Colecciones fotográficas

El Cairo

La metrópolis del mundo árabe

 

   Vi la metrópolis de la Tierra, el jardín del mundo, el punto de encuentro de las naciones... el palacio del Islam... la sede del dominio.
   Ibn Jaldún

 

   El Cairo es la capital de Egipto y la ciudad más grande de África, aunque es prácticamente imposible calcular el número de sus habitantes, que en 2011 superaba los 24 millones, debido a las constantes oleadas de inmigrantes que llegan del campo a la ciudad para instalarse en sus barriadas periféricas, con las consiguientes dificultades de censo.
   Desde hace más de mil años la ciudad del Cairo se levanta a orillas del Nilo, el río sagrado de los antiguos faraones, principalmente en su ribera oriental, cerca del lugar donde el río se bifurca como una Y en dos ramales, el de Rosetta y el de Damietta, que se abren en abanico para nutrir de agua y de limo al Delta.
   Este enclave es el punto de contacto entre los dos territorios que se clasificaban en la antigüedad como el Alto Egipto y el Bajo Egipto. El Alto Egipto serían las tierras en torno al tramo del Nilo (880 km) que va de la primera catarata (Asuán) al actual Cairo, y el Bajo Egipto comprendería el Delta del Nilo. Cuando ambos países se unificaban bajo la férula de un solo soberano, el faraón era exaltado como 'Señor del Alto y del Bajo Egipto'. No ha de extrañar que, por su importancia estratégica, esta zona propiciara hace cinco mil años el asentamiento y desarrollo de la más grande urbe de la época, la capital del Imperio Antiguo egipcio: Menfis.
Cairo   A solo una veintena de kilómetros al sur del Cairo, pocas trazas quedan de esta fabulosa ciudad. Sus exiguas ruinas de adobe agonizan dispersas en la espesura de un palmeral. Sin embargo, lo que sí queda en pie de Menfis, para asombro de la humanidad, es su Necrópolis Real, un inmenso cementerio que fue creciendo a lo largo de más de quinientos años junto a la capital de los faraones, con el fin de servirles de residencia para la eternidad. Estamos hablando de las pirámides de Egipto (ver en fotoAleph colección El tiempo teme a las pirámides).
   Las pirámides no son tumbas solitarias, sino que forman parte de grandes complejos funerarios (Giza, Saqqara, Dashur, Lisht y Maidum) que, considerados en su conjunto, componen una inmensa necrópolis que se estira por la orilla occidental del Nilo ocupando una franja de unos 100 kilómetros. Las más septentrionales entre ellas son las celebérrimas de Giza: las pirámides de Keops, Kefren y Micerino. Su altura es tan excepcional, que pueden ser divisadas desde El Cairo (foto072). Sus moles se yerguen en la lejanía, a 16 km al sudoeste del centro urbano, muy por encima de los más altos edificios de los arrabales cairotas que se expanden en dirección a Giza. Se distinguen perfectamente sus afilados perfiles, recortados contra el horizonte del desierto líbico, allá donde cada tarde muere el sol.
   En octubre de 1992 se produjo en el norte de Egipto un fortísimo terremoto que causó centenares de muertes y la destrucción de un gran número de viviendas en la ciudad del Cairo. En aquel momento un equipo de arqueólogos se encontraba en el interior de la Gran Pirámide de Keops, la más grande del mundo, llevando a cabo un proyecto de prospecciones. Los investigadores procedieron a realizar nuevas mediciones de la pirámide para comprobar si había sido dañada por el temblor de tierra; al no haberse alterado las medidas ni un milímetro, la conclusión fue que el seísmo no había afectado en lo más mínimo a la estructura de la pirámide, con sus más de 4.500 años de edad. En contraste, al año siguiente todavía se veían apuntalados con andamios, para evitar su derrumbe, los esbeltos minaretes de las mezquitas medievales del Cairo, debilitados por la feroz sacudida.
   También durante el Imperio Antiguo, muchos siglos antes de la fundación de El Cairo, existía, en lo que hoy es su zona nordeste, una ciudad sagrada, de gran relevancia religiosa en el Egipto de los faraones, dedicada al culto al dios-sol Re. Se llamaba Iunu. En la Biblia se la menciona como On. Y los griegos (allí estudió Platón) la rebautizaron como Heliopolis. Esta ciudad se desvaneció, sepultada por la avalancha urbanística de los últimos siglos bajo lo que hoy es el barrio cairota de Heliopolis, y de ella no queda más que el nombre y el obelisco de Sesostris I, el más antiguo de Egipto, todavía en pie en una plaza.
Cairo  
   La presencia de los ancestros gravita sobre El Cairo. Durante los siglos del medievo, muerta ya la civilización faraónica, las pirámides fueron explotadas como canteras para construir la ciudad del Cairo y otras poblaciones. Los sillares de sus revestimientos externos eran de caliza o granito de la mejor calidad, tallados con formas regulares, y por ello fueron saqueados para su reaprovechamiento, dejando descarnada la superficie de la mayoría de las pirámides. Asimismo, algunas colosales columnas de templos de la época faraónica fueron trasladadas para su reutilización en ciertos monumentos del Cairo, como puede comprobarse (foto140) en la madrasa el-Barquqiyya, construida en 1386. Mencionemos también la colosal estatua en granito rojo de Ramsés II, procedente de Menfis, que hasta hace pocos años se erguía sobre un pedestal dirigiendo el abigarrado tráfico de la céntrica y populosa plaza Ramsés (foto040).
   Además de los vestigios faraónicos, en El Cairo se superponen monumentos arquitectónicos de todos los periodos posteriores: romanos, paleocristianos, árabes, turcos y europeos. La mayor parte y más significativa corresponde a la Edad Media, de los tiempos de esplendor de las dinastías islámicas, como lo atestigua la gran cantidad de mezquitas, madrasas, mausoleos, murallas almenadas y grandes puertas de muralla que se levantan en las partes antiguas de la ciudad, de las épocas tuluní, fatimí, ayyubí y mameluca, sin olvidar las posteriores realizaciones de la época otomana. Los más de 600 monumentos registrados en El Cairo desde los comienzos del islam hasta el siglo XIX superan en número a los de cualquier otra ciudad de África y Oriente Medio.
   El filósofo e historiador tunecino Ibn Jaldún (Ibn Khaldun, 1332-1406), cuya monumental obra sobre el África septentrional musulmana sigue hoy siendo de referencia, se instaló en El Cairo en 1382, cuando tenía 50 años, e iba a residir allí hasta su muerte, impartiendo sus enseñanzas en la célebre universidad de Al-Azhar, entre otras actividades. La impresión que le produjo El Cairo, entonces como ahora la ciudad más grande y próspera del mundo árabe, se refleja en sus propias palabras: "Vi la metrópolis de la Tierra, el jardín del mundo, el punto de encuentro de las naciones... el palacio del Islam... la sede del dominio."
   Como encrucijada de todas las rutas, situado como está entre Europa y África, entre Oriente y Occidente, El Cairo posee una población variopinta, de distintos orígenes, donde se mezclan sin problemas árabes, turcos y africanos; musulmanes y cristianos coptos (foto041); urbanitas y campesinos. Por sus calles se cruzan el alto ejecutivo de traje y corbata y el humilde fellah o aldeano de galabeya y turbante. Hay mujeres que visten a la europea y otras que se velan con el chador. Los contrastes sociales son grandes. Se ven familias adineradas que habitan en lujosas villas y familias de pordioseros que mendigan por las calles y duermen a la intemperie. Sofisticados rascacielos de la más avanzada arquitectura conviven con la chabola y el bidonville (foto055).
   Los porcentajes de analfabetismo y desempleo son muy altos en todo el país y ello se refleja también en las calles del Cairo, donde son frecuentes los mendigos, los buscavidas y los vendedores ocasionales. Hay chavales de catorce años que trabajan como limpiabotas a cambio de las pocas libras que la voluntad del cliente se digne darles (o a cambio de nada: los policías no pagan por utilizar sus servicios), y niñas portando un hermanito en brazos que piden limosna a los transeúntes.
Cairo  
   Pese a todo ello, El Cairo sigue siendo la capital cultural del mundo árabe y de Oriente Próximo. Su mezquita-universidad de Al-Azhar (fotos 117 y 118) es la universidad más antigua del mundo con funcionamiento ininterrumpido y está considerada por la mayoría de los musulmanes como la escuela más prestigiosa de enseñanza sunní. Aunque su pedagogía es de inspiración religiosa, y se la ha acusado de constituir un foco de propagación del integrismo, lo cierto es que sus planes de estudio incluyen la medicina, la ingeniería y todos los campos de las ciencias modernas, acogiendo en sus aulas estudiantes extranjeros de todos los países, incluso europeos. Sus ulemas promulgan edictos destinados a resolver los litigios del mundo islámico relacionados con las normas de conducta de los creyentes, lo que puede incluir la censura de determinados libros o películas, pero también emiten decretos de carácter progresista, como por ejemplo uno reciente que prohibe la mutilación genital femenina.
   En El Cairo se concentran desde la Edad Media las más importantes instituciones religiosas y culturales de Egipto, pero a partir del siglo XIX se introdujeron otras manifestaciones artísticas propias de la cultura occidental, como el teatro y la ópera. La Royal Opera House, inaugurada en 1869 para celebrar la apertura del Canal de Suez y destruida en 1971 por un incendio, fue el escenario donde se estrenó mundialmente, en 1871, la ópera 'Aida', ambientada en el antiguo Egipto, que había sido encargada por el jedive Ismail a Verdi. Un nuevo y ultramoderno edificio de ópera, la Cairo Opera House, fue inaugurado en 1988 en la isla de Gezira, siendo hoy el mayor centro de artes escénicas del país y plataforma para las mejores orquestas y grupos musicales egipcios.
   El talento musical y dramático de los artistas egipcios es mundialmente reconocido. La recia y emotiva voz de la mítica cantante egipcia Um Kalthum, ilustre ciudadana del Cairo, fallecida en 1975, resuena aún en las emisoras de radio de todos los países árabes, desde Marruecos al Yemen. El teatro árabe tradicional ha experimentado su renacimiento en El Cairo, y la capital es también un gran centro de producción cinematográfica y televisiva. Las películas y series de televisión egipcias son estrenadas en todo el mundo árabe y gozan de gran audiencia. Una de las consecuencias es que el idioma árabe coloquial egipcio se ha difundido popularmente por todos los países arabófonos, siendo comprendido por todos sus habitantes, a diferencia de los restantes idiomas árabes dialectales. Los periódicos cairotas, particularmente el prestigioso Al-Ahram, órgano semi-oficial del gobierno egipcio que se edita también en inglés, se venden ampliamente en el extranjero. La mayoría de los libros que se difunden por Oriente Próximo están impresos en editoriales radicadas en El Cairo.
   Son numerosos los museos de El Cairo, encabezados por el Museo Arqueológico, sito en la plaza el-Tahrir, que alberga la mayor colección del mundo de arte de los antiguos faraones, incluyendo el fabuloso tesoro de Tutankhamon. Es tan abrumador el número de piezas almacenadas en sus salas, que el edificio se ha quedado pequeño, y actualmente se construye al pie de las pirámides de Giza un nuevo y gran museo de la antigua civilización egipcia, su inauguración prevista para 2016. Otros museos a destacar en El Cairo son el Museo de Artes Islámicas, el Museo Copto y el palacio-museo Manyal. Las mezquitas custodian además numerosos objetos artísticos dignos de exhibirse en museos (mimbares taraceados, coranes miniados, lámparas de forja...). También se pueden visitar en El Cairo un buen número de galerías de arte moderno.

 

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FotoCD95
  
El Cairo
Entre la gloria y el caos

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Fotografías: Eneko Pastor
Realizadas en El Cairo (Egipto)

   


 

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