Exposiciones fotográficas
La Granja de Segovia
El sueño de un palacio de verano
La música, los estados de felicidad, la mitología, las caras trabajadas por el tiempo, ciertos crepúsculos y ciertos lugares, quieren decirnos algo, o algo dijeron que no hubiéramos debido perder, o están por decir algo; esta inminencia de una revelación, que no se produce, es, quizá, el hecho estético.
(Jorge Luis Borges. Otras inquisiciones)
San Ildefonso es un pueblo de la provincia de Segovia (España) situado en las faldas del macizo de Peñalara, en la Sierra de Guadarrama, que forma parte del Sistema Central de la península ibérica. El lugar está rodeado de un espeso bosque de coníferas, a 11 km al sudeste de la ciudad de Segovia.
Allí se levanta uno de los más fastuosos palacios reales de época barroca que puedan admirarse en España, junto a los de Aranjuez, Riofrío y el Palacio Real de Madrid.
El emplazamiento fue elegido cerca de un coto de caza real, en la proximidad de un pequeño monasterio dedicado a San Ildefonso, cuyos monjes llevaban una hospedería y cultivaban una granja.
La construcción de este Real Sitio, conocido como La Granja de San Ildefonso o La Granja de Segovia, fue iniciativa del rey Felipe V, primer monarca de la dinastía de los Borbones españoles. Se trataba de un palacio de verano, rodeado de vastos jardines, concebido según el modelo de la arquitectura palaciega francesa del siglo XVIII, donde el monarca y su familia se refugiaban en los calurosos meses del estío mesetario.
La sustitución de la dinastía de los Austrias por la de los Borbones en 1700 trajo consigo aires de renovación a un país en cuyo imperio, forjado en tiempos de Carlos I y Felipe II, había empezado a ponerse el sol. Bajo sus sucesores Felipe III y Felipe IV, España fue sumiéndose en la decadencia y la ruina financiera, hasta que la muerte de Carlos II, fallecido sin dejar descendencia, forzó el cambio de dinastía.
Felipe V de Borbón introdujo en España, asesorado por franceses e italianos, importantes reformas políticas y económicas. La renovación afectó también a los usos arquitectónicos, que se vieron influenciados por las tendencias francesas e italianas de la época barroca, y ello se refleja muy claramente en los cambios de estilo que experimentan la arquitectura y las artes en general en España.
Los espacios fríos y espartanos propios de la era de los Austrias dejan paso a formas más refinadas y mucho más ornamentadas. Los ambientes, que hasta entonces tendían a ser oscuros, casi tenebristas, se vuelven más luminosos. La iconografía cristiana va siendo desplazada por la pagana. La mitología clásica grecolatina, con su muchedumbre de dioses, ninfas y demás seres fantásticos, entra en tropel. El XVIII será el siglo de las grandes pelucas empolvadas y el rapé, de la música galante y el rococó, del neoclasicismo, la Enciclopedia y la Ilustración. La voz atiplada del castrato Farinelli, que residió en España de 1737 a 1759, aliviaba la profunda melancolía de Felipe V: durante diez años interpretó por la noche las mismas cuatro canciones para el rey, que le reconoció nombrándolo primer ministro.
Había nacido el siglo de las luces.
El diseño original del palacio de La Granja se debe al pintor y arquitecto español Teodoro Ardemans. Respondía al estilo herreriano, heredero de las sencillas y austeras formas creadas en el siglo XVI por Juan de Herrera. Pero su severidad fue atenuada por artistas franceses e italianos, entre ellos Filippo Juvara y Giovan Battista Sacchetti.
A Ardemans le sucedieron como arquitectos Andrea Procaccini y Sempronio Subisati, a quienes se deben respectivamente el patio de Coches y el de la Herradura. Estos dos patios contrastan grandemente en su estilo: el de Coches presenta fachadas sobrias, al modo herreriano, mientras que el de la Herradura ostenta unos muros ricamente decorados con entrantes y salientes que crean efectos de claroscuro.
La Colegiata de la Santísima Trinidad, de estilo barroco, con una elegante cúpula y dos torres (foto43), se debe a Ardemans y Procaccini, y contiene frescos de Maella, Bayeu, Sasso y Subias. Proyectada primero como capilla del palacio y luego como panteón real, su capilla de las reliquias alberga el mausoleo de Felipe V y de su esposa Isabel de Farnesio (foto45).
Las dependencias reales alojan una espléndida colección de tapices del siglo XVI en adelante, algunos de factura flamenca y otros basados en cartones de Goya, Van Orley y Bayeu.
Fundada en 1728 en las proximidades del palacio, la Fábrica de Cristales fue una de las primeras de Europa en producir auténtico cristal. De ella salieron piezas de cristal tallado, opalina y vidrio con destino a los palacios españoles, especialmente arañas de cristal y espejos de grandes dimensiones. Los maestros vidrieros eran al principio extranjeros, con una gran influencia estilística de los trabajos de cristal de Venecia.
Los bellísimos jardines del palacio de La Granja, que ocupan 146 hectáreas, son obra del arquitecto-paisajista Étienne Boutelou, jardinero mayor del palacio de Aranjuez desde 1716. Sin embargo, la planificación general del parque se debe a los franceses René Carlier y Marchand, que concibieron los jardines como una trama reticular, cruzada por diagonales, salpicada de fuentes, cisternas y cascadas de agua, además de estatuas, jarrones, pérgolas, setos de arbustos y parterres de flores, todo ello arropado por bosques de enormes árboles de hojas perennes y caducifolios (fresnos, tilos, pinos, arces, olmos, robles, hayas, secuoyas y castaños de Indias) que sumen las sendas y plazoletas en refrescantes umbrías.
Los juegos de agua que animan las 26 fuentes y cascadas son producidos por 140 surtidores, abastecidos por un lago artificial embalsado a un nivel superior, llamado 'el Mar'. El sistema de cañerías original sigue funcionando en la actualidad como lo hacía en el siglo XVIII.
Las innumerables estatuas que pueblan los jardines, subidas a pedestales o retozando en los estanques, pertenecen a diversos equipos de escultores, entre los que abundan los nombres franceses. Los más prominentes fueron Jacques Bouseau, René Carlier, Antoine y Hubert Dumandré, René Fremin, Pierre Pitué y Jean Thierry.
Los temas iconográficos de las esculturas de las fuentes se basan en su mayor parte en la mitología grecorromana, y su estilo se inspira en el barroco francés de tiempos de Luis XIV, del que los lujosos jardines de Versalles eran el paradigma. Entre las esculturas de los bosques proliferan las de niños y animales (fotos 19 y 36). Se ven por doquier estatuas de dioses y de diosas, de silenos y bacantes, de ninfas, náyades y amorcillos. Y una variopinta fauna de ciervos (animal asociado a Diana cazadora), caballos, perros, cisnes, batracios, delfines, dragones, tritones, hipocampos y demás animales fantásticos.
Para su realización se emplearon como materiales principalmente el mármol, el bronce y el plomo. Todas las figuras de mármol blanco y plomo bronceado pertenecen a Thierry y Fremin.
Su estilo combina el sentido dramático, las sinuosidades y el abigarramiento propios del barroco con la serena belleza de canon griego que trajo de vuelta el neoclásico. Los rostros de dioses, héroes y ninfas resplandecen de hermosura, los cuerpos son jóvenes y perfectamente proporcionados, desnudos o vestidos con livianos tejidos de ondulantes pliegues al gusto helenístico.
Hay un doble sentido, un trasfondo ideológico soterrado en el programa iconográfico de esta estatuaria extraída de la teogonía clásica: los distintos grupos escultóricos constituyen símbolos y alegorías dedicados a resaltar el paralelismo entre las deidades del Olimpo y los reyes que habitan este Real Sitio. Tratan de enaltecer la figura del monarca, poner de manifiesto la raigambre divina de la realeza, cuyo poder es parangonable con el de los héroes y dioses de la antigüedad. Así, por ejemplo, en el grupo de la fuente de Andrómeda, Perseo, vencedor del Mal, representa a Felipe V salvando la Monarquía, con la ayuda de Minerva, que simboliza a Francia, su principal apoyo en la guerra de Sucesión. La alegoría de la fuente de la Fama (foto07) no se refiere sólo al papel del rey como defensor de la religión (aludiendo a la conquista cristiana de los reinos musulmanes hispánicos), sino también a la legitimidad de Felipe V en la guerra de Sucesión y en las campañas bélicas que emprendió en Italia a favor de sus hijos.
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FotoCD93
La Granja de Segovia
El crepúsculo del palacio
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