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Ladakh

Breve historia de Ladakh


   Vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño.

   Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto...
   (Jorge Luis Borges, extractos de El Aleph)

   Vi un lejano país suspendido en el espacio y en el tiempo, que se llamaba Ladakh.
   En las faldas del Himalaya, aislada a más de tres mil metros de altura, era una tierra montañosa e inhóspita visitada por muy pocos viajeros.
   El Aleph guió mis ojos hasta allí, y pude ver sus gentes, sus pueblos y sus costumbres, que databan de siglos.
   Vi monasterios budistas habitados por monjes y neófitos, vi chortens, mandalas, molinos de oración, máscaras de los demonios de la mente, estatuas de mil Budas.
   Y comprendí que aquel paraje era el último refugio de la cultura tibetano-budista. Y de ahí que le llamaran "el pequeño Tibet".

 

Geografía

   Por su orografía, Ladakh es una región dura y árida, con una altitud media que supera con creces los 3.500 m, formando parte del altiplano tibetano, y haciendo de ella la región habitada más elevada del mundo. Las dos carreteras más altas del planeta, con puertos de más de 5.000 m (foto01), recorren parte de la región. De hecho, Ladakh significa "La tierra de los muchos pasos de montaña".
   El acceso a esta región, situada en el extremo más septentrional de la India, pero disputada también por Pakistán y China, es complicado. Quizá la vía más rápida es volar de Delhi a Leh, aunque habrá que cuidarse del mal de altura. Otro posible acceso es a través de Jammu - Cachemira, recorriendo la carretera que une Srinagar con Leh; pero, debido a la inestabilidad política de la zona, no es muy aconsejable. La otra posibilidad es tomar un autobús desde Manali, que tardará varios días en llegar, teniendo que superar tres puertos de 5.000 m por unas carreteras que en ocasiones resultan casi impracticables y en las que es habitual encontrarse vehículos que han sufrido algún accidente (foto02). El acceso por el noroeste y el sureste está cerrado por el Himalaya, mientras que por el norte la cordillera del Karakorum se encarga de cerrar el paso. El Saser Kangri, situado entre los ríos Shayok y Nubra, es la cota máxima de Ladakh, con 7.023 m.
   Ladakh comprende cinco valles principales: Dras, Suru, Zanskar, Indo y Nubra. El Himalaya forma una barrera natural ante el monzón. Esta característica otorga a los paisajes una aridez sobrecogedora (fotos 03, 04 y 05), con excepción de los fértiles valles en donde se congregan las poblaciones (fotos 06 y 07). Los ríos que recorren la región son tributarios del gran e impetuoso Indo. Sus aguas irrigan los campos y hacen de la agricultura el principal recurso económico de la población.

Historia

   Los primeros habitantes de Ladakh fueron los nómadas Kompas, que llegaron con sus rebaños de yaks hasta los altos pastos de la región; pero los primeros asentamientos fueron creados por los Mons, peregrinos budistas que atravesaban Ladakh en su camino desde India hacia el sagrado monte Kailas del Tibet. Durante muchos siglos Ladakh fue tierra de paso para las caravanas provenientes de China, en su camino a Cachemira y Jotan, conectando con la Ruta de la Seda. Comerciantes de todos los lugares atravesaban la región, bautizándola de múltiples modos: Bla Dwags, "La tierra de los lamas", Ja Chen Pa, "Tierra de nieve", Mnah-ris Bskor-gsum, "Pequeño Tibet", etc.
    En el siglo IX d C, la influencia de Ladakh se extendió más allá del valle del Indo y durante esta época muchos fuertes y palacios, incluido el de Shey, fueron construidos.
    A finales del siglo XIV d C, un peregrino tibetano, Tsong-Khapa, introdujo en Ladakh la orden budista Gelukpa, encabezada por el Dalai Lama, que se extendió rápidamente, fundando importantes gompas como Spituk y Rizong.
    En el año 1531 la armada musulmana Balti-Cachemir lanzó varios ataques contra Ladakh, que acabó cayendo en manos de Ali Mir de Baltistán, aunque poco después, bajo el reinado de Singge Namgyal (1570-1642), Ladakh floreció de nuevo. El reino de este monarca se extendía desde el valle de Spiti y el Tibet occidental hasta el monte Kailas. Fue entonces cuando Leh pasó a ser la capital del reino y hogar del monarca, que construiría un palacio sobre una colina que aún hoy en día domina toda la ciudad. La ciudad se convertiría en paso obligatorio de una importante ruta comercial que unía el Punjab con Asia central y que comerciaba con textiles, especias, seda, alfombras o tintes (foto08). La actual carretera de 434 km que une Srinagar (capital de Cachemira) con Leh está construida sobre esa ruta comercial.
   En Ladakh y Tibet occidental se comenzó a producir la fina lana de Pashmina (más conocida en la actualidad como 'cachemira'). Este material era transportado cuidadosamente de Leh a Srinagar, donde era tejido magistralmente, alcanzando prestigio por su suavidad y calidez, convirtiéndose en un lucrativo negocio. Irónicamente, este hecho supondría el fin de la independencia ladaki. El maharaja de Cachemira, Gulab Singh, llevado por su codicia, ordenó en 1834 a su general Zorawar Singh invadir Ladakh, prologando una guerra que se alargaría una década, hasta que el Imperio Británico apareció en 1846, anexionando Ladakh y Baltistán a la región de Jammu-Cachemira. Un siglo más tarde, coincidiendo con la independencia y partición de India, Baltistán pasó a formar parte de la recién creada nación de Pakistán, mientras que Ladakh continuó anexionada a Jammu-Cachemira.
   Unos años más tarde Ladakh se encontraba de nuevo en el ojo del huracán. El gobierno pakistaní invadió parte de su territorio, mientras el gobierno comunista de Mao Zedong invadía el Tibet y también parte de Ladakh. El Tibet capituló en mayo de 1951 y los budistas lamaístas de Ladakh acogieron a numerosos tibetanos, que sufrieron un penoso éxodo a través del Himalaya. En la actualidad siguen habitando en la región y continúan en lucha por su independencia cultural y territorial (foto09). Por otro lado, el gobierno de Cachemira intentaba introducir el Islam en la región. Todos estos motivos forzaron al gobierno indio a enviar un gran contingente militar a la zona, que aún es notable.
   Entre los años 1962 y 1974, la Guerra India-China, provocada por la delimitación de fronteras, afectó directamente a Ladakh. Se prohibió toda visita extranjera hasta 1974, año en el que Ladakh abrió de nuevo sus puertas al turismo.
   En la actualidad Ladakh continúa formando parte de la región india de Jammu-Cachemira, aunque en 1995 se le concedió cierta autonomía. La zona  permanece en litigio con la vecina Pakistán, por lo que las fronteras no están definidas.
   
   Rafael Bastante Casado
   Silvia Sánchez Carretón


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FotoCD33

Ladakh. El pequeño Tibet
Fotografías:
Rafael Bastante Casado
Silvia Sánchez Carretón

© Rafael Bastante Casado
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