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Vislumbres de Pakistán

Mohenjo Daro y la civilización del Valle del Indo


   Mohenjo-Daro (el 'Paraje de los Muertos') es el nombre que se da a la mayor de las ciudades desenterradas hasta hoy pertenecientes a la llamada Cultura del Indo o de Harappa, que, junto a las de Mesopotamia y Egipto, y coetánea de ambas (aprox. 2350-1750 a C), es considerada por los historiadores como una de las cunas de la civilización. 
   El descubrimiento de esta cultura es relativamente tardío dentro de la arqueología del siglo XIX, y no fue hasta entrado el XX cuando se emprendieron las primeras excavaciones científicas. Sir Alexander Cunningham, primer director del Archæological Survey of India, detectó en 1865 que el lugar de Harappa (a orillas del río Ravi, afluente del Indo), que estaba siendo utilizado como cantera de ladrillos para la construcción del talud de la vía férrea entre Lahore y Multan, no era sino las ruinas de un yacimiento de gran antigüedad. La mayor parte de sus edificios habían sido desmantelados y despiezados en centenares de miles de ladrillos cocidos que habían servido de materia prima para las obras del ferrocarril. A pesar de este expolio involuntario, aún pudo descubrir interesantes vestigios, como tres sellos con inscripciones en un alfabeto desconocido. El mundo empezó a ser consciente de la existencia de otra cultura fundacional en la historia de la civilización, muy anterior a los tiempos de Buda, que era lo más lejos que se había llegado en las investigaciones de la India del pasado. 
Vislumbres de Pakistan   En 1920 dieron comienzo las excavaciones en Harappa, y al año siguiente en Mohenjo-Daro. El resultado fue la exhumación parcial de dos grandes ciudades de época muy remota caracterizadas por poseer una prodigiosa planificación urbana, sin parangón con otras poblaciones contemporáneas. La aparición de sellos muy similares a los mesopotámicos permitió datar aproximadamente los descubrimientos hacia mediados del III milenio a C, en tiempos de Sargón de Accad y del Imperio Antiguo del Egipto de los faraones. Recíprocamente, en Mesopotamia han sido hallados sellos y estatuillas de la Cultura del Indo que demuestran, sin lugar a dudas, la existencia de relaciones comerciales entre los dos países. 
   Aunque sólo se ha excavado una tercera parte del sitio de Mohenjo-Daro, se calcula que este centro urbano se extendía sobre una superficie de 97 hectáreas, en la orilla derecha del cauce del río Indo, en una comarca bien irrigada y con fuerte potencial agrícola. A juzgar por el gran número de viviendas exhumadas, se ha calculado que tanto Harappa como Mohenjo-Daro contaría cada una con varias decenas de millares de habitantes, pudiendo llegar esta última urbe a los 50.000 vecinos. Auténticas metrópolis de la prehistoria. 
   Entre lo sacado hasta ahora a la luz, se pueden distinguir dos grandes zonas: 
   - Un montículo artificial dominando el conjunto de la ciudad, que alcanza los doce metros de alto, coronado en la llamada 'Ciudadela' por un macizo túmulo, que es un estupa budista de época posterior. 
   - La zona urbana, a un nivel más bajo, desplegada hacia el este sobre un terreno extenso y ondulado, aunque también hacia el norte han aparecido restos que llegan hasta la misma orilla del río. 
   Los principales edificios que se pueden distinguir, siempre construidos con ladrillos cocidos, son: el Gran Baño, el Gran Granero, el patio del Colegio, la sala de los Pilares, las torres cuadradas y, en el rincón sudeste, un muro de apoyo. Todas estas denominaciones son arbitrarias, dado que aún no se ha podido identificar con seguridad las distintas funciones y usos de las estructuras principales de la ciudad, que se integran perfectamente en una red urbana de casas, de trazado ortogonal, con calles principales, secundarias y callejas. Causa admiración el avanzado sentido urbanístico del conjunto, con sus bien alineados bloques de viviendas particulares, que disponen en gran parte de pozo, cuarto de baño y sistemas de evacuación de aguas residuales. 
   La ciudad baja se ha dividido en tres sectores, y en ella se han descubierto buen número de edificios públicos y privados, pozos individuales y colectivos, edificaciones industriales y comerciales. El material omnipresente es el ladrillo cocido. Las calles de trazado rectilíneo son cortadas en ángulo recto por bocacalles, formando un tupido entramado de bloques de casas orientadas de norte a sur y de este a oeste. En el pavimento se abren cuidadas canalizaciones, que forman todo un sistema de evacuación de aguas negras (foto35). Estamos ante uno de los ejemplos de planificación urbana más antiguos del mundo, dotado de un servicio de abastecimiento y drenaje de aguas absolutamente excepcional, único para su época. 
   Una vivienda típica estaría constituida por un patio rectangular central de 50 a 150 m2, y rodeada de altos muros sin ventanas, que aún hoy en algunos casos llegan a los 5 metros de altura. Constaba de dos pisos, y una escaleras conducían al piso superior. Aunque la ciudad estaba provista de pozos públicos, las mejores viviendas disponían de un pozo privado en el patio, construido como una torre cilíndrica con ladrillos en forma de cuña (foto33), además de letrina y un lavabo o cuarto de baño. Las aguas residuales conectaban por un canalillo con un canal recolector, y éste a su vez iba a parar al eje principal de evacuación de la ciudad. A veces, como en el caso del 'Gran Baño', el sistema de canalización de aguas era subterráneo, a través de pasillos abovedados con suficiente altura como para poder deambular por su interior (foto36). 
   El llamado 'Gran Baño' es una curiosa estructura, que destaca claramente entre las construcciones circundantes en las que se integra, cuyo cometido es aún objeto de discusión entre los arqueólogos (lo cual también ocurre con los restantes monumentos del lugar). Consiste en una especie de piscina de 11,70 x 6,90 m de lado, y 2,40 m de profundidad, a cuyo interior se puede descender por dos escaleras (foto31). Las paredes y suelos de la piscina están realizadas con las junturas de los ladrillos muy compactas, que llevaban antaño una capa de betún de 3 cm de grosor, para conseguir su impermeabilización. Una galería de pilares cuadrados rodeaba este depósito, en el que tal vez se realizaban baños rituales. 
   El conocido como 'Colegio' es una edificación de 1.800 m2, con muros de un metro de alto, que tenía una sola entrada de acceso. Se han creído reconocer también restos de lo que sería un 'hammam' o baño de vapor, y una estructura pública que se ha convenido en denominar 'Sala de Audiencias', aunque, a falta de nuevos datos, todas estas atribuciones han de tenerse como dudosas. 
Vislumbres de Pakistan   Es significativo que hasta hoy no hayan aparecido edificios públicos que puedan considerarse como templos o santuarios religiosos, ni tampoco como palacios o residencias de altos dignatarios. Sí que parece constatarse, por otro lado, la existencia de una estratificación social de clases, que se deduce por las diferencias constructivas entre las distintas barriadas. Uno de los barrios está compuesto por viviendas más grandes, más altas y más lujosas que las del resto de la ciudad (foto34), que muy bien podrían pertenecer a ciertas elites con poder oligárquico. Tampoco parece haber ofrendas sepulcrales. No se han encontrado necrópolis en Mohenjo-Daro, aunque sí algunas tumbas en Harappa, de tipo muy modesto. 
   Aunque la Cultura del Indo conecta con una larga tradición neolítica y calcolítica que abarcaba hasta Beluchistán y Turkmenistán (el sitio prehistórico de Mehrgarh es uno de los que más restos ha proporcionado), no se aprecia una evolución clara que permita explicar su eclosión. A partir de cierto momento, las ciudades aparecen ya totalmente desarrolladas, y sólo en sus estratos más profundos se han detectado restos de épocas prehistóricas. 
   Además de por su extraordinaria planificación urbana, la Cultura del Indo se caracterizaba por el empleo de una cerámica de gran calidad, de rasgos locales propios e inconfundibles. Y por la utilización de un alfabeto que combinaba entre 200 y 400 signos fonográficos, ideográficos y determinativos, que hasta ahora se han resistido a todos los intentos de interpretación. No lo ha facilitado el hecho de que la mayoría de las inscripciones halladas sean muy cortas, formadas por un escaso número de símbolos, que probablemente corresponden a simples nombres propios de personas, o a títulos honoríficos. Hoy en día el idioma de la Cultura del Indo sigue indescifrado, y ello impide conocer muchos de los aspectos administrativos, políticos y sociales por los que se articulaba esta avanzada sociedad, cuya historia permanece hasta el momento sumida en un impenetrable misterio. 
   Los sellos han sido una importante fuente de información sobre la Cultura del Indo. Se han colectado más de 4.200 ejemplares, todos con representaciones humanas y animales, y la mayoría con inscripciones epigráficas. Están realizados en esteatita, en forma cuadrada, midiendo entre 17 y 30 mm. Entre los motivos zoomorfos, el que más abunda es el llamado 'unicornio', un bóvido cuya cornamenta dibujada de perfil parece componerse de un solo cuerno, aunque pueden distinguirse también toros, cebúes, búfalos de agua, tigres, rinocerontes y, más raramente, elefantes y cocodrilos. Las figuras humanas portan en general coronas con cuernos. Una de ellas está sentada frontalmente en la postura del loto y rodeada de animales, lo que ha llevado a identificarla como un 'proto-Siva' en su representación de Pasupati o 'señor de los animales', aunque esta interpretación sea muy dudosa, dado que las invasiones del subcontinente indio por los pueblos de cultura védica tuvieron lugar siglos después de haberse extinguido la Cultura del Indo. Hay también una figura que semeja un héroe luchando con dos tigres, en una composición que recuerda poderosamente a la mesopotámica de Gilgamesh combatiendo con dos toros. 
   La civilización del valle del Indo era una sociedad eminentemente agrícola (productos básicos: trigo y cebada) y ganadera (vacuno, ovino y caprino), pero también había desarrollado una sofisticada actividad comercial basada en el trueque, como ha quedado evidente tras estudiar su sistema de pesas y medidas a partir de los hallazgos de varios juegos de pesos compuestos de cubos de piedra de diferentes tamaños proporcionales según una escala decimal. 
   Por último, se han hallado en Harappa y Mohenjo-Daro numerosas estatuillas de terracota representando figuras humanas masculinas y femeninas, así como de animales (entre los que predomina el toro), de muy buena factura. Las esculturas de piedra son más raras, aunque sobresale por su calidad la del célebre 'rey-sacerdote', un pequeño busto de 18,7 cm en caliza blanca de un personaje sedente, con barba, ataviado con un manto decorado de tréboles, que recuerda en composición y estilo a otros muchos similares de la cultura sumeria. 
   La influencia de la Cultura del Indo se dejó sentir en zonas tan alejadas como Haryana (en el Rajasthan indio), Kutch, parte del Gujarat y hasta Delhi, aunque los escasos restos localizados en estas zonas exhiben unas características regionales muy marcadas. Se calcula que en su totalidad esta civilización abarcaba, según Percy Brown, un área inmensamente más extensa que las de Egipto o Sumeria. 
   El declive final de la civilización del Indo se sitúa hacia el 1800-1750 a C, supuestamente provocado por las invasiones de grupos de población venidos de Irán, y la progresiva sustitución de la economía sedentaria por el pastoreo seminómada. La homogeneidad cultural que caracterizaba a esta sociedad se cuartea y entra en un proceso de regionalización, en el que se pierde la escritura, y desaparecen objetos materiales como los sellos, pesos... La agricultura se diversifica, introduce nuevos cultivos y adopta modos de producción que parecen precedentes del sistema agrario de la India actual. 
   Las ruinas arqueológicas de Mohenjo-Daro han sido incluidas en 1980 en la Lista del Patrimonio Universal de la Unesco.

 

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Vislumbres de Pakistán

Fotografías: Eneko Pastor 
Realizadas en Pakistán

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