Exposiciones fotográficas

Los cedros sagrados del Líbano

Con los ojos de un poeta


   El pueblo de Bsharré, el Valle Sagrado de Qadisha y el Bosque de los Cedros de Dios fueron los lugares en los que transcurrió la infancia del poeta Jalil Gibran. Escenarios agrestes y pastoriles que quedaron grabados en lo profundo de su mente y que siempre iba a evocar desde su exilio en Estados Unidos, idealizados por la nostalgia, como un Jardín del Edén del que había sido expulsado. 
Cedros del Libano   La poesía de Gibran (pronúnciese Yibrán) es un continuo canto de amor a la naturaleza y de alabanza a la vida de campo, que contrapone como ideal frente a la ajetreada y esclavizante vida de la ciudad.
   
   Los que hemos pasado la mayor parte de nuestra existencia en ciudades llenas de gente sabemos muy poco de la vida de quienes habitan en los pueblos y en las aldeas apartadas del Líbano. Nos arrastra la corriente de la civilización moderna. Hemos olvidado –o por lo menos así lo pensamos– la filosofía de esa vida hermosa y simple, llena de pureza y de candor espiritual. Pero si volviéramos la mirada hacia esa vida, la veríamos sonreír en la primavera, la veríamos durmiendo la siesta al sol en verano; la veríamos cosechar en el otoño, y reposar en el invierno, y la consideraríamos como a nuestra madre naturaleza en todos sus estados de ánimo. Somos más ricos en bienes materiales que aquellos aldeanos; pero el espíritu del campesino es más noble que el nuestro. Nosotros sembramos mucho, y no cosechamos nada; en cambio, todo lo que ellos siembran lo cosechan. Nosotros, los que vivimos en la ciudad, somos esclavos de nuestros apetitos; ellos, son los hijos de la alegría simple. Nosotros bebemos en la copa de la vida un líquido enturbiado con amargura, desesperación, temores y hastío. Ellos beben el claro vino de la vida sencilla.
   Jalil Gibran. Ninfas del valle 

   Gibran ve con ojos de poeta la vida del campo pero, contra lo que pudiera parecer, su visión no es meramente la de un romántico. La belleza formal, el lirismo y el aliento místico que rezuman sus poemas apenas dejan sospechar los broncos comienzos de su carrera literaria. Los primeros libros de relatos que publicó Gibran en lengua árabe (Ninfas del valle, Espítitus rebeldes y Alas rotas) cayeron como bombas en la sociedad libanesa. En Espíritus rebeldes (1911), narración que discurre en el Valle de Qadisha, pone en boca de Kahlil, procesado por hereje, la siguiente diatriba contra el poder del clero, cómplice del régimen tardo-feudal al que todavía estaban sometidos a principios del siglo XX los campesinos del Líbano:
Cedros del Libano   
   ¿Habéis reparado en que esta tierra que trabajáis como esclavos les fue arrebatada a vuestros padres cuando las leyes se escribían sobre el filo de la espada? Los monjes engañaron a vuestros antepasados y los despojaron de campos y viñedos cuando las leyes religiosas se escribían en los labios de los sacerdotes. ¿Qué hombre o mujer no está bajo las órdenes del Señor de los campos, quien los conmina a cumplir la voluntad de los sacerdotes? Dios dijo: 'Comeréis vuestro pan con el sudor de vuestras frentes'. Pero Sheik Abbas come el pan horneado con los años de vuestras vidas y bebe el vino que contiene vuestras lágrimas. ¿Es que Dios eligió a este hombre entre vosotros mientras se hallaba en el vientre de su madre? ¿O son acaso vuestros pecados los que os convirtieron en sus propiedades? (...) 'No acumuléis oro, ni plata ni cobre'. ¿Entonces qué designios permiten a los sacerdotes vender sus plegarias a cambio de oro y plata? En el silencio de la noche, oráis diciendo: 'Danos el pan de cada día'. Dios os ha dado esta tierra de la que extraéis el pan de cada día, pero ¿de qué autoridad ha investido Él a los monjes para que os roben esta tierra y este pan?
   Maldecís a Judas porque vendió a su Maestro por unas pocas monedas, pero bendecís a aquellos que lo venden cada día. Judas se arrepintió y se colgó por su mala acción, pero estos sacerdotes se yerguen orgullosos, usan hermosos atavíos resplandecientes de cruces que cuelgan de sus pechos. Enseñáis a vuestros hijos a amar a Cristo y al mismo tiempo los instruís para que obedezcan a los que se oponen a Sus enseñanzas y violan Sus leyes. (...)
   Vuestras almas se hallan a merced de los sacerdotes, y vuestros cuerpos aprisionados entre las garras de los gobernantes. ¿Qué podéis señalar en la vida y decir: '¡esto es mío!'? Queridos compatriotas, ¿conocéis acaso al sacerdote a quien teméis? Es un traidor que usa las Escrituras como una amensza para apoderarse de vuestro dinero... un hipócrita que lleva una cruz y la usa como una espada para cortaros vuestras venas... un lobo disfrazado de cordero... un glotón que adora las mesas en lugar de los altares... una criatura hambrienta de riqueza capaz de seguir al dinar hasta la más remotas regiones... un ladrón que hurta a las viudas y a los huérfanos.
   Jalil Gibran. Espíritus rebeldes
Cedros del Libano
   En Alas rotas (1912), inspirándose en hechos reales de su experiencia autobiográfica, Gibran arremete contra la inveterada tradición, tan enraizada en la sociedad libanesa, del matrimonio concertado por la autoridad de los padres. (Problemática costumbre que otro gran escritor libanés, Amin Maalouf, también denuncia en su novela La roca de Tanios). 
   La reacción de los estamentos político y eclesiástico no se hizo esperar y fue implacable con Gibran. Espíritus rebeldes fue tachado de "peligroso, revolucionario y nocivo para la juventud". Gibran fue excomulgado por la iglesia católica maronita y formalmente desterrado de su país. Sus libros fueron, al poco de su edición, quemados públicamente en una plaza de Beirut. 
   He aquí lo que sus críticos decían:

   Es inmoderado y fanático hasta la locura. Aunque es un idealista, su finalidad literaria consiste en envenenar la mente de los jóvenes... Si hombres y mujeres siguieran los consejos de Gibran sobre el matrimonio, se romperían los lazos familiares, la sociedad sucumbiría y el mundo se volvería un infierno poblado de diablos y demonios.
   Su estilo es hermosamente seductor, lo que significa el peligro de este inveterado enemigo de la humanidad. A los habitantes de esta montaña sagrada (el monte Líbano) les aconsejamos que rechacen las insidiosas enseñanzas de este hereje anarquista y que quemen sus libros, para que sus doctrinas no lleven por el mal camino a los inocentes. Leímos Alas rotas y verificamos que era veneno cubierto de miel.
   
   Y he aquí la contundente respuesta de Jalil Gibran:
   
   Eso es lo que la gente dice de mí, y está en lo cierto, porque soy muy fanático y siento predilección tanto por la destrucción como por la construcción. Mi corazón odia lo que mis detractores santifican y ama lo que ellos rechazan. Y si pudiera desarraigar algunas costumbres, creencias y tradiciones de la gente, lo haría sin dudar. Cuando afirman que mis libros son un veneno, dicen la verdad, porque lo que yo digo es veneno para ellos. Pero mienten cuando dicen que lo mezclo con miel, porque yo uso el veneno en toda su potencia y lo sirvo en un vaso transparente.
   Jalil Gibran. Narcóticos y escalpelos 
Cedros del Libano
   En su exilio en Estados Unidos, Jalil Gibran no solo desarrolló hasta la maestría sus dotes de escritor, alcanzando la fama internacional en 1923 con la publicación en inglés de El profeta, sino que cultivó también el arte de la pintura, que había estudiado en el Beirut de su primera juventud. En sus poemas y relatos son constantes las referencias a su Líbano natal, paraíso perdido de su infancia, al que siempre soñó con regresar, sin que nunca llegara ese tan anhelado momento: murió en Nueva York en 1931 a la edad de 48 años.
   La profunda espiritualidad de la poesía de Gibran trasciende lo religioso para entrar en los territorios del misticismo, si bien su sentido de lo místico roza con frecuencia la heterodoxia y podría calificarse de panteísta. Según Gibran, el amor a la naturaleza conduce al amor a Dios. Hay una unidad subyacente entre el ser humano, la naturaleza y Dios, que se revela a través del amor, motor que mueve el mundo. Por su temática y estilo Jalil Gibran ha sido a menudo comparado con el escritor inglés William Blake, otro poeta místico que también fue pintor, y que influyó sensiblemente en su obra literaria. En sus versos y prosa poética parecen a veces resonar ecos de San Juan de la Cruz y de Miguel de Unamuno. Por otra parte su estilo recuerda al Nietzsche del Zaratustra –que Gibran había leído– en lo que se refiere al tono 'profético' que adopta el autor para enunciar sus aforismos. 
    
   Tened piedad de la nación que lleva vestidos que no teje ella misma, que come un pan cuyo trigo no cosecha y que bebe un vino que no mana de sus propios lagares.
   (...)
   Compadeced a la nación dividida en fragmentos, cada uno de los cuales se considera una nación.
   Jalil Gibran. El jardín del profeta 

   Sin embargo, Gibran es la antítesis de Nietzsche. Mientras el filósofo alemán exalta la voluntad de poder, desprecia el cristianismo como religión del rebaño y aboga por el advenimiento del superhombre, el poeta libanés propugna la compasión, no reniega de sus raíces cristianas y, frente a los poderosos, frente a aquellos que "no conocen otra hambre que la de los bolsillos", toma partido por el débil y el desfavorecido. 
   
   Vosotros tenéis vuestro Líbano y yo tengo el mío.
   El vuestro es el Líbano político y sus problemas.
   El mío es el Líbano natural en toda su belleza.
   Vosotros tenéis vuestro Líbano con programas y conflictos.
   Yo tengo el mío con sus sueños y esperanzas.
   (...)
   Vuestro Líbano es un enmarañado nudo político que el Tiempo intenta desatar.
   Mi Líbano es una cadena de cumbres y montañas que se elevan, reverentes y majestuosas, hacia el cielo azul.
   Vuestro Líbano es un problema internacional aún por resolver.
   Mi Líbano es los calmos valles encantados, murmurantes de campanas de iglesia y susurrantes arroyos.
   (...)
   Vuestro Líbano es una partida de ajedrez entre un obispo y un general.
   Mi Líbano es un templo en el cual mi alma encuentra asilo cuando se harta de esta civilización que se desliza sobre rechinantes ruedas.
   Vuestro Líbano es dos hombres: uno que paga impuestos, y otro que los cobra.
   Mi Líbano es un hombre que reclina la cabeza sobre su brazo a la sombra de los Cedros Sagrados, ajeno a todo menos a Dios y a la luz del sol.
   Jalil Gibran. Vuestro Líbano y el mío
Cedros del Libano
   Si Gibran asumió de alguna manera el papel de profeta –en cierta ocasión confesó que su libro El profeta "es parte de mí mismo"–, fue con el deseo de despertar la conciencia de sus compatriotas, sumidos a su juicio en un letargo cultural arrastrado durante siglos. Y ello a sabiendas de que era predicar en el desierto.
   El desierto era el Líbano, telón de fondo de toda la obra de Gibran. Pero en medio de ese Líbano física y culturalmente desertizado crece un árbol que fue el más majestuoso del jardín del Edén. Para Jalil Gibran el Bosque de Cedros Sagrados era mucho más que el símbolo de su país natal, era un tesoro enterrado en los estratos más hondos de su ser.
   
   (...) donde los Cedros Sagrados y
   Las rosas y el jazmín exhalaban
   Su fragancia...
   Jalil Gibran. Los secretos del corazón 

   Mi amor es tan fuerte como tus pirámides, y el tiempo no podrá destruirlo.
   Mi amor es tan firme como tus Cedros Sagrados, y los elementos no podrán con él.
   Jalil Gibran. Unión 
   
   No me lloréis enlutados por mi ausencia.
   Lucid blancas vestiduras y regocijaos conmigo;
   No habléis de mi partida con suspiros tristes, cerrad
   Los ojos y me veréis siempre con vosotros.
   Tendedme sobre frondosas ramas y
   Llevadme lentamente sobre vuestros hombros amigos...
   Lentamente hacia los bosque silentes.
   No me llevéis a la necrópolis donde mi sueño
   Sea perturbado por el crujido de los huesos.
   Llevadme al bosque de cedros y cavad un sepulcro donde florezcan las violetas
   Y las amapolas.
   Jalil Gibran. La belleza de la muerte

   La muerte le visitó a Jalil Gibran en el exilio. Sus honras fúnebres fueron oficiadas en la iglesia maronita de 'Nuestra Señora de los Cedros', en Boston. Su cuerpo fue trasladado por mar a Beirut, y de allí conducido en procesión triunfal hasta su nativa Bsharré. El Líbano, el país que le había repudiado, rendía honores a título póstumo al mundialmente más célebre de sus hijos. Gibran fue sepultado en Mar Sarkis, un monasterio construido dentro de una cueva en las afueras del pueblo, donde había estudiado en su niñez.
Cedros del Libano   Más tarde este monasterio fue totalmente remodelado y convertido en el Museo Jalil Gibran. En este edificio, cuya compleja distribución de salas se adapta a las intrincadas oquedades de la caverna, se exhibe el grueso de la obra pictórica de Gibran, así como los muebles y utensilios que usó en vida. Tenía una nutrida y variada biblioteca, con volúmenes de poesía, ensayo (filosofía, historia, humanidades) y ficción. Nos llamó la atención una edición en inglés de la novela de Pío Baroja César o nada
   Los óleos y dibujos de Jalil Gibran remiten en sus motivos y formas, al igual que sucede con su poesía, a la obra gráfica de William Blake. Su estética está asimismo influenciada por la corriente artística del simbolismo, muy en auge en los años de juventud de Gibran. Cuerpos desnudos de hombres y mujeres, ángeles, vírgenes, ninfas de los valles, seres celestiales, sobre fondos de paisajes entre bucólicos y oníricos, con dominio de la anatomía y un certero instinto para las armonías de colores. Se puede afirmar que la pintura es para Gibran otro medio de exteriorizar su mundo interior, de mostrar a los demás lo que ve con sus ojos de poeta. Es la misma poesía, pero pintada.
   Por unas estrechas escaleras de este museo-mausoleo se desciende a un sótano situado en el nivel más profundo de la cueva. En esta lóbrega estancia subterránea un nicho abierto en una pared de roca alberga el ataúd de metal en el que descansan los restos del poeta. En otro rincón de la cripta se ha reproducido el despacho en que escribía y pintaba, y un sistema de luces proyecta a intervalos en las paredes sombras silueteadas con la figura de Jalil Gibran, una en pie y otra sentado a su mesa de trabajo, como si el poeta aún estuviera vivo y su presencia se sintiera muy cercana.
   El balance que se desprende de la vida y obra de Jalil Gibran es muy triste. El Líbano que detestaba, esa nación dividida en fragmentos cada uno de los cuales se cree una nación, sigue siendo un enmarañado nudo político que el tiempo no consigue desatar, un tablero de ajedrez en el que la religión y la política disputan una partida interminable y extremadamente cruenta. El Líbano que amaba, el de los bosques de cedros, los valles de arroyos susurrantes y las montañas que se elevan hacia el cielo azul, va desapareciendo arrasado por una superpoblación y una contaminación desbocadas. Dieciocho sectas cristianas y musulmanas controlan sus respectivos feudos y dictan sus propias leyes. El mismo pueblo de Bsharré, donde nació y donde duerme el poeta su sueño eterno, no tolera musulmanes entre sus conciudadanos. Y, sin embargo, Jalil Gibran había escrito: "Te amo, hermano mío, quien quiera que seas, lo mismo si adoras a Dios en una iglesia, que si te hincas de rodillas en un templo o rezas en una mezquita" (La voz del maestro). Con Gibran parece cumplirse, una vez más, el viejo dicho de que nadie es profeta en su tierra.
   
   Clamar, clamar en el desierto. Pero el desierto oye, aunque no oigan los hombres, y un día se convertirá en selva sonora, y esa voz solitaria que va posando en el desierto como semilla, dará un cedro gigantesco que con sus cien mil lenguas cantará un hosanna eterno al Señor de la vida y de la muerte.
   Miguel de Unamuno. Del sentimiento trágico de la vida
     

Textos: Eneko Pastor
   
Todas las citas de Jalil Gibran han sido extraídas de
Khalil Gibran. Obras Completas (3 tomos. Ediciones Teorema, Barcelona, 1982), en traducción de Fath al-Santott. 

 

 

Otros lugares del Patrimonio Mundial en el Líbano

  
   Además del Bosque de Cedros y el Valle de Qadisha, existen en el Líbano otros cuatro lugares incluidos por la Unesco en su Lista del Patrimonio Mundial:

 
Byblos
   
   Byblos (nombre actual: Jbail), a 40 km al norte de Beirut, es posiblemente la ciudad más antigua del mundo, entre las que han permanecido continuamente habitadas (rango que también reclaman para sí Damasco, Alepo y Jericó).
   De este pequeño puerto (foto13) zarpaban los navegantes fenicios en expediciones comerciales por todo el Mediterráneo, en cuyas costas fundaron un gran número de colonias y emporios mercantiles.
   En el antiguo Egipto se llamaba a esta ciudad Kubna. En las inscripciones cuneiformes mesopotámicas aparece como Gubla, y en la Biblia como Gebal. El topónimo Byblos es griego y significa 'papiro', debido al hecho de que los papiros eran exportados al Egeo desde este puerto (la palabra Biblia deriva de byblos, significando literalmente 'libro de papiros'). 
Cedros del Libano   Byblos era el principal puerto para la exportación de cedros del Líbano y otras maderas preciosas a Egipto, por lo que devino desde la remota antigüedad en un gran centro mercantil. Diversos objetos e inscripciones egipcias hallados en el sitio dan testimonio de las estrechas relaciones comerciales entre el Líbano y el Valle del Nilo, al menos desde el segundo milenio antes de Cristo. Durante el Imperio Medio (XII dinastía, 1991-1876 a C), Byblos estuvo sometida al dominio egipcio, y una de las principales diosas de la ciudad, Baalat Gebal (la 'Señora de Byblos'), era objeto de culto en el mismo Egipto. Tras el colapso del Imperio Nuevo (siglo XI a C), Byblos se convirtió en la ciudad más importante de Fenicia y el principal puerto del Mediterráneo oriental.
   Las excavaciones arqueológicas, emprendidas en los años 20 por Pierre Montet y Maurice Dunard, han revelado que Byblos existía ya en el periodo neolítico (8000-4000 a C aprox.). En Byblos se han descubierto las más antiguas inscripciones en alfabeto fenicio, datadas en el siglo X a C (sarcófago de Ahiram), origen de nuestro alfabeto contemporáneo. Por esos años el reino sidonio, con capital en Tiro, acaparó el poder en Fenicia, y Byblos, aunque floreció temporalmente bajo los romanos, nunca recuperó su antiguo predominio. Los cruzados tomaron la ciudad en 1103, pero más tarde (1189) fue reconquistada por el ejército ayubí de Saladino.
   Byblos, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984, es un viaje en el tiempo que nos retrotrae al medievo, a la antigüedad y a la prehistoria. La milenaria evolución de la ciudad se hace patente al examinar las estructuras dispersas en su área arqueológica y su núcleo urbano intramuros. Se pueden distinguir, semi-invadidos por la vegetación, restos de viviendas de una extensa comunidad de pescadores activa en el neolítico y el calcolítico, templos monumentales de la Edad de Bronce –como el de Reshef (2700 a C) o el de los Obeliscos (foto15)–, sarcófagos fenicios, fortificaciones persas, calzadas y columnatas romanas, la ciudadela de los cruzados, iglesias románicas y bizantinas, y lo poco que queda del burgo medieval-otomano, devorado este último por el pandemónium urbanístico de nuestro siglo XXI, que va destruyendo las ciudades históricas (Trípoli, Beirut, Sidón, Tiro...) de la costa mediterránea del Líbano.
   


Tiro
   
   La ciudad de Tiro (nombre actual: Sur), situada en la costa meridional del Líbano, a 83 km al sur de Beirut, tiene una larga y ajetreada historia. Según la tradición, en Tiro se inventó el tinte de púrpura. En tiempos de los fenicios fue uno de los más importantes puertos del Mediterráneo, desde donde salían los navegantes que fundaron prósperas colonias como Cartago y Cádiz, que en sus viajes exploratorios surcaron los mares más allá de las Columnas de Hércules (el estrecho de Gibraltar) para adentrarse en el océano Atlántico y llegar a lugares tan lejanos como las islas Británicas y las islas Purpúreas (actual Esauira). Y que –se cree– circunvalaron por primera vez el continente africano.
Cedros del Libano   Tiro fue levantada en una isla próxima a la costa, probablemente por colonos procedentes de Sidón (hoy Saida), hacia 2750 a C. Amurallada y rodeada por el mar, era prácticamente inexpugnable. Su nombre aparece mencionado en los registros egipcios del Imperio Nuevo como ciudad sometida a Egipto. Cuando el dominio egipcio sobre Fenicia declinó, Tiro se hizo independiente y pronto superó a Sidón como centro comercial, expandiendo sus actividades mercantes por todo el mundo mediterráneo. En el siglo IX a C, colonizadores tirios fundaron la ciudad de Cartago en el norte de África (actual Tunicia), que más tarde se convirtió en el más poderoso rival de Roma en Occidente. Tiro es frecuentemente citada en la Biblia por sus estrechas relaciones con Israel: dice por ejemplo que el rey de Tiro Hiram I suministraba cedros del Líbano al rey Salomón. En los siglos X y IX a C, la urbe había obtenido un claro predominio sobre todas las ciudades de Fenicia y era gobernada por reyes con poder limitado por una oligarquía mercantil.
   Durante gran parte de los siglos VIII y VII a C, Tiro estuvo sometida al imperio asirio. En 585-573 a C resistió con éxito un prolongado asedio del rey babilonio Nabucodonosor II. Entre 538 y 332 a C fue gobernada por los reyes aqueménidas de Persia. Uno de los más sonados episodios de la historia de Tiro fue su tenaz resistencia al ejército de Alejandro Magno, que solo pudo tomar la ciudad tras siete meses de asedio en 332 a C, usando máquinas de guerra flotantes y construyendo un dique para acceder a la isla. Tras la captura, diez mil tirios fueron ejecutados y treinta mil vendidos como esclavos. El dique nunca fue retirado y con el tiempo quedó transformado en un istmo, convirtiéndose la isla de Tiro en una península (al igual que sucedió con la isla de Faro en Alejandría).
   Tras el colapso del imperio de Alejandro, Tiro cayó bajo la hégira del Egipto ptolemaico y hacia 200 a C pasó a formar parte del imperio seléucida. En el 68 a C fue conquistada por Pompeyo y gobernada desde entonces por Roma. Durante la época imperial romana Tiro adquirió gran renombre por sus artículos de seda, su industria del cristal y por la producción del pigmento de púrpura (reservado al clero y la nobleza), que era extraído de las caracolas marinas del género Murex, abundantes en la zona. Hacia el siglo II d C poseía ya una apreciable comunidad cristiana, y Orígenes, padre de la iglesia, fue allí sepultado. Bajo el dominio musulmán (de 638 a 1124) gozó de cierta prosperidad como ciudad perteneciente al reino de Jerusalén. Los cruzados la conquistaron en 1124, de nuevo tras una heroica resistencia de sus habitantes. El sacro emperador romano Federico I Barbarroja, que murió en la tercera cruzada (1190), fue enterrado en su catedral. Tiro funcionó en el siglo XII como Estado Cruzado hasta ser capturada y destruida en 1291 por el sultán mameluco El-Ashraf, y ya nunca recobró su antiguo esplendor.
   Los yacimientos arqueológicos de Tiro han sido excavados por el Instituto Francés de Arqueología de Beirut, pero gran parte de los vestigios fenicios todavía yacen enterrados bajo la ciudad moderna. Las estructuras que pueden verse pertenecen en su mayoría a la época romana, y se distribuyen en dos áreas, una en la península y otra (la necrópolis de El Bass), en tierra firme. Una gran parte de las ruinas están sumergidas bajo el mar. Los edificios más notables son las termas romanas, dos palestras, el teatro, la vía columnada romana (foto16), el barrio residencial, algunos muros del antiguo castillo de los cruzados, así como los restos de la catedral, construida en 1127 por los venecianos. La zona de El Bass, que constituía en tiempos antiguos la principal entrada a la ciudad, comprende la necrópolis romana y bizantina (foto17) a ambos lados de una calzada monumental, jalonada por un arco de triunfo (foto18) del siglo II a C, y un gran hipódromo de la misma época (el segundo más grande después del de Roma), alimentado por un acueducto, y que podía acoger a más de veinte mil espectadores.
   Tiro fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984.


Cedros del Libano
Anjar 
   
   La ciudad de Anjar fue fundada a principios del siglo VIII por el califa de la dinastía omeya Walid I (668-715), el mismo que mandó edificar la Gran Mezquita de Damasco. Las ruinas revelan un trazado urbanístico ortogonal, de calles cruzándose en ángulo recto, reminiscente de las ciudades palaciegas de la antigüedad. 
   Anjar es un buen ejemplo de un centro de comercio en el interior del Líbano, enclavado en la encrucijada de dos rutas: una, la que conecta Beirut con Damasco; y otra, la que lleva de Homs al lago Tiberíades pasando por el valle de la Bekaa. A vuelo de pájaro, Anjar está muy cerca (50 km) de Damasco, la capital del primer califato omeya (el segundo fue el de Córdoba).
   Los arqueólogos descubrieron el sitio en fecha tan reciente como los años 40 del siglo XX. Anjar fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984.
   Las excavaciones han sacado a la luz una ciudad fortificada, rodeada de una muralla rectangular de 385 x 350 m reforzada por cuarenta torreones.
   Un ancho eje norte-sur y un eje secundario este-oeste (a modo de cardo y decumano), superpuestos sobre los principales colectores de alcantarillas, dividen la ciudad en cuatro rectángulos iguales. Los edificios públicos y privados se articulan ciñéndose a un estricto plan de conjunto. El gran palacio del califa y la mezquita mayor, situadas en el sector sudeste, ocupan la mayor parte del recinto, mientras que los pequeños palacios (harem), así como los baños públicos (hammam), están ubicados en el bloque nordeste, la configuración de cuyo terreno facilitaba tanto el suministro de agua como la evacuación de las aguas residuales. Los barrios de viviendas y los edificios secundarios se distribuían en los sectores noroeste y sudoeste.
   En los extremos de las dos vías axiales se abren grandes puertas de muralla flanqueadas cada una por dos torres semicilíndricas, y en su punto de cruce se levantan los vestigios de un monumental tetrapilo, compuesto por cuatro grupos de cuatro columnas corintias sobre pedestales. 
   Las vías están flanqueadas por largas arquerías que corren paralelas, con arcos de medio punto de dovelaje muy delgado y ligero, sostenidos por columnas con capiteles reaprovechados de estilo romano-corintio y bizantino (foto20). Estas arcadas albergaban gran número de tiendas, adosadas a los muros de las casas residenciales.
   Entre todos los edificios de Anjar sobresale el gran palacio omeya (foto19), que presenta tras su reconstrucción tres niveles de columnatas y arcadas. Esta estructura también incorpora elementos arquitectónicos y decorativos de la época romana.
   Anjar nunca fue terminada, disfrutando de una existencia muy efímera. En 744 el califa Ibrahim, hijo de Walid, fue derrotado por los abasíes, y como la ciudad quedó parcialmente destruida, fue abandonada.
   Al no haber sufrido superposiciones urbanas posteriores, las ruinas de Anjar constituyen un ejemplo único de planificación urbana del siglo VIII, en los comienzos del periodo islámico. Reflejan la transición del estilo clásico tardío y protobizantino a un estilo propiamente musulmán. En los diferentes monumentos de Anjar se puede apreciar dicha evolución de las técnicas constructivas y estética ornamental.




Baalbek
    
   Baalbek es la principal ciudad y centro agrícola del valle de la Bekaa, una fértil llanura que discurre entre las cordilleras del Líbano y el Antilíbano. En este apartado paraje, situado a 1.150 m de altitud, se encuentra el complejo de templos más grandioso que erigió el imperio romano en sus extensos territorios.
   De origen muy antiguo (Edad del Bronce Medio, 1900-1600 a C), en esta ciudad se rendía culto desde tiempos inmemoriales a una tríada de deidades asociadas a la agricultura. El nombre de Baalbek hace referencia a Baal, un antiguo dios semítico venerado por diversas poblaciones de Asia Menor y su área de influencia, entre ellas Fenicia. Baal (equivalente al Hadad asirio) era el dios de la lluvia, el trueno y la fertilidad. Baalbek significaría 'Señor de la Bekaa'. 
Cedros del Libano   Poco se sabe, sin embargo, del Baalbek anterior a la conquista de Oriente Próximo por los ejércitos de Alejandro Magno (332 a C). Tras la muerte del líder macedonio y el desmembramiento de su efímero imperio, Baalbek, que sería conocida desde entonces como Heliopolis ('Ciudad del Sol'), pasó a pertenecer al Egipto ptolemaico. En 200 a C fue tomada por el rey Antíoco III el Grande y permaneció como posesión del imperio seléucida hasta que las tropas del general Pompeyo conquistaron Siria (64 a C) y la incorporaron a los dominios de Roma. 
   Baalbek retuvo su función religiosa durante los periodos helenístico y romano, y alcanzó su apogeo en los siglos I y II d C, cuando el templo de Júpiter Heliopolitano se convirtió en uno de los más célebres santuarios del mundo antiguo, que atraía a millares de peregrinos para donar ofrendas, hacer sacrificios y suplicar favores a sus dioses ancestrales. 
   El santuario estaba en realidad dedicado a una tríada de divinidades: al dios sirio del trueno Baal, equivalente a Júpiter; a la diosa siria de la naturaleza Atargatis, equivalente a Venus; y a una deidad juvenil, probablemente un espíritu de la vegetación, asimilado por los griegos a Hermes, el pastor, y por los romanos a Mercurio. 
   
   Las inmensas ruinas del santuario romano de Baalbek, construido en un lapso de más de 200 años sobre los restos de un santuario fenicio anterior, componen un complejo unitario formado por tres templos, denominados de Júpiter, de Baco y de Venus. Sus colosales estructuras están consideradas como uno de los más bellos ejemplos de arquitectura romana del periodo imperial, que serviría además de modelo a otros arquitectos clásicos.
   El templo de Júpiter es el más grande, y fue terminado hacia el año 60 d C. Se accede a él por una escalinata monumental, atravesando unos propileos que conducen a un patio de planta hexagonal y después a un gran patio cuadrangular (104 x 103 m, foto21), que estaba rodeado de exedras semicirculares decoradas con nichos superpuestos conteniendo estatuas. Las exedras están enmarcadas por pórticos cuyas 84 columnas monolíticas de granito rojo (sienita) fueron importadas de las canteras de Siene (Asuán, Alto Egipto). En mitad del patio se yergue una construcción de sillares, con escaleras internas, que es el altar; y a ambos lados de éste se abren sendos estanques con muretes ricamente decorados de relieves.
   En una elevada terraza en el extremo occidental del patio se levantaba el santuario propiamente dedicado a Júpiter-Hadad-Baal, un templo períptero corintio con 10 columnas en la fachada delantera, 10 en la trasera, y 19 columnas en cada fachada lateral rodeando la cella. Las columnas están compuestas de fustes acanalados de solo tres tambores, y cada una mide 18,9 m de altura y 2,3 m de diámetro. Posiblemente fueron las más grandes del mundo romano. Habiéndose colapsado el edificio en el terremoto de 1759, solo quedan seis columnas en pie. 
   El llamado templo de Baco, o 'pequeño templo', adyacente al gran templo de Júpiter, se conserva prácticamente entero (foto22). Terminado hacia el año 150 d C, es también períptero y de orden corintio, con 8 columnas de 16,5 m de alto en cada fachada, y 15 en cada flanco. Al igual que las del gran templo, las columnas se componen de fustes de tres tambores. En este caso son de fustes lisos, excepto las columnas de la pronaos y las pilastras del interior, que son acanaladas. De un tamaño mayor que el Partenon de Atenas, la altura del edificio es de 30 m, a su vez elevado sobre una plataforma de 5 m. Se trata de un templo excepcional, embellecido con una exuberante decoración, al que se entra por una puerta monumental con relieves primorosamente tallados en sus jambas y dintel. Su iconografía revela que estaba dedicado a las mismas deidades agrícolas que el gran templo, pero la abundancia de motivos báquicos en el interior sugiere la práctica de una religión mistérica de salvación. 
Cedros del Libano   El templo de Venus, de planta circular coronada antaño por una cúpula, se levanta en el exterior de este recinto y tiene distinta orientación (foto23). No tan monumental como las restantes estructuras de Baalbek, este templo es admirable por la armonía y refinamiento de sus formas.
   
   Aunque las construcciones romanas de Baalbek son impresionantes por su monumentalidad y belleza, lo más asombroso de este santuario no pertenece a la época romana, ni a la griega, sino a una época considerablemente más antigua, aún sin determinar. Se trata de la plataforma o podio sobre la que está asentado el templo de Júpiter, una infraestructura correspondiente al santuario pre-romano primitivo. Se desconoce la fecha de su construcción, pero es evidente, por su grado de erosión, que fue erigido muchos siglos antes de la llegada de los romanos a estas tierras. Su interior está horadado por una red subterránea de túneles longitudinales y transversales que corren por debajo del gran patio. 
   Lo que más llama la atención es el tamaño descomunal de sus bloques prismáticos de piedra, auténticos megalitos que dejan pequeños a los sillares de época romana, ya de por sí enormes. Los muros externos de esta plataforma rectangular, de 15 m de altura, están construidos con bloques de dimensiones gigantescas, pesando cada uno cientos de toneladas. Nueve de ellos son visibles en el lado norte del templo, nueve en el lado sur y seis están situados en el lado oeste. Tres de estos últimos componen el llamado Trilithon ('las tres piedras'). Estos tres sillares colosales alcanzan los 18 metros de longitud y pesan más de mil toneladas cada uno, estando encajados adyacentes con tal precisión que no dejan ni un milímetro de resquicio entre sus juntas. En su tiempo se hicieron tan famosos que los cronistas bizantinos dieron el nombre de Trilithon al conjunto del templo.
   Provienen de una cantera local situada a un par de kilómetros del sitio y son, que se sepa, los bloques de sillar de mayor tamaño y peso del mundo, más grandes que los mayores megalitos de Egipto (como pueden ser los del Templo del Valle de la pirámide de Kefren o el Obelisco Inacabado de Asuán). Cómo se trasladaron, elevaron y ensamblaron estos pesadísimos bloques es un enigma que las investigaciones arqueológicas todavía no han resuelto. Solo sabemos que semejante proeza arquitectónica presupone la existencia, en aquella remota época, de muy avanzados conocimientos de ingeniería, que solo han llegado a ser igualados con la maquinaria y la tecnología del siglo XIX de nuestra era.
   Más información en El gran enigma de Baalbek

   Aunque originalmente se practicaba en Baalbek un culto de carácter agrícola, más tarde los ritos parecen haber adquirido aspectos propios de una religión mistérica, con características orgiásticas.
   Durante la época bizantina, estos templos de culto pagano fueron cerrados y se edificó una iglesia en el centro del gran patio del templo de Júpiter. En el año 635 d C Baalbek fue asediada por los árabes y el complejo templario fue transformado en una fortaleza. La ciudad  pasó a dominio islámico en 637, y la fortaleza fue utilizada por los mismos musulmanes, en la época de las cruzadas, para defenderse de los ataques de los ejércitos cristianos. Sus muros fueron perforados de troneras y rematados de almenas, y sus esquinas fueron reforzadas con altas torres. Desde entonces, hasta el siglo XX, fue administrada por los sucesivos gobernadores musulmanes de Siria. Los actuales habitantes de Baalbek se refieren al santuario como 'el Castillo' (el Qalaa).

Colección de fotografías de Baalbek en fotoAleph
Grandeza e incógnitas de Baalbek 




Otros enclaves naturales del Líbano
   
   Pese a su pequeña extensión, el Líbano atesora en su montañosa geografía un gran número de enclaves naturales de extraordinaria belleza. Veamos unos pocos ejemplos:


  
Bsharré. Tumba fenicia
   
   En las afueras de Bsharré, ascendiendo por un empinado sendero que parte del Museo Jalil Gibran, se yergue a media ladera de la montaña un picacho que la lluvia y el viento han torneado en forma de cono o 'chimenea de hadas' (foto24). 
   Esta formación rocosa esconde en su seno una tumba rupestre, excavada por la mano del hombre. Una puerta practicada a pie de roca da acceso a una serie conectada de salas rectangulares, en cuyos suelos se abren fosas y en sus paredes nichos, que antaño albergaban sarcófagos. La tumba está datada en el 750 a C, en la época de la hegemonía de los fenicios en esta tierras.Cedros del Libano
   


Cueva de Afqa
   
   Esta cueva abierta en el acantilado de un grandioso circo natural del Monte Líbano (foto27), redescubierta por Ernest Renan en 1860, es el nacedero del legendario río Adonis (llamado en árabe Nahr Ibrahim). En este lugar nació y murió Adonis.
   Frente a la boca de la caverna se levanta un montículo de piedras sillares, que son las ruinas, nunca excavadas, de un gran templo de piedra dedicado a Venus-Afrodita, diosa del amor.
   En la mitología griega clásica, este paraje está asociado al culto de Afrodita y Adonis. Según la leyenda, Cinyras, rey de Chipre, sedujo a su hija Myrra, que fue metamorfoseada en el árbol designado por ese nombre. Al cabo de varios meses, el árbol se escindió para dar nacimiento a Adonis. El niño fue criado por Afrodita, que se enamoró de él, despertando los celos de su amante Ares, dios de la guerra. Ares envió un jabalí para matar a Adonis. En la poza a los pies de la cascada de Afqa, Adonis, herido en la ingle, se desangró hasta la muerte. Los dioses se apiadaron del dolor de Afrodita y permitieron que Adonis pudiera escapar cada año del Hades por un corto periodo.
   Las aguas del río arrastran un limo rojizo que tiñe su cauce hasta su desembocadura en el Mediterráneo. La leyenda sostiene que era la sangre de Adonis, renovada cada año en el momento de su muerte. En el fértil valle irrigado por el río florecen asimismo millones de anémonas de intenso color escarlata, llamadas flores de Adonis, que crecerían de su sangre.

 



Faqra. Un templo en un karst
    
   Las tierras de la meseta de Faqra (a 1.500 m de altitud en las estribaciones del Monte Líbano) se asientan sobre un enorme estrato horizontal de roca caliza. Esta masa lítica emerge en diversos afloramientos que la erosión ha esculpido a lo largo de las eras para configurar insólitos paisajes.
Cedros del Libano   La caliza tiene la propiedad de reaccionar con el agua, un proceso que transforma su morfología. En el mundo subterráneo modela las estalactitas y estalagmitas; en la superficie genera con frecuencia fenómenos kársticos. Un karst es una especie de lapiaz, un amontonamiento caótico de rocas agrietadas y moldeadas por lluvias y nieves con las más caprichosas formas y con laberínticos trazados.
   El karst de Faqra es un caso singular porque contiene entre sus peñascos las ruinas de un templo romano del siglo II d C. Podemos ver en la foto las columnas del pórtico sobresaliendo por encima de las piedras calizas (foto28). Los muros del templo (dedicado a Zeus Belgalasos) se integran perfectamente en el roquedal, ensamblándose los sillares con el contorno irregular de las rocas naturales.
   Faqra conserva también en las cercanías las ruinas de otro templo dedicado a Atargatis, dos altares y una masiva torre del año 43 d C, consagrada al culto del emperador Claudio, asociado al dios Belgalasos.
   

Faqra. Puente natural
   
   A unos pocos kilómetros de las ruinas romanas de Faqra se halla este magnífico puente natural, perforado por las aguas del Nahr El Laban o Río de la Leche (foto29). El puente es conocido como Jisr El Hajar ('diseñado por el viento y la lluvia').


   

Beirut. Rocas de la Palomas
   
   En la misma capital del Líbano emergen a orillas del Mediterráneo estas formaciones rocosas erosionadas por las olas marinas (foto30). Todos los años se celebra en este lugar una competición de zambullida de altura, en la que los bañistas se arrojan al agua desde lo alto de la roca principal.

 

 

FotoCD140
   
Los cedros sagrados del Líbano
   
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