Colecciones fotográficas

Cien puertas a Tebas

Necrópolis Tebana



   Frente a Luxor y Karnak, en el lado occidental del río Nilo, se extiende una vasta planicie, en parte irrigada y dedicada a diversos cultivos. Más allá de la verde franja fértil empieza bruscamente el desierto, formado aquí por un laberinto de cerros y promontorios de escarpados paredones (foto100), que esconden en su seno las necrópolis donde eran enterrados los ciudadanos de Tebas. 
Tebas   No es casual que fuera en la ribera de occidente donde los tebanos inhumaran a sus difuntos. Así acontecía en el Imperio Antiguo, en que las pirámides y las mastabas de la necrópolis de Menfis estaban siempre situadas al oeste de la ciudad, más allá de los terrenos cultivables, a orillas del desierto líbico. El poniente, el lugar por donde cada día muere el sol, era la morada de los muertos.
   Los antiguos egipcios llamaban a esta comarca de Tebas la 'Ciudad Occidental' y el 'Lugar de la Verdad'. La deidad protectora era una diosa, Mert-Seger, 'la Amante del Silencio', que supuestamente vivía en el pico de perfil piramidal que domina la cadena de cerros donde eran excavadas las tumbas. 
   Tras su fallecimiento, tanto los faraones como los tebanos corrientes eran embarcados para atravesar el río e instalarse en su nueva morada de eternidad. Pero ya no eran enterrados en pirámides o mastabas, sino en profundos hipogeos excavados en la roca madre. 
   A grandes rasgos, se pueden dividir estas necrópolis en tres grupos: el Valle de los Reyes, el Valle de las Reinas y el Valle de los Nobles.




Valle de los Reyes
   
   En árabe Biban al-Muluk. Este largo y estrecho desfiladero (foto104) fue el lugar de enterramiento de casi todos los faraones de la XVIII, XIX y XX Dinastías, desde Tutmosis I en adelante.
Tebas   Situado detrás de los acantilados de Deir el-Bahri, las sesenta tumbas conocidas presentan una gran variedad en las plantas y en la decoración. También se encuentran en el Valle de los Reyes la tumba de la reina Hatshepsut, de algunos oficiales de alto rango y la recientemente descubierta tumba de los cincuenta hijos de Ramses II.
   Los reyes del Imperio Nuevo, con el propósito de salvaguardar las riquezas que se atesoraban como ajuar funerario de la acción de ladrones y expoliadores de tumbas, abandonaron la tradición de los Imperios Antiguo y Medio de sepultar sus cuerpos en el seno de las pirámides y adoptaron un nuevo tipo de enterramiento. Construyeron templos funerarios en las orillas del desierto, a la vista de todos, destinados al culto público, pero escondieron sus tumbas en este estrecho y recóndito valle, cuya entrada se podía controlar fácilmente.
   Las tumbas eran hipogeos excavados en las entrañas de las rocas. La distribución de su planta es muy variada, pero en lo esencial consiste en una serie de corredores descendentes interrumpidos por profundas fosas para dificultar el acceso de ladrones, y un conjunto de vestíbulos columnados en torno a la cámara mortuoria, donde solía estar instalado el sarcófago de piedra que contenía la momia del faraón. Había también cámaras donde eran almacenados el mobiliario y los objetos que utilizaría el rey en su nueva vida en el mundo ultraterreno.
   Los muros y columnas de los hipogeos estaban revestidos de bajorrelieves policromados o pinturas murales, retratando al rey difunto en presencia de distintos dioses (foto105), especialmente las divinidades del inframundo, y reproduciendo textos jeroglíficos de carácter mágico similares a los hallados en papiros funerarios, destinados a guiar al difunto en su viaje al Más Allá, un viaje lleno de pruebas y peligros.
   Aunque se pretendía que su localización fuera secreta, casi todas las tumbas reales fueron ya en la antigüedad violadas y expoliadas de sus tesoros por ladrones, muchas de ellas en vida de los descendientes del propietario de la tumba. 
   Una excepción es la pequeña tumba del faraón Tutankhamon, soterrada en el suelo del valle, que fue descubierta casi intacta en 1922 por el egiptólogo Howard Carter. La tumba había pasado durante milenios desapercibida al estar cubierta por escombros de cabañas de los obreros que socavaron una tumba posterior. Los magníficos tesoros almacenados en la Tebastumba de Tutankhamon ocupan en su exhibición varias galerías del Museo del Cairo. Sus más de 2.000 piezas de ajuar funerario (muebles, vasijas, carros, cofres, amuletos, joyas...), piezas únicas perfectamente conservadas en su mayoría, componen un deslumbrante despliegue de obras de arte que dan una idea del esplendor material de que estaban rodeados los monarcas del Imperio Nuevo (foto120 y siguientes). Si esto ocurría con un faraón menor (en edad y en importancia), que murió muy joven, cabe intuir, aunque es probable que toda imaginación se quede corta, el nivel de opulencia y el lujo inusitado en que estarían inmersos los más poderosos faraones, como Tutmosis III o Ramses II.
   La tumba de mayor longitud es la de la reina Hatshepsut, cuya cámara funeraria se halla a 230 m de la entrada y desciende más de 100 m en la profundidad de la roca. Esta tumba se halla alineada con el templo funerario de Hatshepsut en Deir el-Bahri, al otro lado de la montaña.
   Al oeste del Valle de los Reyes se abre un agreste desfiladero, conocido como Valle Occidental de los Reyes, donde se ocultan otras cuatro tumbas reales en forma de hipogeo (foto107). Solo dos de éstas han sido desescombradas y excavadas: la del gran faraón Amenhotep III y la de Ai, un faraón de efímero reinado (1352-1348 a C) que sucedió a Tutankhamon.



Valle de las Reinas
   
   En árabe Biban al-Harim. Está situado en la parte más meridional de la necrópolis tebana, a corta distancia del templo de Ramses III en Medinet Habu,
   Estas gargantas fueron el lugar de enterramiento de las reinas y unos pocos príncipes de la XIX y XX Dinastías. La estructura general de las setenta tumbas descubiertas consiste en un antepatio, varios pequeños vestíbulos y la cámara sepulcral. 
   A diferencia de las tumbas de los reyes, pocas tumbas de las reinas están decoradas, con la notable excepción de la tumba de Nefertari, esposa favorita de Ramses II. Destacan también la de una reina ramésida de nombre Titi, y las de los príncipes Jaemwese y Amonhirjopshef. La más antigua puede ser la de Sitre, esposa de Ramses I.




Valle de los Nobles

   Las colinas calizas que se levantan paralelas al cauce del Nilo en su orilla occidental están acribilladas de hipogeos, que son las tumbas de nobles y altos oficiales de la XVIII, XIX y XX Dinastías.
Tebas   Cerca de los modestos poblados actuales de Dra Abu el-Naga, el-Asasif, Sheik Abd el-Gurna, Deir el-Medina y Qurnat Murai, el suelo está taladrado de centenares de tumbas con sus capillas ricamente decoradas de pinturas y relieves, de muy variada temática y muchos de ellos extraordinariamente bien conservados, que describen las actividades cotidianas de los antiguos egipcios.
   La planta habitual de estas tumbas se compone de una antesala, una cámara transversal, un largo corredor y, al fondo, una capilla conteniendo estatuas del difunto y su familia. Bajo el suelo de esta capilla se abre una fosa o un pasadizo que conduce a la cámara mortuoria con el sarcófago.
   Tras el funeral, la fosa que conducía al sarcófago era rellenada, pero las antesalas quedaban abiertas para que pudieran ser visitadas por los familiares del propietario de la tumba.
   Los difuntos son retratados en las estancias externas de estas tumbas inspeccionando a los obreros de sus fincas, o en sus horas de asueto, cazando pájaros en las marismas o gacelas en el desierto, escuchando música, participando con sus esposas en juegos de mesa... 
   Se pinta el ciclo agrícola anual del campesino, desde el arado y la siembra hasta la cosecha. Podemos ver asimismo a los artesanos, escultores, herreros, tejedores y fabricantes de ladrillos en sus respectivas actividades. A los cocineros preparando las viandas para la mesa del difunto. Al tesorero haciendo su ronda de inspección y al visir recibiendo regalos de países extranjeros para la corte del faraón.
   En las capillas más internas son ya infrecuentes las escenas seculares, y se describen las ceremonias fúnebres: el cortejo que cruza el Nilo, el rito de la 'apertura de la boca', el festín funerario... En la cámara más profunda se ven representaciones del difunto y de su esposa en compañía de Osiris y otros dioses, asistiendo al juicio denominado 'el pesado del corazón', o siendo amamantado por la diosa en el sicomoro sagrado.
   En las tumbas del Imperio Nuevo tardío predominan las escenas exclusivamente religiosas.
   Reseñamos a continuación cuatro de las tumbas más representativas del Valle de los Nobles.
Tebas
Tumba de Ramose
   De las más de 500 tumbas que se han hallado en la Necrópolis Tebana, quizá sea ésta inacabada de Ramose ('Gobernador de la Ciudad y Visir' en tiempos de Amenhotep IV, Ajenaton, XVIII Dinastía), hallada en un subterráneo de las viviendas del poblado de Sheik Abd el-Gurna, la que conserve una decoración más bella, con pinturas de procesiones funerarias y bajorrelieves en dos estilos: clásico y 'amárnico'. Ramose debió dejar inconclusa esta tumba para hacerse otra en la nueva capital Ajetaton, tras el abandono de Tebas por el faraón heresiarca. Si es que esta nueva tumba existe, no ha sido nunca encontrada.
    Los bajorrelieves de la tumba de Ramose en Gurna presentan uno de los más refinados ejemplos de adaptación de los viejos cánones del arte egipcio a las nuevas formas estilísticas. Se puede ver a Ramose acompañado de su esposa, retratados en postura sedente y en la actitud hierática oficial (foto108), pero ambas figuras están modeladas con una delicadeza fuera de lo común en los rostros, los elaborados peinados y en todos los detalles de sus atuendos.
   
Tumba de Jeruef
   Jeruef, también llamado Senaa, fue "Intendente de la Gran Esposa Real Tiyi" (XVIII Dinastía, bajo Amenhotep III y IV).
   Aunque su tumba, situada en la necrópolis del Asasif, está en estado muy ruinoso, todavía conserva en su antepatio una pared cubierta de interesantes bajorrelieves con el refinado estilo de la época, entre los que llaman la atención los de los grupos de bailarinas que danzan efectuando dislocadas contorsiones con el cuerpo (foto114).

Tumba de Montemhet
   Montemhet era el "Cuarto Profeta de Amon, Príncipe de la Ciudad" bajo Taharka y Psamético I (XXV y XXVI Dinastías, siglo VII a C), y fue en su tiempo el gobernador más poderoso del Alto Egipto. Su tumba en la necrópolis del Asasif es una construcción funeraria inusualmente suntuosa, con un complejo sistema de corredores y cámaras de ofrendas (foto110). 
Tebas   Un gran patio rodeado de diez puertas que dan a otras tantas cámaras luce en sus muros una decoración muy original a base de parejas de grandes tallos de papiro entrelazados e inscripciones de himnos y plegarias (foto111).
 
Tumba de Pabasa
   A pesar de la escasez de flores de sus desérticas tierras, los egipcios criaban abejas, como lo prueba la frecuencia con que incorporaban la miel como ingrediente a sus recetas medicinales. En épocas tardías fue una de las sustancias utilizadas en la momificación de los difuntos. Como aún no se conocía el azúcar, los alimentos se endulzaban con miel de abejas.
   En la tumba de Pabasa ("Gran Mayordomo de la Divina Adoratriz Nitocris", XXVI Dinastía, hacia 610 a C, foto113), en la necrópolis del Asasif, puede verse un inhabitual fresco que muestra a dos hombres criando abejas en colmenas. Las colmenas estaban hechas con tubos de barro superpuestos, en los que estos insectos acondicionaban sus panales. Para poder extraer la miel, se soplaba humo en el interior de los tubos para que las abejas los abandonaran.

   La población de Sheik Abd el-Gurna es afamada por sus ladrones de tumbas. El subsuelo de esta pequeña aldea está acribillado de hipogeos de altos funcionarios del Imperio Nuevo, y se dice que las casas comunican en secreto con sistemas de galerías subterráneas que conducen a distintas sepulturas. 
   La búsqueda de tesoros faraónicos es aquí una tradición ininterrumpida desde la XVIII Dinastía, y el tráfico negro de antigüedades, un negocio que favorecía la economía de Egipto, al reavivar la circulación de la riqueza. 
   Expoliadores de tumbas célebres fueron los hermanos Abd el-Rasul, descubridores del 'escondrijo de las momias reales'. Los hermanos Rasul fueron detenidos cuando se detectó la venta en tiendas de Luxor de piezas de gran valor. Fueron torturados y revelaron su procedencia de un pozo en Deir el-Bahri. Explorado por Maspero en 1881, el célebre egiptólogo encontró amontonadas una treintena de momias de faraones, reinas y princesas, entre ellos Tutmosis III, Seti I y Ramses II. Habían sido escondidas allí en tiempos de la XXI Dinastía, para evitar su pillaje. 




Deir el-Medina
   
   Este antiguo yacimiento en la ribera occidental del Nilo a su paso por Tebas comprende las ruinas del antiguo poblado de los obreros del Valle de los Reyes (foto149). Aquí vivía, desde la XVIII Dinastía, el 'Equipo de la Tumba', es decir, una nutrida población de canteros, albañiles, grabadores, escultores y pintores: todos ellos obreros de la necrópolis real, a la cual les conducía directamente un sendero de 1.300 m que salvaba las crestas de Deir el-Bahri. 
Tebas   El pueblo, uno de los mejor conservados de este tipo, ha proporcionado a los arqueólogos una esclarecedora visión de las condiciones y modos de vida de los trabajadores estatales. Los mismos artesanos aplicaron sus saberes a sus propias tumbas privadas, excavadas en el abrigo montañoso que rodea el lugar, datables en la XIX y XX Dinastías. Sus cámaras subterráneas están magníficamente decoradas con pinturas, de un nivel de calidad equiparable a las del Valle de los Reyes, muchas de ellas en un excelente estado de conservación. 
   En el mismo yacimiento se han desenterrado cientos de papiros escritos y trozos de ostraca. Estos modestos fragmentos de cerámica constituyen valiosas fuentes de información, no solo de los aspectos religiosos o literarios de la vida cotidiana de los obreros, sino sobre las cuestiones políticas y económicas de su tiempo.  
   En el Imperio Nuevo la pirámide ya había dejado de ser símbolo de una tumba real. En las tumbas de Deir el-Medina se colocaban pequeñas pirámides de adobe sobre las cámaras funerarias subterráneas de los artesanos (foto150). Las pirámides se habían 'democratizado', llegando a capas humildes de la población, si bien los reyes ya habían dejado hacía siglos de construirlas. Sólo los faraones nubios de la XXV Dinastía siguieron con la tradición, pero ya en su país de Kush (en el actual Sudán).
   Al nordeste del pueblo antiguo se levanta entre los farallones rocosos uno de los pocos ejemplares de arquitectura de la época ptolemaica que quedan en Tebas. Se trata de un templo (foto151) consagrado a las diosas de la necrópolis Hathor y Maat, que fue fundado por Ptolomeo IV Filopator (221-204 a C) y continuado por sus sucesores Ptolomeo VI y VII.
   Debido al hecho de que fue utilizado como convento por monjes cristianos (de ahí el nombre Deir el-Medina = 'Convento de la Ciudad'), el templo ha llegado a nuestros días en un notable estado de conservación, ya que sobreviven en pie casi todas sus dependencias, incluyendo los almacenes y el muro de recinto de adobe. El santuario, de dimensiones relativamente reducidas, se compone de un patio, una sala hipóstila, un pronaos y tres pequeñas capillas.

 


   

Templos funerarios

   En el Imperio Nuevo, cuando los faraones escondieron sus tumbas en el Valle de los Reyes, el culto post-mortem al monarca se concentraba en los templos funerarios, que competían entre sí en amplitud y suntuosidad. 
   Aunque estaban concebidos para la celebración de ceremonias mortuorias en honor de sus respectivos faraones titulares, todos estos santuarios estaban dedicados a Amon, la deidad suprema de Tebas. Su planta y estructura se corresponden en lo esencial con la tipología de los templos comunes del Imperio Nuevo. Pero estaban levantados en Tebas occidental, la orilla de los muertos. Estos son algunos de ellos:
Tebas   - El templo de Hatshepsut, en Deir el-Bahri.
   - El templo de Amenhotep III, con los Colosos de Memnon.
   - El templo de Seti I en Gurna.
   - El Ramesseum, templo de Ramses II.
   - El templo de Ramses III en Medinet Habu.
   

   
Templo de Hatshepsut

   A principios del Imperio Nuevo el paraje rocoso de la orilla occidental de Tebas conocido como Deir el-Bahri albergaba un armonioso complejo arquitectónico de carácter monumental, construido al pie de los escarpados farallones del monte Gebel Theban.
   En la zona sur, el templo aterrazado del faraón del Imperio Medio Mentuhotep II constituye uno de los más antiguos vestigios arquitectónicos que quedan en Tebas, que ya prefigura, con su estructura en terrazas y rampas, el vecino templo de Hatshepsut. Construido hacia 2000 a C, se halla en estado muy ruinoso, conservándose apenas la plataforma base. Algunos egiptólogos conjeturan que en su tiempo estuvo coronado de una pirámide, siguiendo la tradición de los enterramientos reales del Imperio Antiguo en Menfis, pero al no quedar vestigios de superestructuras que puedan confirmarla, esta teoría ha sido puesta en duda.
   El templo funerario de Hatshepsut es el edificio más original de la Necrópolis Tebana y quizá de la arquitectura egipcia. En parte construido y en parte excavado en los acantilados del circo natural de Deir el-Bahri (en árabe = 'monasterio del norte', así llamado porque hubo en este lugar un monasterio en el siglo VII d C), este santuario es obra del arquitecto Senmut, favorito de la reina Hatshepsut. En la vertiente opuesta del acantilado se halla el Valle de los Reyes, y si se trazara a través de la montaña una línea recta que prolongara el eje del templo, coincidiría al otro lado con la tumba de Hatshepsut.
Tebas   El templo de Hatshepsut, construido hacia 1500 a C, destaca entre todos los edificios sagrados de Tebas por la armonía de sus proporciones, por la disposición ascendente de sus espacios –desde la entrada hasta la cella del dios– y por la refinada riqueza de su decoración escultórica y pictórica. Se trata de un logrado experimento de integración de un volumen rectilíneo en un paraje de naturaleza abrupta, que visualmente evoca ciertas tendencias minimalistas de la arquitectura moderna (foto153 y siguientes). Los antiguos egipcios ya admiraban la exquisita sencillez de este templo. Lo llamaban Zeser Zeserú, o el 'sublime de los sublimes'.
   El templo estaba dedicado al culto funerario de la reina Hatshepsut, de su padre Tutmosis I y de su esposo, prematuramente muerto, Tutmosis II, pero también estaba consagrado al culto del dios progenitor Amon y otras divinidades.
Tebas   Un largo camino flanqueado por esfinges conducía desde la cuenca fértil a la entrada. En el antepatio había un jardín plantado con árboles y vides. A cada lado de la rampa ascendente que lleva al segundo nivel, contra la fachada de la terraza, hay sendas galerías con el techo sostenido por una doble fila de columnas (foto156). Una galería similar recorre el lado oeste del patio del segundo nivel, con capillas laterales dedicadas a Anubis y Hathor. La terraza superior en el tercer nivel contiene lo que podría ser un vestíbulo columnado, con más capillas a los lados y un santuario cavado en las entrañas del acantilado del fondo. 
   A diferencia de otros templos egipcios, que propenden a la oscuridad, las capillas del templo de Hatshepsut, poco profundas, se abren a la intensa claridad del día tebano mediante pórticos de columnas que crean un ambiente muy luminoso. La sobriedad exterior del edificio no desentona con lo prolijo de la decoración mural del interior: se aprecia una unidad de estilo en el conjunto de los elementos empleados. 
   Los relieves y pinturas de las columnatas y capillas son muy bellos y poseen un marcado contenido narrativo. Un panel describe el transporte en barca de dos obeliscos desde Asuán a Karnak. Otro las nupcias divinas de la reina Ahmes con el dios Amon y el consiguiente nacimiento milagroso de Hatshepsut. Entre todos destaca por su interés histórico el bajorrelieve policromado de la 'Expedición al País del Punt' (foto185). Esta expedición pacífica de tipo comercial debió ser un acontecimiento importante en el reinado de Hatshepsut y está descrita con todo lujo de detalles en los muros. Se puede apreciar, en un relieve muy tenue, los trabajos de carga y descarga de barcos, tipos nativos del Punt (la tierra del incienso más allá del Mar Rojo, país que podría estar por la actual Somalia), intercambio de mercancías, plantas exóticas y animales. Entre estos se identifican monos, felinos, una jirafa, diversas especies de peces, una langosta y un calamar. En un relieve de la capilla de Hathor, sostenida por capiteles 'hathóricos' (foto165), se ve a la reina Hatshepsut, de niña, mamando de la ubre de una vaca, que sería también Hathor.
Tebas   La reina Hatshepsut (reinado de 1505-1484 a C) no dio a su esposo Tutmosis II más que hijas, por lo que se asignó la corona de Egipto a un bastardo del rey habido con una concubina, Tutmosis III, cuyo advenimiento se legitimó desposándolo con una de las hijas del rey. Dada la tierna edad del nuevo soberano, Hatshepsut se hizo cargo de la regencia, se comportó como un faraón auténtico, y hasta su muerte mantuvo al margen del poder a su yerno. Cuando éste por fin accedió al trono, se tomó la revancha haciendo desaparecer toda imagen de la reina.
   La furia iconoclasta de Tutmosis III hacia su suegra y madrastra quiso no sólo hacerla desaparecer de la Historia, sino sobre todo impedirle el acceso al más allá de Osiris, borrando toda figura de la usurpadora en los monumentos. Desmontó sus construcciones para usarlas de material de relleno, emparedó sus obeliscos, sustituyó su imagen, sus cartuchos y sus fórmulas protocolarias por otros de su padre y abuelo, y numeró los años de su reinado a partir de la muerte de su padre. Desde entonces comenzó la imparable carrera de Tutmosis III hacia la gloria, convirtiéndose en el faraón que, con sus sistemáticas campañas militares, impulsó el Imperio egipcio hasta su máxima plenitud, logrando expandir sus dominios desde Napata, en Nubia, hasta el Eufrates.
   En la esquina noroccidental de la segunda terraza, la capilla consagrada a Anubis –vigía de las necrópolis e inventor de la momificación– se mantiene en buen estado de conservación, en contraste con el resto del templo, que lleva años siendo reconstruido por una misión arquelógica polaca. El vestíbulo hipóstilo, de tres rangos de cuatro pilares, contiene algunas columnas de las llamadas 'proto-dóricas'. Estas columnas están estriadas en sección dodecagonal, y de lejos, por su proporción, se confundirían con columnas griegas (foto170). El vestíbulo da acceso a tres pequeños santuarios, que preservan en su integridad su estructura de corte 'clásico' y su policromía. El fondo azul tachonado de estrellas del techo/cielo está entero. En un mural historiado se distingue un catálogo de ofrendas ceremoniales expuesto ante la reina Hatshepsut (foto174). La figura de la reina ocupaba el espacio que está ahora vacío en medio del cuadro (foto172). La diosa-buitre Nejbet la protege desde lo alto (foto173).
   En la pared del fondo, por encima de la puerta que da a uno de los tres pequeños santuarios anexos con bóveda apuntada, se aprecian las figuras del faraón hijastro de Hatshepsut, Tutmosis III, haciendo ofrendas a Horus (foto171). Estas imágenes estarían superpuestas sobre las pinturas originales. Sobre ellas corre un friso de cobras representando a Uadjet, diosa protectora del Bajo Egipto, con el disco solar sobre sus cabezas.

   

Tebas

Colosos de Memnon


   Amenhotep III, uno de los más poderosos faraones de la XVIII Dinastía, mandó construir en el llano de la orilla occidental de Tebas un templo funerario, hoy casi desaparecido, cuya entrada estaba flanqueada por los dos llamados 'Colosos de Memnon'.
   Este templo tuvo que ser, a juzgar por los pocos restos que quedan de él, el más grande y esplendoroso de todo Tebas. Fue sin embargo casi completamente desmantelado por faraones posteriores, y lo que queda hoy son unos pocos cimientos, una estela de 10 m de alto, y los dos colosos que escoltaban la puerta practicada en el pilono de fachada. Ahora presentan el aspecto de dos centinelas gigantes sentados en medio de un campo de cultivo (foto189). Las estatuas fueron esculpidas en dos bloques monolíticos de cuarcita y representan a Amenhotep III.
   La altura de estos colosos con sus coronas es de 16,60 m, pero a la vez están sobrealzados sobre pedestales de 2,30 m. Los pies de los personajes rebasan los 3 m de largo. 
Tebas   Amenhotep III, en una inscripción conmemorativa de los hechos de su reinado (1379-1362 a C), habla del templo que construyó en la orilla occidental de Tebas, y respecto a las dos estatuas colosales de su entrada dice: "Traje de Elefantina estatuas costosísimas de granito, que quedarán en pie permanentemente. Sus caras, reflejando la luz por la mañana, asemejan para las gentes otros discos del sol". En la base de las estatuas se repite la palabra 'costosa', refiriéndose a la piedra. Era de unas canteras difíciles de labrar y, siendo además los monolitos de dimensiones gigantescas, su acarreo debió ser muy gravoso. Otra inscripción insiste: "Vedlas ahí, en su lugar, alegran por sus dimensiones". 
   El visir de Amenhotep III habla también de ellas: "Quise perpetuar para siempre el nombre de mi rey. Hice tallar para él montañas de granito, porque es el heredero de Atum. Reproduje su parecido en estas estatuas, por piedras que durarán como los cielos".
   Uno de estos colosos fue en su tiempo objeto de veneración pública, ante el cual los hombres suplicaban clemencias y favores al ka (el yo espiritual) del faraón, que simbolizaba el aspecto trascendente de la monarquía.
   Entre las leyendas griegas en torno a la guerra de Troya (que data de uno o dos siglos después del reinado de Amenhotep III), hay una referencia a un rey de Etiopía, país por entonces bajo dominación egipcia. Este rey, llamado Memnon, combatió a favor del bando troyano y se decía era hijo de Eos, o Aurora, la diosa del amanecer. En el mito homérico, Memnon cayó muerto bajo los golpes de Aquiles, que vengaba la muerte de Antiloco, hijo de Néstor. Pero su cuerpo volvía a la vida cada mañana a la vista de su madre la Aurora, cuando ésta le acariciaba con sus rayos, para entonarle un lastimero saludo. 
   El coloso mejor conservado es el del sur, habiendo sufrido el del norte el embate de un terremoto (año 27 a C) que, según Estrabón, lo derrumbó hasta la cintura. Se produjo a partir de entonces un fenómeno curioso: cuando, tras la humedad de la noche, la piedra del semiderruido gigante empezaba a calentarse con los primeros rayos del sol, emitía un sonido muy agudo que Pausanias comparó al del pellizcar de una cuerda de cítara. Debido a ello, el coloso norte fue identificado por los griegos como 'Memnon' (el otro no emitió jamás sonido alguno), pues 'cantaba' para llamar a su madre cada mañana.
   Los griegos y romanos viajaban para admirar la estatua, y esta peregrinación se convirtió en una verdadera moda. A sus pies pasaron Adriano, su esposa la emperatriz Sabina y Julia Balbilla, la poetisa de corte que les acompañaba, que grabó unos versos en las piernas del coloso. Septimio Severo ordenó restaurar el monumento, lo que se hizo con sillares superpuestos de otro material, y ahí se acabó la diversión, pues la estatua desde entonces nunca más volvió a cantar.
   Adosadas a las piernas de ambas estatuas están esculpidas, a una escala mucho menor que la del rey, a un lado la reina Tiyi (foto193), esposa de Amenhotep III, y al otro lado la madre del rey, la reina Mutemuia. La reina Tiyi, de probable procedencia asiática, ejerció gran influencia en la corte faraónica y al parecer inició la introducción del culto a Aton, que iba a dar origen –implantado por su hijo Amenhotep IV, Ajenaton– al cisma 'amárnico'. En los laterales del trono se aprecian relieves referentes a la unión del Alto y el Bajo Egipto, simbolizado por dos hombres que entrelazan un tallo de loto y un tallo de papiro (foto195).


   
Tebas  

Ramesseum

   
   El templo funerario de Ramses II (1304-1237 a C), conocido desde el siglo XIX d C como 'Ramesseum', ocupa un emplazamiento céntrico en el Lugar de la Verdad, es decir, el país de los muertos: la orilla occidental del Nilo a su paso por Tebas. Aunque parcialmente en ruinas, los restos que quedan en pie de este santuario son impresionantes y dan buena idea de la majestuosidad que hubo de ostentar en su tiempo.
   El Ramesseum, célebre por sus enormes estatuas de Ramses II, estaba nominalmente dedicado al dios Amon, aunque la divinidad que realmente se reverencia en el templo es el faraón difunto. Las imágenes de Ramses II aparecen, como es habitual en este monarca, adoptando múltiples tamaños y ataviadas con las coronas e indumentarias más diversas –incluso envuelto en la mortaja de Osiris, la deidad en que se transustancia todo faraón al llegar al Más Allá–, por todos los rincones del santuario.       
Tebas   Construido siguiendo el eje este-oeste común a los templos del Imperio Nuevo, las ruinas que hoy quedan de este edificio se componen de un núcleo central en sillares rodeado de un vasto complejo de construcciones de adobe, todo ello dentro de un recinto amurallado, también en adobe. La parte de piedra comprende dos patios con sus correspondientes pilonos, una gran sala hipóstila o sala de las apariciones, tres salas hipóstilas más pequeñas y un santuario de cuatro columnas. Alrededor de estas salas columnadas, una serie de pequeñas cámaras y criptas.
   El amplio pilono exterior está decorado con escenas de las batallas del rey en Siria y el pilono interior con escenas de la batalla de Qadesh (foto209), donde Ramses II, a bordo de su carro de caballos, se enfrenta solo contra todos los guerreros hititas, así como la fiesta de Min, dios de la fertilidad y las cosechas, representado con un falo erecto. La sala hipóstila más allá del segundo patio es muy similar a la de Karnak. Más allá había otras salas columnadas y un santuario, hoy desaparecido.
    Alrededor del templo, dentro del recinto de altos muros, hay restos muy extensos de edificios de adobe, muchos de ellos abovedados, que en su tiempo serían almacenes, talleres, establos y viviendas para el personal que trabajaba en el templo (foto210).
   En el segundo patio, en la cara interna del segundo pilono, subsiste en pie un rango de pilares 'osiríacos', que simbolizarían al rey difunto transfigurado en Osiris (foto202). A sus pies yacen los restos de un 'colosal naufragio': la estatua exenta en sienita (o granito rojo de Asuán, la antigua Siena) con la que la imagen de Ramses II casi bate el récord de gigantismo de sus colosos rupestres de Abu Simbel. Entera, mediría unos 17 m, y pesaría más de 1.000 toneladas (foto206).
   Este templo funerario maravilló a los antiguos viajeros, como lo testimonia la descripción de la tumba de 'Osymandias' (corrupción griega de Usermaatré, nombre de Ramses II), debida a Diodoro de Sicilia. El gigante caído fue asimismo fuente de inspiración para el poeta romántico Percy B. Shelley, que lo menciona en su poema Ozymandias:
   
   Conocí un viajero de una antigua tierra
que dijo: Dos vastas piernas de piedra sin tronco
se alzan en el desierto... Cerca, en la arena,
medio sepultado, yace un rostro hecho añicos, cuyo ceño,
y labio arrugado, y sonrisa de frío dominio,
revelan que su escultor leyó bien esas pasiones,
las cuales sobreviven, impresas en estas cosas sin vida,
a la mano que se burló de ellas, y al corazón que nutrieron:
Y en el pedestal aparecen estas palabras:
Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes:
¡Mira mis obras, Tú Poderoso, y desespera!
Nada queda al lado. En torno a la ruina
de ese colosal naufragio, ilimitadas y desnudas,
las solitarias y llanas arenas se expanden en la lejanía.
   Shelley
   

    
Tebas

Templo de Medinet Habu


   Al sur de la Necrópolis Tebana, y a kilómetro y medio al sudoeste del Ramesseum, se levanta el complejo de ruinas más importante de Tebas tras el de Karnak. El nombre de Medinet Habu le viene de un poblado de época cristiana (Yemé en los documentos coptos) asentado en el recinto del templo, cuyos habitantes huyeron a Esna cuando la invasión árabe. Desiertas las ruinas desde entonces, Medinet Habu no fue para los fellahin (o campesinos) más que una cantera de piedras talladas.
   Medinet Habu comprende cuatro grupos de edificaciones: el Gran Templo funerario de Ramses III, el Pabellón Real, el Templo de Tutmosis III y las Capillas de las Divinas Adoratrices, que junto a un lago sagrado, un nilómetro y un palacio real muy arruinado, forman un conjunto íntegramente cercado por una larga y espesa muralla rectangular de ladrillo crudo, que data también de Ramses III (1198-1166 a C, XX Dinastía).
   Ramses III, hijo de Setnajt, fue el último de los grandes faraones del Imperio Nuevo. Tras él se inició una lenta decadencia, al ser sucedido por una serie de monarcas de nombre Ramses (del IV al XI) cada vez más débiles, en un proceso de descomposición que condujo al colapso del imperio y al llamado Tercer Periodo Intermedio.
Tebas   El Gran Templo de Ramses III se conserva prácticamente entero, incluida su decoración mural de vivos colores, tras haber sido excavado y despejado de los habitáculos que el tiempo le fue anexionando. Parece una fortaleza, con inhabituales torres en las entradas a este y oeste (foto214). Las ruinas incluyen un palacio real adosado por el exterior al muro sur del primer patio y comunicado por una puerta al templo.
   Se valora este templo como uno de los edificios más importantes de la arquitectura religiosa tebana, no solo por la grandiosidad de sus proporciones, sino también por la unidad de su plan constructivo general. De concepción unitaria, e influenciado por el Ramesseum (pues Ramses III tomó a Ramses II como modelo), fue terminado durante el reinado del mismo faraón, que puso la primera piedra, y respetado por todos los que le siguieron. Al menos hasta los edictos de Teodosio (s IV d C), porque, a partir de ese momento, sufrió las vicisitudes por las que pasaron todos los templos paganos. Los cristianos instalaron en el segundo patio una basílica, destruida primero por los árabes y después por el Servicio de Antigüedades.
   El primer patio del templo funerario de Medinet Habu, de 34 x 32 m, está bordeado a norte y este por una galería formada por siete pilares osiríacos (foto218). Sus muros de fondo están grabados con cuadros dispuestos en dos registros: los de la parte superior son religiosos, con imágenes del rey presentando ofrendas a las deidades o de los sacerdotes desfilando en procesiones rituales portando en andas la barca de Amon; el registro inferior está dedicado a episodios bélicos. Motivos de índole muy distinta adornan el muro meridional del pórtico columnado del patio: es la fachada del palacio real del faraón, adosado al templo, un complejo residencial que, aunque en estado de total ruina, constituye uno de los poquísimos vestigios de arquitectura civil faraónica que quedan en Egipto.
Tebas   Casi todos los muros, tanto exteriores como interiores, del templo de Medinet Habu están cubiertos de bajorrelieves. Muchos de ellos conservan la policromía, y describen las procesiones y ceremonias rituales, pero, sobre todo, las campañas militares del faraón, con escenas de luchas y de captura de prisioneros. Hay problemas para evaluar sus logros, pues queriendo emular a Ramses II copió numerosas escenas e inscripciones de su predecesor en su templo de Medinet Habu. Por ello la historicidad de ciertas guerras nubias y sirias supuestamente ganadas por Ramses III es puesta en duda. Sin embargo, sí está comprobado que participó en algunas batallas que iban a ser más decisivas en la historia mundial que las de Ramses II. 
   En su quinto año de reinado Ramses III derrotó a los libios que invadieron el Delta del Nilo. Ciertas inscripciones murales hablan de decenas de miles de enemigos libios muertos, mientras que en otras la cifra se rebaja a miles. En su undécimo año de reinado Ramses III repelió otra invasión libia. Algunos relieves parietales muestran como trofeos de guerra amontonamientos de manos (foto239) y de órganos genitales (foto240) amputados a los prisioneros. 
   A comienzos del siglo XII a C un frenético movimiento de pueblos sacudió la cuenca del Mediterráneo. Los dorios invadieron Grecia, sucumbió el imperio hitita en Anatolia, en Palestina aparecieron los filisteos, y la civilización de las islas del Egeo fue aniquilada por los aqueos. Varias de estas poblaciones migrantes se aliaron para invadir Egipto, y fue a Ramses III a quien tocó pararles los pies. Su ejército se enfrentó a los 'Pueblos del Mar', que fueron derrotados en Fenicia, a las puertas mismas del Delta. Y para conmemorar tal hazaña el rey mandó construir este edificio, el que iba a ser su residencia en vida y templo funerario tras su muerte. Los relieves de Medinet Habu (foto230 y siguientes) diferencian entre los diversos grupos de Pueblos del Mar en base a sus rasgos faciales, armas y vestimentas. El detalle más distintivo es el casco, del que se muestran dos tipos, uno con cuernos y otros con un penacho de plumas. Los barcos y carros de los Pueblos del Mar son también diferentes a los egipcios, y sugieren una procedencia anatolia.
   Ramses III utilizó a algunos de estos pueblos como mercenarios, incluso en las batallas contra sus propios compatriotas. Sus victorias sobre estos 'bárbaros' fueron muy influyentes para la civilización de la época y permitieron la supervivencia de la cultura egipcia por otro milenio.
   Algunos relieves describen también escenas de caza de asnos salvajes y toros por parte de Ramses III, encajadas en composiciones visuales muy similares a las de las batallas. En la parte trasera del primer pilono (63 m de ancho y 22 de alto) se ve una soberbia escena de cacería de toros salvajes en los cañaverales del Delta (foto243 y siguientes). El rey, montado en carro de caballos, y sus compañeros de caza a pie, disparan flechas y arrojan lanzas sobre sus presas. Observemos (foto245) cómo las cañas se superponen a los cuerpos de los toros, creando con los dos planos un efecto de profundidad.
   Dentro de la fortaleza que forma la muralla de ladrillo crudo de Medinet Habu, se levantan dos edículos adyacentes que son capillas funerarias de reinas y princesas de las dinastías XXV y XXVI, las Divinas Adoratrices de Amon. La decoración interna se compone de inscripciones genealógicas, escenas de ofrendas (foto225) y fórmulas procedentes de los Textos de las Pirámides y los Textos de los Sarcófagos. Las Divinas Adoratrices (o esposas de Amon) estaban a la cabeza del clero femenino del dios. Debían permanecer vírgenes y se sucedían por adopción. Pertenecían a la familia regente y gozaron de un peso político importante a partir de la XXI Dinastía, hasta la conquista de Egipto por los persas en el 525 a C.
   Quedan asimismo dentro del recinto amurallado restos de viviendas de adobe donde residían los sacerdotes y el personal administrativo del templo.

 




Canteras de Gebel Silsila
   
   Reciben el nombre de Gebel Silsila (en árabe, 'Monte de la Cadena') las antiguas canteras de donde se extraía la piedra con que se construyeron los edificios de Tebas (foto250). Se hallan a ambos lados del río, en el punto de máximo estrechamiento del Nilo en su curso por Egipto, encajonado aquí entre dos peñas que lo convierten en una especie de desfiladero fluvial. Se dice que antaño se interceptaba el paso de las embarcaciones mediante una cadena tendida de una a otra orilla, y de ahí le viene el nombre.
   Las canteras de Gebel Silsila eran, junto a las de Tura (caliza) y Asuán (granito), las más importantes del Egipto faraónico. En ellas se extraía una arenisca de excelente calidad que era empleada no solo en la construcción de los templos de Tebas sino los de todo el Alto Egipto.

 

 

Cien puertas a Tebas

Bibliografía consultada

- Barocas, Claudio/Marchante, Carmen. Tebas. El santuario de Amón y la religión del antiguo Egipto (Orbis/Montena, Madrid, 1985)
- Eggebrecht, Arne. El Antiguo Egipto. 3.000 años de historia y cultura del imperio faraónico (Plaza & Janés Editores, 1984)
- Heródoto. Los nueve libros de la historia. Libro segundo: ‘Euterpe’ (Edición ‘Biblioteca personal Jorge Luis Borges’, Hyspamérica Ediciones-Orbis, Barcelona, 1987)
- Homero. La Ilíada (S.A. Promoción y Ediciones, Madrid, 1984)
- Müller, Hans Wolfgang. Arquitectura del Egipto antiguo (Arquitectura Mediterránea Prerromana, Historia Universal de la Arquitectura, Aguilar, 1973)
- Solé, Robert. Diccionario del amante de Egipto (Paidós, Barcelona, 2003)
- Wildung, Dietrich. Egypt. From Prehistory to the Romans (Taschen, 1997)

 

 

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Cien puertas a Tebas

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Fotografías: Eneko Pastor
Realizadas en Egipto

    


 

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