Colecciones fotográficas

Taj Mahal y otras joyas del arte mogol

La India de los grandes mogoles

 

   Tú sabías, Shah Jahan, que vida y juventud, riqueza y gloria, son arrastradas por la corriente del tiempo. Solo te esforzaste por ello en perpetuar la tristeza de tu corazón... Dejaste que los fulgores del diamante, la perla y el rubí se desvanecieran como el mágico resplandor del arco iris. Pero hiciste que esta lágrima, este Taj Mahal, resbalara inmaculadamente brillante por la mejilla del tiempo, por los siglos de los siglos.
   Rabindranath Tagore

 

Chini ka Rauza 

   El año 712, menos de un siglo después de la muerte del profeta Mahoma, los árabes conquistaron el valle del río Indo (actual Pakistán). En aquel momento los países en que se había implantado la nueva religión musulmana abarcaban un vastísimo territorio que iba desde la España meridional hasta la India occidental, pasando por todo el norte de África, Oriente Próximo y Oriente Medio.
   A principios del siglo XI, un sultán de Afganistán, Mahmud de Ghazni, perpetró una serie de incursiones de saqueo sobre el norte de la India, arrasando varias de sus ciudades, para luego retirarse a su tierra de origen. En 1192, otro sultán afgano, Mohammed de Ghur, prosiguiendo con las políticas depredadoras de su antecesor, invadió el norte de la India y conquistó la importante ciudad de Delhi. Aunque el sultán se retiró también a su país, dejó al mando de Delhi a su lugarteniente Qutb-ud-din Aibak, un ex esclavo ascendido a general, que gobernó la ciudad en nombre de su señor. A la muerte del sultán en 1206, Qutb-ud-din se proclamó soberano independiente e instauró el sultanato de Delhi.
   Este sultanato iba a regir durante varios siglos los destinos del norte de la India, pese a la tenaz resistencia de los clanes rajput, de origen autóctono. Delhi fue la capital de cinco dinastías islámicas sucesivas, la mayoría de origen afgano o turco, que poco a poco expandieron sus dominios hacia el este y hacia el sur, anexionándose los reinos indios de Jaunpur, Bihar, Bengala y Malwa. Sus gobiernos estuvieron, sin embargo, lastrados por la inestabilidad territorial, hasta que el advenimiento de una sexta dinastía, la de los mogoles, consolidó todas las posesiones islámicas de la India septentrional y las reagrupó en un solo imperio.

 

Relación de emperadores mogoles Años de reinado
Babur  (1483-1530)
Humayun  (1508-1556)
Akbar  (1542-1605)
Jahangir  (1569-1627)
Shah Jahan  (1592-1666)
Aurangzeb  (1618-1707)
1526-1530
1530-1540 y 1555-1556
1556-1605
1605-1627
1628-1658
1658-1707

 

 Babur
  
   El fundador de esta dinastía, Babur, era un lejano descendiente por línea materna del mítico guerrero mongol Gengis Khan, y por línea paterna del no menos legendario conquistador Timur o Tamerlán. Proclamado rey de Fergana (actual Uzbekistán) cuando solo tenía 12 años, su mayor ambición era recuperar Samarcanda, capital imperial de su antepasado Timur, sobre la que consideraba tener derechos hereditarios. Dos veces conquistó esta ciudad, y dos veces la perdió a manos de sus enemigos, para al final tener que renunciar tanto a Samarcanda como a su Fergana natal. Babur logró, sin embargo, tomar Kabul, y desde allí reorganizó sus fuerzas y emprendió las operaciones para invadir el sultanato de Delhi. En la batalla de Panipat (1526) derrotó a un ejército mucho más numeroso que el suyo, el de Ibrahim Lodi, compuesto de 50.000 hombres y 1.000 elefantes, gracias al uso de cañones y armas de fuego, hasta entonces desconocidos en la India. Tras su victoria, Babur se autoproclamó Padshah Ghazi (Emperador de la India) y entró sin dificultades, junto a su hijo Humayun, en Agra. Sin embargo, aún tuvo que enfrentarse a un enemigo más poderoso, el gobernador rajput Rana Sanga de Chitor, que le atacó con un ejército de 200.000 hombres. El ejército de Babur consiguió derrotar a las tropas de Sanga en la batalla de Khanua (1527). Babur se convirtió en el soberano absoluto de la India del norte.
   La historia de Agra, ciudad a orillas del río sagrado Yamuna en el actual estado indio de Uttar Pradesh, se remontaba a más de 2.500 años atrás, pero fue refundada en 1504 por Sikandar, sultán de Delhi de la dinastía de los Lodis, como una base para ejercer (infructuosamente) el control sobre los vecinos estados rajput. Sin embargo, no fue hasta el reinado de los mogoles cuando Agra superó su estatus de ciudad provinciana para convertirse en una importante sede de gobierno.
Tumba de Humayun   Babur era denominado por sus contemporáneos con el apelativo de 'el Gran Mogol' (del término persa 'mughal', que hace referencia a 'mongol'), y en consecuencia la dinastía que fundó es llamada  la de los 'Grandes Mogoles'.
   Babur pasó el resto de sus días organizando su nuevo imperio desde Agra. Su reinado solo duró cuatro años: murió en 1530, a la edad de 48. Su tumba se halla en Kabul.
  
  
  
  
Humayun
  
   Fue sucedido por su hijo Humayun, un monarca menos ambicioso, cuyo ascenso al trono fue cuestionado por Sher Khan, el gobernador de Babur en el Bihar. Tras ser derrotado en dos batallas, Humayun fue expulsado a Persia. Su rival Sher Khan adoptó el título imperial de Sher Shah. En 1555 Humayun, con ayuda del ejército persa, reconquistó el trono, dando comienzo a su segundo mandato como emperador. Al año siguiente murió en accidente, al caerse por las escaleras de su biblioteca en Delhi.
   El advenimiento de la dinastía mogol propició una revitalización de la arquitectura islámica en el norte de la India, cuyo apogeo iba a alcanzarse en el siglo XVII. El estilo indio, el persa, el timúrida y diversos estilos locales fueron combinados con gran maestría para producir un sinfín de obras arquitectónicas de abrumadora grandeza e inusitado refinamiento. La monumental tumba de Humayun, comenzada en 1569, inauguró el nuevo estilo. Mandada construir por la viuda del emperador en las afueras de Delhi, en arenisca roja y mármol blanco, revela una fuerte influencia persa en su diseño. El jardín que lo rodea fue el prototipo de los jardines funerarios mogoles (char bagh), divididos en cuatro cuadrantes por medio de calzadas e irrigados por canalizaciones de agua: una réplica en la Tierra del paraíso de Alá, tal como lo describe el Corán. El mausoleo de Humayun está considerado también como el modelo arquitectónico predecesor del Taj Mahal. En 1993 fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.
  
  
  
  
Akbar
  
   El hijo y sucesor de Humayun, Akbar, fue el más grande de los grandes mogoles. Su mismo nombre así lo reafirma: akbar = 'el grande'. Ascendió al trono a los trece años, bajo la vigilancia de un tutor, pero a los dieciocho años decidió asumir personalmente el manejo de los asuntos de Estado. Durante su reinado el imperio mogol creció en extensión y riqueza hasta alcanzar su máximo esplendor. Sus territorios abarcaban todo el norte del subcontinente indio, desde Cachemira hasta Maharashtra y desde Afganistán hasta Bengala, incluyendo el actual Pakistán: una superficie del tamaño de Europa. Dedicó grandes esfuerzos a reprimir las revoluciones de las provincias y a neutralizar las intrigas de palacio. Reorganizó el modo de gobierno, el sistema tributario y las comunicaciones.
Fuerte Rojo Agra   Akbar fue un emperador renombrado por su tolerancia. Suprimió los tributos que sus antecesores exigían a los no-musulmanes y, aunque educado en el islam ortodoxo, se interesó por las demás religiones de la India, así como por su cultura y sus realizaciones artísticas. Aunque era iletrado, estaba dotado de una gran capacidad intelectual, y se instruía haciéndose leer toda clase de libros, en especial de temas religiosos y místicos. Su biblioteca fue una de las más grandes de oriente. Organizaba debates entre teólogos de las distintas religiones: hindúes, budistas, jains, parsis, sijs, e incluso católicos, representados por los misioneros jesuítas de Goa. Garantizó la libertad de culto entre sus súbditos y protegió los templos hindúes, que habían sido objeto de destrucciones iconoclastas en los siglos precedentes. Inventó y trató de implantar una nueva religión, llamada 'Din Ilahi', que sincretizaba las aportaciones de las distintas creencias, con el fin de unificar los diversos pueblos del imperio en una fe común. Su intento no llegó a cuajar más que entre un reducido círculo de allegados.
   La tolerancia religiosa fue de la mano de la tolerancia política. Cuando Akbar sometió a los reinos rebeldes rajput, no depuso a sus gobernantes y dejó a los rajás al mando de sus respectivos estados, preservando sus fronteras, a condición de que formaran parte integrante del imperio como dominios meramente provinciales, subordinados al poder del emperador. Se les exigía además tributos para las arcas del tesoro, y la aportación de tropas a las fuerzas imperiales. Otro procedimiento por el que Akbar se granjeó la lealtad de los gobernantes locales fue mediante la concertación de alianzas matrimoniales con las princesas de los distintos reinos hindúes.
Fuerte Rojo Agra 
   El lujo de su corte se hizo legendario. En sus suntuosos salones palaciegos Akbar organizaba con gran pompa los darbar (o asambleas), donde, arropado por un séquito de oficiales, ministros (musulmanes e hindúes) y altos dignatarios, mostrándose en toda su majestad con riquísimas vestimentas y joyas, recibía a embajadores de los más lejanos países, que le rendían homenaje y respeto, y con los que trataba de toda clase de cuestiones diplomáticas. En la sala de audiencias públicas atendía a diario las quejas y reclamaciones de sus súbditos, dirimía en las querellas y, en su calidad de juez supremo, dictaba resoluciones y sentencias. Las mujeres más influyentes de su harén asistían a los darbar sin ser vistas, ocultas tras pantallas de celosías, y luego eran consultadas acerca de las decisiones a tomar en los diversos asuntos políticos tratados.
   Todas las actividades llevadas a cabo por los emperadores mogoles, hasta las más insignificantes, así como todas las palabras que pronunciaban, eran recogidas por escrito por amanuenses contratados al efecto, cuya misión era redactar las biografías de los soberanos. El cronista de Akbar fue Abul Fazl, que compuso el Akbar-nama o 'Libro de Akbar', por el que conocemos la vida del emperador día a día y hora a hora, hasta en sus más pequeños detalles. Paralelamente los mogoles fomentaron el arte de la miniatura (haciendo caso omiso de las restricciones de la tradición islámica respecto a la representación figurativa de seres humanos y animales), y gracias a ello nos han llegado infinidad de láminas y manuscritos miniados que muestran con gran colorido las más variopintas escenas de la vida y costumbres de los mogoles: escenas de caza, de guerra, de deporte, asambleas políticas, construcción de ciudades, celebraciones y festejos, cuentos y leyendas, escenas eróticas, retratos...
   Según Abul Fazl, Akbar comentó a sus cortesanos: "Hay muchos que detestan la pintura; pero esos hombres me desagradan. A mi juicio, un pintor tiene medios completamente propios de reconocer a Dios; pues cuando un pintor dibuja algo que tiene vida y va trazando sus miembros, uno tras otro, ha de sentir que no puede dotar de individualidad a su obra, y así se ve obligado a pensar en Dios, que es quien da la vida."
   Tanto Akbar como los restantes emperadores mogoles demostraron poseer un vivo y profundo interés por la naturaleza en todas sus manifestaciones, como resulta evidente al contemplar las coloridas miniaturas que acompañan a los libros de ciencia, auténticas enciclopedias ilustradas de historia natural, donde aparecen perfectamente reproducidos los animales y plantas del subcontinente indio y otros países, desde los más corrientes hasta los más exóticos. Este amor por la naturaleza queda también reflejado en la exquisita decoración que embellece los monumentos mogoles, a base de motivos florales y vegetales ensamblados en patrones geométricos (foto54).
Fatehpur Sikri   Akbar fue también un gran constructor, el primero de los emperadores mogoles que desarrolló un programa arquitectónico a la altura de la grandeza del imperio, mandando edificar un gran número de obras civiles y religiosas: mezquitas, mausoleos, madrasas, fortalezas, palacios, jardines, edificios públicos...
  
   En 1556, nada más llegar al trono, convirtió a Agra en capital oficial del imperio mogol. La ciudad mantuvo ese rango hasta 1569, y más tarde de 1601 a 1658. Durante los reinados de Akbar, su hijo Jahangir y su nieto Shah Jahan (ss. XVI-XVII), Agra alcanzó el cénit de su esplendor. Akbar la dotó de una gran mezquita y emprendió en sus cercanías la construcción de un inmenso complejo palaciego fortificado que iba a servir de sede del trono y lugar de residencia del emperador, su guardia personal y su harén: el conocido como Fuerte Rojo (Lal Qila). Ordenó también la edificación de otras fortalezas-palacio semejantes en las ciudades de Allahabad y Lahore.
   En 1571 Akbar fundó una entera ciudad de nueva planta, Fatehpur Sikri, a la que trasladó su corte y convirtió en nueva capital del imperio. Catorce años más tarde esta ciudad fue abandonada y la sede de gobierno transferida a Lahore (actual Pakistán). Fahtepur Sikri fue despoblándose de habitantes pero sus principales obras arquitectónicas permanecieron prácticamente intactas, y hoy se nos presenta como una especie de ciudad-fantasma que es a su vez un deslumbrante muestrario de arquitectura mogol, y que permite reconstruir mentalmente el increíble lujo de que disfrutaba la corte akbarí.
   La arquitectura islámica en la India tenía ya una tradición de cinco siglos, que se remontaba a la fundación del sultanato de Delhi. Su principal aportación fue la introducción de la bóveda y la cúpula, desconocidas hasta entonces en la arquitectura hindú, así como la desnudez anicónica de sus elementos ornamentales, que contrastaba drásticamente con la profusión iconográfica de dioses, diosas, héroes y animales fantásticos que abarrotan los templos hinduistas. La arquitectura de los mogoles consiguió la máxima depuración de esos rasgos estructurales y estilísticos, elevándolos a una escala de grandiosidad sin precedentes.
   El sincretismo religioso y cultural que caracterizó la política de Akbar fue correlativo con el eclecticismo de su arquitectura, que combinaba libremente los estilos musulmán e indostaní. Akbar contrataba artesanos hindúes para trabajar en las obras, y aunque debían ceñirse a un plan general de neta inspiración islámica en la distribución de espacios, les concedía suficiente libertad creativa como para que desarrollaran sus acreditadas habilidades técnicas en todo lo referente a la ornamentación y aspecto visual de los monumentos. El resultado es una arquitectura de austera elegancia y a la vez de gran fantasía, que combina armoniosamente la sobriedad de líneas propia del islam con el abarrocamiento y virtuosismo inherentes a las construcciones indias.
   Los dos hijos de Akbar resultaron ser alcohólicos. Pese a que los cortesanos habían barajado la posibilidad de designar como sucesor a uno de sus nietos, cuando uno de sus hijos murió por los excesos en la bebida, Akbar decidió que el otro, el príncipe Salim, fuera su heredero. En 1605 Salim le sucedió en el trono, con el sobrenombre de Jahangir (en persa, 'Conquistador del Mundo').
  
  
  
Sikandra  
Jahangir
  
   Jahangir administró con cierta competencia los vastos territorios heredados de su padre, reprimiendo las periódicas revueltas de los rajás autóctonos, pero carecía de la ambición y energía de su antecesor, y poco a poco fue delegando los asuntos de gobierno en manos de su esposa favorita, Nur Mahal (= 'Luz del Palacio'), hija del visir Itimad-ud-Daulah. La consorte de Jahangir terminó por llevar las riendas del imperio mogol, cambió su nombre por el de Nur Jahan (= 'Luz del Mundo') e hizo construir para su padre un mausoleo en Agra (foto37), considerado por su originalidad y delicadeza ornamental como un punto de inflexión en la arquitectura mogol, que prefigura también al Taj Mahal.
   Jahangir no mostró demasiado interés por el arte de la arquitectura, y de las realizaciones de su reinado solo destacan (aparte de la tumba de Itimad-ud-Daulah) el mausoleo que ordenó erigir en memoria de su padre Akbar en Sikandra, cerca de Agra, y los jardines de estilo persa-timúrida creados en Srinagar, la capital de Cachemira. Fue, sin embargo, un monarca instruido, que patrocinó las ciencias y las artes, en especial la ilustración de miniaturas de estilo indo-islámico, disciplina que alcanzó durante su reinado un excelente nivel de calidad y realismo.
   La muerte de Jahangir desencadenó un periodo de luchas por la sucesión al trono, de las que salió victorioso, tras la eliminación de los demás pretendientes, su hijo Shahbuddin Mohammed, que adoptó el título de Shah Jahan (= 'Señor del Mundo').
  
  
  
  
Shah Jahan
  
Taj Mahal   Aunque su madre era hindú, el régimen de Shah Jahan fue beligerante con las religiones no-islámicas y supuso un salto atrás respecto a la política de tolerancia que había promovido su abuelo Akbar. El monarca decretó una ley que prohibía la reconstrucción de los viejos templos hindúes o la construcción de nuevos. Los matrimonios entre hindúes y musulmanes fueron asimismo prohibidos. También se ganó la enemistad de los cristianos cuando las tropas imperiales incendiaron en 1632 el asentamiento colonial de Hooghly y 400 prisioneros portugueses fueron deportados a Agra, donde apenas unas décadas antes sus compatriotas habían sido bienvenidos como invitados de honor.
   El reinado de Shah Jahan es parangonable por sus logros arquitectónicos con el de Akbar. El Taj Mahal, el espléndido mausoleo que el emperador consagró a la memoria de su esposa favorita, es la suprema obra maestra del arte mogol, pero es menester resaltar también otras muchas joyas arquitectónicas patrocinadas por este monarca que pueden muy bien compararse a aquélla en grandiosidad y belleza. Shah Jahan transformó y completó el Fuerte Rojo de Agra, derribando la mayor parte de los edificios de Akbar y reemplazándolos por otros aún más refinados. A imagen y semejanza de esta ciudadela, hizo construir en Delhi, a donde había vuelto a trasladar la capitalidad del imperio, otro complejo palaciego fortificado, de parecidas dimensiones y no menos anonadante suntuosidad, llamado también Fuerte Rojo. A este emperador se deben los jardines de Shalimar, la tumba de Jahangir y la de su esposa Nur Jahan, cerca de Lahore; la Mezquita de la Perla en el fuerte de Lahore; la Mezquita Mayor de Delhi y la Mezquita Mayor de Thatta. Fundó también una capital imperial llamada Shahjahanabad, en el área que hoy ocupa el barrio de Vieja Delhi.
   Shah Jahan fue un gran aficionado a las joyas y las gemas, que acaparaba con codicia. Su famoso 'Trono del Pavo Real', hace tiempo desaparecido, estaba adornado con una colección de diamantes, esmeraldas, granates y rubíes de valor incalculable.
   Se pueden distinguir dos fases claramente diferenciadas en el estilo arquitectónico mogol: una primera etapa, durante el mandato de Akbar, en la que los edificios fueron construidos principalmente en arenisca roja; y una segunda etapa, correspondiente al reino de Shah Jahan, en la que se utilizó con profusión el mármol blanco. En esta segunda fase se logró la fusión total entre los estilos hindú y musulmán en un lenguaje arquitectónico que ya no tiene nada de ecléctico sino que responde a una nueva concepción, caracterizada por el equilibrio de las proporciones, la pureza de líneas y la extrema sutileza de los detalles ornamentales, con una clara predilección por la simetría y las imágenes especulares. En la decoración se emplea con prodigalidad la técnica que se ha dado en llamar de pietra dura (foto43), por su parecido con la utilizada en la Italia del Renacimiento, consistente en revestimientos de mosaico o taraceado de piezas de mármol de distintas formas geométricas, alternadas con incrustaciones de piedras semipreciosas (turquesas, ágatas, ónices, corales, lapislázuli, jade). El aroma vagamente renacentista que desprende este tipo de ornamentación ha llevado a algunos a conjeturar si habrían intervenido artistas occidentales en la realización de ciertos monumentos mogoles, hipótesis que no es confirmada por ningún dato que recojan las exhaustivas crónicas de la época.
  
Fuerte Rojo Agra  
  
   
Aurangzeb
  
   Cuando Shah Jahan cayó gravemente enfermo en 1657, surgieron de inmediato rivalidades entre sus cuatro hijos por la sucesión al trono. De las luchas por el poder salió victorioso su tercer hijo, Aurangzeb. Un triunfo que resultó prematuro, pues Shah Jahan se recuperó de su enfermedad. Aurangzeb no tuvo empacho en deponer a su padre y someterlo a arresto domiciliario en el Fuerte Rojo de Agra, donde pasó encerrado los últimos ocho años de su vida. Se dice que desde esta jaula de oro el ex emperador contemplaba a lo lejos, reflejándose en los espejos de agua del Yamuna, el prodigioso mausoleo que había construido para su amada, el Taj Mahal, en el que finalmente fue también inhumado.

   El largo reinado de Aurangzeb (1658-1707), el 'último gran mogol', marcó el comienzo del fin del imperio de los mogoles. Tras conquistar los sultanatos independientes de Bijapur y Golconda en el Deccán, los territorios del imperio habían alcanzado su máxima extensión, abarcando casi toda la península india, a excepción de su extremo sur. Pero Aurangzeb no disponía de suficientes recursos para mantener un control permanente sobre tan vastos dominios, y al poco el imperio entró en una fase de desintegración.
   La política de Aurangzeb fue aún más intolerante que la de su padre Shah Jahan: fomentó el retorno a una concepción rigorista del islam, alentó la destrucción de santuario hindúes y restableció la yizya, el impuesto a los cultos no-islámicos, que había derogado Akbar. A diferencia de la vida de lujos que habían llevado sus antecesores, Aurangzeb vivió de una forma extremadamente austera. El mecenazgo real sobre las artes, en especial la pintura y la música, se redujo considerablemente en su época.
   En arquitectura, destacan de su reinado la Mezquita Badshahi, en Lahore, la mayor mezquita en superficie del subcontinente indio. Y hay que mencionar también el mausoleo que mandó construir para su primera mujer, conocido como Bibika Makbara, en la ciudad de Aurangabad, que no deja de ser una mala copia del inimitable Taj Mahal.
   Cuando Aurangzeb murió a los 88 años, su hijo y sucesor Bahadur Shah era ya anciano, y solo le sobrevivió cinco años más. Aurangzeb está enterrado en Kuldabad, un pequeño pueblo de Maharashtra, en una tumba de tal modestia que constituye la antítesis de los fabulosos mausoleos donde descansan sus antepasados.
   Los sucesores de Aurangzeb resultaron ser una serie de hombres débiles que fueron incapaces de frenar el desmembramiento del imperio mogol. En 1739, Nadir Shah de Persia invadió la India y saqueó Delhi, masacrando a miles de sus habitantes y llevándose como botín el Trono del Pavo Real de Shah Jahan. Las provincias del Deccán, Gujarat y el Sind se escindieron. A finales del siglo XVIII Agra, que había sido el centro neurálgico del más glorioso imperio que se había dado en la India, cayó sucesivamente bajo el dominio de los jats, los marathas, el gobernador de Gwalior y, finalmente, en 1803, junto con Delhi, fue capturada por los británicos.

 

Continuar:  Taj Mahal. Un monumento al amor >>

 

 

 

FotoCD116
  
Taj Mahal
y otras joyas del arte mogol

Fotografías: Eneko Pastor

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