Exposiciones fotográficas

La carne y el Corán

Epílogo por la paz

   

   No podemos terminar este texto sin exponer una serie de consideraciones generales, referentes a la necesidad perentoria de un mayor acercamiento a las culturas islámicas por parte de las culturas encuadradas en ese difuso bloque que llamamos 'occidental'. A lo largo de este escrito hemos podido ver cómo muchas de las normas que rigen el islamismo no son muy diferentes de las creencias y usos sociales de la civilización judeocristiana, y que incluso tienen en ella su origen. ¿Qué creyente cristiano no aceptaría como válidas, concordantes con sus propios dogmas de fe, las siguientes aleyas?: 

   (Los idólatras) son mis enemigos; y no el Creador del universo; 
   Que me creó y me ilumina; 
   Que me da de comer y de beber; 
   Que me sanará cuando caiga enfermo; 
   Que me dará la muerte y luego me resucitará; 
   Y del que tengo la esperanza que perdonará mis faltas el día del Juicio final. 
   (Sura XXVI, de Axxuaara o de los Poetas, 77-82) 

   Sería necesario para empezar sacudirnos de la cabeza un buen número de tópicos y prejuicios que de habitual manejamos sobre los pueblos de fe islámica, y que se originan en el mutuo desconocimiento. Ojalá este estudio, centrado en un tema tan específico como La carne y el Corán, o los preceptos coránicos sobre la alimentación, haya contribuido a desmontar algunos de esos malentendidos, aunque nuestros tiros hayan ido, más que a ofrecer certezas donde antes había dudas, a plantear dudas donde antes había certezas infundadas. 
    
   Cuando tanto se habla de 'choque de civilizaciones' (Huntington) o de 'choque de culturas', ya para empezar nos parece estar tropezando con contradicciones en los términos. Lo que es civilizado no choca; las culturas, si son genuinas, no pueden colisionar entre sí. Lo que verdaderamente se está produciendo en nuestro planeta se podría calificar más bien como 'choques de inculturas'. La ignorancia es una de las madres del racismo, porque el racismo en el fondo no es más que miedo. Miedo a lo desconocido. 
   Es totalmente incierto que el islamismo quiera atentar contra la democracia y los principios de la civilización occidental, como tantas veces y tan alegremente se afirma en los medios de comunicación, atizando el fuego de la paranoia colectiva. El Islam simplemente cuestiona muchos de los falsos principios en que se cimenta nuestra muy materialista sociedad, cada vez más carente de valores trascendentes, y que considera al individuo como mero peón en una cadena sin fin de explotación y consumo. Y no sólo el Corán, es que también el Evangelio nos lo recuerda: "¿De qué sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma?"  (Mateo, 16:26). 
   La yihad o guerra santa, predicada por el Corán y los hadith, hace referencia en primer lugar a la lucha interna de la persona contra sus propios instintos, y también a la acción defensiva para proteger a la comunidad de fieles de los ataques desde el exterior, tómese como ejemplo las Cruzadas, que parecen querer reeditarse en el siglo XXI. 

   Y cuando son agredidos, saben defenderse. 
   Y el delito será castigado por la ley del talión; mas quien perdone y se reconcilie, será recompensado por Dios, porque no aprecia a los agresores. 
   No obstante, quienes se venguen cuando hayan sido ultrajados, no serán considerados culpables. 
   Sólo son culpables quienes injustamente ultrajan y oprimen a los hombres en la Tierra; éstos tendrán un severo castigo. 
   Por el contrario, quienes toleren y perdonen, han de saber que tendrán un destino en la eternidad. 
   (Sura XLII, de Axxura o del Concilio, 39-43) 

   Cuando nos rasgamos las vestiduras por los atentados terroristas denominados 'islámicos' que padecemos en Europa o América (incurriendo en otra contradictio in terminis, pues la palabra Islam deriva de 'salam', paz), atentados que son igualmente condenados por los verdaderos musulmanes, que los consideran contrarios al auténtico pensamiento y práctica del Islam, habríamos de recordar que estos actos son la respuesta (todo lo equivocada que se quiera, pero respuesta) a agresiones anteriores (guerras ilícitas, ocupaciones, colonización) que han sufrido previamente países como Palestina, Chechenia, Afganistán o Iraq, causadas principalmente por conflictos de intereses, geoestratégicos y económicos (como el control de los pozos de petróleo), por mucho que intenten disfrazarse intencionadamente de cara a la opinión pública como enfrentamientos de principios. Y que por cada víctima mortal que provocan estos atentados, ha habido previamente decenas o centenares de muertos inocentes en aquellos países a causa de dichas guerras neocoloniales: la diferencia estriba en que tales víctimas no son publicitadas en los medios de comunicación. ¿Desde cuándo se puede imponer la democracia a un país con una guerra? ¿Desde cuándo los bombardeos son 'humanitarios'? 
    Es hora de que empecemos a conocer la cultura islámica más allá de folklores y orientalismos, si no queremos que el mundo, arrastrado por extremismos políticos, se enzarce en una estúpida y extemporánea secuela de las cruzadas medievales. Y para esto, una educación pluricultural es el primer y principal camino. Adentrémonos sin prejuicios en este mundo dentro del mundo, y comprobaremos que son más los puntos que nos unen que los que nos separan. Que los musulmanes tienen familias y adoran a sus hijos, como nosotros. Que comen, beben, trabajan, se divierten, viven y mueren como nosotros. Acerquémonos. No muerden. Para el Islam todos los hombres (musulmanes o no) somos hermanos, e iguales a los ojos de Dios. Y que no quepa duda de que seremos tratados como hermanos cada vez que entablemos amistad o que solicitemos la hospitalidad de un musulmán. Saludémosle de entrada con un 'Salam alaekum'. Nos responderá siempre con un 'Alaekum salam'. Le habremos deseado 'que la paz sea contigo'. Y nos habrá contestado 'que con vosotros sea la paz'. 

   Añadiremos, como conclusión, un último hadith: 

   Por cierto que en el cuerpo hay un pedazo de carne que, si está sano, todo el cuerpo está sano y que, si está enfermo, todo él está enfermo. Por cierto que es el corazón. 
   (Hadith 6, relatado por al-Bukhari y Muslim, recopilado por An-Nawawi, en 'Cuarenta Hadith'). 

 

 

FotoCD16

La carne y el Corán
Carnicerías de los países islámicos

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Fotografías: Eneko Pastor 
Realizadas en Egipto, Yemen, Turquía y Marruecos

 


 

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