Exposiciones fotográficas

La carne y el Corán

La carne y el Corán (introducción)


   Vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño.

   Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto...
   (Jorge Luis Borges, extractos de El Aleph)


   Vi vaqueros y pastores beduinos que guiaban sus ganados hasta los oasis y pueblos del desierto, para vender sus reses en los zocos.
   Vi los mataderos donde sacrificaban esas reses, que, con las testas orientadas hacia la Meca, eran desangradas hasta no dejar una gota en sus venas.
   Vi familias degollando el cordero en conmemoración del sacrificio de Abrahán. Las vi ayunando en Ramadán durante el día y celebrando alegres festejos por la noche.
   Y siempre invocaban el nombre de Alá antes de empezar a comer, y al terminar de comer nunca se olvidaban de dar gracias a Alá.
   Vi las carnicerías donde se expende la carne que es lícita para los musulmanes por haber sido tratada siguiendo los preceptos del Corán.

 

 

   Bism'illah arrahman arrahim. 
   En el nombre de Dios, clemente y misericordioso. 

   Con esta invocación ritual empieza el Corán, libro sagrado de los musulmanes y texto fundacional del Islam, y de la misma manera comienza cada uno de los 114 suras o azoras (capítulos; del árabe, surah) del Libro, a excepción del sura IX, de Attauba o del Arrepentimiento, debido a que este apartado sólo contiene conminaciones para los idólatras mientras que la sentencia encabezadora mencionada constituye un anuncio de paz. 
   La frase forma parte de la llamada fatiha, la plegaria inicial recogida en el sura I (de Alfatiha o de la Apertura), de siete versículos, que es la más recurrente en las oraciones de los fieles, en cierto modo equivalente al padrenuestro cristiano, y que, al completo, dice así: 

   En el nombre de Dios, clemente y misericordioso. 
   Loado sea Dios, creador del universo, 
   Clemente y misericordioso; 
   Soberano en el día del juicio; 
   Sólo a Ti adoramos y de Ti imploramos ayuda; 
   Indícanos el recto camino; 
   El camino de quienes agraciaste, y no el de los execrados y extraviados. 
   (Sura I, 1-7) 

   La fatiha se resume a menudo en una fórmula abreviada: la que se enuncia en el primer versículo (Bism'illah arrahman arrahim), que es conocida como el basmalah o bism'illah ("En el nombre de Dios"). 
   Cada vez que los musulmanes se disponen a comer, pronuncian previamente la palabra Bism'illah como un breve rezo de invocación a Allah (Dios), y tampoco olvidan dar gracias a Dios al terminar la comida (Al-hamdul'illah). El bism'illah también encabeza los documentos legales y de transacciones comerciales, y es citado como protocolo previo en todo acto oficial. Aparece también en amuletos contra el mal de ojo, y los magos aseguran que está inscrito en el costado de Adán, en un ala del arcángel Gabriel, en el sello de Salomón y en la lengua de Jesucristo. 
  
   El mismo Corán exhorta a agradecer a Dios por los alimentos y bienes de que disfrutan los humanos en la Tierra, pues todos provienen de Él como creador del universo, y son proporcionados al hombre merced a su misericordia. Y prohibe comer ningún animal que haya sido sacrificado invocando otro nombre que no sea el de Dios:
La carne y el Coran  
   (Dios) creó para vosotros los ganados, de los que obtenéis abrigo, alimento y otros beneficios; 
   Y os proporcionan encanto cuando los lleváis al corral, y cuando por la mañana los conducís a pastar. 
   (...) Y también creó para vosotros el caballo, el mulo y el asno, para cabalgarlos y para lucimiento, y creará también para vosotros cosas que desconocéis. 
   (...) Él os envía el agua del cielo que bebéis, y gracias a la cual surge la hierba con que apacentáis vuestros ganados. 
   Y con la que brotan las plantas, los olivos, las palmeras, las vides y todo tipo de frutos. Ciertamente que aquí hay una señal para quienes piensen. 
   (Sura XVI, de Annahi o de las Abejas, 5-11) 

   ¡Creyentes! Disfrutad de todo lo bueno que os ha sido concedido y agradecédselo a Dios, el único, a quien adoráis. 
   Él sólo os prohibió (...) todo lo sacrificado al conjuro de otro nombre que no sea el de Dios.      
   (Sura II, de Albaqara o de la Vaca, 172, 173).  
   Este último versículo o aleya (del árabe ayah, en plural ayat; literalmente: 'signos') se repite con variantes en el sura V, de Almaida o de la Mesa Servida, 1-5; y en el XVI, de Annahi o de las Abejas, 115. 

   Comed de aquello sobre lo que haya sido invocado el nombre de Dios, si creéis en sus aleyas. 
   (Sura VI, de Al-Anaam o del Ganado, 118) 

   No comáis de aquello sobre lo que no haya sido invocado el nombre de Dios, porque es una profanación, y porque los demonios incitan a quienes lo hacen para condenarlos. Mas si les obedecéis, os contaréis entre los idólatras. 
   (Sura VI, de Al-Anaam o del Ganado, 121) 
   

   No cabe duda de que el Islam incide directa o indirectamente en casi todos los aspectos de la vida de los fieles, incluídos la dieta y los hábitos alimenticios, siendo el Corán, como Libro infalible inspirado por Dios, la última palabra, el referente definitivo a partir del cual dirimir toda controversia, hasta en lo que concierne a cuestiones legales o jurídicas. De él emana la shari'a o ley islámica, que con mayor o menor grado de rigor en su aplicación regula el cotidiano transcurrir de las sociedades musulmanas, en países que van desde Marruecos hasta Indonesia. 
   Pero ¿qué dice el Corán en concreto sobre la alimentación? ¿Qué es lo que recomienda y qué lo que prohibe a los creyentes? Y, sobre todo, y puesto que la presente exposición fotográfica La carne y el Corán se centra en el tema de la carne en los países islámicos, ¿qué prescribe exactamente el Corán sobre la carne? 
   Demos, pues, un repaso al Libro, y quizá así podamos entender mejor lo que percibiremos al contemplar las fotos, o entrever algo más de lo que a primera vista captemos. Pues el tema de nuestra exposición va de carnicerías, mercados de carne, pollerías, mataderos... que siguen escrupulosamente los preceptos del Corán. 
   Antes de adentrarnos en la materia, no queda otro remedio que tener en cuenta una serie de consideraciones previas, a fin de poder apreciar, si no en su verdadera dimensión, al menos de la forma más aproximada posible, el sentido de los extractos del Libro que vamos a citar. Conviene recordar, en concreto, qué es el Corán, cuál es su origen, cuáles sus principales contenidos, por qué su importancia. Y recalcar, dadas las dificultades intrínsecas que conllevan su traducción y su interpretación, el hecho de que la doctrina coránica no es tan ajena al pensamiento occidental como pudiera parecer de entrada, pues lejos de refutar las creencias y tradiciones judeocristianas, las aprueba y corrobora, como tendremos ocasión de ver. 

 

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FotoCD16

La carne y el Corán
Carnicerías de los países islámicos

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Fotografías: Eneko Pastor
Realizadas en Egipto, Yemen, Turquía y Marruecos

 


 

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