en su propia forma de Krishna, subió al monte con las pastoras y adoró a su otro yo". Indra, muy irritado por el desaire, desencadenó auténticos diluvios para destruirles a ellos y a su ganado, pero Krishna, elevando la montaña Govardhana con una sola mano, la sostuvo como un paraguas y protegió así a sus amigos de la tormenta durante siete días y siete noches. Indra visitó entonces a Krishna y le alabó por su hazaña.
India rupestre   En las afueras de Mahabalipuram, hacia el oeste, se yerguen a orillas de un estanque otros tres rathas monolíticos inacabados (fotos331 y siguientes). Sólo sus superestructuras están esculpidas; las partes inferiores meramente esbozadas (foto333). Lo que viene a demostrar que estos templos, como es norma en la arquitectura rupestre, se empezaban por arriba y terminaban por abajo.
   A 5 km al norte del pueblo, en medio de un bosquecillo de palmeras que crecen en la playa, la llamada Cueva del Tigre (foto337) es de índole totalmente diferente a los demás templos hasta aquí descritos. Se trata de un complejo formado por dos edificios rupestres, uno con estructura de mandapa de pilares prismáticos y el otro con una puerta enmarcada por un gran arco compuesto por cabezas de animales fantásticos parecidos a felinos de afilados colmillos (foto338). A la izquierda dos cabezas de elefantes asoman por unos nichos. En una roca que emerge de la arena se distingue un precioso relieve de Durga atacando a Mahisha (fotos 340 y 341).
   Por si no fueran suficientes la cantidad y fantástica variedad de obras arquitectónicas y escultóricas rupestres de Mahabalipuram, a éstas hay que añadir las curiosas formaciones naturales que salpican el paraje, como la roca exenta conocida como Bola de Mantequilla de Krishna (foto292), cuya enorme mole redondeada descansa en equilibrio sobre apenas un punto, o el peñón inclinado de la playa de la Cueva del Tigre (foto339).
  
  
Pervivencia de la escultura clásica hindú
  
   La arquitectura y escultura de Mahabalipuram crearon escuela. La mayor parte de los templos del sur de la India construidos a partir del siglo VIII, en particular los de los cholas, contienen elementos estilísticos reminiscentes de las creaciones pioneras de los pallavas.
   Han pasado doce siglos desde entonces, pero justo es consignar que hoy en día el pequeño pueblo de Mahabalipuram sigue siendo un foco de creación escultórica, renombrado en toda la India (fotos342 y siguientes). Decenas de escultores golpean incansables con sus mazas y cinceles las rocas para modelar estatuas de Siva, Parvati, Ganesh, Vishnu, Laxmi... o detalles constructivos de templos, o pilares de fustes monolíticos, trabajando sobre el suelo en talleres instalados en precarias chozas. Un clang clang clang constante, ininterrumpido, que dura todo el día y parte de la noche, es la música de fondo de Mahabalipuram.
   En una academia oficial de arte los estudiantes aprenden a dibujar láminas con las efigies de los dioses que servirán de modelo para las estatuas, reproduciendo hasta el último detalle de sus tocados, joyas y vestimentas, y respetando las posturas y proporciones canónicas de la escultura india. Cuando un escultor va a tallar una roca para sacar el Ganesh que tiene dentro, lo primero que hace es dibujar un boceto de la figura sobre la superficie de la piedra, que le servirá de referencia para saber dónde hincar el cincel (foto343). Conforme el modelado de la estatua avanza, se van redibujando sobre la piedra los contornos de la figura original, para poder continuar con el proceso de desbastado (foto346). La última fase consiste en pulir la estatua frotándola con otra piedra más dura (foto347). A los artesanos de Mahabalipuram se les contrata hoy en día para esculpir por encargo templos enteros, pieza a pieza, trabajo que puede llevar no sólo años sino generaciones.
  
   El conjunto de monumentos de Mahabalipuram figura en la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1984.

 

 

Los ascetas de piedra de Gwalior

   Gwalior es la tercera ciudad más grande de Madhya Pradesh, un importante centro comercial e industrial, y un nudo de carreteras y ferrocarril.
India rupestre   La ciudad se levanta alrededor de una fortaleza, una de las más importantes de la India, emplazada en lo alto de un promontorio cortado en su perímetro por abruptos acantilados verticales. Bajo las murallas, y excavados en los paredones de estos acantilados, se esconden a este y oeste dos complejos rupestres pertenecientes a la religión jain, datados entre los siglos VII y XV.
   Innumerables estatuas de tirtankharas (patriarcas jain) jalonan los santuarios rupestres, la mayoría de dimensiones colosales (foto349). La estatua de Adinath, el primer tirthankara, supera los 17 m de altura (foto356). De pie o sentados, siempre desnudos, los trithankaras meditan inmóviles, en ademán de absoluta impasibilidad (foto350). Su estado de quietud es tal que las plantas trepadoras llegan a crecer y enredarse por sus cuerpos. Nada les perturba en su meditación, ni la proximidad de escorpiones o serpientes.
   Están semiescondidos tras muros-pantalla perforados con elaboradas ventanas y puertas a través de las cuales se les divisa parcialmente. Tienen delante plataformas a las que hay que subir para poderles hacer ofrendas. Algunos de estos muros se han derrumbado con los embates del tiempo, dejando al descubierto las cámaras interiores y la desnudez de los ascetas de piedra, 'vestidos de aire'. El esquema distributivo es difícil de explicar: las estatuas se levantan detrás de muros que no sólo impiden la visión sino que dificultan el trabajo de talla (foto352). Las estrechas cámaras comunican unas con otras por pasadizos. Al recorrerlas, las perspectivas de manos y piernas en picado y contrapicado resultan grandiosas y el visitante se siente empequeñecido como un liliputiense entre gigantes (foto353).
   Se dice que el primer emperador mogol, Babur, se sintió ofendido con estas imágenes y mandó martillear los rostros y genitales de las estatuas de los tirthankaras. Muchos rostros de estos colosos han sido reconstruidos con yeso. A veces tienen la cabeza protegida por parasoles formados por caparazones de cobras. Algunas estatuas todavía son objeto de culto, y los fieles acuden a sus pies a rezar y encender velas. Previamente se quitan los zapatos.
   La calidad de las esculturas es irregular, con algunos motivos que se repiten con insistencia: por ejemplo en el pedestal donde se sienta en postura de loto el tirthankara Mahavira, fundador del jainismo, aparecen dos leones con una pata delantera levantada, a uno y otro lado de una rueda (foto354). Son frecuentes los servidores portando espantamoscas. Elefantes montados por jinetes. Coronas orladas. Los techos está adornados con rosetas, muchas de ellas policromadas.
   Hay un baoli o pozo excavado y reforzado con columnas que recibe constantemente agua del techo y forma un estanque de aguas limpias. Más arriba del promontorio se ve un relieve rupestre de Hanuman, muy desgastado.
   En el grupo oeste, además de los consabidos tirthankaras, existen estatuas rupestres de otros personajes, en sitios muy empinados y de difícil acceso: una pareja de hombre y mujer, a los que les colocan guirnaldas de flores, y en una cámara adyacente una mujer tumbada, también con una guirnalda de tajetes, con los pechos descubiertos (foto360).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

India rupestre
Los comienzos del arte budista e hindú

  
Bibliografía consultada
  
- Brown, Percy. Indian Architecture (Volume I: Buddhist and Hindu Periods. D. B. Taraporevala Sons & Co, 1976)
- Forster, E. M. Un viaje a la India (Alianza Editorial, Madrid, 1981)
- Harle, J. C. Arte y arquitectura en el subcontinente indio (Cátedra, Madrid, 1986)
- Mackenzie, Simon P. M. Ajanta. Los monasterios rupestres de la India (versión de Javier Gómez Rea. Orbis/Montena, Madrid, 1985)
- Rivière, Jean Roger. El arte de la India (Summa Artis, vol. XIX. Espasa-Calpe. Madrid, 1980)
- Sivaramurti, C. El arte de la India (Editorial Gustavo Gili, 1975)
- Unesco. El Patrimonio Mundial (Incafo. Ediciones San Marcos)
- Volwahsen, Andreas. India (Arquitectura universal. Ediciones Garriga, Barcelona, 1971)
- Wilkins, W. J. Mitología hindú védica y puránica (Visión Libros, Barcelona 1980) 

 

 

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India rupestre
Los comienzos del arte budista e hindú

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Fotografías: Agustín Gil, Eneko Pastor 
Realizadas en India

    
 


 

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