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Patrimonio de la Humanidad

118. Siria. Palmyra. Templo de Bel (hoy destruido)
Un oasis de palmeras y columnas color oro en pleno desierto sirio, Palmyra constituye un perfecto símbolo de la fugacidad del poder y la riqueza, de la efímera hegemonía que llegó a gozar un reino que osó enfrentarse a Roma, y una muestra de los irreversibles estragos que el paso del tiempo ocasiona en urbes e imperios que se creían eternos.
En mayo de 2015 las tropas del autoproclamado Estado Islámico (IS) tomaron la ciudad de Tadmor (Palmyra), perpetrando una masacre entre sus habitantes y ejecutando públicamente en el antiguo teatro de Palmyra a 25 prisioneros. También decapitaron en público a quien fue durante décadas el responsable de Antigüedades de Palmyra, Jaled al-Assad.
El siguiente paso en la barbarie fue la destrucción de los monumentos palmyrenses, pese a estar considerados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, con la dinamitación, entre otros edificios, del templo de Bel (en la foto), el templo de Baal-Shamin, el Tetrapylon y el Arco de Triunfo.
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