Colecciones fotográficas

Ciudades de porcelana

Las innovaciones arquitectónicas de la Persia de los shas

 

   Vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño.
   Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto...
   (Jorge Luis Borges, extractos de El Aleph)

   Vi las legendarias Isfahan y Shiraz, ciudades que aún duermen en el sueño de la antigua Persia. Isfahan, o la mitad del mundo. Shiraz, la ciudad de vino y rosas.
   Vi sus casas de ladrillo, sus palacios entre jardines, sus mezquitas y medersas esplendentes de azulejos de vivos colores.
   Vi inmensas cúpulas de loza vidriada en forma de bulbos, que brillaban como el sol de mediodía. Bóvedas de espejos y esmaltes polícromos: caleidoscopios gigantes que hipnotizaban los sentidos. Pórticos cubiertos de erizados mocárabes, como las ingrávidas y afiladas estalactitas de las cavernas.
   Vi los almuédanos que, desde lo alto de minaretes azules de fulgores metálicos, llamaban a los fieles a la oración. Vi mujeres vestidas de negro rezando sobre lujosas alfombras, regateando en los bazares, peregrinando a las tumbas de los poetas.

 

   La invasión árabe de Persia (Irán) posterior a la Hégira trajo consigo en el terreno de las artes una fuerte influencia de los modelos arquitectónicos omeyas, que comenzaron a implantarse en el país desde los albores de su islamización. El prototipo de mezquita era entonces la de patio rodeado de pórticos, como las de Damasco, Samarra, Kairuán o Córdoba.  

   Frente a la interpretación sunnita del Islam, y como consecuencia del creciente rechazo a los invasores por parte de los nativos del país –entre los que Palacio de Ctesifonte (grabado)había ido arraigando la doctrina chiíta, es decir, la profesada por la rama política de los seguidores de Ali (shi'at Ali o partido de Ali), yerno del profeta Mahoma y cuarto califa de los musulmanes–, empezó a producirse un renacer cultural entre la población indígena de la Persia ocupada, acompañado de un movimiento artístico a contracorriente que hundía sus raíces en el propio y rico pasado iraní. Los iranios conservaron su idioma persa (o farsi), del tronco indoeuropeo, aunque adoptaron el alfabeto árabe (con algunas letras añadidas) para su transcripción. 
   Aparece entonces en la arquitectura de Irán una planta nueva, basada en dos elementos autóctonos: el quiosco, que provenía de los altares de fuego mazdeístas (las ruinas de uno de ellos pueden verse en las afueras de Isfahan, en Ateshgah, construido en adobe en tiempos de los sasánidas), y el iwan, gran portal abovedado que sobrepasa la línea de fachada, y cuyo antecedente más señero puede encontrarse en las ruinas del palacio sasánida de Ctesifonte (cercano a Bagdad, probablemente del siglo IV d C), consistente en una inmensa bóveda de ladrillo cocido, de 37 m de alto y 25 m de ancho, que servía de sala de audiencias. 
   Los iranios retoman de los palacios sasánidas la fórmula del iwan, y la adaptan a los preceptos musulmanes. Al fondo del iwan principal se emplaza la sala de oración, orientada hacia la alqibla, en donde se abre un nicho ciego, que es el mihrab o sancta-sanctorum, de arco apuntado y planta semicircular o semipoligonal (foto62), hacia el cual se encaran los fieles a la hora de rezar. Con la incorporación del iwan, la mezquita gana en verticalidad y esbeltez, por contraste con los santuarios omeyas, con sus salas hipóstilas de techo bajo y aspecto horizontal de conjunto. 
   Rasgo inconfundible de la arquitectura religiosa iraní es desde entonces el gran patio central rodeado de cuatro iwanes enfrentados dos a dos (foto33), que forman una planta en cruz, a la que se añaden salas hipóstilas y medersas adyacentes, entre otras dependencias.

   Con el paso del tiempo y de las dinastías, el iwan alcanza proporciones cada vez mayores y un desarrollo inusitado en su decoración, que se hace Ciudades de porcelanagradualmente más y más suntuosa y compleja (foto46). El iwan está siempre encuadrado dentro de un marco plano vertical de mayor altura que el resto de paramentos, a la manera de un gran arco triunfal. Es en la bóveda del iwan donde se despliega todo el genio arquitectónico de los iranios, al igual que en las cúpulas que cubren la sala del mihrab. Los tipos de abovedamientos se multiplican en una verdadera orgía de formas, con soluciones ingeniosas y originales, distintas a las de las arquitecturas árabes y distintas entre sí, que experimentan un continuo perfeccionamiento con el correr de los siglos. 
   Esta eclosión formal tiene su correlato en la cerámica, las alfombras, los objetos de cobre pintado y en el arte de la miniatura y la caligrafía, tanto en la transcripción de textos coránicos como profanos, que hacen uso de los mismos parámetros en la aplicación de intrincadas composiciones a base de motivos florales, geométricos y tipográficos, sabiamente conjugados. Pero en la arquitectura iraní, el uso de revestimientos cerámicos implica pasar de las dos a las tres dimensiones, de la geometría del plano a la de la esfera. Y en esto los arquitectos y artesanos demuestran ser consumados maestros, tanto en la audacia de sus soluciones constructivas como en la profundidad de sus conocimientos matemáticos y de volumetría, que les faculta para poder levantar y cubrir de azulejos complejas bóvedas de estrella (foto39), alminares cilíndricos (foto34) o impresionantes cúpulas de forma ovoide o de bulbo (fotos 17, 65 y 75). Todo ello conlleva la fabricación de azulejos curvos, y cada pieza ha de ser proyectada para que encaje en un vasto rompecabezas, en un diseño a la vez intrincado y unitario, laberíntico pero simétrico, en apariencia caprichoso pero férreamente sujeto a patrones geométricos de fondo. 
   Son los selyúcidas los que introducen el abovedamiento de mocárabes en forma de alvéolos, de gran originalidad, belleza y virtuosismo constructivo, que serán leitmotiv de la arquitectura iraní en siglos posteriores. Consisten éstos en juegos de pequeñas trompas en arco apuntado distribuidas en rangos, cada rango soportando las trompas yuxtapuestas, que se sostienen unas sobre otras avanzando en extraplomo sobre el vacío. Ello crea una red de superficies cóncavas ejerciendo empujes en cascada que se contrarrestan recíprocamente hasta anularse. Cuando las aristas de los alvéolos se prolongan, y caen verticales y puntiagudas sobre el vacío, son denominadas 'estalactitas': el resultado visual evoca, efectivamente, las formaciones estalactíticas naturales de una cueva (fotos 28, 66 y 79). Los ejemplares más antiguos de estos tipos de bóveda los tenemos en la Mezquita del Viernes, en Isfahan, con sus iwanes selyúcidas del siglo XII (fotos 01 y siguientes). 

   Poco a poco la arquitectura del Irán islámico va evolucionando y se atreve con experimentos más y más elaborados en la construcción de espacios abovedados, cúpulas, iwanes y salas hipóstilas. Para los iranios, la cúpula de ladrillo siempre fue un elemento de la arquitectura doméstica, de la casa popular de adobe. En la época de los partos (247 a C - 224 d C), y también con los sasánidas (224 - 651 d C), esta pequeña cúpula se trasladó a los complejos palaciegos y templos de fuego mazdeistas, con mayor monumentalidad. 
   La transición entre la planta cuadrada y la cúpula esférica o esferoide fue una de las claves de este trabajo, y en Irán se aplicaron soluciones innovadoras siguiendo métodos empíricos (foto23). Si se cree que los romanos lo habían dicho todo en este terreno, los iranios lo desmienten, pues no siguen esa tradición sino que se inspiran en los sasánidas, inventores del iwan. Su uso progresivo de trompas cónicas y angulares, y de semitrompas, en todas sus combinaciones posibles, denota no sólo un ejercicio de estilo rayano con el virtuosismo, sino un profundo conocimiento físico-matemático de los volúmenes espaciales y las resistencias a los empujes de las masas puestas en juego. Lo portentoso del caso es que raras veces se repite la misma fórmula en dos bóvedas distintas, ni aunque pertenezcan al mismo edificio y sean contiguas (foto38). Los arquitectos parecen estar exponiendo ante nuestros ojos todo un muestrario de sus saberes constructivos, renovando a cada paso nuestro asombro. Se dice que la vieja cuestión de la cuadratura del círculo no sólo es un problema irresoluto, sino demostrado irresoluble al intervenir el número pi con su ilimitada sucesión de decimales; pero he aquí la refutación material de su imposibilidad, pues los arquitectos iranios lograron saltar del cuadrado a la circunferencia y del cubo a la cúpula de mil maneras diferentes, cada vez más sofisticadas, pero siempre ingeniosas y elegantes.  

 

Irán. Cronología básica

 

Ciudades de porcelanaPersia preislámica

ca 550-312 a C.      Imperio persa aqueménida  
312-175 a C.           Seléucidas  
247 a C - 224 d C.    Partos  
224-651 d C.           Sasánidas 

Dinastías islámicas 

749-932.       Periodo abasí  
932-1063.     Periodo buyí  
977-1186.     Periodo gaznawí  
1038-1194.   Periodo selyúcida  
1077-1231.   Periodo de los Jwarizm Shah  
1256-1353.   Periodo mongol  
1314-1393.   Periodo muzaffarí  
1370-1506.   Periodo timúrida  
1380-1468.   Periodo turcomano  
1501-1732.   Periodo safávida  
1750-1794.   Periodo zandí  
1779-1924.   Periodo qayarí  

 

 

 

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FotoCD19

Ciudades de porcelana
Arquitectura de cerámica en Irán

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Fotografías: Eneko Pastor
Realizadas en Irán

 


 

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   Fotografías:  Ramon Pouplana Solé