Colecciones fotográficas

Recuerdos del paraíso

La pérdida del paraíso

 

   Esas sonrisas se han apagado. Lo que era un idílico rincón del edén, hoy es un paraíso perdido. La guerra civil que estalló en Sri Lanka en 1983 y duró hasta 2009 hizo estragos entre la población de la isla, incluyendo nuestra pequeña aldea de pescadores. Y por si no fueran bastantes las desgracias, el devastador tsunami que en diciembre de 2004 arrasó las costas del Índico, solo en Passekudah acabó con la vida de 208 personas y se llevó por delante todas sus viviendas y pertenencias. Incluso la geografía del lugar quedó cambiada. Podemos asegurar que nada de lo que aparece en la presente exposición de fotografías existe ya. Todas esas cabañas fueron arrastradas por las olas. Muchas de las personas aquí retratadas murieron en la guerra o perecieron ahogadas en el tsunami.
Pescadores de Sri Lanka   Entre los supervivientes, los niños que podemos ver en las fotos son ya adultos treintañeros. Y los jóvenes están en los cuarenta o los cincuenta. La infancia es otro de los paraísos que han perdido.
   Retratos como los que mostramos en esta exposición no se pueden hacer si no existe una gran confianza entre el sujeto fotografiado y el sujeto que lo fotografía. Todos ellos fueron realizados en sucesivas estancias en Passekudah a lo largo de los años 80, en los comienzos de la guerra. Durante meses tuvimos la suerte de vivir en estrecha convivencia con estas familias de pescadores tamiles y poder conocer muy de cerca su modo de vida. Al conseguir romper la barrera turista/nativo, nos hicieron sentir como si fuéramos uno más entre ellos. Nos embarcaron en sus faenas pesqueras, dormimos en sus chozas, tuvimos que desayunar arroz con pescado picante.
   Por eso al autor de estas fotografías le ha resultado especialmente doloroso preparar esta exposición y escribir estas líneas. Ha tenido que esperar treinta años para hacerlo. Y aún se le saltan las lágrimas con el recuerdo de tantos amigos perdidos.

   Los tamiles de Sri Lanka siempre se han sentido discriminados con respecto a la mayoritaria población cingalesa de la isla. Se quejaban, entre otras cosas, de su escasa representación parlamentaria, de que su lengua estaba relegada, de que sus hijos no tenían igualdad de oportunidades para entrar en la universidad. Y reclamaban mayores cotas de autogobierno para poder vivir conforme a sus usos de raigambre hinduista. En 1983 hubo una revuelta en una cárcel donde fueron asesinados varios prisioneros tamiles y esa fue la chispa que prendió el fuego de la guerra. Los grupos insurgentes que venían operando desde hacía años contra el gobierno se radicalizaron e intensificaron sus actividades armadas. Entre estos grupos, el que terminó obteniendo mayor liderazgo fue el LTTE (Tigres de Liberación de Tamil Elam), de inspiración maoísta. Reclamaban la partición política de Sri Lanka para crear en el norte y este de la isla (de mayoría de población tamil) un estado independiente llamado Tamil Elam.
   Es significativo el nombre de 'tigres' que adoptaron. Para ellos su principal enemigo era el ejército del gobierno cingalés. El gentilicio cingalés deriva de 'sinha', en sánscrito 'león'. De hecho en la bandera de Sri Lanka figura el dibujo de un león, emblema de los cingaleses. De forma que, simbólicamente hablando, la guerra se planteó como un combate de tigres contra leones. Pero los zarpazos de esa lucha alcanzaron a toda la población civil, tanto a la cingalesa como a la tamil.
   Los atentados se sucedieron durante interminables años. Los rebeldes ponían bombas en los mercados, en los aviones, en los transportes públicos, sembrando la muerte indiscriminadamente. El ejército gubernamental reaccionaba arrasando a sangre y fuego los poblados que podían albergar rebeldes, fusilando a los tamiles en la misma puerta de sus cabañas delante de sus mujeres e hijos, practicando detenciones masivas, implantando el toque de queda, torturando, encerrando en calabozos a cualquier sospechoso de apoyar a la guerrilla. Y todos los jóvenes tamiles, de los 16 a los 30 años, eran sospechosos, por ser jóvenes y por ser tamiles.
    Por su parte la actuación de los 'tigres' no era menos brutal. Irrumpían por la fuerza en las cabañas de sus mismos paisanos tamiles para requisar todas las joyas y objetos de valor de la familia, con el fin de financiar sus actividades armadas. Si encontraban en la casa un adolescente o un joven (chico o chica), lo reclutaban en su grupo y se lo llevaban a la fuerza a sus campos de entrenamiento, sin atender a las protestas de los familiares. En Passekudah así lo hicieron con nuestro joven amigo Ganesh, que está desde entonces desaparecido y se le da por muerto.
   Extraña manera la de los 'tigres de liberación' de liberar a los tamiles, que se vieron así acorralados entre dos fuegos.

Pescadores de Sri Lanka   En 1987, a petición del gobierno cingalés, el primer ministro de la India, Rajiv Gandhi, hijo de Indira Gandhi, envió tropas indias a la isla, como 'fuerzas de pacificación'. Pero éstas pronto derivaron en fuerzas de represión, perpetrando masacres tanto entre los activistas como entre la población civil tamil. Al final tuvieron que retirarse sin haber conseguido otra cosa que empeorar la situación. Esta maniobra en falso le costó la vida a Rajiv Gandhi, que fue en 1991 víctima de un atentado suicida. En un mítin electoral que se celebraba en el estado indio de Tamil Nadu, una militante del LTTE mezclada entre los espectadores se acercó a Rajiv Gandhi para regalarle un ramo de flores. El ramo contenía en su interior una bomba. En 1993 otro atentado suicida acabó con la vida del presidente electo de Sri Lanka Ranasinghe Premadasa.
   La guerra se prolongó durante años alternando periodos de relativa calma con periodos de recrudecimiento de las hostilidades. Se organizaron conferencias de paz en Oslo y Ginebra, que no dieron resultado.
   Transcribimos un fragmento de una carta que nos envió nuestro amigo Alaki en aquellos aciagos días:

   "La situación actual en nuestra área es muy mala. La guerra entre las tropas del gobierno y el LTTE continúa en algunos lugares. Muchos refugiados del distrito de Trincomalee han venido a nuestra zona y se han instalado en lugares públicos. Algunos grupos armados reclutan jóvenes y es muy difícil retener en casa a mi hijo Tamilselvam (19 años). Muchos jóvenes que tienen dinero se van a los países de Oriente Medio para buscar empleo. Algunos jóvenes que tienen parientes en Europa van a países de Europa como refugiados.
   Todos los días vivimos con miedo, dormimos con miedo."

   Un buen amigo nuestro –omitimos dar nombres, pues las heridas de la guerra aún siguen abiertas y podrían dar lugar a represalias– fue hecho prisionero por la única razón de haber asistido a un mítin de los rebeldes, y encarcelado en una prisión de alta seguridad cerca de Colombo, atiborrada de presos con causas parecidas, donde fue sistemáticamente torturado y de la que tardó años en salir.
   Su hermano, de 18 años, fue detenido en la calle a cuento de nada por soldados del ejército. Encerrado en un cuartelillo, durante tres días fue sometido a torturas. Por ejemplo, le colgaban desnudo y cabeza abajo de una cuerda atada a los tobillos, con una polea con la que podían hacer que el cuerpo subiera y bajara. Cuando bajaba, la cabeza se le sumergía en un barreño de agua, provocándole asfixias. No confesó nada, porque no tenía nada que confesar. Su delito: ser un joven tamil. 
    Al año siguiente su cuñado fue sacado de su cabaña sin motivo justificado por soldados del ejército y tiroteado a bocajarro en la misma puerta, delante de toda su familia. Su mujer se suicidó a continuación.
Pescadores de Sri Lanka   Valgan estos pocos ejemplos para dar una idea de las atrocidades que se cometían día a día en el transcurso de la guerra, de las que eran víctimas personas completamente inocentes. Podríamos seguir interminablemente.
   También conocimos en Passekudah a un muchacho que se enroló voluntariamente en la guerrilla. Nunca hemos vuelto a saber nada de él.
   Los guerrilleros tamiles eran en su mayoría muy jóvenes, casi adolescentes. Todos ellos llevaban enrollado al cuello un cordón del que pendía una pequeña ampolla de vidrio que contenía cianuro. De esta forma, si alguno de ellos caía prisionero de las tropas gubernamentales, mordiendo la ampolla se podía suicidar, para así evitar las posibles delaciones al ser torturados.
   Los males nunca vienen solos. Por aquellos días se propagó por la región de Passekudah una epidemia de sarna. Veíamos a la gente todo el día rascándose las manos y el cuerpo con desasosiego. Les recomendábamos que fueran al hospital de Valacchenai para conseguir una pomada contra la sarna, que en el mismo sanatorio promocionaban para combatir la plaga. Alguno nos contestó: "Hospital no good. No injection, no good". Al menos todavía tenían humor como para bromear llamando a la sarna savanah, que es el nombre con que allí denominan a esos boletos de 'rasque y gane', juego muy en boga por entonces en la isla.    

   En diciembre de 2004, a los veintiún años del comienzo de la guerra, les sobrevino otra desgracia añadida, esta vez en forma de cataclismo de la naturaleza. Un maremoto provocado por el deslizamiento de unas placas submarinas en la isla de Sumatra generó un gigantesco oleaje con olas de más de diez metros de altura, el fenómeno conocido como 'tsunami', que arrasó las costas del Índico desde Indonesia hasta el Golfo de Bengala, cobrándose miles de vidas. El tsunami embistió de lleno contra la costa oriental de Sri Lanka y devastó nuestra pequeña aldea de Passekudah, dejando centenares de muertos solo en esta localidad.
   No era éste el primer desastre natural que habían sufrido sus habitantes: ya nos habían hablado de un ciclón que se desató en 1978, acompañado de un fortísimo oleaje que también destrozó el pueblo. Nuestro amigo Kunasegaram nos contaba que lo pilló durmiendo en casa y que su cabaña se inundó llegando enseguida el agua casi hasta el techo, y que él estaba atrapado dentro sin poder salir. "¿Y tú que hacías dentro?", le preguntamos. "Swimming", nos respondió. Kunasegaram no consiguió salvarse del tsunami de 2004. Él y sus dos hijas murieron ahogados.
   Los siguientes fragmentos de cartas de nuestro amigo Alaki de Passekudah ofrecen un testimonio en primera persona de la catástrofe. No podemos transcribirlos sin que un profundo estremecimiento nos recorra el cuerpo:

Pescadores de Sri Lanka    "El 26.12.2004, hacia las 8,45 a.m. el mar se embraveció y las olas comenzaron a golpear la tierra. Los residentes de la playa y de un poco más lejos echaron a correr dejando todo en sus casas para salvar la vida al ver que el mar se les venía encima. Yo y mi entera familia también huimos de la casa para salvar la vida. Mientras corríamos mi familia quedó separada en dos grupos. Debido a esta separación fuimos arrastrados a diferentes áreas y nos perdimos todos. Volví solo y no pude encontrar a ningún miembro de mi familia. Cuando la situación volvió a la normalidad, empecé a buscar a mis familiares. Me encontré con que mi hija Kalaiselvi, los dos hijos de mi hermano Punniyamoorthy, su suegra, el hijo de Ponnathurai Thilakawathy, Clinton, y mi cuñado Ponnathurai y su esposa Mahesh estaban todos muertos. Recuperaron sus cuerpos, que fueron incinerados según el rito hindú. Los dos hijos de Nava, el hermano de Ally, murieron. Kunasegaram y sus dos hijas también murieron. Thurairajasingam, el marido de Punniyawathy, murió y también murieron sus dos hijas. Los dos hijos de Kavitha, la hermana de Ally, murieron. Sithravel y la familia de Nagarasa, su mujer y su hija, murieron. En total murieron 208 personas en Passekudah debido a las olas del tsunami ese desgraciado día. 62 escolares murieron también. 40 niños que iban a ser admitidos en la escuela también murieron. La familia de Mogan murió y Mogan logró escapar.

   Ahora mis familiares y yo estamos instalados en una tienda de campaña, en un campamento de refugiados en Valacchenai. No tenemos medios para salir a pescar.
  
   Perdimos todas nuestras pertenencias y no nos queda nada. No es posible para nosotros hacer ningún tipo de comercio o trabajo ya que no tenemos fondos para empezar. Dependemos totalmente de la comida que pueda proveer el gobierno."
  
   Nos llama la atención que entre los niños fallecidos se mencione un mayor número de veces a las 'hijas' que a los 'hijos'. Pensamos que esto puede ser debido al hecho de que entre los pescadores de Passekudah no es costumbre que las niñas aprendan a nadar, a diferencia de los niños varones, que lo aprenden desde muy pequeños acompañando a sus padres a pescar. A las niñas en cambio se las suele relegar a las tareas del hogar.
   Tres años después de la tragedia, en enero de 2008, el gobierno cingalés emprendió una ofensiva final contra el LTTE, que en los últimos años había ido replegando sus tropas para terminar atrincherándose en sus bastiones de la península norteña de Jaffna. El ejército avanzó sobre Jaffna, organizando una cacería de 'tigres' que degeneró en una auténtica carnicería. La ONU denunció el baño de sangre provocado por los combates entre ambos bandos, con 380 civiles muertos, entre ellos un centenar de niños. Por fin, el 18 de mayo de 2009 el ejército dio por derrotado al LTTE, asegurando que 'todos' los líderes de la guerrilla habían muerto en los últimos combates. La guerra había terminado.
   Balance: 26 años de guerra y entre 80.000 y 100.000 muertos, para no conseguir absolutamente nada, aparte del hundimiento de la economía de la isla.
  
   En tamil, 'paraíso' se traduce con la palabra paradesia. Lo sé porque la oí pronunciar para referirse a aquel lugar de Sri Lanka, lejano en el espacio y en el tiempo, donde conocí a los pescadores de Passekudah. Lo digo porque denota que ellos eran también conscientes de que vivían en un paradisíaco rincón del mundo. Aquellos días felices han desaparecido para siempre, barridos por el tiempo, la guerra y la muerte.
   Que queden al menos los recuerdos, el único paraíso del que no pueden expulsarnos. Y como las fotografías constituyen la forma más fidedigna de los recuerdos, por eso me he decidido a montar esta exposición.
  
   Eneko Pastor

 

Esta exposición se complementa con la titulada 'La vida después del tsunami', con retratos realizados en el mismo pueblo treinta años después.

  

FotoCD119
   
Recuerdos del paraíso
Pescadores de Sri Lanka

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Los ingresos por derechos de reproducción de las fotografías exhibidas en esta colección serán destinados en su integridad a las familias de pescadores de Passekudah.

    
 


 

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