Colecciones fotográficas
India rupestre
La apoteosis del arte rupestre
Cuevas-templo de Udaigiri
En la India central pueden verse en diversos lugares importantes esculturas del periodo gupta (siglos V y VI d C). Las esculturas suelen estar in situ y sobreviven no como imágenes aisladas sino siempre integradas en la arquitectura de sus templos correspondientes. Ejemplo señero es el templo de Vishnu en Deogarh, tal vez la obra cumbre de la escultura gupta.
En Udaigiri, cerca de Vidisha (Madhya Pradesh), hay un conjunto de sencillas cavidades artificiales de techo plano, horadadas a principios del siglo V d C. Quizás son los más antiguos templos rupestres de la India dedicados a la religión hindú.
Sus relieves escultóricos, de estilo gupta, están tallados en una roca de arenisca blanda, y se hallan muy deteriorados por el paso del tiempo. Pero los que han sobrevivido exhiben un estilo lleno de fuerza y carácter.
La obra más espectacular es un gran panel de relieves mostrando una enorme imagen de Varaha, avatar de Vishnu en forma de jabalí, rescatando con sus colmillos a la diosa de la Tierra de las profundidades de las aguas donde había sido sumergida por un demonio (foto181). La masiva figura del dios, con cuerpo de hombre y cabeza de jabalí, está tallada con un elevado grado de altorrelieve, casi en bulto redondo, en una postura de gran dinamismo (foto183). La diosa se apoya cómodamente en su hombro. Una multitud de seres, divinos y humanos, celebran este gran triunfo. Es curioso cómo está representada el agua (foto184). El panel conserva gran parte de su policromía, con el rojo como color dominante.
El benévolo sostenedor del mundo emitió un bajo y susurrante sonido, como el canto del Sama Veda, y el poderoso jabalí, cuyos ojos eran como lotos, su cuerpo tan enorme como las montañas Nila y estaba teñido con el color oscuro de las hojas de loto, elevó la tierra sobre sus enormes colmillos sacándola de las regiones inferiores. A continuación, levantó la cabeza y las aguas que se precipitaron de su frente purificaron a Sanandana y a otros grandes sabios que residían en la esfera de los santos, (que) se sintieron agradablemente inspirados, e inclinándose lentamente, alabaron al sostenedor de la tierra. (...)
"¡Triunfo, supremo señor de señores! Kesava, soberano de la tierra... causa de la creación, de la destrucción y de la existencia. ¡Oh dios, tú eres! No hay más condición suprema que la tuya. Tú, señor, eres el protagonista de los sacrificios; tus pies son los Vedas, tus colmillos son el poste al que se ata a la víctima, tus dientes son las ofrendas; tu boca es el altar; tu lengua es el fuego; y los pelos de tu cuerpo son la hierba de los sacrificios. Tus ojos, ¡oh dios omnipotente! son el día y la noche (...); tú que eres eterno, que eres del tamaño de una montaña, senos propicio... eleva esta tierra para que la habiten los seres creados!"
Elogiado de este modo el ser supremo, sosteniendo la tierra, la elevó rápidamente y la colocó en la superficie del océano, donde flota como un barco poderoso y gracias a su extensa superficie, no se hunde entre las aguas.
(Vishnu Purana)
Otros relieves rupestres de Udaigiri muestran imágenes de Vishnu con su disco o chakra (foto189), Durga con ocho brazos (que a la vez que mata al demonio Mahisha, se arregla el peinado, foto190), Ganesh, las Siete Madres (muy desgastadas) y una pareja de dvarapalas (fotos 186 y 187). Aunque muy erosionados, conservan la fuerza plástica del estilo gupta, con singulares peinados, atuendos y joyas (foto188). Hay una inscripción de época gupta que habla de la visita del rey Chitragupta II al lugar.
En otras 'cuevas' se ve a Vishnu tumbado sobre la serpiente Ananta, y un linga con una cabeza de Parvati adosada. Hay algunas grutas jainistas con esculturas de tirthankaras rupestres y exentas. Un templo gupta del siglo VI en ruinas, con columnas provistas de leones y capiteles campaniformes estriados, es quizá el más antiguo de la India entre los construidos en sillería.
No lejos de allí, en un descampado que antaño lo ocupaba la importante y próspera ciudad de Besnagar, se levanta la columna conmemorativa de Heliodoro, del siglo II a C, con un capitel de influencia helenística, un testimonio de la conexión que existía entre el arte del centro de la India y la cultura greco-búdica de Gandhara, en el lejano noroeste.
Isla de Elephanta
La isla de Gharapuri, en hindi 'ciudad de las grutas', en la bahía de Mumbai, es más conocida como isla de Elephanta, nombre que deriva de un gran elefante de piedra que descubrieron aquí los portugueses y fue trasladado por piezas para ser expuesto en Mumbai. La isla tiene una superficie de 10 a 15 km2, según sea la marea baja o alta.
La tradición de la arquitectura rupestre, esculpida en roca, estuvo más arraigada en Maharashtra que en cualquier otra parte de la India, y perduró hasta el siglo IX o más tarde. De los edificios pertenecientes a la fase temprana de la arquitectura rupestre hinduista, los más destacables son los de la isla de Elephanta y los de Ellora.
Las cavidades artificiales de Elephanta están datadas entre los siglos VI y VIII d C y constituyen un importante complejo rupestre perteneciente a la religión brahmánica, teniendo a Siva como dios principal.
Al oeste de la isla se halla el grupo más importante, formado por cinco santuarios rupestres, el principal de los cuales es mundialmente famoso por su conjunto de esculturas en honor a Siva.
Templo rupestre de Siva
Penetrando en la roca a través de un vestíbulo porticado, se llega a un mandapa o sala columnada de planta cuadrada de 27 m de lado, dividido interiormente con celdas y cámaras, y aparentemente sostenido por columnas, cuya estructura imita los espacios internos de un edificio construido exento (foto194). Paredes y nichos están esculpidos con una rica imaginería dedicada a Siva, una de las tres divinidades supremas del hinduismo, dios de la energía creadora y de la destrucción.
El linga, cilindro fálico principio de toda energía, que simboliza al ser supremo Siva, está expuesto en el interior de una capilla cúbica que va de suelo a techo, abierta por los cuatro costados con puertas guardadas por parejas de dvarapalas colosales de 5-6 m de alto (fotos 195 y 196).
Si bien la escultura de Ajanta combinaba la vieja solidez de formas con la nueva moderación y elegancia, este estilo alcanza su máxima expresión en este templo rupestre de Elephanta, que, aunque algunos siglos posterior, sigue manteniendo una plástica emparentada con la de los templos gupta.
Entre los paneles esculpidos del templo de Siva en Elephanta, muchos de los cuales se hallan en un estado fragmentario e incompleto al haber sido martilleados, destacaremos:
Siva Yogeshvara (maestro de yoga). El dios se representa sentado en postura de yogui sobre una flor de loto, insensible a la presencia de los dioses y diosas que vuelan cerca de él.
Siva Nataraja (rey de la danza). Dotado de ocho brazos, tocado con una tiara, engalanado con joyas, el dios ejecuta su danza cósmica que conserva el mundo y salva las almas.
Siva Ardhanareshwara (Siva andrógino). El dios se presenta en su manifestación andrógina, mitad hombre y mitad mujer, revelando ser a la vez el padre y la madre de la creación (foto200). Su cuerpo se apoya sobre el toro Nandi, su montura sagrada, y está rodeado de una multitud de dioses, entre ellos Brahma, Vishnu, Varuna, Indra y Skanda, representados a menor tamaño.
Siva Gangadhara (recibiendo las aguas del Ganges). El dios amortigua con su cabellera la caída de las aguas del Ganges, simbolizado por la diosa Ganga, para evitar a la tierra la violencia del choque.
Otros grandes relieves rupestres relatan distintos episodios de las leyendas de Siva. Mencionaremos el de los esponsales de Siva y Parvati (foto201), el del demonio Ravana sacudiendo el monte Kailasha, morada de la divina pareja, y el combate de Siva con el demonio Andhaka, al que mata con una espada a la vez que recoge en una copa su sangre derramada, pues de cada gota de sangre que cae a tierra nace otro demonio.
En la penumbra, al fondo del templo, se levanta la célebre efigie de Mahadeva, 'el gran dios', un gigantesco busto tricéfalo de 6 m de altura (foto197). Sus tres rostros encarnan las tres distintas manifestaciones del ser supremo: creador, conservador y destructor (foto198). Nos hallamos ante Siva en su aspecto cósmico. A la izquierda, Aghora o Bhairava, de aspecto terrorífico, representa el principio de destrucción; porta una serpiente en la mano y símbolos de muerte en la cabellera. En el centro se alza el sereno semblante de Tatpurusha, maestro de los principios positivos y negativos de la existencia y garante de su armonía, los párpados semicerrados en la calma de la meditación, con gesto introspectivo, autosuficiente y más allá del tiempo. A la derecha, Vamadeva, creador de la alegría y la belleza, es representado con un rostro femenino de hermosas facciones, sosteniendo en la mano una flor de loto.
Hay otros templos rupestres en la isla de Elephanta, pero ninguno alcanza la magnificencia del gran templo de Siva. Su estructura es más sencilla: un vestíbulo porticado o veranda da acceso a la capilla del linga, guardada por parejas de dvarapalas (foto202 y siguientes).
Cuando la isla fue cedida a los portugueses por los reyes de Ahmedabad, dejó de ser un lugar de culto, los templos fueron abandonados y las esculturas destrozadas. El sitio fue restaurado a principios de los años 70 del siglo XX.
El conjunto de templos rupestres de la isla de Elephanta fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987.
Ellora. El cénit
El abrumador complejo rupestre de Ellora, el más grande de la India, reúne templos y monasterios pertenecientes a las tres grandes religiones nacidas en este país: budismo, hinduismo y jainismo. Estamos ante la obra cumbre de la arquitectura rupestre de la India, y posiblemente del mundo.
Son 34 'cuevas' artificiales, cavadas entre los siglos V y XIII en los acantilados basálticos de unos 200 m de altura que dominan una planicie de cultivos cercana a Aurangabad (Maharashtra), y alineadas adyacentes entre sí a lo largo de dos kilómetros.
A diferencia de los de Ajanta, los edificios rupestres de Ellora (conocida antiguamente como Elapura) nunca fueron abandonados. Los habitantes del pueblo vecino iban a cobijarse al interior de los templos en las temporadas monzónicas.
El conjunto de templos y edificaciones rupestres de Ellora fue incorporado a la Lista del Patrimonio Mundial por la Unesco en 1983. Se divide en tres grupos:
Grupo budista: edificios 1 a 12. Siglos VI-VII d C (época del budismo mahayana).
Grupo hinduista: edificios 13 a 29. Siglos VII-X d C.
Grupo jainista: edificios 30 a 34. Siglos X-XIII d C.
- Grupo budista
La comunidad budista de Ellora fue probablemente influida por las creencias de la secta vajrayana (o 'Vehículo de Diamante'), una modalidad de budismo tántrico caracterizada por la práctica de ritos mágicos de origen popular y por un misticismo de corte erótico, en la época en que el budismo mahayana era preponderante. El icono del bodhisattva se prodiga, junto a las omnipresentes imágenes del Buda, y aparecen por todas partes multitud de figuras masculinas y femeninas, yakshas, yakshis, nagas, naginis, maithunas o parejas de amantes y apsaras o ninfas de los cielos.
El santuario nº 10 es el único chaitya del grupo y recibe el nombre de templo de Vishvakarma (dios védico, maestro de las artes manuales) o Sutar-ki-Jhopari (= 'la cabaña del carpintero'). La composición de la fachada constituye un salto evolutivo en la tipología del santuario búdico, que se hace evidente en la ventana-chaitya, de un diseño mucho más abarrocado y con relieves de apsaras volando a ambos lados (foto205). El santuario guarda una gran estatua sedente de Buda en su interior, flanqueado por los bodhisattvas Avalokitehvara y Manjushri (Señor de la palabra y la sabiduría).
Los viharas o alojamientos monacales destacan por sus enormes dimensiones. El llamado Teenthal es una construcción de tres pisos precedida de un amplio patio (foto206), en cuyos laterales se abren otras capillas. Imágenes de budas, bodhisattvas y restante elenco del panteón budista pueblan sus interiores.
- Grupo hinduista
Todos los templos rupestres del grupo brahmánico de Ellora están dedicados a Siva. Lo que no impide que por todas partes hagan acto de presencia otros muchos dioses y diosas del superpoblado panteón hindú.
No hay dos templos iguales en Ellora. Cada uno a su manera es un alarde de fantasía y genio creativo, tanto en el aspecto arquitectónico como en el escultórico, aunque no tenga sentido discernir entre ambas disciplinas artísticas, pues en el medio rupestre son, por definición, una y la misma.
Hay un rasgo estructural que se repite, sin embargo, con cierta frecuencia: la instalación del santasantórum con el linga de Siva en una celda aislada por un corredor de circunvalación, la puerta escoltada por guardianes armados (dvarapalas) y las paredes interiores desnudas de toda decoración (foto243).
De todos los templos de Ellora, el más grandioso es, a distancia, el Kailasha.
Templo Kailasha
El edificio nº 16 es el célebre templo Kailasha, de dimensiones colosales y único en su género (fotos 207 y siguientes). A diferencia de los demás templos rupestres de Ellora, que, a modo de cuevas artificiales, reproducen sólo los interiores de los santuarios, el Kailasha imita, esculpido en la roca de la montaña, tanto el interior como el exterior de un templo exento construido en sillares, pero a una escala descomunal. La arquitectura rupestre de la India alcanza aquí su apoteosis. Y si tenemos en cuenta que el templo no es sino un gigantesco monolito tallado en la roca viva de una montaña, se podría afirmar que el Kailasha es la mayor escultura del mundo.
El Kailasha fue construido –valga decir esculpido– en el siglo VIII (ca. 757-783) bajo los reyes de la dinastía Rashtrakuta. Es contemporáneo y muy similar en su estructura y estilo a los templos erigidos en tierras de los reyes pallavas, al sur de la India (ver más adelante Mahabalipuram).
Consagrado a Siva, su nombre Kailasha es el mismo que el de la montaña donde los dioses Siva y Parvati tienen su residencia. Montaña que existe en realidad en los Himalayas tibetanos, cerca del nacimiento de algunos de los ríos más largos de Asia, como el Indo y el Brahmaputra, y que está condiderada como un enclave sagrado por budistas, jainistas e hinduistas.
El santuario central tiene 32 m de altura, y se alza en medio de un enorme patio vaciado en la montaña de roca de 82 m de largo x 46 m de ancho y unos 40 de alto (foto207). El conjunto deslumbra tanto por su tamaño como por la delicadeza de los detalles arquitectónicos y el vigor excepcional de la escultura. Su perfil piramidal escalonado evoca el monte Kailasha. Cinco capillas adyacentes están coronadas por sus correspondientes torres, representando montes secundarios alrededor del Kailasha. En lo más profundo de sus entrañas, al fondo de una sala hipóstila, dentro de una capilla desprovista de toda decoración, se expone el linga de Siva (principio masculino) sobre el yoni de Parvati (principio femenino). Es éste el principal foco de atracción del templo, objeto de adoración que recibe continuas pujas (ofrendas y libaciones) por parte de los fieles que visitan el lugar (foto233). Frente a la puerta hay un pabellón donde descansa el toro Nandi, montura de Siva.
Este santuario de dos pisos, con sus templetes satélites, se asienta entero sobre los lomos de un numeroso grupo de elefantes de tamaño natural luchando con leones, que forman en conjunto una especie de plinto o podio para todo el edificio (foto219 y siguientes).
A lo largo de los paredones del patio se abre una galería columnada circundante, a modo de claustro, cuyos muros de fondo están ritmados con una sucesión continua de nichos con relieves de estatuas a gran tamaño retratando a los innumerables dioses y diosas del panteón brahmánico (foto236). Las dos paredes laterales profundizan más en la roca con laberínticas cavidades artificiales a tres niveles de altura en forma de mandapas o salas hipóstilas (foto234), archipobladas de estatuas y relieves, en cuyas celdas más oscuras habitan nutridas colonias de murciélagos. En la capilla de las Siete Madres aparecen sentadas junto a Ganesh las siete diosas-madre, que simbolizan los siete planetas.
El programa escultórico del Kailasha es una auténtica enciclopedia de la mitología hindú. Un gran panel en varios registros superpuestos a un lado del santuario describe nada menos que el Mahabharata; el del lado opuesto ilustra el Ramayana (foto211). Los artistas han sabido sintetizar los episodios cruciales de estas dos grandes epopeyas de la literatura india y traducirlos a la piedra. Otros paneles esculpidos con composiciones de notable interés y encanto son el de los esponsales de Siva y Parvati; el de Ravana sacudiendo el monte Kailasha (foto227); el de Siva con diez brazos matando a un demonio con forma de elefante (foto222); el de Siva Yogeshvara, maestro del yoga (foto223); el de Durga Mahishasuramardini montada sobre un tigre y atacando al demonio Mahisha, con cabeza de búfalo; el de Vishnu montado sobre el hombre-pájaro Garuda; el del combate de los monos Bali y Sugriva... La enumeración sería interminable.
Dos columnas portaestandartes (dvajastambha) monolíticas pero exentas, de 15 m de altura, se alzan a uno y otro lado del cuerpo central del edificio (foto210), así como dos grandes elefantes en bulto redondo. Cuesta hacerse a la idea de que todos los elementos citados forman parte de un solo monolito, de una sola y única roca esculpida que engloba la totalidad: exteriores, interiores, suelos, paredes, techos, columnas, plataformas, remates, estatuas y relieves. Una labor propia de titanes, de una pericia técnica insuperable.
La techumbre del edificio central está rematada con un grupo formado por cuatro leones en bulto redondo dispuestos sobre la triple corola de una gran flor de loto, mirando a los cuatro puntos cardinales (foto215).
Aquí y allá se aprecian restos de pinturas sobre estucos (foto231), que indican que el entero edificio, con toda su estatuaria incluida, estuvo en su tiempo policromado, recubierto de pinturas murales por dentro y por fuera, con una apariencia que no sería muy lejana a la de los coloridos templos hindúes que pueden verse hoy, sobre todo al sur de la India.
Otros templos hinduistas de Ellora
De los restantes templos de Ellora, ninguno iguala al Kailasha en grandiosidad, pero no por ello dejan de ser sumamente admirables en sus soluciones arquitectónicas y en la calidad de su escultura. Mencionaremos unos cuantos:
Templo nº 17. Cavado probablemente hacia el siglo VIII, tiene una distribución que se repite en otros templos brahmánicos de Ellora: un antepatio, un porche columnado o veranda, una sala hipóstila y la cella cúbica para el linga, rodeada por un corredor de circunvalación (foto239). Los altorrelieves de las columnas muestran sensuales doncellas de pechos desnudos y figuras de ganas o enanos deformes y ventrudos que aparecen con frecuencia en la iconografía hindú acompañando a las divinidades (foto241). Un relieve de Ganesh en la veranda hace frente a otro muy elegante de Durga matando al demonio-búfalo Mahisha (foto242).
Templo nº 21, llamado de Rameshwara. Sus rasgos estilísticos tienen mucho en común con los de la arquitectura del reino de los chalukyas de Badami (actual Karnataka), que fue contemporánea de la de Ellora. Precedido de un alto pedestal sobre el que reposa el toro Nandi mirando en dirección a la cella donde se aloja Siva en forma de linga (foto245), el templo se compone de una lujosa veranda de pilares ornados por ninfas y ganas (foto248), que da entrada a la sala hipóstila y a la cella, escoltada por la habitual pareja de guardianes de puerta o dvarapalas.
A uno y otro extremo del antepatio se pueden ver dos espléndidos relieves femeninos: uno es de la diosa Ganga, encarnación del sagrado río Ganges, de pie sobre un makara o monstruo marino (foto246); enfrente, la diosa Yamuna, encarnación del río homónimo, también sagrado, de pie sobre un kurma o tortuga. Ambas diosas forman un motivo recurrente en la arquitectura hinduista: la pareja suele flanquear y proteger la entrada a los templos.
El muro de separación entre la antecámara y la cámara donde se ubica la cella exhibe notables paneles escultóricos, con tres motivos habituales en los santuarios sivaítas: las bodas místicas de Siva y Parvati; Siva danzando ante Parvati (foto251); las siete Diosas Madres, que representan los siete planetas (foto252); y el rey-demonio de la isla de Lanka, de múltiples cabezas (foto254), zarandeando con sus diez brazos el monte Kailasha sobre el que reposan Siva y Parvati.
Una pared lateral está esculpida con el inquietante personaje de Bhringi, un devoto de Siva, que dedicaba su vida a dar vueltas incansablemente en torno a su dios, sin comer ni dormir, pero que en cambio no rendía culto a Parvati. La diosa lo tomó a ofensa y para vengarse le despojó de todas las partes del cuerpo humano que dependían de ella, dejando al asceta reducido a un estado de esqueleto viviente (foto253). No termina aquí la leyenda. Siva se apiadó del asceta, le implantó una tercera pierna para que pudiera sostenerse en pie, y se metamorfoseó en Ardhanareshwara, el Siva andrógino mitad-Siva y mitad-Parvati (ver foto200 en Elephanta), con el fin de que, al ser adorado por Bhringi, fuera adorada al mismo tiempo su divina cónyuge. El devoto no se dio por vencido, pues se autotransformó en termita y perforando un orificio entre las dos mitades del andrógino, prosiguió dando vueltas sólo alrededor de su amado dios.
Templo nº 23. En la cella, tras el linga, se ve un inhabitual relieve policromado de Siva tricéfalo. Lo habitual es que las paredes interiores del santasantórum sean lisas y desprovistas de toda decoración.
Templo nº 25. El techo de la antecámara de la cella muestra un relieve del dios del sol Surya, deidad de la época del hinduismo védico que pervivió en el hinduismo brahmánico (foto255). Cabalga sobre su carro solar, conducido por su auriga Aruna, dios del alba, y sus dos acompañantes femeninas disparan sendas flechas al cielo para disipar la oscuridad de la noche.
Templo nº 29, conocido también como Dhumar Lena y como Sitaki-Nahani (= 'Baño de Sita'). Se trata de otra de las joyas arquitectónicas de Ellora, muy similar en sus dimensiones y su distribución al gran templo de Siva en la isla de Elephanta. Su planta cuadrangular se hace cruciforme al añadírsele las capillas adosadas. El techo está aparentemente sostenido por gruesas columnas con capiteles de cojinete acanalado.
La capilla del linga, de estructura cúbica, aislada por un corredor destinado a la circunvalación ritual o pradaksina de los devotos, está abierta por los cuatro costados con puertas resguardadas por parejas de enormes dvarapalas, acompañados por deidades femeninas y apsaras voladoras (foto263).
Los paneles escultóricos de Dhumar Lena son impresionantes, tanto por su gran tamaño como por su esmerada ejecución y su sugestiva belleza. Una vez más se repiten los temas de la mitología sivaíta, aunque siempre con renovadas composiciones y detalles. Mencionaremos:
Foto262: Los desposorios místicos de Siva y Parvati, ceremonia a la que acuden volando o cabalgando en elefantes y otras monturas toda una cohorte de seres celestiales, Brahma y Vishnu incluidos.
Foto264: Siva en su aspecto terrorífico, con ocho brazos, blande ante Parvati la piel del demonio Andhaka al que acaba de sacrificar con su espada, teniendo cuidado de recoger en una copa su sangre derramada, pues de cada gota de sangre que toca tierra surge otro demonio.
Fotos 265 y 266: Siva y Parvati, en ademán sereno, reposan sobre el monte Kailasha, a pesar de que debajo está su enemigo el demonio Ravana sacudiendo la montaña. Siva rodea con su brazo el talle de Parvati, posando delicadamente la mano en su pecho.
- Grupo jainista
Este grupo de templos es el cronológicamente más tardío entre los de Ellora, y pertenece a la secta jainista de los digambara, monjes desnudos o 'vestidos de aire', que rivalizó con la secta de los shvetambara o 'vestidos de blanco'.
Templo 30 A. En un patio vaciado en la roca de la montaña, este templo inacabado posee un magnífico porche que sobresale de la línea de fachada, ornado con un tejadillo con relieves de apsaras y una balaustrada soportada por elefantes (foto276).
Templo nº 32, llamado Indra Sabha. Es un santuario rupestre de dos pisos que tiene una distribución inspirada en el gran templo Kailasha. En el patio puede verse un elefante monolítico de tamaño natural en bulto redondo (foto267). Las figuras de tirthankaras, yakshas y yakshinis de la mitología jain pueblan celdas, nichos, paredes y columnas, y están ejecutadas con gran esmero (foto268). Una estatua del eremita Gomateshvara, representado de pie y desnudo, tiene sus brazos y piernas enredados con zarcillos de las plantas trepadoras, simbolizando la total quietud e impasibilidad del meditador, al que no inquietan ni las serpientes ni los escorpiones que merodean a su vera (foto269).
La veranda comunica con una sala hipóstila que contiene la cella, con una efigie de Mahavira (el último tirtankhara, contemporáneo de Buda) en su interior. El segundo piso está ricamente decorado con techos pintados y columnas esculpidas. Algunas estancias en un ala del edificio todavía conservan pinturas murales, ilustrando escenas de la mitología jain.
Adosado al anterior, el templo nº 33 o de Jagannath Sabha destaca por sus pilares monumentales decorados con motivos vegetales (foto270)
Otros complejos rupestres brahmánicos de la India
Jogeshvari (Maharashtra)
Badami (Karnataka)
Aihole (Karnataka)
Uparkot (Junagadh, Gujarat). Estructuras rupestres de carácter seglar que probablemente sirvieron como residencias de recreo para reyes.
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FotoCD75
India rupestre
Los comienzos del arte budista e hindú
© Eneko Pastor
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Fotografías: Agustín Gil, Eneko Pastor
Realizadas en India