Exposiciones fotográficas

Los cedros sagrados del Líbano

Otros lugares del Patrimonio Mundial en Líbano

  
   Además del Bosque de Cedros y el Valle de Qadisha, existen en el Líbano otros cuatro lugares incluidos por la Unesco en su Lista del Patrimonio Mundial:

 
Byblos
   
   Byblos (nombre actual: Jbail), a 40 km al norte de Beirut, es posiblemente la ciudad más antigua del mundo, entre las que han permanecido continuamente habitadas (rango que también reclaman para sí Damasco, Alepo y Jericó).
   De este pequeño puerto (foto13) zarpaban los navegantes fenicios en expediciones comerciales por todo el Mediterráneo, en cuyas costas fundaron un gran número de colonias y emporios mercantiles.
   En el antiguo Egipto se llamaba a esta ciudad Kubna. En las inscripciones cuneiformes mesopotámicas aparece como Gubla, y en la Biblia como Gebal. El topónimo Byblos es griego y significa 'papiro', debido al hecho de que los papiros eran exportados al Egeo desde este puerto (la palabra Biblia deriva de byblos, significando literalmente 'libro de papiros'). 
Cedros del Libano   Byblos era el principal puerto para la exportación de cedros del Líbano y otras maderas preciosas a Egipto, por lo que devino desde la remota antigüedad en un gran centro mercantil. Diversos objetos e inscripciones egipcias hallados en el sitio dan testimonio de las estrechas relaciones comerciales entre el Líbano y el Valle del Nilo, al menos desde el segundo milenio antes de Cristo. Durante el Imperio Medio (XII dinastía, 1991-1876 a C), Byblos estuvo sometida al dominio egipcio, y una de las principales diosas de la ciudad, Baalat Gebal (la 'Señora de Byblos'), era objeto de culto en el mismo Egipto. Tras el colapso del Imperio Nuevo (siglo XI a C), Byblos se convirtió en la ciudad más importante de Fenicia y el principal puerto del Mediterráneo oriental.
   Las excavaciones arqueológicas, emprendidas en los años 20 por Pierre Montet y Maurice Dunard, han revelado que Byblos existía ya en el periodo neolítico (8000-4000 a C aprox.). En Byblos se han descubierto las más antiguas inscripciones en alfabeto fenicio, datadas en el siglo X a C (sarcófago de Ahiram), origen de nuestro alfabeto contemporáneo. Por esos años el reino sidonio, con capital en Tiro, acaparó el poder en Fenicia, y Byblos, aunque floreció temporalmente bajo los romanos, nunca recuperó su antiguo predominio. Los cruzados tomaron la ciudad en 1103, pero más tarde (1189) fue reconquistada por el ejército ayubí de Saladino.
   Byblos, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984, es un viaje en el tiempo que nos retrotrae al medievo, a la antigüedad y a la prehistoria. La milenaria evolución de la ciudad se hace patente al examinar las estructuras dispersas en su área arqueológica y su núcleo urbano intramuros. Se pueden distinguir, semi-invadidos por la vegetación, restos de viviendas de una extensa comunidad de pescadores activa en el neolítico y el calcolítico, templos monumentales de la Edad de Bronce –como el de Reshef (2700 a C) o el de los Obeliscos (foto15)–, sarcófagos fenicios, fortificaciones persas, calzadas y columnatas romanas, la ciudadela de los cruzados, iglesias románicas y bizantinas, y lo poco que queda del burgo medieval-otomano, devorado este último por el pandemónium urbanístico de nuestro siglo XXI, que va destruyendo las ciudades históricas (Trípoli, Beirut, Sidón, Tiro...) de la costa mediterránea del Líbano.
   


Tiro
   
   La ciudad de Tiro (nombre actual: Sur), situada en la costa meridional del Líbano, a 83 km al sur de Beirut, tiene una larga y ajetreada historia. Según la tradición, en Tiro se inventó el tinte de púrpura. En tiempos de los fenicios fue uno de los más importantes puertos del Mediterráneo, desde donde salían los navegantes que fundaron prósperas colonias como Cartago y Cádiz, que en sus viajes exploratorios surcaron los mares más allá de las Columnas de Hércules (el estrecho de Gibraltar) para adentrarse en el océano Atlántico y llegar a lugares tan lejanos como las islas Británicas y las islas Purpúreas (actual Esauira). Y que –se cree– circunvalaron por primera vez el continente africano.
Cedros del Libano   Tiro fue levantada en una isla próxima a la costa, probablemente por colonos procedentes de Sidón (hoy Saida), hacia 2750 a C. Amurallada y rodeada por el mar, era prácticamente inexpugnable. Su nombre aparece mencionado en los registros egipcios del Imperio Nuevo como ciudad sometida a Egipto. Cuando el dominio egipcio sobre Fenicia declinó, Tiro se hizo independiente y pronto superó a Sidón como centro comercial, expandiendo sus actividades mercantes por todo el mundo mediterráneo. En el siglo IX a C, colonizadores tirios fundaron la ciudad de Cartago en el norte de África (actual Tunicia), que más tarde se convirtió en el más poderoso rival de Roma en Occidente. Tiro es frecuentemente citada en la Biblia por sus estrechas relaciones con Israel: dice por ejemplo que el rey de Tiro Hiram I suministraba cedros del Líbano al rey Salomón. En los siglos X y IX a C, la urbe había obtenido un claro predominio sobre todas las ciudades de Fenicia y era gobernada por reyes con poder limitado por una oligarquía mercantil.
   Durante gran parte de los siglos VIII y VII a C, Tiro estuvo sometida al imperio asirio. En 585-573 a C resistió con éxito un prolongado asedio del rey babilonio Nabucodonosor II. Entre 538 y 332 a C fue gobernada por los reyes aqueménidas de Persia. Uno de los más sonados episodios de la historia de Tiro fue su tenaz resistencia al ejército de Alejandro Magno, que solo pudo tomar la ciudad tras siete meses de asedio en 332 a C, usando máquinas de guerra flotantes y construyendo un dique para acceder a la isla. Tras la captura, diez mil tirios fueron ejecutados y treinta mil vendidos como esclavos. El dique nunca fue retirado y con el tiempo quedó transformado en un istmo, convirtiéndose la isla de Tiro en una península (al igual que sucedió con la isla de Faro en Alejandría).
   Tras el colapso del imperio de Alejandro, Tiro cayó bajo la hégira del Egipto ptolemaico y hacia 200 a C pasó a formar parte del imperio seléucida. En el 68 a C fue conquistada por Pompeyo y gobernada desde entonces por Roma. Durante la época imperial romana Tiro adquirió gran renombre por sus artículos de seda, su industria del cristal y por la producción del pigmento de púrpura (reservado al clero y la nobleza), que era extraído de las caracolas marinas del género Murex, abundantes en la zona. Hacia el siglo II d C poseía ya una apreciable comunidad cristiana, y Orígenes, padre de la iglesia, fue allí sepultado. Bajo el dominio musulmán (de 638 a 1124) gozó de cierta prosperidad como ciudad perteneciente al reino de Jerusalén. Los cruzados la conquistaron en 1124, de nuevo tras una heroica resistencia de sus habitantes. El sacro emperador romano Federico I Barbarroja, que murió en la tercera cruzada (1190), fue enterrado en su catedral. Tiro funcionó en el siglo XII como Estado Cruzado hasta ser capturada y destruida en 1291 por el sultán mameluco El-Ashraf, y ya nunca recobró su antiguo esplendor.
   Los yacimientos arqueológicos de Tiro han sido excavados por el Instituto Francés de Arqueología de Beirut, pero gran parte de los vestigios fenicios todavía yacen enterrados bajo la ciudad moderna. Las estructuras que pueden verse pertenecen en su mayoría a la época romana, y se distribuyen en dos áreas, una en la península y otra (la necrópolis de El Bass), en tierra firme. Una gran parte de las ruinas están sumergidas bajo el mar. Los edificios más notables son las termas romanas, dos palestras, el teatro, la vía columnada romana (foto16), el barrio residencial, algunos muros del antiguo castillo de los cruzados, así como los restos de la catedral, construida en 1127 por los venecianos. La zona de El Bass, que constituía en tiempos antiguos la principal entrada a la ciudad, comprende la necrópolis romana y bizantina (foto17) a ambos lados de una calzada monumental, jalonada por un arco de triunfo (foto18) del siglo II a C, y un gran hipódromo de la misma época (el segundo más grande después del de Roma), alimentado por un acueducto, y que podía acoger a más de veinte mil espectadores.
   Tiro fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984.


Cedros del Libano
Anjar 
   
   La ciudad de Anjar fue fundada a principios del siglo VIII por el califa de la dinastía omeya Walid I (668-715), el mismo que mandó edificar la Gran Mezquita de Damasco. Las ruinas revelan un trazado urbanístico ortogonal, de calles cruzándose en ángulo recto, reminiscente de las ciudades palaciegas de la antigüedad. 
   Anjar es un buen ejemplo de un centro de comercio en el interior del Líbano, enclavado en la encrucijada de dos rutas: una, la que conecta Beirut con Damasco; y otra, la que lleva de Homs al lago Tiberíades pasando por el valle de la Bekaa. A vuelo de pájaro, Anjar está muy cerca (50 km) de Damasco, la capital del primer califato omeya (el segundo fue el de Córdoba).
   Los arqueólogos descubrieron el sitio en fecha tan reciente como los años 40 del siglo XX. Anjar fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984.
   Las excavaciones han sacado a la luz una ciudad fortificada, rodeada de una muralla rectangular de 385 x 350 m reforzada por cuarenta torreones.
   Un ancho eje norte-sur y un eje secundario este-oeste (a modo de cardo y decumano), superpuestos sobre los principales colectores de alcantarillas, dividen la ciudad en cuatro rectángulos iguales. Los edificios públicos y privados se articulan ciñéndose a un estricto plan de conjunto. El gran palacio del califa y la mezquita mayor, situadas en el sector sudeste, ocupan la mayor parte del recinto, mientras que los pequeños palacios (harem), así como los baños públicos (hammam), están ubicados en el bloque nordeste, la configuración de cuyo terreno facilitaba tanto el suministro de agua como la evacuación de las aguas residuales. Los barrios de viviendas y los edificios secundarios se distribuían en los sectores noroeste y sudoeste.
   En los extremos de las dos vías axiales se abren grandes puertas de muralla flanqueadas cada una por dos torres semicilíndricas, y en su punto de cruce se levantan los vestigios de un monumental tetrapilo, compuesto por cuatro grupos de cuatro columnas corintias sobre pedestales. 
   Las vías están flanqueadas por largas arquerías que corren paralelas, con arcos de medio punto de dovelaje muy delgado y ligero, sostenidos por columnas con capiteles reaprovechados de estilo romano-corintio y bizantino (foto20). Estas arcadas albergaban gran número de tiendas, adosadas a los muros de las casas residenciales.
   Entre todos los edificios de Anjar sobresale el gran palacio omeya (foto19), que presenta tras su reconstrucción tres niveles de columnatas y arcadas. Esta estructura también incorpora elementos arquitectónicos y decorativos de la época romana.
   Anjar nunca fue terminada, disfrutando de una existencia muy efímera. En 744 el califa Ibrahim, hijo de Walid, fue derrotado por los abasíes, y como la ciudad quedó parcialmente destruida, fue abandonada.
   Al no haber sufrido superposiciones urbanas posteriores, las ruinas de Anjar constituyen un ejemplo único de planificación urbana del siglo VIII, en los comienzos del periodo islámico. Reflejan la transición del estilo clásico tardío y protobizantino a un estilo propiamente musulmán. En los diferentes monumentos de Anjar se puede apreciar dicha evolución de las técnicas constructivas y estética ornamental.




Baalbek
    
   Baalbek es la principal ciudad y centro agrícola del valle de la Bekaa, una fértil llanura que discurre entre las cordilleras del Líbano y el Antilíbano. En este apartado paraje, situado a 1.150 m de altitud, se encuentra el complejo de templos más grandioso que erigió el imperio romano en sus extensos territorios.
   De origen muy antiguo (Edad del Bronce Medio, 1900-1600 a C), en esta ciudad se rendía culto desde tiempos inmemoriales a una tríada de deidades asociadas a la agricultura. El nombre de Baalbek hace referencia a Baal, un antiguo dios semítico venerado por diversas poblaciones de Asia Menor y su área de influencia, entre ellas Fenicia. Baal (equivalente al Hadad asirio) era el dios de la lluvia, el trueno y la fertilidad. Baalbek significaría 'Señor de la Bekaa'. 
Cedros del Libano   Poco se sabe, sin embargo, del Baalbek anterior a la conquista de Oriente Próximo por los ejércitos de Alejandro Magno (332 a C). Tras la muerte del líder macedonio y el desmembramiento de su efímero imperio, Baalbek, que sería conocida desde entonces como Heliopolis ('Ciudad del Sol'), pasó a pertenecer al Egipto ptolemaico. En 200 a C fue tomada por el rey Antíoco III el Grande y permaneció como posesión del imperio seléucida hasta que las tropas del general Pompeyo conquistaron Siria (64 a C) y la incorporaron a los dominios de Roma. 
   Baalbek retuvo su función religiosa durante los periodos helenístico y romano, y alcanzó su apogeo en los siglos I y II d C, cuando el templo de Júpiter Heliopolitano se convirtió en uno de los más célebres santuarios del mundo antiguo, que atraía a millares de peregrinos para donar ofrendas, hacer sacrificios y suplicar favores a sus dioses ancestrales. 
   El santuario estaba en realidad dedicado a una tríada de divinidades: al dios sirio del trueno Baal, equivalente a Júpiter; a la diosa siria de la naturaleza Atargatis, equivalente a Venus; y a una deidad juvenil, probablemente un espíritu de la vegetación, asimilado por los griegos a Hermes, el pastor, y por los romanos a Mercurio. 
   
   Las inmensas ruinas del santuario romano de Baalbek, construido en un lapso de más de 200 años sobre los restos de un santuario fenicio anterior, componen un complejo unitario formado por tres templos, denominados de Júpiter, de Baco y de Venus. Sus colosales estructuras están consideradas como uno de los más bellos ejemplos de arquitectura romana del periodo imperial, que serviría además de modelo a otros arquitectos clásicos.
   El templo de Júpiter es el más grande, y fue terminado hacia el año 60 d C. Se accede a él por una escalinata monumental, atravesando unos propileos que conducen a un patio de planta hexagonal y después a un gran patio cuadrangular (104 x 103 m, foto21), que estaba rodeado de exedras semicirculares decoradas con nichos superpuestos conteniendo estatuas. Las exedras están enmarcadas por pórticos cuyas 84 columnas monolíticas de granito rojo (sienita) fueron importadas de las canteras de Siene (Asuán, Alto Egipto). En mitad del patio se yergue una construcción de sillares, con escaleras internas, que es el altar; y a ambos lados de éste se abren sendos estanques con muretes ricamente decorados de relieves.
   En una elevada terraza en el extremo occidental del patio se levantaba el santuario propiamente dedicado a Júpiter-Hadad-Baal, un templo períptero corintio con 10 columnas en la fachada delantera, 10 en la trasera, y 19 columnas en cada fachada lateral rodeando la cella. Las columnas están compuestas de fustes acanalados de solo tres tambores, y cada una mide 18,9 m de altura y 2,3 m de diámetro. Posiblemente fueron las más grandes del mundo romano. Habiéndose colapsado el edificio en el terremoto de 1759, solo quedan seis columnas en pie. 
   El llamado templo de Baco, o 'pequeño templo', adyacente al gran templo de Júpiter, se conserva prácticamente entero (foto22). Terminado hacia el año 150 d C, es también períptero y de orden corintio, con 8 columnas de 16,5 m de alto en cada fachada, y 15 en cada flanco. Al igual que las del gran templo, las columnas se componen de fustes de tres tambores. En este caso son de fustes lisos, excepto las columnas de la pronaos y las pilastras del interior, que son acanaladas. De un tamaño mayor que el Partenon de Atenas, la altura del edificio es de 30 m, a su vez elevado sobre una plataforma de 5 m. Se trata de un templo excepcional, embellecido con una exuberante decoración, al que se entra por una puerta monumental con relieves primorosamente tallados en sus jambas y dintel. Su iconografía revela que estaba dedicado a las mismas deidades agrícolas que el gran templo, pero la abundancia de motivos báquicos en el interior sugiere la práctica de una religión mistérica de salvación. 
Cedros del Libano   El templo de Venus, de planta circular coronada antaño por una cúpula, se levanta en el exterior de este recinto y tiene distinta orientación (foto23). No tan monumental como las restantes estructuras de Baalbek, este templo es admirable por la armonía y refinamiento de sus formas.
   
   Aunque las construcciones romanas de Baalbek son impresionantes por su monumentalidad y belleza, lo más asombroso de este santuario no pertenece a la época romana, ni a la griega, sino a una época considerablemente más antigua, aún sin determinar. Se trata de la plataforma o podio sobre la que está asentado el templo de Júpiter, una infraestructura correspondiente al santuario pre-romano primitivo. Se desconoce la fecha de su construcción, pero es evidente, po su grado de erosión, que fue erigido muchos siglos antes de la llegada de los romanos a estas tierras. Su interior está horadado por una red subterránea de túneles longitudinales y transversales que corren por debajo del gran patio. 
   Lo que más llama la atención es el tamaño descomunal de sus bloques prismáticos de piedra, auténticos megalitos que dejan pequeños a los sillares de época romana, ya de por sí enormes. Los muros externos de esta plataforma rectangular, de 15 m de altura, están construidos con bloques de dimensiones gigantescas, pesando cada cientos de toneladas. Nueve de ellos son visibles en el lado norte del templo, nueve en el lado sur y seis están situados en el lado oeste. Tres de estos últimos componen el llamado Trilithon ('las tres piedras'). Estos tres sillares colosales alcanzan los 18 metros de longitud y pesan más de mil toneladas cada uno, estando encajados adyacentes con tal precisión que no dejan ni un milímetro de resquicio entre sus juntas. En su tiempo se hicieron tan famosos que los cronistas bizantinos dieron el nombre de Trilithon al conjunto del templo.
   Provienen de una cantera local situada a un par de kilómetros del sitio y son, que se sepa, los bloques de sillar de mayor tamaño y peso del mundo, más grandes que los mayores megalitos de Egipto (como pueden ser los del Templo del Valle de la pirámide de Kefren o el Obelisco Inacabado de Asuán). Cómo se trasladaron, elevaron y ensamblaron estos pesadísimos bloques es un enigma que las investigaciones arqueológicas todavía no han resuelto. Solo sabemos que semejante proeza arquitectónica presupone la existencia, en aquella remota época, de muy avanzados conocimientos de ingeniería, que solo han llegado a ser igualados con la maquinaria y la tecnología del siglo XIX de nuestra era.
   Más información en El gran enigma de Baalbek

   Aunque originalmente se practicaba en Baalbek un culto de carácter agrícola, más tarde los ritos parecen haber adquirido aspectos propios de una religión mistérica, con características orgiásticas.
   Durante la época bizantina, estos templos de culto pagano fueron cerrados y se edificó una iglesia en el centro del gran patio del templo de Júpiter. En el año 635 d C Baalbek fue asediada por los árabes y el complejo templario fue transformado en una fortaleza. La ciudad  pasó a dominio islámico en 637, y la fortaleza fue utilizada por los mismos musulmanes, en la época de las cruzadas, para defenderse de los ataques de los ejércitos cristianos. Sus muros fueron perforados de troneras y rematados de almenas, y sus esquinas fueron reforzadas con altas torres. Desde entonces, hasta el siglo XX, fue administrada por los sucesivos gobernadores musulmanes de Siria. Los actuales habitantes de Baalbek se refieren al santuario como 'el Castillo' (el Qalaa).

Colección de fotografías de Baalbek en fotoAleph
Grandeza e incógnitas de Baalbek 





Otros enclaves naturales del Líbano
   
   Pese a su pequeña extensión, el Líbano atesora en su montañosa geografía un gran número de enclaves naturales de extraordinaria belleza. Veamos unos pocos ejemplos:


  
Bsharré. Tumba fenicia
   
   En las afueras de Bsharré, ascendiendo por un empinado sendero que parte del Museo Jalil Gibran, se yergue a media ladera de la montaña un picacho que la lluvia y el viento han torneado en forma de cono o 'chimenea de hadas' (foto24). 
   Esta formación rocosa esconde en su seno una tumba rupestre, excavada por la mano del hombre. Una puerta practicada a pie de roca da acceso a una serie conectada de salas rectangulares, en cuyos suelos se abren fosas y en sus paredes nichos, que antaño albergaban sarcófagos. La tumba está datada en el 750 a C, en la época de la hegemonía de los fenicios en esta tierras.Cedros del Libano
   


Cueva de Afqa
   
   Esta cueva abierta en el acantilado de un grandioso circo natural del Monte Líbano (foto27), redescubierta por Ernest Renan en 1860, es el nacedero del legendario río Adonis (llamado en árabe Nahr Ibrahim). En este lugar nació y murió Adonis.
   Frente a la boca de la caverna se levanta un montículo de piedras sillares, que son las ruinas, nunca excavadas, de un gran templo de piedra dedicado a Venus-Afrodita, diosa del amor.
   En la mitología griega clásica, este paraje está asociado al culto de Afrodita y Adonis. Según la leyenda, Cinyras, rey de Chipre, sedujo a su hija Myrra, que fue metamorfoseada en el árbol designado por ese nombre. Al cabo de varios meses, el árbol se escindió para dar nacimiento a Adonis. El niño fue criado por Afrodita, que se enamoró de él, despertando los celos de su amante Ares, dios de la guerra. Ares envió un jabalí para matar a Adonis. En la poza a los pies de la cascada de Afqa, Adonis, herido en la ingle, se desangró hasta la muerte. Los dioses se apiadaron del dolor de Afrodita y permitieron que Adonis pudiera escapar cada año del Hades por un corto periodo.
   Las aguas del río arrastran un limo rojizo que tiñe su cauce hasta su desembocadura en el Mediterráneo. La leyenda sostiene que era la sangre de Adonis, renovada cada año en el momento de su muerte. En el fértil valle irrigado por el río florecen asimismo millones de anémonas de intenso color escarlata, llamadas flores de Adonis, que crecerían de su sangre.

 



Faqra. Un templo en un karst
    
   Las tierras de la meseta de Faqra (a 1.500 m de altitud en las estribaciones del Monte Líbano) se asientan sobre un enorme estrato horizontal de roca caliza. Esta masa lítica emerge en diversos afloramientos que la erosión ha esculpido a lo largo de las eras para configurar insólitos paisajes.
Cedros del Libano   La caliza tiene la propiedad de reaccionar con el agua, un proceso que transforma su morfología. En el mundo subterráneo modela las estalactitas y estalagmitas; en la superficie genera con frecuencia fenómenos kársticos. Un karst es una especie de lapiaz, un amontonamiento caótico de rocas agrietadas y moldeadas por lluvias y nieves con las más caprichosas formas y con laberínticos trazados.
   El karst de Faqra es un caso singular porque contiene entre sus peñascos las ruinas de un templo romano del siglo II d C. Podemos ver en la foto las columnas del pórtico sobresaliendo por encima de las piedras calizas (foto28). Los muros del templo (dedicado a Zeus Belgalasos) se integran perfectamente en el roquedal, ensamblándose los sillares con el contorno irregular de las rocas naturales.
   Faqra conserva también en las cercanías las ruinas de otro templo dedicado a Atargatis, dos altares y una masiva torre del año 43 d C, consagrada al culto del emperador Claudio, asociado al dios Belgalasos.
   

Faqra. Puente natural
   
   A unos pocos kilómetros de las ruinas romanas de Faqra se halla este magnífico puente natural, perforado por las aguas del Nahr El Laban o Río de la Leche (foto29). El puente es conocido como Jisr El Hajar ('diseñado por el viento y la lluvia').


   

Beirut. Rocas de la Palomas
   
   En la misma capital del Líbano emergen a orillas del Mediterráneo estas formaciones rocosas erosionadas por las olas marinas (foto30). Todos los años se celebra en este lugar una competición de zambullida de altura, en la que los bañistas se arrojan al agua desde lo alto de la roca principal.

 

 

FotoCD140
   
Los cedros sagrados del Líbano
   
© fotoAleph

© Copyright fotoAleph. Todos los derechos reservados. 
www.fotoaleph.com

    


 

Otra exposición del Libano en fotoAleph
     
Grandeza e incógnitas de Baalbek
 

   
     
Otras exposiciones de temas relacionados en fotoAleph
     
Siria milenaria

Siria
Los árboles sagrados
   
Los arboles sagrados