Exposiciones fotográficas

Latin American Graffiti

El arte del cartel al sur de Usa

   

   Esta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer café con leche.
   (Letrero colgado en la cerviz de una vaca de Macondo, Colombia, cuando sus habitantes padecían una epidemia de amnesia)

 

   La epigrafía callejera –expresión que engloba las múltiples manifestaciones de la palabra escrita o pintada (graffiti, rótulos, anuncios, pancartas, pasquines...), que tanto peso tienen en la configuración de los paisajes urbanos de nuestros días– es un fenómeno que se ha producido a todo lo largo de la historia. Ejemplos sobran, y podríamos remontarnos a las pinturas y grabados rupestres de las cuevas del paleolítico, o a los epigramas satíricos que se fijaban en las paredes de la Grecia y Roma clásicas, aunque nunca como en la actual época, la era de los medios de comunicación, había tenido una presencia tan intensa y ubicua. Se trata de un fenómeno universal, que se da en todas las comunidades del planeta, si bien para esta exposición nos hemos ceñido a muestras fotografiadas en unos pocos países de América Latina: Argentina, Bolivia, Chile, Cuba, Guatemala y México.
Latin American Graffiti   Más allá de su contenido intrínseco, estos letreros nos proporcionan indirectamente y sin pretenderlo mucha información sobre la idiosincrasia y costumbres de la sociedad en que se insertan. Tienen interés no sólo por lo que dicen, sino también por cómo lo dicen. Por su relajada ortografía, su pintoresca tipografía y por el colorido de su diseño, de fuerte sabor colonial, que llega a decorar fachadas enteras de edificios. Y por la versatilidad de sus aplicaciones, desde el 'tuneado' de vehículos (foto32) hasta los geoglifos gigantes.
   Veamos algunos ejemplos.
  
   En México, en la carretera entre Villahermosa y Palenque, un cartel nos anuncia el 'Monumento a la imprudencia', probablemente el único de tal índole que exista en el mundo (foto02). En Guatemala los camiones y autobuses llevan lemas en sus partes traseras dirigidos a los conductores que circulan detrás. Como éste: 'Tus despresios me dan risa' (foto03).
   No solo hay graffiti en los entornos urbanos. Por todo el Perú pueden verse enormes inscripciones en las laderas de las montañas (foto04), con las letras dibujadas por el procedimiento de retirar una capa superficial de piedras y dejar a la vista las tierras de color más claro subyacentes, sistema tal vez inspirado en la técnica con que se realizaron hace dos mil años los famosos geoglifos de Nazca.
   En muchas ciudades del Perú está prohibido hacer las necesidades fisiológicas en la calle y algunos carteles advierten que quien infrinja esta ley puede ser penado con una multa o un arresto. Otros amenazan incluso con 'arresto y golpisa'. Lo que nos parece un poco excesivo es que en Cuzco esté 'Prohibido orinar, pena de muerte" (foto06).
   También 'se prohibe pintar en las paredes'. Nadie lo diría, a juzgar de los innumerables ejemplos que se saltan el veto. Podemos ver en Puno esta pintada pintarrajeada en un muro encalado de blanco: 'Mira mamá, pinté una pared' (foto21).
Latin American Graffiti 
   En un mercado de Cuzco, además de los rótulos que anuncian 'Coca' (foto07), podemos leer 'No seas chancho', queriendo decir que no se arrojen basuras al suelo.
   Los brujos y las brujas se anuncian en Cuzco con prodigalidad. 'La bruja del amor' (foto09) promete 'amarre en 24 horas' (se entiende que 'amarre' es la obtención de una unión amorosa con la persona deseada). El 'curandero espiritista Albert' ofrece trabajos de magia negra, brujería, hechicería y 'amarres imposibles' (foto10). Un cartel en el barrio de San Blas anuncia ceremonias chamánicas de ayahuasca por 250 dólares. Hay también carteles de sectas protestantes que proponen cursillos espirituales para la 'Liberación total de las brujerías y envidias' (foto12). Un rótulo en un puesto callejero anuncia que leen la mano (foto11), y añade 'Susto Santa Tierra', que no sabemos a ciencia cierta lo que significa pero intuimos que algo tendrá que ver con los terremotos, tan frecuentes en esta región.
   Resultan también enigmáticos los letreros que proclaman: 'Se restauran niños' (foto13), hasta que uno se entera de que hacen referencia a estatuillas del Niño Jesús, muy trajinadas en ciertas festividades cristianas.
   En un restaurante de Buenos Aires se pueden comer 'Niños envueltos en puré de papa' (foto39).
   Son interesantes los letreros y pintadas de carácter político. En un anuncio de propaganda electoral en Lampa (Perú) se pide al votante: 'Marca la hojita de coca' (foto22). Tal hojita es el emblema de uno de los partidos que concurren a las elecciones. Otro anuncio en Hatuncolla (Perú) promociona a 'Gervasio', con el número '1' como emblema, y solicita al votante: 'Marca As' (foto23). En Tiahuanaco (Bolivia) una pintada de un candidato a las elecciones municipales aconseja 'Vota sin miedo' (foto37), y nos hace preguntarnos por qué motivo puede alguien tener miedo a depositar un voto en una urna.
   Abundan en Latinoamérica las pintadas reivindicativas y las consignas políticas. 'La batalla de ideas continúa' se puede leer en un cartel de Trinidad, Cuba (foto35), afirmación con la que no podemos estar más de acuerdo, siempre que las batallas se limiten a ser de 'ideas'. En la isla de Pascua (Rapa Nui), oficialmente perteneciente a Chile, un cartelón (foto40) nos hace dudar sobre si la isla pertenece realmente a Chile.


  
   "Una vez vi en un parking un cartel que decía: 'Vigilamos su carro con satélite'. De repente apareció un chico con una camiseta que ponía: 'Hola, soy Satélite'".
   (Alberto Salcedo Ramos, escritor colombiano)

 

   "Bajamos por Mendoza y a poco torcimos a la derecha y seguimos por la Avenida el Río. Una vez más vimos el letrero que decía No tiren piedras ay mujeres y niños y Cué habló del Lorca impensado que lo pintó, como de aquel otro de Víablanca. el aviso de Solamente para Gancedo, que quería decir que no se podía doblar sino para coger la calle Gancedo y Cué decía que era una exclusiva más del industrial del mismo nombre o en el Biltmore en que otro cartel advertía, NO CORRA, cuide la vida de nuestros niños y él quería sustituir una noche la palabra niños por BUGAS o ante el anuncio en la carretera de Cantarranas, Deliciosos moros, sabrosos negros, Entre queriendo anunciar frijoles negros y el arroz con frijoles apodado en La Habana moros y cristianos (...) O el enigmático No tiren perros en la cerca de una quinta de la Calle Línea, que solamente explicaba el poco conocido hecho de que allí vivía una millonaria que dedicó su casona a asilo de perros y la gente que quería deshacerse de cachorros indeseables los arrojaban por encima de la verja –aérea y súbita acogida a sagrado. O cuando Cué quiso escribir sobre el anuncio del bar El Recodo Hay perros la palabra ¡Cuidado! o apellidar el múltiple Se admiten proposiciones de los solares yermos en venta con un preciso Deshonestas. Fue él mismo quien recordó esa última ratio leída por alguien en México, que advertía a los cargadores de materiales que no podían parquear sus camiones, de esta manera: SE PROHIBE A LOS MATERIALISTAS ESTACIONARSE EN LO ABSOLUTO.
   (Guillermo Cabrera Infante, Tres tristes tigres)


  
   Unos amigos, en un viaje a Ecuador, registraron fotográficamente las siguientes muestras de epigrafía callejera:
  
   Cartel en la pared de una iglesia de Quito:

SI RESPETAS
A DIOS
NO ARROJE
BASURA AQUI
   

   También en Quito, rótulo en la puerta de entrada a un garaje, cerca de una comisaría de policía:

GARAGE
NO PARQUEARSE
LAS 24 HORAS
GRACIAS
¡ALERTA! CUIDE SUS LLANTAS
Latin American Graffiti  

   Rótulo en el escaparate de una tienda de alimentación en Riobamba:

MOROSAS
SRA. (Nombre y apellido)
Direc. Carabobo y Venezuela (esquina)
SRA. (Nombre y apellido)
Control Norte
  

   Cartel a la entrada de un puente colgante, de esos hechos con cables tendidos de orilla a orilla y pasarelas de tablas (en Pailo del Diablo, cerca de Baños):   

OJO
MAXIMO 5 PERSONAS
¡PROHIBIDO BRINCAR!
  

   Lápida en la fachada de un edificio colonial de Quito, recordando un hecho histórico:

EN ESTA CASA BAILÓ
BOLIVAR   

  
   La epigrafía callejera fue practicada con intensidad en Macondo (Colombia), cuando sus habitantes contrajeron la enfermedad de la amnesia. Así nos lo relata Gabriel García Márquez en Cien años de soledad:
  
   Fue Aureliano quien concibió la fórmula que había de defenderlos durante varios meses de las evasiones de la memoria. (...) Cuando su padre le comunicó su alarma por haber olvidado hasta los hechos más impresionantes de su niñez, Aureliano le explicó su método, y José Arcadio Buendía lo puso en práctica en toda la casa y más tarde lo impuso a todo el pueblo. Con un hisopo entintado marcó cada cosa con su nombre: mesa, silla, reloj, puerta, pared, cama, cacerola: Fue al corral y marcó los animales y las plantas: vaca, chivo, puerco, gallina, yuca, malanga, guineo. Poco a poco, estudiando las infinitas posibilidades del olvido, se dio cuenta de que podía llegar un día en que se reconocieran las cosas por sus inscripciones, pero no se recordara su utilidad. Entonces fue más explícito. El letrero que colgó de la cerviz de la vaca era una muestra ejemplar de la forma en que los habitantes de Macondo estaban dispuestos a luchar contra el olvido: Esta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche y a la leche hay que hervirla para mezclarla con el café y hacer café con leche. Así continuaron viviendo en una realidad escurridiza, momentáneamente capturada por las palabras, pero que había de fugarse sin remedio cuando olvidaran los valores de la letra escrita.
   En la entrada del camino de la ciénaga se había puesto un anuncio que decía Macondo y otro más grande en la calle central que decía Dios existe.

 

Epigrafía callejera  (por Pío Baroja) >>

 

FotoCD117
  
Latin American Graffiti

Fotografías:
Eneko Pastor
Agustín Gil
Ángel Salaberri
José Ignacio Roncal

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