Exposiciones fotográficas

La sal de la tierra

La sal del Valle Sagrado



Esta sal
del salero
yo la vi en los salares.
Sé que
no
van a creerme,
pero
canta,
canta la sal, la piel
de los salares,
canta
con una boca ahogada
por la tierra.
   

Pablo Neruda, Oda a la sal
Salinas de Maras

   La palabra 'sal' es, estrictamente hablando, un término químico. Una sal es una sustancia producida por la reacción entre un ácido y una base. Por ejemplo, de la reacción entre el cloro y el sodio, surge el cloruro sódico. 
   Tal es el nombre científico de la sustancia comestible que conocemos como sal común, o sal de mesa: ese polvillo blanco, de grano fino y alto grado de pureza, que se utiliza en todo el mundo para sazonar alimentos.
   El cloruro sódico, la sal por antonomasia, abunda en el planeta tierra. Tal abundancia no impidió que durante siglos la sal fuera considerada un bien escaso y por ello muy codiciado.
   La sal es una sustancia mineral imprescindible para el correcto funcionamiento de los organismos de hombres y animales. Obsérvese cómo las vacas, ovejas o caballos acuden corriendo cuando se coloca un bloque de sal en las cercanías, y cómo ingieren la sal con avidez.
   Utilizada desde tiempos inmemoriales como conservador de alimentos, la sal se usa también en la industria de salazón de pescados, en charcutería, y para curtir y conservar pieles. En forma de salmuera se utiliza en frigoríficos y cámaras de refrigeración.
   En la industria química, la sal es un compuesto imprescindible para la fabricación de bicarbonato sódico, hidróxido de sodio (sosa cáustica), cloro, ácido clorhídrico y otros muchos productos químicos. La sal es también utilizada en la fabricación de jabón, y en las manufacturas de vidrio y cerámica esmaltada.
   La sal es higroscópica: absorbe la humedad. Disuelta en agua es buena conductora de la electricidad. Cuando se echa sal a la nieve, ésta disminuye su punto de licuación, y se funde más rápidamente. Por ello en los países de climas nórdicos se emplean grandes cantidades de sal para despejar las carreteras de la nieve y los hielos acumulados tras las nevadas.
Salinas de Maras
   En las zonas donde la población consume suficiente leche y carne (que contienen sales naturales), no son necesarios suplementos de sal. Por ejemplo los nómadas, con sus rebaños de ovejas y ganado, no suelen añadir sal a sus comidas. En las poblaciones con dietas compuestas principalmente de verduras, cereales o carne hervida, el organismo humano por el contrario necesita un complemento de sal.
   El uso habitual de sal en las comidas puede, por ello, tener su origen en el neolítico, con el tránsito que se dio de la cultura nomádica a la cultura agrícola. Esto influiría también en los rituales religiosos: los dioses eran venerados como donadores de los frutos de la tierra, y en los ritos y sacrificios que se les dedicaba se incluían ciertas cantidades de sal como ofrenda. Así ocurría con los griegos, los romanos, los egipcios y algunos pueblos semíticos.
   En la antigüedad la sal era una de las pocas maneras que se tenía de conservar la carne y el pescado, poniéndolos en salazón, por lo que la sal se convirtió en un artículo muy preciado, llegando a valer su peso en oro. Las cualidades conservadoras de la sal la convirtieron en un símbolo de perdurabilidad y fidelidad. La palabra 'sal' adquirió así connotaciones positivas y honorables tanto en los idiomas antiguos como en los modernos. Por ejemplo, la expresión 'la sal de la tierra' hace referencia a personas tenidas en gran estima. "Vosotros sois la sal de la tierra (...) Vosotros sois la luz del mundo", dice Mateo que dijo Jesús en el Sermón de la Montaña (Mateo, 5:13).
   La sal fue determinante en el trazado de muchas rutas comerciales. Una de las más antiguas de Italia es la Via Salaria, por donde la sal de Ostia era acarreada a otros lugares de la península. El antiguo tráfico entre las costas de los mares Egeo y Negro dependía en gran parte de las salinas (conformadas por depósitos para evaporar el agua de mar) en la desembocadura del río Dnieper. Es bien sabido que en el ejército romano muchas veces se pagaba con ciertas cantidades de sal a los soldados y oficiales (el 'salarium'). La sal fue también usada como moneda en Etiopía y otros países de África, así como en el Tibet. Herodoto habla de una ruta de caravanas que unía los oasis salinos del desierto líbico. Flavio Arriano escribe sobre los yacimientos de sal cristalizada (foto25) que emergen con la evaporación de los lagos salados de aguas poco profundas del oasis de Siwa):
Salinas de Maras   "En este lugar se consigue también, cavando, sal natural, y algunos de los sacerdotes de Amón transportan grandes cantidades a Egipto. Pues siempre que van a Egipto la meten en pequeñas cajas de palma trenzada, y la llevan como presente al rey, o a algún otro hombre importante. Los bloques de esta sal son grandes, algunos de más de tres dedos de largo; y es clara como el cristal. Los egipcios y otros que son respetuosos con la divinidad usan esta sal en los sacrificios, ya que es más pura que la que se extrae del mar." (Flavio Arriano, Anabasis de Alejandro)
   La importancia económica de la sal queda demostrada por la pervivencia incluso hoy día de impuestos sobre la sal y de monopolios gubernamentales de sal. La producción de sal es una de las industrias mineras más extendidas del planeta, aunque en algunas zonas de África central la sal es todavía un artículo de lujo, asequible solo a personas pudientes. En países superpoblados como India o China, la producción de sal se destina principalmente a usos culinarios. Por otra parte en Estados Unidos se destina tanta cantidad de sal a la industria como a la alimentación. Los principales países productores de sal son China, Francia, India, Italia, Rusia, Gran Bretaña y Estados Unidos.
   
   Las principales fuentes de sal de nuestro planeta se encuentran sobre todo en el mar y en mucha menor proporción en la tierra (ríos y lagos salados, depósitos subterráneos de salmuera o de sal de roca, domos de sal...). 
   Si damos por buenos los datos de que cada litro de agua marina contiene de media unos 26 gramos de sal, y que la sal es 2,24 veces más densa que el agua, se ha calculado que si los océanos del mundo fueran completamente desecados, dejarían depositados al menos 7 millones de kilómetros cúbicos de sal, un volumen 14 veces más grande que la parte del continente europeo que emerge sobre el nivel del mar.
Salinas de Maras   No todos los mares contienen la misma densidad de sal, que varía de un 1% (en los mares polares) al 5%. Las aguas de los mares geográficamente encajonados, como el Mediterráneo o el Mar Rojo, contienen mayores concentraciones de sal. La máxima concentración se da en el Mar Muerto, en realidad un lago de 1.000 kilómetros cuadrados, situado en una profunda depresión, muy por debajo del nivel del mar, que contiene más de 12 mil millones de toneladas de sal. Es tal su densidad salina que los cuerpos de los bañistas flotan en la superficie del agua sin hundirse. El río Jordán, que desemboca en el Mar Muerto, transporta 35 partes de sal por cada 100.000 partes de agua; puede parecer un porcentaje pequeño, pero supone un aporte al Mar Muerto de 850.000 toneladas de sal al año.
    Menos conocido es el lago salado de Chott el-Jerid, en el desierto del Gran Sur de Túnez. En invierno es un vasto mar interior que se extiende hasta el horizonte, aunque su masa de agua salada tiene muy poca profundidad (foto24). En verano, el agua se evapora por completo, depositándose la sal sobre el suelo, con lo que el mar se convierte en un desierto blanco, un plano horizontal de cegadora blancura que se prolonga hasta el infinito. El salar de Uyuni, en Bolivia, otro ejemplo de lago salino desecado, es una enorme llanura de sal de 9.000 kilómetros cuadrados, azotada por los vientos y totalmente árida (foto23).






Salinas de Maras

Indice de fotos

   A poca distancia de Maras (un pueblo a 40 km al norte de Cuzco, en los Andes de Perú, a 3.300 m sobre el nivel del mar), un barranco baja hasta confluir con el Valle Sagrado de los Incas, abierto por el río Urubamba. En la parte superior del barranco surge un manantial de aguas saladas que se derraman por su falda occidental. Aguas que han tenido el poder de transformar por completo el paisaje, cubriéndolo de un espeso manto de sal, de un blanco tan deslumbrante que parece nevado.
Salinas de Maras   Desde hace siglos los lugareños explotan este lugar para extraer la sal mediante la construcción de salinas. Obtienen la sal evaporando el agua salada procedente del manantial. El caudal es reconducido por un intrincado sistema de pequeños canales dispuestos de forma que el agua descienda gradualmente hasta un complejo de cientos de antiguos depósitos aterrazados en la vertiente izquierda del barranco. Éstos conforman un ajedrezado de pozas más o menos rectangulares cuyas paredes están hechas con la misma sal apelmazada (foto10), donde se deja embalsar el agua para que la sal se deposite en el fondo. 
   Casi todos los depósitos tienen menos de 4 metros cuadrados de superficie, y ninguno excede los 30 cm de profundidad. Los depósitos están diseñados en forma cuadrangular o poligonal, con el flujo de agua cuidadosamente controlado por los trabajadores. La altura de los depósitos decrece suavemente de forma que el agua pueda fluir por las canaletas y surtir de agua a todos los pozos. 
   Los colores de las pozas de sal varían desde el blanco al rojizo o amarronado (foto12), y en conjunto crean auténticas composiciones visuales que nos recuerdan las abstracciones geométricas de algunas pinturas de Paul Klee.
   Cuando una poza se ha llenado, se cierran las entradas de agua (meras muescas abiertas en el borde) y se deja que la poza se seque. A medida que el agua se evapora con el calor del sol, el agua de los depósitos queda sobresaturada, y la sal se precipita y cristaliza en el fondo y las paredes de las pozas. Periódicamente acuden paisanos (hombres y mujeres) para recoger con palas la sal de las pozas y depositarla en pequeños montones (foto17), que dejan secar al sol por unos días, al cabo de los cuales rascan con cuidado la sal seca, la introducen en un saco, y vuelven a abrir la entrada de agua para poder repetir la operación en el futuro. Los sacos de sal se los llevan cargados a sus espaldas y caminando sin perder el equilibrio por los bordes de las pozas y los estrechos senderos practicados entre ellas (foto19). Los vehículos no pueden acceder a este abrupto paraje.
   Las salinas de Maras han estado tradicionalmente disponibles para cualquier persona que desee recolectar sal, siempre que los propietarios de las pozas sean miembros de la comunidad. El tamaño de la poza de sal asignada a una familia depende del tamaño de la familia. El mantenimiento de pozas y conductos, los muros laterales, las entradas de agua y el drenaje de las pozas con sal acumulada se realizan de forma comunitaria. Se dice entre los habitantes locales que este sistema cooperativo fue establecido en tiempos de los incas. Quizá sea verdad, pero es más probable que las salinas ya hubieran sido explotadas desde más antiguo por otros pueblos preincaicos. 


 

Salinas de Maras 

Salinas de Añana

Fotos 21 y 22

   Otro notable ejemplo de salinas explotadas por métodos tradicionales desde tiempos antiguos –probablemente desde la época de la dominación romana– se da en la localidad alavesa de Salinas de Añana (Gesaltza Añana, País Vasco, España), enclavada en el llamado Valle Salado.
   En las salinas de Añana (topónimo que, según Julio Caro Baroja, podría provenir del latino Anniana) se siguen métodos muy parecidos a los empleados en las salinas de Maras para la extracción de sal. Las aguas saladas procedentes de una manantial situado en una zona alta se precipitan en un barranco, y son canalizadas por medio de tuberías de madera a diversas plataformas provistas de depósitos poco profundos, y dispuestas a diferentes alturas mediante un andamiaje de postes de madera. El agua de los depósitos se deja evaporar al sol para que la sal se deposite en el fondo y pueda extraerse seca.
   Las fotografías muestran algunos aspectos parciales de las salinas de Añana en la época en que estaban abandonadas, antes de que el municipio procediera a su restauración y rehabilitación.

 

FotoCD129
  
La sal de la tierra

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