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Uzbekistán

Samarcanda, entre la historia y el mito


   Samarcanda es una de las ciudades más antiguas de Asia Central, y de las que mayor esplendor alcanzaron en la Edad Media. En el valle del río Zeravshan, a 250 km al norte de la frontera de Afganistán, Samarcanda da también nombre al óblast o región administrativa donde se asienta.
   Su importancia comercial en los tiempos antiguos y medievales derivaba de su situación estratégica como etapa de la Ruta de la Seda hacia China y punto de conexión con las rutas a la India. Samarcanda era una encrucijada entre Asia y Europa, crisol de las influencias culturales de oriente y occidente.
   En el siglo IV a C la localidad era conocida como Maracanda, capital del reino de Sogdiana, que fue conquistado por Alejandro Magno en 329 a C.
   La ciudad fue más tarde gobernada por los turcos asiáticos (s. VI d C), los árabes (s. VIII), los samánidas de Irán (ss. IX-X) y varios pueblos turcos (ss. XI-XIII), antes de ser anexionada al reino de Corasmia y destruida por los mongoles de Gengis Kan en 1220.
   Tras rebelarse contra los emires mongoles (1365), Timur o Tamerlán convirtió Samarcanda en la capital de la dinastía timúrida, que iba a gobernar un vasto imperio, y bajo la cual la ciudad alcanzó el cénit de su florecimiento.
   Timur embelleció Samarcanda haciendo construir un conjunto de monumentos religiosos, entre ellos la gran mezquita de Bibi Kanum y su propio mausoleo, renombrados por su grandiosidad y su deslumbrante decoración de azulejos vidriados. El gran conquistador hizo de Samarcanda el mayor foco económico y cultural de Asia Central. La fama de su gloria traspasó las fronteras, llegando a todos los confines de Europa y Asia, y Samarcanda se transfiguró en el imaginario colectivo como una ciudad de leyenda.
   Disponemos de un testimonio de primera mano de la Samarcanda de aquella época, escrito por Ruy González de Clavijo, cronista español que en 1403-1406 formó parte de un cortejo de embajadores enviado por el rey Enrique III de Castilla a la corte de Timur.
  
   La ciudad de Samarcanda está asentada en un llano y la cercan un muro de tierra y fosas. Lo que está cercado es poco más grande que la ciudad de Sevilla, pero fuera de la ciudad hay una muy gran población de casas reunida como en barrios en muchas partes, pues está toda alrededor rodeada de muchas huertas y viñas. (Ruy González de Clavijo, Embajada a Tamorlán, VIII, 23)
     
   El señor se fue de esta huerta y casa para otra que era muy hermosa. Esta huerta tenía una portada muy grande, alta y hermosa, hecha de ladrillo, labrada de azulejos, azul y oro de muchas maneras. (...) En medio de esta dicha huerta, había una hermosa casa dispuesta en forma de cruz, con una rica decoración. En su distribución formaba tres como alcobas en que podían situarse las camas o los estrados. El suelo y las paredes eran de azulejos. Según se entraba de frente, en una de las alcobas, la mayor de ellas, había un retablo de plata sobredorado, tan alto como un hombre y tan ancho como tres brazas. Delante de él estaba una cama de paños de seda, bordados en oro, puestos unos encima de otros en el suelo; allí solía estar el señor. Las paredes del cuarto estaban guarnecidas con unas cortinas de paño de seda de color rosado. Las cortinas estaban guarnecidas con chapas de plata sobredorada, adornadas con esmeraldas, aljófar y otras piedras, todo bien dispuesto. Encima de las cortinas, colgaban hacia abajo unos pedazos de paños de seda, anchos como un palmo, también adornados. De ellos pendían unas borlas de seda de muchos colores, y cuando les daba el viento, se movían de una parte a otra, que resultaban muy hermosas. (Ruy González de Clavijo, Ibid, VIII, 2)
  
   Tras ser ocupada por los uzbekos en 1500 Samarcanda pasó a formar parte del kanato de Bujara. En el siglo XVI, Babur, príncipe de Fergana, el que iba a ser fundador de la dinastía mogol de la India, atacó Samarcanda, pero fracasó en el intento, viéndose obligado a establecer en Kabul su cuartel general para la posterior conquista del Indostán.
   Durante los siglos XVII y XVIII Samarcanda fue repetidamente asediada por los iranios y por tribus nómadas. Sumida en una profunda decadencia económica, entre 1720 y 1770 la ciudad fue quedando deshabitada.
   En 1868 fue tomada por las tropas rusas. El imperio ruso le concedió en 1887 el rango de capital de la provincia de Samarcanda. La ciudad se convirtió en un importante nudo de ferrocarriles, iniciándose así su recuperación económica.
   Entre 1924 y 1930 Samarcanda fue la capital de la República Socialista Soviética Uzbeka, antes de transferirse la capitalidad del país a Taskent.
  
  
Riqueza arquitectónica de Samarcanda
  
   El casco medieval de Samarcanda contrasta con la nueva ciudad construida tras la conquista de los rusos en 1868. Su trazado urbano estaba formado por calles que convergían en un centro desde seis puertas perforadas en una muralla de ocho kilómetros de perímetro, levantada en el siglo XI y destruida por los rusos tras la captura de la ciudad.
   Entre sus monumentos más antiguos figuran el mausoleo de Ruhabad y el complejo de mausoleos conocido como Shah-i Zinda (fotos 05 y 06), construido a lo largo de nueve siglos, del XI al XIX, en el mismo lugar donde reposaban los restos de un hombre santo del islam, sobrino de Mahoma. En esta necrópolis Timur mandó edificar los mausoleos para sus familiares y otros miembros de la aristocracia militar y religiosa de la dinastía timúrida (ss. XIV y XV). Sha-i Zinda significa 'Rey Viviente'.
Uzbekistan   También de tiempos de Timur son la mezquita congregacional de Bibi Kanum (kanum = femenino de kan o khan) –mayor en tamaño que la Gran Mezquita de Delhi, conserva en su patio un gran facistol de mármol para mantener siempre presente el libro del Corán Osman– y el propio mausoleo del emperador, llamado Gur Emir, que Timur en principio había construido para su nieto.
   El señor vino de su ordo a la ciudad de Samarcanda, y fue a posar a unas casas y mezquitas que había mandado hacer para enterrar a su nieto que se llamaba Mahomad Sultán Miraza, muerto en Turquía cuando Tamorlán venció a Bayaceto. El mismo nieto había apresado al turco, y murió después de una enfermedad. Tamorlán quería mucho a este nieto, y por eso había mandado que le hicieran aquella mezquita. (Ruy González de Clavijo, Embajada a Tamorlán, VIII, 16)
   Finalmente también Tamerlán fue enterrado en el mausoleo de su nieto, un conjunto arquitectónico con cuatro minaretes y patio rodeado de cuatro iwanes, una madrasa y una janaka (convento sufí) con mezquita (foto01). Bajo una hermosa cúpula de 64 nervaduras de azulejo y 30 m de altura (foto02), una sala octogonal alberga los lujosos cenotafios (tumbas vacías) de los difuntos; las tumbas verdaderas se hallan más abajo, en una cripta, cubiertas por sencillas losas de mármol.
   La plaza de Registán (= 'Lugar de arena') o Plaza del Mercado, un recinto rectangular de 70 x 60 m, encuadrado por tres de sus lados por edificios monumentales dispuestos en simetría –las madrasas de Ulugh Beg, Shir Dar y Tilla Kari–, es un notorio modelo de planificación urbana característico de Asia Central, iniciado por los timúridas e imitado luego por los uzbekos y por los safávidas de Irán (ver en fotoAleph colección de fotos Ciudades de porcelana).
   En el siglo XVIII fue reconstruida parcialmente y el gobernador hizo levantar dos nuevas madrasas, tal como se puede ver en la actualidad, transformada en un lugar de encuentros y desfiles pseudomilitares para la educación de los adolescentes.
   La madrasa de Ulugh Beg, construida hacia 1420, fue uno de los mayores centros pedagógicos de Asia Central. En su tiempo se impartían allí enseñanzas de filosofía, teología, matemáticas y astronomía. Podía albergar a más de cien estudiantes, además de profesores, en dos pisos de celdas circundando el patio.
   La madrasa Chir Dor (o Shir Dar = 'Engendrador de Leones') fue construida entre los años 1619 y 1636, como una réplica especular de la madrasa de Ulugh Beg. Su nombre proviene de las representaciones figurativas que pueden verse en las enjutas superiores del pishtaq de portada (foto04). Muestran imágenes del león-tigre portador del sol, que simboliza la potencia del imperio según el simbolismo del zoroastrismo, enfrentándose a las leyes del islam, que restringen el arte figurativo.
   La madrasa Tilla Kari (= 'Decorada en Oro'), situada entre las dos anteriores, fue construida en 1660 y ejercía en parte las funciones de mezquita aljama (foto03).
   Refiriéndose a la plaza de Registán, Lord Curzon escribió lo siguiente: "Yo no conozco nada en el Este que se le acerque en su simplicidad y grandeza imponentes, y nada en Europa, con la excepción tal vez, aunque a una escala más humilde, de la Piazza de San Marcos de Venecia, que de algún modo podría competir con ella".
   La tumba de Ak Saray, con su interior ornado de excelentes pinturas al fresco, data del siglo XV. De la misma época es el mausoleo de Ishrat Jane, construido para albergar las tumbas de las mujeres de la familia del gobernador timúrida Abu Said.
   Nada queda en Samarcanda del célebre observatorio astronómico de Ulugh Beg (s. XV), que por los escritos de los historiadores de la época sabemos que era un edificio circular provisto en su patio de una gran curva de sextante, por medio de la cual se estudiaban y registraban los movimientos de los astros. En la India subsisten aún cuatro antiguos observatorios astronómicos que coinciden con esta descripción, construidos en el siglo XVIII por el maharajá Jai Singh II.
   En los alrededores de Samarcanda se encuentran dispersos diversos monumentos de los siglos XV al XVII, como la tumba de Abd-e Darun, los mausoleos de Chopan-Ata y Eshrat Kan, las ruinas de un acueducto que traía las aguas desde el río Zeravshan, la mezquita de Namzgah y las tumbas Hoya Ahrar y Abd-e Birun. Los elementos arquitectónicos más característicos son sus soberbios portales, sus grandes cúpulas de cerámica esmaltada que resplandecen con la luz del sol, y la decoración exterior de mayólica, mosaico, mármol y oro.
   La ciudad histórica de Samarcanda fue incorporada por la UNESCO al catálogo del Patrimonio Mundial en 2001. Según la Unesco, los complejos arquitectónicos de Samarcanda, como la mezquita Bibi Kanum y la Plaza de Registán, desempeñaron un papel seminal en el desarrollo de la arquitectura islámica por toda la región, desde el Mediterráneo al Indostán. El arte, arquitectura y planificación urbana de Samarcanda reflejan los más importantes estadios de la historia política y cultural de Asia Central desde el siglo XIII hasta nuestros días.

 

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