Exposiciones fotográficas

Benares. Microcosmos de la India

El río Ganges, diosa-madre de la India


   Vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño.
   Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto...
   (Jorge Luis Borges, extractos de El Aleph)


   Vi el sagrado río Ganges, diosa y madre de la India, a su paso por la ciudad santa de Benares. De todo el país venían peregrinos a sumergirse en sus aguas en baños rituales de purificación.
   Y en las escalinatas de sus orillas se agolpaban hombres y mujeres, niños y ancianos, de todas las edades, de todas las castas y clases, unidos por una misma fe.
   Vi incinerar sus difuntos en las piras de cremación, y aventar sus cenizas en las aguas del río, al tiempo que entonaban un antiguo cántico:
   “Como el hombre deja los vestidos viejos para tomar otros nuevos, así el espíritu abandona los cuerpos viejos y se interna en los nuevos.
   Ni le hieren las armas, ni le quema el fuego, ni le mojan las aguas, ni le marchitan los vientos”.

 

   Tus Dioses te han envuelto como en un sudario, 
Sagrada Benares, donde desde el alba hasta la noche, 
Desde la calle coronada de mezquitas y la colina rebosante de templos, 
Vibran los bulliciosos murmullos de la muchedumbre, 
Resonando con fuertes ecos sobre el venerado Ganges; 
Mientras en el hondo refugio de las capillas ceñidas de flores, 
Siempre la Forma callada, en calma divina,  
Se cierne sobre las cabezas de los suplicantes postrados ante ella. 
Pero el Río majestuoso avanza allá abajo, 
Sereno, implacable, transportando hacia el mar 
Las cenizas de aquellos que, dichosos en su muerte, 
En sus benditas orillas encuentran la Eternidad. 
Al final, el claro ocaso lanza una guirnalda de oro, 
Y la dulce Noche lo inunda todo silenciosamente. 
   C. A. Kelly (siglo XIX)

 

   Ultra Aurora et Ganges, 'más allá de la aurora y del Ganges'. En esas cuatro palabras está el Oriente para nosotros.
   Jorge Luis Borges, Siete noches

   
   
   En un país castigado por interminables sequías entre monzón y monzón, el agua no sólo es un bien sumamente apreciado sino que su llegada se agradece como si fuera un don divino. Así, a lo largo y ancho de la India, los ríos, lagos, estanques, manantiales, albercas y depósitos de agua detentan un carácter especial cercano a la sacralidad. Estas aguas dulces son el único recurso de que disponen para vivir millones de familias, cuyos medios de subsistencia están enraizados en la agricultura. Por eso los cursos y embalses de agua se respetan y se veneran, además de ser utilizados para la higiene cotidiana de sus habitantes, y para ejecutar ritos de purificación. Cada amanecer en la India es testigo de la afluencia masiva de los nativos a las aguas del estanque o río más cercano a sus hogares, para proceder a la limpieza corporal matutina, que al mismo tiempo es un lavado espiritual. Grandes escalinatas de piedra (los 'ghat') conducen al agua y sumergen sus gradas bajo la superficie, con lo que el devoto puede entrar con comodidad en el líquido elemento y practicar a conciencia sus abluciones. 
   De todos los ríos sagrados de la India, el más sagrado es el Ganges. Con sus dos mil quinientos kilómetros de recorrido, desde la remota Gangotri en el Himalaya hasta su desembocadura en el golfo de Bengala, es el más largo y caudaloso del subcontinente. La mitología hindú ve en el Ganges la materialización en la Tierra de una divinidad femenina: Ganga Ma, o la Madre Ganga, diosa-madre de la India. Los relatos sobre su origen difieren, según sigan la tradición vishnuita o sivaita, pero esto es lo habitual en la complejísima teogonía brahmánica, donde dioses, diosas, ángeles y demonios tienen, como ocurre con los dioses del Olimpo, sentimientos y emociones semejantes a los de los humanos, combaten entre sí por la hegemonía o son presa de contradicciones, odios y pasiones amorosas. La leyenda más común es (resumida) la que afirma que Ganga era un río celeste, antes de descender a la Tierra a instancias de Brahma. La fuerza del choque de las aguas podría destruir la Tierra, a no ser que Siva lo impidiera. Irritada por la jactancia de Siva, que presumía de poder resistir su empuje, Ganga se lanzó con todo sus ímpetu sobre el dios, con la intención de arrastrarlo hasta las regiones infernales. Pero Siva extendió con la mano un mechón de sus largos cabellos de asceta, y pudo contener el golpe, apresando a la diosa en su cabellera. Más tarde la dejó escapar. Ganga dio tres vueltas al monte Meru, el ombligo del mundo, y se derramó sobre la tierra, con gran júbilo de los humanos, los dioses y las criaturas celestes, dividiéndose en los siete ríos del mundo. 
   La diosa Ganga suele ser representada como una figura femenina que asoma su cabeza por la cabellera de Siva. Asociada a su afluente principal, el también sagrado río Yamuna, forma iconográficamente una pareja de jóvenes doncellas que suelen flanquear la puerta de entrada a los templos, de pie y adosadas a sus jambas. Ganga sostiene un cántaro con agua del río, se protege con un parasol, y cabalga sobre un 'makara' o monstruo acuático. Yamuna, a su lado, es muy similar en todo, excepto en que monta sobre una tortuga. Ganga está relacionada con la luna, y Yamuna con el sol. 
   A lo largo de las riberas del Ganges se levantan poblaciones, monasterios y lugares santos, como Rishikesh, Hardwar, o Allahabad, la antigua Prayaga ('confluencia'), ciudad asentada en el punto donde el río Yamuna confluye con el Ganga. Pero la ciudad santa por excelencia, entre las que tienen el privilegio de ser tocadas por la bendición de sus aguas, es Varanasi o Benares. 

 

Benares. Meca del hinduismo

   Benares, conocida también con los nombres de Banaras, Varanasi, y Kasi (topónimo histórico éste último que proviene de cuando la ciudad fue corte del antiguo reino de Kasi), es la capital del distrito de Varanasi, en el estado de Uttar Pradesh, en la mitad norte de la península india. Su abigarrada y densa urbanización se levanta en la orilla izquierda del Ganges, siguiendo la curva de un amplio meandro que se abre paso hacia la parte central del fértil valle regado por sus aguas. Unos 800 kilómetros la separan de Delhi y 700 de Calcuta, metrópoli muy cercana a la desembocadura del río. 
   Para los hindúes, el río más sagrado es el Ganges, y Benares, bañada por su caudal, la ciudad más santa de la India. Esta sacralidad es también reconocida por los budistas, pues fue aquí cerca donde el Buda Siddharta Sakyamuni pronunció su primer sermón a sus cinco discípulos tras alcanzar la iluminación, y 'puso en marcha la Rueda de la Ley'. E incluso por los jainistas, cuyas leyendas sitúan aquí el nacimiento de dos 'tirthankaras' o proto-santos de la religión jain. Según los budistas, Rama, una de las diez encarnaciones del dios Vishnu en la Tierra, fue rey de la ciudad de Varanasi, si bien la tradición hinduista sostiene que Rama nació y reinó en Ayodhya. 
   El frente compacto de casas, templos, mezquitas, palacios y ghat (escalinatas que se sumergen en el río) que da a la ribera del Ganges, donde Benares se baña y se mira en el espejo de sus aguas, será uno de los más hermosos paisajes urbanos que puedan contemplarse en la India. Su sucesión de setenta y cuatro escalinatas, a lo largo de más de siete kilómetros, bulle de vida, y exhibe el inacabable espectáculo de los baños rituales y las ceremonias de ofrenda a la diosa Ganga que se produce a todas horas, desde antes de la salida del sol hasta bien entrada la noche. BenaresEl paraje más concurrido por los fieles es el ghat central de Dasashvamedha, en el que desemboca la arteria principal del núcleo urbano de Benares, consagrado al 'sacrificio de los diez caballos' realizado por el dios Brahma, creador del universo, para implantar su soberanía. En torno a esta escalinata se elevan casi 700 templos y templetes, entre los 1.500 que hay en la ciudad. 
   Un baño en las escalinatas que dan al Ganges lava al hindú de todos sus pecados, le purifica y le pone en condiciones de poder solicitar la bendición de los dioses en el templo. Si un hindú muere a orillas del río y, tras la cremación, sus cenizas son esparcidas sobre el agua, su alma rompe el ciclo de reencarnaciones, la infinita cadena de nacimientos y muertes a que todo ser vivo está sometido, y puede liberarse y alcanzar la beatitud eterna. 
 
   La ciudad está rodeada por un circuito de unos 60 kilómetros de perímetro, llamado Panchakosi, que todo fiel hindú debe recorrer, así como debe visitar Benares al menos una vez en la vida, y a ser posible ir allí a morir a edad avanzada. Todos los años, miles de personas efectúan a pie esta circunvalación a la ciudad en seis etapas, tras haberse purificado en las aguas benditas del río. Cada etapa dura un día, y para estos hombres y mujeres, morir en el transcurso de este recorrido es la mejor forma de morir que podría desear un ser que busca la verdadera liberación. 
   A lo largo de la historia, Benares ha sido un gran foco de irradiación de la cultura y la religiosidad hindúes. Grandes literatos como Kabir o Tulsidas compusieron aquí sus obras. Tulsidas, poeta del XVI, es recordado en lápidas conmemorativas en varios templos por ser el primero en traducir el Ramayana del sánscrito al hindi, lo que en su tiempo le valió el rechazo de los hindúes ortodoxos por el hecho de haber trasladado un texto sagrado a una lengua vulgar. La oportuna intervención de Siva y Rama, realizando milagros en señal de aprobación, acabó con estas reticencias y desde entonces el Ramayana se recita y canta en hindi. Las artes, las letras, la música y la danza fueron disciplinas pujantes en las escuelas de Benares (sus músicos y bailarines aún tienen hoy día prestigio internacional), y ejercieron una decisiva influencia sobre múltiples aspectos de la civilización india, llegando hasta sus más alejados rincones. 
   La influencia es recíproca, pues como meta del peregrinaje de la vida, Benares ha absorbido en su seno a gentes venidas de todos los puntos de la India, muchas de las cuales han fijado allí su residencia. Esto ha propiciado que la ciudad goce de unas características propias que en cierto sentido podríamos calificar de cosmopolitas. Una multiculturalidad polifacética, en la que se codean en apretada simbiosis todos los credos y costumbres del subcontinente indio. La población de origen islámico es importante, alrededor de un tercio del total, aunque las familias musulmanas tienden a vivir en barrios diferenciados, en zonas específicas; sus relaciones de convivencia con los hindúes dejan a veces que desear, dándose periódicamente conflictos y brotes de violencia entre ambos colectivos, tal como ya contaba Kipling a fines del XIX en sus relatos cortos ambientados en la India. También habitan en Benares nutridas poblaciones de miembros de otras religiones más minoritarias, como los budistas, los jainistas y los sijs. 
   Entre los innumerables templos que puntean con sus sikharas (características torres en forma de pan de azúcar) el skyline de la ciudad, los más venerados son el de Vishvanatha, o Templo de Oro, dedicado a Siva, patrón o divinidad tutelar de Benares; el de Annapurna, bajo la advocación de la diosa Kali en su aspecto benévolo; el de Sankatmochana, consagrado al semidiós mono Hanuman, fiel servidor de Rama; y el de la diosa Durga, consorte de Siva. Las mezquitas musulmanas, con sus inconfundibles cúpulas y minaretes, rivalizan con los templos hindúes en número y magnificencia: las más importantes son las construidas por Aurangzeb y Alamgir. 
   Actualmente la ciudad alberga tres universidades y numerosos colegios de enseñanza superior.

 

Breve historia de Benares

   La más antigua ciudad contemporánea del mundo, que era ya vieja cuando Buda era joven.
   Salman Rushdie, Hijos de la medianoche

   Las excavaciones han revelado que Benares es uno de los más antiguos asentamientos humanos del valle del Ganges. Sin embargo, la epigrafía más antigua que menciona el legendario reino de Kasi, del que era la capital, se remonta a la literatura védica tardía del siglo VIII a C. En esa época se suele situar la fundación de la ciudad. Benares creció y se convirtió en una capital importante ya en tiempos del príncipe Siddharta, el fundador del budismo (siglo VI a C), como lo demuestran las extensas y refinadas ruinas búdicas de Sarnath, hoy absorbidas por los arrabales periféricos de la ciudad. En Benaresaquel momento Benares constituía una especie de muro de contención entre los imperios de Kosala y Maghada, aunque fue pronto anexionada a éste último. En el siglo III a C, el célebre emperador Ashoka, convertido a la nueva fe y que hizo del budismo la religión oficial del país, mandó construir en Sarnath un 'stupa' (el Dharmarajika) para custodiar las reliquias de Buda. Entre los muchos 'pilares de Ashoka' que jalonan sus dominios, destaca por su magnificencia el que erigió en Sarnath, con inscripciones en su fuste de arenisca pulimentada, y un capitel, o más bien coronamiento de columna, formado por cuatro soberbios leones sosteniendo el 'dharmachakra' o Rueda de la Ley, capitel cuya imagen se ha convertido en el escudo oficial de la India. 
   Durante la tenida como 'edad de oro' o periodo clásico de la historia de la India, coincidente con las dinastías gupta y post-gupta (siglos IV - VI  d C), Benares fue un esplendoroso centro cultural, educativo y artístico. Xuanzang, un peregrino budista procedente de China que visitó la ciudad en el siglo VII, testimonió que aunque la mayoría de sus habitantes adoraban al dios hindú Siva, aún vivían en Sarnath 1.500 monjes budistas, de la rama theravada. Dejó también escrito que junto a un árbol sagrado vio montones de huesos humanos, restos de aquellos devotos que se habían quitado la vida y cuyas cenizas habían sido arrojadas al Ganges con el fin de obtener la liberación del 'atman' (alma) y la salvación eterna. Se conocen también otras inscripciones, datadas en el siglo VI, que hablan de suicidios en las orillas del río. Al-Biruni, un estudioso árabe, apuntó que ascetas y anacoretas de todo el país arribaban a Benares a instalarse en sus calles para esperar allí el fin de sus días. 
Benares   Benares recuperó en el siglo XII su rango de capital, esta vez bajo los gahadavalas. Muchos de los rituales hinduistas que aún se practican hoy en las escalinatas del Ganges se remontan a esta época, así como algunos lugares sagrados, ghat y festivales. A partir de 1194, la ciudad experimentó una fuerte crisis durante los siglos de ocupación de los sultanes musulmanes con sede en Delhi, provocando la diáspora de sus más eminentes sabios y artistas de religión hindú, lo que acarreó un marcado retroceso cultural. Los sultanes destruyeron sistemáticamente en todo el norte de la India los templos, capillas y centros pertenecientes al culto hindú, y como consecuencia de ello ninguno de los monumentos de Benares se remonta a más atrás del siglo XVIII. Hubo, sin embargo, en el siglo XVI, un paréntesis donde se produjo un renacer temporal, fomentado por la tolerancia religiosa del gran emperador mogol Akbar, con sus actividades de mecenazgo para con las artes y las ciencias. Sabios (pandits), maestros y estudiantes acudieron de regreso a las aulas, y la ciudad se convirtió de nuevo en el más importante foco de enseñanza de la cultura sánscrita en el país. Este renacimiento fue una vez más abortado por el régimen rigorista del emperador Aurangzeb, el último gran mogol, en el siglo XVII. Hubo por fin una última revitalización bajo la dinastía de los marathas, que restauraron el poder hindú y reconstruyeron los templos. 
   Benares se convirtió de nuevo en capital de un estado en 1910 bajo la dominación británica, con base en la fortaleza de Ramnagar, levantada en la orilla opuesta del río, pero sin jurisdicción sobre la ciudad. En 1949, al poco de obtener la India la independencia de los británicos, el estado de Benares fue incorporado al estado de Uttar Pradesh.

 

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Benares
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Fotografías: Eneko Pastor
Realizadas en Benares (India)

   


 

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