Exposiciones fotográficas
Etíopes. Retratos étnicos
Retratos étnicos del Sur de Etiopía
Vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño.
Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto...
(Jorge Luis Borges, extractos de El Aleph)
Vi poblados indígenas perdidos en las lejanas montañas del Sur de Etiopía.
En aquellos parajes inhóspitos vivían hombres y mujeres cuya cultura había evolucionado por caminos que nada tenían que ver con los de la civilización occidental.
Les vi exhibiendo orgullosos sus cuerpos, sus adornos, sus imaginativos peinados, sus collares, sus fusiles.
Vi sus rostros embellecidos con vivos colores, los lóbulos y los labios deformados, la piel surcada de escarificaciones.
E intuí que la belleza del ser humano es múltiple e inagotable, y no existe para aprehenderla un canon universal.
Viajar a Etiopía es como hacer varios viajes en uno solo.
Desde las áridas tierras del Sur, donde habitan diferentes etnias con sus particulares características que las hacen distintas unas de las otras, hasta las fértiles tierras del Norte, situadas todas ellas por encima de los 2.000 m de altitud, y donde conviven sus gentes junto a su Historia, Patrimonio de la Humanidad, pasando por zonas como la antigua ciudad musulmana de Harar. Contrastes extremos, no sólo por sus gentes y paisajes sino también por las duras condiciones en las que se ven obligados a vivir sus habitantes.
Ahogado por las deudas externas, producto de las absurdas guerras contra su país vecino Eritrea, Etiopía ha dado siempre una imagen de extrema pobreza, acentuada por la falta de infraestructuras adecuadas, sobre todo en el Sur y algunas zonas desérticas del Norte, y por el desaprovechamiento de sus recursos naturales. Todo ello bajo la atenta mirada, a veces hipócrita, del mundo occidental, que a menudo en lugar de ayudar lo que hace es aprovecharse de estas situaciones límite.
A pesar de ello, el viaje a Etiopía es espectacular en todos los sentidos. Es retroceder en el tiempo, revivir la Historia y conocer culturas y mundos distintos que chocan constantemente con nuestra ordenada escala de valores.
El viaje que hicimos lo he dividido en tres partes muy diferenciadas: el Sur, el Norte, y la ciudad musulmana de Harar y sus alrededores, que por sí misma ya merece un capítulo aparte.
Esta primera entrega, compuesta por 60 fotografías, corresponde al Sur, “Retratos étnicos del Sur de Etiopía”, miradas, expresiones, formas de vida, que pese a estar a pocas horas de vuelo de nuestra avanzada civilización, nos regresan a un pasado incomprensible para nuestras acomodadas mentes, pero real, tan real como la dura vida de estas gentes.
Jaume Sancho
Etnia DORZE
Los Dorze son una pequeña etnia que se localiza hacia el norte de Arba-Minch, en las montañas Guge, y cuyos principales poblados son Chencha y Dorze, situados a unos 3.000 m de altitud.
Una de las principales características que los distingue de sus pueblos vecinos son sus casas construidas con cañas de bambú y cubiertas con las hojas secas del falso banano, con lo que adquieren una coloración y rugosidad que se asemeja a la piel de elefante. Por este motivo se las denomina “casas elefante”.
Visitamos el mercado de Dorze, situado a pocos kms de Chencha.
Etnia ERBORE
Desde Arba-Minch en dirección sur, antes de llegar a Turmi, cruzamos una estrecha franja de la etnia Erbore, que es una variante de los Oromos.
Sus pinturas y ornamentaciones son algunos de sus rasgos distintivos.
Viven en chozas y se dedican básicamente a la ganadería.
Etnia HAMER
Los Hamer son la etnia más numerosa del Sur de Etiopía, ocupando la zona Este del río Omo. Son el grupo más tranquilo y sociable de los que visitamos.
Sus mercados más concurridos están situados en Turmi y Dimeka, siendo éstos un núcleo de atracción de otras etnias de los alrededores.
Sus rasgos más característicos son sus peinados, tanto en los hombres como en las mujeres, así como las decoraciones y marcas corporales en las mujeres y escarificaciones en los hombres.
Los peinados femeninos se hacen con barro de color ocre y rojizo y grasas animales, dándoles así su consistencia característica. Los peinados masculinos incorporan casquetes de barro, plumas de aves, y suelen indicar un cierto status social: cazadores, guerreros, etc.
Las marcas corporales en las espaldas de las mujeres se producen en una parte de la compleja ceremonia llamada “Ukuli Bula”, en la que las jóvenes casaderas demuestran su valor y fortaleza física delante de los jóvenes hamer, aguantando los latigazos que les infligen, siendo así merecedoras del amor del joven hamer.
Las escarificaciones en los hombres hamer no dejan de ser simples adornos corporales.
Las mujeres, una vez casadas, se las distingue por unos collares metálicos, destacando en las mujeres escogidas como primera mujer, un collar metálico con una pronunciada protuberancia en la parte delantera. La primera mujer, de las varias con las que puede casarse un hombre, tiene el privilegio de llevar el peso de la familia, economía, educación, decisiones importantes… y su status social es muy respetado.
Viven principalmente de la agricultura y la ganadería.
Visitamos los mercados de Turmi y Dimeka, así como los alrededores de dichos poblados.
Etnia KARO
Los Karo son una etnia que vive en los alrededores del río Omo.
Sus ornamentos y pinturas corporales son sus rasgos más distintivos. Llama la atención, al igual que en la etnia Mursi, su obsesión por poseer un Kalashnikov.
Viven básicamente de la agricultura, y están muy relacionados con la etnia Hamer.
Etnia MURSI
Los Mursi son quizás la etnia más espectacular, debido a sus decoraciones corporales, a su agresividad y por la precariedad y aislamiento en los que viven.
Están situados principalmente entre el Parque Nacional Mago y el Parque Nacional del río Omo, y aparte de vivir de la ganadería y la agricultura, han aprendido también a engatusar a los turistas al pedirles entre uno y dos birs (1 bir = 0,20€ aprox.) por foto. Dudo mucho de que algún turista se niegue a pagar dicha tasa, con tal de evitar en lo posible el acoso y el agobio a que son sometidos por los Mursi.
Tienen también una especial predilección por los Kalashnikov, y según parece suelen tener bastantes percances con tribus vecinas, principalmente por temas de posesión de tierras y ganado. Si a su natural agresividad sumamos el hecho de que van armados, podremos suponer que con bastante asiduidad se producen bajas en sus enfrentamientos tribales.
Una de sus características más significativas, y que los han hecho incluso famosos en el mundo, son los grandes platos labiales y lobulares que llevan las mujeres como adorno corporal. En un principio se pensaba que estos adornos se utilizaban para afear a la mujer, y así evitar que se las llevaran como esclavas. Esta idea se ha desechado totalmente hoy en día, y se ha demostrado que el plato labial es indicativo del status social de la mujer Mursi, siendo además un orgullo mostrarlo en público, hasta el punto de que no se lo suelen quitar si están cerca de algún hombre. Es habitual también sacarse algunos de sus dientes, con tal de poder colocarse un plato más grande en el labio.
Otro detalle que llama la atención son sus peinados decorados a base de chapas, hierros, aros metálicos, telas y una variedad de objetos de lo más dispar.
En los hombres la decoración se limita a pinturas corporales, que suelen resaltar aún más su agresividad, así como también aros, cuernos de animales, plumas... y su inseparable Kalashnikov.
FotoCD30
Etíopes. Retratos étnicos
Fotografías:
Jaume Sancho
© Jaume Sancho
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