Exposiciones fotográficas

Las musas de las aguas

El agua, manantial inagotable de inspiración (por Brandan)


   Vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño.
   Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto...
   (Jorge Luis Borges, extractos de El Aleph)


   Vi un manantial de montaña, del que brotaba un arroyo de agua de cristal que corría por los bosques, y se bifurcaba, y hacía remolinos y meandros, y estallaba en destellos multicolores al chocar contra las rocas.
   El paisaje rebotó en mis pupilas desgarrado en jirones: fragmentos de imágenes reflejadas en los temblorosos azogues de mil espejos rotos.
   Miré a través de las aguas y atisbé el extraño cosmos que vibraba en sus profundidades. Un mundo distinto del nuestro, pero que evocaba al nuestro. Lo habitaban héroes y dioses, faunos y náyades, y también furias.
   Vi los cauces del Aqueloo y del Cefiso, vi el jardín de Adonis, las flores Citereas, el oráculo de Dodona y el umbral del noveno círculo.
   Vi las musas de las aguas, que inspiran la música de las fuentes y pintan con su mágico pincel los ríos, los lagos y los mares de la Tierra.

 

   De nuevo el autor se permite mostrar los resultados de sus reflexiones sobre algunos estilos pictóricos y su analogía en la aplicación de distintas técnicas fotográficas, siempre contando con el elemento líquido, que proponía en su primera exposición en fotoAleph: El Agua Como Obra de Arte.
   Van como recordatorio las dos fotografías que acompañan este texto (Tereo II y Detalle Mural).
Las musas de las aguas   Atendiendo a conceptos básicos, pero apoyados en las reflexiones de un gran pensador, es posible que comprendamos mejor un fenómeno que en realidad poco tiene de extraño. Don Oswald Spengler lo explicó mucho mejor de lo que lo haría el autor, por mucho que se esforzase.
   En relación con la pintura al óleo, manifiesta:
  
   "En el siglo XVI se verifica la transformación decisiva de la pintura occidental. Pierden su hegemonía la arquitectura, en el Norte, y la escultura, en Italia. La pintura se torna polifónica, «colorista»; es algo que navega por el espacio infinito. Los colores se convierten en Sonidos."
  
   Sobre este asunto ofrece el autor su particular visión en la serie Música (fotos 01, 02 y 03).

   "El arte del pincel (foto04) se hermana con el estilo de la cantata y del madrigal. La técnica del óleo acaba por ser la base de un arte cuya aspiración es conquistar el espacio, en el cual están sumergidas (fotos 05, 06 y 07) las cosas. Con Leonardo y Giorgione comienza el impresionismo."
  
   Y dice más...
  
   "Esa línea, en cuya irreal vaporosidad se abrazan los cielos y la tierra; esa línea, esencia y símbolo máximo de la lejanía, esa línea representa el principio infinitesimal en la pintura. De las lontananzas del horizonte avanza hacia el espectador la música del cuadro" 
  
   Y aquí, tras tan preclara reflexión, y en relación con ella, el autor ha querido rendir un pequeño homenaje a Don Oswald con dos imágenes alegóricas a su mejor obra: La Decadencia de Occidente, de donde provienen estos textos (fotos 09 y 10).
 
   Pero esta analogía es forzada. Como se ve, al no encontrarla de forma natural, el autor se ha visto obligado a manipular el motivo y a apurar las condiciones técnicas hasta niveles casi inaceptables. Por eso, osó experimentar –ya puestos– con la ordenación de estos pequeños universos, a través de un estudio sobre ciertas posibilidades de evolución (fotos 11, 12, 13 y 14).
 
   Más fácil es buscar la analogía en otros estilos.
   En algunas ha creído ver, como seguramente se intuía, una relación próxima con el Impresionismo. Pero ¿qué es el impresionismo? Volvamos a nuestro apoyo:
Las musas de las aguas   
   "Hay una palabra que no obtuvo carta de naturaleza hasta la época de Manet y que empezó siendo una censura burlona, como barroco y rococó, pero que resume muy felizmente la índole especial de la manifestación artística fáustica, tal como se ha desarrollado poco a poco, partiendo de los supuestos implícitos en la pintura al óleo. Se habla de impresionismo, sin sospechar siquiera la extensión y profundidad que tiene este concepto, cuando se comprende rectamente. Ha sido derivado de los últimos retoños de un arte, que todo él es, en realidad, impresionista. ¿Qué significa eso de imitar la «impresión»?...
   ... Significa la tendencia de un alma vigilante que, con la más profunda necesidad, siente el espacio puro infinito, como realidad absoluta de orden máximo, y todas las concreciones sensibles «en él», como secundarias y condicionadas; una tendencia que puede manifestarse en creaciones artísticas, pero que conoce mil otras posibilidades de abrirse paso.
   Desde el punto de vista pictórico y musical consiste el arte en crear con rayas, manchas o sonidos una imagen de inagotable contenido, un microcosmos para los ojos y los oídos de un hombre fáustico; es decir, conjurar artísticamente la realidad del espacio infinito por medio de la más fugaz e incorpórea alusión a una cosa objetiva que en cierto modo le obligue a revelarse en una apariencia real." (fotos 15, 16, 17, 18 y 19)
 
   No faltará quien quiera ver, acaso, en estas muestras un cierto aire surrealista; aire que es vendaval y arrecia ya inclemente en los Bronces (foto20) y, por supuesto, en todas las que siguen.
   Porque también aquí –sabrán disculparlo, estoy seguro– se atreve el autor a continuar con la identificación subjetiva de ciertas imágenes, netamente surrealistas –a su entender– relacionándolas con personajes y situaciones de carácter mitológico.
   En este viaje, tras el rastro de una oruga de cristal (foto21), tuvo tratos con el Aqueloo (foto22) tras su querella con Alcides; presenció el instante en que la hermosa Cíane (foto23) de deshacía en llanto en la corriente que antes fue su reino; asistió al renacimiento de ninfas y genios rasgando el velo de su crisálida (foto24); lloró con las blancas Helíades (foto25) la muerte de su hermano (del hermano de éstas, se entiende); sorprendió a la dorada Balanos entre las ramas, privadas ya de su fruto (foto26); se asomó al umbral del noveno círculo (foto27) y vio figuras medio sumergidas en su infierno helado (foto28); fue perseguido –por error, con toda seguridad– por las implacables Benévolas (foto29), consultó el oráculo de Dodona (foto30); inhaló el perfume de las Flores Citereas (foto31); creó un pequeño jardín de ofrendas (foto32) junto al corazón (foto33) de Adonis; se estremeció ante el engaño (foto34) con el que Hades obligó a La Doncella a compartir el reino de las sombras; y se bañó –por fin, dirán ustedes– en el Cefiso (foto35), para contemplar escondido a la azul Liríope (foto36).
 
   Sin considerar que este hecho reste o sume méritos –si los hubiere– al presente trabajo, cabe señalar que las fotografías no se han manipulado ni retocado en forma alguna.
  
   Brandan

 

FotoCD58

Las musas de las aguas

Fotografías:
Brandan

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