Galería de pintura

Elogio de lo cotidiano

El ritmo de las cosas quietas

 

   “Las cosas son como la gente. Solo tienen valor cuando alguien las ama.”
   Romain Gary
       
   A estas alturas, recuperado el bodegón clásico de su estatus de pintura de tema menor –a favor del retrato o el paisaje–, hay, también, una nueva visión de estos cuadros; una reinterpretación de sus temas. Hasta ahora nos fijábamos en la suntuosidad de los bodegones flamencos como un espejo de la riqueza de su corte. O, por el contrario, las verduras y tarros cotidianos de los españoles, se nos antojaban fiel reflejo de la austeridad patria. Creo que todo es más complejo y misterioso. Y, por supuesto, va más allá de la simple muestra que el pintor quiere hacernos de unos determinados objetos de su época. Zurbarán o Velázquez podían haber dispuesto de objetos más suntuosos.
Miguel Angel Eugui   A través de esos objetos –unas veces simples y muy cercanos, otras, más elegidos, incluso exóticos– el pintor, en una especie de matemática libre, organiza espacio y luz como en un escenario. Y otorga a esos objetos diálogos, historias, incluso escondidas coreografías, que los dotan de ritmo. El fondo oscuro y la luz como bajo continuo. En muchos todo surge de lo negro y vuelve a lo negro.
  
   
"Los paraísos artificiales"
   Las pipas de opio de porcelana china traídas de Camboya son tema cotidiano y exótico a la vez. Parecerá exagerado, pero gozan de cierta coreografía. Tienen entidad y riqueza individual. Se refuerza su esplendor en parejas. Y, en conjunto, ofrecen una especie de armonía “mozartiana” –incluso con cierta turquería–, resultado de la perfección del compás de cada una. Sus panzas abombadas. Su estilización geométrica. La superación del mero utensilio por el adorno primoroso... Todo encaja en el resultado final.
   ¿Y el significado? La armonía de objetos bellos. La tímbrica de colores que, en la porcelana, son siempre más claros. Incluso la manida palabra de globalización de los objetos...

  
   "Cuanto lo circundaba le era adicto, lo comprendía y lo amaba, con el amor sutil que las cosas sienten por quienes las han elegido, y que establece entre unas y otros una esotérica unión."
   Manuel Mujica Láinez. Bomarzo
  
Miguel Angel Eugui 
“Patatas y cebollas sobre fuente de barro”
   “Patatas y cebollas sobre fuente de barro” tiene serenidad monacal. Aquí el ritmo es más sosegado. La transición de un elemento a otro es tan suave que apenas cambiamos de texturas. Basta un pensamiento sensible para apoderarse de la belleza de cualquier cosa.
    Es de registros callados. Quizás por eso es más poético. Por lo demás no se explica. Es. Está. Se expresa. Ocupa muy bien el espacio. Les cuesta la luz. Vivieron enterradas. 
  
  
"Ristras de ajos"
   Las trenzas de ajos se desparraman. Todo lo atado tiende a soltarse. Su sonido se descascarilla. En estos bodegones de hortalizas es donde más se nota la tensión Naturaleza muerta - Naturaleza viva. Y el ajo –dueño de la recocina– adquiere claridades teresianas (S. Muerza). Me resulta luminoso. Ya saben, Dios entre los cacharros. Y el brillo de las cebollas me recuerdan, lejanamente, la piel de cerámica de los jóvenes bañistas
.
  

 


  

  
Cansados de eternidad
  
   Los cráneos y las piedras son elementos perdurables. Diríamos que cargados de infinitud. Fosilizados y quietos. Cansados de eternidad. Que el pintor rescata con el esplendor de la pintura. 
 
“Noviembre”
    Este paisaje-bodegón-naturaleza-muerta-naturaleza-viva esta imbuido del espíritu de esos cráneos tan inquietantes; que, a su vez, son invadidos por la yerba húmeda de verdor. Las piedras, aliviada su dureza por el musgo.
Miguel Angel Eugui   Hay en esta pintura, sobre todo, poesía. A pesar de su arqueología, es poco científica. Pero no hay patetismo ni tristeza en los restos de la muerte, prácticamente fosilizados. Tampoco estos cráneos tienen nada que ver con las llamadas “vanitas” que hacen alusión al carácter perecedero de todo lo terrenal, invitando al espectador a reflexionar sobre la vanidad de lo material y a acercarse a valores espirituales de mayor importancia. No parece ser esa la intención del autor. Aunque, libre ya el cuadro en la pared a las miradas del espectador, habrá quien así lo considere.
   Hay misterio. Y melancolía. De esa sosegada producida por el paso del tiempo. Hay un realismo sobrio en estos bodegones insertados en el paisaje. Por eso trascienden la realidad.
   ¿O son paisajes con bodegón? Hay una verosimilitud como la que podría constatar la fotografía. Pero todo queda superado o trascendido. Porque esta realidad no se da fuera del cuadro. Hay una iluminación sobrenatural. Una obsesión. Los objetos comparten un lugar común. Conviven bajo una misma luz. Respiran una atmósfera de humedad fecunda. Pero perduran en su diferente materia. Los cráneos se petrifican pero nos remiten a la vivífica experiencia. Las piedras se dulcifican con el musgo y con las hojas, pero siguen siendo impasibles.
   Y todo convive con el detalle de los tiestos enterrados, como el jardín que fue. Los animales que vivieron en ese jardín. Y la frondosidad de las hojas –ahora encendidas por esos urgentes amarillos del otoño, cuando daban sombra en la plenitud del verano–. Extraordinario rescoldo de hojas que iluminan el cuadro. Múltiples verdes. Urgencia cegadora de amarillos. Zozobra de rojos hacia marrones...
  
   Indice

Piedras entre la hierba
 
   "Soy, lo sé muy bien, tan sólo esa ligera humedad sobre la piedra"  (C. Aurtenetxe)
   Ese musgo liviano que, sin embargo, la piedra, estoy seguro, agradece.
 
   "Una brizna de hierba es una jornada de trabajo de las estrellas"  (W. Whitman)
   Me acerco y apenas veo una mancha verde oscura. Me alejo y cada hierba sostiene su perfecta definición en el conjunto.
 
   "La piedra, extraída de su sepulcro de hojarasca, era liviana, tenía el color verdoso, las dimensiones de mis manos y una rugosidad fresca que los dedos rozaban con lentitud" (F. J. Irazoki)
  
   Hay una cierta tradición en la poesía vasca de abordar el tema de la piedra entre la humedad, entre los bosques. Es el hábitat natural de muchos artistas. No diré que el pintor se agarra a esta tradición
. 

   Javier Monreal

 

 

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Elogio de lo cotidiano
Miguel Angel Eugui

  
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Textos: Javier Monreal
Traducción: Malen Eugi, Xabi Jaso
  
 


 

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