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Pasaje a Cerdeña

Pasaje a Cerdeña

 

   Cerdeña (en italiano Sardegna) es, con sus 24.000 kilómetros cuadrados, la segunda isla más grande del Mediterráneo occidental después de Sicilia, y, como ésta, pertenece políticamente a Italia, aunque disfruta de un amplio régimen de autonomía.
Cerdena   La isla emerge a 120 millas al oeste de la península italiana, 120 millas al norte de la costa africana, y está separada de su vecina isla de Córcega (perteneciente a Francia) por un estrecho de solo 7 millas.
   Cerdeña es una isla montañosa, con cumbres de hasta 1.800 m de altura (La Marmora), barrida por los vientos (el maestrale que sopla desde el noroeste, el greco del este y el cálido sirocco del sudeste). De clima soleado y escasa pluviosidad, los arroyos de montaña se secan en verano. Gran parte de su superficie está ocupada por terrenos no cultivables, las llamadas macchia, zonas semiesteparias salpicadas de arbustos, lentiscos, mirtos y robles chaparros.
   Los recursos económicos de los isleños se basan tradicionalmente en la agricultura, la ganadería, la pesca y la minería. En las áreas boscosas crecen alcornoques, encinas, pinos y castaños. En las tierras fértiles se cultiva maíz, frutas y hortalizas, y se cría ganado bovino, porcino y lanar. Con la leche de oveja los pastores elaboran un queso local llamado peccorino. El animal más preciado es el caballo sardo, que está protegido por ley desde los tiempos medievales. En el golfo de Asinara se pesca el atún. Existen minas, explotadas desde la antigüedad, de oro, plata, cobre y plomo, y la isla es la principal fuente de espato de flúor de Europa. En Cagliari y Porto Torres existen plantas de industria petroquímica. El desarrollo del turismo en las últimas décadas, favorecido por la erradicación de las endémicas epidemias de malaria que padecía la isla, se ha convertido en una nueva y sustanciosa fuente de ingresos para Cerdeña.
   La línea costera está bordeada de playas, calas y bahías de aguas transparentes, y perforada de profundas cuevas, muchas de ellas por explorar. Está dotada también de tres excelentes puertos naturales: el de Cagliari, el de Asinara y el de La Maddalena, este último calificado por el almirante Nelson como el mejor puerto del Mediterráneo.
Cerdena   En cuestiones de administración, la isla está dividida en tres provincias: Cagliari, Nuoro y Sassiari. La capital es Cagliari.
   La población actual (2015) de la isla es de 1.700.000 habitantes. El origen de los sardos (y de su lengua) es todavía desconocido, pues la población nativa sarda fue mestizándose con los distintos pueblos que invadieron y ocuparon Cerdeña a lo largo de la historia. Como consecuencia la isla hoy es una pequeña babel de idiomas. En Alghero, la mitad de sus habitantes habla catalán y la otra mitad sardo, por lo que tienen que comunicarse entre sí en italiano. En San Pietro todavía se habla el dialecto genovés. En el norte se utiliza el toscano, y en el sur sur hay gentes que hablan el español y el árabe. El lenguaje sardo moderno incluye muchas palabras en español.

   Aunque poco conocida, Cerdeña es una isla con una muy larga historia, atestiguada por los numerosos restos hallados de la Edad de los Metales y del periodo clásico.
   La leyenda dice que Nora fue la primera ciudad fundada en la isla, antes de la llegada de los fenicios, por un ibero procedente de Tartessos llamado Norax. De las ruinas de época clásica de Nora podemos admirar, entre otros monumentos, sus magníficos mosaicos (foto31).
   Un rasgo de identidad propio de la isla lo constituyen los nuraghi, extrañas estructuras troncocónicas de enormes bloques de basalto extraídos de volcanes extintos, construidas sin ningún tipo de argamasa de unión. La mayoría son bastante pequeños, con trazas de ser fortalezas (pues disponen de pozos y otras medidas defensivas, y cada nuraghe está al alcance de la vista de otro). Las mayores concentraciones de nuraghi se dan al noroeste y centro-sur de la isla. En dos de ellas, Santu Antine (Torralba) y Su Nuraxi (Barumini), hay construcciones de tres pisos, que llegan a alcanzar 17 m de alto (fotos 26 y 27). Hay también un importante yacimiento de nuraghi en Serra Orrios, cerca de Dorgali, con casi ochenta edificios identificados, incluyendo templos, pozos y un teatro. El complejo de Su Nuraxi di Barumini fue declarado patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1997. Aunque la arqueología ha descubierto y datado con aproximación (entre 1500 y 400 a C) diversas armas, joyas, utensilios, objetos votivos de metal, cerámicas, y obisdiana, apenas se sabe nada de las gentes del periodo nurágico de Cerdeña. Dominaban la metalurgia de bronce, como se puede comprobar examinando las estatuillas de los museos de Cagliari y Sassari, pero no conocían la escritura.
Cerdena    Otros restos arqueológicos que sugieren alguna información sobre la historia de Cerdeña en la antigüedad son la necrópolis rupestre de Anghelu Ruju, los dólmenes de Luras y Sa' Coveccada, las Tumbas de los Gigantes (monumentos funerarios constituidos por sepulturas colectivas de la época nurágica presentes en toda la isla) y los sepulcros rupestres conocidos como las Domus de Janas ('Casas de Brujas'). Todos ellos dan fe de la intensa actividad megalítica de la cultura sarda arcaica, rasgo común a otras islas del Mediterráneo occidental (pensemos en Menorca o Malta).

   Los fenicios fueron el primero de los pueblos extranjeros que se asentaron en Cerdeña, hacia el 800 a C. Comerciaban con metales y fundaron colonias en el sur, como Sulcia, Bithia, Tharros y Karalis (hoy Cagliari).
   Los griegos invadieron el norte y saquearon Olbia, colonizando en parte la isla. La llamaban Ichnusa, y también Sandaliotis, nombre derivado de la forma de la isla, que se asemeja a una sandalia. Siguieron a los griegos los cartagineses, a quienes los sardos mostraron feroz oposición. La ocupación romana empezó en 238 a C y llegó a durar 700 años, convirtiéndose Cerdeña en la primera provincia romana, y Cagliari en un puerto clave para la flota del imperio. Del periodo romano (Augusto-Caracalla) data el templo de Antas (foto30), construido a su vez sobre un santuario cartaginés dedicado al dios local Sardus Pater Babai, la principal deidad masculina de la civilización nurágica.
   Con la disgregación del imperio romano, los vándalos invadieron Cerdeña (hacia 477 d C). La isla fue retomada por los romanos durante un breve periodo, para caer luego en manos de los bizantinos y más tarde (711) de los sarracenos, que ocuparon y saquearon Cagliari, obligando a los sardos a pagar una fuerte suma por el rescate.
Cerdena   En el siglo XI, las ciudades italianas de Pisa y Génova, con apoyo del papa, no solo estaban luchando entre sí, sino que combatieron contra los sardos para disputarse el dominio de la isla. Los favores del Vaticano se decantaron más tarde hacia la figura de Alfonso IV de Aragón, que en 1326 derrotó a los pisanos, tomando Cagliari. La famosa reina guerrera Eleanor de Arborea lideró sin éxito una sublevación de los isleños contra los invasores españoles. Esta reina legó a sus súbditos un código de leyes (Carta de Logu), que fue aceptado por el parlamento sardo como válido para toda Cerdeña, y así permaneció hasta el Tratado de Utrecht de 1713.
   La Edad Media ha legado a Cerdeña un buen número de monumentos arquitectónicos de excelente factura, generalmente de estilo románico. Las iglesias paleocristianas de San Gavino en Porto Torres y de San Giovanni di Sinis (foto32) son notables ejemplares del prerrománico. La iglesia de Santa Maria del Regno fue construida en el siglo XI como capilla palaciega en estilo románico-lombardo (foto33). La esbelta basílica de Santa Trinità di Saccargia, cerca de Sassari, es de estilo románico-pisano, luciendo un vistoso aparejo en el que se alternan los sillares de caliza blanca con los de basalto gris (foto35); su ábside exhibe buenos frescos murales del siglo XII (foto36).
   En el siglo XV, durante la ocupación española, Cerdeña tenía su propio virrey. La isla permaneció estrechamente vinculada con España durante el mandato de los reyes españoles de la dinastía de los Austrias (1516-1700), cuyos dominios abarcaban las regiones de Nápoles, Sicilia, Cerdeña y Milán. Muchos españoles se trasladaron por entonces a vivir a Cerdeña, siendo asimilados en esta sociedad patriarcal gobernada por una poderosa clase feudal, cuya principal fuente de ingresos era la cría de ganado ovino. La población, pacífica y acostumbrada a duras condiciones de vida, tenía relaciones muy limitadas con Italia. Ni el rey, ni la clase dirigente de la isla tenían interés en alterar un sistema basado en un sólido régimen monárquico-feudal. El virrey de Cerdeña solía ser un nativo sardo; el parlamento estaba dividido en tres stamenti.
    En 1720 la isla pasó a manos de Víctor Amadeo II de Saboya, que fue proclamado rey de toda Cerdeña. En 1861, con la llegada al poder de Víctor Emanuel II, la isla fue unida políticamente a Italia. No fue hasta 1948 cuando se concedió a Cerdeña el estatus de gobierno autónomo.

  

FotoCD128
   
Pasaje a Cerdeña

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Fotos: Javier Galiana