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Vislumbres de Pakistán

Taxila y el arte greco-búdico


   "Alejandro creía que el modelo de ciudad griega merecía ser diseminado por toda Asia (...) y esta creencia fue su contribución más duradera a la historia."
   (Robin Lane Fox, Alejandro Magno, conquistador del mundo)
   

   De las ciudades habitadas de la cuenca del río Indo, Taxila es la que tiene orígenes más remotos. Su estratégico emplazamiento en medio de la ruta que enlaza el Ganges con el mar de Arabia la convirtió en un importante asentamiento humano ya desde época prehistórica. 
   Taxila fue una importante urbe del mítico reino de Gandhara que, con capital en la actual Peshawar, abarcaba en los primeros siglos de nuestra era una amplia región desde Afganistán hasta el noroeste de la India, y constituyó, junto a Mathura, uno de los dos más importantes focos de irradiación cultural y artística del norte del subcontinente. 
   Esto ocurrió bajo la dinastía de los kushanas (ss I y II d C), de origen escita, pero antes Gandhara había sido una satrapía del imperio persa aqueménida, y había sido tomada por Alejandro Magno y controlada por un tiempo por los macedonios, que introdujeron en cierto grado la cultura helenística en la región. La ciudad de Taxila se rindió sin resistencia a Alejandro. Su rey reconoció al macedonio como rey supremo, y se ofreció como aliado en su avance conquistador hacia la India para luchar contra su enemigo el rey Poros, soberano del país contiguo a Gandhara por el este.
Vislumbres de Pakistan  
   El rey Kaniska, nieto del fundador de la dinastía kushana, conquistó Gandhara hacia el 64 d C, y él y sus descendientes gobernaron durante dos siglos el país. Este soberano favoreció el budismo, como había hecho tres siglos antes el emperador maurya Asoka, y se sabe que tenía establecidas relaciones comerciales con la misma Roma. 
   'Gandhara' es también el nombre con que se conoce el estilo artístico que se desarrolló con pujanza en este extenso territorio. El arte gandhara, llamado también arte greco-búdico, se caracteriza por ser una síntesis entre las dos corrientes culturales que, procedentes una de occidente y otra de oriente, confluían en esta zona: el helenismo y el budismo. En los museos de Lahore, Taxila, Peshawar y Karachi pueden admirarse innumerables esculturas y relieves de estilo gandhara: los motivos son budistas, pero las formas son griegas y romanas. Así, veremos estatuas de Buda y de boddhisatvas con los rostros finamente cincelados reflejando una serenidad clásica, y ataviados con mantos cuyos pliegues cubren la anatomía del modelo con la misma gracia que las túnicas de personajes togados de la cultura grecolatina. 
   Superada la primera fase anicónica del arte budista (en la que no se mostraba al Iluminado en figura humana, sino que se le aludía por medio de símbolos: la rueda, el árbol de Bo, el trono, un estupa, las huellas de los pies...), y coincidiendo con el auge del budismo mahayana, el Buda comenzó a representarse figurativamente con rasgos humanos, pero con un estilo naturalista que bebía en las fuentes del occidente clásico. Los pliegues de su túnica son como los de las togas y palios de la primera época imperial romana. El peinado, con flecos que caen en la frente, es como el que se llevaba en la época de Augusto y los Flavios, en el siglo I d C. Las estatuas no son de bulto redondo completo, pues iban por lo general adosadas a estupas y capillas, por lo que el cuerpo es más bien plano y sólo tiene relieve en la superficie frontal. Solamente la cabeza es de bulto redondo. 
   Aunque la cronología de estas piezas es muy dudosa, su evolución estilística parece ir paralela a la del imperio romano del siglo I al IV d C. Además de imágenes del Buda y de los boddhisatvas, los relieves describen episodios de la vida del Iluminado y del ciclo de leyendas jataka. Hay una pieza excepcional, que rompe con todos los cánones descritos, y puede contemplarse en el Museo de Lahore: el Buda ayunando. Aquí la figura del Buda es representada en su época de asceta, en que llevó la mortificación y el ayuno hasta sus extremos, para descubrir que tales prácticas no eran la verdadera vía a la iluminación. El cuerpo del ex-príncipe Siddharta está tan desfigurado por su estricto ayuno, tan extremadamente delgado, que las costillas y los huesos se le marcan en el pellejo hasta parecer un auténtico esqueleto humano.
   En lo que respecta a la arquitectura de la época gandhara, ocurre algo parecido. Los edificios responden a las funciones del culto budista, pero las formas arquitectónicas toman prestados multitud de elementos constructivos y decorativos provenientes de la cultura helena, y también de los partos. Los estupas semiesféricos reposan sobre plintos cuadrados con molduras clásicas, y se adornan con pilastras estriadas rematadas en capitel de tipo corintio, y hornacinas con frontón triangular para albergar estatuas de piedra o estuco. En verdad que resulta sorprendente descubrir enormes capiteles jónicos, con su típica doble voluta, en ruinas tan alejadas del Mediterráneo como las de Pakistán.
  
   "A unos cinco mil kilómetros de distancia del Egeo, había ciudadanos griegos, macedonios y tracios que disfrutaban de los templos, los gimnasios y las palestras exactamente como si estuvieran en una ciudad de la Grecia peninsular; el amplio techo de madera del enorme palacio, hecho con ladrillos de barro, estaba protegido por un porche con delicadas columnas corintias y se apoyaba sobre capiteles tallados en forma de hojas de acanto de estilo griego. (...)
   Quinientos años después de Alejandro, los budistas indios todavía esculpían la leyenda del caballo de Troya junto a la vida de Buda. (...)
   A través de la ruta marítima planeada por Alejandro, que partía de la Alejandría de Egipto, seguía por el Golfo Pérsico y llegaba hasta el río Indo, el arte griego de Alejandría alcanzó el Punjab y el Irán superior durante al menos quinientos años; puede que sus diseños contribuyeran a asegurar la larga vida del arte griego en la zona, y sin duda influyeron en los primeros relieves budistas que se tallaron en el noroeste de la India."
   (Robin Lane Fox, Alejandro Magno, conquistador del mundo)
  
   Entre las extensas ruinas de la antigua Taxila, desperdigadas por una vasta área agrícola de 25 km cuadrados, a veinte kilómetros al noroeste de Rawalpindi/Islamabad, la capital del país, han salido a la luz cuatro antiguos centros de población, alejados entre sí: Saraikala, Bhir, Sirkap y Sirsukh. Y varios conjuntos de ruinas, entre las que destacan las de Jaldian, Mora Moradu, Dharma Rajika y Giri.
  
   Saraikala consta de un túmulo prehistórico que se eleva en cuatro terrazas sucesivas hasta los 515 metros de altura, y se trata del primer yacimiento neolítico hallado en esta parte de Asia. Conserva además un buen número de sepulcros cubiertos con losas de piedra.
  
   Bhir alberga un túmulo de 1.106 x 667 m, con una altura de 21 m, construido en el siglo VI a C por los persas aqueménidas.
  
   Sirkap es una extensa urbe rodeada de una gruesa muralla de fortificación de más de cinco kilómetros de perímetro, construida siguiendo el modelo de urbanización helenístico de bloques de viviendas rectangulares dispuestos en una estructura callejera ortogonal (foto18). Entre las casas se han identificado tiendas. La ciudad es un ejemplo de las influencias de la cultura clásica occidental sobre el arte local de esta remota región. Las ruinas han sido datadas entre el siglo II a C y el siglo I d C, cuando la ciudad fue destruida por los kushanas. Un claro ejemplo del sincretismo de culturas que se dio en Taxila lo constituye el estupa (foto19) compuesto por  una semiesfera en cúpula reposando sobre un zócalo cuadrado, en  cuyos lados exhibe hornacinas con distintos motivos simbólicos. Uno de los nichos se corona con un águila bicéfala (símbolo de poder en Oriente Próximo), otro con un torana (o pórtico) hindú, otro con un arco de chaitya (o santuario budista), y el último con un frontispicio triangular de estilo griego clásico. Con lo que este monumento revela influencias india, grecorromana, irano-parta y de Asia Anterior.
 
    Sirsukh fue la ciudad fortificada de los kushanas, en forma de triángulo irregular de 1.370 m de norte a sur, y de 1.000 m de este a oeste. Todavía conserva largos tramos de murallas, de curiosas formas redondeadas (foto20).
Jaldian (Taxila, Pakistan) 
   Jaldian es un montículo descampado en el que yacen las ruinas de un gran templo de gruesos muros, de inconfundible estilo jónico, aunque incorpora elementos extraños locales. Los capiteles jónicos de las columnas del pórtico in antis están caídos y rotos por el suelo, pero se aprecian perfectamente sus volutas y adornos. Las basas que se conservan son también inequívocamente jónicas.
  
   Mora Moradu comprende varios estupas de estilo greco-búdico, y un monasterio. Los estupas se componen de una estructura cilíndrica sobre una plataforma cuadrada, ornadas ambas con pilastras adosadas de estilo griego clásico (foto21). El monasterio alberga en sus dependencias grandes estatuas de budas sentados realizadas en estuco (foto22), así como un estilizado estupa en estuco de varios pisos (foto23).
  
   Dharma Rajika es otro complejo que comprende un gran estupa (el edificio más antiguo) rodeado de cuatro monasterios de época gandhara y otros estupas pequeños más tardíos. En las bases de los estupas todavía pueden apreciarse in situ restos de esculturas en estuco. Las estatuas de piedra han sido trasladadas al museo de Taxila.
  
   Giri, ruinas musulmanas sobre una colina donde se levantaban dos monasterios budistas.
  
   Estas ruinas están consideradas como patrimonio cultural universal por la Unesco, e incluidas en su Catálogo en 1980, con el nombre de Taxila (Taksha-Sila).


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FotoCD21

Vislumbres de Pakistán

Fotografías: Eneko Pastor 
Realizadas en Pakistán

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Bazares de Pakistán
   
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   En la ruta terrestre hacia las Indias es forzoso atravesar el río Indo, cuya cuenca es columna vertebral del actual Pakistán. No es de extrañar que a lo largo de esta vía hayan florecido prósperas ciudades de gran ímpetu económico, como Peshawar, Rawalpindi o Lahore, siendo sus bazares y mercados callejeros la manifestación más representativa de su intensa actividad comercial, así como un fiel reflejo de las formas de vida de sus habitantes. 
   Todos los colores, aromas y sonidos de Oriente se dan cita en estos bazares para ejercer su hechizo sobre nuestros sentidos.