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Tarragona romana y paleocristiana

Tarragona romana

 

   "...colonia Tarracon, Scipionum opus"
   (Plinio, Historia Natural, III. 21, 5)

  
   La ocupación romana de la Península Ibérica duró seis siglos y medio, desde aproximadamente 250 a C hasta 409 d C.
   En 218 a C, a comienzos de la segunda guerra púnica, los Escipiones, en su campaña bélica contra los cartagineses, llegaron al antiguo asentamiento prerromano conocido como Cesse, población de la tribu ibera de los cessetanos o cossetanos, en cuyo territorio iba a fundarse Tarraco. En sus comienzos un praesidium militar, Tarraco alcanzó en 27 a C el rango de capital de la Provincia Hispania Citerior, también conocida como Tarraconensis, una de las tres provincias de Roma en tierras de Hispania, junto a la Bética y la Lusitania. Esta urbe, hoy Tarragona (Cataluña), es la más antigua fundación romana en la península.
   Desde el año 2000, el rico legado arqueológico romano y paleocristiano de Tarraco está incluido en el Catálogo del Patrimonio Mundial. Según la Unesco, los restos romanos de Tarraco son de una importancia excepcional en el desarrollo de la planificación urbanística romana y sirvieron de modelo para las capitales provinciales en el resto del mundo.

  
Murallas
Fotos 01, 02 y 03
Tarragona romana 
   Aunque algunos investigadores sostienen que el aparejo ciclópeo de sus basamentos es prerromano, Tito Livio y Plinio el Viejo mencionan en sus escritos que fueron los Escipiones los que fundaron Tarraco y construyeron estas murallas. Las investigaciones arqueológicas modernas insisten en confirmar su origen exclusivamente romano, datable entre finales del siglo III y principios del siglo II a C, si bien resulta evidente a simple vista que hubo dos fases en su construcción, y se habla de la existencia de inscripciones ibéricas (marcas de canteros locales) en los bloques ciclópeos. El debate sigue abierto.
   Las murallas de Tarragona constituirían, en cualquier caso, el más antiguo vestigio de ingeniería militar romana en la Península Ibérica. La franja inferior (o zócalo) de sus lienzos es megalítica, con enormes bloques irregulares de piedra colocados unos sobre otros sin argamasa, y la parte superior es de sillares regulares, generalmente almohadillados.
   Los muros estaban en ciertos puntos reforzados con poderosos torreones defensivos de planta rectangular, de los que subsisten tres (el del Seminario, el del Arzobispo y el de Minerva o de San Magín). Lienzos y torres fueron reconstruidos y modificados en la Edad Media, y reparados en el siglo XVIII. Hoy sobrevive un tramo de muralla de 1.245 m de longitud: un tercio del total del primitivo recinto, el correspondiente a la parte alta de la ciudad, en el que se abren pequeños portales para el paso de transeúntes, cubiertos con descomunales dinteles monolíticos. Sólo se conserva (muy transformada) una de las puertas principales, la del Socorro, cerca de la torre de Minerva.

  
Pretorio
   Palacio en forma de casa-torre de piedra, fechado en el último tercio del siglo I a C y muy reconstruido en la época medieval, donde residió César Augusto y nació Pilatos, futuro pretor de Judea. Se la conoce también como Castillo de Pilatos, Palacio de Augusto y Palacio del Rey.
   La torre formaba parte de un complejo más amplio de construcciones romanas, del que también se conservan un tramo cubierto con bóveda de cañón y una cámara subterránea, asimismo abovedada, que comunica con un largo pasadizo.
   En la Edad Media los reyes de Aragón transformaron gran parte del edificio para habilitarlo como palacio real.
  

  
Anfiteatro
Fotos 04 y 05
  
   Fue construido a orillas del mar, en la segunda mitad del siglo I d C (época de los Flavios, 69-96 d C), aprovechando una pendiente del terreno para el asentamiento de una parte del graderío, estando el resto sustentado por una formidable subestructura de arcos y bóvedas.
   Se compone de la típica planta en forma de elipse, con una cavea o graderío, con capacidad para 15.000 espectadores, rodeando la arena, o sea, el recinto donde tenían lugar los espectáculos: combates de gladiadores y luchas con animales. En ambos ejes de la arena se abren unas fosas que eran las estancias subterráneas para los servicios auxiliares.
   En este lugar fueron ejecutados en el año 259 el obispo Fructuoso y los diáconos Augurio y Eulogio, mártires de Tarragona, por lo que en el interior del anfiteatro romano fue erigida una basílica paleocristiana (ver Basílica del Anfiteatro, en el capítulo 'Tarragona paleocristiana').
   Los habitantes de Tarraco disfrutaron también de otros edificios públicos destinados a espectáculos y representaciones, como el teatro (siglo I a C) y el circo (época de Domiciano, 89-96 d C). Pese a los escasos restos sobrevivientes, el teatro debió ser en su tiempo un magnífico edificio, con una suntuosa decoración escultórica. El circo fue construido, caso excepcional, dentro de las murallas, creando una marcada separación entre la parte alta de la ciudad y la parte intermedia. Aunque parcialmente destruido y transformado a lo largo de los siglos, conserva aún las bóvedas de sustentación de los graderíos y otras dependencias, constituyendo el conjunto uno de los circos mejor conservados del mundo romano.

     
Foro de la Colonia
Fotos 06, 07, 08 y 09
  
   El foro era un espacio público para el desarrollo de actividades ciudadanas de carácter administrativo, religioso y comercial, que ocupaba un emplazamiento preferente en toda urbe romana. Por su importancia política en el mundo romano, Tarraco contaba con dos foros.
   El Foro de la Colonia Tarraco es un complejo arquitectónico cuyos escasos restos recuperados se levantan en la plaza del Pallol, situada en el extremo noroccidental de las murallas romanas de Tarragona.
   Podemos discernir allí varios elementos dispersos, como las columnas corintias de un recinto porticado, basamentos moldurados, un pavimento de losas de piedra, y dos dependencias abovedadas que formarían parte de una hilera de tabernae o tiendas.
   Las investigaciones actuales han concluido que lo que vemos no es más que una parte del foro, en concreto una basílica, estando el resto perdido o sepultado bajo la trama urbana de la Tarragona moderna.
Tarragona romana
  
Torre de los Escipiones
Fotos 16, 17 y 18
  
   A 6 km de Tarragona, levantado a la vera de la Via Augusta (la larga calzada romana que conectaba los Pirineos con Cádiz pasando por Barcino, Tarraco y Sagunto), este monumento funerario, fechado en la primera mitad del siglo I d C, se ha convertido en una de las señas de identidad de la ciudad.
   En forma de torre de planta cuadrada, se componía de cuerpos cúbicos superpuestos de dimensiones decrecientes, el conjunto asentado sobre un sólido podio. El remate, que se ha perdido, tendría techumbre piramidal. Lo que queda de la torre alcanza hoy los 9 m de alto. En el nivel superior se intuye una inscripción muy borrada, en la que sólo se puede leer el nombre 'Cornelius'. El nivel que descansa sobre el podio exhibe en la fachada dos figuras masculinas en relieve, en pie sobre sendos pedestales adosados. Ambas figuras representan a Atis, dios proveniente de Frigia (Asia Menor, hoy Turquía), amante de Cibeles y asociado a los cultos mortuorios, tocado con su característico gorro frigio.
   Estas esculturas fueron erróneamente identificadas hace algún tiempo con los hermanos Escipiones (Cneo y Publio), reputados como los fundadores de Tarraco; de ahí el nombre del monumento.
  

  
Columbario de Vila-rodona
Foto 18
  
   He aquí otro monumento funerario de la antigua Tarraconensis, pero que posee unas características muy distintas del que conocemos como 'Torre de los Escipiones'. Consiste en un edificio de planta rectangular, sin ventanas, que estaba cubierto con un tejado a dos aguas. Los dos muros longitudinales estaban ritmados con falsas pilastras adosadas de orden dórico. La construcción descansa sobre una especie de podio decorado en casi todo su perímetro por una hilera de arquillos ciegos.
   Los muros internos conservan parte de la decoración original en estuco, y los seis loculi del columbario o conjunto de nichos donde se colocaban las urnas cinerarias que contenían las cenizas de los difuntos.
   Su construcción se data en el siglo II d C, y al parecer formaba parte de una villa romana próxima, situada a orillas del río Gayá. El edificio ha sido recientemente objeto de una radical restauración.

  
Tarragona romanaAcueducto
Fotos 10, 11, 12, 13 y 14
  
   El acueducto de las Ferreras, llamado también Puente del Diablo, situado a unos 4 km de Tarragona capital, se mantiene aún en pie con su doble nivel de arcadas (11 arcos en el nivel inferior y 25 en el superior), que salvan una depresión en medio de los pinares del valle del Francolí. Formaba parte de la red de canalizaciones que conducían hasta la antigua Tarraco las aguas procedentes de los ríos Francolí (antiguo Tulcis) y Gayá (Gaià).
    La fecha de su construcción es dudosa. Se cree puede datar de la época de Augusto, o de la primera mitad del siglo I d C, aunque fue restaurado en el siglo X (bajo Abderramán III) y en el XVIII. Alcanza una longitud de 217 m, y una altura máxima de 26 m. En su zona superior se ha preservado parte del revestimiento original del canal por donde circulaba el agua.

  
Arco de Bará
Fotos 20 y 21
  
   El arco triunfal de Bará (en catalán Berà) se yergue, sobrio pero imponente, a 20 km al norte de Tarraco, en el mismo trazado de la Via Augusta, la calzada romana más larga de Hispania, que discurría por la costa mediterránea desde Cádiz hasta los Pirineos.
   Es un elegante monumento de una extremada sencillez arquitectónica, con una sola abertura en forma de arco de medio punto, cuya única decoración consiste en ocho falsas pilastras adosadas de fustes acanalados y capiteles corintios, sobre las que descansa el entablamento.
   Su construcción data de tiempos de César Augusto, alrededor del año 13 a C, y por una inscripción que había en el friso del entablamento se sabe que tuvo una restauración, que fue financiada por Lucio Licinio Sura, de la tribu Sergia. El arco no tenía un valor funcional, sino simbólico: se erigió para marcar la frontera entre los territorios de las tribus iberas de los ilérgetes y los cossetanos, y poner así fin a sus disputas.
  
Tarragona romana
  
Cantera de El Medol
Fotos 22, 23 y 24
  
   En los alrededores de Tarragona se han localizado varias canteras romanas que proporcionaban la piedra para las construcciones y monumentos de Tarraco. La más destacable es la del Medol (El Mèdol), 9 km al norte del núcleo urbano de Tarragona, cerca de la Via Augusta que, bordeando la costa del Mediterráneo, pasaba por Tarraco.
   En la parte central de la gran hoya donde se desarrollaba la antigua explotación se yergue una gran aguja monolítica, resto testimonial de la gran mole rocosa que fue vaciada a su alrededor. Se detectan también por toda la cantera numerosas trazas y marcas talladas en la roca, que nos permiten inferir las sucesivas fases del proceso de extracción de la piedra.

  
Museo Nacional Arqueológico de Tarragona
Fotos 25, 26, 27, 28 y 29
  
   El fondo de este museo se nutre de piezas extraídas de las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en Tarragona y sus alrededores, de época romana en su mayoría. Entre las obras de arte escultórico expuestas, destacan las grandes estatuas mutiladas de emperadores halladas en las excavaciones del teatro, la cabeza de Júpiter Ammón en un clípeo o medallón circular decorativo, una escultura de Baco del siglo II d C inspirada en Praxiteles, un lampadario (o candelabro) antropomorfo de bronce representando a un niño africano (conocido popularmente como El Negret), bustos masculinos y femeninos de ciudadanos tarraconenses romanizados, sarcófagos esculpidos, etc.
Tarragona romana   Es muy interesante también la colección de mosaicos, que, por su iconografía y vivo colorido revelan una fuerte influencia del arte musivo de Africa del Norte. Destacamos:
   Mosaico de pared con la musa Euterpe.
   Mosaico con una cabeza de Medusa, con serpientes en la cabellera y su característica mirada hipnotizante.
   Mosaico de los Peces. Procedente de la villa romana de la Pineda, y descubierto en 1955, se compone de un panel unitario (de 6,25 x 4,50 m) donde se despliega en su parte central un nutrido muestrario de peces, crustáceos y animales marinos, tan definidos en sus formas y colores que puede identificarse con facilidad la mayoría de las especies que lo componen: delfines, besugos, anguilas, lenguados, morenas, bogavantes, pulpos, sepias, calamares... Está datado a comienzos del siglo III d C.

 

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FotoCD65
  
Tarragona

Romana y paleocristiana

Fotografías: Eneko Pastor
Realizadas en Tarragona (Cataluña, España)

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