Colecciones fotográficas

Una ciudad santa de la India

Anecdotario de viaje


Puri
   Hoy ha habido un cuarto de hora sin lluvia.
   Dos turistas madrileñas recién llegadas a Puri nos dicen que les han robado en el tren la cámara fotográfica. Al ir a denunciar el robo se han encontrado con la comisaría de policía totalmente inundada por las lluvias y han tenido que ser introducidas a los locales aupadas en los brazos de cuatro hombres.
   Unos días más tarde volvemos a topar con ellas. Nos cuentan que fueron a Konarak y les llovió todo el día. Que visitaron el templo mojadas y dando resbalones por las piedras. Que siempre se pierden para ir a la playa, que les sale todo mal en este viaje. Han escrito una lista de sus calamidades. Han tenido averías de tren de 8 horas. Atascos en la carretera de 10 horas. Se sentaron en la arena de la playa como se sientan los nativos, haciendo hilera codo con codo, para contemplar el mar. Una ola traicionera estalló justo donde estaban, dejándolas empapadas a ellas y a sus bolsas, y mojando su cámara nueva recién comprada, que dejó de funcionar desde ese instante. Como ya estaban completamente mojadas decidieron aprovechar la ocasión para volver a la comisaría a continuar con el trámite de la denuncia (les habían soltado el "vuelva usted mañana"), y atravesaron sin ayuda la charca de acceso a las oficinas, aunque el agua, con las constantes lluvias, había subido a un nivel más alto que el día anterior. Nos enseñan el papel de la denuncia, una cuartilla escrita a mano por las dos caras con un sello oficial estampado, describiendo con todo lujo de detalles el viaje en tren, las mochilas y todo su contenido (cámaras, dinero, tarjetas de albergues juveniles, guía del trotamundos, etc.).




Harry's Café

   Shivkumar Sharma, Hari Prasad Chaurasia y Santoor son los intérpretes de los ragas que ponen en el Harry's Café cuando no se corta la corriente eléctrica, pero ponen también música de los Beatles, Lou Reed, Santana y Dire Straits. PuriEl Harry's Café es un cafetín-restaurante abierto con celosías a los cuatro vientos, techo de bambú y palma, que ofrece un menú de 230 platos a todas horas. No tiene cuarto de baño (a la pregunta "¿Para hacer pis?" contestan señalando vagamente unos arbustos en el patio), pero tiene una cabina de fax y teléfono internacional, que funciona cuando las líneas no están busy. En una pared hay una vitrina con libros: cambian dos por uno, el negocio perfecto. Hay libros en francés, inglés, alemán y japonés, de Agatha Christie, Sherlock Holmes, Julio Verne, la Guía del autoestopista galáctico. El único en español es una traducción de Iluminaciones de Rimbaud.
   La clientela del Harry's es variopinta y cosmopolita. Por allí se dejan caer turistas japoneses, alemanes, italianos, israelíes... y también nativos. Los encargados juegan al ajedrez en las mismas mesas a las que se sientan los clientes. Hacemos del Harry's el centro de operaciones durante nuestra estancia en Puri, un agradable lugar para planear excursiones, leer los periódicos y resguardarnos de los aguaceros.
   Para fregar las cazuelas extraen el agua de una fuente de palanca que hay en el patio. Los perros ayudan a fregar los cacharros con la lengua. Los camareros y cocineros se bañan cada día en esa misma fuente, y también lavan allí sus ropas. Cuando tienen sed, toman una jarra de cualquier mesa y beben vertiéndose el agua en la boca sin tocar la jarra con los labios.
Puri   Cuando llueve, las moscas se refugian en el comedor y llegamos a contar más de 50 moscas por mesa. Las cornejas están despeinadas con la lluvia. Un proveedor trae langostinos, los tira en el suelo junto a la fuente; los cocineros los cuentan uno a uno, los pasan a una bandeja de plástico. El comedor está separado de la cocina por un arco del que cuelga una cortina. Los empleados usan esta cortina de trapo para limpiarse las manos y con los días va tornando en un color pardo oscuro. Hay colgadas de las paredes seis láminas de dioses y varias salamanquesas. Un empleado entrado en años, que es de casta brahmánica y se dedica a retirar los platos, se duerme en la mesa y tienen que despertarle para que atienda a los clientes. Se llama Tarem Chisti pero le apodan 'Buda'.
   Cada mañana temprano entra un brahman a hacer la puja diaria. Retira de un cuadro de Ganesh las flores de ayer y le coloca guirnaldas nuevas de jazmines. Perfuma con inciensos el local mientras el cobrador musita una oración, y luego entra en la cocina para incensar también los pucheros y los alimentos. Cuando ha acabado con las ceremonias se sienta en una mesa y se toma un té. Finalmente, tras recibir unas monedas de donativo, recoge sus artilugios y se va en bicicleta.
   Todos los días dan de comer a un mendigo un puñado de arroz sobre una hoja de platanero. Aparece más o menos a la misma hora, mirando fijamente desde el exterior a través de la ventana sin decir nada, hasta que le invitan a entrar.
   Un camarero del Harry's nos pregunta si en nuestro país podemos elegir la girl-friend, y se queja de que ellos no. Añade que a los 39 años un hombre es ya muy viejo y un padre no le daría a su hija por esposa.
Puri   Muna, un camarero de 17 años, no quita ojos a unas chicas que atisba desde la ventana. Me dice que le gustan mucho. Que me acerque a ellas, que a los extranjeros nos miran y que así volverán la cabeza y les verá la cara. O ellas le verán a él. Que le gustan mucho las bengalíes por lo bien vestidas que van, con sus sandalias y sus jeans, pero que a ellas no les gusta él. ¿Por qué? No se lo explica.
   Bellu, un cocinero de 20 años, me invita a un betel. Lleva días que me quiere decir algo y no se le había presentado la oportunidad. Se trata de que le compre unos jeans en el mercado. Que no tiene. Le pregunto que por qué no le pide al boss para ropa y me dice que no puede, que le debe el dinero que le tuvo que pedir prestado para la dote de su hermana y que ya no le presta más dinero. Que está trabajando para pagar la deuda, sin cobrar, y todavía le queda un año así. A nuestras preguntas responde que solo gana 500 rupias al mes, Muna 300, Hursi 150 y Shantosh 1.000, porque éste es familiar del dueño y además veterano. No tiene vacaciones. En un año el jefe solo le ha regalado un pantalón y una camisa. No está contento con el dueño y en cuanto pague la deuda de las 10.000 rupias de la dote de su hermana se irá a trabajar a su pueblo en un puesto de paan que ha montado su hermano. Tiene tres hermanos y cuatro hermanas, tres de éstas ya casadas, y una, la más joven, a falta de casar, para cuya boda calcula una dote de 50.000 rupias.
   Nos cuenta que no tiene girl-friend pero que una vez pasó dos noches con una chica. "Two nights no sleeping" nos dice con sonrisa pícara. Nos nota que hemos bebido cerveza por el aliento. Le preguntamos si le gusta la cerveza, y antes de contestar echa una mirada furtiva al jefe y luego dice que no con la boca pequeña y como avergonzado.
Puri   Shantosh ha trabajado en el Harry's desde los 12 hasta los 20 años que tiene ahora. Se levanta todos los días a las 4 de la madrugada para correr seis kilómetros, hacer algo de gimnasia y jugar a fútbol con Muna. No tienen otras horas libres, y se las roban al sueño. Se había cogido un mes de vacaciones para ir al pueblo de su familia, pero se ha vuelto antes porque allí no para de llover y está todo embarrado.
   Dilip, un pinche de cocina de 14 años con un toque de estrabismo (un ojo mira a Puri y el otro a Konarak), se queja de que tiene el dedo del pie roto. Nos lo enseña, y está en un estado lamentable, como esponjoso. "¿Has ido al médico?". "No".
   'Buda' dormita en una mesa. Mahendra, a mis preguntas, me informa que por la noche todos duermen allí sobre las mesas y bancos del comedor. Él en la mesa nº 5, Dilip en la 1, Muna en la 2, Bellu en la banqueta, etc. De modo que hacen su vida en el local, día y noche, siete días a la semana.
   El periódico de hoy habla sobre este tema. Según The Telegraph, el US Labor Department ha hecho público un informe sobre la explotación laboral de niños en la India. Se ilustra la noticia con tres fotos de niños y niñas forzados a trabajar 14 horas al día. Los comentarios comparan la situación con Oliver Twist y el Infierno de Dante. Niños sin infancia, torturados. Niños maltratados, que viven en habitaciones sin aire o sin luz. Se calcula entre 8 y 50 millones los niños que viven en estas condiciones en la India, pero que pueden ser más.
   Con el paso de los días los empleados del Harry's van cogiendo confianzas. Mahendra me dice que mi barba no good. Que me afeite. Bellu advierte a mi colega que la policía puede detenerle por llevar el reloj en la muñeca derecha y no en la izquierda, como debe ser.
   Preguntamos a Shantosh por las bodas inter-castas. Nos dice que él nunca se casaría con una chica de baja casta por evitar problemas con su padre y con su madre. Él, Bellu y Hursi pertenecen los tres a la casta sahoo, que es intermedia entre las altas y las bajas castas. Los barrenderos, limpiadores y pescadores son de castas inferiores –afirma–. Todavía no quiere casarse. Más adelante, cuando tenga 25 ó 30. Dice que casarse es tener una mujer quieta en casa a la que hay que llevar dinero y no hace sino comer y gastar. Le gustaría una mujer de mayor educación para poder viajar con ella por ahí. Hoy día se pueden hacer bodas entre distintas castas, siempre que sea entre castas medias, pero no con castas superiores o inferiores, manteniendo más o menos el mismo nivel. De cualquier forma, son siempre los padres los que deciden. Tener una hija es un problema porque cuando se casa hay que pagar una dote en dinero o especies (joyas, un vídeo, una moto...) a la familia del varón. Viene a salir por unas 50.000 rupias mínimo.
Puri   Añade que cuando muere el padre, o la madre, un abuelo o una abuela, guardan siete días de luto durante los cuales no pueden comer carne, pescado, aceite ni cebollas, y han de raparse el pelo al cero. El séptimo día un brahman hace una puja y ellos tienen que hacer un acto de caridad y dar de comer a gente. El octavo día ya llevan vida normal. Estuvo en Calcuta cuando tenía 8 años, trabajando dos años en una tea-shop. Lloraba mucho por nostalgia de su casa. Nos habla de 'Buda', el vejete brahman que retira las mesas. Estuvo casado y se le murió un hijo joven, pero ahora está separado y ya no hace el amor.
   'Buda' nos pide prestado el paraguas para ir a fregar los platos al patio.
   Otro día en el Harry's andan afanadísimos haciendo reformas. El escalón de salida al patio, que estaba basculante y peligroso, lo rehacen. Mezclan el cemento en la alberca de la fuente del patio. Cambian la cortina de la cocina, todo un acontecimiento. "Power is gone", no pueden hacer zumo de naranjas. "Five minutes", nos prometen.
   El cobrador del café, Brahmanand, un cuarentón de barriga generosa que va vestido de blanco y que es el hijo del dueño del local, nos enseña una carta de colores para que le recomendemos de qué color pintar las paredes. Su padre es un señor de edad avanzada, de porte enjuto, que también se lava en la fuente del patio. Llega todos los días al local en su scooter, trayendo frutas del mercado. De noche guarda la moto en el mismo comedor.
   Todos los días, a primera hora de la mañana, Brahmanand prende dos inciensos y reza ante la figura de Jagannath y la lámina de un gurú (el santón de moda: Sri Sai Baba). Abre el cajón del dinero y lo inciensa, inciensa el mostrador, sale a la puerta del patio y lo inciensa, cerrando los ojos para rezar. También inciensa la cabina del teléfono y el fax.
   Entra el brahman de todos los días, vestido con una exigua tela a la cintura sujeta por un cordón. Les pone a Brahmanand, a su padre y al Siva impreso de una lámina un ungüento en la frente (mientras ellos juntan las palmas de las manos y rezan). Vuelven a bendecir el cajón del dinero, y el brahman se sube a un banco para cambiar las flores que adornan la foto del gurú.




La Pagoda Negra

   A 38 kilómetros de Puri se levanta, aislado en unos campos, uno de los más extraordinarios templos de la India, lugar de visita obligada para todo amante del arte hindú. Hablamos del Templo del Sol de Konarak, antaño conocido como la 'Pagoda Negra'.
Konarak   Hoy parece que escampa, por lo que decidimos aprovechar para hacer una excursión de ida y vuelta a Konarak. Alquilamos dos bicicletas en el puesto del brahman, que ya nos conoce y sabe que la mía la quiero sin barra horizontal. Un niño que pasa comenta que es de ladies.
   Los primeros kilómetros de la ruta, que va paralela a la costa, están densamente poblados con suburbios de chozas, pero enseguida la carretera se queda desierta. Hay que sortear baches, badenes, zanjas transversales, piedras en medio del asfalto. La señalización es nula. Pantanos, marismas, arrozales, estanques con lotos y nenúfares se suceden sin interrupción. Salvamos tres puentes sobre rías y estuarios que desembocan en la playa. Las bicis son robustas, pero muy pesadas, y es imposible correr.
   Hacemos un descanso en un hermoso paraje de bosques de coníferas en cuyo terreno crecen hongos blancos, junto a un estanque donde picotean las garcetas, rodeado de palmeras, ficus, papayos y mangos. El prado está salpicado de pequeñas mimosas de una especie que tiene la propiedad de moverse ante nuestros ojos. Si se da un ligero golpe a una rama, la mimosa esconde inmediatamente sus hojas verdes y pliega su tallo a gran velocidad, echándose a tierra para tomar la apariencia de un vulgar rastrojo seco que incluso las vacas despreciarían.
   Atravesamos poblados diminutos de unas pocas cabañas, dos de ellos con sendos talleres de escultura. Los campesinos extienden el grano a secar sobre el asfalto de la carretera usando escobillas. Hacemos los 38 km en tres horas con parada incluida para darnos un masaje de olas en la playa, aquí desierta, vigilados por un buitre. Cruzan la calzada piaras de cerditos de piel a rayas. Vuelan pájaros de exóticos colores, tórtolas, pollas de agua, cormoranes. Dos culebras como de metro y medio están aplastadas en el asfalto. Transitan rebaños de vacas y cabras, cebúes y búfalos de agua, además de motos, bicis, jeeps destartalados y un minibús abarrotado de pasajeros colgando de las puertas. 
    La entrada al recinto del Templo del Sol es un hervidero de puestecillos que venden souvenirs y agua de coco. Hay mucho turismo local, con un continuo ir y venir, subir y bajar de familias de indios. Los saris de las mujeres otorgan una vívida policromía al entorno, verde y boscoso, con enormes banianos de retorcidas raíces aéreas y grandes mariposas revoloteando. Las cabras ramonean entre los sillares y fragmentos arquitectónicos que hay desparramados por todas partes. Provenientes del interior del templo (inaccesible al público) se oyen agudos chillidos que delatan la presencia de murciélagos.
Konarak   La descripción del Templo del Sol de Konarak la dejamos para un capítulo aparte (véase El Templo del Sol). Bástenos de momento mencionar algunas de sus más curiosas características.
   El templo de Konarak, construido en el siglo XIII, tiene la forma de un gran ratha o carro procesional, provisto de veinticuatro grandes ruedas y tirado por siete caballos (foto122). Simboliza el carro de Surya, el dios Sol, que recorre los cielos todos los días de levante a poniente. Se trata de uno de los santuarios medievales más grandes de la India, tan grande que nunca pudo ser acabado. Le falta el sikhara, o sea, la torre en forma de pan de azúcar que en la arquitectura del norte de la India se yergue de habitual sobre la cella donde se custodia la imagen de la divinidad titular. Se conjetura que si esta inmensa torre se hubiera construido, su enorme masa pétrea se colapsaría por su propio peso.
   Conscientes de este problema, los arquitectos de Konarak decidieron reforzar los paramentos de piedra con una estructura interna de vigas de hierro forjado. Lo mismo ocurre en los templos de Jagannath en Puri y el de Lingaraja en Bubhaneshwar (casualidad: ambos de entrada prohibida a los no hindúes). Son vigas de hasta 12 metros de longitud y 18 centímetros de grosor, prueba evidente de los avanzados conocimientos de metalurgia que tenían los constructores indios del siglo XIII. Se puede ver una de estas vigas reforzando el dintel de piedra clorita de la puerta principal de acceso al templo, y hay otras vigas semejantes arrancadas del edificio y apiladas en el jardín del recinto (foto156).
    El templo de Konarak es especialmente célebre por la gran profusión de esculturas eróticas que exhibe su decoración arquitectónica, comparables en lo explícito de su representación a las de Khajuraho (ver en fotoAleph colección de fotografías Templos del Amor). Gran cantidad de paneles escultóricos muestran figuras de dioses, diosas y semidioses practicando todo tipo de actividades sexuales, agrupados en maithunas (parejas amorosas) o tríos (foto 133 y siguientes).
   Un joven nativo, que califica de 'pornographic' las esculturas, nos recomienda visitar los templos jainistas de Monte Abu, en Rajasthan. Le pregunto si es jain. Contesta que ni jain ni hindú ni musulmán ni cristiano, que hay un solo espíritu por encima de todas las religiones.
Konarak   En un desvencijado restaurante local, con chorretones en las paredes, entra un nativo vestido con un dhoti blanco y una tela cubriendo el torso. Se dirige al dueño para pedirle en inglés: "May I take a food?". Al cabo de un rato se acerca a nuestra mesa y nos informa que él es un misionero, que ha pedido algo de comer, y que –protesta en voz alta y sonora– "I have been refused by the boss". "Sometimes I have money. Sometimes I have not. But I don't care. Money has no value. Believe me. None value. (Recalca) None value. I am in the world to serve human beings. I have no more interest. I'll get some food elsewhere". Y se va contoneándose y bailoteando.
   Un tipo nos pregunta si queremos girls. Hay "girls, pretty girls available".
   Emprendemos la operación-retorno a Puri, pues solo nos quedan dos horas de luz y las bicicletas no tienen faros. Conducidos por pastores, invaden la carretera rebaños de vacas y terneros retirándose, que tenemos que traspasar por en medio haciendo malabarismos para no atropellarlos. Viejos y mujeres acarrean grandes haces de leña sobre el hombro o la cabeza. O colocados transversalmente en sus bicis, que no sabemos cómo cabrán cuando pase un Konarakautobús, pues aquí funciona la ley del más grande: el bus avanza sin aminorar la velocidad, tocando frenéticamente el claxon, y todos los ciclistas y viandantes tenemos que saltar a las cunetas si no queremos morir arrollados. Pasan motos con tres hombres a bordo, que se mezclan con los rebaños, las bicis y los estruendosos jeeps, y es un milagro que no haya colisión múltiple. De pronto dos vacas se enzarzan en una pelea golpeándose con la testuz; una recula por la carretera y nos obliga a salir disparados a la cuneta.
   Las nubes se reflejan en las lagunas al anochecer. La oscuridad se cierne y empezamos a notar un traqueteo de baches, charcos y zanjas, que apenas vemos y ya solo intuimos. Mi colega de excursión enciende la linterna de mano, y va por delante iluminando la calzada y anunciando a voz en grito:
   –¡Bache!
   –¡Bache gordo!
   –¡Vacas!
   Esquivamos seis vacas recostadas en medio de la carretera, justo en el sitio donde más molestan, rumiando plácidamente e indiferentes al tráfico que discurre a su derredor. Cae una llovizna que nuestros cuerpos agradecen. La última hora de travesía es un tormento. Ya es noche cerrada. Los coches que vienen de frente, que solo tienen luces largas y no de cruce, nos deslumbran los ojos. Los mosquitos nos golpean la cara. Cuando hay árboles bordeando la carretera y el cielo se cubre de nubes negras solo se avanza por adivinación. Hacemos sonar el timbre con cada sombra que vemos. Comentamos que Lord Jagannath nos protege de los accidentes en la oscuridad.
   Al fondo empieza a entreverse el resplandor de Puri. Pasamos junto a una central eléctrica y aparecen las primeras luces. Las zonas habitadas de los arrabales de Puri son también de peligro de atropello. Aparecemos inopinadamente en la estación de autobuses de la Grand Road. Nos metemos por una calleja, esquivando como podemos vacas y perros, que resulta ser un callejón sin salida. Las viudas, como van vestidas de blanco, son más fáciles de discernir en la penumbra.
   Brahmanes dan vueltas en torno a un baniano frente a un templete, cantando letanías acompañados de un rechinchín de platillos de metal. Se oyen explosiones de petardos, que hacen estallar los niños por la calle. Un crío descalzo, pero con unas sandalias pintadas con tinta en los pies, explota pistones golpeándolos con una piedra. Cada vez se ven más tiendas de petardos (algunos con forma de cobra), cohetes y artilugios pirotécnicos, atendidas por niños. Se acerca el Diwali, nos dicen.
   Cuando logramos escapar del barullo enfilamos al puestecillo de alquiler de bicis, y devolvemos al brahman los sufridos vehículos. Al día siguiente notamos las posaderas como si estuvieran maceradas.



Bajo el fuego

   Dilip, el pinche de 14 años del Harry's Café, nos pide que vayamos al mercado y le compremos petardos para la fiesta del Diwali, que es mañana. Le decimos que se lo pida al jefe. "No, no", nos contesta muy serio, y nos ruega que no hablemos de estas cosas con el boss. Nos explica que hay petardos fuertes y petardos más suaves. Un Puripolicía de uniforme entra y se sienta a una mesa, con lo que la conversación se da por cancelada. Más tarde Mahendra me pide dos rupias para comprar petardos. Dilip también vuelve a pedir.
  
   Llega el día del Diwali.
   Diwali es la fiesta de la luz. Una fiesta que se celebra anualmente en toda la India, en la noche más oscura después del festival de Dasehra, noche que este año coincide con el 23 de octubre. El festejo conmemora un episodio de la epopeya hindú Ramayana. Cuando el dios Rama vuelve a ocupar el trono de su ciudad natal Ayodhya, tras haber pasado catorce años exiliado en las selvas de su reino, es acogido por multitudes.

   La capital y también el reino dieron la bienvenida a su Rey con aclamaciones de júbilo. (...)
   Vino la noche. Mil fulgores surgieron en la vieja Ayodhya. Una miríada de luces centelleaban en el oscuro cielo y convertían la noche en día.
   L. H. Niblett. India in Fable, Verse and Story

   Esas luces que brillaban en apretadas líneas tenían un significado dual. Constituían una expresión de júbilo y bienvenida, pero también operaban como un medio para ahuyentar los poderes de las tinieblas que, en formas invisibles e intangibles, se cernían sobre los escenarios donde se celebraban las ceremonias en las ocasiones más auspiciosas. El Diwali es un festival asociado a la limpieza y la purificación, y como tal es observado haciendo limpieza general en los hogares, reparando los desperfectos, retirando las basuras y trastos viejos, y quemándolos en piras, un poco como se hace en occidente con las hogueras de San Juan en la fiesta del solsticio de verano.
   Brahmanand nos dice que mañana los periódicos hablarán de muchos accidentes a causa de los petardos, que a algunos les estalla en la mano o les salta a la cabeza, y pueden llegar a morir en el accidente. Muna nos pide que le compremos petardos.
Puri   En la playa, que está muy concurrida por ser día de fiesta, hay gente haciendo pujas, ofreciendo plátanos a los dioses y encendiendo lamparillas de aceite. Decenas de niños surfean sobre las olas con meros trozos de madera. Unos pescadores están tejiendo una red de, como mínimo, 100 m de largo.
   La Grand Road a la luz del ocaso está cambiada, con más gente que nunca si cabe. Las hileras de mendigos son más largas que nunca y se ramifican por algunas calles adyacentes. Es tal el tráfico, que nadie repara en los pedigüeños, cada uno sentado sobre una tela en el suelo, en la escudilla arroz mezclado con monedas, mimetizados como están en el paisaje cotidiano de Puri. Vemos entre ellos a la mujer desnuda de otros días; alguien le ha puesto un corpiño para cubrirle el busto.
   Han aparecido por todas partes tenderetes de petardos, pistones, cohetes y explosivos que la gente compra con fruición.
   Grupos de hombres en torno a hogueras prenden fuego a unas varas de yute y las sostienen por el extremo ante un brahman que ejerce de maestro de ceremonias (foto078). Éste salmodia un mantra; los demás participan agarrando todos a la vez un mazo de varas y contestando a la salmodia del brahman. Cuando acaba el mantra, hombres y mujeres se prosternan y tocan con la frente los pies del sacerdote. Se nos acerca un brahman con el torso al aire cruzado por el cordoncillo sagrado y nos informa: "I am a brahmin. People give five rupees to brahmins".
Puri   El gentío entra y sale por la puerta principal del templo de Jagannath en constantes riadas. En medio de espesas humaredas, las calles van quedando iluminadas con hogueras y antorchas. Entre los humos vemos tres ancianas alzando los brazos y orando con caras compungidas. Al caer la noche se encienden miles de lamparillas de aceite que son colocadas en filas en los umbrales de las tiendas, en las escalinatas, repisas, patios, tejados, en las calles oscuras, creando un ambiente feérico.
   Cada vez suenan más explosiones de petardos, en un atronador pimpampúm de tracas, bengalas, buscapiés que giran, proyectiles que silban, géiseres de chispas rojas y blancas que surgen del suelo. Cohetes que explotan perforando los tímpanos y disparan fragmentos en todas direcciones, golpeando en las piernas a unas mujeres y armando una estrepitosa barahúnda. Los transeúntes dan respingos y se tapan los oídos. Los niños disfrutan como enanos y explosionan petardos también dentro de las casas. Restos de cohetes aterrizan incendiados sobre árboles y jardines. Centellas, chisporroteos y pavesas caen sobre la gente, y no hay quemaduras de milagro.
   Un hombre cuelga un explosivo como un coco de grande en el baniano de la esquina, cual si fuera una fruta. Prende la mecha y la fruta pega un pepinazo que hace vibrar las casas y sume toda la calle en una opaca humareda. Surtidores verticales de chispas surgen de todos los lados, de las carreteras, de los jardines, de los muros. Los coches y los rickshaws hacen stop aguardando a que exploten los petardos antes de proseguir su marcha.
   Hay nuevos templetes de Kali, con sacerdotes poniendo a las imágenes guirnaldas de jazmines. La estatua de Kali, consorte de Siva y diosa de la destrucción, con su collar de cabezas humanas cortadas, aparece escoltada por dos horripilantes brujas sacando la lengua, los ojos enrojecidos y la boca chorreante de sangre (foto179). Todos los templos están abiertos y adornados con bombillitas de colores. La comisaría de policía también está engalanada con lamparillas de aceite.
   Escapamos camino del hotel. En la lejanía se oye un fragor continuo, como tiroteos y bombazos de una guerra, que no mitiga ni un instante su intensidad. Todo Puri está sumido en un sordo crepitar que se oye desde la playa y los descampados. Si no se incendia la ciudad es porque Lord Jagannath no quiere.
   Al día siguiente los pescadores no salen a faenar, pues es día festivo. Todavía suenan algunos petardos y salen disparados algunos cohetes. En la playa un niño me pide cerillas. "¿Para qué?" Saca del bolsillo un petardo y contesta: "Para hacer ¡poom!"
   The Times of India publica que el día del Diwali en Delhi hubo 160 llamadas a los bomberos, 5 muertos en distintos incidentes, 20 tiendas y una sucursal de banco incendiadas en Chandni Chawk.






Red Tape

Puri   Tenemos que ir al banco a cambiar divisas, pues se nos han acabado las rupias y estamos dejando todo a deber en el Harry's. Brahmanand nos recomienda que vayamos al Punjabi Bank ("Sometimes they change, sometimes no change") mejor que al State Bank of India, ya que en éste vamos a tardar dos horas debido a que vuelven al trabajo después de dos días de fiesta y estará lleno de clientes. El Punjabi Bank abre a las 10 y llegamos a menos cuarto. Las puertas están abiertas de par en par y hay un limpiador barriendo. Nadie más. Un cartel convoca una huelga de empleados de bancos en demanda de No discrimination más una retahíla de reivindicaciones. Cuando por fin llegan dos oficinistas, éstos nos mandan al State Bank of India.
   En este banco estatal lo primero que hacen es examinar los billetes de dólares al trasluz. Apuntan los números de los billetes. Nos piden rellenar un cuestionario, consignando los números de los pasaportes y de los visados. Nos hacen firmarlo. Nos dan una ficha de latón con el número 391 y nos mandan a la ventanilla 14. En la ventanilla 14 no hay nadie. El cajero de la ventanilla 13 parece un sadhu, con la frente pintada de rojo. De la pared cuelgan imágenes impresas de Jagannath vestido de diez maneras diferentes y un cartel que reza "Se aceptan ofrendas para Lord Jagannath". Hay oficinistas sentados sin hacer otra cosa que mirar las musarañas, a la espera de que alguien venga a su ventanilla específica. Los ventiladores giran en el techo y está todo lleno de pisapapeles para que no se vuelen los documentos. Los ordenadores no existen: todo se registra a mano en libros, libracos y legajos que llevan y traen constantemente escaleras arriba y escaleras abajo. Los que trabajan de cajeros están como enjaulados en celdas de madera interconectadas por celosías. Cada vez que salen tienen que abrir la puerta de la garita con una llave. Como hemos llegado los primeros, solo tardamos tres cuartos de hora en la operación. Entra un cliente con la cabellera peinada en un triple moño. Entra un mendigo a pedir a los clientes.
Puri  
   Vamos a la oficina de correos de la estación, una villa colonial con el rótulo 'Sub-Inspector Officer of Post-Offices', con la intención de enviar cuatro cartas a Europa. Preguntamos en un mostrador y nos mandan a comprar sellos, señalándonos un despacho con la puerta cerrada. Abrimos la puerta y dentro hay un funcionario copiando a mano en un papel lo que hay escrito en otro papel. Pedimos sellos y nos manda previamente a una ventanilla a pesar las cartas. De allí nos mandan a otra ventanilla donde nos dicen que el franqueo es de 11 rupias cada carta. Durante largo rato nos pelotean entre ésta y la anterior ventanilla como una bola de ping-pong. Por fin nos encauzan a una tercera ventanilla, la que expende los sellos, donde nos dicen que esperemos cinco minutos. El empleado que atiende esta ventanilla está anotando números en un gran libro de cuentas, confundiéndose, tachando y reescribiendo, asistido por otro funcionario a su lado que le corrige, ambos continuamente interrumpidos por otros empleados que les traen paquetes para registrar. A los quince minutos amagamos una protesta. El funcionario nos repite que esperemos y observamos que detrás nuestro hay cuatro personas aguardando pacientemente sin protestar. Cuando por fin se digna atendernos, nos informa que en estas oficinas no tienen sellos de 11 rupias, y que para conseguirlos hay que ir a la General Post Office. Le preguntamos si tienen sellos de 5 rupias. Solo tienen uno. Le pedimos sellos de 2 rupias y 1 rupia y accede a franquear cinco sellos de 2 rupias y uno de 1 rupia en cada sobre, casi tapando las direcciones de los destinatarios. El funcionario cuenta y recuenta los sellos y suma los precios torpemente. Tenemos ahora que conseguir cola de pegar para cerrar los sobres, pero afortunadamente en todas las oficinas de correos suministran glue, una especie de engrudo para tal menester. Depositamos por fin las cartas en un buzón, soltando juramentos contra la maldita burocracia ('the Red Tape' la llaman los indios), una de las peores plagas que infestan la India.



Recortes de prensa

   El periódico The Times of India publica la siguiente noticia: Una mujer acusada por su esposo de irse con el gurú Ram Das denuncia acoso de su marido y de la policía, y desaparece. Al llevarse a juicio el caso, reaparece la mujer, que dice que se vuelve con su marido ya que el gurú la había engañado. El tribunal le echa un rapapolvos por hacerles perder el tiempo con su 'ambivalencia'. (El titular dice literalmente: "Woman's ambivalence annoys court").
Puri   (En primera plana) Un oficial de policía procesado por dar una palmada en el trasero a una mujer oficial en el año 1988.
   En un pueblo hacen boicot a los harijans, no dejándoles defecar. Los arrojan a pedradas, de forma que tienen que ir al pueblo vecino "a responder a la llamada de la naturaleza". Todo porque un harijan denunció a un individuo de casta superior que había molestado a una joven soltera de los suyos. (Aclaremos términos: harijan significa 'hijo de Dios' y es el nombre con que bautizó Mahatma Gandhi a los que antaño se llamaban 'parias' o 'intocables', individuos fuera del sistema de castas o 'descastados'; en la actualidad el vocablo políticamente correcto es dalits).
   A Phoolan Devi, la famosa dacoit, le proponen entrar en política. (Dacoit es como llaman a los bandidos que se dedican a asaltar trenes para robar a los pasajeros). Un dacoit es muerto a tiros en la zona de Gwalior. Se ofrecían por él 80.000 rupias de recompensa. Los cuatro restantes miembros de la banda desaparecen.
   En el tren Madras-Jammu un pasajero descubre dentro de una bolsa de plástico una bomba fabricada de forma casera. La arroja al exterior por la ventana del retrete y la bomba explota fuera sin causar daños. El tren se detiene en Gwalior y es registrado durante una hora en busca de otras posibles bombas.
   En Sri Lanka el ejército cingalés se dispone a atacar Jaffna. El LTTE (Liberation Tigers of Tamil Elam), que controla la península de Jaffna, no da permisos de salida a los habitantes para evitar un éxodo provocado por el inminente ataque del ejército. Prabhakaran, el líder del LTTE, no se sabe si está en Jaffna o en India del sur. Se le considera el principal encausado por el atentado a Rajiv Gandhi. La India pide su extradición. Comentando estas noticias en el Harry's, un joven nos dice que su padre murió en la guerra civil de Sri Lanka cuando fue con las IPKF (Indian Peace Keeping Forces) a pacificar la isla.
    El Indian Express publica una foto de una mujer atravesándose la mejilla con un hierro de tres pies de largo "para ofrecer su sangre" a un dios local. Se preparan elecciones municipales en algunos estados. Muertos en enfrentamientos en JK (Jammu-Cachemira). Un ayatollah iraní afirma en rueda de prensa que nunca ha existido una fatwa contra Salman Rushdie.
Puri   Los grandes sacerdotes del templo de Jagannath están deliberando si permiten a la prima donna del baile en India danzar ante Lord Jagannath, temiendo que ello daría pie a restablecer el antiguo sistema de devadasis o prostitutas del templo.
   Una asamblea de sabios (Panchayat) protesta ante el gobierno de Orissa por la entrada de las multinacionales, afirmando que van a empobrecer la región dilapidando los bosques y los recursos de los granjeros, y estropeando el medio ambiente. Sus actos de protesta incluyen la quema de imágenes de la Cocacola, Pepsicola y Kentucky Fried Chicken.
   El suministro de electricidad de Calcuta vuelve a la normalidad. Ayer no hubo apagones debido a la menor demanda por ser fin de semana. Saqueos en la estación de metro Dum Dum de Calcuta. Sabotaje con explosiones de bombas en Chandni Chowk (Delhi); la gente se queja del mal funcionamiento de los bomberos.
   Ayer (25 de octubre) hubo un eclipse de sol que fue visto en una franja de la India. Hoy viene en el periódico con gran despliegue de fotos. "Anochece al amanecer". En Delhi, han cerrado el templo de Hanuman en Connaught Place por primera vez en 500 años. Otros templos, en cambio, no han cerrado, porque había que rezar para contrarrestar los malos augurios que anuncia el eclipse.
   The Telegraph: Operaciones de rescate en un accidente de barco hundido en el río Hooghly, 16 desaparecidos. El metro de Calcuta deja colgados de nuevo a los pasajeros. Falla el motor y más de 200 pasajeros se quedan a oscuras en medio de un túnel. Golpean las puertas con pánico recordando dos recientes incendios. Mujeres, hombres y niños tienen que caminar medio kilómetro por un túnel oscuro para salir.
   Los precios del pan van a subir en noviembre, anuncia el Comité de Coordinación de Panaderos de Bengala Occidental.
   Una chica de 16 años se suicida por miedo a enseñar a sus padres las malas notas que ha sacado en el colegio.


  
Antros de perdición

   Nos llaman la atención los nombres rimbombantes con que designan a cualquier modesto tugurio o chiringuito. Un hotel de mala muerte, correoso por la humedad, se llama INTERNATIONAL TRAVELS. Una compañía de rickshaws de transporte escolar infantil: VIP'S TOURIST. Rótulo a la entrada de un garito de 4 metros cuadrados: UNIVERSAL RELIGION CENTER.
Puri   Todos los hoteles y restaurantes tienen su propio grupo electrógeno, y se producen constantes subidas y bajadas de tensión. Cuando viene un apagón los ventiladores dejan de girar en el techo y uno empieza a sudar la gota gorda. En los últimos años se ha generalizado el aire acondicionado, que hace que los locales estén sumidos en temperaturas polares, en contraste con el intenso calor del exterior. De forma que tan pronto uno se asa como se congela.
   "Restaurant Xanadu welcomes U", reza un cartel. Y añade: "Open Air Garden". Para salir a este jardín hay que pisar sobre una pila de ladrillos que salvan las charcas. El único lavabo es un grifo a ras de tierra. El urinario es un sitio incierto en la oscuridad del patio. Hay una salamanquesa que parece el adorno de un aplique. Nada que ver este Xanadú con la mansión de Ciudadano Kane, pero suena 500 miles de Peter, Paul & Mary y Light my fire de los Doors, y uno se siente retrotraído al tiempo de los hippies. Un comensal con pinta de antiguo hippy comparte mesa con dos negros. Se preparan un shillom con tabaco y bhanga, y se lo fuman entre los tres.
   Un camarero se acerca a nuestra mesa y nos ruega "Help me", señalándose la camisa que lleva, vieja y agujereada, en estado de desintegración. Dice que no tiene familia y vive solo. Luego habla de sus hermanos y hermanas, very poor, para terminar (ya fuera del restaurante) por pedir propina. Hace un gesto como expresando que no aguanta al jefe.
   Hay dos niños como de ocho y diez años trabajando en el restaurante de pinches y friegasuelos. Se les ve muertos de sueño, atendiendo hasta las 11 de la noche. Las cervezas las traen de fuera, las botellas envueltas en servilletas de papel para que no sean vistas por terceros, con el resultado de que llaman más la atención. El propietario juega a las damas con un japonés en un cobertizo retirado con ventanas en forma de ruedas de Konarak.
Puri   Un camarero del Xanadú llamado Sochín nos explica que gana 400 rupias al mes (unos 10 euros) trabajando doce horas diarias, de 10 a 22 h, con un mes de vacaciones. De vez en cuando el patrón le invita a una cerveza sin cobrarle. Tiene varios hermanos y hermanas que poseen una pequeña granja en un pueblo a unos 60 km de aquí. Aunque le gusta Puri, quisiera vivir en el pueblo de sus padres.
   El cocinero del Xanadú sale de la cocina y se sienta a charlar con nosotros. Afirma ser de casta bahra, inmediatamente inferior a la casta brahmánica. Que así como los brahmanes no pueden ir a rezar al templo si no se han bañado antes, a los bahras eso les está dispensado puesto que son vaqueros, trabajan con vacas, persiguen a las vacas y las ordeñan, y por tanto Lord Jagannath perdona que anden sucios. Pregunta si en nuestro país rige el sistema de castas o si puedes casarte con quien quieras. Aquí –explica– el padre y la madre eligen con quién te casas, pero tiene que ser alguien de la misma casta. Si se intenta con otras, suele haber problemas. Podría elegir a su prometida si llega a un acuerdo con sus padres, pero es imprescindible que sea de la misma casta. "Si no lo hago así, Lord Jagannath me puede fulminar cuando vaya al templo. Lord Jagannath es de la casta bahra". Es la primera noticia que tenemos de que los dioses se dividen también en castas.
   El cocinero, vestido con un collar y una simple tela que le envuelve cintura y piernas, suelta de la cadena a un perro que oíamos quejarse y juega un largo rato con él (el gato del local desaparece). Dice que es un perro de morro fino, que come pollo pero no verduras.
   El Holiday Resort, lujoso por fuera, indian style por dentro, tiene un salón de convenciones y banquetes, y cuenta también con un bar. El bar está vacío de clientes y dispone de una barra detrás de la cual llegamos a contar diez barmen. (No: once. Uno estaba agachado detrás de la barra). Slogan del restaurante: "A gourmand's paradise". Las ventanas son celosías de madera por donde penetra la brisa del mar, pero tambien los mosquitos, la lucha diaria. El chef enciende y nos pone debajo de la mesa un mosquito-coil, una especie de espiral hecha de un producto que combustiona lentamente exhalando durante horas un humo que ahuyenta a los insectos, con peligro de incendio para todo el comedor, que es de madera. 
   Los bares de Puri son escasos y desolados. Ocupan rincones discretos de la ciudad, y en su interior reina la oscuridad, de forma que los clientes apenas pueden verse las caras unos a otros. Esto parece que es deliberado, pues el consumo de alcohol está mal visto en Puri. Su elevado precio hace que solo se lo pueda permitir la gente pudiente, cosa que queda reflejada en los nombres que dan a las marcas de las bebidas:
   Marcas de licores del menú del bar "5000":
   Whisky: Antiquity, Mogul Monarch, Aristocrat Premium, Director Special, Masterpice (sic)...
   Brandy: Aristocrat, Honey Bee, Doctor's...
   Ron: Old Monk Supreme, Old Adventure, Red Indian, Calypso...
   Ginebra: Blue Riband Tango, Two-in-One, High Society...
   Cerveza: Knock-Out (not to be sold in Andhra Pradesh), Turbo, Maharani, Khajuraho...
   Existen también en algunos puntos de la ciudad expendedurías de licores. Unas rejas metálicas separan al público del interior, que está repleto de cajas de whisky y ron.


Puri
Adiós a Puri

   Se acerca el día de nuestra partida, por lo que vamos en un moto-rickshaw a la estación de tren a reservar los billetes. La Compañía Estatal de Ferrocarriles –la mayor empresa de la India en número de empleados: más de un millón– se está informatizando, y ya expenden billetes por ordenador. Llegamos justo cuando cierran las ventanillas para el lunch break, de 12 a 12:30. Cuando abren, estirando los brazos a través de una caótica aglomeración de personas (en la India se desconoce el concepto de 'fila india') pedimos los formularios. Nos dan tres. El empleado atiende a varios individuos a la vez, dentro y fuera de la taquilla, y teclea parsimoniosamente con un dedo en el ordenador. Nos da la sensación de que el proceso era más ágil antes, cuando no había computerized billing sino montañas de libretas. A unas chicas extranjeras les piden los pasaportes y se los llevan al interior de un despacho. Rellenamos un impreso y aparece el conductor del moto-rickshaw para fisgar adónde vamos (ya nos había advertido que nos llevaba de vuelta sin cobrar por la espera). Entregamos los impresos en la ventanilla 1 y el empleado nos dice que mañana tenemos que ir a Koratpur y cambiar allí de tren. Le digo que no es para mañana sino para pasado mañana, y sin consultar la pantalla me dice que entonces es available (escribe la palabra en el formulario), pero que debemos comprar los tickets en la ventanilla 2 o en la 3. Es decir, la ventanilla 1 solo está destinada a informar si hay o no billetes. Otra espera tras la aglomeración de la 2; se cuela gente, vuelve gente que ya había comprado su billete para hacer más preguntas, otros empleados interrumpen al taquillero por detrás de la taquilla. Nos pide el dinero, y solo cuando lo tiene en la mano emite los billetes. Pregunto la hora de llegada al destino (Bishnupur) y contesta con precisión: "Evening time". En la pared cuelga un cartel con el siguiente lema: SAFETY, SECURITY AND PUNCTUALITY IS OUR MOTTO.
    Fuera no para de llover y está empezando a inundarse la estación. Nos vamos de vuelta en el mismo moto-rickshaw, que tiene los asientos mojados. El chófer restriega su brazo por el exterior del vehículo a modo de limpiaparabrisas para poder ver algo.
   Los trabajadores del Harry's nos despiden con tristeza. Bellu nos pregunta:
   –¿Cuándo volveréis a Puri?
   –Solo Jagannath lo sabe.

   Decía el escritor británico E. M. Forster en su novela Pasaje a la India que los indios no quieren que les entiendan. Lo que quieren es que les quieran.

 

 

 

El Templo del Sol 


   El Templo del Sol de Konarak (Surya Deula), apodado durante el dominio británico 'la Pagoda Negra', fue construido hacia el año 1250 d C bajo el reinado de Narasimha Deva I (1238-1264). 
Konarak   Aunque nunca fue terminado, supone el máximo exponente del estilo arquitectónico 'ganga oriental', que floreció en Orissa. Hoy día fuera de culto, el templo está asociado a la leyenda de Samba, hijo del señor Krsna, que fue curado de la lepra gracias a las bendiciones del Sol. Esta gran ruina de perfil piramidal se levanta sobre las dunas de arena en un descampado. 
   Dedicado a Surya, el dios Sol, el edificio representaba un ratha o carro solar, sustentado por veinticuatro enormes ruedas finamente talladas en la roca (foto 128 y siguientes), y tirado por siete caballos de piedra de tamaño natural situados al frente (Surya, según la mitología, monta un carro celeste tirado por siete caballos). Las chakra o ruedas del carro tienen correlación con los meses y las quincenas del año, y en los radios y los cubos de sus ejes pueden verse imágenes de maithunas o parejas en actitud amorosa. La solución, grandiosa, crea la ilusión de un gigantesco vehículo y repite el modelo de los ratha –templetes en forma de carros procesionales– hindúes erigidos en diversas formas y varias épocas, como los monolíticos de Mahabalipuram y Vijayanagar (Hampi). 
Konarak   Aunque gran parte del edificio ha caído en ruinas, todavía quedan suficientes restos como para hacer posible una reconstrucción conjetural. Este gigantesco Templo del Sol tiene un mandapa (sala columnada) de 70 m de alto y, si se hubiera terminado, su sikhara podría haber alcanzado los 120 m, por lo que constituiría el mayor templo en piedra de la India. Su genial concepción y colosal envergadura sobrepasaron las técnicas constructivas de la época y su materialización quedó más allá de la capacidad de sus constructores, siendo su escala demasiado grande para sus posibilidades. 
   Al igual que el templo de Lingaraja en Bhubaneshwar, el Surya Deula de Konarak tenía templos secundarios adosados en el centro de cada lado, con escaleras exteriores que conducen a los nichos, albergando magníficas imágenes en piedra clorita del dios Surya, a pie o a caballo, orientadas al este, sur y oeste (fotos 149150 y 151). 
   
   El interior del jagamohana del Templo del Sol es inaccesible al estar relleno de arena y escombros desde principios del siglo XX. Dentro del vestíbulo existen vigas de hierro trabajadas que soportan el pesado techo interno de piedra, recurso arquitectónico que se da sólo en Orissa (el gran templo de Jagannath en Puri es otro ejemplo) y que constituye un caso insólito en la arquitectura de época medieval en el mundo. 
   El exterior está recubierto de soberbias esculturas de piedra, que representan dioses, semidioses, seres humanos y animales, así como de motivos florales y ornamentos decorativos. Algunas de las representaciones tienen un claro contenido erótico. Entre ellas, numerosos maithunas o parejas amorosas, a las que se atribuyen funciones mágicas y religiosas (foto 133 y siguientes). Pocos edificios pueden presumir de tal desbordante abundancia de decoración plástica en tan vasta estructura, estando cada porción del exterior moldeada y cincelada en forma de ornamentos abstractos, follaje convencional, animales míticos, seres fabulosos semihumanos con colas de serpiente, figuras malignas y benignas, y todos los temas concebibles por la mente hindú. 
   Ningún aspecto de la arquitectura del templo de Konarak ha despertado tantos comentarios como las figuras escultóricas que decoran el exterior del santuario, muchas de las cuales representan prácticas sexuales. En Orissa, en este periodo, el movimiento maithuna parece haber obtenido un firme apoyo de gran parte de la comunidad. No es improbable que este templo fuera construido en un sitio tan remoto con el fin de que las prácticas descritas en las esculturas pudieran ser llevadas a cabo por sus adeptos en un submundo aparte (Percy Brown. Indian Architecture). 
   Se ha destacado que estas escenas eróticas están enteramente confinadas al exterior del templo, mientras que el interior contrasta por su sobriedad decorativa. Son de pequeña escala y se distinguen poco de los temas de coito representados en otros lugares, aunque, a diferencia de las de Khajuraho, los grupos sexuales nunca presentan cuatro participantes. Una mezcla de divinidades tántricas reconocibles presta apoyo a los intentos, realizados con frecuencia en otros lugares, normalmente a partir de fuentes literarias insuficientemente localizadas, de vincular la escultura erótica con un influjo de los cultos vama marga (sendero izquierdo). 
    El Templo del Sol de Konarak fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984.

 

 

FotoCD137

Una ciudad santa de la India

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Fotografías realizadas en Puri, Konarak y Bubhaneshwar (Orissa, India)

   


 

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