Colecciones fotográficas

Estambul. La ciudad infinita

Estambul por barrios

 

En el Cuerno de Oro: Fener, Balat y Eyüp
Estambul 
   Estos antiguos barrios eran conocidos desde la época del emperador Constantino como el antiguo barrio griego en el caso de Fener, y Balat como el barrio judío y armenio. Ambos fueron declarados en 1985 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
   Y es que hay que mencionar que en los últimos años del Imperio Otomano más de la mitad de su población no era musulmana; de hecho la comunidad más grande era la de los griegos bizantinos, o rumí, nacidos en la ciudad.
   Otro barrio que está en la misma orilla es el barrio de Eyüp, este de mayoría musulmana. Todos ellos, precisamente porque están fuera del circuito más turístico, nos permiten sumergirnos en el Estambul más cotidiano.
   Un paseo por las tortuosas calles de Fener nos sumergirá en un barrio muy populoso y, en general, bastante degradado, con abigarradas casas de madera tradicionales y edificios maltrechos, solares vacíos, calles sin asfaltar, y mucha actividad. Sin embargo, durante la época otomana este era uno de los barrios más prósperos de la ciudad. Sus habitantes eran griegos adinerados, diplomáticos y comerciantes que controlaban el tráfico marítimo con los Balcanes. Actualmente la mayoría de sus habitantes son campesinos procedentes de las zonas rurales y kurdos del sudoeste del país, pero todavía existen testimonios que recuerdan el paso de griegos, armenios y judíos.
   En Balat la población estaba formada por judíos de origen griego a los que a finales del siglo XV se les unieron los judíos expulsados de España y Portugal. En  muchas casas se puede reconocer aún la estrella de David sobre el baldón. En los años 50 hubo una emigración masiva a Israel, y el resto ahora vive disperso en la ciudad.
   En Fener y en Balat se encuentran varias joyas del periodo bizantino. Una de ellas, cerca de las murallas de Teodosio en el barrio de Chora, es sin duda la iglesia de San Salvador de Chora, del s. XI (foto73). Esta iglesia, fundada durante el reinado del Emperador Justiniano, es en origen una de las iglesias más antiguas de la ciudad. El templo se reconvirtió en mezquita en el año 1511 por Hadim Ali Pasha, gran visir del sultán Beyazit II, pasando a ser conocido como la Mezquita de Kariye. Esta transformación respetó gran parte de los elementos originales, mosaicos y frescos, y por ello hoy es considerada como una de las obras maestras del arte bizantino. En el año 1945 fue secularizada y convertida en museo.
   El edificio, de dimensiones discretas, no llama demasiado la atención por su exterior sencillo (foto74); sin embargo, lo interesante se halla en su interior, pues conserva en excelente estado los más bellos mosaicos del arte bizantino del mundo, tanto por su belleza como por su técnica y número (foto77).
   Otra de las joyas de Fener es el edificio de la Sede del Patriarcado Griego, que ocupa la iglesia de San Jorge y es donde reside desde 1601 la máxima autoridad espiritual mundial de la iglesia ortodoxa. Y otra, la Iglesia de San Esteban de los Búlgaros, cerca de la orilla, curioso edificio construido enteramente de hierro. Fue construida en Viena en la segunda mitad del siglo XIX para la comunidad ortodoxa búlgara de Estambul tras la ruptura con el patriarcado ortodoxo griego. Las piezas fueron ensambladas en Estambul.
   En Balat se pueden apreciar edificios de diferentes religiones en un corto espacio: sinagogas, iglesias o mezquitas. Dos edificios importantes de esta zona son la Mezquita de Ferruh Kethuda y la Sinagoga de Ahrida, la única sinagoga abierta en Balat, construida en el siglo XV por los judíos.
Estambul   Por último siguiendo el Cuerno de Oro llegaremos al barrio de Eyüp, un lugar de peregrinación para los musulmanes de todo el mundo. El carácter especial de su mezquita es debido a que se piensa que guarda los restos de Eyüp Ensari, portaestandarte de Mahoma, quien murió aquí durante el sitio de Constantinopla (674-678).
   La tumba del Sultán Eyüp fue construida en 1485, y el edificio actual es de 1800. Durante muchos años se han realizado peregrinaciones masivas a la tumba en busca de milagros. La reja dentro de la tumba del sarcófago es de plata y fue un regalo del Sultán Selim III, y hasta este lugar vienen los recién casados para celebrar el casamiento o realizar el petitorio delante de la reja. Bajo la sombra de los plataneros centenarios que hay en su patio interior se hacía la investidura de los sultanes otomanos.
    Los alrededores de la plaza de la mezquita tienen un ambiente festivo y están llenos de tiendecillas, lugares para comer y jugueterías, y vemos niños vestidos como príncipes con báculo y capa de armiño posando con los padres delante de la mezquita, celebrando el sünet o ceremonia de la circuncisión: el paso del niño a la edad adulta (foto53). El exterior del recinto de la mezquita está repleto de magníficos mausoleos (foto103), pues las clases pudientes querían ser enterradas aquí.
   Para obtener las mejores vistas del Cuerno de Oro comenzaremos a ascender por otra colina atravesando un enorme cementerio serpenteando por un camino entre lápidas, en este caso de las clases populares. Hay lápidas de mármol de todas las épocas en distintos niveles, algunas más lujosas están rodeadas de rejas y de pequeños arriates de flores, y en todas ellas hallaremos la inscripción "Ruhuna Fatiha" que es algo así como "ruega una oración por su alma". Al final de la colina llegaremos al famoso Café de Pierre Loti. El escritor tenía una cabaña aquí, donde escribía y se abandonaba a sus ensoñaciones orientalistas, y hoy en día es un café muy ambientado por familias locales y extranjeros.


  
  
Interior de la Península histórica
  
   En realidad algunos de estos barrios de la zona histórica también están a la orilla del Cuerno de Oro, pero tienen un carácter distinto a los anteriores, pues son el epicentro de la visita cultural a Estambul; por eso los he considerado aparte.
Estambul   Desde el muelle de Eminönü, desde donde salen ferries que abarcan casi cada punto de la ciudad, hacia el interior encontraremos multitud de lugares interesantes que visitar, entre ellos el Bazar de las Especias. Es cierto que ha perdido parte de su encanto porque es demasiado turístico, pero el colorido y la presentación de las especias y condimentos son un placer para los sentidos (foto35). Para hacer compras, sin embargo, es más interesante el exterior del bazar, que se extiende a lo largo de decenas de calles. Se trata del mercado de Tahtakale, donde sí compran los locales, y donde se puede encontrar de todo: especias, frutos secos, menaje, fruta, pescado… en fin, de todo. Los distintos tipos de establecimientos están agrupados por calles, por lo que no es complicado encontrar lo que se busca. En su maraña de calles siempre abarrotadas se esconde la entrada a una joya de la ciudad: la Mezquita de Rüstem Pasha, un oasis en el epicentro del tumulto. El hecho de que esté construida en alto es una particularidad que quizás la mantiene al margen del turismo de masas, pero con una razón de ser: de este modo la parte inferior podía tener locales con cuyos alquileres pagar el mantenimiento de la mezquita.
   De hecho, en un recorrido turístico probablemente no te traigan aquí porque no es una de las grandes mezquitas de la ciudad; por tanto se queda para aquellos que tengan interés en encontrarla. Y seguro que muchos se acaban perdiendo por las calles del mercado, pasándoles la sencilla y oscura entrada desapercibida.
   Un lujo. La luz se cuela por sus ventanas lo justo para crear un ambiente de recogimiento y relajación, para que podamos disfrutar de su interior. La cerámica de Iznik es la más lujosa de cuantas contemplaremos en Estambul. Sinán rescató diseños clásicos ya en desuso y otros más modernos para revestir sus paredes y parte del exterior de la mezquita, diseños que hacen un perfecto contraste de color con las alfombras rojas que cubren el suelo (foto29). Por lo visto Rüstem Pasha, yerno de Solimán el Magnífico (casado con la sultana Mihrinah), y que pasó a la historia por su fama de codicioso, corrupto y tacaño, aquí no reparó en gastos. Sus azulejos, en distintos matices de azul son lo mejor de lo mejor. Simplemente maravillosa.
   Otra mezquita a pie del Bósforo que llama la atención es la Mezquita Nueva, la Yeni Camii (foto42), que queda a los pies del puente Gálata y junto al bazar egipcio. Esta es una de las grandes mezquitas de la ciudad y corresponde al periodo conocido como "Sultanato de las mujeres" (ss. XVI y XVII). De hecho el bazar se construyó como una forma de financiar el mantenimiento de la mezquita. Una práctica habitual y sensata, pues las mezquitas en muchos casos son grandes complejos en los que se ofrecen muchos servicios a los más necesitados, como alimento, dispensario o educación. Todo esto era posible por los tributos que se recaudaban con las transacciones del bazar y por los alquileres de los espacios. Tiene un patio precioso, de tamaño mediano pero muy armónico, con decoración de azulejos, y una fuente de abluciones muy bella.
Estambul   Atravesando el mercado de Tahtakale hacia adentro y alejándonos del muelle por sus calles aledañas llenas de tiendas llegamos al barrio de Süleymaniye, donde se encuentra una de las mezquitas más impresionantes e imprescindibles de Estambul, y eso es mucho decir en una ciudad donde existen 2.562 mezquitas, 142 iglesias y 16 sinagogas. Pero sin lugar a dudas, es así. La Mezquita de Süleyman es una de las grandes obras de Sinán en la ciudad, de entre otras dieciséis (foto44). Pero ¿quién era Sinán? Ya lo he mencionado varias veces, y, haciendo un pequeño inciso, hay que decir que fue contemporáneo de Miguel Ángel en Europa, y que él sería su equivalente en oriente. No sólo era arquitecto: era artesano, científico, innovador, trabajador incansable. Consiguió crear obras impensables de ser construidas en su época y que hoy forman parte del perfil más reconocible de la ciudad. La silueta de la Süleymaniye, en lo alto de una de las colinas de esta ciudad, con sus esbeltos minaretes y cúpula elevada, es uno de esos rasgos definitorios del perfil de Estambul. El complejo de Süleymaniye está compuesto por cuatro madrasas, un hospicio, baños públicos (los cuales siguen en funcionamiento hoy día), hospital y dispensario, bibliotecas (una de ellas al menos sigue abierta) y la propia tumba del sultán. Su maestría y soluciones arquitectónicas han permitido que este edificio, construido para "permanecer en pie hasta el fin de los tiempos", efectivamente haya soportado incólume los numerosos desastres naturales.
   Cerca del complejo de la Süleymaniye existen varios puntos de interés, pues a poco que caminemos estaremos en el barrio de la universidad, Beyazit, en el cual se ubica la Mezquita de Beyazit y el mercado de los libros antiguos o Sahaflar Çarsisi (foto64). Este pequeño bazar es toda una institución en Turquía. Se asienta en el mismo sitio que el Chartoprateia, que solía ser el mercado del libro y el papel de Bizancio, y sigue siendo un punto de encuentro entre los círculos intelectuales y literarios de la ciudad. Situado en un patio junto a la cercana universidad de Estambul, podría pasar desapercibido si no lo vas buscando.

  
   A pocos pasos ya estaremos en plena calle Divanyolu y en uno de los mercados cubiertos más grandes del mundo, el Gran Bazar (Kapali Çarsi), que fue construido en 1520 por Mehmet el Conquistador (foto61). Con el mismo tamaño que 40 campos de fútbol, adentrarse a través de cualquiera de sus 15 puertas es hacerlo al interior de una ciudad donde además de millares de tiendas (4.000) encontraremos baños públicos, fuentes, patios, caravasares, y hasta una mezquita. Uno podría pasar varios días en Estambul sin salir del Gran Bazar, pero obviamente dependerá del interés que suscite en cada uno de nosotros. Lo cierto es que la mayoría de las tiendas ya venden los consabidos souvenirs, y que la abundancia de mercancía expuesta en paredes y mesas exteriores puede acabar por saturarnos, pero bien merece una visita sin prisas. En sus más de sesenta calles veréis tiendas de alfombras, artículos de piel, cerámica, joyerías, etc... Al margen de las compras y de las multitudes, el Gran Bazar es un mercado bellísimo donde la luz natural se cuela a través de las diminutas ventanas de sus techos abovedados, creando halos de luz que parecen subrayar su carácter casi mágico.
   Saliendo por una de las puertas del Gran Bazar nos daremos casi de bruces con la Mezquita de Nuruosmaniye (foto47), a pocos pasos de Cemberlitas.
   Toda la arteria principal de la zona histórica por la cual nos estaremos moviendo está recorrida por el tranvía (foto60), por lo que es fácil acceder a ella desde cualquiera de los puntos de la ciudad hasta la célebre plaza de Sultanahmed, donde se concentran  una gran parte de los lugares más turísticos de la ciudad, entre otros Santa Sofía, la Mezquita Azul, el hipódromo, Yerebatan Sarcini, el parque Gülhane, el Palacio de Topkapi o el Museo Arqueológico. Todas estas visitas son casi obligadas en una primera visita a la ciudad.

   
Santa Sofía
  
   Especialmente Santa Sofía ("Divina Sabiduría"), con tantos siglos de historia a sus espaldas. El edificio que hoy contemplamos fue inaugurado por Justiniano I en el 537, sobre la primitiva basílica de Constantino, que fue después restaurada y consagrada por Teodosio II, tras quedar prácticamente destruida por un incendio en el año 404. En el 532 volvió a ser destruida por completo durante la revuelta de Nika y fue entonces cuando Justiniano I, el adalid de la cristiandad, y apenas 32 días después de su total destrucción, comenzó la obra "del templo más grandioso que la cristiandad hubiese tenido jamás". Se dice que los planos le fueron revelados al emperador en sueños.
   El día de su consagración el emperador sacrificó mil bueyes, seis mil ovejas y seiscientos ciervos, y dicen que al traspasar su umbral exclamó "Gloria a Dios que me ha hecho digno de realizar una obra tan grande ¡Oh Salomón, te he superado!"
    En sus mil quinientos años de vida y de historia fue el centro de la fe bizantina; después fue adoptada por el imperio otomano y reconvertida en mezquita, siendo modelo de catedrales y mezquitas en ambas religiones, y desde 1935 es un museo con la distinción de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Estambul   Su exterior es majestuoso pero muy sobrio, con una fachada de un tono entre salmón y rosáceo que está flanqueada por 4 minaretes añadidos durante la época otomana. En el interior predomina la sensación de espacio. En Hagia Sophia las piedras hablan, el suelo y las paredes de mármol verde de Tesalia y pórfido de diversos tonos, desgastado por el paso de los siglos, nos hacen pensar en peregrinos y en el impacto que semejante obra humana debió de causar entonces en esas gentes. Porque Santa Sofía es capaz de dejarnos con la boca abierta casi quince siglos después de su construcción.
   La leyenda dice que la imponente puerta imperial, de recia madera y reservada para el acceso del emperador y su familia, fue construida con madera que provenía del arca de Noé, la cual se cree que encalló en una de las cimas del monte Ararat, en la frontera entre Turquía, Azerbayán, Armenia e Irán. Hasta la fecha más que una leyenda es un acto de fe, pero añade aún más carga mística a este lugar que no deja indiferente a nadie. Igualmente se reciclaron columnas del templo de Artemisa en Éfeso y del templo del Sol de Baalbek.
   Su cúpula, a 55 metros del suelo y con 32 metros de diámetro, fue durante siglos la mayor nunca construida. En la base de la misma, cuarenta ventanucos por los que se filtra la luz causan el efecto de que la cúpula estuviese flotando suspendida. La planta superior guarda otro de los tesoros de Santa Sofía: sus mosaicos bizantinos (foto18). De gran belleza, sólo unos pocos de los dieciséis mil metros de mosaicos de oro esparcidos por todo el templo han llegado a nuestros días, pues durante su uso como mezquita (el Islam no permite la representación de seres vivos) sufrió la furia de los iconoclastas y el saqueo. Pero las paredes que fueron cubiertas de escayola han permitido que alguno de ellos se haya conservado hasta nuestros días a igual que ocurrió en San Salvador de Chora.
   Como curiosidad recordar el nombre de sus arquitectos: Isidoro de Mileto y Antemio de Tralles. Y además añadir que dos de los minaretes de Santa Sofía, así como el Mausoleo de Selim II en el mismo complejo, fueron un añadido de Mimar Sinán, a quien también se deben los contrafuertes que reforzaron la estructura del colosal edificio contra los movimientos sísmicos.
   Las türbes (mausoleos) que hay en el recinto de Santa Sofía están abiertas al público y se pueden visitar. Allí están enterrados cinco sultanes otomanos y sus respectivas familias. La más impresionante de todas es la tumba de Selim II; con 42 sarcófagos de distinto tamaño, el ataúd de su esposa favorita Nurbanu y los de muchísimos de sus hijos, asesinados al día siguiente de su muerte. Junto a este mausoleo se encuentra el de Murat III, el hijo superviviente del anterior, junto a toda su familia. Y aun hay otra türbe perteneciente a Mehmet III, hijo de Murat III, tristemente célebre en la historia de la Dinastía Otomana por haber hecho estrangular a sus diecinueve hermanos en pos de una sucesión sencilla para su persona. Es sin duda una muestra de lo peligroso que era ser rival al trono en la corte otomana.

  
   Frente a Santa Sofía encontramos otro de los edificios más sobresalientes  de la ciudad, que le da la réplica en belleza y majestuosidad: la Mezquita Azul o Mezquita de Sultanhamet (foto25). Su construcción se debe a Mehmet Aga, discípulo de Sinán, famoso también por la restauración del santuario de la Kaaba en La Meca.
    Llama la atención el enorme patio porticado pavimentado con mármol, tan grande como el interior de la mezquita y el hecho de que la mezquita posea seis minaretes, siendo la única de estas características en el mundo. Para restablecer la primacía religiosa de La Meca y evitar mayores problemas, el sultán financió la construcción de un séptimo minarete a esta, volviendo a poner todo en su lugar.
Estambul   Su interior es de planta casi cuadrada, sin división entre las tres naves, con lo que el espacio es también aquí el protagonista. Tiene una cúpula de 43 metros de altura que se apoya sobre cuatro pilares circulares de cinco metros de diámetro llamados "pies de elefante" por su solidez. La luz entra a través de 260 ventanas y hace resaltar el color azul de sus magníficos azulejos de motivos florales de Iznik, que le han dado su nombre al edificio. En su mihrab, decorado con piedras preciosas, se conserva un fragmento de la piedra negra de la Kaaba. Hay que tener en cuenta que se trata de una mezquita con culto y que cada día tiene horarios establecidos para ello.
   Otro lugar curioso y con una atmósfera propia es la Basílica de la Cisterna o Yerebatan Sarnici (foto22), a la que no deja de envolver un cierto halo de misterio. Construida en la época bizantina por Constantino el Grande, y de gran importancia para la ciudad, su rastro se perdió en la noche de los tiempos y cayó en el olvido colectivo, hasta que en torno a 1550 un arqueólogo francés comenzó a buscarla basándose en historias de gente que decían que ¡pescaban en los sótanos de sus casas! Así parece ser que vuelve a salir a la luz.
   A la cisterna se accede bajando por unas húmedas escaleras y ante nuestros ojos se despliega un bosque de columnas que sostienen un techo abovedado. Dicen que originariamente eran 336, y que 90 de ellas están tapiadas desde el siglo XIX. También que un incendio la destruyó en el año 425 y que Justiniano la reconstruyó en el año 532. El lugar tiene su encanto. Las hileras de columnas se reflejan geométricamente en el agua, que actúa a modo de espejo; la luz es muy tenue y casi se puede decir que se respira la humedad. Es en este lugar donde se pueden ver las dos famosísimas cabezas de Medusa, una de ellas cabeza abajo y la otra de lado (foto23). No se sabe de dónde vinieron ni por qué están allí, aunque según la creencia popular su función era proteger a la ciudad de desgracias...
   En la misma zona otra de las visitas facultativas es el serrallo o Palacio de Topkapi (foto06), que fue el domicilio de los sultanes y la corte otomana hasta que trasladaron su residencia al Palacio de Dolmabahçe. En lo alto de una colina y construido en la confluencia del Bósforo y el Cuerno de Oro, el palacio era una fortaleza inexpugnable, y una ciudad dentro de la ciudad. Como muestra de su opulencia podemos visitar el Harem o la sala del tesoro y otras salas de diversa índole como la de las reliquias. Descendiendo en dirección a la plaza encontraremos el magnífico Museo Arqueológico, uno de los mejores del mundo en su género y muy recomendable si queremos profundizar en la historia de esta ciudad. Aquí destacar su grandiosa colección de mausoleos (foto105), y entre ellos el que durante siglos se creyó que era el sarcófago de Alejandro Magno, hecho que después fue refutado. A sus pies encontraremos un extenso parque con cafeterías desde donde se contempla la orilla asiática de Kadiköy. Es el Parque Gülhane, antiguo parque del palacio de Topkapi y hoy de uso público, donde la gente se reúne disfrutando de las vistas del Mar de Mármara.
   Por último destacar otro barrio pintoresco e interesante en el casco antiguo: Kumkapi. Interesante si os atrae la arquitectura tradicional y observar el modus vivendi de la gente. Kumkapi es un antiguo barrio de pescadores de origen armenio que probablemente quede protegido por la tutela de la Unesco, pues ya se ha solicitado que sea reconocido como Patrimonio de la Humanidad. El tranquilo discurrir de la vida en sus empinadas calles que ponen a prueba el corazón de cualquiera no deja de sorprender por la cercanía al bullicioso centro histórico. Junto a su puerto se ubica un mercado de pescado, el Kumkapi Balik Pazar, con las capturas del día que en los restaurantes cercanos se ofrecerán a cocinar para ti.
 
  
  
Barrios de la orilla europea de Estambul
  
   Jean Cocteau: "Estambul: mano antigua cubierta de anillos tendida hacia Europa".
   La península histórica se comunica con la parte más moderna de la ciudad a través del famoso puente Gálata. Aunque cruzamos el Haliç, seguimos estando en Europa, pues recordemos que este estuario corta en dos la zona europea de la ciudad, dividiéndola en la ciudad vieja, y la ciudad nueva. En la parte más moderna de la zona europea sobresale el distrito de Beyoglu, hasta la Edad Media conocido como Pera, con innumerables barrios. A la misma orilla del Cuerno de Oro, uno de pescadores: Karaköy, famoso por su mercado de pescado y por sus numerosos restaurantes que se extienden hasta la misma orilla. Es igual si uno se sienta en uno de sus muchos ambientados restaurantes o si se conforma con un sencillo bocadillo de caballa a la brasa comprado a un humilde vendedor ambulante (foto39), las vistas son las mismas en ambos casos y estas además de espectaculares son gratis. Al anochecer, con el panorama de las mezquitas principales iluminadas monumentalmente reflejándose en las aguas (foto99) y la agradable brisa, uno se queda embelesado. Sin embargo, Karaköy no deja de ser un lugar de paso para la gente que asciende hacia la arteria principal de esta zona, la calle Istiklal, antaño la Rue de Pera. De intenso movimiento, Karaköy es un barrio de carácter obrero que tiene los días contados pues está sumido en el abandono y se pretende desmantelarlo para construir viviendas para las élites más afortunadas.
Estambul   Ascendiendo entre pequeñas tiendas de iluminación, ferretería y material de pesca por sus calles tortuosas y empinadas llegaremos a la Torre Gálata que sobresale sobre la colina de Gálata dominando el Bósforo, el mar de Mármara y el Cuerno de Oro (foto09).  Se trata de una fortificación genovesa que data del siglo XIV, a la que  hay que subir si queremos disfrutar de las mejores vistas panorámicas de la ciudad. Torre defensiva, observador astronómico e incluso cárcel, muchos han sido sus usos a lo largo de la historia pero quizás el más curioso sea el que se le dio allá por los principios del siglo XVII. La torre Gálata fue el escenario en el que el hombre consiguió un hito histórico a la vez que anhelado por primera vez. En 1632 el inventor Hezârfen Ahmed Çelebi con unas alas de su propio diseño saltó desde lo alto de la torre Gálata y consiguió volar durante cuatro kilómetros aterrizando en la orilla asiática de Üsküdar. Era su noveno intento, y los anteriores habían resultado fallidos. Consiguió aterrizar  en la plaza de Doğancılar. El sultán Murad IV que inicialmente estaba entusiasmado con la hazaña acabó por verla como una amenaza y Çelebi fue desterrado a Argel donde acabó sus días. Curiosamente no sólo fue el primer hombre en conseguir la hazaña de volar sino el que además llevó a cabo el primer "vuelo intercontinental".
   El barrio de Gálata merece la pena recorrerlo a pie. Antaño este barrio era la ciudad de la elegancia y de los placeres, base de los mercaderes europeos, especialmente de los genoveses y venecianos, y hoy en día sigue siendo la sede de la mayoría de las embajadas extranjeras y el centro artístico, de ocio y de vida nocturna más activo de Estambul. Pasear por Gálata también nos permite asomarnos al mítico Hotel Pera Palas, construido en origen para albergar a los viajeros del lujoso Orient Express. En su momento, albergó a las más rutilantes personalidades de la época, pero sobre todo, es un lugar donde encontramos las huellas de la más famosa de sus huéspedes, la célebre escritora Agatha Christie, quien estando hospedada aquí concibió el primer borrador de su novela Asesinato en el Orient Express.
   Su calle principal es Istiklal Caddesi (foto56). Esta calle peatonal es atravesada por un pequeño tranvía que acaba en la plaza Taksim (foto59), y está repleta de cafés, pasajes comerciales, galerías de arte, hoteles, tiendas, cines, y de pequeños restaurantes con encanto donde se come de maravilla. Desviándonos un poco hacia el este encontraremos dos barrios muy antiguos que afortunadamente se están recuperando, el de Cucurkuma y el de Cihangir. Lleno de chamarileros y de tiendas de antigüedades, es el lugar elegido por artistas y gente joven para vivir. El Museo de la Inocencia, creado por el premio nobel estambulino Orhan Pamuk abrió recientemente sus puertas y es otro reclamo del barrio.

 


   Recuperando la arteria principal de Istiklal Cadessi volvemos al gentío, las tiendas y los edificios señoriales. Aunque está ambientada a todas horas del día, es especialmente entretenida por la noche por la gran cantidad de oferta de ocio de todo tipo. Por encima de la plaza de Taksim, mencionar el elitista barrio de Nishantasi, donde viven las clases acomodadas y los expatriados de todas las nacionalidades, y donde todo es lujo y grandes avenidas que no lo hacen muy diferente de otros barrios similares en cualquier otra ciudad del mundo. Nada tiene que ver con el Estambul de las mezquitas, los bazares y los vendedores ambulantes, aquí todo es moderno y cosmopolita y las minifaldas y los tacones ganan por goleada a las túnicas y los pañuelos. Otra faceta de la ciudad para continuar destruyendo tópicos.

Estambul   Bajando de nuevo la colina hasta recuperar la orilla y paseando por ella a lo largo del estrecho del Bósforo unos tres kilómetros, nos encontramos con otro lugar cargado de historia y escenario de muchas novelas, el Palacio de Dolmabahçe. Este suntuoso palacio de estilo occidental, y hasta diría que versallesco (foto80), sustituyó al antiguo Palacio de Topkapi como residencia de los sultanes a partir de 1856 y hasta la llegada de la república. El Palacio es una mezcla de estilos occidentales: barrocos, rococó y neoclásicos mezclados con el estilo tradicional otomano. Su blanca fachada de más de cuatrocientos metros se asoma directamente al mar. Es el edificio más grande del país, y hoy día es un museo del estado. En su opulento interior, destacar la sala del harem y una excesiva decoración a base de toda clase de lujosos adornos; candelabros y arañas de cristal de bohemia, porcelana china y una gran colección de alfombras. Los últimos días del sultanato transcurrieron aquí. Toda esta línea de costa está plagada de edificios sobresalientes que se aprecian mejor desde el barco.
   A unos tres kilómetros estaremos en el barrio de Ortaköy. Hasta no hace tanto era un barrio bohemio en el que vivían artistas y gente joven, pero esto ya no es así. En torno a su plaza los domingos hay un mercado de artesanía y es un lugar al que la gente viene a pasear, a comer una gigantesca patata asada y a echar la tarde. Su imagen más famosa está en su orilla: la Mezquita de Mecidiye, adonde la familia imperial venía a rezar en sus lujosos caiques desde el palacio de Beylerbeyi. De estilo neobarroco, realmente es distinta de las mezquitas que habremos visto en el resto de la ciudad, quizás porque los arquitectos fueron armenios, quizás porque es más actual que las demás, quizás por su emplazamiento a la orilla del Bósforo y a la sombra del primer puente.
   Siguiendo la costa en dirección al Mar Negro encontraremos el barrio o aldea más encantadora de esta orilla sin lugar a dudas; me refiero a Arnavutköy, conocida como la aldea de los albaneses. Aquí casi todo el pueblo vive de la pesca y de los restaurantes de pescado que hay frente al mar. Las yalis a lo largo de la costa son preciosas (foto81). Las calles interiores que ascienden hacia una colina interior están llenas de casas de madera tradicionales con los balcones llenos de flores, y sus vecinos pasan el tiempo de tertulia o jugando al backgammon en las tabernas locales. Arnavutköy representa armoniosamente la convivencia de los ciudadanos de diferentes orígenes étnicos y religiosos, siendo uno de los barrios históricos de Estambul, donde uno puede encontrar una mezquita, una iglesia y una sinagoga en las cercanías. Su fachada marítima recorrida por un pequeño canal es preciosa.
   Muy cerca de Arnavutköy pero muy lejos a la vez en espíritu está el exclusivo barrio de Bebek, con su ambiente agradable y lujoso. Bebek también pertenece al distrito de Besiktas y es la villa más de moda del Bósforo, con lo que eso significa. Los estambulinos adoran Bebek. Y su precioso paseo marítimo, ideal para dar largos paseos. Durante el siglo XIX los aristócratas otomanos se construían aquí sus residencias de verano y hoy día es una de las áreas residenciales más exclusivas de la ciudad, y donde se ven por doquier símbolos externos de riqueza y ostentación. En Bebek no hay monumentos, su éxito radica en su emplazamiento y vistas, su ambiente y sus decenas de lugares donde tomar café o desayunar frente al mar, sus tiendas de autor y sus numerosos bares y restaurantes. A resaltar el bello edificio del consulado egipcio.
   Siguiendo caminando desde Bebek podemos fácilmente llegar a la fortaleza de Europa (Rumeli Hisari, foto85), construida frente por frente a la fortaleza de Anatolia (Anadolu Hisari). Ambas fortalezas, separadas por escasos 700 metros de mar, tenían carácter militar y fueron construidas por los otomanos con la finalidad de ir sitiando la ciudad y hacerla más vulnerable. Tras la caída de Constantinopla fueron usadas para controlar el tráfico del estrecho, hasta que comenzaron a perder importancia y se fueron hundiendo en el abandono. Dentro de la fortaleza no hay mucho que ver, pero las vistas desde lo alto son estupendas y el paseo es agradable. Si miramos hacia el Mar Negro, veremos el inmenso puente de Fatith Sultan, y al frente la fortaleza de Anatolia rodeada de casas de madera que parecen estar adosadas a sus muros.
  
  
 
Barrios de la orilla asiática de Estambul
Estambul 
   Un trayecto en ferry de unos veinte minutos y habremos salvado un capricho geográfico que divide la ciudad en dos continentes. El paseo en ferry hasta Üsküdar es algo que aconsejo a todo el mundo, pues se disfruta de la belleza del entorno (foto87).
     Üsküdar era conocida como la antigua Crysopolis (ciudad del oro) y fue fundada en el s. VII a C por los griegos. Geográfica e históricamente Üsküdar pertenece a Anatolia, y durante siglos se la conocería como Escutari, por un palacio del s. XII construido frente a la Torre de Leandro que hoy ya no existe y que se llamaba así.
   Si bien durante los siglos XVI y XVII Üsküdar fue una ciudad comercial, punto de partida de las caravanas que comerciaban con Persia y Armenia, con bellas mansiones a la orilla del Bósforo, de esa gloria hoy apenas queda nada. Hoy en día es un distrito de la ciudad de mayoría musulmana y unos 600.000 vecinos.
   Quizás para muchos carezca del interés de otras zonas de la ciudad, pero lo cierto es que hay muchos lugares imprescindibles, como la colina Büyuk Camlica, desde donde hallaréis impresionantes vistas de la orilla europea, con el Palacio de Beylerbeyi a sus pies, también a la sombra misma del primer puente del Bósforo (foto88). Sólo las vistas desde esta elevada colina bien merecen la excursión a pie o en taxi.
    En el entorno de la plaza principal de Üsküdar, mencionar la mezquita de Mihrimah Sultan, la mezquita de Yeni Valide o la mezquita de Semsi Pasha (foto89), todas ellas obras de Mimar Sinán. Esta última, en el mismo paseo marítimo, está construida casi a los pies del Bósforo. En un día de viento racheado las olas saltan por encima de la plataforma y llegan a mojar sus muros con la espuma.
   Siguiendo el paseo marítimo adelante en un agradable paseo observaremos a decenas de personas pescando y grupos de amigas charlando, y acabaremos frente a la Kiz Kulesi, conocida por los estambulinos como "el biberón" por su forma. En efecto, a un tiro de piedra de la costa encontramos una diminuta isleta con una torre-faro (foto94); es la conocida como Torre de Leandro o Torre de la Doncella, de cerca de dos mil años de antigüedad y uno de los monumentos o lugares más reconocibles de la ciudad, lugar de intriga, leyenda e importancia estratégica desde los primeros días de la ciudad. Los registros históricos mencionan a la Kiz Kulesi como una estación de peaje utilizada por los griegos ya en el siglo quinto. En tiempos bizantinos era el lugar donde se fijaba el extremo asiático de la cadena que cerraba el Bósforo, sirviendo de control y defensa de los barcos que entraban y salían del Mar Negro, para así cobrar un impuesto sobre ellos. Los otomanos lo usaron como una torre de vigilancia. Tras la caída de Constantinopla tuvo varios usos, puesto de observación, faro, incluso sirvió como lugar de cuarentena. Desde el siglo XVIII la torre ya no es de madera, y su estructura fue reforzada después del terremoto de Estambul de 1999.
Estambul   Un lugar así no puede estar exento de leyendas, concretamente hay dos leyendas románticas sin final feliz que tienen de telón de fondo la solitaria torre, quizás mi preferida es la que le da nombre, y que cuenta la historia de una niña llamada Hero que vivió en la torre, y del joven Leandro que la amaba. Todas las noches, Leandro nadaba hacia la torre, guiado por una lámpara encendida por su doncella para reunirse con ella. Una noche de tormenta, sin embargo, la lámpara de Hero se apagó y Leandro, incapaz de encontrar su camino, se ahogó en las aguas agitadas del estrecho. Cuando Hero vio su cuerpo sin vida sobre las rocas, se arrojó desde su ventana, cayendo junto a su amante difunto.
  
   Hay varios kioscos que sirven bebidas en el paseo de gradas de Salacak, y sentarse sobre los mullidos colchones de kilims que hay extendidos sobre ellas a contemplar la puesta de sol es una de las experiencias más imprescindibles e inolvidables de la ciudad. El sol va descendiendo por detrás de la torre hasta esconderse tras los edificios de la orilla europea, inundándolo todo de una luz anaranjada e intensa, casi onírica (foto96). Es de una belleza que emociona, que se queda guardada en la retina para siempre, pues parece que el paisaje y sus impresionantes mezquitas fueran diseñados para embellecer aún más esta puesta de sol. Al caer el astro rey, el paseo marítimo de Üskudar sigue siendo un espectáculo, pues en la "hora azul" los reconocibles edificios de la orilla europea se van iluminando. El primer gran puente colgante del Bósforo también. Es una delicia disfrutar de todo ello con el apabullante cántico de los muecines llamando a la oración, que llega distorsionado desde todos los rincones.
   El otro barrio asiático por excelencia es el de Kadiköy, donde se establecieron los primeros grupos de gente que poblaron la ciudad, remontándonos a 3.000 años antes de Cristo. Esta orilla era conocida antiguamente como "el poblado de los ciegos". Sus aires benignos se pensaba que tenían efectos curativos sobre muchas enfermedades, por lo que fue durante siglos el lugar de descanso, veraneo y coto de caza elegido por numerosos emperadores.
   Kadiköy alberga edificios de nueva construcción en los que habita la clase media-alta de la ciudad. Su buena planificación urbanística, espacios verdes, parques, colinas llenas de jardines y amplias avenidas nos darán la sensación extraña de que estemos en el continente equivocado. En efecto, paradójicamente Kadiköy parece mucho más europea que el resto de la ciudad, quizás porque se intuye más habitable, organizada  y amable.
   El edificio que más nos llamará la atención desde el ferry será seguramente la estación de Haydarpasa (foto93), pero además podremos observar cómo viven las clases más afortunadas en los barrios de Moda, Kalamis o Fenerbahçe. Esta última colina poblada con árboles centenarios es ideal para dejar transcurrir el tiempo contemplando el Mar de Mármara y sus islas.
  
  
  
Adalar: las islas de Estambul
Estambul 
   Las Islas Príncipe se encuentran a unos veinte kilómetros de la ciudad, en el Mar de Mármara, y pertenecen al distrito de Adalar. Si subimos a la terraza de cualquier hotel de la zona de Sultanhmet o Kumkapi las podemos ver con claridad. Estos islotes surgieron tras un gran terremoto que engulló a una gran cordillera, cuyas cimas dieron vida a las nueve islas, de las cuales no todas están hoy habitadas. Las más populares son las más grandes, Büyükada, Burgazada y Heybeliada, y existen dos líneas regulares de ferry que nos llevan a cualquiera de las habitadas. Cuando llega la primavera todo el mundo quiere huir a ellas y los barcos van atestados de gente de todas las edades que se van de picnic o a la playa, pero sin duda esta excursión merecerá la pena, pues en estas islas llenas de vegetación y casas antiguas, donde todo va a otro ritmo, hallaremos el contrapunto al bullicio de Estambul.
   Büyükada es una de las más elegidas. Tras un trayecto de una hora y media, en el que las gaviotas vuelan siguiendo la estela espumosa del barco, habremos llegado. Uno puede decidir caminar plácidamente mientras admira su arquitectura (foto101) y edificios históricos del período otomano tardío, llenos de nobleza un poco deslustrada pero de gran encanto, o puede decidir alquilar una bicicleta o una calesa para descubrir sus alrededores o quizás simplemente vaguear en sus pequeñas calas de cristalinas aguas. Las horas pasarán rápido y de regreso, desde la cubierta, podremos disfrutar de Estambul vistiéndose de luces.

 

Conclusiones

   Estambul es hoy una ciudad efervescente, moderna y dinámica, que a pesar de su glorioso pasado no ha quedado anclada en él. La antigua puerta al oriente es hoy más que nunca la puerta de Europa. Soy consciente de que este conciso recorrido sobre el papel no hace en modo alguno justicia a la ciudad pero principalmente quería subrayar una idea principal, hay tantos "Estambules" distintos como viajeros se adentren a descubrirla y pocas ciudades en el mundo pueden presumir de tanta diversidad.
   No es casualidad que haya sido elegida como el  mejor destino del mundo para visitar en 2014 por la revista Conde Nast o como el destino número uno mundial 2014 por la conocida web Tripadvisor.
  
   Ana Morales

 

 

FotoCD120 
   
Estambul
La ciudad infinita

© Francesc Morera Fargas
© Textos: Ana Morales

   
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