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Argelia profunda
El valle del M'zab
Vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño.
Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto...
(Jorge Luis Borges, extractos de El Aleph)
Vi un fértil oasis en medio del desierto entre cuyos palmerales y jardines se elevaban cinco antiguas ciudades: la Pentapolis.
Vi que cada una de estas ciudades era un laberinto cuyas estrechas callejuelas trepaban en terrazas hasta alcanzar la cima, coronada por una gran mezquita.
Vi a sus habitantes, celosos guardianes de las tradiciones, descendientes de bereberes que antaño fueron considerados heréticos y se refugiaron en este valle.
Vi animados mercados y zocos en las calles, con mercaderes que ofrecían desde especias hasta alfombras, y todos los productos de la artesanía de Oriente.
Vi innumerables pozos que irrigaban las huertas, y escuché la llamada canción del M’zab, la suma de los sonidos de sus mil poleas trabajando al atardecer.
Emplazamiento
El Sahara argelino puede dividirse a grandes rasgos en dos depresiones de distinta altitud, separadas entre sí por un relieve central norte-sur llamado el M'zab o Mzab. El valle de M'zab es un importante oasis sahariano en la wilayah (provincia) de Oasis, a 600 kilómetros al sur de Argel.
El oasis se extiende a lo largo del Ued Mzab, en una superficie de 4.000 ha, y está rodeado por chebka, un extenso terreno árido cruzado por cauces secos de ríos. Comprende la Pentapolis, cinco ksur o ciudades de distinto tamaño e importancia. Ghardaia es el principal asentamiento, mientras al-Ateuf es el más antiguo (1014). Beni Isguen (1347) es, sin embargo, la ciudad sagrada de la Liga Mozabita, no permitiendo pasar la noche en el interior de sus murallas a árabes, judíos o europeos. Melika (1350), poblada por africanos negros, alberga vastos cementerios. Bu Nura (1046), erigida sobre una roca que domina el lecho del río, es la más modesta de las ciudades.
Breve historia
Estas poblaciones deben su existencia a los ibaditas, un grupo religioso disidente, considerado como una secta herética, que logró agrupar algunos seguidores entre los bereberes, la etnia autóctona de la región del Magreb, y llegó a dominar en el siglo X el África septentrional (imanato de Tiaret). Huyendo de la persecución de los musulmanes ortodoxos, abandonaron sus viviendas en las llanuras de Tell Atlas y más tarde de Uargla, para instalarse finalmente en una zona más segura: el M'zab. Aquí, a principios del siglo XI, fundaron El Ateuf. En el M'zab esta fe puritana continuó floreciendo, gracias al rigor, el secreto y la abnegación de sus fieles.
El valle de M'zab fue anexionado a Francia en 1882 y devuelto a Argelia en 1962.
El conjunto de las cinco ciudades sumaba a mediados del siglo XX cerca de 30.000 habitantes, casi la mitad de los cuales vivía en Ghardaia, la capital. Hoy en día la zona supera los 100.000 habitantes.
Recursos económicos
Cada ksar posee su palmeral. Son de creación artificial y se remontan a los primitivos pueblos sedentarios del valle. Ocho kilómetros de cultivos de palmeras datileras son irrigados por un complejo sistema hidráulico de seis presas construídas a lo largo del río y sus afluentes para controlar sus fuertes crecidas. Innumerables pozos, de hasta 60 m de profundidad, con ingeniosos artilugios para el bombeo de agua por tracción animal (asnos y dromedarios) y una importante red de canales, garantizan la irrigación. Al sonido de las poleas de los más de tres mil pozos del valle lo llaman la canción de M'zab. El agua es aquí un bien precioso, y se miden cuidadosamente sus tiempos de consumo, a fin de que el líquido elemento sea repartido de la forma más equitativa posible. Hoy los viejos sistemas de bombeo están siendo sustituidos y automatizados mediante motobombas.
La sombra de estos palmerales esconde jardines con árboles frutales, cereales, legumbres y hortalizas, así como plantas ornamentales. Los palmerales son también el lugar de descanso y de residencia estacional de los habitantes de la pentápolis, que poseen, más allá de los muros de color pan tostado que delimitan los huertos, mansiones y jardines a los que se mudan las familias para pasar los rigores del verano, en medio de los perfumes de los granados, las rosas y las violetas. Un sistema defensivo compuesto de torres de vigía asegura el avistamiento de posibles enemigos o de crecidas. Tratándose de un centro comercial del Sahara, el oasis sustenta sus recursos primarios en el cultivo de dátiles y en la artesanía.
Aunque el valle parece un refugio ideal, la supervivencia de la comunidad depende del comercio desarrollado en otros lugares, de los comerciantes que envían las ganancias a casa, para mantener a sus familias del valle. Durante casi mil años, generaciones de mozabitas abandonaron su valle natal para marchar en busca de nuevos mercados. La mayoría de los mozabitas varones viajan al norte como comerciantes, para regresar a sus hogares a intervalos regulares. Sólo cuando hayan ahorrado suficiente dinero, volverán para quedarse definitivamente. Hoy son grandes latifundistas y realizan importantes inversiones en todo el Magreb, e incluso en Europa, controlando prácticamente la totalidad del mercado nacional. Ciertas actividades son monopolizadas por ellos, como la carne y las especias, hasta el punto de que en Argel a los comerciantes de especias se les denomina mozabitas.
Por lo general no se permite a las mujeres salir del oasis. Además de ocuparse de los trabajos domésticos, las mujeres se dedican a la confección de tejidos de lana, ornamentados con dibujos geométricos y vistosos colores.
La comunidad mozabita
Los habitantes del M'zab son bereberes que hablan un dialecto particular cercano al kabilio. La población mozabita ha imprimido su carácter al oasis. También conocidos como Kharijitas (recusadores), rechazaron la autoridad de Ali, y formaron la primera secta islámica. Su sociedad excluye todos los demás grupos musulmanes y religiosos, y está basada en un código moral puritano, en la pureza de la fe, y en rituales secretos. El mozabita es celoso guardián de su intimidad.
Las cinco ciudades son administradas por una asamblea de doce sabios (halqah de los Azzabas) que componen el Consejo de la Mezquita, la más elevada institución, que asume a su cargo todas las funciones religiosas. Otras instituciones de carácter religioso son las de los estudiantes o clérigos menores, que ayudan a la halqah en sus tareas, y los imasurdanes, encargados de los trabajos de mantenimiento de la mezquita.
Además de en las religiosas, la población del M'zab se asienta en otras instituciones de carácter laico: la familia; la achira o fracción, que reúne a las familias descendientes de un mismo antepasado, y que es conducida por un consejo de sabios; la djemaa o asamblea, detentadora del poder ejecutivo municipal; y por fin el cadi, designado por la djemaa, que representa el poder judicial, si bien estos dos últimos han sido recientemente sustituidos en sus atribuciones por el gobierno argelino.
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FotoCD04
Argelia profunda
El valle de M'zab
Fotografías:
© Carlos Molinedo
Realizadas en Argelia (Valle de M'zab)
Poblaciones:
Ghardaia
Melika
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