Colecciones fotográficas

Amor a Mogador

El beso del océano a Marruecos

 

   No hay más que un castillo, que yo conozca, donde merece la pena ser encerrado. Es Mogador, en Africa.
   Paul Claudel

 

   Esauira (en ortografía francesa, Essaouira) es el nombre actual de la antigua Mogador, una pequeña ciudad portuaria a orillas del océano Atlántico, en la provincia de Safi, Marruecos.
   Hay constancia de que la bahía de Mogador –un excelente puerto natural para embarcaciones de vela protegido por un archipiélago de islotes rocosos– era ya en el siglo VII a C una meta comercial para fenicios y cartagineses. Los romanos salían del Mediterráneo y navegaban más allá de las Columnas de Hércules con el fin de arribar a Essaouira por Amaya Gurpideeste remoto destino atlántico al que llamaban Islas Purpúreas, pues iban en busca de la púrpura que allí se elaboraba. Las cartas de navegación medievales designan el lugar como Mogador, una deformación portuguesa de Mogdul (Sidi Mogdul es el nombre del santo patrón de la ciudad), que a su vez derivaría del término fenicio Migdol (= 'fortaleza' o 'atalaya').
   Esauira está emplazada a medio camino de la ruta costera entre Safi y Agadir, en las lindes entre el país Chiadma, al norte, arabófono, y el país Haha, al sur, de habla bereber. La ciudad se asienta en el cabo Sim, a escasa altura sobre el nivel del mar (entre 3 y 7 metros, según sea pleamar o bajamar), en una península de rocas que antaño era una isla: los sedimentos del ued Ksob la unieron hace siglos al litoral.
   Marruecos se abrió al mundo a fines del siglo XVIII. Desde su refundación en 1765 por el sultán Sidi Mohamed ibn Abdullah, como ciudad rival de Agadir, Esauira, antes Mogador, se convirtió en un puerto de comercio internacional de primer orden, conectando Marruecos y el Sahara con Europa y otros continentes.
  
   A quien llegue a este sitio tras haber pasado por Fez o Marrakesh, la vieja medina de Esauira le sorprenderá por lo rectilíneo de su trazado urbano (foto042), antítesis de los ramificados y zigzagueantes laberintos de las medinas árabes. Lo cual tiene una explicación: la ciudad fue proyectada por un prisionero francés, siguiendo los cánones de la arquitectura militar europea de la época, y es una de las pocas ciudades marroquíes cuyo esquema obedece a una planificación integral. Sin embargo, la marcada influencia europea que creemos captar cuando callejeamos por su medina sólo es una primera impresión que no nos debe llevar a engaño: Esauira fue construida en perfecta sintonía con los preceptos de la arquitectura y el urbanismo arábe-musulmanes.
Essaouira   Fue distribuida en tres barrios separados. Cada uno de los barrios lleva el nombre de una de las tribus que edificaron la ciudad. La kasba, originalmente una guarnición militar y sede del poder, comprendía el viejo distrito administrativo. La mellah, o barrio judío, arrinconado al norte del recinto amurallado, aunque en proceso de deterioro, conserva mucho de su sabor original. La medina está cruzada por dos arterias axiales, una de Bab Dukala al puerto, y otra de Bab Marrakesh al mar. En la intersección, en el punto conocido como Suk Jdid (Zoco Nuevo), hay cuatro mercados, de pescado, especias, grano y artículos genéricos respectivamente, instalados en plazas cubiertas por arcadas.
   La estructura ortogonal de las principales arterias de Esauira se rompe en cuanto nos internamos en bocacalles y calles secundarias, que ya se bifurcan y desdoblan en todas direcciones, con pasajes cubiertos (foto035), puertas de muralla, plazas porticadas para mercados (foto040), quiebros, retranqueos, callejones sin salida que desembocan en portales de viviendas y demás rasgos característicos del modelo urbano de las medinas musulmanas. Las casas son sobrias de cara al exterior y lujosas de puertas adentro. Existen zocos y barriadas de artesanos. Hay una gran mezquita aljama y otras mezquitas secundarias, de un estilo característico, entre las que destaca la de Ben Yussef. Hay también una iglesia portuguesa del siglo XVIII. Y sinagogas, como la de Simon Attias, del XIX. Fuentes, hammams, hornos de pan y otros servicios públicos.
  
   Esauira es un señero ejemplo de ciudad multicultural, demostrado por la convivencia pacífica, desde su fundación, de los diversos grupos étnicos que componen su  población, como los amazigh (bereberes), los árabes, africanos y europeos. Es asimismo modelo de sociedad multiconfesional, en la que conviven musulmanes, cristianos y judíos.
   La cultura y las artes están muy activas en Esauira. Literatos, músicos, cineastas y pintores frecuentan con asiduidad la antigua Mogador, fascinados por su pintoresquismo y su singular belleza. En la medina funcionan varias galerías de arte (foto039). Desde 1998 se celebra todos los años en el mes de junio el Festival de Músicas Africanas, con destacada presencia de grupos de música gnaua (= negro, en bereber).
   'Es-sauira' significa en árabe 'la bien diseñada' (o 'la bien fortificada', que vendría a ser lo mismo), y en verdad que el excelente estado de conservación de Esauira permite estudiar al detalle cómo era una urbe fortificada de finales del barroco y comienzos del neoclásico, integrada en este caso en un contexto norteafricano. La medina ha mantenido en esencia su carácter original, no solo en la concepción urbanística de conjunto, sino también como resultado de la utilización sistemática a lo largo del tiempo de materiales autóctonos (la piedra llamada manyur) y de métodos de edificación tradicionales, en una feliz simbiosis entre las técnicas constructivas del Magreb y las foráneas.
   La Unesco incluyó en 2001 la medina de Esauira como bien cultural en la lista del Patrimonio Mundial.
   A pesar de la alta humedad ambiente y de la erosión del salitre, aunque los enlucidos de cal de las fachadas se descascarillan y los sillares son carcomidos por la corrosión marina, las fortificaciones y edificios de Esauira insisten en perpetuar su configuración primigenia. Es cierto que su integridad está siendo alterada en los últimos años por la afluencia creciente de un turismo masificado, la construcción inmoderada de hoteles de lujo y el uso inadecuado de materiales modernos en restauraciones, pero justo es reconocer que la medina antigua de Esauira mantiene un nivel muy satisfactorio de conservación gracias a los esfuerzos de las autoridades locales y las encargadas de la preservación del patrimonio de Marruecos.
   Contemplemos sus puertas, las puertas de las casas de Esauira. No hay dos puertas iguales (fotos 160-175). Todas tienen arcos de medio punto, a veces lobulados, y están a menudo lujosamente ornadas con labor de talla de piedra en sus jambas y dinteles, y con revestimientos de azulejos en sus enjutas. Las batientes son casi siempre de color azul. Los marcos son encalados en color mostaza. Su estilo tiene un aire indefinible entre clasicismo y orientalismo, y una melodía de Mozart no desentonaría saliendo de sus umbrales. Estos portales son los únicos elementos ostentosos en las fachadas de las viviendas de Esauira, que por lo demás suelen ser lisas, austeras, con los muros enjalbegados y horadados de sencillas ventanas rectangulares.
Essaouira   Observemos también las puertas monumentales que se abren en las murallas exteriores (foto058) e interiores de la villa (foto059). Están flanqueadas por parejas de cañones de bronce, reales o reproducidos en piedra (foto125), que se supone protegen las entradas contra visitantes indeseados.
  
   La medina de Esauira está defendida por una larga y alta muralla almenada reforzada con potentes bastiones (foto066), de la que sobrevive casi todo el perímetro en forma de polígono irregular cóncavo. Intramuros se levantan también tramos de murallas secundarias, que dividen la medina por zonas, comunicadas entre sí por arcos y puertas monumentales. El Bastión Sur (foto064), cercano a la puerta de Bab Marrakesh, sirvió en su día como depósito de municiones y polvorín. Con una superficie aproximada de 1000 m², es el edificio defensivo más importante del lado sur de la medina y tiene la forma de una batería circular de 35 m de diámetro que cubre una panorámica de 270°, lo que permite dominar casi todos los accesos desde tierra adentro.
   Por la adyacente puerta de Bab Marrakesh podemos entrar en los zocos de Esauira, siempre muy animados. Abundan las mujeres que van de compras o se pasean envueltas en el haik (foto009), un velo de paño blanco de una sola pieza sin cosidos, que tiene su origen en las antiguas costumbres indumentarias del país Haha. Los hombres, en cambio, visten en su mayoría a la europea. Chilabas y turbantes van siendo cada vez menos frecuentes. Hay muchachos que portan un cartón de tabaco y venden a los viandantes cigarrillos sueltos, uno a uno. Niños que trabajan de hilanderos, trenzando hebras de algodón extendidas a lo largo de una calle, mediante el procedimiento de hacerlas girar atadas por un extremo a una especie de peonza a la que imprimen un movimiento rotatorio con un vaivén de las manos.
   Las calles por lo general son rectas y se cruzan en ángulos rectos. A veces cubiertas de bóvedas, a veces abiertas al aire libre, están bordeadas de arcadas, bajo las que se agolpan en apretada sucesión, pared contra pared, las distintas tiendas y garitos comerciales (foto011). En pequeñas plazas que semejan patios porticados están instalados el mercado de carne, el mercado de las especias, el mercado de pescado... Se puede comprar un pescado y encargar que lo asen a la parrilla en un figón cercano, que por una módica suma preparará una ensalada de acompañamiento. En otra plazuela se organizan concurridas subastas de artículos de segunda mano. En la avenida Istiqlal (foto007), una de las arterias axiales que cruzan el centro de la medina, se concentran las joyerías y las tiendas de productos locales de ebanistería.
Essaouira   Esauira es renombrada por su industria artesanal, notablemente de ebanistería y marquetería, disciplinas que en Marruecos descienden de una larga tradición y siguen vivas al día de hoy. La calle de la Escala (Sqala) recorre por su interior las murallas que dan al mar (foto033). Tras un pasaje abovedado se ensancha en un callejón donde se agrupan los talleres del gremio de ebanistería, instalados en antiguas casamatas abovedadas en las entrañas del murallón. Los ebanistas utilizan como materia prima la aromática raíz de tuya de berbería (arar), árbol de voluminosas raíces del que aún quedan bosques autóctonos en la comarca de Esauira, aunque sea una especie en vías de extinción. Es muy apreciado en ebanistería, y en Esauira se confeccionan con raíz de tuya mesas, sillas, armarios, juegos de tablero (ajedrez, backgammon...), cofres, cajas e infinidad de artilugios de variopinto diseño y muy fina ejecución (foto023). Una vez torneados y pulidos, estos objetos ofrecen a la vista una superficie satinada de gran belleza, con un fondo de caprichosos veteados de color más oscuro. Los artesanos adornan algunas piezas con labores de taracea o damasquinado, añadiendo incrustaciones de nogal, ébano, nácar o hilos de cobre y plata. La calle entera exhala el aroma fragante e inconfundible de la raíz de tuya. Es el olor de Mogador. Algunas tiendas de artículos de artesanía emplean a niños (foto024), cuyo trabajo consiste en frotar con un trapo untado en aceite la madera de las cajas de tuya, con el fin de mantener su superficie lustrosa, pour le plaisir des yeux.
   Al final de la calle, por un paso cubierto se llega a una rampa que asciende hasta la Escala de la Medina (foto077). Esta plataforma amurallada, provista de una batería de cañones de hierro y bronce que apuntan al horizonte marino, protegía la ciudad de los posibles ataques desde el mar. En una larga terraza de parapeto almenado se alinean, fijados sobre robustas cureñas de madera, los antiguos cañones (foto078), muchos de ellos de fabricación española y portuguesa, como lo demuestran las inscripciones grabadas en su superficie. El más antiguo lleva las armas de Felipe II. Hay varios fabricados en Barcelona y Sevilla en el siglo XVIII. Cada cañón tiene un apodo: uno de ellos se llama 'Nerón'. Desde este mirador privilegiado al Atlántico se disfruta de un panorama de islotes rocosos batidos por la espuma de las olas, con el cabo Sim recortándose al fondo. Orson Welles rodó en este soberbio escenario algunas secuencias de su filme Otelo.

 

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FotoCD91
  
Amor a Mogador

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Fotografías: Eneko Pastor
Realizadas en Essaouira (antigua Mogador, Marruecos)

   


 

Óleos de Esauira por Amaya Gurpide en fotoAleph
     
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Essaouira, por Amaya Gurpide
   
     
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