Exposiciones fotográficas

La Ciudad de las Artes y las Ciencias

Artes + Ciencias = Ciudad


   Vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño.
   Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto...
   (Jorge Luis Borges, extractos de El Aleph)



   Vi una ciudad de deslumbrante blancura, recortada contra el azul del cielo de Levante, que parecía surgida de la fantasía de un escritor de anticipación científica. Pero era real: un fragmento del futuro traído a nuestros días.
   La ciudad estaba hecha de cristal y acero y cerámica y agua. Las columnas de sus edificios se ramificaban como árboles, y sus vigas se plegaban en ángulos y complejas curvas para crear las más extrañas estructuras. Y cada curva encerraba secretos fundamentales de la matemática y la física.
   Vi a hombres, mujeres y niños que acudían a la ciudad en busca de instrucción para sus mentes y placer para sus sentidos. Pues aquella urbe estaba enteramente consagrada a fundir en una unidad el genio del arte y el potencial de la ciencia.
   Vi la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia, obra maestra de la arquitectura y la ingeniería del siglo XXI hecha realidad por Santiago Calatrava y Félix Candela.

 

   Hay ciudades invisibles, ciudades soñadas, ciudades de leyenda, ciudades prohibidas. Hay libros que nos hablan de la ciudad de los césares, la ciudad esmeralda, la ciudad sumergida o la ciudad de Dios. Pero nunca hasta hoy habíamos sabido de la existencia de una ciudad íntegramente dedicada a la vieja aspiración humana de conjugar en una unidad dos ámbitos en apariencia (sólo en apariencia) irreconciliables: el mundo de las artes y el mundo de las ciencias. Y esta ciudad es real. Se puede visitar. Se puede recorrer, tocar, fotografiar. Está en Valencia. 
   Erigida en la cuenca reurbanizada del río Turia, en la zona sur de la capital, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, obra concebida y hecha realidad por los arquitectos Santiago Calatrava y Félix Candela, constituye un extraordinario complejo cultural en el que el arte de la arquitectura y la ciencia de la ingeniería se amalgaman en una síntesis totalmente original. 
   Arquitectura e ingeniería. Arte y ciencia. ¿Dónde acaba la una y empieza la otra? En ninguna parte. No hay solución de continuidad. Ambas disciplinas no son antitéticas, no compiten entre sí, sino que convergen, se abrazan y fecundan mutuamente para generar estos edificios de formas desusadas y estructuras inauditas. Asistimos aquí al vuelo libre de la imaginación creadora, embridada en esta ocasión por las riendas de los sólidos conocimientos matemáticos y técnicos de sus autores. La vieja dicotomía entre estética y funcionalidad es transcendida, y de este enfoque transversal surge algo totalmente nuevo. Una arquitectura que es obra de ingeniería y es escultura a gran escala, que proporciona placer visual, que crea ambientes insólitos, que hasta evoca, con sus repeticiones modulares y contrapuntos, los ritmos propios de la música. 
   Los tradicionales esquemas constructivos a base de cuatro paredes y tejado, de ventanas rectangulares y paramentos horizontales-verticales, estallan en mil pedazos. Los pilares se inclinan, las vigas se curvan, se doblan en ángulos, se bifurcan y articulan entre sí en retículas tridimensionales. Las sirgas, los cables tensores, los anclajes, los trípodes, los nodos están a la vista y forman parte de la estética del total. Aquí y allá aparecen parábolas, hipérbolas, espirales, helicoides. La estructura básica del edificio no queda oculta sino expuesta en toda su desnudez, mostrando complejos armazones que hacen pensar en los costillares del esqueleto gigante de un animal fantástico. 
   Al deambular por sus intercostales se diría que los empujes, cargas y tensiones de la estructura se contrarrestan y equilibran ante nuestros propios ojos. El conjunto transmite sensación de solidez, pero a la vez de ligereza, casi de ingravidez. Como en el arte ojival, la construcción no pesa, sino que parece elevarse y levitar en el espacio. Los juegos de huecos y vanos y el uso recurrente del hormigón armado blanco otorgan una luminosidad especial a los monumentos. Cuando contemplamos sus perfiles recortándose contra el cielo, un título pictórico nos viene a la mente: 'Blanco sobre azul'. Calatrava hace también uso del agua como elemento urbanizador del entorno, jugando con los efectos-espejo de la superficie de estanques y láminas acuáticas, que duplican e invierten las fachadas en simetría especular. 
   Aún van más lejos los arquitectos cuando incorporan componentes dinámicos de 'arquitectura plegable' en sus realizaciones, movidos por maquinarias expresamente diseñadas para tal fin e integradas en el edificio. El habitual estatismo de la arquitectura tradicional se rompe, y podemos ver muros o carcasas que se levantan, se trasladan, pivotan y pliegan para, por ejemplo, abrir y cerrar una gran puerta-cancela de acceso, configurando en el proceso nuevas formas y espacios arquitectónicos dentro del mismo edificio, en una suerte de 'origami' monumental que nos atreveríamos a bautizar como 'aceroflexia', a falta de una más precisa terminología. 
   Cuando las palabras son insuficientes para describir una obra, la fotografía acude en nuestro auxilio. Y he aquí que contamos con las sugestivas imágenes de un buen fotógrafo, Javier Galiana, natural de Valencia, para ayudar a hacernos una idea, bien sea virtualmente, de la extraña belleza que irradia esta maravillosa ciudad. 
   Galiana nos invita a compartir en esta muestra fotográfica su mirada personal sobre la Ciudad de las Artes y las Ciencias, centrándose sobre todo en dos de sus monumentos más representativos, l'Hemisferic y el Museo Príncipe Felipe, sin olvidar otros ambientes, rincones y perspectivas, y prestando especial atención a los detalles y a las luces. Su trabajo evidencia que ha sabido captar con sutileza la originalidad y el genio de esta nueva arquitectura, la inspiración de un arte que sustenta su razón de ser sobre los firmes cimientos de la técnica y la ciencia. 

   

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FotoCD27

La Ciudad de las Artes y las Ciencias

Fotografías:
Javier Galiana

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