Exposiciones fotográficas

Aquamorphosis

La alquimia de la obra de arte

 

   Finalmente, si se trabaja con una adecuada resolución, la obra está ya preparada para su elaboración completa, a través de la aplicación informática que se prefiera. Nosotros trabajamos con Photoshop, pero hay otras opciones.
   Aquí cabe mencionar que esta circunstancia –el trabajo de creación artística con un programa informático– no es criticable bajo el punto de vista de la técnica pictórica tradicional. Hay quien argumenta que lo que se hace mediante esta técnica –la digital– encierra una especie de engaño para el espectador. AquamorphosisVendría a favor de nuestra argumentación la frase atribuida a Picasso: “el Arte es una mentira que nos acerca a una verdad”. En el Arte pictórico esto es así, muy probablemente, y no hay ninguna diferencia con el Arte elaborado mediante técnicas digitales. Estamos diciendo que la obra tratada digitalmente, como algunas de las que aquí presentamos, no tiene por qué diferir sensiblemente, una vez impresa, de la obra obtenida mediante la pintura en lienzo tradicional; abundando en la idea que al principio exponemos.
   No es nuestra intención desanimar a quienes pintan de forma tradicional, sí lo es en cambio animarles a conocer otras técnicas y animar también a quienes practican el Arte con técnicas digitales a ignorar las críticas infundadas que sobre este particular se vierten frecuentemente.
   Puede que esté justificada esta crítica en los “retoques” que se emplean en el “mundo mediático” para disimular o falsear algunas realidades con el fin de manipular la sensibilidad –y a veces el bolsillo– del espectador. Pero esto no es extensible a quien trabaja honestamente teniendo en cuenta solo las necesidades de la expresión artística. Haremos una pequeña digresión para exponer este punto de vista.
   Toda nueva cultura crea su propia matemática (seguimos aquí a nuestro admirado Spengler), y será difícil ignorar a estas alturas que estamos inmersos en ese fenómeno. Negar la legitimidad de una técnica que ya es base fundamental de esta Cultura, aunque se exprese aún “pseudomorfológicamente” por necesidad,  es poner límites a una posibilidad de manifestación artística fascinante. La técnica digital alumbrará un Arte propio, que no hará ya alusión directa a la técnica empleada, como gran parte de lo que hoy se considera como tal, sino que tendrá su propia personalidad cuando el artista se olvide de ella y se centre en lo que es puramente Arte.
   Quizá quepa exponer que es –en nuestra opinión– momento de que nazca una nueva concepción del Arte que se irá produciendo cuando las nuevas generaciones de artistas ya no perciban la perplejidad que supone el derrumbamiento de unas estructuras obsoletas y que los artistas “tradicionales” no tengan que enfrentarse a la nebulosa de aprender una nueva técnica. Hablamos, como se comprenderá, del estilo y las escuelas.
   Mientras esto llega, no vemos razón para no aprovechar las nuevas posibilidades que esta técnica ofrece, a la vez que conservamos los conceptos que merece la pena preservar. No es cuestión de desestimar por sistema todo lo “antiguo” como se viene sistemáticamente haciendo y tratar de innovar a ultranza sea cual sea el resultado. Al contrario, conviene conocer en profundidad –en la medida de lo posible, y hoy esto ya está al alcance de muchos– la obra de los Maestros de tiempos actuales o pretéritos e inspirarse en su trabajo para elaborar la propia. No se trata de mitificar personalidades o personas –que de eso ya se encarga el mercado del Arte en la actualidad con fines comerciales– sino de estudiar los resultados conseguidos por artistas que ponen y pusieron tiempo y empeño en sus manifestaciones y que de alguna manera nos transmiten algo de su saber, a través de sus obras. Por decirlo de alguna forma, estamos en el afán de huir de las directrices de los “gurús”, “tendencias” y “vanguardias” del Arte –que aconsejan transgredir, violentar y sacudir las conciencias– y centrarnos en la creación de un Estilo propio, sin desestimar ninguna influencia “a priori”, pero sin perder de vista ni un momento lo que el Arte ha sido capaz de enseñarnos hasta ahora: la sencilla búsqueda de la belleza.
   Pero volvamos a nuestra obra. Estamos en el instante en que hay que introducir un proceso que en la obra pictórica tradicional se produce también, pero en menor medida: la selección. Cierto es que quien pinta un cuadro selecciona el estilo, la técnica, el lugar o el motivo y la textura, exactamente igual que lo hace el artista que trabaja con técnica fotográfica digital. Sin embargo, este último habrá obtenido –a poco que se esfuerce– una multiplicidad de imágenes sobre las que desarrollar su obra. Nace pues la necesidad de elegir la más adecuada para su elaboración. Es un proceso importante que condiciona el resultado y en el que hay que aplicar una especial sensibilidad que solo se consigue a través de la experiencia.
   La obra, tras este proceso, está preparada para ser tratada de forma que transmita una emoción visual. Lo cierto es que en este instante la labor se presenta realmente interesante. Nace aquí una especie de destilación, de alquimia.
   Se trata de despojar el objeto original –su imagen, se entiende– de la forma que lo define y lo contiene, aislando su esencia, la textura y el color para otorgarle una nueva forma que, suponemos, está en la mente del artista. 

   María Luisa Savirón Cuartango
   Ángel Luis Mayoral Castillo

 

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Aquamorphosis

Textos e imágenes: 
Angel Luis Mayoral Castillo
María Luisa Savirón Cuartango
(Brandan Image)

   
© Angel Luis Mayoral Castillo

© María Luisa Savirón Cuartango

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